Buen día mis queridxs lectores, disculpen la demora, confesando un poco,
antes de esto tenía varios capítulos de adelanto, pero ya se me agotaron n_nU
Espero me puedan seguir teniendo paciencia y que les guste el siguiente
cap.
CAPÍTULO 17 VERDADES I
A bastantes metros
abajo, a nivel de suelo, una somnolienta Akira observaba con admiración a su
alteza por quien había velado toda la noche. Vio venir a los guardias y sin más
remedio, se apresuró a salirles al paso... con tan mal tino que, tropezó con
una raíz y cayó de narices al suelo.
―¿Ese no es... Okuzaki?―
Dijo unos de los soldados.
―Si... es él― Se
apresuró el otro a ayudar al compañero de armas.
―Vamos muchacho, si
sus majestades se enteran que te has quedado borracho un día de la vigilancia
te van a colgar de ya sabes dónde― Añadió el primero levantándole por el otro
brazo.
―Pero yo no...―
―Levanta... aquí
nadie vio nada― Añadió compinche el segundo. ―Apresúrate, ¿no deberías ir a
escoltar a la princesa Kruger?―
―Si... si... les debo
una chicos― Comenzó a correr y ni siquiera se atrevió a mirar atrás, rogando
porque su alteza lo hubiera logrado.
Por su parte, en el
cuarto de Shizuru...
―¡Princesa!
¡Princesa!― Gritaron los guardias de la puerta del cuarto de la castaña, quien
ya estaba de pie mirando por la ventana si es que Natsuki había caído al agua
con los cocodrilos.
Pese a todo no la vio
por ninguna parte, de verdad había... ¿saltado a la ventana de Mai? Eso era,
básicamente imposible, a su pesar desde esa posición no podía ver esa ventana.
Los golpes cada vez
más insistentes en la puerta y las voces preocupadas, cerró la ventana
raudamente y se apresuró a tomar un albornoz para cubrir lo translúcido de su
atuendo de noche. Fue a la puerta, y retiró el atizador, quitándose justo a
tiempo del camino, cuando los dos guardias embestían la puerta y cayeron sobre
la alfombra.
―Alteza... ¿está
bien?― Dijo uno levantando la cabeza del suelo.
―Sí,
perfectamente...― Susurró suavemente con una mueca actoralmente triste.
El otro observó la
herramienta de la chimenea y dedujo lo que pasaba. ―Está prohibido, Lady
Fujino, eso solo la pone en riesgo― Dijo poniéndose de pie, con la ayuda de la
lanza en su mano.
―Usted... cerró la
puerta ¿Por qué haría tal cosa?― Cuestionó el otro con expresión irritada.
―Ustedes han velado
por mí, desde la noche― Murmuró para confirmar en el asentimiento de sus
cabezas. ―Oyeron las amenazas de mi esposo― Los dos hombres se miraron
mutuamente con una expresión lúgubre, vaya que lo oyeron y otras cosas
innombrables. ―El peligro al que me expongo, gentiles guardianes, es uno al que
le abrirían la puerta de mil amores. Sé que mi salud es la última preocupación
del príncipe y que buscará someterme, un atizador en las agarras fue, el medio
que encontré para dormir con la certeza de que su llegada me sería avisada por
sus gritos e injurias. Espero puedan disculpar lo mucho que esto impide su
labor para protegerme, cuando estoy rodeada de paredes de granito, a
suficientes pies de altura con dulces cocodrilos resguardando cualquier otro
acceso― Ante lo evidente los hombres se abochornaron. ―Agradezco sus servicios,
sé que no pueden hacer nada... pero saben igualmente que yo puedo cuidar de mí―
Y ciertamente habían asistido a la ceremonia en la que ni mil flechas pudieron
herirla, en realidad nada se acercaría a la princesa de Tsu si no es su
voluntad en primer lugar.
Así con la cola entre
las patas, los dos hombres volvieron sobre sus pasos y esperaron culminar su
turno, rogando por la llegada del cambio de guardia. Era odioso pensar en
servir a un príncipe capaz de atreverse a forzar a una mujer, los dos estaban
asqueados. ―Pediré la vigilancia de la entrada...― Dijo el primero pensando en
que argumento exponer a su superior.
―Yo desearía los
establos... los caballos son más amables― Soportaría el olor. ―...no me hice
caballero para esto― Añadió igualmente bajo, pues tenía 2 hijos varones y 4
pequeñas florecillas, pensar que algún desgraciado intentara lo que el príncipe
hizo a Lady Fujino con sus pequeñas, sería suficiente para que decidiera
sublevarse.
En la habitación de
Mai…
Natsuki entró por la
ventana jadeando por el gran esfuerzo que había tenido que hacer, cayó sobre
sus rodillas apoyando ambas manos sobre sus rodillas, iba vestida con la
capucha sobre su cabeza por si acaso algún soldado la había podido ver
escalando por la pared, al levantar la vista se encontró con unos ojos lila muy
sorprendidos y asustados, se levantó deprisa al notar que se abría la boca de
su amiga a punto de dar algún grito de alarma por la presencia de un extraño en
su recámara además de una ventana rota, ágilmente posó su mano sobre sus labios
al tiempo que se bajaba la capucha.
―Soy yo no grites― la
morena habló en voz baja tratando de calmar a la pelirroja, quien asintió aun
respirando con agitación ―Está bien, te voy a soltar― las manos de Natsuki se
fueron desprendiendo poco a poco del rostro de su amiga cuando fueron
interrumpidas por la apertura de la puerta principal revelando la presencia de
su hermano Arashi.
―Mai podemos hab...―
los ojos verdes similares a los de Natsuki se abrieron con sorpresa ante lo que
veía, su ex totalmente desnuda, sostenida por los hombros por su hermana aun
vestida
―¡Pero qué demonios!―
el príncipe enrojeció colérico al tiempo que la pelinegra lo observaba
interrogante girando su rostro hacia su amiga y ruborizándose por completo
avergonzada al ser consciente de la falta de ropa en aquel cuerpo.
―¡¿qué te pasa
Arashi?¡ ¿acaso nadie te enseñó a tocar la puerta?― la morena se movió
interponiendo su cuerpo entre Mai y su hermano, esperando con eso cubrirla de
la mirada lasciva que lograba atisbar en él.
Estuvo a punto de
justificarse, cuando desvió la mirada sobre la cama y en ella observó la figura
desnuda de otra mujer, la Srta. Greer. Ya no tan señorita. ¿A qué nivel de
depravación había llegado su hermana? Pensó con oscura envidia. ―Tú…¡te vas a
arrepentir Natsuki!― El joven príncipe tenso la mandíbula apretando los puños
para luego girar sobre sus talones y desaparecer por el pasillo seguido por dos
guardias, la morena se acercó hasta la puerta y la cerró con llave.
―Mai...― poso la
frente sobre la madera aún sin atreverse a mirar a su amiga.
―¿Humm?...―
―Porque diablos estás
desnuda― Cuestionó sin siquiera notar la presencia de la joven dormida en la
cama, oh, sí algo de esto llegaba a los oídos de su castaña tendría muchos
problemas.
―Oh bueno...veras...
― colocó su mano debajo de su mentón pensando en alguna excusa, pero cambio de
pensamiento al darse cuenta de que no tenía por qué hacerlo ― un
momento...¡¿Porque tengo que darte explicaciones?! esta es mi habitación, la
que debería darme explicaciones eres tú, ¿qué rayos haces entrando así por la
ventana?― la de ojos lila se giró bruscamente hacia su interlocutora
señalándola molesta.
―¡Estaba en
aprietos!― la morena se giró para enfrentarla, pero luego se arrepintió de
haberlo hecho pues su amiga exponía su anatomía sin la menor vergüenza
―Mai...maldita sea…¡ponte algo!― la sangre se agolpo en sus mejillas al tiempo
que volvía hacia la puerta abriéndola para salir disparada hacia su recamara.
―Como si no supiera
que ya ha visto a Shizuru desnuda, que mojigata puede ser a veces― la pelirroja
negó con la cabeza mientras se dirigía hacia el baño deteniéndose a mirar por
el hueco en la pared donde antes había una ventana ―Tendré que hablar con el
herrero más tarde, estúpida Natsuki― siguió el camino hasta el cuarto de baño
para luego regresar hasta su cama.
―umm...Mai?...― los
ojos sangría se abrieron somnolientos al sentir el cuerpo frío a su lado.
―Shhh...duerme otro
rato Miyu, aún es muy temprano― se sorprendió de que con tanto escándalo no se
hubiera asustado.
―Pensé que podríamos
seguir practicando ― se giró sobre la cama posicionándose sobre el cuerpo de la
pelirroja quien la miraba con el ceño fruncido ―para el trío, eso me dijiste
anoche―
―ah...― los ojos lila
se cerraron disfrutando del roce del cuerpo de su amante ―si...aun te...falta
aprender...algunas cosas― “que mentirosa eres Mai” pensó mientras
sentía la humedad en su entrepierna “pero que buenas son las mentiras en
ciertos momentos”.
En el salón del trono
algunas horas más tarde...
―Estamos teniendo
problemas su majestad― el general Yuichi se inclinaba delante del monarca.
―Masashi me ha
informado que aún no llegan los impuestos de algunos de los condados―
Keinji se encontraba sentado en su trono con visible molestia.
―Ayer fueron atacados
tres carruajes cuando se dirigían hacia el edificio del tesorero real, los
impuestos han sido hurtados, fueron emboscados en medio del camino, ningún
guardia ha sobrevivido― el rubio termino el informe esperando fuera de ayuda
para el monarca.
―Yo me puedo hacer
cargo padre― Natsuki llamó la atención de los presentes.
―No...Arashi debe
empezar con sus acciones como heredero, me parece que es la mejor oportunidad―
el mayor observó a sus dos hijos con seriedad.
―¿Entonces pretendes
que este idiota deje perder el dinero destinado a la construcción del boticario
en la región de Arthra?― la mandíbula de la pelinegra se tensó, nuevamente su
padre colocaba por encima a su hermano.
―¡Hey! qué diablos te
pasa― gimoteo el príncipe desde el lado derecho de su padre.
―Natsuki, ya he
tomado una decisión y no está en discusión― los ojos grises la observaron con
enfado, después de los acontecimientos del día anterior, era claro que su hija
no estaba por la labor de obedecer.
―Como quieras, pero
cuando el fracase, ya sabes dónde puedes encontrarme― la de ojos esmeralda se
levantó molesta del trono caminando al lado del general quien la miraba
comprensivo, ella se había ganado a pulso su respeto.
La puerta de la sala
del trono se cerró estruendosamente por la furia de la pelinegra, le quedaba
claro que a pesar de que ella le había demostrado con creces ser mucho mejor
que su hermano él lo prefería, y estaba más que harta de eso, caminando
apresuradamente por los laberintos del castillo se encontró a Shizuru de
frente, pero, ninguna se atrevió a romper el silencio al ser conscientes de la
compañía de los guardias, ahora usados como espías por su propio padre.
Una mirada en
silencio y siguieron cada una su camino actuando como dos extrañas por lo que
ninguno de los soldados pudo percatarse del momento efímero en el que la castaña
deposito un pequeño papel en la mano de la pelinegra quien tensionó la
mandíbula esforzándose por no sonreír.
Natsuki abrió la nota
al doblar por la esquina del final del pasillo ansiosa para encontrarse con la
escritura delicada que le indicaba un lugar y una hora.
―Alteza….― una mano
se posó sobre el hombro de la princesa sin que esta se diera cuenta de su
presencia.
―¡Demonios! Akira,
casi me da un infarto― Para la morena era muy obvio lo mucho que su cerebro
dejaba de funcionar cuando pensaba en su castaña.
―Disculpe Princesa,―
la de ojos amatista se ruborizo apenada.
―No… está bien, solo
estaba distraída,― Tomando el pequeño trozo de papel lo volvió a doblar y lo
guardó en el bolsillo de la chaqueta ―Perdóname por haberte dejado abandonada
anoche… ― sus mejillas fueron tomando un color carmín ― Yo… umm… no pude salir…
― colocó su mano con evidente nerviosismo en la nuca.
―No creo que sean
necesarias explicaciones alteza...― la Okuzaki desvió la mirada aguantando una
leve sonrisa al notar tan avergonzada a la ojiverde.
―Gracias por tu
ayuda, será mejor que vayas a descansar, por lo que alcanzo a notar no
dormiste…―
―Pero Princesa...―
―No acepto una
negativa, hoy estaré deambulando en el castillo, no creo necesitar tus
servicios, descansa fiel Okuzaki, es una orden―
―Como ordene
alteza...― la guardiana se inclinó de forma educada saliendo al instante con
rumbo hacia su habitación, la realidad es que si se sentía cansada y aunque no
quería dejar sola a su comandante debía reponer energías.
Por lo pronto Natsuki
se encaminó hacia el jardín esperando distraer a los guardias que le seguían de
cerca, su padre o tal vez su hermano habían puesto más soldados dentro del
palacio con el fin de mantener mínima la comunicación que pudiera tener con la
castaña. “maldito Arashi, ahora que se sentía inestable en el trono habían
salido a relucir su egoísmo y los celos que había sentido hacia ella, para
nadie era un secreto los rumores que recorrían el castillo, la nobleza
observaba con bastante interés a la princesa creyendo que estaba mucho más
preparada para gobernar que su hermano mayor, uno siempre metido en problemas
de faldas y viviendo la vida fiestera. Muchos admiraban la desfachatez del
primogénito, en su mayoría hombres viejos que no aceptaban que una mujer
pudiera ser la que gobernara aquellas tierras, sin embargo, las mujeres y los
más jóvenes, conservaban una gran lealtad hacia la mujer que mostraba mucha más
fiereza y valentía”
Pensando en cómo
deshacerse de la guardia trepó por uno de los árboles que en antaño usaba para
escapar de las sesiones de costura y moda, sus ramas aún más fuertes estaban
entretejidas con más árboles teniendo un camino natural por las cuales se
podría movilizar, los ojos de los soldados la siguieron hasta un punto donde el
sol los obligó a desviar la mirada y perderla totalmente de vista.
―Creo que vamos a
tener muchos problemas― hablo el capitán de la guardia que ahora mismo
imaginaba una larga temporada en la frontera este de Fuuka, las mas fría.
La pelinegra los
observaba divertida desde la esquina superior derecha del castillo, sentía un
poco de culpa al ser consciente de un posible castigo para aquellos hombres,
pero la necesidad de estar al lado de su castaña era más poderosa, camino por
el tejado procurando estar en un ángulo en el que no fuera posible ser vista
desde los puestos de vigilancia, otro en su posiciónestaría asustado por la
altura, pero no ella, ella amaba la libertad que le proporcionaba el viento, la
suave brisa que se colaba entre sus ropas.
Más que complacida
llegó hasta la ventana de la biblioteca donde ya la esperaba una malhumorada
chica de ojos rubí.
―Estoy empezando a
creer que tu propósito en la vida es hacerme dar un infarto― Shizuru se cruzó
de brazos molesta por la insistente manía que tenía su Natsuki de arriesgar su
vida de muchas maneras.
―Lo lamento mi
hermosa princesa, pero era la única manera en la que podía quitarme a la
guardia de encima― la pelinegra estiró su brazo para acariciar con el envés de
su mano la mejilla de su amada, ella cierra los ojos disfrutando de aquel toque
eléctrico que transmite demasiada energía por su piel, su corazón late
desenfrenado, desea con frenesí sentir sus labios por lo que se acerca para
tomar posesión de ellos, la de ojos verdes suspira al mismo tiempo que coloca
su mano en la nuca de la castaña acercándola más a su cuerpo. Algunos gemidos
se logran escapar de la boca de la princesa Tsu en el momento en que su lengua
se encuentra con su par, la necesita, su garganta se siente áspera por la
necesidad de su cuerpo. En el instante en el que su mano se interna por debajo
de la camisa blanca que lleva la Kruger, se oyen algunos pasos justo fuera de
la puerta, por lo que es empujada con premura detrás de la estantería más
grande que contiene los libros más pesados con la historia del Reino de Fuuka;
con sus ojos sangría logró observar la puerta principal abrirse y darle paso a
un malhumorado rey, por lo que se encorvó un poco más ocultándose lo mejor
posible de del padre de su esposo y de su amada.
―¡Natsuki! ¡Maldita
sea! te he estado buscando por todo el castillo― el hombre de ojos grises bufo
molesto.
―No tienes por qué
gritar, ya me encontraste, dime entonces Padre ¿Para que soy útil?― Sonrió con
el cinismo que ahora le caracterizaba, y para disimular, puesto que su corazón
latía con desespero asustado ante la posibilidad de que su padre descubriera a
Shizuru, por lo que caminó hacia él procurando mantenerlo lejos de aquel mueble
que la ocultaba.
―Las cosas con tu
hermano no… han ido del todo bien― El mayor bajó el tono de su voz
incómodo.
―Te dije que no
podría con el cargo, le queda grande ser príncipe, imagínate si fuera rey― dijo
con sarcasmo.
―¡No te voy a
permitir… ! ―
―¿Qué no me vas a
permitir? ¡¿Qué hable mal de tu heredero?! Tu y yo sabemos que soy yo la
legítima reina. La única que merece el trono y a la prince… ―
―¡Ella te ha
mentido!― El hombre volvió a levantar la voz exasperado por la insistencia de
su hija. ―¡Espera el hijo de otro hombre Natsuki!―
Los ojos verdes se
abrieron con asombro ante las palabras de su padre. ―No...no es verdad,
solo...solo lo dices para herirme― Intentó encontrar una razón a semejantes
mentiras, Shizuru juro que no se dio a su hermano. ―Arashi no la ha tocado―
―Lo lamento hija, es
verdad, lo hemos comprobado con el doctor Greer y hasta tomé una segunda
opinión de los Sayers, puedes preguntarle a tu concubina, ella ha hecho los
exámenes, esa era la causa de su desmayo y por qué no le es posible retener los
alimentos― El rey colocó su mano sobre el hombro de la joven que ahora mismo se
veíapálida y a punto de devolver el desayuno.
Shizuru se tapó la
boca evitando que se le escapara algún sonido por aquellas revelaciones, lo
presentía, no era tonta… pero aquella circunstancia no era tan evidente, pues
solo había compartido el lecho con Natsuki y su feminidad lo hacía imposible…
salvo por la voz del dragón de fuego.
―Tengo que hablar con
ella...― La pelinegra se hizo a un lado buscando la salida de la estancia.
―No… ahora no es
momento para esto, necesito que vayas al salón de armas y te prepares para
salir. Aún hay ocasión de salvar el impuesto y la boticaria.― El monarca la
detuvo aumentando el peso de su mano en su hombro.
―Pero...― Algunas
lágrimas se lograron escapar de sus verdes ojos al sentir su corazón estrujarse
con dolor, traicionada por la idea de haber sido engañada por la mujer a la que
le habría dado su vida sin siquiera dudarlo. ―Necesito saber, que me mire a los
ojos y...
―Yuichi te está
esperando con algunos soldados a la salida del castillo― Aclaró su garganta,
sabía que su hija sufriría, pero verla así, le recordó a una de aquellas veces
en la que Saeko descubrió alguna de sus infidelidades, era un martirio que su
hija se le pareciera tanto. ―...y un monarca debe pensar primero en su gente
antes que en esclarecer problemas de lechos y traiciones febriles… eso puede
esperar Natsuki, los bandidos no― Sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo
entregó a su hija quien tan solo asintió como respuesta al tiempo que salía del
lugar dirigiendo sus pasos lejos de todo, incluso de ella…
El hombre suspiró
apesadumbrado, le dolía profundamente verla sufrir, pero era lo mejor que podía
hacer, solo así ella entendería por fin que debía olvidar a la princesa de Tsu.
La castaña espero
detrás del mueble hasta que el rey había salido de allí dejándola a solas con
sus pensamientos, se derrumbó sobre el suelo angustiada, ahora cómo iba a
explicar su embarazo sin que los demás creyeran que había estado con un hombre,
pensó en los reproches de su madre, en la mirada decepcionada de su padre, pero
le dolió mucho más recordar el rostro pálido de su diamante plateado, el
sufrimiento en sus lágrimas, ella sabía la verdad detrás de las mentiras del
monarca, su hijo era también de Natsuki, esas fueron las palabras de Kvinne
Rød, ahora todo tenía sentido… por su Fe, debía creer y sostenerse
firme, por su hijo… su amado hijo, haría más que lo imposible.
―Nuestro hijo…
Natsuki.― Acarició su vientre incapaz de contener las lágrimas, de alegría, de
tristeza, no sabía, se abrazó a sí misma intentando controlarse.
―Arc Adamante― el
general se inclinó ante ella en el momento en el que bajaba por las escaleras,
los soldados hicieron lo propio con admiración.
―Acabemos con esto lo
más pronto posible general― Tensó la mandíbula mientras se acomodaba aquel
casco en forma de lobo sobre su cabeza, de un salto subió sobre el lomo de
Kanto tomando con fuerza las riendas, el resto la siguió enseguida, el grupo
fue observado por el rey desde lo alto de la ventana que diera a su despacho.
―Como se encuentra
Arashi― El pelinegro le pregunto a la joven Miyu quien se hallaba de pie al
lado de la puerta.
―Aún sigue
inconsciente su majestad, algunas heridas han sido difíciles de tratar, tal vez
para mañana haya recobrado la conciencia―
Keinji asintió con
desgano, odiaba admitir que su hija tuviera razón… en muchos aspectos la
muchacha había mostrado más agallas que el vástago varón de su progenie, como
si la primogénita hubiera robado todas las virtudes necesarias para ser el
siguiente eslabón de la cadena de su linaje, y así el destino quisiera
recordarle cuán caprichosa es la dama fortuna, pues de una deidad femenina
depende el azar para el hombre. Sin embargo, sabía de antemano que la corte y otros
nobles buscarían derrocar su reinado de inmediato, era esa una cuestión que
Natsuki jamás entendería, el cómo la tradición de monarcas varones ha sostenido
la estabilidad y la confianza del pueblo durante generaciones. ―Arashi reinará,
por el bien de nuestra nación― Dijo más para sí mismo que para Miyu.
―¿Majestad?―
―Harás lo necesario
hoy Greer, ella estará más que devastada y te buscará, porque no menos haría un
hombre en sus circunstancias… así que espero, por tu bien y el de tu padre, que
hoy complazcas en todo a mi hija, más te vale lograr que se olvide de esa
innombrable mujer―
―Como ordene, Rey
mío― Dijo antes de salir de la habitación, sin embargo, algo en su interior,
una fibra tal vez, se removió con una inquietud en el pecho. Por vez primera
obedecer la voluntad de su señor, no se sentía bien o correcto y aun así estaba
obligada por la lealtad que su familia debía al soberano. ―Cualquiera estaría
dichosa de mi posición, tener el honor de… intimar con la princesa― Pero la
sola idea le costó pronunciarla, porque a su mente la noche que derrochó
apasionadamente en los brazos de Mai Tokiha, para aprender debidamente como
complacer a su alteza y ahora era todo lo que quisiera hacer de cara a las
acciones lubricas. ―¿Debo complacer a la princesa?― Tal vez podría, si Mai
compartiera la misma cama.
El día paso con
bastante lentitud, Shizuru observaba inquieta por la ventana de su dormitorio,
su diamante aún no había regresado de la peligrosa misión, ¿acaso le habría
pasado algo?, no, era poco probable que siquiera lograran acercarse a su
valiente guerrera, más aún, cuando había salido en compañía de los mejores
soldados, sin embargo, se sentía inquieta, guardaba en secreto las palabras
dichas por el rey en horas de la mañana, ni siquiera su prima podría entender
que ahora llevará el fruto del amor entre Natsuki y ella, necesitaba
confrontarla, hablar con ella, pero ya no podría ser, era ya muy tarde y sentía
el cansancio en sus músculos por lo que se encaminó hacia su cama, no sin antes
colocar nuevamente el atizador en la puerta para bloquearla, lo que menos
quería en ese momento eran visitas indeseadas.
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No sé si sentirme feliz por la sorpresa de encontrarme un capitulo más o triste porque debo esperar por el siguiente. Y tengo extrema curiosidad por saber como continuará. Ya quiero leerlo la verdad!!!. Muchas gracias por esta tanda de capítulos y por seguir la historia y no abandonar. Espero puedas tener la inspiración de escribir el próximo. Así podrás publicarlo pronto y nosotras poder seguir disfrutando de ello. Deseo para todas que estén bien y mucha fuerza en estos momentos difíciles
ResponderEliminarLa mentira del rey cada vez peor.. Espero que ese par arregle sus diferencias, porque necesitan una larga platica y ellas tienen el poder, que lo utilicen ya...
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