Capítulo 24
Ecos
Cuando subió de nuevo a su cuarto, no encontró a Shizuru por ninguna
parte, no estaba en la cama recientemente cambiada y perfectamente tendida, ni
en la tina que se delataba haber sido usada, pero estaba impecable. Natsuki se
apresuró a vestir sus ropas, no sin antes vendar de rauda forma los cortes
cerrados para no manchar de nuevo la tela su camisa. No le importaron las
medias que no se veían, ni las botas con el apuro -¿A dónde pudo haber ido?-
Pretendió salir del cuarto a buscarla, pero volvió sus pasos atrás, habiendo
olvidado algo importante… ello le llevó a apreciar otro detalle, algo que no
había pensado. –Un jarrón... que significa tanto para ser roto por su mano-
Deslizó los dedos sobre la madera caoba, aun con las manos vendadas. –Otra
vez... ¡Otra vez ese maldito olor!- Golpeó sin piedad de sí misma hasta tarjar
la madera, rompiendo accidentalmente algunos de los frascos y perfumes que
Shizuru tenía dispuestos sobre la mesa de ajuar. Natsuki sintió alivio al notar
que la desagradable esencia de la servil se evaporaba del ambiente, observó con
una sonrisa los otros frascos...
-Este lugar... solo debe tener su aroma- Arrojó la esencia de jazmines
contenida en los frascos a lo largo del gran cuarto, después de depositar los
frascos vacíos sobre la mesa. Bajó la mirada, abrió el cajón, allí reposaba el
antifaz con la corona, tenía que usarlo de nuevo si quería cruzar la mirada con
los orbes granate. Volvió a deslizar los dedos sobre la madera de la mesa, en
el lugar donde había hecho el pequeño destrozo pese a tener por el momento
apenas su fuerza humana. A voluntad un cristal manó lentamente de la palma
pálida y vendada, raíces se introdujeron en la madera como si fuese la tierra
que sustentara una planta, con sus manos modeló algo nuevo, algo diferente, el
jarrón antes destruido nacía de sus manos para tomar la forma de una rosa de
cristal helada, con los pétalos abiertos, en el clímax de la belleza etérea de
las flores. –De ahora en más, una rosa siempre estará en el lugar de este
jarrón, una rosa... con las esperanzas que sigo preservando en ti... Shizuru-
Natsuki volvió su mirada sobre la puerta que se abría, la persona de
pie frente a la entrada de la habitación resultaba ser la que estaba dispuesta
a encarar de una buena vez por todas, sin embargo esa mujer ya no se veía como
la que antes durmiese en el lecho presa de un quebranto de salud, había algo
sombrío en su sola presencia. No podía ver sus ojos, solo sus cabellos y su
barbilla tensa, como si morder silenciosamente los carnosos labios apaciguara
aunque fuera un poco el aire pesado. La pelinegra desvió la mirada a otro lado,
era profundamente incomodo yacer en presencia de Shizuru, insoportable mirarla
sin ver lo que escondía bajo el velo de aquella cascada castaña.
La dama caminó lentamente en la dirección de la Kruger, sin voz, sin
mirarle siquiera, estando allí de pie junto a la otra, levantó su mano y de
ella sujeto estaba el collar de plata, hondeando como un péndulo. Natsuki abrió
los ojos al contemplar la prenda que juzgaba perdida e irrecuperable, tomó el
dije entre sus dedos, sin mucha ceremonia volvió a colgarlo de su cuello, pero
inevitablemente lo acarició con ternura, posándola en la cercanía a su pecho, a
la altura del corazón. -¿Dónde lo encontraste?- Preguntó inocentemente, pero
Shizuru ya le daba la espalda.
-Solo... lo dejaste olvidado por ahí. Debes tener más cuidado la
próxima vez- Fue todo cuanto se escuchó, antes de que la castaña volviese a
salir del cuarto.
-Gra... gracias- Musitó la pelinegra a la soledad de su habitación. Una
parte de Natsuki quiso seguirla, pero allí estaba su orgullo ¿Por qué iba ella
a seguirle? La traición había venido de sus manos y las de Tomoe, no podía
permitirse ceder por más que ahora, realmente deseara escuchar una explicación
venida de los labios carmín. Salió al pasillo, la vio dar la vuelta hacia el
ala Occidental del castillo, negó con la cabeza y tomó el camino opuesto.
Transcurrieron las horas en el silencio monótono, en el despacho que
quedaba junto a la biblioteca, entre los tontos quehaceres del castillo, firmar
y firmar documentos... pagos numerosos, transacciones, cartas del Rey con los
detalles de los nuevos reclutas, tantas y tantas formalidades agobiándole la
vida. La lobuna miraba el cumuló de blancos papeles, pero más de la mitad
contenían ya otra firma, la de su esposa. Levantó entre sus manos uno de ellos,
luego otro leyendo concienzudamente, los contratos de los sirvientes,
disposiciones para la mejora de las carreteras, compras de materias primas para
el sustento de las fábricas, todos acertados, todos firmados y sellados, incluso
ejecutados, pero eso no resultaba importante al momento de mirar, la cristalina
caligrafía de Shizuru plasmada en el papel... más valiosa aun resultaba ser, la
marca Di’ Kruger en las pulidas líneas.
-Se ha esforzado mucho para hacerte sentir orgullosa... para ayudarte,
aun cuando estaba enferma- La voz grave de Takeru pudo ser escuchada muy cerca,
se preguntaba a qué hora el patoso padre pudo alcanzar tal cercanía.
-He tardado bastante menos de lo habitual, gracias a ella... supongo-
No quería admitirlo, no quería pensar que realmente ella intentara hacer algo
bueno, no después de lo que había observado con sus propios ojos. –¿Pretendes
halagarla? Deberías decírselo a ella, no a mí- Frunció el ceño, volviendo a
posar el papel sobre el montón. Natsuki se puso de pie dispuesta a irse, no
quería escuchar un sermón, ya bastante había tenido con la intervención de
cierta divinidad.
-¿Lo oyes?- Takeru cuestionó con voz grave, casi ronca... –No hay forma
en la que puedas escuchar, si solo te apartas para no sentir dolor- Natsuki se
detuvo frente a la puerta, miró de soslayo al hombre que no recordaba tan
compasivo.
-Yo jamás he rehusado un reto ¿Es eso padre?- Presionó su mano sobre el
marco de madera. Volvió a mirarlo con sus intensos ojos esmeraldas. –Un sable
siempre habla de una mejor manera cuando se trata de ti- Deslizó
silenciosamente la mano hasta el cinto en el que guardaba un sable.
-Hoy no Tsuki... esperaba que pudieras escucharlo, el sonido lánguido
del antiguo piano- Natsuki observó contrariada al padre, no le decía “Luna”
desde que aprendió a correr con sus propios pies y claro que lo había
escuchado, le taladraba lentamente a lo largo de las horas ¿Pero quién osaba
tocarlo? No había nadie en el castillo que conociera el arte de gran instrumento,
si aprendió a tocar el violín fue para tocar alguna melodía junto a su querida
madre.
-Es un no... Supongo- Suspiró resignada alejando la mano de la
empuñadura del sable.
Takeru se cruzó de brazos, algo había cambiado en él, de una extraña
manera Shizuru le había recordado como ser un padre, como lo había olvidado
después de la muerte de su esposa. –Lamento mucho la forma en que me he
comportado durante los últimos años, pensé durante mucho tiempo el cómo
entrenarte adecuadamente y ahora no hay nada que pueda enseñarte sobre eso...-
De la mirada azul y un suspiro escapando de los labios del padre. –Nunca pude
ser un buen padre para ti, supongo que solo me comporté como lo hizo tu abuelo
conmigo, olvidé lo mucho que eso me molestó y cometí los mismos errores
contigo-
Natsuki levantó una ceja ¿Qué pasaba ahí? Acaso su padre había bebido
algún tipo de licor en horas tempranas de la mañana, no daba crédito a lo que
escuchaba. –Padre... realmente no te entiendo-
Con lento caminar Takeru se acercó a Natsuki y posó sus manos sobre los
hombros sin depositar en ellos todo su peso. –Yo he comprendido muy tarde, que
no eres ya la niña pequeña a la que subía en mis hombros para jugar... tengo
ante mí a una mujer de la que me siento más que orgulloso, pero... esta vez, no
voy a arrepentirme de la ausencia de las palabras que tanto anhelo decir.
Natsuki...- El lobuno inclinó la cabeza y le dio un beso en la frente a su
hija. –Natsuki es lo más importante para mí, yo solo quiero que sea feliz...
así que de ahora en más, yo me ocuparé de todo, mi hija es libre de hacer lo
que le plazca con su vida, yo solo quiero ver de nuevo su sonrisa-
Los labios rosáceos de la pelinegra temblaban, sus puños estaban
cerrados y la cabeza gacha, la frente donde la máscara nacía estaba apoyada en
el hombro de Takeru, mientras este abrazaba a su hija y acariciaba su larga
melena. –Papá...- La voz se notaba rota. –Yo... yo soy feliz con esta extraña
vida que vivimos, me gusta montar a caballo, de hecho... pienso que de ser una
chica como las demás estaría más que agobiada con cosas como casarme con un
hombre, tener a sus hijos y después esclavizarme en el encierro de un hogar...
esa no es la clase de vida que hubiera deseado para mí-
-Pero... ahora estas casada con Fujino-san ¿Hice mal verdad? Siento no
haber preguntado si lo querías, pero... realmente pensé que era lo que deseabas
y... me equivoqué, igual que con la pequeña Nina- El lobuno apoyaba la barbilla
en la coronilla de la cabeza de su hija.
Natsuki negó con la cabeza. –A pesar de las circunstancias... no creo
que hubiese sido un error desposarme con Shizuru, me doy cuenta que ella ha
cometido un grave error y yo otros cuantos...- Se apartó del gentil abrazo que
le prodigaba el Kruger. –Estoy decepcionada de ella, desencantada y enfadada...
no me siento bien ahora, pero necesito saber porque hizo lo que hizo o no
tendré paz, yo debo encontrar la respuesta y entonces sabré qué camino seguir-
-Vaya... La Natsuki que recuerdo haría numerosas locuras antes de
pensarlo con cabeza fría, mi hija ha crecido bastante- Takeru sonreía, Sanae
tuvo razón, hay cosas que solo deben resolver los esposos, nadie más puede
involucrarse. –Lo que decidas lo apoyaré... sea lo que sea- La mano enguantada
del Duque se tendió frente a una sorprendida Natsuki. – Es una promesa...-
Las manos se unieron, como un pacto entre caballeros, pero más
profundamente entre padre e hija. -¿Qué te hizo cambiar padre?-
-Yo fui bendecido con una esposa maravillosa, luego se me obsequió el
orgullo de ser padre y cuando pensé que nada más podría sorprenderme... me he
encontrado con la sorpresa de saber que soy padre nuevamente, me ha dado cuenta
que ahora tengo dos hijas- Sonrió tranquilamente. –Fujino-san... ella es
diferente, no puedo olvidar que hace poco era una niña y ahora es una mujer...
pero solo tiene 16 años e igual que tú, no ha podido decidir muchas cosas en su
vida, ella esta tan encerrada como tú en el interior de esta jaula y eso es
cruel para dos personas tan jóvenes como ustedes-
-Hablas como si fueras un anciano, pero te casaste a la misma edad que
yo, fuiste padre a los 18 años... solo tienes 36, deja de hablar como un viejo-
Gruñía la menor cruzándose de brazos, sin dejar de mirarlo de soslayo.
-Tal vez, pero si hay algo que puedo decirte ahora...- La intensa
mirada zafiro se clavaba sobre la figura fémina de Natsuki, cuya altiva pose no
delataba ante el mayor, la angustia que estrangulaba su corazón. -... No
permitas que el silencio las destroce a las dos, ella no te dirá nada si no lo
preguntas, porque así es como se le ha instruido... nosotros los Kruger no
somos muy observadores y temo que heredaras eso de mí, así que... arriesga lo
que debas arriesgar, pero no guardes las dudas dentro de ti, porque entonces
serán como espinas creciendo en tu interior-
-Entiendo... es hora de irme padre- Realizó una corta venia antes de
salir, pero se detuvo. -... y sobre Nina, en verdad creo que debes deshacer tu
acuerdo con Sergei, pienso que, si él verdaderamente desea que ella sea
dichosa, debe liberarla para que pueda elegir a quien amar- No se dijo más,
Takeru asintió saliendo por la puerta en la dirección opuesta que su hija,
tenía que ir a la zona de entrenamiento donde el rubio estaría instruyendo a
los nuevos reclutas, no podía aplazar durante más tiempo la ineludible
realidad.
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Con el sol puesto en el horizonte, los naranjas tiñendo de colores las
nubes en el cielo y el viento de la tarde rozando su triste rostro a través de
los enormes ventanales abiertos, las cortinas agitándose con la misma suavidad que
sus castaños cabellos, sus dedos deslizándose incansablemente sobre la
superficie de las teclas de marfil, sentada en la negra silla acojinada,
obsequiando sonidos impetuosos y amargos a la aparente nada... Shizuru estaba
sumergida en el desliz de sus dedos sobre la superficie, hábil, prodigioso que
hacía sonar que sin siquiera mirar las partituras, pues los parpados estaban
cerrados para evitar diluviar su llanto otra vez. Del tiempo transcurrido junto
al enorme piano marrón no sabía nada, tan solo había escapado de la presencia
de Natsuki en cuanto esta afirmó la propiedad del dije, tan inocentemente
recibido, tanto le contrariaba y confundía entonces su encono. ¿Acaso haber
visto mancillado su honor en las manos de Margueritte era la causa? Como podía
siquiera sentir nada, cuando una prenda tan valiosa como aquella yació en manos
de otra mujer, entre los dedos de esa odiosa pelirroja. La traición estaba
tintada por igual de cada lado, pero ¿Ella se habría resistido entonces de la
misma manera? Intentar sin fuerzas apartar lo inevitable... de cualquier forma,
Shizuru tenía una mancha que no puede ser borrada de la piel o de la mente. Eso
lo sabía, eso le costaba cada respiro lleno de culpabilidad.
-“¿Por qué? ¿Por qué no puedes
irte de mi mente simplemente?”- Cerraba con aún más
fuerza los ojos, molesta e indignada consigo misma, con todo. -“No me hubiese importado si no es por
ti... no esperaba que fuera algo mejor que el resto de compromisos que he visto
a lo largo de mi vida, pero... esta sensación no se va, se queda
destrozándome... humillada por una amiga, despreciada por ti... no es mejor
solo recordar que no debí creer en las personas... eso, me lo enseñaste tú, a
creer a pesar de todo. Me cambiabas, me hacías más humana, me sentía normal
junto a ti... todas las murallas que construí en derredor de mí, las
atravesaste dejándome expuesta, incluso expuesta ante las personas que no lo
merecían... como Margueritte, su traición es dolorosa, pero nada es comparable
a la decepción que te cause... Nat.. su..ki”- Se mordía los labios sin
detener el sempiterno contacto de sus dedos sobre las teclas, dolían ya después
de las horas transcurridas, pero que era eso... nada si la frustración le
invadía. –“Estaba mejor cuando no sentía
más que aprecio por ti... ahora me duele lo que hicimos, ahora lamento haber
sucumbido al sentimiento de la soledad y confiar... confiar en quien no
debía... todos se acercan con temor a mí, por la extraña persona que soy,
Natsuki fue la única demasiado preocupada por sus propias rarezas que no pensó,
en lo feliz que yo estaba de tenerla cerca de una manera tan natural”-
Presionaba con más fuerza las notas sobre el piano, subiendo la velocidad y
complejidad de la melodía, en el punto más alto, en el clímax de la tonada.
-Sintiéndome encerrada
En una caja de cristal,
Si no miras no llega a ti
Mi dolor o mi soledad
Esta voz no escucharás
Nunca más... nunca más-
¿Por qué le molestaba tanto? ¿Por qué tenía todo ese dolor dentro de
sí? Salpicaba con su tristeza cada nota, mientras sus pensamientos se llenaban
de los recuerdos que habían vivido desde el momento mismo de conocerla. No
quería sentir el dolor que le había causado a la pelinegra, no deseaba replicar
una y otra vez en su mente la melodía llena de la voz amarga de Natsuki, cuando
en el lecho más allá del sueño o la realidad sentía ese extraño abrazo
inmaterial con el que volvía a respirar, la bruma se deshizo al fin como si un
veneno hubiese abandonado su cuerpo. Pero estar consciente para oír el llanto
de alguien, acercarse con esperanzas que se deshicieron en un segundo. Se
hacían daño estando cerca, pero estar lejos era aún peor para la espina clavada
en el centro de su pecho.
-Prodigaste para mí un escudo
Sin salida son infranqueables
Las murallas construidas
Tu cuidado es doloroso
Si me cierne en el abismo
Más lejano de tu abrazo-
No debía salir de la seguridad del hogar Kruger, de otro modo los dos
hombres dispuestos en cada esquina le seguirían muy de cerca, impidiéndole la
libertad del espacio para sollozar tranquilamente. Shizuru necesitaba ser
ignorada por un momento, por eso se escondió en el ala Occidental del castillo,
donde descubrió aquel lugar lleno de ventanas, con la forma de un invernadero,
un lugar donde la música se desperdigara en todas direcciones y su voz no fuera
escuchada.
-Temerosa está el alma
separada
Sollozando en cada frágil
fibra
Expandida dentro la agonía
Socaba lenta y mortalmente
El sentido de nuestra
dicha...-
¿Por qué habría de mostrarle la alegría, sí después iba a marcharse?
Había elegido mal a quien servir su confianza y ahora tenía que pagar un alto
precio por eso. Siempre comportarse como todos esperaban de ella, solo le
asfixiaba un poco más, no quería ser por más tiempo la persona que ella tuviera
que proteger, quería estar a su mismo nivel, demostrar que podía cuidar de ella
misma y así... estar siempre a su lado. Entonces tenía que dejar atrás a la
Shizuru que había sido, ser una versión reinventada de sí misma.
-Susurrando me quedo a la nada
La sentida y dolorosa
despedida
Mas no escucharías... no
sabrías
En mis susurros cuanto decía
Repetí tanto al yacer dormida
Tu nombre amada mía...-
¿La amaba? Esas palabras habían brotado con tanta suavidad desde el
interior de sus letras y la melodía, de su propio corazón. Pero decir ciertas
cosas en un momento como aquel, no estaba en la posición ni el lugar,
simplemente estaba allí. Lejos del hermoso Doncel de Hielo de Fukka, si lo
pensaba ella era como el cristal mismo y estar encerrada dentro de su corazón,
era dulcísimo... Las lágrimas escapaban del encierro de sus ojos cerrados, sin
ser capaz de soportar más tiempo el haber roto el jarrón de sus sentimientos y
de los suyos propios.
-Más se ya que no eres mía
Y sabes tú que no soy tuya...
Solo somos un par de tontas,
De amantes desconocidas-
Golpeó finalmente las teclas con la amargura contenida por más tiempo
del que fuera consciente, el sonido desafinado taladró los oídos cercanos, pero
ella no podía ya detenerse en golpear las teclas y derramar la tristeza que
sentía a través de sus ojos cerrados, así fue hasta que una mano sujetó la
muñeca antes de ver otro golpe contra la dura superficie.
-Si buscas hacerme daño, aquí estoy... golpea mi pecho que es más suave
contigo, no así... no para herirte a ti- La voz grave le vino en un susurro desde
el lado de su hombro derecho. Así Shizuru se detuvo al reconocerla, aun después
de tanto tiempo sin el sonido de su voz, no podría olvidarla ni deseándolo. Con
la mano sujeta por la de Natsuki, movió lo restante de su cuerpo sobre el apoyo
del piano, queriendo esconder el rostro con el cubierto de su brazo, esperando
encontrar la fuerza para mirarla sin flaquear otra vez, pero esa no era la
ocasión. La castaña bajó la cabeza sobre el soporte de la madera, pero la
Kruger no soltaba su muñeca.
-¿Por qué te has hecho daño Shizuru?- Natsuki observaba con
incredulidad la mancha carmín sobre los dedos de la castaña, había tocado con
tal fuerza y persistencia el piano, que sus dedos tenían cortes y ampollas,
sangraban los pequeños cortes, manchadas estaban las teclas de marfil. -¿Acaso
no sientes nada?-
-Eso no me importa... cada acto tiene siempre un castigo, he de tocar
sin detenerme hasta que jamás vuelva a olvidar mis promesas- Shizuru susurró
aún bajo el cubierto de la cascada castaña que se deslizaba desde su cabeza,
hasta las teclas tintadas de sangría.
La lobuna estaba de pie, desviaba la mirada sobre la ventana sin soltar
la muñeca, temiendo que al liberarla ella volviese a tocar una melodía tan
dolorosa, que la voz del piano llegara a sus oídos nuevamente, recordando
entonces la razón de su desventura. –Eso... ¿Significa que encuentras culpa
sobre ti?- No se atrevió a decirlo directamente.
-Afirmo la permisividad con la que traté a otra persona... esa es mi
culpa, jamás debí darle un lugar dentro de mí- Shizuru cerraba el puño del
brazo en el que apoyaba la frente.
-¿Entonces ella es la persona a la que le pertenece finalmente tu
corazón? Por eso... por eso te sientes encerrada en este lugar- Las palabras de
Natsuki se rompían con la voz rota, con la idea desdeñosa de ser solo un
obstáculo en la dicha de la castaña. -“Solo
afirma y serás libre de mí”- Pensó para sí.
Shizuru se apartó del piano, se puso de pie y miró de soslayo a
Natsuki, su tensa barbilla, la mordida que contenía sus labios. –No... a ella
no le di tal cosa, nada más que su amistad busqué esperando consolar mi
soledad...-
Natsuki soltó la mano y le dio la espalda a la joven Fujino, aun si era
un alivio saber que Shizuru no estaba enamorada de Margueritte, los actos
decían lo contrario... ¡Esa servil estaba desnuda sobre ella! –¿Una amiga
dices? Una amiga que se acerca para besarte, alguien que se entrega
tranquilamente en nuestro lecho... eso... eso ¡No es una amiga!-
Los ojos sangría se abrieron con exasperación. -¿Es eso lo que quiere
escuchar Natsuki?- Luego bajo la mirada lamentable, el rostro que se desvía
amargamente sobre el piano. –Es cierto que no quise ver sus sentimientos por
mí, eran evidentes y yo no presté atención, no hasta que la cercanía se hizo
cruel para su corazón... fui egoísta y ella no supo tolerarlo por más tiempo...
de cierta manera pude causarlo y creer que podría controlarlo fue tonto de mí,
cuando no tenía fuerza para nada-
-¡No la defiendas!- Increpó más que molesta Natsuki, mientras la noche
comenzaba a cernirse sobre ellas y la luna llena salía de su escondite.
-No la defiendo, no me duele Margueritte-san, no merece más de mi
decepción... pero dije la verdad si es lo que has buscado... afirmaste que no
mentirías, en silencio afirme lo mismo- Shizuru cerró los ojos estrujando entre
sus manos el vestido negro a la altura del corazón, como si hubiese algo por
dentro lastimando y sus labios temblaban. –Duelen las heridas que te causé, las
promesas que siento rotas entre las dos...- La castaña se deslizó hasta el
suelo, apoyándose sobre la cojinería de la silla a su lado. -Pero... pero...
¡Yo no lo deseaba! Yo no le correspondí jamás... yo no me siento mejor sobre
eso, ¡Una amiga no hace esas cosas! Una... una amiga... no te hace daño así...-
Negaba con la cabeza. -No me importa lo que digan los demás, es la imagen que
tiene Natsuki de mí, la que esta tan destrozada como estas manos... eso duele
mucho más-
-¡Eso no es verdad! Dejaste que ocupara nuestro espacio... pude
percibir su aroma en cada lugar... no salía de ese cuarto jamás ¡Todo hiede a
ella!- La lobuna escuchaba sus palabras y dudaba ya de lo que era cierto y de
lo que no lo era, no sabía que pensar. Shizuru estaba afirmando que ella le
permitió acercarse, que no buscaba nada más que la compañía... entonces
Margueritte tomó más de lo que le estaba permitido, pero ¿Por qué no la detuvo?
–Se escucha tan conveniente...-
-¡Lo dejaste tirado! Sin una explicación... me eludías cuando más
preocupada estaba por ti- No podía ya la bella de Tsu esconder lo que le había
angustiado todo ese tiempo. -¿Crees que es mejor para el que se queda?
Preferiría correr junto a ti contra esos seres monstruosos-
-¡Intento protegerte!- ¿Acaso Shizuru había visto un Orphan? Eso era
imposible, con la guardia de soldados, las murallas y el escudo de la Diosa, no
era posible en verdad.
-Solo me alejas... no soy yo quien se aparta Natsuki- Shizuru se puso
de pie y se acercó a la pelinegra, pero esta instintivamente retrocedía.
-Escuchar con el pasar de los días sobre tu posible muerte... de ver a mis
seres queridos partir sin siquiera saber que sería de mí, velando, esperando
verte volver vi consumirse mi fortaleza... nadie se toma la molestia de
explicar lo doloroso que es aferrarse a alguien para después yacer olvidada...-
-¡Yo no te olvidé! Jamás abandonas mis pensamientos...- Natsuki
estrujaba los dedos sobre la máscara, como si admitirlo fuera dañino.
-Y tus flores... ¿Y el jarrón vacío? Solo en tus olvidos deje de verlas
reposar en Tsu... igual que en este castillo... eran mi esperanza- Increpaba
molesta la castaña. –Junto a Durhan... no es correcto retirarle una regalo a
alguien- Se estaba quejando como una niña, seguramente así se observaba desde
los ojos jade, pero eran cosas pequeñas que le habían herido, quería saber por
qué... quería saber si las palabras de esa mujer eran verdad, ya que al final
la joven Fujino había sufrido grandemente por eso.
Natsuki comprendió las palabras de su padre, el matrimonio era en
verdad difícil, su esposa era terriblemente observadora, ahora estaba más
preocupada por aclarar los detalles que el enorme problema al que se
enfrentaban. Pero seguramente tendrían que reconstruir las cosas poco a poco.
-Cada mañana depositaría una flor para ti con mi magia-
Shizuru suspiró aliviada, aun así se permitió aclararlo. -Nunca
llegaron a mí y eso me causó mucha tristeza- Logró dar un paso sin que la
Duquesa se apartara, pero aún le daba la espalda, de esa manera no distaba
tanto de su pequeña bolita blanca. –Y mi Durhan... ¿Me lo devolverías por
favor?- Musitó con voz casi infantil. –Supongo que es un gran compañero en el
bosque, pero... lo extraño tanto-
-¿Solo te interesa el canino?- Natsuki estaba enfurruñada, ¡Cielos!
Sentía celos de su forma espiritual básica, eso sí que era irrisorio. –Está
bien... lo tendrás de vuelta-
-Si Natsuki también devuelve a la propietaria de Durhan... a la cual
extraño mucho más, estaría más que feliz- Shizuru se alegró de poder rosar al
fin la espalda de su esposa, era como un animalillo salvaje temeroso de ser
lastimado... había cometido un grave error al pensar en Natsuki como un chico,
ciertamente era su culpa andar por la vida con la apariencia de un caballero,
pero por ello, no debía olvidar nunca que es también una mujer, con la misma
fragilidad a flor de piel.
¿Cómo podían resarcir las cosas palabras tan tontas? Una parte de
Natsuki sentía calma con el pequeño roce, la otra parte desencantada sentía
todavía enojo. Volvió la mirada de soslayo, miraba hacia la cabellera castaña y
sobre la mejilla manchada con el rastro de humedad de su llanto. Sintió
estrujarse su corazón, Shizuru no lloraba, no la había visto hacerlo hasta ese
día y si lo lamentaba tanto... ¿Podría perdonarla?
-No miento Natsuki... te extraño de una forma insoportable... por favor
devuelve a la persona que se fue- Con las manos envolviendo su abrazo para no
dejarla, Shizuru se aferraba nuevamente a Natsuki y apoyaba la frente en su
espalda.
La Duquesa suspiró largamente, cerró los ojos para permitirse disfrutar
el pequeño momento, ese fue su error, cerrar la mirada para verse de nuevo por
dentro y atormentarse con las imágenes que no sabía olvidar, Margueritte en el
lecho junto a la bella de Tsu. –Déjame un momento Shizuru- La voz escapó con
más gravedad de la deseada, delatando los frágiles nervios de Natsuki, el
conflicto que ella misma se guardaba muy adentro. Shizuru no supo que hacer, se
quedó estática en su posición, incapaz de reaccionar. Natsuki se puso cada vez
más tensa, sintió por primera ocasión repugnancia. -¡Aléjate de mí!- Retiró las
manos y apartó a la castaña de un empujón.
Shizuru calló de sentón en el suelo, por reflejo apoyó las manos para
no lastimarse demás, pero las heridas en ellas contenidas le hicieron gemir de
dolor. Con una mueca adolorida, levantó la vista para ver a la pelinegra, pero
ella temblaba en su lugar, temiendo volverse a verla. -Si Natsuki pretende
verlo todo con el enojo que la llena ¿No podría hacer lo mismo yo?- Gruño más
que molesta. –Yo no le di tanta importancia a lo que ella hizo, pero es
bastante cruel al juzgarme a mí- Shizuru se puso de pie, ya se había disculpado
por lo que pasó, pero nada era suficiente... podía ser tan dura consigo misma,
y aun así Natsuki no aceptaba sus suplicas. No tenía sentido...
La lobuna se dio la vuelta para encararla. -¿De qué hablas?- Su mueca
estaba llena de enfado y eso ni siquiera podría ocultarlo un tonto antifaz.
-A la persona que ha estado antes que yo. A la persona que sostenía en
su mano tu collar, a esa que se vanagloria de poseer algo más de ti... ¡Dijiste
que no ocultarías nada!- Shizuru mordía sus labios molesta. -¿Por qué esa
pelirroja habla con tanta propiedad de ti? ¿Por qué sus ojos están plagados del
mismo dolor que los tuyos? ¿Por qué te hizo daño el día de nuestra boda?
Entonces no me importaba, no esperaba que fuera perfecto, no creía en los
cuentos de hadas ¿Para qué hacerme creerlo? ¡Si solo ibas a dejarme atrás!-
Natsuki abrió los ojos enormemente, luego los entrecerró con sospecha.
–Nao...- Puso la mano sobre la amplia cola del piano. –Esa persona no debe ser
un problema para ti... me odia con cada ápice de su ser... cada palabra que
sale de su boca, solo busca herirme... con el tiempo dejó de afectarme-
-Justo cuando dices palabras como esas... sé que realmente te afecta-
Sintiendo celos en medio de una discusión, odiando por completo no cruzar la
mirada con la que se dice su esposa... una persona desconocida con la que
íntima ¿Es eso el matrimonio? Shizuru negó con la cabeza, quería pensar que se
trataba de algo mejor. ¿Pero y si no lo era? Era un pensamiento que sabe
destrozar con la sola duda. –Entonces... ella fue la primera para ti- Natsuki
simplemente asintió sin decir nada más.
-Comparado con el atrevimiento de Margueritte-san... se me hace un poco
cruel entender que yo solo he sido el reemplazo de otra persona- Shizuru bajaba
la voz con decepción. –Entonces rechacé a la única persona que realmente me ha
amado... por alguien que no sabe olvidar- ¿Cómo detener el llanto o la zozobra?
Se estaba llenando de amargura simplemente al estar de pie junto a Natsuki.
La pelinegra no recordaba en todo aquel tiempo haber visto las
flaquezas de Shizuru tan expuestas, pero no acudía su voz para reconfortarla,
porque estaba tan cansada y lastimada que no podía prodigarle un abrazo
protector, lo había entregado todo... entonces no le quedaba nada para ella
misma, primero Nao, luego Shizuru... ¿Con que se había quedado? –Lo siento...
pero no puedo olvidarlo, me gustaría no tener ese recuerdo dentro de mi cabeza-
Natsuki bajó la mirada a sus pies. –Después de todo... tú nunca me elegiste a
mí... yo soy solo lo que te han impuesto, es tan fácil pensar que cualquier
otra persona hubiese sido una mejor opción para Shizuru- Una sonrisa amarga.
Se hizo un prolongado silencio entre las dos, Natsuki tomó asiento
frente a la ventana con la luz de la luna llena como fondo, Shizuru hizo lo
mismo en el asiento y dejo vagar los dedos sobre las teclas sin rozarlas.
Natsuki llevó sus manos sobre la máscara. –Ahora ya no tiene sentido
guardar esto por más tiempo... no puede haber amor, en lo que desde el
principio fue forzado... renuncio a todo, a la esperanza en primer lugar... a
la idea de vivir solo para librarme de una maldición estúpida... eso ha sido
muy utilitarista de mi parte, esto solo nos ha llevado a herirnos-
Shizuru respingó al escuchar el sonido del metal golpeando contra el
suelo, sus dedos tocaron las teclas con espanto. No tenía que adivinarlo, la
pelinegra había prescindido ya de la máscara, tenía el rostro expuesto en luna
llena, como si no se hubiera esmerado por ocultarlo durante todo ese
tiempo. Eran sus esperanzas las que hubo
arrojado al suelo, tentada por la idea de verla, pero consciente de la única
promesa que no estaba rota, no levantó la cabeza del suelo. –No... no renuncies
por favor, porque eso significaría... que ya no me quieres junto a ti-
-Shizuru... no tienes que forzarte a nada más... no tienes que ser la
esposa perfecta, porque eso solo está haciéndote más daño, no tienes que hacer
todas esas cosas que se esperan de ti… a mí me hubiese gustado conocer a la
verdadera Shizuru- La castaña no lo sabía porque no estaba para mirarla, pero
Natsuki al fin le dedicaba una sonrisa en sus labios, se había quitado un gran
peso de los hombros, simplemente las dos, sin títulos ni compromisos formales, tal
vez las cosas debieron ser así desde el principio. –Debimos ser amigas primero,
antes que prometidas o esposas...-
-Eso no hubiese sido posible a decir verdad- Shizuru sonrió sin
volverse a verla.
-¿Por qué?- La pelinegra levantó una ceja con curiosidad, era tan
extraño hablar de esa manera, sin pensar en los anillos que todavía se
observaran lustrosos en sus dedos. Pensar en la castaña como otra persona y no
la esposa de la que hubiese contemplado un desliz, no la mujer a la que había
comprado su padre para ella, eso aliviaba enormemente... a fin de cuentas ella
no era de su propiedad y tampoco había afirmado nunca amarla de la misma
manera, realmente no tenía derecho sobre ella, su enfado no tenía fundamente,
de la misma manera que Shizuru no podía ya reclamarle nada sobre Nao, o el
collar… uno perdido durante su despedida de soltera. -Soy idiota en verdad- Se
palmeó la frente, le había costado demasiado entenderlo.
-Ara, Natsuki no es tonta como ella afirma... de hecho es muy
inteligente- Shizuru volvía a tocar el piano, pero esta vez la melodía era
tranquila y apacible.
-Deja de hacer eso... tus manos- Se levantó de su lugar y corrió a
sujetarle la muñeca, como lo hizo en la tarde, como seguía queriendo protegerla
su corazón...
-Si Natsuki se preocupa por mí, podría creer nuevamente que siente algo
por mí… por favor, no juegues con algo tan importante para mí- Shizuru movió su
rostro en la dirección de la que provenía el agarre, Natsuki se espantó
pensando que la vería, pero se topó con los parpados fuertemente cerrados bajo
la bellas pestañas. La Duquesa no podía creerlo, Shizuru se negaba a mirar su
rostro, como si entendiera la importancia de ese hecho, comprendiendo que era
el momento de renacer de sus cenizas. –Yo no quiero que mi esposa pierda su fe
sobre aquello que es... en lo que cree- Sonreía a pesar de negarse a sí misma
la posibilidad de ver su rostro, la joven Fujino no olvidaba la severa
advertencia que le había hecho Natsuki.
La pelinegra sentía entonces reavivarse los acelerados latidos de su
corazón, creyendo nuevamente en la oportunidad que se daba entre las dos,
Shizuru rasgó con su mano libre una parte del vestido, ante la confusa mirada
de la Lobuna cuya muñeca no había soltado. -¿Qué haces Zuru?- La joven bestia
debió desviar la mirada a otra parte con la cara ardiendo, en la tarea de sacar
tela al vestido, las bellas piernas de la dama quedaron a la vista.
La castaña evidenció el brinco dichoso dentro de su pecho al escucharla
decir su nombre de una manera tan dulce. –Si Natsuki perdona mis errores,
entonces yo daré lo mejor de mí, le mostraré a mi verdadero ser... no voy a
preguntar sobre esa mujer nunca más y alejaré por completo de mí a Margueritte,
ella no merece ya la amistad que una vez quise darle...- Articuló Shizuru, deslizando
cuidadosamente su mano de entre los dedos de Natsuki, una vez realizada la
tarea, procedió a tomar el retazo y atarlo en su cabeza para cubrir de una
manera definitiva sus ojos. –De este modo... mi querida Natsuki no tiene
siempre que esconder su rostro bajo una máscara, su carga podemos llevarla
juntas- Sonrió al levantar la cabeza en la dirección que escuchaba los respiros
de Natsuki, aunque ya nada pudiese ser visto por los rubí, por un momento le
escuchó alejarse, temerosa supuso que había dicho algo malo, sin embargo el
tintineo del metal le dio a saber que la pelinegra solo estaba recogiendo la
máscara del suelo, no supo si volvió a usarla o simplemente la guardó, solo por
ello no se atrevió a retirar la venda de sus ojos.
Shizuru sintió las manos de Natsuki acariciar sus mejillas. –Me prometí
decirlo... me juré ser franca contigo... por eso debes saber que esa persona
fue la primera para mí- Un mohín llenó la cara de Shizuru y Natsuki sonrió,
pronto beso la frente de la dama. –No estés celosa por favor...- Añadió con voz
dulce y confortable.
-No estoy celosa...- Negó con la cabeza, pero la Fujino de alguna
manera no estaba ya enojada, algo curioso, porque se sabía bastante posesiva.
–Solo un poco...- Afirmó resignada.
La pelinegra no sabía si reír, optó por algo diferente. –Confía en mí-
Susurró muy cerca del oído de Shizuru, deslizó su brazo por la espalda de la
castaña y bajo sus cabellos, el otro brazo debajo de sus piernas, así la
levantó de la silla. –Seré tus ojos esta noche- Añadió comenzando a caminar
fuera de aquel lugar, donde habían derramado sangre y lágrimas para purgar sus
propios pesares.
Shizuru se abrazó a Natsuki, envolviéndola con sus brazos por el
cuello... sentía el tranquilo caminar de la Duquesa y el acelerado latido de su
corazón, era esa la melodía perfecta, porque el suyo latía a la par. Solo se
dejó reposar en su pecho, sintiendo al fin el agotamiento físico que había
acumulado en tensiones y desvelos los días anteriores.
-Nao Yuuki, ese es su nombre... el nombre de la persona que creció
junto a mí cuando era pequeña- Natsuki con voz queda pronunciaba sin que por
ello delatara nada más que ternura, mientras deshacía sus pasos hasta la
habitación que les pertenecía. –Fue la extraña persona capaz de sacarme de
quicio, de enojarme cuando más amargura sentía, la niña que me hizo creer que
no era tan malo ser el Doncel de hielo de Fukka... siendo un monstruo del que
todos huían, tenía miedo de mostrarme como era, ella y Nina no me trataron mal,
de hecho pensaba que Nina lo hacía porque éramos familia, en eso me he
equivocado lo sé, pero una extraña ¿Por qué jugaba conmigo? ¿Por qué se enojaba
tanto cuando los demás niños me molestaban?... Siempre rechazada acudía a los
brazos de mi madre con los ojos llorosos, me parecía sentir que dentro de su
abrazo nada podía herirme, al volver... esas idiotas habían dado una buena
paliza a los niños que me insultaban- La pelinegra reía al recordar los
chichones en las cabezas de aquellos mocosos tan latosos.
Shizuru sintió comprimirse su corazón ¿Por qué alguien trataría tan mal
a Natsuki siendo apenas a una niña? Le hubiese gustado estar allí, ser esa
extraña defendiendo su honor, ser los brazos que la cobijaran del mundo
exterior... pero por ahora eran los de ella los que le protegían. –Eso... eso
no pasará nuevamente, quien ose ofender a mi Natsuki... lo pagará muy caro-
-Lo sé, Shizuru es mortalmente fría con las personas que la ofenden...-
Tembló ligeramente al pensarlo, ser objeto de la frialdad de la castaña no es
agradable, recordaba haberla visto en Tsu, siempre como una muñeca de
porcelana, tan intocable, tan ausente del mundo que la rodeaba. Ella cambió,
ella le recibió en su mundo con tanta naturalidad, le obsequió el privilegio de
su amistad mucho antes de que las cosas se torcieran... ahora comprendía porque
era tan difícil acceder a ella, quien entrara dentro de sus murallas podía
herirla, destrozarla a su antojo, ya que una persona con un poder espiritual
tan desarrollado, es en esencia muy sensible. –Continua por favor... es
importante para mí saberlo todo de Natsuki-
La aludida se sonrojo un poco, pero luego sonrió procurando mirar el
camino, no recordaba que el ala occidental fuera tan lejana, tal vez había
corrido tan rápido al escuchar el sonido del piano y ahora compartían un
momento en verdad valioso. Natsuki se esmeraba por hacerlo perdurar y Shizuru
no estaba incomoda, muy al contrario. -Ahora comprendo que sentí algo más que
admiración, pero no me preocupaba de esas cosas, simplemente estaba feliz de
tenerles a mi lado, fueron un buen obsequio a mi soledad... sin embargo Nao
nunca expresó su sentir con palabras, no sé todavía si sentía algo por mí, ya
que yo tampoco lo dije, pero en cuanto se anunció nuestro compromiso todo
cambió, tal vez pensaron que por llevarnos bien todo sería perfecto... es algo
tan propio de mi padre- Negaba con la cabeza y Shizuru asentía, ya había
conocido ese lado de Takeru. -Creo que solo iba a cortarle las alas, así que
cuando quiso marcharse la deje ir, no fue fácil... pero pensé que todo estaría
bien si ella elegía su propio camino, no quería que se marchitara junto a mí-
-Eso es razonable...- A pesar de los celos que sentía, Shizuru no
quería arruinar la oportunidad que se estaba dando, pues Natsuki estaba
abriendo su corazón, uno realmente bello, no había tenido la oportunidad de
conocer sus pensamientos y ahora se maravillaba de comprender cuan noble podía
ser y no precisamente por la sangre azul que surcara sus venas.
La Duquesa se animó al escuchar la aceptación de Shizuru, quien la
instaba a proseguir. -Simplemente nos distanciamos y aunque sentí tanta
amargura... con el tiempo comprendí que de nada servía seguir lamentándolo,
ella siguió su vida llenándola de odio sobre mí... tal vez al final me
contempló con los mismos ojos que todos, tal vez nunca me vio diferente a los
demás niños... solo sé que ella me detesta más que a nada en el mundo, pero...
no sé porque- Había un dejo tormentoso en su voz. Natsuki bajó la mirada sobre
la silenciosa persona que llevaba en sus brazos, temió haber dicho algo malo,
pero la castaña simplemente la escuchaba. –Pensaba aceptarlo, el que era una
bestia... hasta que conocí a Shizuru y aunque la asusté un par de veces... se
tomó la molestia de mirar algo más que mi aspecto, con eso me hizo muy feliz...
pero yo no puedo dejarla ir... esta vez no podría siquiera soportarlo... ¿Soy
egoísta? ¿Verdad Shizuru?-
La castaña negó con la cabeza. –Somos parecidas... tras soportar su
ausencia, ahora no puedo pensar en la posibilidad de dejarla ir, es mi esposa...
ahora Natsuki me pertenece- Los pálidos dedos se enlazaron con más fuerza entre
sí, delatando su afán de no soltar a la Lobuna.
-¿Shizuru?- Susurró la pelinegra ingresando a la alcoba, inundando sus
sentidos con el aroma a jazmín y alegre de no sentir cierto hedor.
Shizuru rio tranquilamente, preguntándose si estaban en alguna clase de
jardín, pues todo cuanto podía percibir era el aroma a flores. -¿Si?- Delató un
mohín curioso bajo las vendas de sus ojos y en la curva sonriente de sus
labios.
–Me tomó por sorpresa lo rápido que te habituaste a mi aspecto-
Preguntó con un dejo de duda cruzando la habitación.
–Me parece que Natsuki no sabe cómo la he visto todo este tiempo...
dirá que estoy loca, pero siempre la rodea un brillo muy hermoso- Su sonrisa se
ampliaba. –Una persona con un corazón puro, cuya aura irradia tanta luz, no
puede ser mala-
-¿Un brillo...?- Levantó una ceja, negó con la cabeza teniendo esa
expresión insegura en su semblante. –No lo adornes mujer... parecía una momia
del desierto de Argos- Admitió antes de depositarla sobre la cama, sentarse a
su lado y acariciar su rostro, sus labios.
La castaña respingó y se sonrojó entre risas. -Ara ¿Una momia?... así
que realmente usabas vendas sobre toda tu piel, ¿Era un escudo para que no me
aprovechara de Natsuki?- Estrechó entre sus magullados dedos los de la
pelinegra, que ciertamente había perdido la capacidad de razonar, todas sus
neuronas habían hecho corto circuito. –Oh... supongo que no es propio de una
dama, admitir cuanto ansiaba tomar la virtud de Natsuki aquella mañana entre
viñedos- Sonreía pícaramente a sabiendas de tener los ojos glaucos puestos
sobre ella.
-Shi... Shizuru- Ahora le ardían hasta las orejas. –No bromees con eso,
yo no tengo en muy alta estima mi figura- Bajaba la cabeza cual cachorro
abandonado.
Aun con los rubíes ocultos bajo el velo negro de la tela, la castaña
tomó asiento sobre la que reconoció su cama, intuyendo solo por el tono de su
esposa cuanto le desanimaba el asunto. –No sé cómo decirlo, de una manera que
Natsuki pueda entenderlo... con una figura así de atlética, alguien capaz de
cargarme sin mucha dificultad... siento celos cuando esas irrespetuosas mujeres
miran a mi Natsuki más de la cuenta, pero me consuelo al pensar que solo mis
manos pueden rozar su piel- Tanteó con sus dedos en la oscuridad cernida por
propia voluntad.
Natsuki atrapó la muñeca y con delicadeza le envolvió en una gasa,
luego beso el envés de su mano, una vez le hizo una prudente curación. –La mía
es una piel plagada de un extraño pelaje perlado, unas garras peligrosas, unos
colmillos que pueden hacer daño- Tomó la otra y la vendó con el mismo cuidado,
poso esta vez su labios delicadamente sobre la palma de Shizuru.
La menor de los Fujino suspiró largamente. -Hay quienes pueden no
entender los sentimientos de una mujer que se casa con otra mujer, si Natsuki
desea saberlo…- Shizuru sonrió deslizando en su oscuridad la mano, para palpar
la mejilla de la Kruger. –Yo... yo elegí a Natsuki- Las esmeraldas temblaron en
la cuna de sus ojos, un par de gotas escaparon de las gemas, humedeciendo la
pulcra tela del vendaje en las manos de Shizuru. –Lamento el silencio de mi
voz, una parte de mi conoce las heridas que aun sangran en el corazón de
Natsuki... pero no encontré el momento para hacérselo saber, aun temo
pronunciar esas palabras, así que por favor no llores por mi causa... siendo
cruel al no decir lo que siento-
-No lo sabes, pero si lloro es de dicha- Natsuki se abrazó al cálido
cuerpo de Shizuru. La envolvió entre sus manos e incluso con sus piernas, se
guardó a si misma en ese momento, con el rostro apoyado en el hombro de la
castaña. –Me he sentido atormentada durante mucho tiempo, pensando, sintiendo
que podría ser la carcelera que esconde al ave más hermosa en una jaula de oro,
aun si la jaula esta hecha de un material precioso o al ave se le ofrecen los
frutos más jugosos, el ave siempre extrañará surcar los inmensos cielos-
La de ojos rubí no tardó en devolver el abrazo y acariciar la espalda
de la joven pelinegra. –Cierta persona solo lo ha visto de una manera... tantas
veces me sentí enfadada por la idea de no poder escoger, pero es cierto, al
pensarlo... te hubiese escogido a ti... Suki- Suspiró tranquilamente
acariciando apaciblemente la espalda de la pelinegra, ayudándole a respirar
mejor, a sentirse mejor. -Afirmar que podría ser solo amiga de Natsuki, hubiese
sido mentir... de una forma u otra, yo no puedo alejarme de su calor, de su
voz, de su piel... soy el ave que esta en la jaula de oro, si abre mi puerta,
es seguro que me pose en su hombro y empiece a trinar, entonces no volveré a la
jaula y si he de volar sobre el cielo, siempre volveré a su lado, para hacernos
compañía- Una forma era esa de informar su sentir a la pelinegra, ciertamente
el miedo se alejaba con cada palabra nacida de su sincero corazón, aquello era
como volver a respirar. En silencio, con la luna como testigo de aquel apacible
momento, la respiración de la Kruger se hizo lenta y tranquila, esta vez
Shizuru la depositó en el lecho con cuidado, retiró sus botas, le quitó algunas
prendas para la comodidad y se acostó a su lado, sin osar retirar la venda,
aunque fue complicado, se sintió a gusto... porque ahora lejos de ser
simplemente una esposa haciendo lo que se esperara de ella, ahora hacía lo que
quería, por la persona que deseaba hacerlo.
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Me alegra que haya habido comunicacion y aclarado los malos entendidos estas niñas merecen ser felices.
ResponderEliminarLo que me preocupa mucho es que planes malvados tiene su padre desnaturalizado de zuru seguro querra matar a nuestra suki con malvado aliado.
Nao insistira en matar o arruinar ese matrimonio, si ella en su oportunidad habria aclarado que la muerte de su madre no fue por natsuki ahora serian felices.
Emmm harian una linda pareja nina con arika o quiza con la rubia ho, no se pero nina tambien merece el amor.
Espero que tomoe cumpla con vengarce de nao asi seria menos una enemiga de natsuki jijijijiji que mala soy.
Y alguien podria conseguirle una pareja takeru :)
Hay dios santo muero lentamente. Espero el proximo capitulo con muchas ansias.
Muchos saludos mi hermosa escritora, tu humilde y fiel seguidora (:
Una consulta, porq no kiere kitarse la mascara si en el cap 9 en el ultimo paragrafo se kita y shizuro queda atonita pues si ya conoce su rostro porq no kitarse y ya se ke en luna llena cambia a su apariencia humana aun asi sigue con la mascara. Y natsuki es la ninfa de los sueños de shizuru
ResponderEliminartal vez este equivocada pero cuando ella se quita la mascara en el capitulo 9 su rosto tenia una forma amorfa (entre lobo y mujer) por eso shizuru se asusto y qedo aterrada, en cambio las veces q natsuki se a negado a quitársela su rosto tenia forma humana y la maldición solo se romperá cuando shizuru se enamore de natsuki verdaderamente sin importar su apariencia por eso no puede mostrarle su rostro humano. En conclusión shizuru no debe saber q natsuki es la ninfa de sus sueños porq ella se "enamoro" de la ninfa solo porq la encontró hermosa (algo superficial jajajaja ) pero no la conoce y nunca a hablado con ella..... en cambio a natsuki la conoce pero no le agradaba su apariencia fisica... es decir, tiene q dejar lo superficial atrás y enamorarse de la persona no de la caratula xd
EliminarLo que la Diosa Mikoto, quiere es demostrar que el amor puede ser verdadero, sin importar la apariencia física, en eso consiste la maldición de la que tanto hablan, hasta que Natsuki encuentre a alguien que la ame por lo que es y como es, hasta entonces la maldición desaparecerá, es por eso que Shizuru no debe verla cuando es totalmente humana, porque entonces no sabría si realmente la ama a ella o solo a su apariencia, es por eso que no debe mostrarse cuando es humana, es la única manera en que demostraran que el amor es puso, único y lograran romper la maldición.
EliminarSon 6 meses de casadas y solo faltan otros 6 para cumplir el año pactado que pasa se si dicen amarse se rompe la maldicion? o necesariamente debe transcurrur el año?
Eliminarse deben confesar su amor antes de que se cumpla el plazo de un año todas sabemos que ya se aman pero shizuru no lo a confesado de manera directa
EliminarSimplemente hermoso!!!
ResponderEliminarLays.
Pues...es solo un relato, pero: ... que maravilla es: la imaginación !!!!. La tuya Cristalsif 24, al escribir ... y la mía construyendo poco a poco "tu" mundo de fantasía que siento, casi: real. Gracias. En cuanto al estilo de la escritura, me resulta: original. Poco ortodoxo. Entendiblemente, coloquial. Espero, seguir disfrutando de él.
ResponderEliminarLo dicho: gracias.
Excelente capitulo!!la manera en como ambas expresan sus sentimientos, me llevaron a pasar por varios estados. Y es que logras llevar al lector a formar parte de tu historia. Es preciosa,es un placer poder leerte guapa!!!esperando ansiosa la proxima entrega.
ResponderEliminarmia de bsas
Me encanto el capitulo espero con ansias el proximo,me gusta mucho tu manera de escribir espero seguir leyendote
ResponderEliminarJess/Mex
Hermoso el capítulo, me encanto, que bueno que no prolongaron tanto tiempo su enojo y se pudieron arreglar las cosas, felicidades escritora, admiro esa imaginación que tienes, gracias por tan buena historia, en espera del siguiente capítulo, saludos
ResponderEliminarLa historia es increible por favor, no tarden en subier el siguiente capítulo, saludos.
ResponderEliminarme muero de amor jejejej me encanta tu historia espero y actualices pronto ya que sean feices siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii por fis
ResponderEliminarPor favor por favor por favoooooooooor te lo suplico te lo imploro jamas rogue tanto en que se publique la continuacion de esta historia.
ResponderEliminar1. Quiero saber q se llamara la beba kruger
2. Como se rompera la maldicion
3. Muchas otras q seria enumerar uno a uno q desde el cel es compli
:/ espero q subas o morire de la desesperacion
Cristalsif por lo que mas quieras sube el siguiente cap. :(.
ResponderEliminarHola mi bellísima escritora, ya extrañando la continuación de la historia, quería preguntar algo que no me queda claro, natsuki afirma que estuvo primero con nao, entonces porque en la despedida de solteras todos sus amigos le dijeron que no tenía experiencia con mujeres, y efectivamente lo demostró asi en la noche de bodas ya que no sabía ni que hacer obvio que estaba también con los efectos de la droga; la pregunta va natsuki se caso con nao?, el odio desmedido que tiene nao por una promesa que no cumplió natsuki, pero natsuki afirma no saber porque le odia tanto, la verdad me enrede ahí será que podrías absorber mis dudas.
ResponderEliminarMegustaria saber si puedo conseguir el libro de esta historia me encanta como escribes y ya que llevo tiempo esperandoque continúes con la historia y no llega he pensado que si esta el libro soy la primera en comprarlo y ponerlo con mis libros favoritos.
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