6
Sus
labios se deslizaban lentos y suaves sobre los míos, sus manos se alojaron con
delicadeza en mi cintura.
Me
quede quieta, congelada, mientras mis labios se movían en automático, ni
siquiera la conozco bien, no sé nada de ella, y sin embargo aún no la he
apartado, al contrario lo estoy disfrutando de cierta forma.
-Espera-
dije apartándome de ella- nos podrían ver y no es lindo, el exhibicionismo no
es lo mío.
-Tienes
razón- subió a su caballo- vamos.
Seguí
de nuevo a esa chica pelirroja, lo más normal de mi parte era que me fuera a mi
casa, y que la dejara marcharse, pero había algo en ella que me invitaba a
intentar algo más, no sé qué era. Tal vez era su figura, sus senos parecían tan
pequeños, como si de los de una niña se tratase, sus caderas no eran tan
prominentes, su rostro era hermoso, con las proporciones justas.
¿Qué
estoy haciendo?
Mi corazón estaba acelerado por lo que
sospechaba que pasaría, estaba segura de lo que haría, pero no sabía si lo
quería, mi cuerpo me decía que sí, que
lo deseaba, que quería sentir a esa dulce chica con cabello de fuego, la razón
me decía que no era lo correcto, uno no debe de ir por la vida acostándose con
todos los que se encuentre, no es correcto, pero somos dos adultos y sabemos lo
que hacemos, además el sexo es la fuerza más poderosa que se encarga de mover
al mundo, o eso dice Sam.
Llegamos
a la casa de otra hacienda, era grande, en el patio tenía una enorme fuente de
delfines, los arbustos estaban apodados todos de una forma rectangular, los
arboles formaban figuras creadas por las manos de un buen jardinero que dedico
su esfuerzo en transformarlos en tan hermosas figuras.
Una
persona que supongo era su empleado nos recibo y se encargó de atar a los caballos. El hombre de baja estatura y
rasgos indígenas la llamo señorita Hernández.
La
chica me tomo de la mano y yo seguía sin poder decir nada, el conflicto entre
lo que me decía mi razonamiento y lo que exigía mi cuerpo me tenía mentalmente
ocupada.
La
casa por dentro era parecida a la de mi tía, tenía algunas fotos familiares, y
un enorme piano a un lado de las escaleras, era enorme.
-Subamos-
dijo besándome de nuevo.
El
conflicto interno entre mi lógica y mis necesidades quedo resuelto. Mi razón
llego a la conclusión de que era muy raro que la volviera a ver, y que tal vez
me quitara estos raros sentimientos hacia Abril, así que decidió dejarle el
comino libre al instinto para que actuara.
La
seguí hasta una habitación, estaba llena de repisas con objetos, había desde
fotos hasta el típico adorno de porcelana, en el fondo se encontraba un estante
lleno de libros, supongo que esa debía de ser su habitación, en el escritorio
reposaba una computadora portátil, la cama estaba cubierta por una colcha con
flores de colores, me pareció que era un tanto infantil para ella pero no lo
mencione.
Me
pare en medio de ese cuarto y observe con detalle las fotos que se encontraban
en la paredes, en ellas aparecía Sofía con más personas que quiero suponer eran
de su familia.
-Es
lindo- dije mientras me daba la vuelta hacia Sofía que de un momento a otro ya
se había quitado la chamarra que llevaba, y se desabrochaba los pantalones.
-No
como tú.
Se
acercó a mí y volvió a besarme de la
misma forma que antes. Y yo estaba dispuesta a hacerlo, a echar un polvo con
ella, así que me uní al proceso de quitarle la ropa.
Me
deje llevar por sus manos que se deslizaban con delicadeza sobre mi piel y sus
labios que daban tiernas caricias a los míos.
Serré
los ojos y deje que mi cuerpo reaccionara como quisiera, sin contenerlo, sin
ordenarlo, casi indiferente a la situación. Indiferente al igual que mi
corazón; no puedo negar que Sofía me atraía físicamente, pero no podía decir
que la amaba, no lo sentía, no podía fingir sentirlo, mi cuerpo actuaba y
sentía, pero mi corazón se encontraba frio como el hielo y por más que
intentaba hacerlo arder este se oponía.
Entre
los ruidos expulsados por ella y los míos, algo en mí, no sé tal vez mi corazón
me llevo a hablar.
-Abril.
Su
nombre salió de mis labios sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo, fue el
deseo oculto de mi ser, el deseo de que esos labios fueran los suyos, de que
ese cuerpo que se encontraba sobre mí, fuera el de ella, de que quien estuviera
conmigo en ese momento fuera ella, y solo ella.
-¿Qué?-
Sofía se paró de inmediato.
Fue
entonces que me di cuenta de que lo había dicho más alto de lo que debí.
-Yo,
lo siento, no sé qué ocurre conmigo.
Me
levante y comencé a vestirme, me puse la
ropa, la vi y lo único que se me ocurrió decirle fue- Lo siento.
Salí
de su habitación, pero al salir me encontré confundida por la cantidad de
puertas y pasillos que se encontraban, todos se veían iguales y causaron que me
desorientara.
-¡Espera!
Mire
hacia atrás era Sofía que ya se había vestido.
-Me
llamaste Abril, sé que no nos conocemos bien, pero pareció que ella fuera tu
novia o algo, y por alguna razón no te dejo continuar, pero antes estabas
dispuesta ¿quieres hablar sobre ella? Tal vez te pueda ayudar.
Después
del terrible desplante que le acababa de hacer estaba dispuesta a escucharme,
eso me dijo que ella era una buena chica, lástima que no pueda corresponder, no
por ahora.
Me
acerque a ella, y me llevo a la sala para que platicáramos.
-En
realidad ella no es nada de mí.
-Pero
la mencionaste en plena “acción”, eso quiere decir que significa algo para ti.
-Bueno,
es una chica que entro a mi clase.
-Nueva
compañera de salón.
-No,
alumna.
-¿Eres
maestra?
-Sí.
-Te
vez muy joven para ser maestra.
-Adelante
grados en la escuela y me gradué mucho antes.
-Wow,
pero me decías de esta chica.
-Si
bien ella llego al salón y por alguna extraña razón me siento distinta hacia
ella, primero lo atribuí a que era porque no había visto a alguien como ella
con sus ojos su sonrisa y todo eso, pero después lo poco que hemos hablado me
he dado cuenta de que es muy diferente a las demás. Pero es descabellado que yo
sienta algo por ella que es mi alumna, así que no puede gustarme, no debe de
gustarme.
-Pero
te gusta. Y supongo que ahora estas con el dilema moral y todo eso, pero esta
chica le gustas o le atraes o ¿Qué?
-No
lo sé, ella siempre es muy respetuosa, y siempre me hace reír, supongo que debe
de tratarme como a los demás maestros y debe de verme como tal.
-La
pregunta un poco obvia ¿es lesbi?
-No
lo sé, la primera vez que la vi en el parque antes de saber quién era estaba
platicando con un chico, pero no me pareció que fueran novios, más bien como
que discutían, y los últimos días ha estado mucho con una compañera del salón.
-Y
¿Cómo te sientes cuando está con otras personas?
-Bueno,
por una extraña razón me enojo con ella, y después me enojo conmigo misma por
sentir enojo con ella solo porque esta con alguien más.
-Definitivamente
esa chica te gusta, y no sé cómo ayudarte, tal vez si lo aceptas te sientas
mejor.
-No
puedo aceptarlo, no es algo que una como maestra tiene que hacer, enamorarse de
un alumno no es correcto.
-El
amor no siempre sigue las normas de la sociedad, y me sorprende, como lesbiana
deberías de entender eso.
-Esto
no es amor, es solo deslumbramiento momentáneo.
-No
deberías de mentirte- tomo mis manos- el amor no es algo que se pueda o deba de
ocultarse.
-Tienes
razón, pero sé que ella no va a poder verme de otra forma ¿conoces algo para
desenamorar?
-Primero
necesitas ir a una central espacial. Después compras un pasaje a Venus, y con
los aires de ese planeta te desenamoras.
-No
hay nada que lo logre ¿verdad?
-Claro
que no, el amor es complicado, si fuera fácil todo el mundo lo conseguiría.
-No
puedo creer que después de la tremenda grosería que te hice estés aquí platicando
conmigo.
-Bueno,
eres linda y eso ayudó.
-Gracias,
pero tengo que irme, mi tía debe de estar preocupada.
-Adelante,
piensa en lo que sientes pregúntate ¿Qué estoy sintiendo?, y cuando lo sepas
acéptalo.
-Estupendo
consejo, lo tomare.
-Bueno
tú me has dado la idea para un libro así que yo te daré un consejo.
-Esperare
mi parte cuando publiques.
-Hecho.
Salí
de su casa y me fui a la de la tía Consti.
-Daniela,
¿Dónde estabas?
-Estuve
en casa de una amiga.
-Pero
si no conoces a nadie de aquí.
-Consti,
estuve con una chica que se llama Sofía.
-La
escritora.
-Exacto,
¿la conoces?
-Claro,
es muy buena chica.
-Sí,
lo es.
-Tú
y ella, estuvieron platicando, te gustó.
-No,
bueno es linda pero nada más.
-¿Quién
es linda?
Interrumpió
Sam que entraba en la sala con un tazón de botanas.
-La
vecina.
-Ya
te enmaraste de otra por fin te olvidaras de mayo.
-Abril,
se llama Abril.
No
soportaba que la llamara por un mes
diferente, y Sam sabía que me molestaba.
-Te
gusta no lo niegues. No tiene nada de malo que te guste, es una mujer no un
alíen.
-Sam,
las cosas no son tan fáciles, son más complicadas.
-Solo
si tú las haces complicadas.
De
pronto mi hermana sonaba tan madura, podría tener razón, ¡¿qué es lo que pasa
en el mundo, cuando Sam comienza a tener razón?! es mala señal.
Me
fui a contemplar los sembradíos del rancho, los campos siempre dan paz, y eso
era lo que necesitaba, sentir algo por esa chica, es imposible, lo más probable es que sea hetero y con menos
razón se va a fijar en mí.
Me
gustaría no ser tan sentimental, si fuera diferente me hubiera acostado con esa
chica, aunque no fuera lo correcto, y bueno, si mi corazón no tuviera tanto
control sobre mi cuerpo todo sería diferente. Aunque viendo las cosas, mi
hermana está enamorada de Ricardo, pero no deja que su corazón actué y no se lo
dice, en lugar de decirle se dedica a salir con otros chicos con la esperanza
de que uno de ellos la haga olvidar a Ricardo.
La
noche era hermosa, las estrella resplandecían en el cielo, las ventajas del
campo es que puedes contemplar el cielo
en toda su expresión, es posible admirar la belleza de los astros en toda su
forma, la maravilla natural del
universo. Cuando miro todas esas estrellas, me doy cuenta de que la vida es
hermosa y no debemos de complicarnos por pequeñeces, es simplemente majestuoso.
La
mañana fue tranquila, a diferencia de la mayoría de los días, o mejor dicho
diario, no desperté con el sonido de la alarma
del despertador, en esta ocasión fueron los rayos del sol que bañaron mi
rostro los que me despertaron.
En
la habitación en la que me quede en la casa de mi tía el sol daba directamente
a la cama al amanecer, era una habitación grande, los muebles eran todas unas
reliquias, se notaba que eran del siglo pasado, la cama era grande y tenía unas
cortinas en los lados que la cubrían, era como estar en la habitación de una
princesa de cuento de hadas, debo de reconocer que en realidad a mí nunca me
han gustado los cuentos de hadas, pero estar en ese cuarto me hacía sentir como
toda una princesa.
La
cocina de mi tía, a diferencia de las habitaciones que eran de un estilo de
cuento de hadas, era muy moderna, tenía una estufa eléctrica, todo era moderno,
desde una poderosa cafetera de última generación, que es producto de la
adicción al café de mi tía, hasta un enorme horno eléctrico que bien podría ser utilizado por una
panadería, pero mi tía lo usaba para sus ricas galletas caseras, era una
maquina enorme para una pequeña charola repleta de galletas de avena con
chispas de chocolate.
-Hola
Dani.
-Hola
Consti- me acerque y le di un beso en la mejilla a mi tía que picaba fruta en
la mesa.
-¿Quieres
café?
-Si
viniera aquí y no probara de tu café sería tanto como no haber venido- tome una
tasa y me serví de la deliciosa bebida.-Pero ¿Dónde está Sam?- pregunte
mientras daba suaves soplos a la taza para no quemarme con su delicioso
contenido.
-Fue
al gallinero por huevos.
-¿Fue
a traer huevos frescos?, pero si en su vida ha intentado apartar a una gallina
de su huevo, Sam es experta en otro tipo de huevos.
-Lo
se hija, pero no la detuve porque quiero ver cómo termina con las gallinas.
-Eres
malvada Constanza- di el primer sorbo al café, que como era de esperarse se
encontraba de maravilla.
-¡Aquí
están sus huevos!- Exclamo Sam, que se encontraba llena de plumas y tierra, traía algo de paja enredada
en el cabello, sus brazos se encontraban con rasguños que supongo fueron
causados por madres gallinas que defendían sus huevos, su aspecto era realmente
gracioso, y al verla no pudimos evitar reír a carcajadas, Sam, lejos de ofenderse
reía con nosotras, esa es una de las virtudes que le envidio a mi hermana, no
le preocupa lo que las personas piensen de ella, solo disfruta, no le teme al
ridículo.
-Sam,
¿Qué te paso?- fue lo único que la risa me permitió decir, aunque era pregunta de
cortesía puesto que se notaba lo que le había pasado.
-¿No
te gusta mi nuevo look? Lo llamo el ataque de la gallina neurótica.
-No
les digas neuróticas a mis gallinas, más bien es el desastre de la citadina en
la granja.
-Vamos
tía, no niegues que tus gallinas son diabólicas, para ser tan pequeñas me
dieron buena pelea- repuso Sam mientras se sentaba fatigada en una silla,
arrebataba mi café y se lo acababa de un solo trago.
-Mi
café no tiene la culpa de nada- le quite mi taza solo para cerciorarme de que
estaba por completo bacía y me serví más.
-¿Te
echaste un polvo con la vecina?- pregunto Sam mientras se servía un plato de
papaya.
-No,
no eche un polvo con la vecina.
-Pero
si Sofía es una chica muy buena y linda, deberías de haber echado un polvo- mi tía
parecía hablar de esto como si fuera una adolecente, no le provocaba nada de
morbo o cosas así; veía el sexo de lo más normal del mundo, sin que sienta
repulsión o pudor, en ese sentido creo
que Sam se parece a ella.
-Wow,
no pensé que hasta mi propia tía digiera eso.
-No
seas, mojigata Daniela- mi tía parecía divertida con mi cara de sorpresa.
-Si
Dani, relájate, mira nosotras somos relajadas y mira lo felices que somos- Sam
se colocó a un lado de mi tía y sonrieron exageradamente, parecía que promocionaban
los efectos de una nueva pastillita azul.
-No
hagan cara de muñeca inflable- me tomé mi café que estaba algo frio después de
la conversación.
-Esa
no es cara de muñeca inflable, se ve que no has jugado con una- Sam abrió la
boca, se coloca las palmas a los lados y levanto las cejas en un gesto muy
chistoso- eso fue una cara de muñeca inflable- dijo mientras se quitaba algunas
plumas de la cabeza.
-La
chica polla tiene razón Dani, esa si es cara de muñeca inflable, ¿quieres que
te regale una para el estrés?- mi tía se veía demasiado confiable, y la verdad
era muy capaz de regalarme una muñeca inflable.
-No,
gracias, y eres peor que una adolecente Constanza.
-Daniela,
yo solo disfruto de la vida, relájate.
Constanza
se la ha pasado toda su vida relajada, personas dicen que es una casquivana, yo
digo que solo es feliz a su manera.
-Consti
tiene razón- Sam se acercó a mí me abraso y dijo a mi oído- echa un polvo con
alguien.
-¡Ya!
No quiero polvo con nadie, y bueno si yo no quiero sexo no es malo, no es como
si fuera a pasar algo.
-Daniela,
tengo más años que tú, mira, sabes lo que pasa con el agujero de la oreja
cuando dejas de usar aretes, eso mismo te pasara pero más abajo.
-Tía,
no tengo 8 años para creer en eso.
-Consti
tiene razón- dijo Sam que seguía luchando con la paja en el cabello-si no haces
lo que tienes que hacer vas a explotar.
Sam
y Consti no sabían de lo que hablaban, a nadie le puede pasar eso, además yo no
tengo la obligación de echar un polvo con alguien, se pusieron así sin saber
que estuve a punto de hacerlo con Sofía, si lo supieran creo que sus burlas
hubieran sido peores.
El
domingo por la noche salimos para la ciudad, esperaba encontrar descanso y
liberarme de Ricardo que apoyaba a Sam en eso de que mi falta de sexo me
afectaba y lo único que encontré fue que mi tía también estaba de acuerdo en
eso.
No
puedo decir que no aprendí nada, de hecho
si aprendí, la experiencia con Sofía, me hiso darme cuenta de algo, me
gusta Abril, la cuestión es saber cómo.
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al fin lo admite, es bueno hablar con las personas y qeu estas te puedan dar consejos...es mas facil explicarles a ellos q explicarles atu propia familia..
ResponderEliminarjjjj creo qeu ya me volvi locaajj
Me encanto, jajja Gallina neuróticas xD Sam es cool ~.~... ¬¬ quisiera una tía como la de ella -_-
ResponderEliminarjeje, bueno que puedo decir, Sam esta basada en mi amiga así si es cool xD
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