Capítulo 4
Está entusiasmada con la gira de promoción de la
serie y yo estoy feliz de sentirla tan contenta. Hace solo dos días que se ha ido y ya la echo de menos.
Yo, por mi parte, he comenzado a trabajar en el Laboratorio y me encanta lo que
hago. En mi sección, trabajo con otras
cuatro personas que me han acogido con entusiasmo desde el primer momento. Somos
un departamento muy variopinto: Peter y Patricia son americanos, él deHouston y
ella de Boston y Fabien y Claire son
franceses, ambos de París. Hoy hemos
salido todos a cenar y la verdad es que he disfrutado; reirme y pasar un buen
rato con mis compañeros me ha venido muy bien.
Echo de
menos a Amie. Todas las semanas la veo o la leo al menos en un par de
entrevistas. En vallas publicitarias, en el lateral del autobús o en afiches en las paradas veo su cara y la de
sus compañeros de reparto constantemente. Está guapísima y no puedo dejar de
congratularme de la suerte que he tenido de que, entre todas las mujeres del
mundo, me haya elegido a mí para ser su compañera, su amante, su amor. Estoy muy contenta con mi trabajo en el
laboratorio, además, así que pienso que la vida no puede ser más generosa
conmigo.
Hoy
vuelve de la gira promocional y estoy muy nerviosa. Oigo su llave en la puerta
y la veo aparecer radiante, bellísima. Deja sus maletas en la entrada. La
abrazo fuerte. Me mira con gesto de cansancio.
Yo: Hola amor.
Te he echado muchísimo de menos.
Amie: Yo
también, cielo.
Yo: Tienes
pinta de estar muy cansada
Amie: La
verdad es que ha sido agotador.
Yo: Lo mejor
será que te des un relajante baño. Te voy a llenar la bañera y luego te ayudo a
deshacer el equipaje.
La espero
en el baño. Se desnuda y no puedo retirar los ojos de su bello cuerpo. Se mete
en la bañera y permanece de pie en ella. Me tiende la esponja. Le voy
enjabonando lentamente el cuello
y desciendo acariciando con la esponja sus jugosos senos. Me detengo en sus
rosados pezones y la miro a los ojos
mientras sigo enjabonando su delicada
piel. Trazo un corazón de espuma en su vientre y me tiende las manos. “Desnúdate y métete conmigo en la bañera”
me ordena. Y yo obedezco. Ya no soy más dueña de mis actos, ni de mi cuerpo.
Nos
amamos hasta caer exhautas. Pasa el día entre mis brazos, recostadas en el sofá
y a la noche decido llevarla a cenar. Estoy más que feliz. Cuando salimos a la
calle, la tomo de la mano, como siempre.
Amie: Sara,
será mejor que limitemos las muestras de afecto en público. Ahora empiezo a ser
un poco más conocida y vamos a tener que ser más discretas.
Yo: Pues no
entiendo por qué.
Amie: Existen
muchas razones, pero hay dos fundamentales, la primera es que no quiero exponer
mi vida privada y la segunda es que quiero preservar la tuya.
Yo: A mí no me
importa y no es que entienda demasiado bien lo que dices, pero si tú así lo
quieres, así será.
Se me
hace raro caminar por la calle con ella sin tomarla de la mano, sin abrazarla.
Y más raro se me hace cuando en el restaurante voy a colocar mi mano sobre la
suya en un gesto de afecto y la retira como si yo le hubiera dado calambre. Me
dice en voz baja “No, Sara, aquí no”. Entran en el restaurante un par de conocidos
suyos y me presenta como “su amiga Sara”. Cuando acabamos la cena
y ya de regreso a casa, un par de personas la paran en la calle para hacerse
una foto con ella, y comienzo a ser consciente de hasta qué punto mi chica
comienza a ser popular.
Me
cuesta hacerme a la idea de que nuestro mundo de afecto se va a ver reducido
casi a las cuatro paredes de su casa, pero la quiero tanto, que solo me
preocupa hacerla feliz. Cada vez la veo menos, está constantemente acudiendo a
actos y eventos a los que, por supuesto nunca quiere que la acompañe y de los
que vuelve casi siempre achispada, medio borracha, o peor (comienzo a sospechar
que en algunas ocasiones llega también drograda, aunque ella siempre lo niega).
Me dice que son compromisos que tiene que cumplir con la productora pero que,
en cuanto la serie comience, podremos recuperar nuestra vida, más tranquila y
apacible.
Hoy
presentan el episodio piloto de la serie
en un conocido cine de la ciudad y hasta el último momento he conservado
la esperanza de que me invitara a ir con ella. Está espectacular con su ceñido
vestido negro y unos tacones de vértigo. Lleva el pelo recogido en un elegante
moño y no puede estar más bella. Me debato entre la alegría de saber que está
más feliz que nunca y la tristeza de verme excluida de esos momentos tan
importantes para ella. Desaparece por la puerta dejando un agridulce beso en
mis labios. A las seis y media de la mañana, cuando salgo por la puerta de casa para ir a trabajar, ella
todavía no ha vuelto. Al llegar al
Laboratorio, mis compañeros me reciben extrañados.
Peter: ¿Pero
qué haces aquí?
Yo: Hasta
donde yo sé, trabajo aquí…
Peter: Pero
debes de estar agotada
Yo: ¿Agotada?
¿Por qué?
Fabien: Pero, vamos a ver. ¿Esta pasada noche no se
presentaba el episodio piloto de la serie que protagoniza tu chica?
Yo: Sí, ¿y
qué?
Patricia: Cómo
que “y qué” ¿No la acompañaste?
Yo: No. La
verdad es que decidimos que era mejor que fuera sola, así podría estar más
relajada y disfrutar más de ese día tan especial para ella sin tener que estar
pendiente de mi todo el rato.
Fabien: ¡No me
lo puedo creer! ¿Has dejado pasar la oportunidad de asistir a una fiesta en Hollywood,
de conocer gente famosa? Eres una sosa…
Yo (sacándole la lengua) : ¿Gente famosa? Ya duermo con una, así que no necesito más celebritis
en mi vida. ¿No tenéis trabajo?
De todos
mis compañeros con la que he trabado más amistad es con Claire, que es precisamente la única
que no ha abierto la boca. Todos reanudan sus tareas, menos Claire que me mira
con una expresión que no sé descifrar.
Yo: ¿Y tú? (digo
dirigiéndome a ella) ¿No vas a reírte de
mí un rato, como los otros?
Claire (agarrándome del brazo y sacándome al
pasillo):No, yo no, porque no me creo
nada de lo que has dicho
Yo: ¿Qué es lo
que no te crees?
Claire: No me
creo que la decisión de no acompañarla haya sido tuya
Yo: Bueno ¿y
qué pasa si no es así?
Claire: Pues
pasa que no debieras dejar que nadie te trate así. Mírate, eres una mujer
guapísima, amable, inteligente, cariñosa… No debieras dejar que nadie te trate así. Tú vales más que eso
Yo: Tampoco es para tanto. Una fiesta, nada más
Claire: Una
fiesta ayer, pero ¿y todas las demás a las que no te ha llevado? No entiendo
por qué dejas que te esconda. Mira, Sara, cuando el amor comienza a circular
solo en una dirección, a lo mejor llega el momento de plantearse que te tienes
que apear de ese tren.
Yo: Pues anda
que no eres dramática tú ni nada…
Claire: Son
tus decisiones y es tu vida, Sara, pero no debieras dejar que nadie te imponga
cómo vivirla. Las mujeres como nosotras no necesitamos armarios para escondernos.
Se va y
me deja sola en el pasillo rumiando sus palabras. Cuando vuelvo a casa
encuentro a Amie tendida encima de la cama, con el vestido puesto y sin
desmaquillar siquiera. La habitación apesta a alcohol y deduzco que ha debido
de llegar muy tarde y demasiado tomada, como empieza a ser costumbre. Ni me
molesto en desnudarla para ponerle el
pijama. Cierro la puerta de la habitación y me voy a la calle. Tengo que dar un
paseo porque tengo que despejar mi mente. Quiero creer firmemente que a partir
de ahora las cosas cambiarán entre nosotras y volveré a recuperar a esa Amie
atenta, generosa, cariñosa y centrada que conocí en Andalucía, porque esta Amie
egoísta e inmadura que yace en nuestra cama, no me gusta nada. Cuando vuelvo está recién duchada y se está
arreglando para salir de nuevo.
Yo: Hola, ¿qué
tal ayer?
Amie: Estupendamente.
Mi representante estableció un montón de contactos que espero que deriven en
proyectos futuros.
Yo: Qué bien.
¿Vas a salir otra vez?
Amie: Sí,
tengo una sesión de fotos dentro de una hora y una entrevista en televisión
esta noche.
Yo: ¿Quieres
que te acompañe?
Amie: No,
mejor no. Va a ser muy aburrido para ti
Yo: Muy
aburrido comienza a ser estar siempre en casa esperando a ver cuándo encuentras
un par de horas para compartir conmigo. Ya casi ni te veo.
Amie: Bueno,
Sara, no me montes una escenita. Ya te dije que durante una temporada iba a ser
complicado.
Yo: Pero esto
ya no es complicado, Amie, es desolador. Empiezo a no entender por qué tienes
que esconderme del mundo y todavía entiendo menos que en toda esa vorágine en
la que se está convirtiendo tu vida no hagas nunca un hueco para estar conmigo
Amie: Ahora no
tengo tiempo para esto. Se me está haciendo tarde. Luego a la noche hablamos,
si quieres.
Y se va,
dejándome con la hiel de sus palabras envenenando mis pensamientos. Entro a la habitación y voy recogiendo sus
cosas, que ha dejado desperdigadas aquí
y allá; comienzo a parecer más una criada
que una compañera de vida. Sacudo la
cabeza para espantar mis pensamientos, porque aunque mi corazón me sigue
diciendo que la quiere con todas sus fuerzas, mi cabeza comienza a susurrarme
que ella hace tiempo que perdió la fuerza para quererme a mí. Esa noche veo su
entrevista en la televisión; ya casi la veo más a través de ese aparato que en
persona. Está guapísima; el presentador coquetea descaradamente con ella y ella
juega a la ambigüedad
Presentador: Nos
consta que compartes tu vida con una mujer
Amie: ¿Compartir
mi vida? No. Solo comparto casa
Presentador: ¿Solo
casa?
Amie: Sí, es
una amiga española que ha venido a Los Angeles a trabajar y está en mi casa
mientras encuentra dónde instalarse
Presentador: Pues
nos dejas más tranquilos. ¿Así que tu corazón está libre?
Amie: Totalmente
Presentador: Menos
mal, porque sino hubieras dejado un reguero de esperanzas rotas por el camino. Así todos podremos seguir
soñando con poder conquistarte algún día. Muchas gracias por habernos
acompañado esta noche. Ha sido un placer que espero que repitamos pronto.
En
menos de tres minutos suena mi teléfono. Es Diego.
Diego: Sara,
¿qué está pasando?
Yo: ¿Qué está
pasando de qué, Diego?
Diego: Estoy
de guardia en la clínica y no hay mucho movimiento así que he estado viendo por internet
la entrevista que le han hecho a Amie.
Yo: ¿Y?
Diego. No
juegues conmigo, hermana. Algo no va bien. ¿Amiga? ¿Estás buscando piso?
Yo: A ver,
Diego, solo es una forma de hablar. Ella está comenzando una carrera brillante
y declararse públicamente como lesbiana, desgraciadamente, podría ser un lastre
Diego: Hasta
ahí lo entiendo. Pero podría haber contestado con un mucho más elegante “ eso
pertenece al ámbito de lo privado” o “de mi vida personal no quiero hablar” o
algo parecido.
Yo: Tampoco es tan grave lo que ha dicho
Diego: ¿Tú estás bien?
Yo: Muy bien, Diego, deja de preocuparte. Estoy
cansada, voy a acostarme. Te quiero
Diego: Yo también te quiero. Y llámame si necesitas
algo. Aunque estemos a un océano de distancia, Cuando me necesites allí estaré.
Lo sabes ¿verdad?
Yo: Claro que lo sé. No te pongas dramático. Diles a
mamá y a papá que los quiero. Adiós.
Me
acuesto, y aunque me cuesta mucho tiempo conciliar el sueño, ella todavía no ha
vuelto cuando me duermo. A la mañana siguiente,
cuando me levanto para ir a trabajar
ella está a mi lado, aún dormida. La
beso en los labios antes de irme, pero no se da cuenta. Yo sí me doy cuenta, de
nuevo, de que huele terriblemente a alcohol. Cuando llego al Laboratorio, mis
compañeros callan discretamente, todos excepto Claire, quien me vuelve a
arrastrar al pasillo.
Claire: ¿Estás
bien?
Yo: Sí,
Claire, gracias.
Claire: ¿Es
cierto? ¿Estás buscando piso?
Yo: No,
Claire, estamos bien, pero ya sabes cómo son estas cosas
Claire: No, no
sé cómo son esas cosas, la verdad, explícamelo tú.
Yo: Ahora ella
concita mucha atención mediática y esa es la forma de preservar su carrera y
preservarme a mí
Claire: Vale,
entiendo que no quiera declararse abiertamente como lesbiana, está en todo su
derecho de hacerlo dónde y cuándo le dé la gana, pero con decir que no quería
hablar de su vida privada hubiera sido bastante, creo yo.
Yo: Vaya, lo
mismo me dijo ayer mi hermano Diego…
Claire: Porque
también te quiere, Sara.
Yo: Ya bueno,
tampoco es para tanto, luego hablaré con ella y lo solucionaremos
Cuando
vuelvo a casa la encuentro en pijama todavía. Le pregunto que si le apetece
comer algo y preparo una ensalada y un filete a la plancha para cada una. Está
ausente. No hablamos. Parecemos un
matrimonio caduco que ya no tiene nada que decirse. Cuando intento sacar el
tema de lo sucedido en la entrevista de la pasada noche, me dice que me estoy
volviendo una asfixiante posesiva. Me dice que no tiene ganas de discutir, que
le duele la cabeza y se levanta dejándome en la cocina con los restos de la
comida. Parecen una metáfora de nuestra relación. Restos nada apetecibles,
sobras sin interés que acabarán en el cubo de los desperdicios.
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deberia dejarla para no sufrir , todos se dan cuenta menos ella
ResponderEliminarme esta gustando la historia , espero el proximo capitulo
M.S(galicia)
Ufff es una estupida sara no se merece eso me encanta la historia
ResponderEliminarQue le pasa a sara aguantar tantooooo es o se hace. Me da coraje che, se esta pasandi 5 pueblos .
ResponderEliminarSaraaaaaa vete de esa casa pero ya si te dan migajas no vale la pena.
Despistada gracias.
Maria Rene
Bueno...en primero debo decir que me gusta lo que leo.Y no hablo por lo que esta pasando con nuestra querida Sara,hablo de como se lleva a cabo la historia.Es una version distinta de lo que a veces estamos acostumbradas a leer.
ResponderEliminarSegundo, que no todo es rosa en una relacion que nace y surge de esta manera tan precipitosa.A veces,cuando encontramos el amor estamos dispuestas a dar todo por esa persona,sin medir consecuencias o pensar si eso llegaria o no a ser reciproco.Asi,nos encotramos en esta encrucijada de seguir y dejarlo todo o dar una ultima chance y aferrarse a lo poco que quede de ese amor.
Muy bueno...esperando la continuacion y gracias por tus historias despistada.
Saludos.mia