Capítulo 2
Todo cambió para mí desde entonces, guardé
el secreto en mí, me gustaba, ella me gustaba, ya no era como mi hermana, ni
como mi amiga, yo quería algo más, deseaba besarla, abrazarla, dormir con ella
eternamente, y aquello no estaba bien, no debía de estar bien.
Me vi enfrascada en mis pensamientos
durante días fingiendo una gripe inexistente, hasta que al final, decidí buscar
información…busqué en librerías, bibliotecas alguien que me diera las
respuestas adecuadas… ¿qué era yo? Gay? O solo era ella…me sentaba en el parque
mirando las chicas pasar, intentando recibir algún estímulo, algo que me
indicara una señal…pero nada…solo cuando divisaba la silueta de ella al fondo del
patio del instituto, sus fotos, su letra, sus libros…a mi se me antojaba otra
vez aquella necesidad, aquel calor corporal hasta ahora desconocido…
Por su parte, ella, estuve ausente,
esperando alguna respuesta a sus intentos de saber que me pasaba, intentando
venir a casa, a llamarme…pero yo no podía…
Dos semanas después, nos encontramos en
aquella fiesta tonta de colegio para recaudar dinero para el viaje de fin de
curso…
Yo, yo no era un mal elemento, en
realidad, tenia bastante éxito en el colegio, era muy alta para mi edad, me
llevaba bastante bien con los chicos de mi clase y eso me hacia ser distinta al
resto de chicas, tampoco me pasaba al rato observando al universo masculino
pero tampoco perdía comba, quería estar involucrada pero con cierto control,
así que acepté la invitación de la fiesta a Fernando con agrado, ¿por qué no? Pasar un buen rato, tomar alguna
copa, reírme, me vendrá bien, ser normal otra vez…
Ahora, sentada en este banco recuerdo
aquel día con añoranza, porque para mí, fue revelador….
Sentada en la barra de aquella discoteca,
viendo la gente pasar a mí alrededor, disfrutando de la música poco original,
manteniendo una conversación con Susana sobre las injustas notas de mates, la
observaba lejana viendo como sus caderas se contoneaban al ritmo que marcaba un
patoso Alberto…en cierta manera no podía resistirme a reírme por aquella visión
que de alguna manera me parecía bastante cómica pero ella no tardó en venir a
mi, a buscar respuestas en un lugar equivocado, aquel no era el momento.
S: Veo que hoy ríes, se te ha debido de
pasar el cabreo que llevas estas semanas…
P: No estoy cabreada, no lo estoy y tienes
razón, tengo un buen día…
S: Te pasas semanas ignorándome,
haciéndome daño, sin saber ni entender y hoy me tengo que sentir gratificada
porque la niña tiene un buen día…gracias señor por este milagro
P: Quieres una bebida, me sobran dos
ticket de la entrada
S: Te estas riendo de mí
P: No, te estoy ofreciendo una bebida y
baja el tono de la voz que somos el espectáculo de la tarde
S: No te entiendo, ¿Qué te pasa? ¿Me lo
vas a explicar de una vez?
P: NO
S: ¿Valoras nuestra amistad?
P: Básicamente ese es el problema, que
valoro demasiado nuestra amistad para explicártelo
S: ¿Me estás perdiendo lo sabes?
P: Te voy a perder igualmente…
S: ¿Pero de que va todo esto??
P: Baja la voz
S: No!
Y lo hice, la agarré fuerte de la mano y
la arrastré por toda la discoteca detrás mío hasta los baños y la empujé contra
la pared del primer baño libre, con la otra mano cerré la puerta y puse el seguro…no
preguntó, ni siquiera sus ojos reflejaban miedo, cosa que mis manos si lo
hacían…llegados a este punto, no me quedaba más remedio.
“Quieres saber que me pasa” le pregunté
mientras me acercaba peligrosamente a su boca, mi respiración agitada, sus ojos
fijos mis ojos, mis manos en sus caderas, sus manos quietas, ni siquiera
puso resistencia, afirmó mi pregunta con su cabeza, y puse fin a mi deseo. Sus
labios en los míos me hicieron fuerte en mis convicciones y enseguida me di
cuenta que no solo yo lo estaba deseando, sus manos en mi cuello haciendo
presión para que no terminara el momento. No recuerdo cuanto duró, mucho creo,
besos y más besos con los ojos cerrados y siempre con miedo de no abrirlos para
encontrar una respuesta diferente al sentimiento encontrado en el calor de su
aliento.
Una voz enérgica anunciando el final de la
fiesta por megafonía interrumpió nuestra magia, y entonces si que los abrí,
temblorosa, me aparté de ella y me pegué al otro lado de la pared esperando el
veredicto final de mis actos…
Pero no dijo nada, seguía pegada a la
pared con los ojos mirando sus zapatos
P: Por dios, di algo…
S: No…no puedo
P: ¿Ves como tenía razón? Te voy a perder
igualmente…
Me apretaba los puños para no demostrar mi
rabia interior, en dos semanas había destrozado una amistad de toda la vida,
toda la vida juntas, como hermanas…como hermanas, que estaba haciendo, que
locura era esa, pero no podía pararla…me ardían los labios del deseo y notaba
que de un momento a otro mis fuerzas flaquearían y que me derrumbaría allí
mismo…aire, necesitaba aire…salir de allí
S: No abras, espera, espera un minuto
Levantó la cabeza y nos miramos, no
olvidaré aquella imagen, tenia los labios rojos y manchas de carmín restregado,
me acerqué a ella con cuidado, y pasé por su cara mi dedo pulgar para limpiarle
con una leve caricia mientras sus ojos clavados en los míos intentaban
encontrar una respuesta a sus estímulos.
S: No pares
P: Ya no tienes pintura…
S: No pares…de tocarme
P: No si tu me lo pides
S: Te lo estoy pidiendo…no pares de
tocarme porque necesito saber que me está pasando…necesito saber porqué a cada
caricia tuya mi cuerpo responde de esta manera…
P: Llevo dos semanas intentando
averiguarlo
S: Y que has descubierto…
P: Que no puedo parar de mirarte, que solo
quiero tocarte y me duele… (llorando)
S: ¿te duele?
P: Si…me duele pensar en ti de esta manera
Y entonces ahora eran sus manos las que
acariciaban mi cara, secando mis lágrimas, los cuerpos pegados…
Y entonces sucedió…
S: Pepa…
P: ¿Qué?
S: Esto…esto que está pasando…esto
nuestro…no puede ser…
Y se marchó, de mí, del sentimiento, del
momento, huyó a otros brazos para consolar su inquietud, mientras yo lloraba a
escondidas en la habitación, ella se revolcaba en un parque en los brazos de
Alberto buscando apaciguar el calor que antes había sentido en mis brazos
con otras aguas…lloré durante días, lloraba su presencia, su ausencia, mi
miedo, su miedo, todo, lo lloré todo hasta que semanas más tarde ya no me
quedan excusas para llorar ni lágrimas para derramar. La familia pensó que nos
habíamos peleado por los chicos, nadie preguntó más allá y cuando lo hacían,
ambas dábamos las mismas evasivas…aunque en algún momento hubiera gritado a los
4 vientos: “Me he enamorado de ella y es una locura” solamente para saber
que se siente al vomitarlo todo, pero me callé, y me encerré en mi misma
suplicando que en algún momento todo desaparecería…
No me resultaba fácil ser invisible,
aunque no quisiera, me la encontraba de la mano de Alberto por los pasillos de
clase, en el patio, en el bar de la esquina comprando un bocadillo, siempre
juntos, siempre sonriendo, “es lo mejor” pensé para mí, “ella no lo siente”, es
mejor…
Aunque cuando nuestros ojos se
encontraban, nunca aguataba mi mirada más de 2 segundos y algo dentro de mí me
obligaba a pensar que aún tenía una oportunidad, al momento me daba
cuenta de que aquello era imposible y decidida volver a desaparecer de la
escena...
Los días pasaron y yo me concentré en
estudiar para los finales y en evitar las clases en las que coincidíamos juntas
llegando tarde para que me sentaran en última fila…
Pero un día, en Literatura, nuestras
miradas se cruzaron más de la cuenta….
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Ya quiero saber que mas pasa jejeje. Sigue pronto
ResponderEliminarVal
México