Episodio 6
Una decisión
importante
Lara fregaba
los últimos cubiertos mientras Ani jugaba con el tenedor haciendo rodar parte
de su desayuno. Un tomate cherry volvía a tropezarse con un pedacito de
zanahoria.
El teléfono
fijo sonó.
–Ya voy yo
–dijo Lara evitando la acción de Ani que hizo ademán de levantarse.
Los ojos de
Ani miraron con curiosidad hacia la escritora.
–Buenos días
sombra de mi vida –oyó decir a la mujer y devolvió su mirada a su plato–. Sí,
claro que podríamos, pero solo si me dejas invitarte.
Ani escuchaba
de fondo la conversación pero su cabeza estaba inundada de la mirada de Gina
tras haberle gritado y echado de la casa. Si aquello era lo correcto para Lara
y para ella ¿Por qué se sentía tan mal? El único pecado de Gina había sido
querer protegerla, aún en contra de su propia voluntad. No tenía claro si el
motivo de que la quisiese lejos era por proteger a Lara de ella, porque ahora
que la había cuidado y protegido, seguía sintiendo esa rabia en su contra. Su
mente agradecía lo que había hecho por su novia, existía un punto de coraje por
no haber respetado su decisión de entrometerse, pero lo que más dolía era
reconocer que la echaba de menos.
-Era Cris. Me
ha invitado a comer después de la reunión con la editora.
-Eso estará
perfecto, porque hoy es la clausura de mi exposición y no iba a poder venir a
comer a casa.
-Ani, la
clausura -exclamó Lara colocando su mano en su boca-. Me había olvidado de eso.
-No pasa nada
¿ok? -la tranquilizó Ani cogiendo el bolso en una mano y acercándose a dar un
beso en su mejilla-. Es más importante lo que estás haciendo. Habrá más
exposiciones -dijo girándose desde la puerta y gesticular un “adiós” con sus
labios.
Los ojos de
Lara se quedaron en la puerta un instante más. Alternando su estado de ánimo
entre recriminarse su torpeza al olvidarse del evento y la idea que se le
acababa de ocurrir para un nuevo capítulo de su libro.
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Michele entró
en la oficina cargada con varios muestrarios de telas. Se extrañó al darse
cuenta de que la puerta del despacho de Gina estuviera abierta. Temiendo lo
peor, miró la cerradura en busca de alguna prueba de que hubieran entrado
ladrones, pero la cerradura estaba intacta. Soltó con cuidado los muestrarios
sobre su mesa y sigilosamente caminó hacia el despacho contiguo.
Asomó la
cabeza despacio recorriendo con sus grandes ojos el espacio del cuarto. Su
mirada se centró al tiempo que se relajaba al reconocer a Gina recostada en el
sofá.
Entró despacio
mientras que su rostro reflejaba ahora la extrañeza de que Gina estuviera allí
vestida como el día anterior, con toda la pinta de haber pasado la noche allí.
Se agachó y
acercó su cabeza a la de la otra mujer.
Acarició su
pelo, apartando un mechón que caía por su mejilla.
-Gina -susurró
a su rostro demacrado. —Gina -volvió a repetir la acción al ver que no
despertaba.
Gina movió
ligeramente su cabeza.
-¿Estás bien?
-preguntó a sus ojos cerrados reconociendo que era obvio que algo no iba como
debía.
Lentamente, Gina
abrió sus ojos. Se encontró con la mirada intensa de su asistente a solo un
palmo de su cara.
-Sí -contestó
tomando consciencia de donde estaba mirando a su alrededor.
-Me has dado
un susto de muerte -dijo Michele dando tiempo a su jefa de que terminara de
despertar-. Te traeré un café. Michele salió del despacho y se acercó a la
vieja cafetera eléctrica que daba toda la impresión de no haber sido usada en
meses.
Gina se
incorporó y se quedó sentada un instante sintiendo unas punzadas en sus cienes.
Alzó sus manos hasta su nuca y se dejó caer hacia atrás en el espaldar. Pulsó
fuerte con sus dedos en sus cervicales y ladeó su cabeza hacia el lado
contrario en el que había dormido toda la noche. Un gesto de dolor se dibujó en
su rostro al tiempo que oyó crujir uno de sus huesos.
Un minuto
después, Michele trajo hasta sus manos una taza de café. Gina no movió sino los
ojos hasta la taza.
-Te ves
horrible -dijo Michele tan franca como siempre.
-Gracias. Yo
también te quiero -respondió Gina con voz ronca.
-Bueno, ¿me
vas contar qué te ha pasado? -dijo mirando a su jefa tomar un largo sorbo de
aquel líquido- .No habrás peleado con el coronel otra vez, ¿no? -preguntó a la
cara de asco que en ese momento estaba poniendo Gina.
-Esto
despertaría a un muerto -dijo arrugando la frente.
-Lo sé, es una
bazofia, pero es lo único que puedo ofrecerte -replicó viéndola mientras daba
otro pequeño sorbo a aquel mejunje-. ¿Y bien?
-No, no me he
peleado con el coronel. Y para serte sincera, no quiero hablar ahora de esto.
-Bien.
¿Quieres que al menos vaya a buscarte una muda a tu casa? -sugirió la
asistente.
Gina suspiró
mientras extendía su mano a Michele para que la ayudase a levantarse.
-No, me voy a
casa en un par de horas, antes quiero que me ayudes con algo.
Una vez en pie
caminó hasta su mesa y se dispuso a ver el paisaje desde su ventana saboreando
lo que quedaba de aquel veneno negro.
Michele
esperaba por su orden.
-Lo primero es
que saques un pasaje a Londres a mi nombre.
La asistente
no se quedó petrificada al oírle decir eso.
-¿Perdón? ¿Has
dicho un pasaje a Londres para ti? -los ojos de Michele se hicieron más grandes
que nunca.
Gina no
respondió, se giró y asintió con su cabeza. Todo eso mientras hacía su silla
hacia atrás y se sentaba en ella.
Michele sonrió
al tiempo que ella misma se daba cuenta de que su sonrisa estaba de más dada la
expresión triste y abatida en el rostro de su jefa.
La joven
asistente se levantó de su asiento y sin mediar palabra se fue directa a su
escritorio.
Gina dejó caer
su cabeza hacia el espaldar y bajó sus párpados, asimilando que su idea de
anoche, justo antes de caer abatida en su sofá, fuera ahora una realidad.
Marcharse a Londres era la mejor opción para la felicidad de Ani. Lo que ella
le pedía era algo imposible de cumplir. Siempre, pasase lo que pasase siempre
iba a estar ahí, y era como si su presencia no hiciera ningún bien a su vida.
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Lara y Cris
sonreían delante de sus respectivas copas de agua y zumo de melocotón.
-Te juro que
me diste miedo hasta a mí -dijo Lara recordando la jerga legal de su madrina
ante su editora en la reunión que habían mantenido una hora antes.
-Suele pasar
cuando empiezas a hablar sobre leyes, denuncias, derechos legales. Lo bueno de
tu editora es que sabe poco de ello.
-Le diste duro
con eso de pelear por quitarle los derechos sobre mi libro anterior.
-Eso no fue
darle duro, deberías verme cuando realmente me pongo seria -dijo guiñándole un
ojo.
-Que miedo
-respondió Lara abriendo los ojos exageradamente antes de sonreír de imaginarse
la situación.
-De todos tu
editora es un hueso duro de roer, espero que no vuelvas a tener ningún problema
con ella.
-No lo habrá
-dijo agradecida y dispuesta a aprovechar esta nueva oportunidad que le
brindaba la interferencia de aquella mujer en sus asuntos.
-Parece que la
vida te sonríe a pesar de todo -dijo Cris con cierto halo de tristeza.
La expresión
de los ojos de Lara era de un gran interrogante.
-No todo el
mundo tiene tu suerte -contestó a su expresión con una frase directa.
-Eso es porque
no todo el mundo tiene una madrina como tú -respondió Lara tratando de ser
afable con la mujer y por el estado apagado que en el que se había tornado su
cara.
-No me refiero
a eso -dijo sin cambiar su gesto. -Me refiero a Ani, a tus amigos, a tu
editora… a todo.
Lara volvió a
mirarla con una gran curiosidad y expectación a sus palabras.
-Vamos Lara.
No todo el mundo se queda a nuestro lado cuando hacemos cosas que realmente son
imperdonables. Ahí tienes a Ani.
-Sí, tengo esa
suerte. Y con un poco más conseguiré que olvide lo sucedido -añadió dando un
sorbo de su zumo de melocotón.
Un silencio se
hizo entre ambas.
-¿De verdad
crees que eso puede suceder? -irrumpió Cris dando tiempo a la otra mujer a que
recapacitara en sus palabras.
-Claro que sí
-respondió Lara con un pequeño atisbo de enfado.
-Es posible,
quizás tú seas la excepción -dijo dedicándole una sonrisa y tratando de
suavizar la conversación.
-No entiendo
¿Por qué dices eso? -preguntó Lara ahora con curiosidad
-Porque he
estado años viendo como han pasado cosas de este tipo y francamente, es algo
más difícil de superar de lo que parece.
-Pero ya estoy
mejor -dio esa evidencia con rotundidad.
-No hablo de
ti escritora… hablo de ella. Quizás tú pienses que estás mejor e incluso jures
que no va a pasar nada semejante en el futuro, pero ¿cómo lo sabe ella? Al fin
y al cavo nunca creyó que fueras capaz de llegar a hacerle daño y lo fuiste.
Lara bajó sus
ojos a la copa en sus manos, sintiendo la herida que ese recuerdo abría en
ella.
- Eso puede
perdonarse, pero olvidarse…Eso es otra cosa. No importa lo que hagamos, eso
deja un precedente muy difícil de olvidar.
-Ella me ama
-añadió Lara negando con su cabeza.
-Y tú a ella,
y eso no sirvió para evitar lastimarla. ¿Y si a ella le pasara lo mismo
contigo? ¿Qué tal si te ama pero a su vez no puede evitar sentirse herida y
dolida para siempre?.
-Eso no pasará
-dijo fijando sus ojos azules en los de la otra mujer casi en desafío.
-Quizás, de
verdad que deseo que no te pase -respondió la otra mujer dando un trago de su
agua y dejándole ver que su mirada no la intimidaba de ningún modo.
-¿Acaso has
hablado con ella? ¿Lo dices por algo concreto?
-Solo hablo
por experiencia propia y porque desde que la conozco la he visto pendiente de
ti todo el tiempo. En estos diez años he visto cientos de reacciones
diferentes, pero Ani es muy introvertida, callada. Nunca la he visto hablar de
ello, desahogarse, gritar, llorar o dar muestra de algún sentimiento por su parte.
-Eso es porque
Ani es fuerte -afirmó Lara con una pequeña mueca que pareció ser una sonrisa al
recordar a Ani.
-Lo sé…lo sé.
Pero no conozco a nadie que lo sea tanto como para llevar su peso y el de su
pareja a un tiempo.
Lara bajó sus
ojos a su copa de zumo, pensando sobre las palabras de aquella mujer.
-No quiero
meterme donde nadie me llama, solo espero que le devuelvas con creces todo lo
que está haciendo por ti. Nadie se merece lo que nosotras hemos hecho sufrir
-dijo esto último con cierta tristeza en su mirada, como si en su consejo
escondiera algún resquicio de su experiencia personal -. Solo es una
recomendación, pero creo que ya es hora de que devuelvas en vez de estar
recibiendo todo el tiempo…antes de que se canse.
-Te equivocas.
Hablas como si yo no la amara…y la amo.
-No no…No dudo
de que la ames, pero demuéstraselo con algo más que palabras -acabó de decir
antes de que un camarero se hiciera presente ante ellas, pidiéndoles su
demanda.
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Cuando Ani
llegó a la casa, Lara ya estaba en la cama. Agotada, se sentó en el borde del
colchón y arqueó su espalda. No se dio una ducha como de costumbre, estaba
claro que la clausura de la exposición había sido tediosa y se había alargado
más de la cuenta.
Sintió como su
cuerpo se refugiaba bajo las sábanas.
Ani acarició
parte de la melena oscura de Lara en la almohada justo antes de darse la vuelta
y abrazarse a la mitad libre de la suya.
Lara abrió los
ojos al percatarse de la silenciosa entrada de aquella mujer.
No pudo evitar
recordar las palabras de Cris durante la comida y pensando en ello, cerró sus
ojos de nuevo. Solo los volvió a abrir cuando después de unos minutos sintió a
Ani levantarse y perderse por el pasillo. Poco después escuchó el típico sonido
de la cuchara en el cristal. Sin duda se estaba preparando algo de beber.
Eso era algo
que últimamente hacía. Levantarse en mitad de la noche y prepararse algo de
comer o beber, y que no le había dado tanta importancia hasta ahora.
Durante unos
instantes, Lara dudó si levantarse y verse con ella o dejarla sola. Sentía que
no tenía pistas sobre lo que sería mejor.
Se levantó y
asomó su cara hacia la cocina. Sentada ante la barra, Ani daba vueltas a su
infusión a un ritmo pausado.
-Lo siento,
¿Te desperté? -dijo al percatarse de su presencia adormilada caminando hacia
ella.
-No, estaba
teniendo una pesadilla -dijo tratando de ser creíble -. ¿Qué tal tú?¿No puedes
dormir? -preguntó esto último sirviéndose agua en un vaso.
-No, debe ser
que estoy demasiado cansada, no sé.
-¿La
exposición? -preguntó dando un trago a su bebida.
-Sí….todo
-respondió Ani tratando de no alargarse en algo que ni siquiera ella
comprendía.
-Me devuelvo a
la cama ¿te vienes?
-Enseguida
-dijo sin moverse de la silla con una sonrisa.
Lara se marchó
a la cama, caminando y tratando de descifrar el comportamiento de su novia.
Quizás estaba cansada o quizás simplemente estaba buscando un momento a solas.
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