Capítulo 3
Cuando
salimos del hotel me duele el cuerpo y me sonríe el alma. Disfruto del placer
de recorrer la ciudad cogida de su mano, de mirarme en sus ojos y dejar que
recueste su cabeza en mi hombro. Disfruto enjabonándola, acariciándola, lamiéndola.
Disfruto del suave tacto de su piel y de sus dulces besos, de sus manos, de su
lengua, de su olor. Disfruto del sexo como nunca antes lo había hecho. Y la
magia de Sevilla se me cuela en los huesos y la llama del amor prende
irremediablemente en mis entrañas.
El
verano avanza inexorablemente y me doy cuenta de que me he enamorado como una
chiquilla de Amie. El cielo que nos cobija, el sol que nos calienta, la playa que nos arropa y el mar que nos acuna anestesian mis sentidos. Y Amie se encarga
cada noche de encender una llama que hace hervir mi interior. Ha dejado el
hotel y se ha instalado en casa con Diego y conmigo. Diego me besa y me abraza a todas horas diciéndome
que nunca me había visto tan feliz. Y es verdad, nunca había sido más feliz.
Y me doy
cuenta de que lo quiero todo, quiero el verano, pero quiero también el resto de
las estaciones del año. No puedo dejar escapar a Amie de mi vida, pero a la vez
no me atrevo a decirle nada a ella. No
me gustaría ser para ella solo una flor estacional. Me da miedo. No sé
qué hacer. Ambas tenemos nuestros pujantes futuros por delante, ella una
prometedora carrera como actriz que la ancla inexorablemente al otro lado del
océano y yo una incipiente carrera como investigadora para la que llevo preparándome
toda mi vida. Me aferro a Amie como si
fuera el único tronco que flota en las turbulentas aguas en las que me ahogo.
Ella no está mejor, creo. Me dice que se ha enamorado de mí. Pero ambas sabemos
que ella no puede quedarse y yo no puedo ir.
Sus vacaciones han terminado y mañana se
irá. No quiero pasar mi último día con ella triste o llorando, pero a mi cuerpo
le cuesta horrores remontar esa sensación de vacío que ha pintado mis entrañas
por dentro, esa negrura que me devora.
Amie: Esto no
puede acabar así. No es justo. Nunca he querido a nadie como te quiero ati. Y
nunca me he sentido más querida por nadie de lo que me siento por ti. No es justo.
Sara: Buscaremos
la forma de estar juntas, mi amor. Tiene que haber alguna.
Se abraza fuertemente a mí. Es nuestra última noche
y no quiero pasarla lamentándome. Quiero grabar en mi memoria cada rincón de su
cuerpo, cada pliegue de su piel. Está prendida fuertemente a mí, abrazada a mi
cuello. La beso en la frente y veo una lágrima rodar por su mejilla. La
estrecho contra mi pecho y le susurro al oído cuánto la quiero. Levanto su
barbilla hacia mi boca y bebo de sus labios. La beso dulcemente. Acaricio su
nuca y bajo mi mano por su espalda. Se aferra a mi cintura, me besa e introduce su lengua en mi boca. Ese contacto
húmedo me excita. Sus besos me excitan. Me gusta muchísimo cómo me besa. La
atraigo firmemente hacia mí y siento sus pezones endurecidos. Está excitada
también, pero las lágrimas siguen bañando sus ojos. Su pelvis contra mi pelvis,
su boca contra mi boca, su desesperación contra mi impotencia todas en una
danza loca . Me deshago de su camiseta y libero sus turgentes pechos de la
prisión del sujetador. Acaricio suavemente su seno con mi mano, mientras voy
bajando la cremallera de su falda. Ella se deja hacer y llora en silencio. Tomo
su cara con mis dos manos y la beso con dulzura “No pares, Sara, por favor” me dice “Quiero que me hagas el amor”.
Al día
siguiente la llevo al aeropuerto. Cuando embarque en el avión se llevará irremediablemente un trozo de mi alma.
Amie: Sé que
lo que te voy a decir suena egoísta, lo sé. Yo tengo que regresar a California.
La promoción de la serie que hemos rodado comenzará enseguida, ya que quieren
estrenarla el próximo otoño. Es mi oportunidad de que mi carrera despegue.
Yo: Soy
consciente de ello
Amie: Tú
tienes muchas ofertas de trabajo, lo sé, pero todavía no has escogido ninguna.
Quizás podrías no hacerlo de momento y venirte a Estados Unidos y buscar algo
allí.
Yo: ¿De verdad
es eso lo que quieres?
Amie: Es lo
que más deseo en el mundo. Ya sé que te pido mucho, ya sé que te estoy pidiendo
que aplaces de momento tu carrera, pero no quiero perderte y no veo otro modo de
intentar estar juntas. Prométeme que al
menos te lo pensarás.
Yo: Lo haré
Amie: Gracias,
mi amor
Apoya su
cabeza en mi pecho. La rodeo con mis brazos y permanecemos así unos minutos. De
repente, se libra de mi abrazo, me besa en los labios y me susurra “Adiós, amor” y desaparece corriendo de
mi vista. Diego me espera en el aparcamiento. Cuando me ve llegar, sale del
coche, me abraza y no aguanto más. Toda
la tensión acumulada rebasa mi piel y él aguanta los espasmos de mi cuerpo,
hasta que no me quedan suspiros, hasta que no me quedan lágrimas. Los próximos días Diego se vuelca conmigo y no
deja que me hunda.
Diego: Mira,
Sara, sé que no quieres oír esto, pero la regla de un amor de verano es que te
alegre las vacaciones y que quizás te deje un recuerdo indeleble, pero que tú
puedas seguir con tu vida.No te puedes quedar anclada a una historia vivida con
la intensidad de un tiempo finito. Los amores de verano nos obligan a quemar
todas las etapas del romance en un cortísimo periodo de tiempo. Por eso pueden
confundirnos.
Yo: ¿Qué estás
diciendo? ¿Qué yo no la quiero? ¿Qué ella no me quiere?
Diego: No. Estoy
diciendo que, precisamente durante un mes, tú la has querido intensamente y
ella también a ti.Durante un mes, Sara.Eso puede ser engañoso y puede hacer que
nos creemos una imagen idealizada de la otra persona.
Yo: Pero. No
sé qué voy a hacer sin ella
Diego: Pues
seguir viviendo, Sara, como todo el mundo. Sé que para ti Amie ha sido tu
primer amor. Y de eso estoy seguro porque es la primera vez que hevisto felicidad en tu
mirada. Pero, a veces, todo en la vida
no es para siempre y hay que seguir adelante. Desgraciadamente el corazón
muchas veces late sin querer escuchar las directrices de nuestro cerebro y nos
equivocamos.
Yo: Pero no
estoy equivocada. La quiero
Diego. Claro
que la quieres. No estoy poniendo eso en tela de juicio. Pero la quieres desde
hace cuatro semanas. Quieres a su mejor
versión de ella y ella quiere a tu mejor versión de ti.
Yo: ¿Y si ella
es mi amor con mayúsculas?
Diego: Pues si es así, tendrás que ir tras de ella, tendrás
que ir a buscarla. Pero no ahora. Ahora tu corazón va a nublar tu razón. Y los
necesitas a los dos a pleno rendimiento para tomar una decisión que va a
cambiar tanto tu vida.
Yo: No
necesito pensarlo más, Diego. Voy a ir tras ella. Voy a trasladarme a Los
Ángeles.
Diego: ¡Qué
cabezotas eres!
Diego me
abraza. Sé que no está de acuerdo con mi decisión, pero sé que me apoya. En
unos días estamos en nuestra casa de vuelta, comunico a mis padres mi intención
de trasladarme a California. Les cuento lo sucedido, que me he enamorado y que
además lo he hecho de una mujer y me dicen lo mismo que Diego. El quién no les
importa mientras a mí me haga feliz, pero independientemente de eso, quieren
que deje pasar un tiempo, que reflexione, que vea cómo deriva ese amor a
distancia y luego tome la decisión que quiera. Pero yo no quiero esperar. Así
que en un par de días he empaquetado mi vida en tres maletas y cruzo el
Atlántico en pos de un sueño.
Amie me
recibe en el aeropuerto. Me abraza con firmeza y me repite “Gracia, gracias” y yo estoy feliz de estar de nuevo con ella. Muy
feliz. Carga mis maletas en su coche y no consiente que me instale en un hotel.
Me lleva directamente a su casa, un espacioso apartamento enBeachwood Canyon. Los próximos dos días no salimos del
apartamento. Necesito recordar el sabor
de cada fluido de su cuerpo, el olor de cada centímetro de su piel. Necesito
volver a sentirla, volver a tenerla, aferrarme a la idea de que ambas vamos a
apostar porque nuestra relación funcione. Soy muy feliz. Todavía no ha empezado
a trabajar y tiene todo el tiempo del mundo para mí y yo para ella. Vivimos
unas eternas vacaciones de verano. Paseamos cogidas de la mano y nos hacemos
fotos besándonos en todos los sitios emblemáticos de la ciudad. A la noche nos
arrancamos la ropa con urgencia y poseemos con avidez el cuerpo de la otra.
Pero nuestras eternas vacaciones llegan a
su fin. Ella tiene que comenzar con la promoción de la serie y yo necesito
buscarme un trabajo para procurarme un permiso de residencia. Así que dejo mi
currículum en diversas empresas tecnológicas y pronto comienzan a hacerme
entrevistas. Hay una pequeña empresa con un gran laboratorio que se muestra muy
interesada en contratarme. Visito sus instalaciones y digo que sí.
Amie no para de hacer entrevistas en la
tele y comienzan a pasar en diversas cadenas los avances de su serie. La verdad
es que está creando bastante expectación y ambas estamos muy felices. No
tenemos tanto tiempo para nosotras, pero las dos estamos de enhorabuena. Esta
noche he preparado una cena especial.
Quiero celebrar con Amie la firma de mi contrato, una firma que me
asegura poder quedarme a su lado. Solicité en base a ello la tarjeta de residencia permanente y hoy,
por fin, he recogido mi Green card. Hemos quedado a las siete, y estoy muy ilusionada.
La cena está recién hecha y he metido hace horas una botella de champán en el
frigorífico. A las ocho, la cena está ya
tibia y el champán más que frío y Amie ni ha llegado ni ha avisado de que lo
haría más tarde. A las nueve, la cena está fría y yo tremendamente nerviosa.
Empieza a preocuparme la posibilidad de que algo le haya pasado. El teléfono no
suena, ni para bien, ni para mal y yo paseo por el apartamento como si fuera un
tigre enjaulado. La he llamado varias veces, pero me salta siempre el buzón de
voz. Decido tranquilizarme. Seguro que todo tiene una explicación. A las once
entra tambaleante por la puerta. Está borracha o por lo menos muy bebida. La
desnudo y la tiendo en la cama. Yo, me pongo el pijama y me echo en el sofá.
A la mañana siguiente, cuando despierta,
me encuentra en el sofá y la mesa de nuestra cena no realizada está todavía
puesta y las velas consumidas. Y entonces cae en la cuenta de que había quedado
conmigo y ni siquiera me avisó de que no vendría.
Amie:
¡Oh, Sara, lo siento! ¡Soy una estúpida! Cuando acabamos ayer la entrevista me estaba
esperando mi representante con un nuevo proyecto bajo el brazo que quería que
ojeáramos juntos. Fuimos a cenar a un restaurante y tras estudiar el guion para
una nueva película, a ambos nos pareció
estupenda y fuimos a celebrar que voy a ser la protagonista de la película de
un director novel que viene pegando muy fuerte
Sara:
Pues vale. Me alegro por ti.
Amie:
Lo siento, Sara, de verdad, pero es una
oportunidad espectacular para mi carrera. Debí llamarte
Sara:
Sí, debiste hacerlo
Amie:
Lo siento, de verdad, perdóname. Déjame
compensarte
Yo estoy sentada en el sofá. Se arrodilla
frente a mí y va soltando poco a poco
los botones de la chaqueta de mi pijama. Me besa en el cuello y murmura “lo
siento”, me muerde el lóbulo de la oreja y me susurra “discúlpame” , roza mis
labios con los suyos y me dice con voz ronca “déjame compensarme”, pasa su lengua
por mis pezones y musita“perdóname” y yo, ya no sé ni por qué estaba enfadada,
ya en lo único que me concentro es en el placer que me proporciona y en el que
yo quiero darle, así que la sujeto firmemente por debajo de los brazos, la
coloco a horcadas sobre mí y desabrocho con urgencia su pijama mientras mi
lengua busca ávida la suya.
Nuestro
primer enfado y nuestra primera reconciliación. Pasamos el resto de la mañana
en la cama y luego me invita a comer a un pequeño restaurante italiano cercano
a casa, que sabe que me gusta mucho. Está todo el tiempo pendiente de mí y yo
no puedo ser más feliz. La felicito por su nuevo proyecto. Estoy muy orgullosa
de ella y muy contenta de que le vayan saliendo nuevos proyectos profesionales.
A la tarde damos un paseo por el parque, muy acarameladas y al anochecer
volvemos a casa. Hacemos otra vez el amor y cuando yacemos exhaustas una en
brazos de la otra y creo que ya no se puede ser más feliz, me suelta la
bomba: en un par de días comenzarán con
la promoción de la serie por otros estados y estará un mes fuera de casa.
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Mmm todo es un sueño entre las chikas ojalá siga asi me encanta la historia beso
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