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Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 17

Buen día mis queridxs lectores, disculpen la demora, confesando un poco, antes de esto tenía varios capítulos de adelanto, pero ya se me agotaron n_nU
Espero me puedan seguir teniendo paciencia y que les guste el siguiente cap.
¡¡muchos ánimos!!

CAPÍTULO 17 VERDADES I

A bastantes metros abajo, a nivel de suelo, una somnolienta Akira observaba con admiración a su alteza por quien había velado toda la noche. Vio venir a los guardias y sin más remedio, se apresuró a salirles al paso... con tan mal tino que, tropezó con una raíz y cayó de narices al suelo.

―¿Ese no es... Okuzaki?― Dijo unos de los soldados.
―Si... es él― Se apresuró el otro a ayudar al compañero de armas.
―Vamos muchacho, si sus majestades se enteran que te has quedado borracho un día de la vigilancia te van a colgar de ya sabes dónde― Añadió el primero levantándole por el otro brazo.
―Pero yo no...―
―Levanta... aquí nadie vio nada― Añadió compinche el segundo. ―Apresúrate, ¿no deberías ir a escoltar a la princesa Kruger?―
―Si... si... les debo una chicos― Comenzó a correr y ni siquiera se atrevió a mirar atrás, rogando porque su alteza lo hubiera logrado.
Por su parte, en el cuarto de Shizuru...
―¡Princesa! ¡Princesa!― Gritaron los guardias de la puerta del cuarto de la castaña, quien ya estaba de pie mirando por la ventana si es que Natsuki había caído al agua con los cocodrilos.
Pese a todo no la vio por ninguna parte, de verdad había... ¿saltado a la ventana de Mai? Eso era, básicamente imposible, a su pesar desde esa posición no podía ver esa ventana.
Los golpes cada vez más insistentes en la puerta y las voces preocupadas, cerró la ventana raudamente y se apresuró a tomar un albornoz para cubrir lo translúcido de su atuendo de noche. Fue a la puerta, y retiró el atizador, quitándose justo a tiempo del camino, cuando los dos guardias embestían la puerta y cayeron sobre la alfombra.
―Alteza... ¿está bien?― Dijo uno levantando la cabeza del suelo.
―Sí, perfectamente...― Susurró suavemente con una mueca actoralmente triste.
El otro observó la herramienta de la chimenea y dedujo lo que pasaba. ―Está prohibido, Lady Fujino, eso solo la pone en riesgo― Dijo poniéndose de pie, con la ayuda de la lanza en su mano.
―Usted... cerró la puerta ¿Por qué haría tal cosa?― Cuestionó el otro con expresión irritada.
―Ustedes han velado por mí, desde la noche― Murmuró para confirmar en el asentimiento de sus cabezas. ―Oyeron las amenazas de mi esposo― Los dos hombres se miraron mutuamente con una expresión lúgubre, vaya que lo oyeron y otras cosas innombrables. ―El peligro al que me expongo, gentiles guardianes, es uno al que le abrirían la puerta de mil amores. Sé que mi salud es la última preocupación del príncipe y que buscará someterme, un atizador en las agarras fue, el medio que encontré para dormir con la certeza de que su llegada me sería avisada por sus gritos e injurias. Espero puedan disculpar lo mucho que esto impide su labor para protegerme, cuando estoy rodeada de paredes de granito, a suficientes pies de altura con dulces cocodrilos resguardando cualquier otro acceso― Ante lo evidente los hombres se abochornaron. ―Agradezco sus servicios, sé que no pueden hacer nada... pero saben igualmente que yo puedo cuidar de mí― Y ciertamente habían asistido a la ceremonia en la que ni mil flechas pudieron herirla, en realidad nada se acercaría a la princesa de Tsu si no es su voluntad en primer lugar.
Así con la cola entre las patas, los dos hombres volvieron sobre sus pasos y esperaron culminar su turno, rogando por la llegada del cambio de guardia. Era odioso pensar en servir a un príncipe capaz de atreverse a forzar a una mujer, los dos estaban asqueados. ―Pediré la vigilancia de la entrada...― Dijo el primero pensando en que argumento exponer a su superior.
―Yo desearía los establos... los caballos son más amables― Soportaría el olor. ―...no me hice caballero para esto― Añadió igualmente bajo, pues tenía 2 hijos varones y 4 pequeñas florecillas, pensar que algún desgraciado intentara lo que el príncipe hizo a Lady Fujino con sus pequeñas, sería suficiente para que decidiera sublevarse.

En la habitación de Mai…
Natsuki entró por la ventana jadeando por el gran esfuerzo que había tenido que hacer, cayó sobre sus rodillas apoyando ambas manos sobre sus rodillas, iba vestida con la capucha sobre su cabeza por si acaso algún soldado la había podido ver escalando por la pared, al levantar la vista se encontró con unos ojos lila muy sorprendidos y asustados, se levantó deprisa al notar que se abría la boca de su amiga a punto de dar algún grito de alarma por la presencia de un extraño en su recámara además de una ventana rota, ágilmente posó su mano sobre sus labios al tiempo que se bajaba la capucha.
―Soy yo no grites― la morena habló en voz baja tratando de calmar a la pelirroja, quien asintió aun respirando con agitación ―Está bien, te voy a soltar― las manos de Natsuki se fueron desprendiendo poco a poco del rostro de su amiga cuando fueron interrumpidas por la apertura de la puerta principal revelando la presencia de su hermano Arashi.
―Mai podemos hab...― los ojos verdes similares a los de Natsuki se abrieron con sorpresa ante lo que veía, su ex totalmente desnuda, sostenida por los hombros por su hermana aun vestida 
―¡Pero qué demonios!― el príncipe enrojeció colérico al tiempo que la pelinegra lo observaba interrogante girando su rostro hacia su amiga y ruborizándose por completo avergonzada al ser consciente de la falta de ropa en aquel cuerpo.
―¡¿qué te pasa Arashi?¡ ¿acaso nadie te enseñó a tocar la puerta?― la morena se movió interponiendo su cuerpo entre Mai y su hermano, esperando con eso cubrirla de la mirada lasciva que lograba atisbar en él.
Estuvo a punto de justificarse, cuando desvió la mirada sobre la cama y en ella observó la figura desnuda de otra mujer, la Srta. Greer. Ya no tan señorita. ¿A qué nivel de depravación había llegado su hermana? Pensó con oscura envidia. ―Tú…¡te vas a arrepentir Natsuki!― El joven príncipe tenso la mandíbula apretando los puños para luego girar sobre sus talones y desaparecer por el pasillo seguido por dos guardias, la morena se acercó hasta la puerta y la cerró con llave.
―Mai...― poso la frente sobre la madera aún sin atreverse a mirar a su amiga.
―¿Humm?...―
―Porque diablos estás desnuda― Cuestionó sin siquiera notar la presencia de la joven dormida en la cama, oh, sí algo de esto llegaba a los oídos de su castaña tendría muchos problemas. 
―Oh bueno...veras... ― colocó su mano debajo de su mentón pensando en alguna excusa, pero cambio de pensamiento al darse cuenta de que no tenía por qué hacerlo ― un momento...¡¿Porque tengo que darte explicaciones?! esta es mi habitación, la que debería darme explicaciones eres tú, ¿qué rayos haces entrando así por la ventana?― la de ojos lila se giró bruscamente hacia su interlocutora señalándola molesta.
―¡Estaba en aprietos!― la morena se giró para enfrentarla, pero luego se arrepintió de haberlo hecho pues su amiga exponía su anatomía sin la menor vergüenza ―Mai...maldita sea…¡ponte algo!― la sangre se agolpo en sus mejillas al tiempo que volvía hacia la puerta abriéndola para salir disparada hacia su recamara.
―Como si no supiera que ya ha visto a Shizuru desnuda, que mojigata puede ser a veces― la pelirroja negó con la cabeza mientras se dirigía hacia el baño deteniéndose a mirar por el hueco en la pared donde antes había una ventana ―Tendré que hablar con el herrero más tarde, estúpida Natsuki― siguió el camino hasta el cuarto de baño para luego regresar hasta su cama.
―umm...Mai?...― los ojos sangría se abrieron somnolientos al sentir el cuerpo frío a su lado.
―Shhh...duerme otro rato Miyu, aún es muy temprano― se sorprendió de que con tanto escándalo no se hubiera asustado.
―Pensé que podríamos seguir practicando ― se giró sobre la cama posicionándose sobre el cuerpo de la pelirroja quien la miraba con el ceño fruncido ―para el trío, eso me dijiste anoche― 
―ah...― los ojos lila se cerraron disfrutando del roce del cuerpo de su amante ―si...aun te...falta aprender...algunas cosas―  “que mentirosa eres Mai” pensó mientras sentía la humedad en su entrepierna “pero que buenas son las mentiras en ciertos momentos”.

En el salón del trono algunas horas más tarde...
―Estamos teniendo problemas su majestad― el general Yuichi se inclinaba delante del monarca.
―Masashi me ha informado que aún no llegan los impuestos de algunos de los condados―  Keinji se encontraba sentado en su trono con visible molestia. 
―Ayer fueron atacados tres carruajes cuando se dirigían hacia el edificio del tesorero real, los impuestos han sido hurtados, fueron emboscados en medio del camino, ningún guardia ha sobrevivido― el rubio termino el informe esperando fuera de ayuda para el monarca.
―Yo me puedo hacer cargo padre― Natsuki llamó la atención de los presentes.
―No...Arashi debe empezar con sus acciones como heredero, me parece que es la mejor oportunidad― el mayor observó a sus dos hijos con seriedad. 
―¿Entonces pretendes que este idiota deje perder el dinero destinado a la construcción del boticario en la región de Arthra?― la mandíbula de la pelinegra se tensó, nuevamente su padre colocaba por encima a su hermano.
―¡Hey! qué diablos te pasa― gimoteo el príncipe desde el lado derecho de su padre.
―Natsuki, ya he tomado una decisión y no está en discusión― los ojos grises la observaron con enfado, después de los acontecimientos del día anterior, era claro que su hija no estaba por la labor de obedecer.
―Como quieras, pero cuando el fracase, ya sabes dónde puedes encontrarme― la de ojos esmeralda se levantó molesta del trono caminando al lado del general quien la miraba comprensivo, ella se había ganado a pulso su respeto. 
La puerta de la sala del trono se cerró estruendosamente por la furia de la pelinegra, le quedaba claro que a pesar de que ella le había demostrado con creces ser mucho mejor que su hermano él lo prefería, y estaba más que harta de eso, caminando apresuradamente por los laberintos del castillo se encontró a Shizuru de frente, pero, ninguna se atrevió a romper el silencio al ser conscientes de la compañía de los guardias, ahora usados como espías por su propio padre.
Una mirada en silencio y siguieron cada una su camino actuando como dos extrañas por lo que ninguno de los soldados pudo percatarse del momento efímero en el que la castaña deposito un pequeño papel en la mano de la pelinegra quien tensionó la mandíbula esforzándose por no sonreír.
Natsuki abrió la nota al doblar por la esquina del final del pasillo ansiosa para encontrarse con la escritura delicada que le indicaba un lugar y una hora.
―Alteza….― una mano se posó sobre el hombro de la princesa sin que esta se diera cuenta de su presencia.
―¡Demonios! Akira, casi me da un infarto― Para la morena era muy obvio lo mucho que su cerebro dejaba de funcionar cuando pensaba en su castaña.
―Disculpe Princesa,― la de ojos amatista se ruborizo apenada.
―No… está bien, solo estaba distraída,― Tomando el pequeño trozo de papel lo volvió a doblar y lo guardó en el bolsillo de la chaqueta ―Perdóname por haberte dejado abandonada anoche… ― sus mejillas fueron tomando un color carmín ― Yo… umm… no pude salir… ― colocó su mano con evidente nerviosismo en la nuca.
―No creo que sean necesarias explicaciones alteza...― la Okuzaki desvió la mirada aguantando una leve sonrisa al notar tan avergonzada a la ojiverde.
―Gracias por tu ayuda, será mejor que vayas a descansar, por lo que alcanzo a notar no dormiste…―
―Pero Princesa...―
―No acepto una negativa, hoy estaré deambulando en el castillo, no creo necesitar tus servicios, descansa fiel Okuzaki, es una orden―
―Como ordene alteza...― la guardiana se inclinó de forma educada saliendo al instante con rumbo hacia su habitación, la realidad es que si se sentía cansada y aunque no quería dejar sola a su comandante debía reponer energías.
Por lo pronto Natsuki se encaminó hacia el jardín esperando distraer a los guardias que le seguían de cerca, su padre o tal vez su hermano habían puesto más soldados dentro del palacio con el fin de mantener mínima la comunicación que pudiera tener con la castaña. “maldito Arashi, ahora que se sentía inestable en el trono habían salido a relucir su egoísmo y los celos que había sentido hacia ella, para nadie era un secreto los rumores que recorrían el castillo, la nobleza observaba con bastante interés a la princesa creyendo que estaba mucho más preparada para gobernar que su hermano mayor, uno siempre metido en problemas de faldas y viviendo la vida fiestera. Muchos admiraban la desfachatez del primogénito, en su mayoría hombres viejos que no aceptaban que una mujer pudiera ser la que gobernara aquellas tierras, sin embargo, las mujeres y los más jóvenes, conservaban una gran lealtad hacia la mujer que mostraba mucha más fiereza y valentía”
Pensando en cómo deshacerse de la guardia trepó por uno de los árboles que en antaño usaba para escapar de las sesiones de costura y moda, sus ramas aún más fuertes estaban entretejidas con más árboles teniendo un camino natural por las cuales se podría movilizar, los ojos de los soldados la siguieron hasta un punto donde el sol los obligó a desviar la mirada y perderla totalmente de vista.
―Creo que vamos a tener muchos problemas― hablo el capitán de la guardia que ahora mismo imaginaba una larga temporada en la frontera este de Fuuka, las mas fría.
La pelinegra los observaba divertida desde la esquina superior derecha del castillo, sentía un poco de culpa al ser consciente de un posible castigo para aquellos hombres, pero la necesidad de estar al lado de su castaña era más poderosa, camino por el tejado procurando estar en un ángulo en el que no fuera posible ser vista desde los puestos de vigilancia, otro en su posiciónestaría asustado por la altura, pero no ella, ella amaba la libertad que le proporcionaba el viento, la suave brisa que se colaba entre sus ropas.
Más que complacida llegó hasta la ventana de la biblioteca donde ya la esperaba una malhumorada chica de ojos rubí.
―Estoy empezando a creer que tu propósito en la vida es hacerme dar un infarto― Shizuru se cruzó de brazos molesta por la insistente manía que tenía su Natsuki de arriesgar su vida de muchas maneras.
―Lo lamento mi hermosa princesa, pero era la única manera en la que podía quitarme a la guardia de encima― la pelinegra estiró su brazo para acariciar con el envés de su mano la mejilla de su amada, ella cierra los ojos disfrutando de aquel toque eléctrico que transmite demasiada energía por su piel, su corazón late desenfrenado, desea con frenesí sentir sus labios por lo que se acerca para tomar posesión de ellos, la de ojos verdes suspira al mismo tiempo que coloca su mano en la nuca de la castaña acercándola más a su cuerpo. Algunos gemidos se logran escapar de la boca de la princesa Tsu en el momento en que su lengua se encuentra con su par, la necesita, su garganta se siente áspera por la necesidad de su cuerpo. En el instante en el que su mano se interna por debajo de la camisa blanca que lleva la Kruger, se oyen algunos pasos justo fuera de la puerta, por lo que es empujada con premura detrás de la estantería más grande que contiene los libros más pesados con la historia del Reino de Fuuka; con sus ojos sangría logró observar la puerta principal abrirse y darle paso a un malhumorado rey, por lo que se encorvó un poco más ocultándose lo mejor posible de del padre de su esposo y de su amada. 
―¡Natsuki! ¡Maldita sea! te he estado buscando por todo el castillo― el hombre de ojos grises bufo molesto. 
―No tienes por qué gritar, ya me encontraste, dime entonces Padre ¿Para que soy útil?― Sonrió con el cinismo que ahora le caracterizaba, y para disimular, puesto que su corazón latía con desespero asustado ante la posibilidad de que su padre descubriera a Shizuru, por lo que caminó hacia él procurando mantenerlo lejos de aquel mueble que la ocultaba. 
―Las cosas con tu hermano no… han ido del todo bien― El mayor bajó el tono de su voz incómodo. 
―Te dije que no podría con el cargo, le queda grande ser príncipe, imagínate si fuera rey― dijo con sarcasmo. 
―¡No te voy a permitir… ! ―
―¿Qué no me vas a permitir? ¡¿Qué hable mal de tu heredero?! Tu y yo sabemos que soy yo la legítima reina. La única que merece el trono y a la prince… ―
―¡Ella te ha mentido!― El hombre volvió a levantar la voz exasperado por la insistencia de su hija. ―¡Espera el hijo de otro hombre Natsuki!―
Los ojos verdes se abrieron con asombro ante las palabras de su padre. ―No...no es verdad, solo...solo lo dices para herirme― Intentó encontrar una razón a semejantes mentiras, Shizuru juro que no se dio a su hermano. ―Arashi no la ha tocado―
―Lo lamento hija, es verdad, lo hemos comprobado con el doctor Greer y hasta tomé una segunda opinión de los Sayers, puedes preguntarle a tu concubina, ella ha hecho los exámenes, esa era la causa de su desmayo y por qué no le es posible retener los alimentos― El rey colocó su mano sobre el hombro de la joven que ahora mismo se veíapálida y a punto de devolver el desayuno.
Shizuru se tapó la boca evitando que se le escapara algún sonido por aquellas revelaciones, lo presentía, no era tonta… pero aquella circunstancia no era tan evidente, pues solo había compartido el lecho con Natsuki y su feminidad lo hacía imposible… salvo por la voz del dragón de fuego.
―Tengo que hablar con ella...― La pelinegra se hizo a un lado buscando la salida de la estancia.
―No… ahora no es momento para esto, necesito que vayas al salón de armas y te prepares para salir. Aún hay ocasión de salvar el impuesto y la boticaria.― El monarca la detuvo aumentando el peso de su mano en su hombro.
―Pero...― Algunas lágrimas se lograron escapar de sus verdes ojos al sentir su corazón estrujarse con dolor, traicionada por la idea de haber sido engañada por la mujer a la que le habría dado su vida sin siquiera dudarlo. ―Necesito saber, que me mire a los ojos y...
―Yuichi te está esperando con algunos soldados a la salida del castillo― Aclaró su garganta, sabía que su hija sufriría, pero verla así, le recordó a una de aquellas veces en la que Saeko descubrió alguna de sus infidelidades, era un martirio que su hija se le pareciera tanto. ―...y un monarca debe pensar primero en su gente antes que en esclarecer problemas de lechos y traiciones febriles… eso puede esperar Natsuki, los bandidos no― Sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo entregó a su hija quien tan solo asintió como respuesta al tiempo que salía del lugar dirigiendo sus pasos lejos de todo, incluso de ella…
El hombre suspiró apesadumbrado, le dolía profundamente verla sufrir, pero era lo mejor que podía hacer, solo así ella entendería por fin que debía olvidar a la princesa de Tsu.
La castaña espero detrás del mueble hasta que el rey había salido de allí dejándola a solas con sus pensamientos, se derrumbó sobre el suelo angustiada, ahora cómo iba a explicar su embarazo sin que los demás creyeran que había estado con un hombre, pensó en los reproches de su madre, en la mirada decepcionada de su padre, pero le dolió mucho más recordar el rostro pálido de su diamante plateado, el sufrimiento en sus lágrimas, ella sabía la verdad detrás de las mentiras del monarca, su hijo era también de Natsuki, esas fueron las palabras de Kvinne Rød, ahora todo tenía sentido… por su Fe, debía creer y sostenerse firme, por su hijo… su amado hijo, haría más que lo imposible.
―Nuestro hijo… Natsuki.― Acarició su vientre incapaz de contener las lágrimas, de alegría, de tristeza, no sabía, se abrazó a sí misma intentando controlarse.
―Arc Adamante― el general se inclinó ante ella en el momento en el que bajaba por las escaleras, los soldados hicieron lo propio con admiración.  
―Acabemos con esto lo más pronto posible general― Tensó la mandíbula mientras se acomodaba aquel casco en forma de lobo sobre su cabeza, de un salto subió sobre el lomo de Kanto tomando con fuerza las riendas, el resto la siguió enseguida, el grupo fue observado por el rey desde lo alto de la ventana que diera a su despacho.
―Como se encuentra Arashi― El pelinegro le pregunto a la joven Miyu quien se hallaba de pie al lado de la puerta.
―Aún sigue inconsciente su majestad, algunas heridas han sido difíciles de tratar, tal vez para mañana haya recobrado la conciencia― 
Keinji asintió con desgano, odiaba admitir que su hija tuviera razón… en muchos aspectos la muchacha había mostrado más agallas que el vástago varón de su progenie, como si la primogénita hubiera robado todas las virtudes necesarias para ser el siguiente eslabón de la cadena de su linaje, y así el destino quisiera recordarle cuán caprichosa es la dama fortuna, pues de una deidad femenina depende el azar para el hombre. Sin embargo, sabía de antemano que la corte y otros nobles buscarían derrocar su reinado de inmediato, era esa una cuestión que Natsuki jamás entendería, el cómo la tradición de monarcas varones ha sostenido la estabilidad y la confianza del pueblo durante generaciones. ―Arashi reinará, por el bien de nuestra nación― Dijo más para sí mismo que para Miyu.
―¿Majestad?―
―Harás lo necesario hoy Greer, ella estará más que devastada y te buscará, porque no menos haría un hombre en sus circunstancias… así que espero, por tu bien y el de tu padre, que hoy complazcas en todo a mi hija, más te vale lograr que se olvide de esa innombrable mujer―
―Como ordene, Rey mío― Dijo antes de salir de la habitación, sin embargo, algo en su interior, una fibra tal vez, se removió con una inquietud en el pecho. Por vez primera obedecer la voluntad de su señor, no se sentía bien o correcto y aun así estaba obligada por la lealtad que su familia debía al soberano. ―Cualquiera estaría dichosa de mi posición, tener el honor de… intimar con la princesa― Pero la sola idea le costó pronunciarla, porque a su mente la noche que derrochó apasionadamente en los brazos de Mai Tokiha, para aprender debidamente como complacer a su alteza y ahora era todo lo que quisiera hacer de cara a las acciones lubricas. ―¿Debo complacer a la princesa?― Tal vez podría, si Mai compartiera la misma cama.

El día paso con bastante lentitud, Shizuru observaba inquieta por la ventana de su dormitorio, su diamante aún no había regresado de la peligrosa misión, ¿acaso le habría pasado algo?, no, era poco probable que siquiera lograran acercarse a su valiente guerrera, más aún, cuando había salido en compañía de los mejores soldados, sin embargo, se sentía inquieta, guardaba en secreto las palabras dichas por el rey en horas de la mañana, ni siquiera su prima podría entender que ahora llevará el fruto del amor entre Natsuki y ella, necesitaba confrontarla, hablar con ella, pero ya no podría ser, era ya muy tarde y sentía el cansancio en sus músculos por lo que se encaminó hacia su cama, no sin antes colocar nuevamente el atizador en la puerta para bloquearla, lo que menos quería en ese momento eran visitas indeseadas.
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2 comentarios:

  1. No sé si sentirme feliz por la sorpresa de encontrarme un capitulo más o triste porque debo esperar por el siguiente. Y tengo extrema curiosidad por saber como continuará. Ya quiero leerlo la verdad!!!. Muchas gracias por esta tanda de capítulos y por seguir la historia y no abandonar. Espero puedas tener la inspiración de escribir el próximo. Así podrás publicarlo pronto y nosotras poder seguir disfrutando de ello. Deseo para todas que estén bien y mucha fuerza en estos momentos difíciles

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  2. La mentira del rey cada vez peor.. Espero que ese par arregle sus diferencias, porque necesitan una larga platica y ellas tienen el poder, que lo utilicen ya...

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