No ha transcurrido mucho tiempo desde la
primera mirada distinta y pasional que te di, aun así parece que se ha escrito
una larga historia presagiada como el inicio buscador de finales absurdos
plantando rosas de recuerdos que se marchitan y no resisten el paso de las
cosas. Inquieres en mi vida como una emboscada a mi fortaleza a través de las
descuidadas fugas de deseo que no intento disimular y algunos sospechan, me
arraigo lentamente en tus sabanas cuando no estas y tu almohada tiene la forma
de mis pensamientos no compartidos e incitados por tenues caricias que tampoco
te empeñas en ocultar, la locura crece aun viendo cerca la enfermedad terminal
que adquiere nuestro cuento a punto de morir sin conclusión feliz para mí.
Aquella mañana…
-hola.
-hola.
-sammy, debo decirte algo.
-dime.
-me tengo que ir de la ciudad.
-¿volverás?
-no.
-por qué
Se me hace un nudo en la garganta y empiezo a
mostrar rasgos de tristeza
-es algo de familia.
-¿a dónde vas?
-a la capital.
La tristeza se transforma en ira. Mis gestos
se tornan duros.
-que tengas suerte
-¿solo eso dirás?
-que más esperas que diga, es tu decisión y
aunque me duela no puedo hacer más. ¿Cuándo te vas?
-en dos días
La ira crece…
-¿solo hasta ahora me dices? Maldita sea, se
nota que te importo.
-no quería lastimarte.
-pero lo hiciste. Tengo cosas que hacer.
Cuídate.
-bueno.
Una sentencia que firmaste en mi contra,
después de rogarme y casi pasar contigo al menos diez horas diarias, me dices
que te marchas. Te metiste en mi espacio sin pedir permiso y ahora lo abandonas
dejando un vacío. Me siento en una cuenta regresiva de no sé qué y con el paso
de los minutos la desesperación se prolonga. Son las tres de la tarde y voy a
buscarte sin avisar, afortunadamente abres la puerta y apartas del camino a tu
can. Entro a tu habitación y te llevo de la mano pero no doy el paso que
quiero, simplemente te acerco a mi cuerpo y nos deslizamos bajo las cobijas,
apenas noto que todavía tienes puesta la falda del uniforme con una blusa
blanca. Te miro, no dices nada, yo callo. Resbalan mis dedos por tus hombros
haciendo la vía láctea de tu piel blanca, cierras los ojos y te dejas guiar.
Transeúnte mi mano, recorre tu abdomen con mi pulso a mil, hago caricias
torpes. Imitas mis acciones en mi cuerpo y te aventuras a trazar senderos hacia
lo prohibido, me quedo inmóvil. Se detuvo el tiempo. Te miro y me miras
pidiendo permiso para seguir pero se rompen las miradas cuando oímos la puerta
abrirse, nos levantamos bruscamente y nos sentamos entonces nos damos cuenta que
ha anochecido y es tu padre quien llegó.
-buenas noches.
-buenas noches.
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Ya pues sammy, mire que las pobres están trepando por las paredes, no seas cruel.....
ResponderEliminarCammy