Buen día amigxs, gracias por todos los que aún
siguen la historia, de a poco se acerca el final, disfruten del siguiente
capítulo y cuídense mucho n_n
CAPÍTULO 18 VERDADES II
Natsuki caminaba
despacio por los pasillos del castillo, en su mano cargaba el casco en forma de
lobo con algunas manchas oscuras de sangre, se siente agotada, arrastraba
sus pasos por el suelo calizo, entre enfrentar maleantes y criaturas mágicas su
energía ha sido restada lo suficiente para sentir que podría desmayarse en
cualquier momento, los soldados la siguen de cerca, algunos están heridos, los
que no, ayudan a sus compañeros a moverse, la observan de reojo en el momento
en el que ella se detiene enfrente del salón principal del trono donde su padre
la esperaba, para ellos no era un secreto su identidad, en medio de la batalla
habían sido testigos de su larga melena oscura escapando de la prisión de su
casco cuando este fue golpeado por uno de los cíclopes con los que batallaban,
sin embargo, habían acordado un tácito contrato de silencio resguardando el
secreto del verdadero Arc Adamante, más aún, cuando fue ella la que les salvó
la vida en unas cuantas ocasiones.
―Ha sido un honor
blandir mi espada junto a la suya, estoy agradecida. Vayan a descansar, les
enviaré a los curanderos para que cuiden de sus heridas, y tendrán dos días
libres en memoria de esta proeza. La boticaria se hará debido a su valor,
muchas gracias...― Su voz áspera resonó en aquel lugar, pero para aquellos
hombres aquello había sonado más a una gran alabanza de agradecimiento, se
irguieron orgullosos y se inclinaron ante ella para luego seguir su camino
hasta el edificio de la caballería.
La pelinegra suspiro
al tiempo que extendía la mano para empujar la puerta, un pequeño informe y
podría ir a descansar, entró en la estancia donde su padre se encontraba
sentado en el trono, la observó con el ceño fruncido, sorprendido por lo
desaliñada que se le veía. Pese a eso se le veía en mejor estado que a Arashi
tras su retorno, salvo que la sangre seca en sus atuendos no exponían por quien
fue vertida y temía que algo de la suya lo fuera.
―Hija… ¿te encuentras
bien?― El monarca descendió por las pequeñas escalas hasta quedar frente a
ella, sus ojos grises la examinaron con preocupación, recuerdos de su niñez
inundaron su mente, era la misma manera en la que la miraba cuando se caía de
algún árbol o cuando le mordió el perro cierto día.
―Los impuestos han
sido recuperados y ahora mismo están siendo escoltados a las bóvedas reales― El
tono frío de su voz le hizo comprender al mayor el enojo y el dolor que ahora
mismo llenaba su interior.
―Gracias Portadora
del tesoro, has demostrado ser muy capaz de usarlo en batalla, me
enorgulleces...― Sonrió complacido. El monarca posó ambas manos sobre los
hombros acorazados de la menor. ―Lady The Lark aguarda en tus aposentos, si es
que aun dudas de mi palabra... Tal vez, ella pueda hacerte olvidar muchacha,
esa es la misión de su vida y mi regalo para tí.
―Si...bueno, eso no
quiere decir que vayas a darme el derecho del primero ¿o sí padre? Yo no quiero
menos que eso... con o sin la graciosa amatista, mi amado pueblo requiere un
sucesor más adecuado; supe que Arashi sobrevivió sólo porque huyó como un
cobarde de la batalla y dejó expuestos a los hombres... Su flaqueza puede ser el
principio de confabulaciones para nuestra caída y una dinastía es tan fuerte
como el eslabón más débil de su cadena, padre― Sin esperar alguna respuesta se
dio la vuelta para buscar su habitación, la armadura le pesaba y necesitaba un
baño, lo que no esperaba era encontrarse en la entrada a la princesa de Tsu. Se
detuvo a un metro de ella, su respiración contenida en sus pulmones con el
ardor de sus costillas magulladas, las palabras de su padre resonaron en su
mente, “espera el hijo de otro hombre”, tensó la mandíbula en el momento en el
que la castaña abría sus labios, ―Buenos días y hasta pronto, princesa, el
honor de su esposo, yo lo he vengado... Si me disculpa debo atender mis propias
heridas― Murmuró antes de que pronunciara alguna palabra, Natsuki paso a su
lado ignorando por completo la expresión dolorida de la hermosa castaña, apenas
el sonido de los metales de la armadura en movimiento lleno el silencio en el
espacio, luego el de la puerta al ser abierta desde el interior.
―Bienvenida su
alteza― la voz dulce de Miyu la recibió, los ojos verdes observaron los sangría
sin emoción alguna, en su mente no podía evitar recordar otros que añoraba,
espero a que la puerta se cerrará y se detuvo en medio de la estancia ―¿Tu
hiciste la prueba Miyu o fue tu padre?―
―Fui yo, mi
señora...― La de cabellos plateados se sintió incomoda ante la pregunta.
―¿Cabe la posibilidad
de que cometieras un error?― sus cabellos cobalto se deslizaron por su espalda
en el momento en el que dejó caer el peso de su cabeza hacia adelante.
―No, alteza... use la
orina, también la sangre de la princesa... ambos procesos expusieron el mismo
resultado― era incapaz de moverse, sentía la tensión en el ambiente.
―Tienes...― Trago
saliva, luego dejó caer el casco sin reparos y tomó la jarra de agua miel para
aplacar la sed, tanto como la pena que ascendía hasta su pecho. ―¿Tienes idea
de cuando pudo darse... el momento en que ella quedara encinta?―Bebió otro
sorbo del líquido ámbar.
―Tal vez 3 o 4
semanas, Alteza― La condesa cerró los ojos tratando de recordar la información.
―Un tiempo improbable
para que el padre fuera... mi hermano― Tensó la mandíbula. ―Un tiempo en el que
juraba ella era solo mía― Sonrió con una mueca casi desgarradora. ―Ahora
entiendo porque son tan viles... Los señores no aman a sus mujeres, si de ellas
no viene algo más que la traición y la amargura ¿Porque amar a quien puede sin
ningún reparo entregarse a cuánto imbécil se le cruza por el camino?― Dio un
sorbo aún más abundante que el anterior sin siquiera preocuparse de un vaso. ―Y
yo me lo creí, yo... la amé más que a nada en el mundo. Mataría a mi hermano
por ella...
La cruda admisión de
su sentir por la hija de Tsu, hizo arder la ira cuya flama soporto su espada en
pos del enemigo, se levantó abruptamente y miró a la silenciosa mujer de
platinada cabellera. ―Retira mi armadura por favor, Condesa de Lark―
La mujer obedeció
silenciosa y diligentemente, cada pieza dejada con cuidado en el baúl.
―Informaré a un sirviente para que la vuelva a brillar y este perfectamente limpia.
―¿Conoces de algún
caso como este? Es.. posible siquiera que yo fuera...― Ni siquiera pudo
completar la frase antes de ver rota su voz.
―No se ha visto en
los Kruger, nunca... Alteza. ¿Posee usted magia o... tiene un miembro viril ahí
debajo?― La condesa se detuvo un momento al tiempo que posaba sus ojos más
abajo de la cintura de la princesa.
―Me temo que no...
ninguna de las dos cosas. Y mi magia no es de ese tipo, solo funciona con el
tesoro de la familia― no pudo evitar un leve sonrojo al sentir la mirada
escrutadora de su acompañante.
―En ese caso es...
inviable pensar que sea suyo, mi señora―
―Lo imaginé, sería
demasiado bueno para ser verdad... y nada tan maravilloso podría pasarme a
mí...― Levantó la jarra de nuevo y esta vez la dejó casi vacía sobre la mesa.
―Eso le hará daño,
princesa.
―No más que ella...
no más que ella Miyu.― Se levantó, se quitó el chaleco, la camisa dejando a la
vista el hermoso torso tan divinamente trabajado, apenas las vendas ocultaban
las formas del pecho femenino de la Kruger. ―Pero no necesito un miembro aquí
para complacer a una mujer.― Retiró el cinturón de sus pantalones, dejando a un
lado su espada sobre la mesa. ―Es hora Condesa, de que cumplas tu propósito,
esta vez te dejaré llegar hasta el final y no opondré mis manos a tu contacto.―
Eliminó la distancia entre las dos, notando que era más alta que la galena
atrapó su barbilla y plantó sus labios sobre los cerrados de Greer. ―Desnúdate,
y déjame verte... No apagues ni una sola lámpara. Quiero recordar en todo momento
que eres otra mujer.
La hija de Kyosuke
obedeció sin demora a su princesa, no sin su colaboración, el nudo en la
espalda le costó un poco deshacerlo, pues la bebida estaba comenzando a hacer
efecto. Cuando la prenda cayó al suelo, la pelinegra pudo notar que la figura
de la mujer tenía proporciones semejantes a las de Shizuru, cosa que solo hizo
doler más su memoria. ―Eres una mujer... muy hermosa, Miyu... haré mi mejor
esfuerzo para complacerte.
―Gracias, alteza.
―Gracias a ti, que de
todas las mujeres que conozco has sido la más honesta.― Inclinó la cabeza y
volvió a besarla, no tenía en mente vengarse lastimando a Miyu, quería olvidar
y pensar por una vez que el consejo de su padre sobre sacar esa espina fuera
útil, casi rogaba a los dioses porque así fuera. Desplazó a la doncella hasta
llegar al borde de la cama y la deslizó gentilmente sobre el acolchado, la
acarició, besó y desnudó por completo, sus manos alcanzaron los gráciles pechos
de la dama quien no pudo evitar algún estremecimiento, salvo porque la flama de
su pasión parecía ausente. Natsuki estaba extrañada por la falta de fogosidad
que la mujer hubo derrochado el primer día. ―Hoy estás siendo tímida srta.
Greer.
―Perdone Alteza.
―Entonces, ¿no te
agrado lo suficiente? ¿Preferirías a un hombre en vez de mí, Miyu?― Solo eso le
faltaría, había sido vilmente reemplazada por uno y con ello los cristalinos de
sus ojos amenazaban con diluviar.
―No, estoy más cómoda
con la figura femenina. Usted también es muy hermosa, mucho más que su hermano
o cualquier caballero del castillo.
―Entonces porque
repentinamente estás siendo apática, casi casi lo hicimos con ropa el otro día.
Diría mas que tú a mí para ser honesta.
―No lo sé, una
disculpa... Alteza.― Dicho eso la de ojos rojizos se tornó un poco más participe
del encuentro, aunque aquello le generará una extraña sensación de culpa, de
incorrecto.
Ya estaban desnudas y
Natsuki en breve se acomodaría entre sus piernas, para rozar sus lugares más
íntimos cuando la imagen de otra mujer acudió a los pensamientos de la
curandera, la noche que había pasado con Mai se tornaba más vivida y por alguna
razón desconocida su corazón dolió. Pese a lo que hasta ese momento
habían compartido y teniendo en cuenta que la Kruger era cuidadosa con ella,
Miyu no evito sentir un impulso intenso de repulsión en cuanto sintió la cadera
de aquella mujer acoplarse con la suya. ―No alteza...― Murmuró entre dientes,
cuando la boca de la otra mordía su cuello.
―¿Estás bien?― La
guerrera se apartó un poco temerosa de haber herido la piel cremosa de la joven
y se asustó al ver las lágrimas en sus ojos, sus manos sobre su rostro. ―¿Te he
lastimado Miyu? Te prometo que fue un roce con los dientes y no dejará marca...
tal vez es un lugar sensible o... ¿no estás lista para tu primera ocasión?― La
tomó por las muñecas para verla mejor cuando oyeron el sonido del cerrojo
abriéndose y con ello la Kruger se irguió hasta quedar a horcajadas sobre la
otra mujer, cuando unos ojos violáceos y una pelirroja cabellera asomaron
casualmente desde el otro lado de la puerta.
―Hey Natsuki me
dijeron volviste y...― Se paralizó al contemplar la escena.
La expresión fácil de
Mai nunca se mostró tan espeluznante como en esa ocasión y eso que Arashi era
experto en arruinar el buen humor de Tokiha, así que había visto de todo en su
cara a lo largo de los años. Esmeralda y lila se encontraron, entonces un
sollozo de Miyu detonó el inicio del fin del mundo.
―No... No... No es lo
que parece. Miyu... Miyu ¿Porque lloras? No te mordí tan fuerte ¡lo juro!
Lo siguiente que supo
Natsuki al volver la mirada sobre su mejor amiga desde la infancia, es como un
jarrón azul y blanco le venía encima a la velocidad del rayo, luego todo fue
noche y estrellas.
Al día siguiente y
con la cabeza vendada, la pelinegra se movía de un lado a otro en el jardín. La
idea de un desayuno picnic para evadir la presencia de cierta castaña fue de
entre todos sus infortunios la única cosa buena. ―Enfrenté un Trol, una banda
de criaturas espeluznantes y un grupo de mercenarios... Ellos apenas pudieron
rasguñarme, pero mi mejor amiga pudo romperme la cabeza con un florero porque
estaba intentando disfrutar de la compañía de mi concubina. El mundo en serio
es perfecto estos días― Se cruzó de brazos y miró acusatoriamente a Mai. ―Y
entonces si entiendo bien hiciste eso... No, no sé porque hiciste eso ¿Me
explicas?― Aunque tenía la misma mueca de reproche para Miyu, las dos mujeres
estaban sentadas bajo aquel templete muy silenciosas aquella mañana.
―Cualquiera en mi
posición hubiera pensado lo mismo... estabas desnuda sobre ella, le sostenías
las muñecas, y ella lloraba... eso me rompió el corazón, pensé... Pensé lo
peor. Lo siento Natsuki.
―Y yo soy capaz de
semejante abominación... ¿Eso piensas de mí? ¡Dioses!― Retomó su andar
disgustado yendo y viniendo, casi podría hacer una zanja en el suelo. ―Ella no
se negó en ningún momento, ¿cómo iba a saber que no quería si casi me come
entera ese día?
―Una mujer puede
cambiar de opinión ¿No?
―Sí, y yo ya debería
saber que todas cambian de opinión como de ropa interior y de amante también.―
Las miró, era evidente ahora, la mirada entre las dos mujeres. ―Me parece que
en este y cada triángulo amoroso que hay, sobro yo.― Tenso la mandíbula. ―Lo
que has hecho Mai sería castigado seriamente, pero diremos que fue parte de las
lesiones de la batalla. Miyu, dirás por ahí que fui yo quien... tomó tu virtud,
así si decides desposarte con alguien en el futuro... nadie tendrá ningún
reproche para ti.― Suspiró.
―Natsuki... Yo... Lo
lamento, pero no entiendo nada de esto ¿Porque quisiste acostarte con Miyu? ¿No
se supone que amas a Fujino?― La mueca de la Kruger y la expresión preocupada
de Greer anticipo toda la información para la pelirroja. ―Dioses... ¿lo sabe?
La ira de la
pelinegra alcanzó nuevas alturas. ―Tú lo sabías y al parecer no dijiste nada.
Hermoso, ahora todos me traicionan, incluso tú.― Cerró los puños llena de
rencor y le dio un puñetazo a la columna la cual siendo de madera se
estremeció. ―¿Saben qué? Conseguiré otra prometida. Las liberó a las dos para que
terminen de adornarme la frente de alce que tengo ahora mismo y no vuelvan a
acercarse a mí, ninguna de las dos... jamás.
No quería saber de
nada más, salió de allí presurosa intentando evitar la proximidad de
cualquiera; evidentemente su problema con las mujeres tenía mucho que ver con
el hecho de que fueran más aventajadas o expertas que ella. Mai había tenido
tiempo de sobra para aprender los secretos del placer y Arashi nunca escondió
sus afirmaciones sobre lo increíble que era en la cama, por más que le
disgustara escucharlo. Miyu era una mujer conocedora del cuerpo humano, lo que
no supiese por la práctica lo supo en teoría y luego Mai 'la cambia bandos'
Tokiha seguramente le dio oportunidad de probar, ya con eso Greer ni siquiera
se animó a tocarla.
Y Shizuru, como le
dolía en ese momento, era la madre del engaño y la mentira. Debió saberlo,
cuando le dijo que si a una pantomima a cambio de una carta blanca, le había
vendido el alma a uno del averno creyendo que una mujer como ella la amaría. No
se dio cuenta por donde iba o como sus ojos habían desbordado en lágrimas, veía
borroso, caminando, corriendo y queriendo atravesar el laberinto del jardín
para llegar a un lugar en el que nadie la molestara. Dio un giro en la esquina
llegando exactamente al centro cuando se encontró de frente con alguien, vio
unos ojos hechos de fuego y el cabello negro de una mujer conocida antes de
chocar, por lo que extendió la mano agarrando por la cintura a la joven y se
aseguró de poner su cuerpo entre ella y el suelo.
Nina Wong vio de
cerca el rostro del Diamante de Plata, sus ojos cerrados y el ceño fruncido.
Aun así, era lo más cerca que había estado de nadie como para poder notar que
la joven era en realidad odiosamente hermosa. Deseando levantarse puso sus
manos a cada lado, después de notar que originalmente las tenía sobre el pecho
de la otra, aparentemente inconsciente. Pero no era así, se quedó inmóvil en el
instante en el que cierto par de esmeraldas estuvieron a la vista y la
contemplaron.
―Se encuentra bien ¿Alteza?―
Cuestionó preocupada al ver como el vendaje se tornaba un poco sanguinolento.
―Como si me hubiera
atropellado una carroza, Lady Wong.
Se levantó presurosa.
―¿Cómo se atreve? Yo no peso... tanto― Anuncio indignada la duquesa. Pronto
recordó porque le caía tan mal el príncipe, es decir, la princesa... En fin,
aquellos dos imbéciles con corona.
―Es... usted una
pluma, yo me refería a mis desafortunadas circunstancias anteriores.― Sonrió
con desgana, antes de ponerse en pie no sin un mareo, que esta vez Nina
anticipó sosteniendo a la princesa por el hombro y la cintura. ―Gracias... no
quiero desmayarme aquí.
―No pasará,
princesa.― Continuó ofreciendo soporte hasta que llegaron fuera del laberinto
con la guía de Kruger.
―Gracias, por la
ayuda. No olvidaré tu gentileza Duquesa Wong― Tomó asiento junto a la fuente de
la entrada. ―Si buscas a la princesa Fujino, seguramente esté en el desayuno
con su esposo.
La pelinegra más
joven estuvo por marcharse en busca de su querida prima, salvo porque notó que
Natsuki no la seguía. ―No viene... ¿Alteza?
―Preferiría empalarme
a mí misma, sería una linda brocheta.― Que sonrisa torcida fue aquella, y con
ello la ojiverde bajó la cabeza cansada mientras un hilo de sangre bajaba por
su ceja. ―No por ti... por ellos Wong. Tú me caes mejor que todos en este...
maldito lugar.
―Delira al parecer,
permítame llevarla con el doctor...
―No quiero ver a
ningún Greer, por un tiempo. Mi vida entera, si lo prefieres... No, no sería
tanto tiempo. Solo... solo necesito una batalla digna para morir con algo de
honor y así mi hermano tendrá todo, el tesoro... a tu prima, los dos reinos.
Todos... todos ganan.
―Guardias... Ayúdenme
a llevar a la princesa a sus aposentos.― Ordenó Nina con una autoridad que no
admitía negativa alguna. ―Delira... sin duda.
Fue obedecida con
prontitud, y pese a no tener en gracia a aquella altiva princesa, Nina no fue
capaz de abandonarla a su suerte, o de permitir la presencia de algún Greer
cuando parecía aborrecerlos, por propia mano se ocupó de limpiar la herida y
cambiar el vendaje, bajo la mirada perdida y poco atenta de Natsuki, quien
lucía sin vida o bravura, lo cual le parecía incluso peor a la bella Wong,
prefería a la ególatra princesa que la versión sin alma ante sus ojos, traería
de vuelta a la idiota de hace un mes si fuera preciso en ese momento.
―¿Qué le pasó?― Pudo
más la curiosidad.
―Ella me pasó,― Tragó
saliva y no prestó tanta atención al ceño fruncido de Nina. ―Me amenazaste con
la idea de que yo la lastimaría y me juré por los dioses que jamás le haría
daño, pero tú nunca me advertiste cuánto me destruiría a mí con ese rostro tan
bello fingiendo quererme, cuando no era nada para ella.
―Mientes... Mi prima
no...
―Está embarazada,―
Sentenció para no dar ocasión a excusas, ya no podría soportarlas. ―tendrá un
hermoso bebé de la persona que posiblemente ama en verdad.
Nina abrió los
labios, y volvió a cerrarlos. ―¿Es de tu hermano?―
―Sería... Lo más
fácil para ella y lo menos problemático.― Negó con la cabeza. ―Tiene más de las
semanas adecuadas para que eso fuera posible, es... del tiempo en el que
nosotras, intimamos y tal vez yo no fui lo suficientemente buena. O solo se
forzó a fingir y...― La mataba esa idea, en tal caso ¿que la diferenciaba del
violador que Mai creyó ver en ella con el asunto de Miyu? Nada, se dijo a sí
misma. ―Tal vez amaba a otra persona, dioses... ¿cómo pudo obligarse a sí misma
a estar conmigo?
―Y si fuera suyo,
¿alteza?
―Soy... ¡Soy mujer
Wong! Y no nací con nada extra entre mis piernas, no tengo un miembro ahí por
más que me gustaría que este bebé fuera mío... yo lo deseo más, mucho más que
ese hombre, pero no tengo magia, no soy... nada para ella ¡¿entiendes?!
―¿Y si fuera un
desliz?, usted la hizo enojar tanto con Lady de la Fere, también se acostó con
la Srta. Tokiha y algunos dicen también que con la nueva Condesa de Lark, no es
como que tenga derecho a juzgar a mi prima.
―Ella ha sido la
única mujer en mi vida, joven señora.― Suspiró. ―Mai estaba enojada con mi
hermano y esparció ese rumor para herir su ego. Ayer confronté a Miyu sobre la
revisión de Shizuru, y lo confirmó, su estado de buena esperanza. Me sentí
morir y entonces decidí aceptar mi destino, Mai o ella... yo debo desposar a
una de las dos y pensé que Greer seria a quien menos le importaría, así que
intentamos intimar, pero... ¿He dicho ya que soy un fracaso con las mujeres?
Ahora sé que ella y Mai son íntimas, y eso que Tokiha era mi... mi mejor
amiga.― Ni siquiera se atrevió a decirlo, sonrió con ironía. ―No hay lealtad en
mi vida ¿verdad?, ellas sabían lo de Shizuru y no dijeron nada. Yo pensé que me
querría, que yo sería suficiente... pero no, una vez más soy segunda en todo.
Lo entendía, pero
aquello le disgustó bastante, por una cosa obvia que Kruger lamiéndose las
heridas no podría ver en un tiempo. ―No amas a Shizuru más de lo que tu ego lo
haría, ¿Un desliz? ¿O un hombre amado? ¿Eso importa ahora? ¿Puedes pensar por
un momento en alguien además de ti?― Frunció el ceño. ―¿Sabes... que
morirá en cuanto se sepa?― Se mordió los labios.
Los ojos verdes temblaron
en sus cuencas. ―No... yo no lo permitiría―
―No eres muy realista
princesa.― Nina suspiró desencantada de tener que explicarle a la mujer frente
a ella las crudezas de la vida. ―Es factible que se haga ver de otra forma,
pero créeme que la vanidad de algunos es así de grande. ¿Realmente piensas que
un bastardo será tenido en cuenta para la monarquía? Cuando este tipo de desliz
viene de la mano de una mujer, el castigo es más que severo.
Natsuki se irguió con
un temor ascendiendo desde su estómago. ―No le harán daño a Shizuru, mi padre
me introdujo en esta maraña de engaños con tal de tenerla como futura reina,
sin ella no hay Tsu. Cualquier otro escenario implica la guerra o las peores
afrentas, si se sabe... no habría un modo de reparar el daño.― Miró a Nina a
los ojos donde podía ver la angustia contenida tan solo por su fuerza de
voluntad, algo que era admirable sin duda. ―Y mi padre ya lo sabe, dudo que mi
hermano quiera hacerse responsable, jamás se ha hecho cargo de nada en su vida.
Mucho menos del hijo de otro.
―Entonces se reduce
al niño.― Nina Frunció el ceño con las lágrimas amenazando en sus ojos.
―Se desharán de él.―
Murmuró Natsuki asimilando todo el panorama. ―¡Sobre mi cadáver! Ninguna madre
merece nada semejante, un error o un desliz, un amado en secreto o cualquiera
que sea el motivo. Es... es una inocente criatura.
―¿Ayudarás? ¿A pesar
de tu ego herido y de la traición que dices que recibiste?
―Ella me ha
lastimado, pero saben los dioses que yo hice la promesa de protegerla. No sería
mejor que Arashi si dejo que algo les pase.― Suspiró. ―Dolería
insoportablemente más su sufrimiento por una pérdida como esa, que mi amargura
por su desamor, no puede obligarse a nadie a amar después de todo.
―Bien...― Observó con
nuevos ojos a Natsuki, tal vez si amaba lo suficiente a su prima. ―¿Entonces
qué haremos?― Tal vez cambiaría de opinión sobre la princesa.
―Bien, pareces
confiable... en tal caso, Lady Nina Wong Duquesa de .... ― Posó una rodilla en
el suelo y se quitó el anillo de la mano para tener algo que dar y que fuera
digno. ―¿Te casarías conmigo?
La morena se sonrojó
a más no poder, había cierto encanto en la propuesta, luego reaccionó. ―¿Qué
estás loca? O en verdad estás delirando una vez más.
―Es la única solución
que tengo,
―¿Cómo diablos esto
es una solución Kruger?― Le saltaba una ceja entre la ira y la desconfianza.
―Nada tiene que ver con mi prima o mi sobrino.
―Te equivocas,― Dijo
con seriedad y poniéndose de pie. ―Necesito una esposa, mi lady... Yo soy la
primogénita y obtuve el tesoro como prueba de ello. Pero solo por mis nupcias
vendrán aliados con los que podré solicitar genuinamente el derecho al primero,
luego gobernaremos y protegeremos a Shizuru y a su hijo.
―¿Derrocarás al Rey?
Tu padre―
―Para él no soy más
que un peón, prefiere dejar a mi gente en las manos de este negligente idiota
de Arashi, entonces no le debo nada y mucho menos si intenta algo contra una
inocente criatura.
Nina no dijo más,
asintió simplemente tomando el anillo y acomodándolo en el dedo correcto. ―Si mientes,
algún día cuando menos lo esperes, te mataré.
No esperaba menos de
ella. ―Necesito tu discreción Wong, ya he sido suficientemente la burla de
todos, así que no le digas a nadie mi sentir... Si quieres que esto salga bien
y ellos sean libres.― Se aproximó al cofre en el que guardaba algunos tesoros
personales, sostuvo osito cosido a mano, la única cosa que guardaba de su
infancia y que fue obsequio de Saeko, para las veces que no podía dormir por
los truenos o la triste separación con su madre, por tratados y otras cosas
inherentes a la posición de reina.
―Y... ¿Shizuru?
―Inventa lo que
desees, tampoco quiero que se ponga paranoica y afecte al nene. Eso solo haría
más factible una posible pérdida― le tendió el muñeco a la pelinegra de ojos
magma. ―Esta es mi promesa para ese bebé, un pequeño tesoro de la persona que
más he amado… el único amor recíproco de mi vida. Mi madre...― y ante tales
palabras, no tuvo más remedio que tomar el objeto con sumo cuidado. pero que no
piense que puede seguir jugando conmigo Wong. ―No me malentiendas, no quiero
saber nada de ella ni de su amado, solo me interesa que estén bien, ella y el
bebé.― Desvió la mirada a otro lado para no delatar los cristales líquidos
naciendo en el borde ardiente de sus ojos.
―Es un trato.― Estrechó
el osito cerrando para sí misma el acuerdo.
―Entonces feliz día,
prometida.― y así le plantó un beso en los labios, suave y cuidadoso que
obnubiló a la morena menor.
Por un breve momento.
―Idiota ¿Qué demonios haces?― Se apartó en cuanto la consciencia comprendió las
circunstancias que acontecían.
―Lo que los
comprometidos hacen, Nina...― Natsuki la miró directa e intensamente, lo cual
disparó un escalofrío en la espalda de joven Wong, con sus dedos retiró la
humedad que el beso dejo en la parte inferior de sus labios y luego simplemente
se devolvió a la cama para descansar. ―Es lo que pasará tarde o temprano Wong.
Serás mi futura Reina... y es necesario que crean que somos amantes por el bien
de tu familia presente y futura.― Se dio la media vuelta en el lecho y cerró
los ojos, rogando porque aquel dolor de cabeza cesare al despertar.
Nina negó disgustada
por las atribuciones que la princesa se había tomado, incómoda por el hecho de
que su primer beso hubiera sido robado tan burdamente, porque ni en un millón
de años sentiría tal agitación por gusto, no quería repetir la experiencia… ni
sentir tan desagradable sensación en lugares tan inapropiados con
comportamientos más que indignos para una dama de su categoría. Resuelto el
pensamiento se marchó raudamente del sitio para buscar a su prima a quien
tendría que darle las adecuadas explicaciones para la compleja situación que se
advertían en los siguientes días.
.
.
En el despacho del
rey...
―¿Acaso piensas que
esto es un juego muchacha?― Keinji no daba crédito a lo que acabara de
escuchar. Los rostros de los allí reunidos estaban perplejos tras el anuncio de
una nueva prometida, escogida esta vez por ella misma para casarse, sin olvidar
su propuesta sobre hacer que dicha boda sea doble, junto a la de Arashi y
Shizuru.
―No, padre...
simplemente elegí un enlace más provechoso para fortalecer el vínculo con
nuestros vecinos y aliados.― Murmuró cortando un filete, casi narraba las
noticias. ―La Duquesa pertenece a los Wong, una familia con la que no nos hemos
tratado desde hace dos siglos... los poseedores de este puerto en el que tanto
interés tenemos, tiene la dote adecuada y por si fuera poco es una dama tanto
distinguida como hermosa, inteligente y justamente con el tipo de carácter que
agrada a todo el que crucé unas palabras con ella.―
Los modales
posiblemente se habían agotado junto a la paciencia, porque al rey le importó
poco que la princesa de Tsu no bajara a comer, por consiguiente, Nina optó por
llevarle la cena a su prima. Lo cual dio la ocasión para tener la privacidad
suficiente, porque incluso Mai desistió respetando un poco la voluntad de
Natsuki al menos por un tiempo.
―Dudo de mi buena
suerte, hija― Keinji suponía que se trataría de otro capricho, una forma como
otras de hacerlo incordiar, aunque los beneficios fueran ciertos y razonables.
―Tuve que sentir la
traición para comprender un poco más las cosas, padre.― Volvió la vista sobre
su hermano, quien tenía el ceño fruncido y no le había hablado en toda la
noche. ―Arashi,― y con ello obtuvo una mirada. ―Yo no he tocado a Mai, ella
solo dijo eso para herir tu orgullo dado que la heriste hermano... he
comprendido que las mujeres pueden ser vengativas―
―Entonces elegiste a
su prima para vengarte, ¿hermana?― Cuestionó con falso interés y más desdén que
otra cosa.
―Exactamente...
Fujino me traicionó más a mí que a ti―
―¿Y cómo la
convenciste...?― No imaginó que la pelinegra tuviese tanta habilidad para
conquistar mujeres, y torcerlas de semejante modo.
Desvió la mirada
sobre su padre, actuando como los hombres que conocía y aunque se odió un poco
por ello, sabía que funcionaría. ―Las más mojigatas suelen ser las que más
anhelan la pasión de un amante, así que simplemente le mostré lo que podía
tener. Y por lo que yo tomé es claro que no conseguirá un esposo, si es que yo
hago alarde de ello… debiste ver su cara cuando me propuse, aquella hermosa
ilusión, esta será más obediente, te lo prometo―
―A veces puedes
llegar a ser repulsiva― El pelinegro más joven frunció el ceño con visible
disgusto. ―Nunca creí que mostrarás tal rostro. ¿Qué pasó con la hermana
inocente que tenía?
―Fingí ser tú lo
suficiente, para ser tan repulsiva como tú… la diferencia entre los dos, es que
ahora cada acto tiene un propósito, Arashi. Y si no he de amar a una mujer, dejaré
mi corazón y mi sangre en devoción a mi gente.
―¿Y quién puede creer
tantas patrañas?
―¡Ten más respeto por
tu hermana Arashi! Ella está sacrificando demasiado en este punto por el reino,
algo que ni siquiera tú te has atrevido a hacer― El monarca se acercó hasta la
ojiverde y posó ambas manos sobre sus hombros ―En dos días tendremos la
celebración de máscaras, allí anunciaremos tu compromiso con la duquesa Wong,
por favor ve a tu habitación, ya envié al sastre que está encargado de nuestros
trajes.
La pelinegra asintió
a modo de respuesta, se levantó, inclinó suavemente la cabeza. ―Gracias, padre…
tenías razón sobre la espina, ahora no seré tan idiota para ceder al amor nunca
más. Esa debilidad no me alcanzará otra vez― Murmuró la pelinegra para luego girarse
en sus talones y caminar hacia la puerta de salida.
―Finalmente, lo ha
aprendido. No debes darte al amor por una mujer si quieres acabar con la cabeza
sobre los hombros al final del día.
―Entonces, que era
madre…― Refutó Arashi, a fin de cuentas, era la única mujer a la cual había
adorado tan profundamente que su pérdida los marcó a todos.
―La más querida de
todas muchacho, pero a diferencia de cualquier otra. Saeko era la clase de
mujer cuyo amor se daba inocentemente, era puro en extremo y encontrar eso en
una doncella en estos tiempos, ya no es posible. Shizuru Fujino es astuta y
peligrosa, una reina a la que tendrás que someter porque está demasiado
interesada en gobernar por sí misma, mucho más que vivir a tu lado como una
simple mujer…
―Padre, es absurdo
pensar que pueda someter a una poseedora de un tesoro… cuando la mujer en
cuestión puede empalarme con una daga a la menor oportunidad.
―Me parece que se
requiere una conquista, si eres el casanova que has presumido ser, deberías
poder encontrar el modo de llevarla a la cama sin ser apuñalado, ¿o es
demasiado grande para ti esta tarea? Sabes que necesitamos un heredero real,
alguien con su sangre y la tuya, de esa manera el tesoro de Tsu pasará a
nuestras manos… su tierra y todo lo demás. Luego podría ocurrir alguna
circunstancia desafortunada en el alumbramiento que te dejará viudo, muchacho.
―Encontraré el modo,
a fin de cuentas, no será tanto el tiempo que deba tolerar a esa caprichosa
princesa.
Un asentimiento del más
viejo fue suficiente aprobación para Arashi, porque él podía ser encantador, si
lo deseaba------------------------------------------------------------------------------------------------------
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Hola señorita, muchas gracias por compartir tu historia. Pendiente del siguiente capítulo.
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