Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

La Cena - MaraLess


LA CENA – 01
  
Llevaba todo el día de mal humor y con un terrible dolor de cabeza, no tenía ganas de hablar con nadie y menos de cenar con los amigos de Jaime, una pandilla de seudo-intelectuales (Al menos así los denominaba él) a los que no había visto en mi vida y a los que tenía que entretener mientras poco a poco se haría evidente que el anfitrión iba a  llegar como mínimo, con dos horas de retraso. 



No sé qué tipo de amistad unía a Jaime con esa gente, estaba claro que no muy normal ya que tenía que mentir tan descaradamente, por un lado con la hora de llegada y por otro hacerme pasar por su pareja. (Eso me sería fácil de representar ya que antes de descubrir mi verdadera sexualidad conviví varios años con Jaime y también debo decir que él me dio el último empujoncito que necesitaba para salir del armario, una pésima relación de amor que se convirtió en la mejor de las amistades).

Intenté por todos los medios que Jaime me diera una razón para actuar así,  me pidió que confiara en el sin hacer preguntas y no me quedó más remedio que hacerlo pues tenía acumulado un sinfín de favores que le debía desde hacía años.

Me vestí tal y como me indicó, elegante y seductora “con muchísimo cuidado de no pasarme y parecer un putón” (Palabras textuales de Jaime) por lo que opté por el siempre acertado negro, bien escotado y largo, pues la cena era de etiqueta y así lo permitía. Lo acompañé con un juego de pulsera, pendientes y gargantilla de plata de Taxco muy vistosos y sencillos a la vez que, modestia aparte, me favorecían una barbaridad y unos tacones de vértigo que estilizaban el conjunto.

Llegó la hora de la recepción y por alguna razón (Quizá el dolor de cabeza o el mal humor) me sentía un poco insegura, eso a pesar de que la imagen que me había devuelto el espejo me agradó, el recogido y el maquillaje que me hicieron en el salón de belleza resaltaban positivamente mis facciones. El catering estaba dispuesto y preparado desde hacía ya rato, la empresa contratada había enviado dos camareros guapísimos para servir y la decoración era sencillamente perfecta.

Sonó el timbre de la puerta y me apresuré a abrir, un pequeño tropezón con la alfombra y el consabido traspiés con los tacones hizo que se aceleraran mis pulsaciones y me ruborizara en el mismo instante en que, según abría la puerta, me topaba con los ojos más espectaculares que jamás contemplé. ¡Dios! tuve la sensación de que esa mujer se sentía intimidada por mi espectacular rubor y eso hizo que me pusiera aún más nerviosa.

- Hola, ¿qué tal? - me atreví a decir con la voz entrecortada - soy Mela, la novia de Jaime.

- Hola - me contestaron todos al unísono

Y pude ver una risa contenida en la propietaria de esos ojos, había percibido mi nerviosismo sin lugar a dudas y yo ya estaba pensando más de la cuenta y argumentando el motivo de la risa “será que piensa que sus ojos me perturban, será que piensa que soy excesivamente tímida, será que piensa que soy tonta, será…”  me recompuse ya que me quedé como alelada por un instante y recordé el guión que debía seguir por lo que les explique que Jaime había llamado hacía un instante y que me había dicho que le disculparan pero que estaba de camino en medio de un atasco y con un tráfico infernal.

Pasaron presentándose uno a uno, eran ocho, cuatro chicas y cuatro chicos, deduje por la forma en presentarse que eran cuatro parejas.

- Hola Mela, soy Amalia, ¡encantada! - ya tenían nombre esos ojos y tenían voz, una voz suave, melosa, muy sensual y además tenía cuerpo, ¡qué cuerpo! pequeñito, apenas un metro sesenta, proporcionado pero con curvas y embutido en un traje de chaqueta muy elegante que le sentaba como anillo al dedo. Nada más entrar se quitó la chaqueta y mostró una ajustadísima camisa blanca de corte clásico que remarcaba sus hermosos pechos sobre los que reposaba un curioso colgante de plata

- Hola, soy Alberto, es un placer conocerte Mela -guapo caballero el acompañante, ¡bello rival! pero parecía un tanto soso o al menos así lo quise ver

Uno detrás de otro fueron pasando los ocho invitados, ellos de la edad de Jaime aproximadamente, parecían todos cortados por el mismo patrón, todos elegantes, de traje de marca, apenas los diferenciaba la corbata. Ellas todas bellísimas, hermosos cuerpos y bellos rostros aunque para mí ya solo importaban unos ojos, los ojos de Amalia, que se habían convertido en algo atrayente y obsesivo para mí.


LA CENA – 02


Pasamos a la enorme terraza con esas vistas tan hermosas de Madrid y los camareros comenzaron a servir copas de cava junto a una gran variedad de aperitivos (De todo lo relacionado con el catering se había encargado Jaime, a mí, simplemente me informaron de cómo iba a ser una hora antes, justo cuando llegué a su espectacular ático)  sonaba música de jazz y casi todas las conversaciones giraban alrededor de la terraza, sus vistas y la exquisita decoración. Por lo que pude adivinar con tan solo unos minutos haciendo de anfitriona es que las profesiones de los invitados no tenían mucho que ver unas con otras, ellos iban desde un arquitecto a un profesor de matemáticas en la universidad pasando por un analista de mercado, un empresario propietario de gimnasios y un hostelero entre otros (No sé donde veía Jaime algo de intelectualidad ahí, yo no la veía ni seudo ni nada) ellas, en su mayoría, parecían un poco bobas, no hablaron mucho y de las pocas que lo hicieron una era peluquera, otra estudiaba diseño de modas y otra simplemente dijo que acababa de llegar de Brasil con un gracioso acento.

La pareja que más me interesaba la había estado evitando, dejándola para el final y así tener tiempo para dedicarles. Estaban apoyados en la barandilla de la terraza un poco distanciados entre ellos y contemplando la asombrosa vista nocturna de Madrid.

- Hola, ¡bonita noche! tenemos suerte y nos acompaña hoy una gran luna llena  - Les dije hablando bajito y situándome justo entre los dos - ¿Está todo bien? ¿Necesitáis algo?

- Está todo perfecto ¿verdad Alberto? - me dio la sensación que evitaba mirarme, aunque simplemente me alteraba tanto estar junto a ella que mis percepciones se hacían un tanto confusas

- No esperaba menos de Jaime, perfecta la velada, perfecta su casa, perfecta la noche con luna llena y perfecta su novia.

En ese mismo instante caía en la cuenta que oficialmente para toda esta gente era toda una heterosexual, pija, esnob y comprometida, lo que me dejaba en una situación poco aventajada para intentar algo con Amalia, de todos modos no perdía nada por averiguar algunas cosas más sobre la pareja por lo que inicié el ataque.

- ¿Me sorprende no conoceros, llevo años con Jaime y nunca se había presentado la ocasión?

- Somos todos nosotros, los chico, compañeros del colegio - Jaime estudió en un internado en Suiza - nos reunimos desde entonces una vez al año, sin excusas para no asistir y hasta este año teníamos como norma no asistir con pareja.

- ¿Y que ha cambiado para que este año tengamos el placer de acompañaros? - Preguntó Amalia con gesto de verdadera intriga

- Evolucionamos - Contestó Alberto un poco nervioso y enseguida cambió de tema - ¿A qué te dedicas, Mela?

- Soy fotógrafa, estoy preparando una exposición con mi obra personal pero las facturas las paga la fotografía publicitaria, trabajo para una agencia y hago lo que me pidan. - Se que la frase quedó un poco rara y Amalia comenzó a reírse, yo también lo hice y rectifiqué - Lo que me pidan en cuestión de fotos, jajajajaja.

- Yo también trabajo para una agencia y también hago lo que me piden y ojalá fuera todo lo que me piden relacionado con mi trabajo, jajajaja - Dijo Amalia -  trabajo en una agencia de prensa y te puedo asegurar que me toca preparar más de un café, jajajaja.

Reímos las dos durante largo rato contando anécdotas de nuestros trabajos sin darnos cuenta que Alberto se marchó a charlar con otro grupo que teníamos al lado.


LA CENA – 03


Yo me olvidé por completo de representar el guión que Jaime me preparó y cuando uno de los invitados me preguntó que ocurría con él que no llegaba me di cuenta que debía haber simulado que me llamaba, y contar que había tenido un pequeño accidente de tráfico sin importancia y que se retrasaría un poco más. Improvisé como pude e hice como si lo llamara en ese instante y simulé que hablaba con él, pude argumentar todo tal y como Jaime me indicó solo que con un ligero matiz, yo lo había llamado a él en lugar de al contrario.

Cuando regresé hacia donde estaba Amalia la encontré casi llorando, estaba preciosa, roja por contener la risa que imaginaba escandalosa de no ser porque no quería que nadie se enterara, se fue corriendo hacia dentro y mientras corría tras ella pude escuchar como se le escapaba una contenida carcajada.

- ¿Qué te ocurre? ¿Ha pasado algo que yo no sepa?- le dije un poco mosqueada por era evidente que se reía de mí

- ¿A quién se supone que has llamado desde mi iphone?

- ¿Perdón? - no podía ser, me equivoqué de mesa al coger el teléfono para llamar a Jaime

- Que el iphone que utilizaste para llamar era el mío, que solo pulsaste una vez para marcar y a no ser que tengas telepatía, no pudiste marcar más que un número y que yo no tengo grabado el teléfono de Jaime… lo que indica que te pesqué. Estás mintiendo como una bellaca y me vas a explicar que está pasando aquí porque yo también estoy mintiendo.

- ¿Qué tú estás mintiendo? ¿En qué?

- Tu primero

Respiré profundamente, miré a esos ojos en los que desde hace rato ya me había perdido y empecé a confesar.

-Jaime va a llegar dentro de tres cuartos de hora aproximadamente no ha habido ningún atasco ni ningún accidente, no tengo ni idea de quién es toda esta gente ni lo que habéis venido a hacer, no vivo en esta casa, no soy la novia de Jaime, no soy la pija que crees que tienes delante ni soy tan esnob y… volví a respirar hondo, quizás me sonrojé un poco y mirando fijamente esos ojos dije… no soy heterosexual.

Amalia sonrió con ternura me tomó de una mano y me llevó hacia el interior de la habitación donde nos encontrábamos, justo en una esquina donde no nos podían ver desde la terraza. Me empujó lentamente hasta que mi cuerpo se apoyó en la pared y me besó, me besó despacio con mucha delicadeza, como si me consolara. Por supuesto me dejé hacer me daba miedo moverme no fuera a ser que parara, respondí al beso levemente simplemente para dar muestra de que no me molestaba y entonces se acercó a mi oído y susurrando me dijo.

- Eso último lo sé desde el mismo momento en que me miraste a los ojos. Yo tampoco soy la novia de Alberto, soy compañera de la agencia y me ganó el favor en una apuesta, no conozco a ninguno más de los invitados, no tengo ni idea de para qué me trajo Alberto pero te puedo asegurar que lleva intentándome convencer más de cinco meses y yo tampoco soy heterosexual, aunque creo que eso ya lo adivinaste hace un momento.

Bajó sus labios rozándolos sobre mi piel desde mi oreja hasta el final de mi escote, yo sujeté suavemente su cabeza con mis manos, hice que me mirara, la besé, esta vez apasionadamente y le dije.

- Vamos a averiguar que hacemos aquí, aunque si me permites prefiero esperar a que venga Jaime y le pregunto primero. ¿Qué te parece?

- Que sea cual sea el motivo siempre les agradeceré haberte conocido, no sé si seguiremos viéndonos, no sé si estás comprometida con otra chica, solo sé que ha sido el mejor beso de mi vida. Mira!!! (y me enseña los vellos erizados) solo de recordarlo me excito. Vamos a la terraza o no respondo.

Le sonreí, volví a besarla, me costó terminar ese beso, no quería apartarme y me dispuse a ir a la terraza mientras esperábamos a Jaime. Tiró levemente de mi mano y me susurró al oído.

- Creo que deberíamos retocarnos un poquito el maquillaje.


LA CENA – 04


Jaime llegó tal y como había previsto dos horas más tarde que todos los demás, estaba muy guapo, sin duda era el más atractivo de los hombres presentes. Yo había realizado mi papel de anfitriona tras acordar con Amalia, que retomaríamos nuestro asunto tras finalizar la cena, me costó mucho esfuerzo evitarla, no podía mirar hacia donde estuviera y menos quería cruzarme con sus ojos.

El catering contratado resultó ser todo un éxito, todos disfrutaron de la velada y elogiaron tanto la bebida como la comida que se sirvió. Pasamos de nuevo a la terraza para tomar unos cócteles y entonces aproveché para apartar a Jaime y preguntarle directamente.

- Jaime, se que dijiste que no preguntara y que me fiara de ti, pero siento comunicarte que al menos una de las invitadas sabe que todo esto es un montaje y de hecho, ella también está haciendo la misma farsa que nosotros, tampoco es la novia de tu amigo, cuando tengamos tiempo te explico cómo se ha enterado pero es preciso que le demos un argumento creíble a todo esto, y yo la verdad, también siento curiosidad.

- ¿Realmente quieres saber de qué va todo esto? ¡No te va a gustar! Por eso tuve que acumular favores para que me acompañaras, si te hubiera contado la verdad no hubieras accedido.

- Ya no es por mí, quizás hubiera preferido no saber nada, en realidad me lo pasé fenomenal, pero creo que a la otra chica hay que darle algún tipo de explicación, bueno para que te voy a engañar, si al final me pescas todas, quiero darle una explicación porque quiero quedar bien con ella y no voy a profundizar más en el tema por ahora ¿entendido?

- Entendido. Pero si pudieras hablar con ella y rogarle que mantuviera la farsa hasta mañana, yo te prometo que os explicaré.

Me encantó la idea de posponer la intriga hasta mañana, así mantendría la expectación con ella un día más. Ahora solo faltaba que ella aceptase.

Me costó encontrar una excusa para sentarme en la mesa donde estaba y más me costó poder hacerle una señal para que fuera al baño y poder hablar con ella.

- Te he echado muchísimo de menos, no podía mirarte, ¿tú has reparado en lo tremendamente espectacular que estás? Bueno, al grano, ¿Qué te ha dicho Jaime?

- Me ha pedido por favor que mantengamos la farsa por hoy y que mañana nos explica todo con pelos y señales. Yo le he dicho que lo que tu decidas y por eso quería hablar contigo. ¿Qué le digo?

- No depende de mí, depende de ti.

- ¿Cómo?

- Solo le haré el favor si tú te vienes conmigo esta noche. Cuando sepas la respuesta me la comunicas, se que el chantaje no es la mejor manera de conseguir algo pero espero (me sujetó por la cintura y acercó sus labios a mi oreja) que la oferta te parezca tan tentadora que no lo tengas en cuenta (me besó en la mejilla y se marchó hacia la terraza)

¿Cómo es posible que un corazón se pueda acelerar tanto sin infartar? Me serené un poco, me mojé las sienes y las muñecas y fui al encuentro de Jaime para decirle que le concedíamos el favor.


LA CENA – 05


Amalia vivía muy cerca de mi casa, una zona muy céntrica de Madrid con viviendas antiguas que prácticamente todas han sido restauradas, vivía en un pequeño apartamento en un tercero sin ascensor. Tardamos unos quince minutos en llegar arriba, creo que nos besamos en cada uno de los escalones y nos recreamos mientras intentaba abrir la puerta sin mirar a la cerradura porque tenía los ojos, la boca y la otra mano muy ocupados en mi persona.

Entramos atropelladamente, parecíamos un elefante en una cacharrería, creo que los últimos cócteles de la cena se nos subieron un poquito a la cabeza. Me fue guiando a tropezones hasta caer sobre la cama.

- Mañana te enseño el apartamento, ahora quiero enseñarte otras cosas…

Me gustó su cama con ella dentro, desnuda ganaba aún más, estaba muy morena y contrastaba su cuerpo con las sabanas blancas y era una auténtica experta, me controló desde el principio, me modeló, me venció.

Amanecí eufórica, me sentía feliz, algo en esa casa me hacía sentir como en la mía, estaba cómoda. Miré a Amalia desnuda, hermosa y me volví a fijar en el colgante que le reposaba sobre el pecho, lo sujeté para verlo mejor y al rozarla se despertó.

- Buenos días belleza, ¿te gusta? Lo compré en Taxco el verano pasado, cuando quieras te lo presto.

- El mío también lo compré en Taxco el verano pasado, en julio, para ser exacta el día dieciséis, el día de mi santo.

- ¡No me lo puedo creer! Ese día estaba también en Taxco. Está clarísimo que estábamos destinadas a encontrarnos, lástima que no fuera en México hemos perdido todo un año. ¡Habrá que recuperarlo!

Volvimos a  amarnos con la misma intensidad que la noche anterior, esta vez más despacio, sin prisas, regodeándonos en cada trocito de piel, su piel tostada olía de maravilla, a esos bronceadores con esencia de coco y me dormí de nuevo exhausta de placer.

- Mela, tu teléfono, se que es el tuyo por que el mío tiene otro tono, jajajajaja.

Era Jaime, ¡el siempre cumpliendo su palabra!, nos invitaba a comer para contarnos el enredo de la cena, quedamos a las dos en punto en un restaurante al que solíamos ir a menudo y estaba cerca de mi casa y también de la de Amalia.

Decidí cambiarme de ropa, no era muy apropiado ni el traje largo ni los tacones para esas horas y además no era mi estilo. Amalia se puso un vestido que le sentaba aún mejor que el modelo de la noche anterior, ¡que curvas dios! nos acercamos a mi casa a tan solo cinco minutos y opté por unos vaqueros ajustados (Que para que engañarnos me sientan muy bien) y una camiseta de tirantitos del mismo tono azul.
  
LA CENA – 06
  
Nos soltamos de la mano justo antes de entrar en el restaurante, no queríamos que fuera tan evidente para Jaime, yo ya le había contado a Amalia toda nuestra historia (amor/odio/amistad) y ya habría tiempo de darle explicaciones, ahora, nos las debía él a nosotras.

Jaime nos esperaba en nuestra mesa preferida. Un cruce de miradas con él y ya supe que sospechaba algo sobre nosotras… en fin, nunca he podido engañarle.

- Hola guapetón, te presento a Amalia, está tan intrigada como yo en saber que estaba pasando anoche, además es periodista por lo que su curiosidad es ya una deformación profesional.

- Encantado Amalia, es un placer, anoche apenas hablamos. Enseguida os cuento de qué iba todo. Me he tomado la libertad de pedir, con Mela se que acierto pero a ti ¿te gusta el marisco?

- Me encanta, mis abuelos maternos eran gallegos y veraneé muchos años allí, ser gallego y no gustarte el marisco es pecado mortal.

Brindamos con un buen albariño, trajeron una bandeja repleta de una gran variedad de marisco y mientras Amalia y yo nos esmerábamos en pelar y desmembrar toda aquella fauna Jaime comenzó a relatar.

- Los cinco varones de la cena de ayer fuimos compañeros de un internado en Suiza durante más de ocho años, éramos los cinco únicos españoles y con excepción de Ricardo que era un año menor, íbamos todos al mismo curso. No es que fuera casualidad que los españoles fuéramos al mismo curso es que nuestros padres eran amigos y decidieron entre ellos enviarnos juntos.
Ese es el antecedente inicial, luego en el colegio empezaron las apuestas, se convirtió en algo obsesivo para todos nosotros, competíamos por todo, por las cosas más ridículas, hasta que a uno de nosotros se le ocurrió que para no estar todo el día peleados sería bueno que hiciéramos tan solo una competición anual, una importante y preparada y que tuviera un premio suculento.
¿Conocéis la película la cena de los idiotas? Pues si, más o menos se trata de eso cada año. Quién lleva a la cena al más idiota, al más feo, al más drogado, al más borracho, al de mayor sueldo, al de mejor posición política, etc…

Nuestra cara debía de ser un poema porque Jaime se empezó a incomodar, sabía que no aprobaría semejante bajeza y por la cara de Amalia estaba tan indignada como yo.

- Mejor no sigas -dijo Amalia - creo que no quiero saber de qué se trataba este año.

- ¿Cómo que no? Yo sí que quiero saberlo - Dije elevando un poco la voz y con tono de gran enfado

- ¡Al toro por los cuernos!, se que os va a sentar mal pero ¡ahí va! … Este año se trataba de llevar a la novia “tenía que ser novia, no valía solo acompañante” más buenorra de la cena.

- ¿Buenorra? -dijimos las dos al mismo tiempo

- ¿Qué compenetradas estáis, no? - guiñándome el ojo mientras lo decía

- No cambies de conversación y explícate.

- Buenorra, tía buena, macizorra… Persona que tiene buen tipo o un físico atractivo.

- ¿Y cómo se decide quién gana? - Preguntó Amalia intrigada

- Hay un sistema creado desde el principio bastante democrático que no os voy a revelar como es.

- Menuda pandilla de tramposos sois, al menos dos de vosotros estabais mintiendo y tú, Jaime, por qué ese empeño en llegar tarde.

- Todo lo contrario, me era imposible llegar a la hora y una de las reglas dice que el que se retrase por motivos laborales o familiares queda fuera de concurso, pero nada dice de accidentes de tráfico.

Nos reímos un rato los tres, se suavizó la tensión y Jaime acabó sonsacándonos y descubriendo la atracción entre nosotras. Luego nos reímos contándole la anécdota de la confusión de iphones. Me gustó que Amalia y él se llevaran bien y me encantó como se desenvolvía en mi ambiente, el de verdad.

Hicimos planes para comer juntos el siguiente fin de semana y Jaime tras pagar la cuenta se excusó por que debía ir a ver a alguien. Yo me alegré de que nos dejara solas. Toda la tarde del sábado para dedicársela.

Hicimos compras, fuimos al cine, cenamos, durmió en mi casa, fuimos el domingo a comer a un pueblito de la sierra, regresamos tarde y decidimos cenar en su casa, y así hubiéramos seguido toda la semana, pero pensamos que debíamos frenar un poco e ir más despacio, no saturarnos, tomarlo con calma.

Parecía que me iba al fin del mundo, no quería terminar ese beso, parecía el último como si no fuese a haber más, era el beso, el primer beso de despedida que le daba, cuando por fin pude separarme y comencé a bajar las escaleras me gritó.

- ¡Mela! ¿Podrías darme el número de teléfono de Jaime?

- Por supuesto -y se lo di un tanto intrigada, pero no le pregunté

- ¡Espera un momento! - marcó el número de Jaime, esperó unos segundos - Jaime, soy Amalia, ¿Podrías decirme quién ganó el concurso? - se me hizo eterno el silencio hasta que colgó - ¡Completamente injusto! – Exclamó - ¿Quién coño era Santiago y quién la buenorra de Laura?

Nos reímos a carcajadas durante un rato, dejó la puerta abierta y bajó las escaleras para besarme y decirme susurrando.


- Tenía completamente claro que eras tú la ganadora, mi amor.

- Pues yo pensaba que eras tú.

Y mientras volvía a besarla como si fuera el último beso una ráfaga de viento cerró la puerta estrepitosamente. Las carcajadas siguieron durante varios minutos. No tuvo más remedio que dormir en mi casa, en otro momento llamaríamos al cerrajero. 

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