Capítulo
2
A la
hora del almuerzo, pensó en quedarse en el laboratorio pero le pareció que
tenía que convivir con sus compañeros, ahora ya no era investigadora y no tenía
que cumplir con los horarios estrictos de la Universidad; caminó hacía el
comedor, los chicos corrían, caminaban, se reían, era todo un espectáculo,
podría pasarse todo ese tiempo observando cómo se desenvolvían e interactuaban,
los imaginó en una caja de petrí cual cultivos, el área era bastante agradable
y hasta el fondo vio a los adultos, se acercó para ver lo que ofrecía la
escuela, tomó una charola y pidió una ensalada, puré de papa una manzana y un
té de manzanilla.
Cuando
hubo pagado se dirigió con los profesores y una mano se levantó y le hizo señas
para que se acercara. De espalda pudo ver que también estaba sentada Izumi, era
inconfundible.
-Hola
profesora, acompáñanos por favor.
Se
sentó y vio como Izumi le sonreía.
-Perdón,
pero todos se hablan por “profesor…”
-Sí,
bueno es una regla de la escuela, así los chicos tienen clara la figura de la
autoridad y a quien le deben respeto, y entre nosotros es igual, hemos estado
de acuerdo en ello todos. Hemos obtenido muy buenos resultados en la escuela,
creo que afuera se ha demeritado el respeto entre la ciudadanía y creemos que
debemos fomentarlo aquí. Dijo la morena. -Por cierto soy Ivonne De la Cruz.
-Al
principio te va a resultar un fastidio, pero luego una se acostumbra, -agregó Izumi
con otra sonrisa.
-En
la universidad nos hablábamos por apellido, así que no será difícil
acostumbrarme. Comenzó a comer.
Al
terminar de comer levantaron sus respectivas charolas, cuándo Izumi se movió
cerca de ella dejó una estela de su delicioso perfume en el aire, lo que llenó
sus fosas hasta su cerebro, activando una parte en su cuerpo olvidada,
emociones que de alguna manera se despertaron y la noquearon de lleno.
Se
había prometido no volver a involucrarse con nadie en el trabajo, la última vez
salió herida, tendría que poner distancia, además no era muy buena con las
relaciones interpersonales, le iba mejor sólo con las laborales.
Volvió
a su laboratorio y revisó el programa una vez más, el horario le daría tiempo
suficiente para seguir escribiendo en la revista de la universidad y además
seguir con las investigaciones que tenía pendientes. Al volver del almuerzo le
tocaba recibir al grupo de sexto grado, así que dispuso el material necesario
para la práctica del día.
Sonó
el timbre de nuevo y empezaron a llegar los escolares con sus batas blancas se
acomodaron alrededor de las mesas sobre los bancos altos. Se presentó y comenzó
a explicar el desarrollo de la práctica. Al finalizar la jornada, según el memo
tenía que volver al aula de profesores para hacer un repaso sobre el primer día
de clase, se apuró a revisar que todo estuviera en orden, limpió y apagó las
luces. En términos generales estaba contenta con su día, pero podría mejorar,
de tal manera para sacar el mayor provecho con los estudiantes.
Al
llegar al aula, se encontró con que todos los profesores estaban reunidos, sólo
faltaba el director que entró justo detrás de ella, se adentró para sentarse
cerca de la ventana y entonces la vio, la saludó con un ademán de cabeza.
Recorrió la silla más atrás para no verla y distraerse.
Después
de media hora, se tocó el tema para hacer una despedida al profesor Anguiano y
hubo una lluvia de ideas para ello, habría un recital en el auditorio, los
chicos podrían expresarse a través de las artes, una canción, un poema, una
exposición para dedicar al profesor y agradecerle su entrega a la institución,
y entre colegas habría una velada en “El Tazón”, un bar al que acudían
normalmente. Al terminar la reunión se dispusieron para retirarse, vio como
Ivonne y Izumi salieron primero, así que se quedó rezagada con el propósito de
no topárselas.
Al
llegar a casa Jordan notó la correspondencia, la sacó y revisó, ahí estaba otra
vez esa cobranza tenía que volver a llamar para recordarles que esa persona ya
hacía tiempo no vivía con ella. Resopló de fastidio. Les daría su número de
celular para que la localizaran por esta vía, ya se había agotado su paciencia.
Entró
a la casa y estaba pepper esperándola, moviendo su cola de lado a lado, un
hermoso Jack Russell Terrier, lo acarició detrás de las orejas provocando un
gruñido de placer, desde que lo adoptó había cambiado su vida, la hacía feliz
llegar y que alguien la esperara, tenía una oreja más pequeña por una mordida y
un ojo lastimado, seguro lo había dejado así un perro de pelea, le explicó el
veterinario. Abrió la nevera, sacó una cerveza y se acercó al televisor repasó
los canales y nada llamó su atención, de pronto el último canal pasaba una
película sobre la segunda guerra mundial, y apareció en escena una geisha, se
sacó los zapatos y se ubicó en el sillón, de repente se sintió atraída por la
trama. Su cara no es tan oriental, más bien lo es su porte seguro por la
educación en casa, se sorprendió pensando en ella. Se levantó, apagó el
televisor y fue a cambiarse, buscó su ropa deportiva para salir a correr, ahora
tendría que hacerlo a esta hora si quería mantener a raya sus necesidades
físicas. Llamó a pepper con la correa en la mano y una bolsa plástica para
recoger sus desechos en la otra y salieron a ejercitarse.
La
despertó el sonido de su teléfono, ¿me quedé dormida? Y vio que su despertador
aún no tenía que sonar, el nombre de su hermano iluminaba la pantalla.
-Hiroki
¿está todo bien?
-Hola
hermanita, sólo quería avisarte que en una hora estoy volando de regreso a
casa, quería saber si necesitas algo del aeropuerto.
-Sabes
que esos chocolates de importación me vuelven loca.
-Lo
sabía, se que te desperté, así que pondré una caja extra para compensarte. Te
mando un abrazo hermanita y que tengas un buen día.
-Gracias,
si no fueras mi hermano, estaría tras esos hermosos ojos, ronroneó pícara.
-Claro
como son los mismos que los tuyos, ja, ja. Te veo luego. -Escuchó que le envió
un beso y colgó.
-Ya
que me has despertado, me voy a bañar con calma. Se levantó y se dirigió al
baño.
Después
de elegir una falda negra, una blusa blanca y un suéter beige ligero, se
cepilló el cabello, aplicó un poco de maquillaje y labial, revisó lo que había
preparado para llevar de almuerzo, antes de salir se acercó para tomar las
llaves y tomó un dardo, se dio vuelta y sin
más lo tiró atinando cerca del centro del tablero. -mmh nada mal pero
debes ir al centro, -regañó al dardo. Sonrío para sí, salió y cerró la puerta
con llave.
Llegó
temprano, en lugar de parar en el aula de profesores, siguió hasta su oficina
para dejar sus efectos personales. Había traído con ella un árbol bonsái que le
obsequió su madre, lo acomodó en un lugar estratégico para que no estuviera al
alcance de sus alumnos, solían ser curiosos y todo lo querían tocar. Lo
alcanzaba a ver desde su silla. La ventana que daba al pasillo era para evitar
situaciones embarazosas entre el alumnado y profesores, si bien había persianas
ella prefería mantenerlas abiertas todo el tiempo. Se acercó para alimentar a
los peces y como siempre los contó. Escuchó voces en el pasillo y caminó hacía
allá.
-Diablos!
Dónde dejé el café? -exclamó, -estoy segura que lo puse por aquí… -había
llegado al laboratorio con una bolsa de más y algunos libros.
-Todo
en orden? la observó dar un giro de 180° como bailarina de ballet, sus
zapatillas deportivas rechinaron sobre el piso limpio.
-Disculpa,
creí que estaba sola. No suelo decir palabrotas, excepto cuando estoy sola. La
vio de arriba a abajo, que linda era la profesora Durán. Compré un café y estoy
segura que lo dejé por aquí pero ahora no lo encuentro, traía tantas cosas que…-la
vio acercarse y tomarla del hombro, de nuevo el olor inundó y abrió los poros
de su sensible nariz.
-Tenías
una hoja de árbol en tu chaqueta, pero ya está. -Sostenía una hoja entre sus
dedos. Sus miradas de nuevo se cruzaron, estaba peligrosamente cerca atinó a
sacar cálculos Izumi, de nuevo podía sentir el ambiente cargado de energía,
intentó retirarse, cuando sintió como le quitaban la hoja de los dedos, sintió
la temperatura cálida a través de sus dedos, escuchó algo y parpadeó.
- Andira
inermis.
- Cómo
dices?
-La
hoja pertenece al comúnmente llamando almendro de monte.
-Oh!
claro, la hoja, es del árbol del estacionamiento. Soltó una nerviosa risa. De
nuevo la había sorprendido en la baba, pero es que era tan bonita y de cerca
podía ver el color de sus ojos, además su voz era encantadora.
-Profesora
Gavaldón, dejó usted el vaso de café en el techo de su auto. Ambas vieron al
señor Pablo el jardinero, con un vaso desechable en la mano.
-Que
tonta soy, muchas gracias, suele pasarme todo el tiempo, un día dejé las llaves
del auto, hasta que un vecino se me acercó y me las dio, soy distraída, -soltaron
los tres en carcajadas relajando el ambiente.
-A
todos nos puede pasar, con su permiso.
-Pues
ahí lo tienes, te veo en un momento, que tengas buen día profesora. Se dio la
vuelta y volvió a su oficina para cerrar e ir en busca de Ivonne.
En
todo el día no la había vuelto a ver, era la segunda vez que sentía lo mismo en
su cercanía, no podía evitarlo, le provocaba cierto nerviosismo. Desde hace
años no se sentía igual, cómo cuando estuvo en la universidad y conoció a Sam,
una compañera de equipo con la que expuso un teorema en las finales, todo había
ido bien, quedaron segundas y cuando celebraban en un bar con los amigos,
después de algunos tragos, Sam estaba muy tomada, el caso es que la besó, ese
no fue el problema, el problema fue que correspondió el beso y le gustó.
Después
de eso, la empezó a ver diferente en lugar de compañera, como mujer y eso la
puso nerviosa, al terminar el semestre, dejaron de verse porque tenían planes
de estudios diferentes, pero aún así algo había quedado en ella, algo que Sam
dejó abierto. Había salido con amigos y tuvo varios novios, con los que estuvo
bien, pero nunca se sintió como en aquella ocasión. Y ahora casi nueve años
después, de nuevo aparecía la sensación que creía olvidada y era con otra
mujer.
Iban
caminando rumbo al estacionamiento al final de la jornada. Algo le iba contando
su amiga, pero no la estaba escuchando.
-Ivonne,
-la interrumpió, -¿crees qué somos alguien, y que vamos por la vida así, hasta
que conoces a otra persona que pone en riesgo todo lo que creías ser y se
transforma completamente tu esquema de vida, tú esencia, anhelos, sentimientos
y pone todo de cabeza, que te hace dudar, que lo que eras no es finalmente lo
que quieres ser, sino que esperabas que llegara para que cobrara sentido
todo…en tu ser? -Ivonne tenía una expresión de ¿de qué carajos hablas? Y soltó
a reír.
-Oye
eso ha sido muy intenso, creí que eras matemática, no filósofa. Por cierto hoy
no vi a la profe nueva, es tu vecina, ¿tú la viste?
-Sí
la vi temprano cuando llegó.
-Entonces,
todo lo que decías antes ¿Que ha sido?
-Olvídalo,
estaba pensando en voz alta.
-Ven
a cenar el viernes a casa, le diré a mi marido que traiga a ese compañero que
dice, es un gran partido para ti.
-Están
igual o peor que mi madre, yo no tengo ninguna prisa.
-No
deberías ser tan cerrada, ven sólo para que lo conozcas, es más le pediré que
invite a alguien más del trabajo, así no se ve tan obvio el asunto.
-La
verdad me da un poco de flojera. Además hoy volvió Hiroki y vamos a casa de mis
padres a cenar, así que será en otra ocasión. Se ha estado comportando extraño
y creo que es porque ha conocido a alguien y nos la quiere presentar, ya te
contaré si va por ahí el asunto.
-Es
un tipo maravilloso, ojalá sea verdad.
-Bueno,
me voy te veo mañana profesora.
El
viernes después del almuerzo, Hiroki le confirmó lo de verse en casa de sus
padres para entregarle los famosos chocolates, y pasar una velada en familia,
no le quiso adelantar nada, pero había algo que le decía que no estaba tan
equivocada.
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