No sé que me diste, cómo
pudiste en tan poco tiempo meterte tan dentro de mí, tanto que ahora al
intentar sacarte, me quedo vacía.
Mujer prohibida, peligrosa, que
él en mismo instante en que me miró, me enamoró. Me descolocó y me hizo dejar
mi vida, para meterme de lleno en la suya.
Como dos adolescentes
enamoradas vivimos unos días, donde cualquier pequeño detalle, confidencia o
acto nos enamoraba aún más.
A escondidas de todo, incluso
de nosotras mismas, nos dimos un amor intenso, pasional, loco que nos embriagó
de felicidad, pero que al mismo tiempo se encargó de colocar en su lugar.
Porque nos quisimos, demasiado
quizás, con un amor que no nos pertenecía, no era nuestro.
Te subí a un pedestal alto,
alto, tan alto del cual ya no te pude bajar.
¡Ahí, mi amor, que llegó el
final, y nos tuvimos que separar!. Tú a tu vida, y yo a la mía con ella. Donde
no había espacio, ni tiempo para querernos.
Aquello quedó allí, en aquel
lugar, por mucho que lo intentamos ya no pudimos regresar para querernos una
vez más.
Y nos quedamos solas, asustadas,
enamoradas, y cada una por su lado.
Atrapadas en un amor, llenas de
recuerdos, de besos, de caricias, que aunque tal vez no eran nuestras nos
robaron el alma.
Unidas en la trampa de una
amistad, que después de lo que vivimos nos deja el corazón roto.
El vernos rodeadas de amigas,
tú con tu pareja y yo con la mía, donde no nos podemos tocar y gritar todos
estos sentimientos que se han quedado con nosotras.
Esperando despertar del mal
sueño del olvido, de la pesadilla de los días en que no podemos vernos, de lo
horrible que es vivir sabiendo que nunca más tendremos ese maravilloso tiempo
de querernos.
Sólo siendo infieles
conseguimos ser felices. Tan lejos de todo y tan cerca de nuestro amor
clandestino, prohibido, cruel con todo menos con lo que nosotras vivimos.
Y sumergirnos en ese sueño que
llevamos a la realidad, nos hizo vivir de nuevo. Con tanta intensidad, con
tanto fuego, que todo ardió a nuestro alrededor. Algo tan real y sincero, como
imposible.
Quizás, por eso ahora, no lo
podemos olvidar. Porque las dos sabemos que aquello fue breve y equivocado,
pero tan real...
Y todavía siento tus caricias
cuando ella me toca. Y el sabor de tus besos que me ahogaban de tanto amor,
para llegar a enloquecer con nuestro cuerpos, ellos solos, incluso, hacían el
amor.
Pero el sueño termina,
despierta, y vuelve a la realidad y nosotras no. Y hasta que esto suceda, no
nos podremos olvidar.
Porque olvidar que te quiero es
algo que nunca podré hacer, como mucho no recordar....
Para seguir queriéndonos en el
olvido y poder recordar, que conseguimos amar juntas, amar de nuevo, y llegar
bien cerquita de la felicidad, tanto que incluso la pudimos tocar, pero que la
vida nos la hizo olvidar.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sonia Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario