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Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 18

Buen día amigxs, gracias por todos los que aún siguen la historia, de a poco se acerca el final, disfruten del siguiente capítulo y cuídense mucho n_n


CAPÍTULO 18 VERDADES II

Natsuki caminaba despacio por los pasillos del castillo, en su mano cargaba el casco en forma de lobo con algunas manchas oscuras de sangre,  se siente agotada, arrastraba sus pasos por el suelo calizo, entre enfrentar maleantes y criaturas mágicas su energía ha sido restada lo suficiente para sentir que podría desmayarse en cualquier momento, los soldados la siguen de cerca, algunos están heridos, los que no, ayudan a sus compañeros a moverse, la observan de reojo en el momento en el que ella se detiene enfrente del salón principal del trono donde su padre la esperaba, para ellos no era un secreto su identidad, en medio de la batalla habían sido testigos de su larga melena oscura escapando de la prisión de su casco cuando este fue golpeado por uno de los cíclopes con los que batallaban, sin embargo, habían acordado un tácito contrato de silencio resguardando el secreto del verdadero Arc Adamante, más aún, cuando fue ella la que les salvó la vida en unas cuantas ocasiones. 

―Ha sido un honor blandir mi espada junto a la suya, estoy agradecida. Vayan a descansar, les enviaré a los curanderos para que cuiden de sus heridas, y tendrán dos días libres en memoria de esta proeza. La boticaria se hará debido a su valor, muchas gracias...― Su voz áspera resonó en aquel lugar, pero para aquellos hombres aquello había sonado más a una gran alabanza de agradecimiento, se irguieron orgullosos y se inclinaron ante ella para luego seguir su camino hasta el edificio de la caballería.
La pelinegra suspiro al tiempo que extendía la mano para empujar la puerta, un pequeño informe y podría ir a descansar, entró en la estancia donde su padre se encontraba sentado en el trono, la observó con el ceño fruncido, sorprendido por lo desaliñada que se le veía. Pese a eso se le veía en mejor estado que a Arashi tras su retorno, salvo que la sangre seca en sus atuendos no exponían por quien fue vertida y temía que algo de la suya lo fuera.
―Hija… ¿te encuentras bien?― El monarca descendió por las pequeñas escalas hasta quedar frente a ella, sus ojos grises la examinaron con preocupación, recuerdos de su niñez inundaron su mente, era la misma manera en la que la miraba cuando se caía de algún árbol o cuando le mordió el perro cierto día.
―Los impuestos han sido recuperados y ahora mismo están siendo escoltados a las bóvedas reales― El tono frío de su voz le hizo comprender al mayor el enojo y el dolor que ahora mismo llenaba su interior.
―Gracias Portadora del tesoro, has demostrado ser muy capaz de usarlo en batalla, me enorgulleces...― Sonrió complacido. El monarca posó ambas manos sobre los hombros acorazados de la menor. ―Lady The Lark aguarda en tus aposentos, si es que aun dudas de mi palabra... Tal vez, ella pueda hacerte olvidar muchacha, esa es la misión de su vida y mi regalo para tí.
―Si...bueno, eso no quiere decir que vayas a darme el derecho del primero ¿o sí padre? Yo no quiero menos que eso... con o sin la graciosa amatista, mi amado pueblo requiere un sucesor más adecuado; supe que Arashi sobrevivió sólo porque huyó como un cobarde de la batalla y dejó expuestos a los hombres... Su flaqueza puede ser el principio de confabulaciones para nuestra caída y una dinastía es tan fuerte como el eslabón más débil de su cadena, padre― Sin esperar alguna respuesta se dio la vuelta para buscar su habitación, la armadura le pesaba y necesitaba un baño, lo que no esperaba era encontrarse en la entrada a la princesa de Tsu. Se detuvo a un metro de ella, su respiración contenida en sus pulmones con el ardor de sus costillas magulladas, las palabras de su padre resonaron en su mente, “espera el hijo de otro hombre”, tensó la mandíbula en el momento en el que la castaña abría sus labios, ―Buenos días y hasta pronto, princesa, el honor de su esposo, yo lo he vengado... Si me disculpa debo atender mis propias heridas― Murmuró antes de que pronunciara alguna palabra, Natsuki paso a su lado ignorando por completo la expresión dolorida de la hermosa castaña, apenas el sonido de los metales de la armadura en movimiento lleno el silencio en el espacio, luego el de la puerta al ser abierta desde el interior.
―Bienvenida su alteza― la voz dulce de Miyu la recibió, los ojos verdes observaron los sangría sin emoción alguna, en su mente no podía evitar recordar otros que añoraba, espero a que la puerta se cerrará y se detuvo en medio de la estancia ―¿Tu hiciste la prueba Miyu o fue tu padre?―
―Fui yo, mi señora...― La de cabellos plateados se sintió incomoda ante la pregunta.
―¿Cabe la posibilidad de que cometieras un error?― sus cabellos cobalto se deslizaron por su espalda en el momento en el que dejó caer el peso de su cabeza hacia adelante.
―No, alteza... use la orina, también la sangre de la princesa... ambos procesos expusieron el mismo resultado― era incapaz de moverse, sentía la tensión en el ambiente.
―Tienes...― Trago saliva, luego dejó caer el casco sin reparos y tomó la jarra de agua miel para aplacar la sed, tanto como la pena que ascendía hasta su pecho. ―¿Tienes idea de cuando pudo darse... el momento en que ella quedara encinta?―Bebió otro sorbo del líquido ámbar.
―Tal vez 3 o 4 semanas, Alteza― La condesa cerró los ojos tratando de recordar la información.
―Un tiempo improbable para que el padre fuera... mi hermano― Tensó la mandíbula. ―Un tiempo en el que juraba ella era solo mía― Sonrió con una mueca casi desgarradora. ―Ahora entiendo porque son tan viles... Los señores no aman a sus mujeres, si de ellas no viene algo más que la traición y la amargura ¿Porque amar a quien puede sin ningún reparo entregarse a cuánto imbécil se le cruza por el camino?― Dio un sorbo aún más abundante que el anterior sin siquiera preocuparse de un vaso. ―Y yo me lo creí, yo... la amé más que a nada en el mundo. Mataría a mi hermano por ella...
La cruda admisión de su sentir por la hija de Tsu, hizo arder la ira cuya flama soporto su espada en pos del enemigo, se levantó abruptamente y miró a la silenciosa mujer de platinada cabellera. ―Retira mi armadura por favor, Condesa de Lark―
La mujer obedeció silenciosa y diligentemente, cada pieza dejada con cuidado en el baúl. ―Informaré a un sirviente para que la vuelva a brillar y este perfectamente limpia. 
―¿Conoces de algún caso como este? Es.. posible siquiera que yo fuera...― Ni siquiera pudo completar la frase antes de ver rota su voz.
―No se ha visto en los Kruger, nunca... Alteza. ¿Posee usted magia o... tiene un miembro viril ahí debajo?― La condesa se detuvo un momento al tiempo que posaba sus ojos más abajo de la cintura de la princesa.
―Me temo que no... ninguna de las dos cosas. Y mi magia no es de ese tipo, solo funciona con el tesoro de la familia― no pudo evitar un leve sonrojo al sentir la mirada escrutadora de su acompañante.
―En ese caso es... inviable pensar que sea suyo, mi señora―
―Lo imaginé, sería demasiado bueno para ser verdad... y nada tan maravilloso podría pasarme a mí...― Levantó la jarra de nuevo y esta vez la dejó casi vacía sobre la mesa.
―Eso le hará daño, princesa. 
―No más que ella... no más que ella Miyu.― Se levantó, se quitó el chaleco, la camisa dejando a la vista el hermoso torso tan divinamente trabajado, apenas las vendas ocultaban las formas del pecho femenino de la Kruger. ―Pero no necesito un miembro aquí para complacer a una mujer.― Retiró el cinturón de sus pantalones, dejando a un lado su espada sobre la mesa. ―Es hora Condesa, de que cumplas tu propósito, esta vez te dejaré llegar hasta el final y no opondré mis manos a tu contacto.― Eliminó la distancia entre las dos, notando que era más alta que la galena atrapó su barbilla y plantó sus labios sobre los cerrados de Greer. ―Desnúdate, y déjame verte... No apagues ni una sola lámpara. Quiero recordar en todo momento que eres otra mujer.
La hija de Kyosuke obedeció sin demora a su princesa, no sin su colaboración, el nudo en la espalda le costó un poco deshacerlo, pues la bebida estaba comenzando a hacer efecto. Cuando la prenda cayó al suelo, la pelinegra pudo notar que la figura de la mujer tenía proporciones semejantes a las de Shizuru, cosa que solo hizo doler más su memoria. ―Eres una mujer... muy hermosa, Miyu... haré mi mejor esfuerzo para complacerte.
―Gracias, alteza.
―Gracias a ti, que de todas las mujeres que conozco has sido la más honesta.― Inclinó la cabeza y volvió a besarla, no tenía en mente vengarse lastimando a Miyu, quería olvidar y pensar por una vez que el consejo de su padre sobre sacar esa espina fuera útil, casi rogaba a los dioses porque así fuera. Desplazó a la doncella hasta llegar al borde de la cama y la deslizó gentilmente sobre el acolchado, la acarició, besó y desnudó por completo, sus manos alcanzaron los gráciles pechos de la dama quien no pudo evitar algún estremecimiento, salvo porque la flama de su pasión parecía ausente. Natsuki estaba extrañada por la falta de fogosidad que la mujer hubo derrochado el primer día. ―Hoy estás siendo tímida srta. Greer.
―Perdone Alteza.
―Entonces, ¿no te agrado lo suficiente? ¿Preferirías a un hombre en vez de mí, Miyu?― Solo eso le faltaría, había sido vilmente reemplazada por uno y con ello los cristalinos de sus ojos amenazaban con diluviar.
―No, estoy más cómoda con la figura femenina. Usted también es muy hermosa, mucho más que su hermano o cualquier caballero del castillo.
―Entonces porque repentinamente estás siendo apática, casi casi lo hicimos con ropa el otro día. Diría mas que tú a mí para ser honesta.
―No lo sé, una disculpa... Alteza.― Dicho eso la de ojos rojizos se tornó un poco más participe del encuentro, aunque aquello le generará una extraña sensación de culpa, de incorrecto.
Ya estaban desnudas y Natsuki en breve se acomodaría entre sus piernas, para rozar sus lugares más íntimos cuando la imagen de otra mujer acudió a los pensamientos de la curandera, la noche que había pasado con Mai se tornaba más vivida y por alguna razón desconocida su corazón dolió.  Pese a lo que hasta ese momento habían compartido y teniendo en cuenta que la Kruger era cuidadosa con ella, Miyu no evito sentir un impulso intenso de repulsión en cuanto sintió la cadera de aquella mujer acoplarse con la suya. ―No alteza...― Murmuró entre dientes, cuando la boca de la otra mordía su cuello.
―¿Estás bien?― La guerrera se apartó un poco temerosa de haber herido la piel cremosa de la joven y se asustó al ver las lágrimas en sus ojos, sus manos sobre su rostro. ―¿Te he lastimado Miyu? Te prometo que fue un roce con los dientes y no dejará marca... tal vez es un lugar sensible o... ¿no estás lista para tu primera ocasión?― La tomó por las muñecas para verla mejor cuando oyeron el sonido del cerrojo abriéndose y con ello la Kruger se irguió hasta quedar a horcajadas sobre la otra mujer, cuando unos ojos violáceos y una pelirroja cabellera asomaron casualmente desde el otro lado de la puerta. 
―Hey Natsuki me dijeron volviste y...― Se paralizó al contemplar la escena.
La expresión fácil de Mai nunca se mostró tan espeluznante como en esa ocasión y eso que Arashi era experto en arruinar el buen humor de Tokiha, así que había visto de todo en su cara a lo largo de los años. Esmeralda y lila se encontraron, entonces un sollozo de Miyu detonó el inicio del fin del mundo.
―No... No... No es lo que parece. Miyu... Miyu ¿Porque lloras? No te mordí tan fuerte ¡lo juro!
Lo siguiente que supo Natsuki al volver la mirada sobre su mejor amiga desde la infancia, es como un jarrón azul y blanco le venía encima a la velocidad del rayo, luego todo fue noche y estrellas.

Al día siguiente y con la cabeza vendada, la pelinegra se movía de un lado a otro en el jardín. La idea de un desayuno picnic para evadir la presencia de cierta castaña fue de entre todos sus infortunios la única cosa buena. ―Enfrenté un Trol, una banda de criaturas espeluznantes y un grupo de mercenarios... Ellos apenas pudieron rasguñarme, pero mi mejor amiga pudo romperme la cabeza con un florero porque estaba intentando disfrutar de la compañía de mi concubina. El mundo en serio es perfecto estos días― Se cruzó de brazos y miró acusatoriamente a Mai. ―Y entonces si entiendo bien hiciste eso... No, no sé porque hiciste eso ¿Me explicas?― Aunque tenía la misma mueca de reproche para Miyu, las dos mujeres estaban sentadas bajo aquel templete muy silenciosas aquella mañana.
―Cualquiera en mi posición hubiera pensado lo mismo... estabas desnuda sobre ella, le sostenías las muñecas, y ella lloraba... eso me rompió el corazón, pensé... Pensé lo peor. Lo siento Natsuki.
―Y yo soy capaz de semejante abominación... ¿Eso piensas de mí? ¡Dioses!― Retomó su andar disgustado yendo y viniendo, casi podría hacer una zanja en el suelo. ―Ella no se negó en ningún momento, ¿cómo iba a saber que no quería si casi me come entera ese día?
―Una mujer puede cambiar de opinión ¿No?
―Sí, y yo ya debería saber que todas cambian de opinión como de ropa interior y de amante también.― Las miró, era evidente ahora, la mirada entre las dos mujeres. ―Me parece que en este y cada triángulo amoroso que hay, sobro yo.― Tenso la mandíbula. ―Lo que has hecho Mai sería castigado seriamente, pero diremos que fue parte de las lesiones de la batalla. Miyu, dirás por ahí que fui yo quien... tomó tu virtud, así si decides desposarte con alguien en el futuro... nadie tendrá ningún reproche para ti.― Suspiró.
―Natsuki... Yo... Lo lamento, pero no entiendo nada de esto ¿Porque quisiste acostarte con Miyu? ¿No se supone que amas a Fujino?― La mueca de la Kruger y la expresión preocupada de Greer anticipo toda la información para la pelirroja. ―Dioses... ¿lo sabe?
La ira de la pelinegra alcanzó nuevas alturas. ―Tú lo sabías y al parecer no dijiste nada. Hermoso, ahora todos me traicionan, incluso tú.― Cerró los puños llena de rencor y le dio un puñetazo a la columna la cual siendo de madera se estremeció. ―¿Saben qué? Conseguiré otra prometida. Las liberó a las dos para que terminen de adornarme la frente de alce que tengo ahora mismo y no vuelvan a acercarse a mí, ninguna de las dos... jamás.
No quería saber de nada más, salió de allí presurosa intentando evitar la proximidad de cualquiera; evidentemente su problema con las mujeres tenía mucho que ver con el hecho de que fueran más aventajadas o expertas que ella. Mai había tenido tiempo de sobra para aprender los secretos del placer y Arashi nunca escondió sus afirmaciones sobre lo increíble que era en la cama, por más que le disgustara escucharlo. Miyu era una mujer conocedora del cuerpo humano, lo que no supiese por la práctica lo supo en teoría y luego Mai 'la cambia bandos' Tokiha seguramente le dio oportunidad de probar, ya con eso Greer ni siquiera se animó a tocarla.
Y Shizuru, como le dolía en ese momento, era la madre del engaño y la mentira. Debió saberlo, cuando le dijo que si a una pantomima a cambio de una carta blanca, le había vendido el alma a uno del averno creyendo que una mujer como ella la amaría. No se dio cuenta por donde iba o como sus ojos habían desbordado en lágrimas, veía borroso, caminando, corriendo y queriendo atravesar el laberinto del jardín para llegar a un lugar en el que nadie la molestara. Dio un giro en la esquina llegando exactamente al centro cuando se encontró de frente con alguien, vio unos ojos hechos de fuego y el cabello negro de una mujer conocida antes de chocar, por lo que extendió la mano agarrando por la cintura a la joven y se aseguró de poner su cuerpo entre ella y el suelo.
Nina Wong vio de cerca el rostro del Diamante de Plata, sus ojos cerrados y el ceño fruncido. Aun así, era lo más cerca que había estado de nadie como para poder notar que la joven era en realidad odiosamente hermosa. Deseando levantarse puso sus manos a cada lado, después de notar que originalmente las tenía sobre el pecho de la otra, aparentemente inconsciente. Pero no era así, se quedó inmóvil en el instante en el que cierto par de esmeraldas estuvieron a la vista y la contemplaron. 
―Se encuentra bien ¿Alteza?― Cuestionó preocupada al ver como el vendaje se tornaba un poco sanguinolento.
―Como si me hubiera atropellado una carroza, Lady Wong.
Se levantó presurosa. ―¿Cómo se atreve? Yo no peso... tanto― Anuncio indignada la duquesa. Pronto recordó porque le caía tan mal el príncipe, es decir, la princesa... En fin, aquellos dos imbéciles con corona.
―Es... usted una pluma, yo me refería a mis desafortunadas circunstancias anteriores.― Sonrió con desgana, antes de ponerse en pie no sin un mareo, que esta vez Nina anticipó sosteniendo a la princesa por el hombro y la cintura. ―Gracias... no quiero desmayarme aquí.
―No pasará, princesa.― Continuó ofreciendo soporte hasta que llegaron fuera del laberinto con la guía de Kruger.
―Gracias, por la ayuda. No olvidaré tu gentileza Duquesa Wong― Tomó asiento junto a la fuente de la entrada. ―Si buscas a la princesa Fujino, seguramente esté en el desayuno con su esposo.
La pelinegra más joven estuvo por marcharse en busca de su querida prima, salvo porque notó que Natsuki no la seguía. ―No viene... ¿Alteza?
―Preferiría empalarme a mí misma, sería una linda brocheta.― Que sonrisa torcida fue aquella, y con ello la ojiverde bajó la cabeza cansada mientras un hilo de sangre bajaba por su ceja. ―No por ti... por ellos Wong. Tú me caes mejor que todos en este... maldito lugar.
―Delira al parecer, permítame llevarla con el doctor...
―No quiero ver a ningún Greer, por un tiempo. Mi vida entera, si lo prefieres... No, no sería tanto tiempo. Solo... solo necesito una batalla digna para morir con algo de honor y así mi hermano tendrá todo, el tesoro... a tu prima, los dos reinos. Todos... todos ganan.
―Guardias... Ayúdenme a llevar a la princesa a sus aposentos.― Ordenó Nina con una autoridad que no admitía negativa alguna. ―Delira... sin duda.
Fue obedecida con prontitud, y pese a no tener en gracia a aquella altiva princesa, Nina no fue capaz de abandonarla a su suerte, o de permitir la presencia de algún Greer cuando parecía aborrecerlos, por propia mano se ocupó de limpiar la herida y cambiar el vendaje, bajo la mirada perdida y poco atenta de Natsuki, quien lucía sin vida o bravura, lo cual le parecía incluso peor a la bella Wong, prefería a la ególatra princesa que la versión sin alma ante sus ojos, traería de vuelta a la idiota de hace un mes si fuera preciso en ese momento.
―¿Qué le pasó?― Pudo más la curiosidad.
―Ella me pasó,― Tragó saliva y no prestó tanta atención al ceño fruncido de Nina. ―Me amenazaste con la idea de que yo la lastimaría y me juré por los dioses que jamás le haría daño, pero tú nunca me advertiste cuánto me destruiría a mí con ese rostro tan bello fingiendo quererme, cuando no era nada para ella.
―Mientes... Mi prima no...
―Está embarazada,― Sentenció para no dar ocasión a excusas, ya no podría soportarlas. ―tendrá un hermoso bebé de la persona que posiblemente ama en verdad.
Nina abrió los labios, y volvió a cerrarlos. ―¿Es de tu hermano?―
―Sería... Lo más fácil para ella y lo menos problemático.― Negó con la cabeza. ―Tiene más de las semanas adecuadas para que eso fuera posible, es... del tiempo en el que nosotras, intimamos y tal vez yo no fui lo suficientemente buena. O solo se forzó a fingir y...― La mataba esa idea, en tal caso ¿que la diferenciaba del violador que Mai creyó ver en ella con el asunto de Miyu? Nada, se dijo a sí misma. ―Tal vez amaba a otra persona, dioses... ¿cómo pudo obligarse a sí misma a estar conmigo?
―Y si fuera suyo, ¿alteza?
―Soy... ¡Soy mujer Wong! Y no nací con nada extra entre mis piernas, no tengo un miembro ahí por más que me gustaría que este bebé fuera mío... yo lo deseo más, mucho más que ese hombre, pero no tengo magia, no soy... nada para ella ¡¿entiendes?!
―¿Y si fuera un desliz?, usted la hizo enojar tanto con Lady de la Fere, también se acostó con la Srta. Tokiha y algunos dicen también que con la nueva Condesa de Lark, no es como que tenga derecho a juzgar a mi prima.
―Ella ha sido la única mujer en mi vida, joven señora.― Suspiró. ―Mai estaba enojada con mi hermano y esparció ese rumor para herir su ego. Ayer confronté a Miyu sobre la revisión de Shizuru, y lo confirmó, su estado de buena esperanza. Me sentí morir y entonces decidí aceptar mi destino, Mai o ella... yo debo desposar a una de las dos y pensé que Greer seria a quien menos le importaría, así que intentamos intimar, pero... ¿He dicho ya que soy un fracaso con las mujeres? Ahora sé que ella y Mai son íntimas, y eso que Tokiha era mi... mi mejor amiga.― Ni siquiera se atrevió a decirlo, sonrió con ironía. ―No hay lealtad en mi vida ¿verdad?, ellas sabían lo de Shizuru y no dijeron nada. Yo pensé que me querría, que yo sería suficiente... pero no, una vez más soy segunda en todo.
Lo entendía, pero aquello le disgustó bastante, por una cosa obvia que Kruger lamiéndose las heridas no podría ver en un tiempo. ―No amas a Shizuru más de lo que tu ego lo haría, ¿Un desliz? ¿O un hombre amado? ¿Eso importa ahora? ¿Puedes pensar por un momento en alguien además de ti?― Frunció el ceño.  ―¿Sabes... que morirá en cuanto se sepa?― Se mordió los labios.
Los ojos verdes temblaron en sus cuencas. ―No... yo no lo permitiría―
―No eres muy realista princesa.― Nina suspiró desencantada de tener que explicarle a la mujer frente a ella las crudezas de la vida. ―Es factible que se haga ver de otra forma, pero créeme que la vanidad de algunos es así de grande. ¿Realmente piensas que un bastardo será tenido en cuenta para la monarquía? Cuando este tipo de desliz viene de la mano de una mujer, el castigo es más que severo. 
Natsuki se irguió con un temor ascendiendo desde su estómago. ―No le harán daño a Shizuru, mi padre me introdujo en esta maraña de engaños con tal de tenerla como futura reina, sin ella no hay Tsu. Cualquier otro escenario implica la guerra o las peores afrentas, si se sabe... no habría un modo de reparar el daño.― Miró a Nina a los ojos donde podía ver la angustia contenida tan solo por su fuerza de voluntad, algo que era admirable sin duda. ―Y mi padre ya lo sabe, dudo que mi hermano quiera hacerse responsable, jamás se ha hecho cargo de nada en su vida. Mucho menos del hijo de otro.
―Entonces se reduce al niño.― Nina Frunció el ceño con las lágrimas amenazando en sus ojos.
―Se desharán de él.― Murmuró Natsuki asimilando todo el panorama. ―¡Sobre mi cadáver! Ninguna madre merece nada semejante, un error o un desliz, un amado en secreto o cualquiera que sea el motivo. Es... es una inocente criatura.
―¿Ayudarás? ¿A pesar de tu ego herido y de la traición que dices que recibiste?
―Ella me ha lastimado, pero saben los dioses que yo hice la promesa de protegerla. No sería mejor que Arashi si dejo que algo les pase.― Suspiró. ―Dolería insoportablemente más su sufrimiento por una pérdida como esa, que mi amargura por su desamor, no puede obligarse a nadie a amar después de todo.
―Bien...― Observó con nuevos ojos a Natsuki, tal vez si amaba lo suficiente a su prima. ―¿Entonces qué haremos?― Tal vez cambiaría de opinión sobre la princesa.
―Bien, pareces confiable... en tal caso, Lady Nina Wong Duquesa de .... ― Posó una rodilla en el suelo y se quitó el anillo de la mano para tener algo que dar y que fuera digno. ―¿Te casarías conmigo?
La morena se sonrojó a más no poder, había cierto encanto en la propuesta, luego reaccionó. ―¿Qué estás loca? O en verdad estás delirando una vez más.
―Es la única solución que tengo, 
―¿Cómo diablos esto es una solución Kruger?― Le saltaba una ceja entre la ira y la desconfianza. ―Nada tiene que ver con mi prima o mi sobrino.
―Te equivocas,― Dijo con seriedad y poniéndose de pie. ―Necesito una esposa, mi lady... Yo soy la primogénita y obtuve el tesoro como prueba de ello. Pero solo por mis nupcias vendrán aliados con los que podré solicitar genuinamente el derecho al primero, luego gobernaremos y protegeremos a Shizuru y a su hijo.
―¿Derrocarás al Rey? Tu padre―
―Para él no soy más que un peón, prefiere dejar a mi gente en las manos de este negligente idiota de Arashi, entonces no le debo nada y mucho menos si intenta algo contra una inocente criatura.
Nina no dijo más, asintió simplemente tomando el anillo y acomodándolo en el dedo correcto. ―Si mientes, algún día cuando menos lo esperes, te mataré.
No esperaba menos de ella. ―Necesito tu discreción Wong, ya he sido suficientemente la burla de todos, así que no le digas a nadie mi sentir... Si quieres que esto salga bien y ellos sean libres.― Se aproximó al cofre en el que guardaba algunos tesoros personales, sostuvo osito cosido a mano, la única cosa que guardaba de su infancia y que fue obsequio de Saeko, para las veces que no podía dormir por los truenos o la triste separación con su madre, por tratados y otras cosas inherentes a la posición de reina.
―Y... ¿Shizuru?
―Inventa lo que desees, tampoco quiero que se ponga paranoica y afecte al nene. Eso solo haría más factible una posible pérdida― le tendió el muñeco a la pelinegra de ojos magma. ―Esta es mi promesa para ese bebé, un pequeño tesoro de la persona que más he amado… el único amor recíproco de mi vida. Mi madre...― y ante tales palabras, no tuvo más remedio que tomar el objeto con sumo cuidado. pero que no piense que puede seguir jugando conmigo Wong. ―No me malentiendas, no quiero saber nada de ella ni de su amado, solo me interesa que estén bien, ella y el bebé.― Desvió la mirada a otro lado para no delatar los cristales líquidos naciendo en el borde ardiente de sus ojos.
―Es un trato.― Estrechó el osito cerrando para sí misma el acuerdo.
―Entonces feliz día, prometida.― y así le plantó un beso en los labios, suave y cuidadoso que obnubiló a la morena menor.
Por un breve momento. ―Idiota ¿Qué demonios haces?― Se apartó en cuanto la consciencia comprendió las circunstancias que acontecían.
―Lo que los comprometidos hacen, Nina...― Natsuki la miró directa e intensamente, lo cual disparó un escalofrío en la espalda de joven Wong, con sus dedos retiró la humedad que el beso dejo en la parte inferior de sus labios y luego simplemente se devolvió a la cama para descansar. ―Es lo que pasará tarde o temprano Wong. Serás mi futura Reina... y es necesario que crean que somos amantes por el bien de tu familia presente y futura.― Se dio la media vuelta en el lecho y cerró los ojos, rogando porque aquel dolor de cabeza cesare al despertar.
Nina negó disgustada por las atribuciones que la princesa se había tomado, incómoda por el hecho de que su primer beso hubiera sido robado tan burdamente, porque ni en un millón de años sentiría tal agitación por gusto, no quería repetir la experiencia… ni sentir tan desagradable sensación en lugares tan inapropiados con comportamientos más que indignos para una dama de su categoría. Resuelto el pensamiento se marchó raudamente del sitio para buscar a su prima a quien tendría que darle las adecuadas explicaciones para la compleja situación que se advertían en los siguientes días.
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En el despacho del rey...
―¿Acaso piensas que esto es un juego muchacha?― Keinji no daba crédito a lo que acabara de escuchar. Los rostros de los allí reunidos estaban perplejos tras el anuncio de una nueva prometida, escogida esta vez por ella misma para casarse, sin olvidar su propuesta sobre hacer que dicha boda sea doble, junto a la de Arashi y Shizuru.
―No, padre... simplemente elegí un enlace más provechoso para fortalecer el vínculo con nuestros vecinos y aliados.― Murmuró cortando un filete, casi narraba las noticias. ―La Duquesa pertenece a los Wong, una familia con la que no nos hemos tratado desde hace dos siglos... los poseedores de este puerto en el que tanto interés tenemos, tiene la dote adecuada y por si fuera poco es una dama tanto distinguida como hermosa, inteligente y justamente con el tipo de carácter que agrada a todo el que crucé unas palabras con ella.― 
Los modales posiblemente se habían agotado junto a la paciencia, porque al rey le importó poco que la princesa de Tsu no bajara a comer, por consiguiente, Nina optó por llevarle la cena a su prima. Lo cual dio la ocasión para tener la privacidad suficiente, porque incluso Mai desistió respetando un poco la voluntad de Natsuki al menos por un tiempo.
―Dudo de mi buena suerte, hija― Keinji suponía que se trataría de otro capricho, una forma como otras de hacerlo incordiar, aunque los beneficios fueran ciertos y razonables.
―Tuve que sentir la traición para comprender un poco más las cosas, padre.― Volvió la vista sobre su hermano, quien tenía el ceño fruncido y no le había hablado en toda la noche. ―Arashi,― y con ello obtuvo una mirada. ―Yo no he tocado a Mai, ella solo dijo eso para herir tu orgullo dado que la heriste hermano... he comprendido que las mujeres pueden ser vengativas―
―Entonces elegiste a su prima para vengarte, ¿hermana?― Cuestionó con falso interés y más desdén que otra cosa.
―Exactamente... Fujino me traicionó más a mí que a ti―
―¿Y cómo la convenciste...?― No imaginó que la pelinegra tuviese tanta habilidad para conquistar mujeres, y torcerlas de semejante modo.
Desvió la mirada sobre su padre, actuando como los hombres que conocía y aunque se odió un poco por ello, sabía que funcionaría. ―Las más mojigatas suelen ser las que más anhelan la pasión de un amante, así que simplemente le mostré lo que podía tener. Y por lo que yo tomé es claro que no conseguirá un esposo, si es que yo hago alarde de ello… debiste ver su cara cuando me propuse, aquella hermosa ilusión, esta será más obediente, te lo prometo―
―A veces puedes llegar a ser repulsiva― El pelinegro más joven frunció el ceño con visible disgusto. ―Nunca creí que mostrarás tal rostro. ¿Qué pasó con la hermana inocente que tenía?
―Fingí ser tú lo suficiente, para ser tan repulsiva como tú… la diferencia entre los dos, es que ahora cada acto tiene un propósito, Arashi. Y si no he de amar a una mujer, dejaré mi corazón y mi sangre en devoción a mi gente.
―¿Y quién puede creer tantas patrañas?
―¡Ten más respeto por tu hermana Arashi! Ella está sacrificando demasiado en este punto por el reino, algo que ni siquiera tú te has atrevido a hacer― El monarca se acercó hasta la ojiverde y posó ambas manos sobre sus hombros ―En dos días tendremos la celebración de máscaras, allí anunciaremos tu compromiso con la duquesa Wong, por favor ve a tu habitación, ya envié al sastre que está encargado de nuestros trajes.
La pelinegra asintió a modo de respuesta, se levantó, inclinó suavemente la cabeza. ―Gracias, padre… tenías razón sobre la espina, ahora no seré tan idiota para ceder al amor nunca más. Esa debilidad no me alcanzará otra vez― Murmuró la pelinegra para luego girarse en sus talones y caminar hacia la puerta de salida.
―Finalmente, lo ha aprendido. No debes darte al amor por una mujer si quieres acabar con la cabeza sobre los hombros al final del día.
―Entonces, que era madre…― Refutó Arashi, a fin de cuentas, era la única mujer a la cual había adorado tan profundamente que su pérdida los marcó a todos.
―La más querida de todas muchacho, pero a diferencia de cualquier otra. Saeko era la clase de mujer cuyo amor se daba inocentemente, era puro en extremo y encontrar eso en una doncella en estos tiempos, ya no es posible. Shizuru Fujino es astuta y peligrosa, una reina a la que tendrás que someter porque está demasiado interesada en gobernar por sí misma, mucho más que vivir a tu lado como una simple mujer…
―Padre, es absurdo pensar que pueda someter a una poseedora de un tesoro… cuando la mujer en cuestión puede empalarme con una daga a la menor oportunidad.
―Me parece que se requiere una conquista, si eres el casanova que has presumido ser, deberías poder encontrar el modo de llevarla a la cama sin ser apuñalado, ¿o es demasiado grande para ti esta tarea? Sabes que necesitamos un heredero real, alguien con su sangre y la tuya, de esa manera el tesoro de Tsu pasará a nuestras manos… su tierra y todo lo demás. Luego podría ocurrir alguna circunstancia desafortunada en el alumbramiento que te dejará viudo, muchacho.
―Encontraré el modo, a fin de cuentas, no será tanto el tiempo que deba tolerar a esa caprichosa princesa.
Un asentimiento del más viejo fue suficiente aprobación para Arashi, porque él podía ser encantador, si lo deseaba
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1 comentario:

  1. Hola señorita, muchas gracias por compartir tu historia. Pendiente del siguiente capítulo.

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