Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 15

Buen día a todos los lectores, disculparan, pero este capítulo no está muy animado, pero prometo que para mañana estaré adelantando otro que, al menos si tendrá un poquito más de shiznatn_n

CAPÍTULO 15 EMOCIONES
—Miyu maldita sea, ¡la ahuyentaste!— la pelirroja le reclamaba en tono airado.

—El rey me ha ordenado complacer en todo a la princesa— la de cabellos grises se levantaba de la mesa con aire orgulloso. —Y mi padre también—
—Ese es el problema, no estas comprendiendo, no puedes hacer ese tipo de cosas por la orden de alguien más, ¿es que no te gusta ni un poco Natsuki?— Mai se puso de pie acercándose un poco a la de ojos sangría, no entendía cómo funcionaba la mente de la joven, era de los pocos plebeyos con educación que conocía, pero ella de algún modo parecía no tener emociones y en el fondo, esperaba que no fuera de esa forma, porque en realidad Greer era bastante cuidadosa en su menester como médico de la corte.
—Defina gustar, ese término no me es comprensible mi Lady— Ladeo la cabeza como si tratara de pensar, con una inocencia que contradecía enormemente lo que le vio hacerle a Natsuki la otra noche cuando le ordenaron ser su concubina.
—Uhm...tal vez si escoges otros métodos puedas encontrar la respuesta, los besos siempre ayudan, pero se necesita de más práctica— se tomó el mentón pensativa por lo que no pudo esquivar los labios de la nueva condesa que se posicionaron sobre los suyos abriéndose paso cuando sin querer los había entreabierto un poco para protestar.
—¡¿qué diablos está pasando?! —Arashi se encontraba en la entrada buscando tener un momento para hablar con la pelirroja, pero para su visible malestar, se había encontrado con una situación que no esperaba. 
―Ah…Miyu? Arashi?― los ojos lila miraba en ambas direcciones mientras trataba de alejarse de la joven Greer. 
―¿Tu también Mai? ¿Has sido contagiada con esa enfermedad por mi hermana?― El príncipe las alcanzó en dos zancadas tomando del brazo a la pelirroja con demasiada fuerza. 
―Disculpe alteza, pero esa no es manera de tratar a una doncella― La de cabellos grises tomo la mano del Kruger doblando su muñeca hasta que soltara el brazo de Tokiha. ―Por orden expresa del Rey, ella es la prometida de la princesa y él debe ser obedecido―
―Osas tocarme maldita, ¿sabes bien que podrías ser ejecutada por menos?― No admitiría cuan dolorosa había sido la llave de la peliblanca, su orgullo estaba bastante magullado.
―Miyu…suéltalo por favor― la condesa posó su mano sobre el envés de su amiga con suavidad sabiendo lo peligroso que era lo que estaba haciéndole al heredero ―Déjanos a solas― sus ojos lila observaron los sangría con súplica. 
―Si necesita ayuda estaré en la puerta mi Lady...― la joven Greer salió del recinto sin dejar de observar los ojos verdes.
―¿Qué está pasando Mai? Tu no eras así, ¿qué te ha hecho Nat…?― 
―¡No te atrevas a echarle la culpa a ella! Cuando fuiste tú el que cobardemente prefirió huir y dejarme sola, hasta te atreviste a llevarte a mi hermano cuando sabías que era mi única familia, ahora me pregunto qué rayos vi en ti, no eres ni la sombra de lo que creí tontamente que eras―
―Puedo explicártelo―
―No necesito de tus estúpidas excusas― ―ahora solo puedo agradecerle a tu hermana por haberme abierto los ojos, no vales la pena Arashi―
―No digas eso Mai, siempre te he querido―
―Aja, a cuantas más engañas con esas palabras, no creas que no se sobre Yuuki, meterte con esa zorra, hasta para ti fue caer muy bajo―
―No son palabras vacías, no puedes culpar a la debilidad con la que los dioses han decidido crearnos. No hay hombre que no ceda ante la gracia femenina, si para ella nacimos. Mi corazón sigue contigo a pesar de la flaqueza de mi carne, porque incluso entonces, eres la que se queda siempre en mis pensamientos―
―Pues bien, si a esa flaqueza te debes... porque me culpas de cualquier cosa en lo relacionado con Natsuki, es una de las mujeres más bellas de todo el reino y puede ser, que con tu abandono pudiera expandir la vista sobre la gracia femenina. En cualquier caso, es y será siempre tu culpa que ahora sea la propiedad de tu hermana― 
―Entonces…¿te has entregado a ella?―
―En obediencia a mi Rey, claro que sí... lo que realmente no imaginé es que ella fuera tan hábil en la cama, es bastante mejor que tú―
Estuvo tentado a abofetearla por tal osadía, pero... se contuvo orgulloso. ―¿Que tan buena amante podría ser? Si su adorada Shizuru quedó encinta de otro cuando era ella la que atendía sus necesidades en el lecho... tal vez solo estas mintiendo para herirme y... casi logras engañarme―
―Shi...zuru esta ¿embarazada?― Palideció de inmediato, sus ojos temblaron y tragó saliva en su garganta. ―¡Dioses! Esto será devastador... para ella―
Entonces Arashi contempló la magnitud de su error. ―No puedes decirlo, te lo ordeno.―
―Otro secreto, este no es uno que se pueda esconder por siempre Arashi―
―Nos encargaremos, quien sea el padre lo pagará con su vida y... ella solo debe pensar que es mi hijo, así no le harás daño con un veneno semejante―
―Y ahora si te importa Natsuki...―
―Sigue siendo mi hermana, aunque peleemos... este capricho no le va a durar tanto y cuando acabe, volveremos a ser una manada, como fue siempre―
―Lo dudo mucho, ella jamás olvidará esto... bajo cualquier circunstancia estaré a su lado y si hay algo que pueda hacer que supere esto más rápido, yo haré lo que se requiera. En todo caso es mejor que dejemos las cosas así Arashi, no me busques más, no es adecuado que estemos cerca el uno del otro teniendo en cuenta que lugar ocuparé junto a ella―
―Y esa chica... la concubina―
―Será un poco divertido ver como es un trío...― Sonrió divertida antes de salir a paso rápido del lugar, dejando al pelinegro estupefacto. Llegó junto a Miyu y la sujetó de la mano, obligándola a correr antes de que el príncipe reaccionara.
―¿Que... que es un trio?― Cuestionó Miyu en cuanto se escondieron en una de las esquinas para recuperar el aliento, aunque ella en realidad no parecía tan afectada por el ejercicio fortuito.
―¿Escuchaste todo?―
―Sí, no hablaron muy bajo en realidad―
―Oh... era una broma solamente, pero significa que tres personas se encuentran en la intimidad―
―¿Entonces usted, la princesa y yo... haremos un trio?― Y curiosamente una sonrisa se dibujó en su rostro, la posibilidad de estar en la misma cama con la pelirroja entonces pareció un opción bastante halagüeña.
―No creo que Natsuki nos pida nunca una cosa como esa... es un tanto, tímida―
―Y ama a Lady Fujino, es una pena que no sepa de su estado―
―¿Oíste eso también?―
―Tengo ojos Lady Tokiha, ella estaba más angustiada por la salud de la princesa que el príncipe y bueno, soy mejor médico que mi padre, yo hice el examen con su orina, dio color rojizo...―
―¿Porque no dijiste nada?―
―El rey desea que se mantenga en secreto, pero tal vez cambió de opinión si el príncipe Arashi lo está ventilando tan tranquilamente― la voz del príncipe se escuchaba bastante cerca por lo que Mai empujó su cuerpo contra el de la Greer contra la pared.
―Guarda silencio― Susurro girando el rostro hacia el espacio que le permitía vigilar el pasillo, uno que el airado príncipe pasó de largo preso del enojo y la amargura, pese a todo Tokiha no se apartó temiendo que el hombre volviera sobre sus pasos. 
Los ojos sangría observaron atentos como el pulso en el cuello aumentaba de ritmo. ―Su…aroma es exquisito― No pudo reprimir el pensamiento que, por alguna extraña razón acudió a sus labios en palabras audibles.
―Gr…gracias― musito sonrojada sintiendo como se tensaba hasta el punto de no poderse alejar. ―Es…de lavanda, lo compre en la tienda de Midori por si…estas interesada―
―No creo que huela tan bien en mí, como en tí... pero igualmente la compraré― Asintió tan tranquila como siempre rozando su cuello con la punta de la nariz. 
Un hermoso sonrojo llegó las mejillas de la pelirroja, quien dio gracias a los dioses en cuanto Miyu se alejó y le dio la espalda, dispuesta a ir a quien sabe dónde... prefirió no seguirla por el bien de su salud mental.

En la sala principal….
―Shizuru, Nagi ha solicitado hablar contigo...― Nina ingresaba por la puerta de la espaciosa sala, la castaña se quedó mirándola por un instante procesando sus palabras, ¿su primo Nagi? y ahora que desearía hablar con ella, según recuerda, la última vez en su castillo en Tsu, él la había tratado con frío desprecio al saberse que era la siguiente en la línea de sucesión.
―¿Te ha dicho de que es lo que desea hablar?― los ojos sangría develaron el fastidio que no se atrevía a pronunciar a viva voz.
―Lo lamento, bien sabes que él me causa escalofríos, mientras menos le hable mejor― la pelinegra le sonreía de forma comprensiva, a ella más que fastidio, el albino le infunde temor, y no de ese que se podría llamar normal, como tenerle miedo a la oscuridad, no, le causaba unos escalofríos como los que bajan por la columna cuando tenía que cruzar frente al cementerio de Fuuka cerca del anochecer.
―Dile que pase, pero quédate conmigo, odiaría tener que estar a solas con él― la princesa suspiró al tiempo que se colocaba en pie, su prima se dirigía hasta la puerta y la abría a un sonriente Nagi, la observó incomoda dar un paso al lado tomando más distancia del conde, esa mueca a la que él llamaba sonreír, era aún más tenebrosa.
―Princesa Fujino...o te puedo llamar prima, estamos en familia ¿No?― el joven conde extendió su mano tomando la de la castaña sin su permiso plantándole un beso un poco baboso a modo de saludo.
―Nagi, conoces la etiqueta, no deseo ser presuntuosa, pero son las reglas― Justificó retirando la mano antes del tiempo adecuado para un beso como aquel en su envés, los bastardos no eran bien vistos ni mucho menos sus intenciones lubricas.
―Te comprendo princesa, siempre has sido la “humilde de la familia”― el albino no evitó poner énfasis en sus últimas palabras, era bien conocido el deseo ardoroso que él mantenía por la corona de Tsu, en menor medida, por la propia Shizuru, por lo que no dejo pasar ese brillo único que veía en los ojos de una mujer enamorada, así como lo hermoso de todo su cuerpo.
―Podríamos por favor saltarnos el protocolo y entrar de lleno al tema que te ha traído a tierras lejanas, Lord The Artai―  Pocas veces había sentido la mirada lasciva de algunos de los cortesanos en su propia ciudad o en Fuuka, pero la mirada sangría de aquel era la peor de todas, se sentía casi desnuda cuando él la observaba y era más que repulsivo.
―Siempre tan directa alteza,― el albino ladeo la cabeza mientras se acomodaba entre los cojines acolchados del sofá.― he oído algunos rumores, bastante...desagradables sobre aquel que se hace llamar El Hati de Jade.
La castaña tenso su cuerpo por completo, pero guardó silencio en espera de las siguientes palabras de su primo.
―Al parecer es bastante reconocido por algunos de los lechos más importantes de la corte de Fuuka, algunos maridos al parecer están bastante inconformes con su comportamiento.― El conde la observó de forma inquisitiva esperando atisbar alguna reacción por su parte.
―Me sorprende que un hombre tan ocupado esté al pendiente de los chismes de la corte, también es de vox populi el interés en ver caer la dinastía de los Kruger, claramente solo desean desestabilizar su reinado― algo de lo que se enorgullece la de ojos sangría es la forma en la que su padre la había educado para soportar este tipo de artimañas ―si has venido a compartir las habladurías de las mujeres de la corte, puedes volver por donde viniste, primo― 
―Estoy seguro que son más que solo habladurías querida prima― el conde se levantó de improviso quedando a centímetros de la castaña, su aliento alcohólico rebotó contra su mejilla al no poder alejarse ya que la había tomado por el brazo ―Se muy bien que mis tíos no permitirían tales burlas para con su hija amada, por lo que he venido a proponerte una unión muy conveniente entre nosotros, la corona se quedaría en la familia y no se vería empañada con el inestable comportamiento de un niño que aún no sabe cómo ser un rey― 
―Te equivocas si estas creyendo que me voy a dejar intimidar por ti― la princesa tenso la mandíbula al tiempo que apartaba la mano que el Conde había colocado en su antebrazo con una fuerza sorprendente ― has de comprender que no tienes ninguna posibilidad de convertirte en regente de Tsu, no eres digno de llevar la corona― lo aparto de un empujón que lo hizo tambalearse.
―Te vas a arrepentir de tu arrogancia querida prima― el peliblanco cerro los puños tratando de contener la ira que burbujeaba desde el fondo de su pecho ―Te deseo una linda tarde…alteza― se inclinó emulando aquella sonrisa siniestra que ponía los pelos de punta a la pobre Nina, sin embargo, Shizuru conocía aquellas estratagemas tan infantiles, por lo que le resto importancia.
Sin esperar alguna respuesta el de ojos sangría tomo dirección hacia la puerta de la salita y sin detenerse salió del gran castillo, en su mente, miles de ideas de tortura para su prima se apoderaban de cada una de sus neuronas, solo necesitaba el tiempo justo para poner en marcha su plan y aquella mujer engreída le suplicaría por su vida.



En el bosque en la noche…
Cernida la noche en el cielo y la luna menguante coronada en lo alto, Natsuki y Akira se encontraron por el lado boscoso dentro de la muralla del castillo, ese que daba al abismo puntiagudo justo debajo de la ventana de la habitación de la princesa de Tsu, el fondo de aquel mortífero lugar contaba con una superficie de agua, además de un par de tiernos y colmilludos cocodrilos. Contemplaron el tiempo entre las rondas de los guardias, lo que obligaba que ascendieran por la cuerda en un tiempo casi imposible.
—Una vez hecho no hay vuelta atrás, eres libre de irte Akira—
—¿Y vivir con la vergüenza o la cobardía? Jamás alteza—
—Porque elegiste darme a mi tu lealtad—
—Sé lo que hizo, cuando era más joven convenció a su padre de aceptar mujeres en la armada, a cambio de no convertirse usted misma en caballero, es por usted que yo pude cumplir mi anhelo— Susurró sin perder de vista a los soldados que pasaban, calculando el momento preciso.
—Conozco a muchas doncellas con el espíritu y la constancia que muchos hombres no poseen, era justo...— Añadió la Kruger preparando su arco, previa atadura de la cuerda a un gancho, era sin duda un tiro difícil si quería evitar romper la ventana y anclar aquella púa curva. 
—Ahora— Apuró la guardiana.
La luz de la flecha se formó en un santiamén y con precisión magistral, el gancho se ensartó en la esquina de la ventana sin romper el cristal, pues la flecha se desvaneció en el momento preciso con la voluntad de su portadora; tensaron la cuerda y tras una cuenta regresiva rápida, corrieron en direcciones contrarias como si la vida se les fuera en ella, saltando Natsuki el abismo y muy bien agarrada. Akira quien le dio la vuelta al tronco usándolo como palanca, se quedó sosteniendo la punta opuesta, lo que le ganó un par de metros de escalada a la princesa. 
Con el Arc Adamante, más negro que la noche formando un escudo en su espalda y con una textura rocosa como si de un camuflaje natural se tratara, Natsuki forzó sus brazos al límite de su resistencia física, subiendo codo por codo hasta incluso lastimarse las manos y comenzar a sudar copiosamente, de hecho ya en el último trayecto de su arribo, casi podría apostar que se le desprenderían los brazos de los hombros; se reprochó pues no fue todo lo prudente que debería sobre entrenar antes de probar un empresa semejante, si bien tenía un estado físico formidable, nunca había asaltado una muralla o castillo, salvo por trepar árboles y hacer los ejercicios de su instrucción, en realidad no estaba acostumbrada a la tarea.
Cuando alcanzó la punta y enredó la cuerda en su pierna derecha para amortiguar un poco el peso de su cuerpo y poder ubicar el mejor arribo, pudo escuchar las voces al interior de la habitación teniendo alguna clase de discusión airada. —Al diablo con el anonimato— Gruñó por lo bajo, se apresuró a abrir la ventana y con un gran esfuerzo levantar el peso de su cuerpo con sus manos para lograr poner su estómago sobre el marco inferior y poder entrar subiendo al menos una pierna; que para cuando pudo hacerlo la puerta ya había sido cerrada con brusquedad.

Minutos Antes...
Arashi caminaba de un lado a otro cual león enjaulado, evidentemente disgustado. —¿Tres malditos días mujer... y no puedo tomar lo que me corresponde por derecho?—
—No estoy en condiciones, esposo— Afirmó la suave voz de la castaña, evidentemente debilitada por su aparente incapacidad para mantener el alimento en el estómago, además de aquella terrible aversión que sentía por Arashi.
—Estoy seguro que sus amantes no le dan tantas dificultades a mi hermana, ya se ha llevado a la cama a Lady Tokiha y no dudo que poco o nada le falte para tomar a Greer,— Dijo aquello con toda intención, en memoria de aquella discusión con Mai, esperando traer algo del mismo dolor a Shizuru y el escozor que vio en sus ojos, fue suficiente para mejorar su ánimo. Así que continuó, queriendo mermar su estima hasta lograr lo que se proponía. —mientras que yo tengo una esposa incapaz de cumplir con su deber conyugal sólo porque ha de vomitar por cada vez que me aproximo— En verdad estaba disgustado y preocupado, necesitaba hacerle creer que era el padre, y pronto.
—Ignoro qué pueda ser, nadie elige por voluntad enfermar— Refutó con honestidad, aunque en realidad prefería cualquier cosa a ser tocada por aquel imbécil.
—Podemos intentar otras cosas— Con la mano en la barbilla sopesó y recordando aquella vez en la que Nao estaba un tanto borracha y temía devolver la chuleta de la cena, se levantó la falda y se le sirvió de espaldas en la pose de una esclava. —Lo haremos, incluso sobre ese problema princesa—
—¿En verdad quiere saber qué cené? Fueron guisantes... nada lindo en realidad— Insistió Shizuru buscando los medios para evitar la proximidad del hombre y aunque la circunstancia no pudiera durar eternamente, ya sentía arcadas, aunque Arashi estuviera a 5 pasos de distancia.
—Te darás a mí, del modo que deba hacerse... te acostaste con mi hermana sin remilgos y a mí, que soy tu verdadero esposo, ¿me finges la puritanidad y la virtud que no posees?— Arashi la sostuvo por la muñeca y la enfrentó con la verde mirada que siendo semejante a la de Natsuki, no era ni siquiera una lánguida sombra en comparación.
Retiró el brazo con fuerza. —Me está ofendiendo, señor...— La barbilla recta y la mirada fiera, temía lo que decía el hombre, pero no se lo concedería, al menos no sin dar la vida en el empeño.
—Solo estoy sugiriendo usar una pose en la que ponga tu cara cerca del balde, yo me encargaré de lo demás y si tienes náuseas, podrás sin temor vaciar tu estómago— Era la mejor cosa que se le había ocurrido y no tendría excusa para refutar.
Y nada pudo parecerle más repulsivo. —No he de rebajarme a tal cosa, le recuerdo que...—
—Que una esposa complace a su marido, en cualquier caso— Sentenció él acercándose más, con la mirada turbia.
—Eso será en Fukka, pero de donde yo vengo hay dignidad en el matrimonio y no puede una esposa acceder a los actos de las rameras— Llevó su mano discretamente sobre el fajín de su vestido, donde el tesoro se ocultaba.
Arashi quien conocía la oscura verdad tras su gestante estado, perdió los estribos de inmediato, la sujetó de una mano. —No eres menos que eso... una ramera.— Intentó darle la vuelta y forzar el encuentro levantando su vestido, cuando el filo de una silenciosa cuchilla le rozó la mejilla y una gota de sangre bajó hasta su barbilla. Asustado por el repentino ataque buscó al posible agresor, pero solo se encontró con su esposa y lo que parecía una delicada daga tan delgada que, de no ser por la mancha de su sangre en el filo, jamás hubiera creído fuera la artífice de su herida.
—No soy como las mujeres que conoces, príncipe... en mi casa, si una doncella no quiere, puede elegir el camino que prefiere en el lecho—
—Cualquiera, infame... los dioses sean mis testigos, te tomaré cuando menos lo pienses. Teme Shizuru Fujino, que incluso al cerrar tus ojos... yo estaré en tus pesadillas— Dicho eso se dio la media vuelta, con la idea de encontrar a Nao para desfogar sus necesidades como hombre. Ya encontraría el modo... se prometió a sí mismo.
La mano firme de Shizuru tembló en cuanto el príncipe cerró la puerta con toda la frustración y la ira que pudiera exponer en el acto. Tragó saliva y se llevó la mano al pecho, volvió a Kvinne Rød en su cinto y el arma pasó a ser simplemente una varilla delgada y ovalada que fácilmente podría pasar a ser un hermoso prendedor en el vestido, de hecho, en este simple estado, lucía gemas con la forma del lirio de fuego de Tsu y el relieve de la hermosa Rød, la dragona del fuego escarlata.

Sus nervios pronto volvieron a alterarse ante el sonido proveniente en su ventana, alerta por el peligro, volvió a esconder su mano a su espalda, pues un encapuchado de negras ropa ponía la pierna derecha en el suelo, luego la izquierda.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Eldest88 - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

4 comentarios:

  1. llega tu príncipe, espero te encuentres bien y gracias por actualizar-

    ResponderEliminar
  2. Al fin algo nuevo para leer, gracias ;)

    ResponderEliminar
  3. Me encanta esta historia, no quería leerlo hasta que hubieran mas cap. Es la primera vez que comento pero soy una fiel seguidora de esta historia. Esto se pone mejor. Ese Arashi es un desgraciado y veo que esto se va a poner feo para Shizuru. Gracias por el cap y esperando la continuación.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por continuar con tu historia. Espero con ansias el siguiente capítulo

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...