Capítulo 29
Yerto
Al mirarme a mi misma en el pasado no dejo de pensar o sentir que las
cosas han tomado tintes jamás imaginados por mí. Mi vida, mi mundo, todo por
cuanto vivía hoy sé que solo ha sido una fantasía impuesta en mi mente, creada
por un científico que no contento con su aburrida existencia, hizo bien en
amargar la mía. ¿Quién fui? Una mentira, una chica común entre la masa uniforme
que supo pasar desapercibida por un largo tiempo. Yo no lo sabía entonces pero
durante los hechos acontecidos en Fukka, solo fui un cebo, otra sombra en el
carnaval de las Hime, una débil y frágil chica a la que nadie se tomó la
molestia de preparar en nada. No tiene sentido formar las fortalezas de alguien
por quien no has apostado ni un centavo sobre su victoria, eso fui yo, una
derrota anticipada.
El ‘gran Nagi’, otra fantasía dispuesta en mi mente, era el recuerdo
del inexistente hombre gentil, del padre amoroso que envuelve en sus brazos a
una niña, sin que esa niña sintiera la tibieza de sus abrazos ni una vez. Creía
que era el hombre perfecto, tonta de mí, otra plantación de memorias, como si
no hubiese pasado toda mi infancia siendo otra rata más de laboratorio. Aun de
mi hermana, Iori, no recibí otra cosa que desprecios, castigos y palabras
desdeñosas, tal vez nuestra sangre esta tan corrupta como la de él y las
bajezas sean algo inevitable, algo transmitido por la genética, pero ahora...
solo puedo sentir lastima por ella, pues aun permanece sumergida en esa eterna
burbuja de fantasías implantadas.
Aun sobre la imperfección y la ponzoña latente siempre en mi sangre,
aun con mi debilidad visible en todo momento... aun así, le conocí, a esta
persona por la que haría cualquier cosa, Kruger-san... He visto cada rostro
posible de esta persona, su sonrisa cautivadora, su capacidad de sacrificio por
las personas amadas, incluso por aquellas a las que no amó... como yo. Su ira
ha sido ante mis ojos el mayor de sus encantos ¿Soy idiota? Es una gran
posibilidad. ¿Por qué una mujer sería hermosa en el momentos más oscuro de sus
emociones? Aun bajo la cólera más implacable, Natsuki me ha mostrado la nobleza
de su corazón, aun cuando todos le han traicionado sigue confiando, no lo sé,
tal vez somos un par de idiotas y es por eso que he decidido luchar a su lado
esta noche, sabiendo de antemano que voy a morir por segunda vez.
Yo ya he muerto una vez, un demonio de ojos rojos atravesó mi pecho con
su Naginata hace tiempo. Ese día, me pregunté porque a mí, mientras mi corazón
se detenía y de mis labios salía un torrente de sangre, yo no había hecho nada
malo a nadie, nunca pedí aquella rara suerte de materializar cosas, de hecho,
hubiera sido otra chica más del montón, con una buena vida, sin muchas
emociones y tal vez una relación estable con alguna mujer... no lo sé, pero el
demonio de ojos rojos fue a sacarme de mi pequeño mundo de tranquilidad. Aun
quema en mi memoria cada recuerdo, ella fue tras de mí hasta los dormitorios,
me buscó en la oscuridad, ella quería matarme por la marca oculta en mi piel.
Sonrío con amargura, todavía puedo ver el fuego envolviéndolo todo a su
alrededor allá en Fukka, esa mirada demente, esa sonrisa sádica, la crueldad en
ese rostro de modelo de revista, la admirada Kaichou una desquiciada capaz de
todo por solo una ambición egoísta. Curiosamente ahora la entiendo mejor... yo
también carezco de cordura.
Entendí que ella fue... todo, menos piadosa, solo se trataba de una
metódica mujer con un objetivo entre ojos, a la que nada ni nadie podría
detener... tardé mucho en saber que solo ella, Kruger-san, pudo detenerla, pero
estaba muerta para cuando ella lo consiguió al coste de su propia vida y en ese
entonces como todas... ella tenía otro apellido, Kuga. ¿Por qué eliminarme a
mí? Esa era una forma segura de acabar con el child que me protegía, de ganar
el carnaval entre las Hime, a Shizuru Fujino no le importaba otra cosa que
vencer sin importar el costo. Aun después de revivir, tengo sus ojos
incendiados de locura en mis memorias, su rostro aun es frecuente en mis
pesadillas.
Pero podrán decir que estoy tan loca como ella, me alegró de lo que
pasó... eso me permitió conocer a Natsuki, eso me permitió saltar antes de que
la gravedad comprimida la alcanzara esta vez de manera mortal, ello hizo que
fuéramos amantes un día, amigas al siguiente. Yo soy Azula Dai Artai, y hoy voy
a demostrarle a Fujino-san, porque soy el Zafiro gemelo, así que Natsuki, por
favor confíame esta prueba de lealtad... yo te daré el tiempo suficiente para
eliminar a Margueritte.
-Más le vale a Azula-san... traer de vuelta a mi Natsuki- Que sombría
voz fue aquella.
Esa era la menor de mis preocupaciones, hay alguien que requiere mi
atención con extrema urgencia. Extraigo de mis ropas una inyección que no tardó
ni un momento en poner a la altura del cuello de Kruger-san, verifico la
gravedad de la herida en su hombro y ha sido una suerte que el daño no ha
comprometido ninguna arteria o vena principal, sus tendones serán prontamente
reparados por las nanomáquinas, pero... necesito tiempo y tener frente a mí a
dos enemigas mortales no es lo mejor del panorama.
-¿Tu.. tu Natsuki?- Tomoe, vaya, incluso yo... me había olvidado de
ella. Fujino le dedica una mirada asesina, de esas que yo conozco tan bien.
–Aléjate de mi vista... primero Natsuki- Esa terca castaña se puso de pie y despreció
el contacto de las manos de Tomoe en su hombro, sonreí al comprender que una de
esas discusiones maritales se asomaba, era perfecto por el valioso tiempo que
ello le daba a la droga para surtir efecto en Natsuki.
De haber podido elegir el mejor palco para una novela televisiva, este
hubiese sido el mejor, ya solo hacían falta las palomitas. Pero, no es momento
para bromas, vamos Natsuki... ponte mejor para que derrotemos a nuestros
enemigos. La miró inconsciente y no evito abrazarla más a mí. Empero mis oídos
escuchan la voz de Margueritte desgarrarse en un dejo de incredulidad. –Shi...
Shizuru-One...sama- Con el cabello verde hecho un desastre, la cara llena del
polvo y la tierra desprendida por las edificaciones, su aspecto era lamentable,
por no mencionar el miembro amputado.
Aquella mocosa, tan desventurada por la obsesión, esa locura en la que
se hubiere sumergido al conocer a Fujino, contuvo el llanto por muy poco,
seguramente no por el dolor que aun punzara en su ausente extremidad, era su esposa,
Fujino-san quien la destrozaba a cada paso... ¿acaso... esa férrea expresión?
Esos celos que divisé en la ligera presión de sus labios carmín, ese gesto
colérico solo al verme junto a Natsuki, la tensión y la fuerza para soportar la
lesión que ella misma le hizo, todo... todo era por la persona en mis brazos y
lamentablemente no solo yo noté este hecho, esa chica desfiguraba el rostro con
la misma incredulidad que yo. Porque... yo he visto el daño que ha sufrido
Natsuki, en cambio Tomoe, cae de su precipicio de fantasías, realmente creyó
que Fujino la amaría, pobre ilusa, una persona así no puede amar.
Con una rabieta inconmensurable en su interior y la ira punzante en su
corazón Margueritte se hizo a un lado de Shizuru, solo para volver la vista sobre
nosotras, pude ver a sus monstruos materializarse, mi cuerpo se puso en tensión
y alerta inmediata, ¿Qué debo hacer? ¿Una muralla o salir corriendo de aquí?
Solo dejo que el liquido de las manillas se deslicen entre mis dedos, debo
materializarlas en el momento preciso. –No te atrevas...- La voz grave de la
castaña es aun más atemorizante, pero esta dirigida sobre su esposa.
-Shizuru... one...sama- Las
mejillas de la joven estaban manchadas de lagrimas y gotas carmín, las primeras
limpiaban el polvo de su cara, pero dejaban un rastro oscuro tras de si, sus
cabellos desordenados y sus fosas nasales probablemente llenas de... de solo
pensarlo daba asco. –Usted... sufre por esa mujer- Susurró con incredulidad. Lo
supe, Tomoe ignoraba todo sobre la falsa mascara que la castaña sabe disfrazar
con su elocuencia, pero temo que la ex Kaichou ya no tiene razones para fingir
más, es la hora de la oscuridad. Entonces insulsa se atrevió a preguntar.
–Tanto... ¿La quiere?- Un tic, ligero asomó en el ojo izquierdo de la más joven
y no evité sonreír.
-La amo... Margueritte-san- Sin anestesia, aquellas palabras venidas de
esos labios idolatrados por la señorita Margueritte, seguramente dolerían más
que haber perdido su brazo.
-¡Nooo!- Negó vehemente, sacudiendo su verde melena, casi al extremo de
suplicar, cayó de rodillas al suelo y noté como sus Slave desaparecían a la par
que su voluntad resquebrajada ante la verdad. -Pero... usted... cuando hacia eso conmigo- Vi a Tomoe sonrojarse
violentamente al recordar cosas de la intimidad y yo quisiera no estar oyendo
estas cosas. -¡Me juro amor eterno!- Apretó su puño y su labio hasta hacerlo
sangrar, pero aquella táctica de auto laceración solo extrajo una sonrisa
burlona de la agotada faz de Fujino-san. Ella, podía ser tan cruel, que sentí
rencor al imaginar las sucias tretas que empleó con Natsuki.
-Solo han sido las fantasías más tórridas de la incipiente e impúber
mente de Tomoe- Shizuru dejaba ver su evidente aburrimiento ante las tontas
excusas de Margueritte, porque no apartaba la mirada de Natsuki o de mí, todo
ello sin dejar de herir la vulnerable psique de esa mocosa. -He drogado a Tomoe,
con esto- Elevó ante la sollozante faz de la chica, un diminuto frasco en su
mano. -Cuantas veces me he aburrido de sus acosos sin sentido, un té ha sido
suficiente- Los finos dedos de la castaña dejaron caer el frasco en el suelo y
el liquido que brota de cristal fue absorbido por la tierra. Ja, para Tomoe seguramente
fue como contemplar a su propio corazón haciéndose pedazos. –Margueritte...- Llamó
la voz de la castaña, que le hacía tanto mal. –Me repugnas, solo quería saber
que hacían con la fundación Sears y quienes son los miembros de Ragnarok...
conocer cada intrincado secreto de sus planes... pero... ya no me sirves, solo
estorbas en mis planes- Vi la misma crudeza de antaño en Fukka, esos ojos rubí
la observaron sin esconder su fastidio. –Solo puedo sentir asco al contemplar a
Tomoe- Shizuru endureció su rostro para no dejar dudas al respecto.
Algo se rompió en la mente de aquella mujer, fisuras incontables
contrajeron su rostro, su obsesión, su locura no pudo ser escondida por el tic
de su ceja o la horrenda sonrisa de sus labios, tan demente al ver cada
recuerdo destrozado por simples palabras. -¡NOOOOO!- Gritó exasperada, sujetándose
el cabello con la mano útil, casi arrancándose mechones del pelo se revolcaba
como una niña pequeña en el suelo. – ¡Shizuru solo puede amarme a mí!-
-Ni en sus mejores sueños... Margueritte-san- No sabía cuan placentero
era torturar a Tomoe, pero Shizuru lo estaba disfrutando, se notaba de solo
verle la cara... una pena por esa incipiente mocosa, pero es lo justo ¿No es
así? Natsuki... he visto cada fragmento de su corazón romperse por causa de esa
mujer, de las dos.
Mientras Tomoe se aferraba desde el suelo a las ropas de Shizuru,
suplicando en vano, pude sentir a la persona en mis brazos removerse
dolorosamente, apoyé su cabeza en mi muslo y me apresuré a poner un anestésico,
algo que retrasaría el efecto de la medicina, pero disminuiría el dolor, no
soporto verla sufrir. Ellas no lo saben, pero el tiempo de sus disputas
conyugales ha concluido cuando los zafiros que son los ojos de Natsuki se abren
inexpresivos. Puedo sentir el programa activándose y con ello a las nano
maquinas recorriendo mi torrente sanguíneo.
-Fujino-san... yo seré su oponente- Musitó con una tranquilidad de la
que hubiera carecido hace un par de minutos. Puedo sentir los sellos en mi piel
y la fuerza que me confieren, el poder de la estrella azul recorriendo cada
ápice de nuestros cuerpos. Bajo la mirada y mi querida Natsuki entra en el
mismo estado, sonrió en cuanto toma asiento sobre los restos del concreto que
ha desprendido la destrucción anterior, aquí donde la he guardado, esperando
este momento.
Lo que parece ser aquella discusión entre ambas mujeres ha cesado, ante
el brillo que delata nuestra piel en la oscuridad, ante el color pálido que
permea mi piel, o el iris hecho del mismo hielo en los míos. –¿Están listas
para la última batalla?- Decimos a coro, con voces inhumanas. Ya no se siente
nada, ni miedo, ni dolor... solo puedo sumergirme en la persona junto a mi y un
millar de imágenes golpean mi cabeza con memorias que no me son propias, esta
es la única manera de perder la voluntad y obedecer más allá de los impulsos
biológicos naturales, ahora sus recuerdos se funden con los míos y nuestra
mente se conecta como uno, este es el sistema desarrollado por mi padre, al que
llamamos el zafiro gemelo.
Saltamos para quedar a ras de suelo, puedo oír las sirenas que segundos
atrás no se escuchaban, el pasto congelado que se rompe como un cristal a causa
de nuestras pisadas, todo se ve diferente, todo esta al alcance de los
sentidos. El aroma de la sangre golpea con violencia nuestras fosas nasales,
reconozco cada esencia, la de Fujino cuyo flujo no se ha detenido, la de
Margueritte seca sobre su piel y su miembro amputado, la de Natsuki secándose
sobre sus heridas a las que nuevos tejidos sellan vertiginosamente. Una orden
silenciosa llega a mi mente, como un susurro. –“Materializar armas”- Sin voluntad, siento el liquido deslizarse
hasta la punta de mis dedos y de ellos desprenderse con una forma metálica,
dando las vistas de una hoja completamente afilada. No es necesario verlo, pero
Kuga Natsuki también ha materializado las suyas.
Mi objetivo, es la castaña que respira con cierta dificultad sujetando
su costado... analizándola más a fondo ella tiene una costilla rota o al menos
fisurada. Sus brazos y muñecas están sobreesforzadas, sus ataques ya no tendrá
la precisión suficiente, su capacidad es sobre el 65% de su habilidad habitual.
El tiempo es critico, ella sana a una velocidad aumentada. Recupera un 1% por
cada minuto que pasa, tengo un tiempo limite de 30 minutos antes de ser
eliminada. Todos esos datos aparecen frente a mis ojos como si fuese la
pantalla de una computadora, me muestran sus puntos ciegos y los vectores para
atacarla, empuño mis espadas con fuerza, conteniendo por muy poco la necesidad
de atacar, miro a mi lado ¿Qué esperamos Zafiro?
-Natsuki... no hagas esto- Fujino se interpone entre Tomoe y nosotras,
sabe que vamos a eliminarla. Siento la alteración que me ocasiona su voz, como
si me doliera ella. Pero pronto alejo la sensación... no son mis emociones, son
las de Natsuki, ahora soy yo quien tira de su sentir, llenándolo de la cólera
que me embarga al ver a mi verdugo, el demonio de ojos rojos.
-Muere por favor... Fujino-san- Musitamos nuevamente con voz neutra,
ello da inicio a lo que parece una interminable carrera circular hacia nuestros
objetivos. Los Slave de Margueritte se forman como la bruma y es al fin que
puedo analizarlos con más detalle, mala movilidad por la desproporción de sus
cuerpos, sus bases son débiles, la mejor estrategia es atacar desde el
subsuelo.
Me centro en mi objetivo cuya pose defensiva y sus ojos están puestos
sobre mí, corremos dando vueltas en derredor de las dos y es mi momento para ir
tras ella. Aceleró en un pique de piernas sobrenatural, pero me detengo un par
de metros antes de llegar a ella, solo eso evita que la hoja de su Naginata,
tan rápida e invisible me cercene una pierna, siento otro torrente de viento
venir, un filo desde la espalda y me muevo a la derecha, extiendo el brazo con
una de mis espadas y con toda la fuerza contenida en mi mano, deslizo mi hoja
hacia la aparente nada... una ráfaga de cristales mana de mi espada y el
crujido del hielo golpeando el metal de su arma, me da a saber que me iba a
atacar a traición, como lo hizo aquella vez.
Dentro del movimiento giratorio de mi cuerpo mi otra mano ha replicado
el mismo ataque con la segunda espada, dirigiendo mis letales cristales sobre
ella a una escasa distancia. Muere de una vez Fujino-san, pienso molesta, por
su rara habilidad de sobrevivir... mas no me sorprende ver que ella interpone
la vara de su arma, girándola de mano en mano a tal velocidad que ni una sola
de mis dagas de hielo atraviesa su barrera, golpean haciéndose añicos contra el
metal. Sonrió, no te confíes admirada ex Kaichou de Fukka. Un fragmento de la
tela de su indumentaria cae al suelo, pero Fujino no se inmuta ni un poco ante
el corte que aparece en su antebrazo o la pequeña línea de sangre que vierte
hasta los dedos. –Ráfagas de aire helado- Musita con frialdad, mientras el hilo
se paraliza hasta hacerse solido sobre su piel, inmovilizándola lentamente.
La castaña frente a mí, muy pronto demostró que nada puede detenerla,
seguramente sobre el dolor de su miembro congelándose, envía una honda mortal
sobre mí, con esa mano que yo he lastimado. Solo por la subsistencia es que me
atrevo a saltar varios metros atrás y la tierra se abre ante mis ojos, dejando
un surco tan amplio que de haberme alcanzado no estaría contando la historia.
-Yo soy Shizuru Fujino... y una simple mocosa no podrá jamás vencerme-
Con un tenue movimiento de muñeca, siento la amenaza venir silenciosa sobre mí,
no hay a donde correr, no cuando tres hondas se aproximan y el sistema delata
crítico el riesgo. Interpongo mis espadas como una cruz y siento levantarse el
filo que impacta de lleno contra mis armas. Ella me eleva, pero yo no soy la
misma persona del pasado, me giró y en cuanto mis pies se soportan sobre la
pared vertical, me impulso con mis piernas hacia delante, abro las hojas
cruzadas de mis espadas y una oleada de dagas se abalanza sobre ella.
Me sorprendo al notar que a diferencia de la ocasión anterior, ella...
Shizuru, danza con pasos precisos retirando su cuerpo de cada espacio donde mis
dagas golpean, esta vez, lejos de impactar cada cristal, causando una ráfaga
cortante ante el impacto, solo las evita. Una vez sobre la tierra, vuelvo a
correr contra ella, evitando las hojas, pasando en la enmarañada red de filos
que puedo ver como líneas rojas, esos hilos mortales que se mueven, cada paso
concreto, cada segundo critico... cuando al fin la tengo muy cerca, contemplo
su sonrisa. -¡Muere!- Grité siendo imitada por Natsuki. Lancé una estocada con
toda la fuerza que poseyesen mis manos, pero... Fujino ya no estaba allí.
-¿Qué?- Volví la vista a un lado, y todo lo que pude sentir, fue un golpe
preciso encajado en mis costillas, vi la sangre salir de mi boca, con una
lentitud pasmosa y agudizada por mis sentidos. Vino un segundo golpe y solo los
reflejos compartidos con Natsuki, me permitieron reaccionar e interponer mis
espadas, empero... su fuerza es monstruosa.
Mis pies se apartan del suelo y mi cuerpo es arrojado con violencia
sobre los escombros de los edificios derrumbados, en cuanto caigo al suelo, el
concreto se tarja bajo mi cuerpo, lacerándome un poco más. El dolor se
retransmite sobre Kuga, quien gime y se inclina en medio de su propia
confrontación, puedo sentir como otra honda de choque le golpea violentamente,
pero a diferencia de mí, ella se sostiene en su lugar y crea estalactitas de
hielo bajo los pies del Slave, aquella herida es suficiente para erradicar al
monstruo, ya solo queda uno. Tenso la mandíbula con mi cuerpo magullado, no
puedo permitir que mi debilidad sea un obstáculo para ella.
Me levantó de un salto, antes de que Fujino acabe conmigo. Pero me
quedo perpleja al notar que el Slave erradicado vuelve a formarse.
–Erradicarlos al mismo tiempo- Dice mi boca a la par que los labios de Natsuki
se mueven, cerca de Margueritte.
El demonio de Fukka nos contempla a las dos. Comprendiendo por fin que
nuestras mentes están conectadas, que mi dolor es el suyo y el de Natsuki yo
también lo siento. –Si yo muero... ella lo hará conmigo- Musitamos otra vez a
coro. Sé que ella no es capaz de matar a la persona que más ama, así que la
hemos puesto en un gran predicamento. –Debes desistir, dejar de proteger a
Margueritte... ¿Este es tu amor?- De mis labios brotan las palabras de Natsuki.
–Todas tus falsas promesas, hoy las has roto... del mismo modo que a mí- Siento
las tibias lágrimas brotar en mi rostro y esa sensación venir desde mi interior,
lacerado mi espíritu, no... el de ella.
-A callar las dos... las erradicaré a ambas... Shihun, Kagun...
¡Ataquen!- La voz de Tomoe nos interrumpe y uno de los Slave aparece a mi
espalda, me vuelvo a mirar, sin poder reaccionar a tiempo. Veo a Natsuki saltar,
intentar alcanzarme, pero yo ya he sido despedida por una muralla invisible, el
dolor latente en cada fragmento de mi cuerpo es trasladado a ella, desde el
aire la veo tambalear, dispara en dirección de Tomoe para distraer la fuerza
que me arrastra y solo eso disminuye la fuerza de empuje, dejándome a merced de
la gravedad. Cierro los ojos sabiendo que me voy a estampar contra el suelo,
pero algo, como cientos de hilos enredándose en mí me sostienen antes de sentir
el golpe. Observo a mi enemiga conteniendo una mueca dolorosa y noto que su
Naginata me ha sostenido, que es el filo invertido el que ha evitado el daño.
Su fuerza se agota y me libera. No... no entiendo a Fujino-san. No esta
dispuesta a ganar sobre todas las cosas, no sobre... Natsuki.
No puedo desaprovechar la oportunidad, aunque siento flaquear mi
voluntad cuando Fujino pone una rodilla en tierra y sus respiros están entre
cortados. Mi querido Zafiro lo entiende, es el instante de la verdad, la única
oportunidad cuando las sirenas están tan cerca y alguien más interfería en
nuestra batalla. Dejo en el olvido a Fujino, con un grito de guerra en la voz,
con la carrera de nuestros pasos pesando sobre mis piernas lastimadas, doy un
salto, con las hondas de mis espadas y el hielo ataco a mi Slave, el que apodan
Shihun. La criatura desaparece tomando su forma incorpórea, tal y como lo
sospechábamos, mientras Tomoe silva y afirma improperios, sádicos deseos de
muerte en su mirada perturbada, llena de odio contra Natsuki y contra mí por
descarte.
Nuestros ataques, mis dagas y hondas de corte, los disparos de cierta
pelinegra, nos guiaron y les guiaron lentamente hacía un vértice opuesto con
100 metros de distancia en el diámetro de rango. Muy pronto nos encontramos con
un Slave al frente y en la trasera, Natsuki junta su espalda con la mía. La
risa de Margueritte estalla en algarabía, estamos atrapadas y va a aplastarnos
como a un par de gusanos. Los espectros de bruma sonríen de forma sombría y una
lluvia de gravedad comprimida acaece sobre nosotras e inmediatamente después,
una gran muralla invisible arrasa con el suelo a metros de las dos. Durante
cada milésima de segundo, donde antes supondría que el miedo podría vencerme,
me mantengo impasible, sintiendo como nunca la sincronización entre Natsuki y
yo, contemplo por primera vez que ella solo tiene una debilidad y es la mujer
que lanza desesperada sus hondas para protegernos, aunque eso ahora solo haga
las cosas más complicadas.
Inclinamos el cuerpo, calculando las posibilidades infinitesimales entre
las distorsiones del espacio que se nos aproximan, un salto preciso, que es
como correr en el aire, apoyándonos en vertical, en los zapatos de la persona a
nuestra espalda. Saber que a mi atras Natsuki gira su cuerpo igual que el mío y
la planta de sus zapatos, golpea con fuerza y por ultima vez los míos, de la
misma manera que yo me impulso en la fortaleza de sus soportes, es este
movimiento abrupto, el efecto que implica salir disparadas en la dirección
opuesta, con el cuerpo impulsado a través de los disparos de gravedad
comprimida y las hojas mortíferas de Shizuru-san, volando contra el muro
invisible en un método completamente kamikaze. Extiendo en el aire mis dos
espadas, juntándolas en un solo filo, y añadiendo un movimiento de espiral que
ejecuta mi cuerpo, como los sería un taladro que atraviesa un pequeño punto en
la muralla de gravedad. A mi espalda escucho los disparos que se abren paso a
través del pequeño vértice que creamos, atravesamos con dificultad la barrera
invisible y solo al caer sobre la tierra, siento los rapones y cortes, que no
nos han dejado tan ilesas en nuestra catapulta.
Pero no puedo pensar, otra mecánica me arrastra, aun sobre las heridas
físicas, todavía debemos realizar un esfuerzo más, el vencedor. Salto a un lado
sabiendo que el choque entre los muros apenas los ralentiza un poco, es
cuestión de quitarse del sitio de peligro, en el instante justo para que los
Slave sean golpeados por su propio ataque. Contemplo con placer como Shihun se
aplana y deforma bajo la inconmensurable fuerza de sus murallas invisibles,
también veo como enormes huecos se forman en su estructura condensada por la
gravedad y se destruye ante los disparos de su Slave gemelo. Pero solo y por si
acaso, entierro con toda mi fuerza mis espadas en el pasto magullado, guio el
hielo bajo tierra y mis estalactitas emergen del subsuelo, con solo un esmero,
erradicar los fragmentos restantes de aquellos seres. La victoria llega a
nuestras manos, cuando una estela verde se eleva hacia el cielo y el cristal en
el cuello de Tomoe Margueritte se rompe.
Natsuki se da la media vuelta, también fueron sus disparos los que
acabaron de forma sincronizada con Kagun y ahora... no queda nada que se
interponga entre ella y su víctima. El cristal, ese cristal modificado... ya ha
tomado la vida de dos personas, dos sacrificios anticipados. Solo por eso la
destrucción de sus Slave no será suficiente para acabar con Margueritte, no por
ahora. Observo los ojos desorbitados, llenos de terror que se posan sobre los
Zafiros Gemelos y sonrió al sopesar las maneras en que vamos a reclamar su
sufrimiento y agonía.
Elevo mi espada, una rauda estocada envía una daga helada junto a un
disparo de Natsuki, la ráfaga de muerte se extiende sobre ella, pero de nueva
cuenta esta allí, esa hoja mortal interponiéndose entre esa mocosa y nosotras.
-¡¿Por qué la defiendes?!- Grité iracunda, con aquella cólera que no me
pertenece. -¡¿Por qué es más importante que cualquier otra cosa?!-
Nuestras miradas acusadoras se posan sobre Shizuru, cuya palidez preocupante
solo es causa de un malestar mayor. -Porque Natsuki va a condenar nuestro
destino... si vuelve a repetir los mismos errores- ¿Por qué Fujino-san? Esta
tristeza que siento no es mía, pero verte en ese estado... ¿Por qué se pone de
pie como si esa horrible mancha roja en su camisa no estuviese húmeda? Esto no
tiene sentido ¿Cuál destino? ¿Qué excusa tonta es esta?
-¿Destino? ¿Qué estupidez es esa?- Esta vez la voz de Kuga sonó por si
sola, sin la sincronización que lentamente se extingue entre nosotras. ¿Acaso
estaba fallando el sistema? Tanta ira y frustración, tantas emociones que no
deberían estar ahí... siento como si mi cabeza estuviese a punto de explotar.
-Ara, alguien olvida que yo también tengo una misión- Fujino, esa
mirada llena de determinación, pero a la par de arrepentimiento, esa mujer
es... bipolar por lo menos. Y sus palabras peligrosamente devolvían las
esperanzas a esa mujer, pero muy pronto las corto de raíz. –No pretendo que
Margueritte sueñe lo imposible, si estoy deseando su muerte... pero es solo por
el bienestar de mi Natsuki, que continuo protegiéndole-
Natsuki y yo nos observamos confundidas, eso realmente no tenía lógica
alguna. La pelinegra recuperó el frío semblante en su rostro y saltó desde los
escombros del edificio hasta el suelo martirizado por la lucha. Con esa
expresión sombría, cerró sus puños, la contemplaba irreconocible. -¡Defiende su
vida entonces!- Semejante reto me hizo sentir horrorizada, Shizuru no.. no
podría soportarlo mucho tiempo, su... su capacidad apenas esta al 30% y
decayendo.
Entonces lo vieron mis ojos y sentí culpa como ninguna otra, ella debía
sanar, tenía que haber mejorado, pero uno de mis cristales yacía clavado en su
costado, dentro de la tela, dentro de ella. -¡Basta Fujino!- Grité sin poder
contenerlo, viendo sus filos repeler el ataque, pero Natsuki ya estaba tras
Tomoe, apunto de asestarle el último disparo y a la cabeza. Mis ojos se
abrieron desmesuradamente, sentía ese dolor en alguna parte... ver como
inclinaba su cuerpo, como su Naginata atrapaba a Margueritte entre sus filos y
la atraía hacia ella, para sostenerla entre sus brazos. Sentí los celos de
Zafiro en mis latidos acelerados, ¿Qué clase de amor era este? Uno tan
abrumador que sentirlo me estaba matando lentamente. Odiaba mirar a la hoja
temblorosa que era Tomoe en brazos de Shizuru, detestaba aun mas las heridas
que yo había causado y por sobre todas las cosas no entendía... sus razones.
-Fujino-san...- Susurré apoyando mis rodillas en el suelo, mientras
Natsuki escondía a la perfección esos negros sentimientos, ella disparaba sin
cuidado, ella había perdido en control y yo, su polo a tierra... fallaba
estrepitosamente al no encontrar la respuesta, al dejarme llenar por las
intensas emociones de mi protegida.
-Fujino-san... ya no... no más por favor- Susurraba sujetándome la
cabeza, escuchando cada gota, incluso sus latidos, la hemorragia, olfateaba el
liquido carmín de su vida extinguiéndose. –¡Basta!- Salté como si mi vida
dependiera de ello, yo acabaría con esto, con Tomoe Margueritte. Me deslicé
entre las hojas de su Naginata, que ya no sabían si repeler los disparos o
impedirme el paso, solo una idea, solo un sentimiento, esa necesidad urgente de
encontrar paz y silencio en mi mente, de no sufrir por el demonio de ojos rojos.
Estiré mi espada buscando la blanca piel de aquella niña llorosa y aterrada,
pero... me detuve anonadada.
-One-sama- Clamaba Tomoe con los ojos muy abiertos, mi espada cayó sin
fuerza de mi mano. Shizuru-san. Ahora te comprendo aun menos.
El vientre de Tomoe Margueritte había sido atravesado por la mano de su
protectora, no supe en que momento desprendió la mitad de la vara de su
Naginata, o uso la cara opuesta de su arma para atravesar a la chica peliverde.
Me llevé la mano a la boca, con extrañas nauseas contenidas en mi garganta,
podía ver... algunas de sus viseras expuestas.
Shizuru-san... la miré horrorizada por mí y no por Natsuki, que estaba
en una especie de Shock, incapaz de procesar lo que ocurría. La castaña empujó
el cuerpo de Tomoe, retirando lentamente la vara incrustada en ella, y esta
cayó al suelo sin fuerza para sostenerse, pero viva, dolorosamente viva.
-Sin embargo, muy tarde he comprendido que...- Shizuru se adelantó un
par de pasos como si no estuviese herida, como si no sintiese nada. Explicaba
con voz demasiado tranquila lo que yo no entendía, lo que tanto espanto me
causaba. Miré asombrada como la peliverde se aferraba con su mano al tobillo de
aquel demonio y a esta la sensación le fue claramente desagradable. –Nadie dijo
nada... sobre eliminarla con mis propias manos- Puntualizó la castaña, como si
nos hablase a nosotras, la realidad es que hablaba con ella misma.
Los ojos turquesa se abrieron desmesuradamente... –Shizuru... one...-
Pero el filo de la Naginata de Shizuru se clavó en su espalda, atravesándola a
la altura de los pulmones. La castaña sonrió al ver el líquido carmín mancharle
los finos tacones de Prada. –Antes de exhalar su ultimo aliento, Tomo-chan debe
saber que yo maté a su hermano- Pude verlo, el infierno que vivía Tomoe y solo
tal vez por piedad, Fujino-san giró la vara entre sus largos dedos, en sus
entrañas y escuchó con placer malsano los gemidos de dolor que escapaban de
Tomoe, un instante antes de poner sus ojos en blanco y realizar su ultimo y más
agónico gesto, estrechando otro poco el tobillo de Shizuru, en medio del llanto
mudo, que fuera su final.
-¡Nooo!- Lo vi venir tarde en la voz de Natsuki. La pelinegra observaba
sus manos con pánico, de rodillas golpeó la tierra y yo corrí a su lado, claro que
sabía cuanto nos habíamos jugado en el intento, no había sentido el peso de
nuestra derrota hasta que Natsuki delató esa sensación de horror que le
producía solo mi padre.
-No... no sabes lo que has hecho- Natsuki cerraba los puños y los ojos
con impotencia, sin levantar la cabeza y yo, mordía mis labios sin saber como
brindar consuelo a la persona que jure proteger.
-Acabas de sentenciarnos a muerte, a todos... solo tenías que dejarnos
cumplir nuestra misión, lo hubieras retrasado- Le dediqué una mirada llena de
frustración. –Natsuki debía probar su lealtad a mi padre... y... y ha fallado-
Por primera ocasión no sabía que sentir sobre la persona que más deteste en el
pasado, ahora con los sentimientos de Natsuki en mi interior, no podía odiarla
y estaba lamentando demasiado tener la conexión en momentos como ese. –Si no...
fueras tan importante para ella... si no hubieras desposado a Margueritte ese
día, no hubieran atrapado a Natsuki, no sería una vil sirviente como yo...
no... no estaría atada a este insufrible destino... ¡Si no fueras tan... tan...
tú!- Describí una parte del sinfín de imágenes compartidas, como si me doliesen
y fueran propias. Apunté molesta la espada cristalina en dirección de Shizuru,
no es como si fuera a atacarle, solo tenía que decir la verdad. –Contemplarás
el fin del mundo que conocemos...-
La ojirubí se puso alerta esperando mi ataque, pero yo solo podía
despotricar improperios entre susurros inaudibles. -¿Qué?- La tierra tembló con
fuerza bajo nuestros pies, casi como deseando partirse en dos... el sonido de
cohetes alertó nuestros oídos y al elevar la mirada, las restantes valquirias
descendían lentamente frente a nosotras, ahora resultaba comprensible porque
las sirenas se detuvieron hace un buen rato... temí por Shizuru, pero Natsuki
fue más rápida, se interpuso entre ella y las demás chicas, con una abrazo
protector y una mirada que ciertamente helaría los huesos a cualquiera.
-Ne, alguien no acabó con la señorita Margueritte, alguien esta en
problemas- Zera, orgullosa dentro de aquel traje de metal, fue la primera en
aterrizar flexionando levemente sus rodillas. –Pero... no estamos aquí para
castigar las faltas graves de Kruger-san y Katsuya-san, el Ragnarok ha tomado
ya la decisión y en menos de unas horas, esto va a ser un infierno, el
dispositivo ha sido activado ya-
Tragué saliva, desmaterialice mis espadas y me acerque a Natsuki. –No
puedes hacer nada- Dije en voz baja, mientras escuchaba a las demás alcanzar el
suelo, cuyos estremecimientos no cesaban.
-No voy a dejar a Shizuru- Fue todo cuanto pudo decir, antes de que una
corriente eléctrica le recorriese de pies a cabeza. Los ojos rubíes miraron con
estupor el sufrimiento al que se sometía Natsuki, y ese castigo se sentía en mi
piel. Busqué rápidamente entre mis bolsillos, tomé una inyección dérmica y
aprovechando la distracción de Shizuru que se inclinaba para acariciar el
rostro de Natsuki, inyecté la solución en su brazo. La mujer castaña me miro
confundida antes de sentir que no podía moverse, una anestesia general
comenzaba a surcar su torrente sanguíneo. Estiré la mano para sostener la suya,
solté la inyección e introduje mis dedos en la herida, pude notar el
sufrimiento y el gemido que contuvo incapaz de defenderse, la mirada llena de
odio, mientras la apartaba de Natsuki y retiraba el fragmento de cristal
encajado en sus costillas, luego simplemente la solté y ella cayó al suelo
inmóvil. –Lo siento, pero solo ibas a lograr que nos mataran a todas- Musité
antes de levantar a Natsuki y entregarla en brazo de Zera.
-¿Qué hiciste?- Me preguntaba Ambar, cuya expresión se notaba confusa.
-Debe vivir, porque así lo desea mi padre... si quieres cuestionar eso,
hazlo en su presencia- Mentí, eso no lo sé, pero fue suficiente.
La mujer de ojos castaños no se atrevió a cuestionar nada más, sostuvo
uno de los brazos de nuestra querida Zafiro, a la par que lo hacía Zera...
escuchaban sus lamentos, pero hice caso omiso de ellos, notando que el sistema
de sincronización había sido desactivado, volvía a ser enteramente yo. Posé mi
vista sobre la inconsciente figura de Fujino, por suerte la ayuda para ella
estaría en camino y las chicas solo los han retrasado lo suficiente. –La
próxima vez, tendré que matarte, así que por favor, recupera tus fuerzas-
Musité de pie a su lado, sonreí al notar que la hemorragia había cesado, lo
cierto es que mis cristales solo yo puedo retirarlos.
-Buscabas un vuelo express ¿Preciosa?- Escuché la voz de Yun a mi
espalda, me giré para mirarla y su sonrisa burlona estaba estampada en su cara
como siempre, creo que le sienta mejor el cabello suelo, esas coletas de antes
le hacían lucir muy tonta. –Mira que ha llegado su caballera andante- Extendió
su mano, estaba quizás con demasiado buen humor... era aterrador. Me sujeté a
su cintura. –No me gustan los vuelos comerciales... nada como la primera clase-
Susurré cerca de su oído y se sonrojo violentamente, después nos alejamos del
suelo, no pude quitar la mirada de Shizuru-san... realmente debes cuidarte de
ahora en adelante, el final solo es el principio de una confrontación mucho más
difícil.
A la altura del cielo nocturno y siendo firmemente sujetada por Yun,
pude ver la devastación que comenzaba a consumirlo todo. Una horda de Slave de
todos los tamaños, comenzaba a emerger de numerosos agujeros interdimensionales
que se formaban entre las calles, e incluso en los edificios. La tierra
temblaba, la gente corría como si realmente hubiera algún lugar donde
esconderse de aquella devastación, el pánico llenaba las calles, pero solo los
fuertes estarían destinados a sobrevivir, solo los master que pudieran
controlar a sus Slave, aun con el precario sistema instalado en los anillos y
demás joyas, solo aquellos con una fuerza de voluntad superior serían realmente
dignos de vivir... mi padre, en verdad esta desquiciado, esto es genocidio en
masa.
Pese a la distancia, los equipos de Garderobe sitiaron la universidad,
helicópteros y demás vehículos rodearon la zona de nuestra batalla, que desde
arriba se notaba... derruida completamente, solo entonces volví a respirar.
Shizuru recibiría la atención necesaria... ella tiene que sobrevivir a esto, de
otro modo, nadie podría contener la cólera de nuestro querido Zafiro. Ahora lo
sé, después de percibir tan sobrenaturales emociones, siento miedo por todos...
hay cosas que superan al tiempo y a la vida misma, hay otras que son
espeluznantes de solo imaginarlo.
.
.
.
Las computadoras dispararon alertas en todo el mundo, en tal cantidad
que nuestros detectores fallaron seguramente saturados por el volumen de
impulsos emitidos, lo siguiente que sentimos, fue el estremecimiento de la
tierra, con indicadores tan preocupantes que rikter se hubiera hecho en sus
pantalones y peor aun, aquello era una escala mundial, terremotos en cada falla
de la corteza ocasionaron tal cantidad de cataclismos, que nosotros supimos,
sería imposible determinar el daño. Suichiro-san estaba a mi lado, con el
rostro pétreo a pesar de las circunstancias, de alguna manera el no parecía
sorprendido, solo reservado.
-Usa la alarma, que todos los miembros de Garderobe abandonen sus
puestos y apliquen el protocolo 15-95 Beta- Mis ojos se abrieron
desmesuradamente, ¿Acaso él? –He hablado suficientemente claro, Wood-san...
presione el código- Con aquel tono amenazante no tuve más opción que seguir sus
instrucciones. Presioné los códigos y cientos de luces parpadeantes se
extendieron sobre la pantalla en el monitor, allí en cada punto del planeta
donde estuviese alguno de nuestros honorables miembros, ellos... eliminarían a
cada persona a su paso y ubicarían una ruta de escape para centralizarse en
cada referente de nuestras instalaciones en todo el mundo. ¿Qué trama
Suichiro-san? Aguarde de pie, con el puño cerrado, conociendo la atrocidad que
significaba ese protocolo, una medida extrema jamás usada nunca.
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Increíble historia, desde el principio la sigo y cada dia esta mejor, podría decir que la mejor historia junto con la otra que escribes. Espero seguir leyendote.
ResponderEliminar¿Por qué la autora no siguió escribiendo Danza entre lobos para publicarla?, esa historia me encanta.
ResponderEliminarme gustaría ... que por favor subieran capítulos de la otra historia.....gracias
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