Capítulo 12.
Te entrego mi corazón.
Se desperezaba en la cama cuando lo vió
parado frente a ella
F:
Qué haces ahí?
Ha:
te veía dormir
F:
eso ya lo sé, me refiero al ¿por qué?
Ha:
deje pasar estos días por la navidad, pero tenemos una charla pendiente ¿lo
olvidaste?
F:
y no podía ser luego, digo.. apenas me estoy despertando
Ha:
lo siento, pero mi cabeza esta apunto de estallar desde hace semanas, ¿Cómo la
conociste? Mientras se dirigía a la mesita de noche
que estaba en la habitación observando las fotografías
F:
eso ya te lo explique
Ha:
lo que quiero saber es ¿Cómo paso? ¿Cómo te involucraste?
F:
solo sucedió, no hay más, sentía algo que nunca antes había experimentado, un
sensación parecida… hizo una pausa para buscar
las palabras, Harald la miro a los ojos
Ha:
¡a la felicidad! Concluyó, la mirada azul
intensa y viva de su hermana le demostraba que estaba enamorada, asintió con la
cabeza, se giro y se dispuso a salir de su habitación
F:
¿es todo? No dirás nada más… ¿No hay sermones?
Ha:
si eso te hace feliz, yo estaré feliz por ti, sabes que siempre estaré para ti.
Cerró la puerta y se marcho.
Salió de su cama, se ducho, se arregló y
marcho fuera de la casa apresuradamente, tomó un taxi y se dirigió al
departamento de la mujer que tanto deseaba. Al bajarse elevó la mirada, las
ventanas estaban entre abiertas, una sonrisa se dibujo en su rostro y se
dirigió a la entrada.
El timbre sono una, dos, tres, cuatro
veces, escuchó unos pasos en dirección de la puerta, su corazón estaba
acelerado, las manos sudorosas, los nervios la invadían por sorpresa cada vez
que se acercaba a Helena, pero al entreabrirse la puerta su rostro cambio de
felicidad a sorpresa
F:
¡Buenos días!
“Buen
día” un hombre estaba plantando frente a ella, se
veía joven, ojos verdes, cabellos oscuros, de tez muy blanca
F:
disculpa, buscaba a otra persona, pero… una
voz proveniente de las escaleras hizo que se callara repentinamente
H:
¿Quién es?
“Una
chica, pero no me ha dicho quién es”
Helena dedujo inmediatamente de quién se
trataba y corrió a la puerta, observó a su hermano ocultando un arma tras de sí,
lo halo del brazo y llegó al nivel de ella
H:
¡Federikke!
F:
Hola Helena, sus palabras fueron secas
H:
Te eche de menos. Echándose a sus brazos, la
rubia reaccionó, los celos que la abordaron por instantes, en ese abrazo
desaparecieron
F:
y yo a ti. Observó como el chico subía velozmente
las escaleras
H:
pasa, cerrando la puerta. ¿Cómo has estado?
F:
bien, pense que no te vería antes de finalizar el año
H:
me he escapado, solo esperaba desayunar para ir por ti
Sin decir nada más se acerco sólo
quedando a centimetros de ella, podía sentir su aliento, su aroma, ese que
tanto la enloquecía, “Sabes algo Fede” dejo
pasar unos segundos en silencio sin perder su mirada que la acercaba al cielo “no puedo estar lejos de ti” su mano
retiro un mechón de cabello rubio que cubría un poco su rostro, se acercó más y
la beso, un beso dulce, un beso cargado de sentimientos.
“eh,
creo que mejor subo” se escuchó en apenas un
susurro, Helena se separó de ella
H:
ven acá dirigiéndose al chico “Federikke te presentó a mi primo Jhon” el chico la miro con cara
de sorpresa pero sin decir nada se acercó y extendió su mano en gesto de saludo
“Mucho
gusto Federikke”
¡El
gusto es mío!
H:
bien, ya conoces a mi primo, ahora él se disponía a salir, ¿cierto?
“Si,
si claro, me pasas las llaves del auto” la
mirada de Helena era como de querer matarlo, sabía que se estaba aprovechando
de la situación, pero no tenía más opción que ceder a la petición. Minutos más
tarde salió por la puerta con una sonrisa de felicidad
“Adiós
Federikke, ven cuando quieras”
F:¿
le diste tu auto?
H:
eso no importa, vamos a mi habitación
F:
espera, te tengo un obsequio, sacando la caja
envuelta de su bolso
H:
linda, lo olvide con cara de arrepentimiento no te compre un obsequio, lo siento
F:
no importa, toma entregándoselo en las manos.
H:
gracias amor
Fede quedo paralizada al escuchar esa
palabra, Helena se dio cuenta de lo que había dicho, para tratar de desviar la
atención sobre eso, “ven, subamos” tomándola
de la mano para subir las escaleras. Al entrar a la habitación, Federikke
sintió unas enormes ganas de abalanzarse sobre ella, de hacerla suya una y otra
vez, con sus manos sujeto sus caderas, clavó su nariz en el cuello de la
castaña y comenzó a besarla suavemente, pero algo la detuvo
Hoy
no, soltándose tiernamente
Lo
siento… yo… no…
No
te disculpes, no es por ti, han sido unos días difíciles… muy difíciles terminó
susurrando mientras caminaba a colocar el regalo dentro del armario
¿Paso algo Helena?
Un silencio eterno se hizo en la
habitación, Federikke escucho apenas el sonido leve de un llanto que en una
lucha campal intentaba enterrar Helena, pasó sus brazos nuevamente por las
caderas de ella,
F:
estoy aquí mi amor, solo para ti susurrándole al oído.
Aquellas palabras fueron un sello de la confesión de amor entre ambas, se
fundieron en un abrazo que casi las transformaba en una sola.
H:
¡te amo!
Ambas se tumbaron en la cama, entre
dulces besos y abrazos se quedaron, las horas pasaron volando, hasta que la
rubia decidió despedirse
F:
tengo que irme, ya no tengo la excusa de la facultad, estamos en receso.
H:
me voy está noche
F:
¿Qué?
H:
solo vine para verte
F:
¿a dónde irás?
H:
a Suramérica
F:
¿Cuánto tiempo?
H:
un mes, tal vez dos, depende de la línea aérea
F:
abre el obsequio
H:
Qué?
F:
por favor sus ojos le suplicaron que fuera por el
Ella se levantó y lo tomó del armario, se
sentó en la cama y empezó a soltar el papel que lo cubría
H:
es… Es hermoso… y ¿es un diamante?
F:
me alegro que te guste
H:
Federikke ¿estás loca? ¡Esto es muy costoso!
F:
para ti no lo es
H:
pero yo trabajo, tú vives de tus padres, no imagino su tarjeta de crédito como
quedó
F:
ellos no lo pagaron, lo hice yo
H:
¿y cómo?
F:
eso no importa, solo quiero que lo tengas, cada vez que mires ese corazón de
diamante me sentirás a tu lado, no importa el lugar donde estés, ni la
distancia que nos separe, o si incluso algún día no regreso a tu lado
H:
¿qué estás diciendo?
F:
la vida es corta amor, y yo… yo no
logro terminar de revelar lo que tanto deseaba a la mujer que amaba, Helena
brincó de la cama y sello sus labios con un beso, un beso donde le demostró el
amor que sentía, el amor que nació entre las dos y que día a día crecía sin que
nada en el mundo lo detuviera.
La lluvia empezaba a caer, la contemplaba
desde la ventana, su amada hacía un par de horas que se había marchado, tenía
una copa medio vacía en la mano
“Esa
es la razón que te mantiene atada a Vancouver ¿no?”
H:
disfrutaste del paseo sin moverse del lugar donde
estaba
“¿Helena?
Lindo collar” parado a poco centímetros de ella
H:
fue su obsequio de navidad y yo olvide comprarle uno
“No
lo olvidaste, no podías, no tenías cabeza para eso, y ahora temo porque tampoco
tendrás cabeza para asumir la responsabilidad que hace un par de días te
entregaron”
H:
no digas tonterias Giuliano
G:
vives un engaño, papá te envió aquí para cerrar un negocio, y ya esta, terminó,
y él tampoco está más entre nosotros, ahora eres tú quién ocupa su lugar, venir
aquí solo por un capricho Pris giró su mirada hacia
él, clavándose como dos puñales feroces
H:
¿engaño? Ella es lo único verdadero que tengo en mi vida, lo único limpio, lo
único que me hace sentir viva, lejos de negociaciones oscuras, de gente
peligrosa, lejos de tanta basura
G:
ella no sabe quién eres, si lo supiera jamás se enamoría de ti
H:
me ama Giuliano, y la amo, y no importa si ahora soy la “jefa” de familia, nada
cambiara que siga viniendo aquí a verla,
G:
si nuestros enemigos… que son muchos Priscilla se enteran, la pondrás en
peligro, la matarán o te matarán a ti como hicieron con papá
H:
ese será el precio que tendré que pagar
G:
si la amas, olvídate de ella, desaparece todo esto y no regreses más a este
lugar
Subió las escaleras sin responder nada
más, no quería pensar en el futuro incierto que se avecinaba sobre ella.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Luzi Müller - Derechos Reservados
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