Episodio 5
Michelle llegó
a la oficina apenas despuntando el sol, ni siquiera quería saber por qué. Lo
evidente era que apenas quedaba cinco días para irse a Londres, y que a pesar
de que Gina había cumplido con su promesa de ayudarla con el duro trabajo que
le esperaba, se sentía insegura y excitada. Estar en aquella oficina, de algún
modo le hacía sentir mejor. Sacó los planos y los presupuestos, que junto a la
listas de contactos de los distintos distribuidores en Londres y, por enésima
vez se dispuso a revisarlo.
Esperaba
ansiosa por Gina, la tarde anterior se había ido del High Bar tan rápido y con
una expresión tan ofuscada que de algún modo pensaba que podría haber sido por
su causa.
Pese a que
miró su reloj y comprobó que apenas eran las siete de la mañana, marcó el
número de Gina.
EL móvil de la
empresaria vibró en modo silencio en la mesa de noche. Los ojos castigados de
Gina no tardaron en abrirse. Estirando su brazo lo cogió y lo giró para
comprobar de quien se trataba.
Lo observó con
indiferencia al comprobar que se trataba de Michele. Cerró de nuevo sus ojos
dudando si responder o no y dándose tiempo de que su corazón volviera a su
ritmo normal.
--------------------------------------------------------------------------------
Ani se
despertó temprano y fue derecha a la cocina para prepararse un buen café.
Apenas había
llenado su taza, Lara apareció con cara somnolienta por la puerta de la
habitación.
–Es temprano
todavía.
–Esta mañana
hay una especie de evento en AA y Cris me ha estado mortificando con ese tema.
-Lo sé, pero
es a medio día, ¿no?
-Cierto -dijo
apoyándose en el bastidor de la puerta y bostezando?. Me has pillado, pretendía
levantarme temprano y hacerte un buen desayuno.
-Ah… Esa idea
no es para desperdiciarla ?le dijo mientras tomaba un sorbo del café de la taza
de su mano al mismo tiempo que depositaba la cuchara en el fregadero?. Lo
acepto, pero no será hoy. Ya llego tarde ?dijo echando un vistazo a su reloj.
-Suerte -dijo
Lara momentos antes de que la otra mujer desapareciera tras la puerta.
--------------------------------------------------------------------------------
Cris hizo
sonar el claxon delante de la casa. Lara no tardó en salir y caminar hacia el
viejo coche que Cris se negaba a deshacerse de él, más por un apego emocional
que por los gastos que le ocasionaba sus visitas mensuales al taller.
-Buenos días
escritora.
-Buenos días
-respondió la otra mujer acomodándose en el asiento contiguo.
-¿Cómo va
todo? -dijo emprendiendo la marcha.
-Perfecto
-contestó Lara.
-¿Desayuno?
-Prosiguió Cris con el interrogatorio
-No, me ya he
desayunado -dijo mirando hacia ella con una sonrisa.
Cris no dijo
nada más, dejo caer su pie en el acelerador y se pusieron en camino a la Organización de AA.
Cuando
aparcaba el coche en el pequeño aparcamiento ante la Organización , Cris se
vio en la necesidad de advertirle la importancia de esta reunión, que llamó de
fase tres.
-La reunión de
hoy será un careo. Un cara a cara de los efectos de alcohol en nuestras vidas.
-¿Un cara a
cara? No entiendo.
-Víctimas y
victimarios -ya sabes.
-No tendré que
hablar en público ¿no?
-No. Ya sé que
eso sería duro para ti -dijo parando el coche y mirándola, conocedora de la
importancia que daba su acompañante a su fama y reconocimiento público?. Solo
tendrás que escuchar.
Cuando las dos
mujeres entraron en la sala, la mitad de los asientos estaban ocupados. Lara se
sorprendió de ver tanta gente en el lugar y no pudo evitar que se notara que si
hubiera sido por ella, habría salido del lugar en el ese mismo instante.
La sala se
hizo en silencio cuando la coordinadora se acercó al atril improvisado en mitad
de un pequeño escenario. -Bienvenidos a todos! Hoy, como cada año nos reunimos
para dar un ejemplo claro, así sea a nuestros últimos compañeros en la
rehabilitación, como a todos aquellos que quieren recordar por qué solucionar
un problema a veces les cambió la vida.
La gente del
lugar irrumpió en un aplauso.
-Gracias. No
quiero alargarme por lo que dejo la palabra a los verdaderos protagonistas de
la noche, que con sus experiencias nos van a hacer recordar que ninguno de los
de esta sala, sean los rehabilitados, como sus invitados, están solos.
El público
irrumpió de nuevo con un aplauso.v -Cuando quieran podemos empezar ?dijo esto
ofreciendo su lugar en el atril al primero que hablaría.
Un joven de
unos treinta y cinco años se acercó y agradeciendo con una sonrisa a la
coordinadora, se colocó ante el micrófono.
-Buenos días a
todos -dijo nervioso-. Me llamo Mikael y soy un rehabilitado…dos veces para ser
exactos.
Todas las
personas, como si de un ritual se tratase, dedicaron un aplauso al hombre.
-Hace cuatro
años que no bebo alcohol y esta noche quisiera contarles mi experiencia.
Comencé en el alcohol cuando mi novia Susi -miró a una persona en medio de los
asistentes, -se quedó embarazada de mi hijo Ben. En esos momentos no tenía
trabajo y eso sumado a que la familia de Susi la echó de casa nada más
enterarse de su embarazo, me hizo caer en un sentimiento tal de responsabilidad
que acabé solucionando todo con una botella de whisky.
Nos alojamos
en un hotel de carretera durante meses. Susi lloraba cada noche y yo me veía
incapaz de consolarla y de cuidar de ella, porque me pasaba el día buscando
trabajo y en las noches trabajaba en los astilleros descargando mercancía como
jornalero. Evidentemente, ese dinero solo nos llegaba para comer, así que no
tardamos en vivir en la calle. El problema se duplicó cuando ella misma cayó en
mi misma situación. Nuestra dependencia del alcohol y de aceptar la situación
de dormir en las calles, era tal, que cada vez más nos fuimos metiendo en el
abismo sin apenas darnos cuenta. Nos metimos en el programa de desintoxicación
cuando nació nuestro hijo Ben -El hombre miró hacia el pequeño que estaba
sentado sobre las faldas de su madre que dedicó al hombre una sonrisa cómplice
y sincera-. Llegamos al hospital sin un centavo y ya saben…totalmente ebrios.
Un asistente social nos interrogó temiendo que no fuéramos unos padres dignos y
preparados para la llegada de nuestro bebé, y así llegamos a la organización.
Hoy, he conseguido un trabajo, no es que sea la gran cosa, pero nos da para
sobrevivir y para tener una pequeña casa a las afueras de la ciudad. Mi hijo,
está a mi lado y cada vez que lo miro, saco fuerzas para que esa fase de mi
pasado se quede ahí….como una lección aprendida. Por suerte, somos una familia,
Ben va a la guardería y Susi está sacándose el graduado por las noches. Solo
quiero decirles que, todo lo que hacemos tiene un precio y la solución a
cualquier problema nunca es generar otro problema aún peor….Así que desde
luego, el fondo de una botella no arregla nada. Olvidar durante un par de
copas, no impide que el día siguiente amanezca de nuevo y con ese nuevo día le
habremos sumado una piedra más en el camino -dijo con cierta vergüenza en sus
palabras pero afrontando su verdad- . Quiero que mi hijo tenga lo mismo que los
demás niños, y que mi mujer disponga al fin de una familia en recompensa a la
que perdió. Y lo va a lograr porque es la mejor madre que conozco -dijo
dedicando una sonrisa a su esposa que lo miraba orgullosa dedicándole una
sonrisa cómplice.
Todo el
público aplaudió mientras murmuraban entre ellos.
Lara miró su
reloj esperando que el evento no llevara el ritmo durante toda la mañana.
-¿te aburres?
-No, todo esto
es interesante pero no…
-No crees que
pueda aportarte nada ¿no es así?
Lara se
sorprendió que la mujer interrumpiera su frase y que su comentario fuera tan
acertado. Mientras tanto, otra persona se acercó al micrófono.
-Me llamo
Linda y soy una víctima colateral del alcohol.
Una vez más,
como si el público estuviera programado, rompió en un aplauso.
-Estoy aquí
porque Clark me invitó a contarles cómo viví por este tormento contra el que
todos luchamos….No soy alcohólica pero fui la esposa de uno. Clark era un
triunfador nato, levantó sus dos ferreterías con el sudor de su frente. Sus
negocios iban tan bien que yo misma dirigía uno de ellos -La señora buscó los
ojos de Clark entre el público que levantó su dedo gordo en señal de ánimo.
-Todo nos iba
bien hasta que Clark encontró en la bebida una salida fácil al estrés que le
ocasionaba el trabajo. Yo traté de advertirle lo que estaba notando en él
durante meses, pero lo negó terminantemente. A veces venía de mal humor y
simplemente me reprochaba algo sobre la comida hasta tal punto que me dejaba
sola ante la cena, otras ponía en tela de juicio mi forma de llevar la
ferretería que dirigía, o por cualquier otra pequeña cosa, como no encontrar la
pareja de uno de sus calcetines. Fue una época horrible. A pesar de rogarle que
buscara ayuda, de intentar convencerlo que estaba hasta el cuello con ese
problema, nunca quiso darse cuenta hasta que la situación se hizo más
insostenible. Una de nuestras ferreterías quebró por falta de atención por su
parte. Recuerdo esa noche, al llegar a casa, como si fuera una pesadilla. Nada
más entrar por la puerta reprochó que mi trabajo fue lo que había ocasionado esto.
Gritos, recuerdo sus gritos y sus recriminaciones, su aliento a alcohol y el
ruido de los cristales rotos del jarrón que arrojó en la chimenea. Yo, no sabía
qué hacer, así que esa misma noche fui a casa de mis padres a dormir y
evidentemente no me vi capaz de ayudarlo porque era imposible que se aceptara
que tenía un problema. Después de separarme de él tras meses en los que en vez
de mejorar, parecía caer más profundo, pareció reaccionar, con lo cual aunque
parezca una ironía, bendigo ese día. Buscó ayuda en este centro y mírenlo -dijo
apuntándolo con su barbilla sacando una vergonzosa sonrisa del hombre. -Hoy
Clark vuelve a ser el hombre que conocí, emprendedor y atento. Somos muy buenos
amigos pero aunque hace de esto seis años, los meses que pasé luchando con su
problema siguen siendo los peores de mi vida y….Bueno, ambos hemos rehecho
nuestras vidas. A menudo me pide que le acompañe a estas reuniones y la verdad
es que para mí es un placer hacerlo.
-Esto es
patético -dijo Lara levantándose de su asiento y caminando hacia la salida.
Cris la
siguió.
-¿Adónde vas
escritora?
-Esto es
absurdo. No me ayuda escuchar todo esto.
-Te ayude o
no, es la realidad y solo por eso debiera ser digno de ser escuchado.
-ya tuve
bastante por hoy. Llévame a casa por favor.
-Como quieras,
pero comprender de lo que va eso de ahí dentro, es comprender parte de ti
misma.
-No lo creo.
Mi problema nunca fue tan grande, yo solo…
-Venga ya
Lara, no te creas mejor que ninguno de ellos, aquí no hay escalas, ni niveles,
ni nadie es peor que nadie dependiendo del tiempo o que tan mal se comportaron
con el resto de personas. Todos tuvieron un problema y tú, da igual lo que
pienses, también lo tuviste.
-Puede ser,
pero ya yo lo he superado, así que llévame a casa.
-Solo si me
prometes pensar en ello -le puso la condición sujetando su antebrazo.
-Lo prometo
?dijo deseando alejarse de aquel lugar que traía a su mente unos recuerdos
dolorosos.
Ambas mujeres
charlaron de camino a la casa de Lara. Cris parecía intentar analizar la
reacción de Lara en cuanto a lo sucedido en la reunión, pero podía darse cuenta
de que la última declaración había logrado despertar sus miedos. Y de eso se
trataba. EL siguiente paso en su recuperación era aceptar sus miedos para de
esa manera poderlos combatir.
El coche paró
justo en la puerta. Lara se bajó y despidió a Cris alzando su mano. La charla
con su madrina la había hecho reflexionar acerca de su vida, de las
consecuencias de lo que hacemos y la parte irreversible de nuestros actos. Con
serenidad entró en la casa sintiendo alejarse el coche de Cris desde detrás de
la puerta.
Fue por un
vaso de agua y se sentó delante de su ordenador esperando tener algún mail
interesante que la evadiera del pensamiento de que Ani podría dejarla. Ese
pensamiento que la había asaltado y haber salido a toda prisa de aquel lugar.De
repente extrañó el efecto de un vaso de vodka, eso siempre había acabado con
cualquiera de sus miedos. Se fue hacia el último cajón de su mesa de noche y
sacó su vieja petaca.
La miró largo
y tendido durante minutos antes de servir un poco en un vaso y contemplarlo en
su mano.
--------------------------------------------------------------------------------
Cuando Ani
abrió la puerta, se encontró con Lara dormida en el sofá. En la mesa frente a
ella descansaba su portátil.
Sonrió de
verla ahí, dormida, los esfuerzos que estaba poniendo en su libro estaban dando
su fruto. Ya había escrito más de la mitad de su proyecto y realmente se sentía
orgullosa de ella.
Se acercó,
besó su frente y cerró la pantalla del aparato.
Fue hacia la
cocina y sacó todo lo necesario para prepararle uno de los platos favoritos y
su especialidad, unas empanadillas.
Un olor
familiar le llegó al pasar junto al fregadero. Con temor y deseando que solo
hubiera sido una mala inquietud, lo tomó y se lo acercó a la nariz. El olor
intenso del vodka llegó a marearla un segundo. Como por instinto miró en la
basura y encontró una pequeña petaca vacía. La sacó mientras que sentía la
sangre arder por sus venas. Dando un fuerte golpe con ella sobre la barra.
Los ojos de
Lara se abrieron sobresaltados por el ruido.
–Ani… –dijo al
notar la presencia de la mujer en la cocina
–¿Se puede
saber qué significa esto?
–No no
–balbuceó Lara levantándose rápidamente del sofá–.Puedo explicar eso, no es lo
que supones.
–¡No! ¡No te
acerques a mí! –gritó Ani colocando ambas manos frente a ella.
Lara vio en
los ojos de Ani no solo la rabia sino el miedo a su cercanía. Sobrecogida por
el miedo de aquellos ojos oscuros en ella, se quedó petrificada, incapaz de
decir nada, solo sintiendo como si aquella mirada le rompiera el alma en
cientos de pedazos.
Ani tomó aire
aliviada al ver a la otra mujer obedecer su orden. Apretó sus párpados y sujetó
su tabique nasal con fuerza, esperando que el darse un segundo lograra no
desbordar la rabia contenida en su interior. Tomó su bolso y sus llaves y salió
bajo la mirada de Lara.
Lara golpeó
con fuerza en la barra y caminó nerviosa por el salón. Fue hacia el vaso vacío
sobre la barra y lo arrojó con fuerza contra la pared rompiéndose en cientos de
cristales.
Apenas a unos
metros de la casa. Ani sacó el móvil de su bolso y marcó con su pulso
tembloroso.
–¿Cris? Soy
Ani
–Ani ¿qué
sucede?
–Es Lara, creo
que…
–Tranquila,
relájate y empieza por el principio.
Lara tomó su
teléfono y marcó el número de Cris lo más rápido que pudo.
–Comunica.
¡¡Maldita sea!!
Sin saber que
otra salida tomar, arrojó el aparato sobre la barra y salió a la calle
esperando encontrar a Ani y explicarle.
Tras ir al
estudio, y pasarse por la sala de exposición acabó vagando por las calles. Su
desesperación y la imposibilidad de volver a pasar de nuevo por el tormento del
desprecio de Ani la llevaron hasta las escaleras del High Bar.
Con lágrimas
en los ojos se debate un instante si subir o no, hasta que sus piernas empiezan
a subir la escalinata.
–Lara. –Jamie
dijo su nombre con una evidente preocupación al ver los ojos enrojecidos de la
mujer.
–Un Martini
Jamie –dijo tratando de ser imperativa en su orden.
–Lara, no creo
que debas.
–Un Martini –dijo
entre dientes y de forma agresiva.
Jamie negó con
su cabeza al tiempo que se dio cuenta de que media terraza estaba siendo
testigo de lo que sucedía. –Como quieras. Es tu vida –dijo finalmente dejándola
sola.
--------------------------------------------------------------------------------
–¿Qué te pasa
Jamie? Estás como si hubieras visto un fantasma –dijo Gina recogiendo sus dos
cafés de sobre el mostrador.
–Casi –le
respondió su amigo apuntando hacia un lugar de la terraza con sus ojos.
Gina giró sus
ojos hacia el lugar, descubriendo a Lara sentada ante una de las mesas.
Jamie se
acercó hacia la joven escritora dejando ante ella su Martini.
Durante unos
minutos permaneció con su mirada puesta en ella, intentando descifrar las
intenciones de aquella mujer. Debatiéndose en hacer justicia a la petición de
Ani de mantenerse al margen de todo o acercarse y tratar de hacer algo. Se
acercó despacio hacia ella portando los dos vasos de café. Lara no se percató
de su presencia con sus ojos azules clavados en la copa llena ante ella.
–No creo que
sea buena idea –dijo esperando que su presencia no le hiciera más daño que el
que era evidente que estaba sufriendo.
–Eso lo
decidiré yo –respondió Lara reconociendo la voz y alzando sus ojos hacia ella.
–Mira, yo no soy
la persona indicada para decirte esto, pero sea lo que sea lo que te pasa no se
me merece “eso” –dijo apuntando con sus ojos la copa de bebida.
–Tienes razón,
no eres la persona indicada –dijo Lara acariciando la copa entre sus dedos.
Una parte de
Gina pensaba en zarandearla y gritarle por todo lo que estaba haciendo pasar a
Ani, pero fue el pensamiento de ésta precisamente la que le hizo buscar la
calma dentro de sí misma y tomar asiento en la misma mesa. –Pensé que la
próxima vez que nos viéramos irías a golpearme no a tratar de ayudarme.
–Yo también lo
pensaba –dijo en un esfuerzo de ignorar lo que sentía y tratando de ser justa
con el estado de la mujer frente a ella.
Una pequeña
mueca en el rostro de Lara, le dio pie a Gina para intentar alejarla de la copa
en sus manos.
–Mejor tómate
uno de estos –dijo poniendo delante suyo uno de sus cafés.
Con lentitud
apartó con su mano el Martini.
Lara bajó la
cabeza y comenzó a sollozar al tiempo que su mano sujetaba el vaso que le había
ofrecido la otra mujer. –Tranquila –dijo Gina intentando calmarla y sujetando
su otra mano libre.
–Ella ya no me
cree y lo peor de todo es que lo merezco.
Gina arrugó su
frente intentando comprender su confesión.
–No creo, si
no fuera así no estaría contigo. Ella te ama.
Las palabras
de Gina hicieron que Lara de nuevo rompiera en un llanto que ya empezaba a
llamar la atención de todos. Gina se bajó de su silla y la rodeó por sus
hombros.
–Vámonos de
aquí. Te acerco a casa.
Lara no
respondió, sólo se dejó llevar por la otra mujer incapaz de dejar de llorar.
Apenas entrar
en el coche de Gina y sin que esta le preguntara, Lara comenzó a hablar
limpiando su cara con las palmas de sus manos.
–Tuve una
discusión con mi editora y recordé que había una botella de vodka en la casa.
Gina desvió su
atención de la carretera y giró sus ojos hacia ella.
–Llegué hasta
llenar un vaso… –dijo avergonzada del hecho–. La verdad es que mientras
sostenía el vaso en mis manos miré el espacio de mi salón y reviví aquella vez
que… –Durante un segundo la periodista recordó con quien estaba hablando y
ladeó su cabeza hacia Gina, que agarraba con tal fuerza el volante que los
nudillos parecían totalmente blancos.
–Por un
instante eso me hizo desear con más ganas de vaciar el vaso de un solo trago,
pero no pude. Gina desvió sus ojos hacia ella confusa.
–Luego vacié
por completo la botella y vertí el contenido del vaso por el fregadero. Cuando
Ani llegó….
Gina miró
hacia adelante, comprendiendo al fin lo que había ocurrido. Bajando sus
párpados y casi sintiendo lástima por Lara.
–Escucha. Ani
lo entenderá. Solo necesitas contarle lo ocurrido.
–¿No lo
entiendes? No tengo credibilidad, ya no confía en mí.
–No lo creo.
Se trata de Ani, ella te escuchará y todo pasará. Si alguien pone un esfuerzo
sobrehumano por entender y perdonar, esa es ella.
Lara giró su
cabeza hacia ella, secando su cara de nuevo y luego devolviendo la vista hacia
delante.
Gina, ajena a
la mirada de la joven a su lado, respiró con dificultad y bajó sus párpados
despacio antes de coger la última curva y llegar a la casa de Lara.
–Gracias –dijo
Lara cuando el vehículo se detuvo.
Gina percibió
como la puerta de la casa estaba abierta y todas las luces apagadas.
–Te acompaño.
No voy a dejarte sola –dijo parando el motor.
Lara solo
asintió con un gesto de gratitud en sus ojos.
Nada más
cruzar el umbral de la puerta el móvil de Lara suena.
–¿Lara?¿Estás
ahí?
–Sí Cris, aquí
estoy.
–¡Por todos
los cielos!¿Estás bien? Te he llamado cientos de veces.
–Me dejé el
móvil en casa.
–Ani me dijo
que…
–No lo
hice…Yo…
–¿Seguro? Ani…
–Escucha. Pude
haberlo hecho… pero no lo hice.
–Entiendo y te
creo. ¿Estás bien? Voy para tu casa.
–Déjalo Cris,
ya estoy con alguien –dijo mirando a Gina ocupándose de recoger los cristales
esparcidos por el suelo.
–Pues haré algo.
Déjame que yo hable con Ani, será más fácil que me escuche a mí.
–Supongo que
sí –dijo la periodista reconociendo que eso pondría más fáciles las cosas entre
ellas.
Nada más
colgar, se unió a Gina en recoger los cristales del suelo. Pocos minutos después
el teléfono fijo suena.
Lara responde
reconociendo el número de Cris.
–¿Sabes algo
de Ani?
–Acabo de
hablar con ella. No te preocupes, ha entendido lo ocurrido. Ya va de camino y…
–Gracias –dijo
colgando y dejando a la otra mujer con la palabra en la boca.
Gina le acercó
la infusión de manzanilla hasta el sofá.
–¿Todo bien?
¿Ella…ella está bien?
–Sí, lo está
–dijo mirándola y reconociendo la preocupación y el nerviosismo en sus
movimientos torpes–. Viene de camino. Cris ha ejercido como la defensora de
esta causa perdida que soy… eso se le da bien –dijo con cierta tristeza al
recordar que lo que había perdido con Ani era algo más que su respeto.
–No debieras
hablar así de ti. Lo estás intentando y estoy segura que lo vas a lograr,
tienes mucha ayuda a tu alrededor –dijo intentando levantarle la autoestima.
–La tengo–le
respondió con una gesto parecido a una sonrisa.
–¿Se puede
saber qué haces tú aquí?
Gina giró su
cabeza hacia la entrada descubriendo a una Ani desafiante.
–Ani, no… –se
apresuró a decir Lara levantándose de su asiento.
–¡Era mucho
pedirte que me respetaras! ¡¿No?! –Se acercó hasta encarar a Gina con arrugas
en su frente y no pudiendo evitar elevar el tono de voz.
–Yo no… Solo…
–¡No sé cómo
pensé que por una vez en tu vida ibas a tomar en cuenta mis deseos y no los
tuyos!¡Nunca cambiarás! –dijo con sus dientes apretados.
–Ani por
favor…Cálmate –dijo Lara una vez más sobrecogida por el modo en que Ani trataba
de protegerla de Gina.
Gina no dudó
en caminar rápido hacia la puerta, tomando su bolso y dando un portazo tras
salir fuera.
Lara se quedó
mirando como Ani masajeaba sus cienes.
–Lo siento
Lara, esto no debió haber pasado. ¿Te ha hecho daño? –dijo acercándose y
sujetando su rostro con ambas manos.
–Ani, ¿quieres
calmarte? –respondió la otra mujer, sujetando las manos de Ani, apartándolas de
su rostro y abrazándola–. Entiendo que estés nerviosa, pero Gina solo ha
tratado de ayudarme.
Ani aflojó la
presión de sus brazos y encaró a la periodista esperando una explicación a sus
palabras.
–Fui a
buscarte y…Bueno… me encontré con ella. Me trajo a casa tras evitar que
cometiera el error de mi vida –dijo sintiendo algo de vergüenza por ello.
Los ojos de
Ani la miraban extrañada.
–Todo está
bien ¿ok? –dijo volviendo a abrazarla.
La mirada de
Ani se dirigió hacia la puerta por la que apenas hacía unos minutos había
desaparecido Gina, cerrando los ojos al recordar la forma en que la había
tratado.
–Esto te está
superando Ani y no me gusta verte así.
–Estoy bien.
Es que ha sido un día complicado.
–Lo sé.
También lo ha sido para mí.
–Lo siento.
Debí dejar que te explicaras. Yo… –dijo recordando su parte de culpa al haberse
ido esa mañana dando por sentado lo ocurrido con aquella botella.
Lara la encaró
sujetándola por sus manos.
–Pssss –puso
su dedo índice en sus labios–. Tranquila, ya todo pasó –añadió bajando sus
labios hasta besar sus manos entre las suyas.
Ani bajó su
mirada al gesto de Lara y luego desvió su mirada en la puerta.
--------------------------------------------------------------------------------
Las malditas
llaves entraron a la fuerza por el cerrojo de la puerta de la oficina. Sin
encender la luz y dando un portazo tras ella, Gina se adentró en su despacho.
Arrojó su
bolso con fuerza contra una de las paredes y caminó con rabia hacia el fondo de
aquel espacio. Apoyó una mano en el bastidor de la ventana y dejó salir unas
lágrimas que venía había tratado de contener durante el trayecto en coche.
–¡Estúpida!
–gritó dando un golpe con su puño en la pared–. ¡Estúpida! –volvió a repetir
dando otro golpe. Abrió la mano y apoyando su frente en ella sollozó en mitad
de la oscuridad con la única compañía de su propio llanto y la soledad. La
mirada de odio de Ani se le formaba sin cesar en su cabeza cada vez que cerraba
sus ojos. Y eso hería más que sus palabras. Sentía que había sido injusta con
ella y recordaba sus palabras que se clavaban en su alma como puñales
clavándose en una herida sin curar.
No tenía razón
de ser. La situación se le escapaba de las manos. Amarla así le estaba dejando
sin fuerzas. No importara lo que hiciera ni cómo, Ani cada vez estaba más
lejana y decidida a destruir el poco contacto que las unía.
Tomó aliento
con un sonido roto en su garganta mientras se daba la vuelta y se dejaba
deslizar hasta quedar sentada en el suelo.
–Es
inútil…todo es inútil –dijo con dificultad, ininteligible y provocando un nuevo
llanto que parecía salir de la mismísima herida eternamente abierta en su
corazón.
Apoyó sus
codos en sus rodillas y sujetó su cabeza que pensaba que le iba a estallar.
–¿Por qué?
¿Por qué ahora?…Ahora que no puedo ofrecértelo.
Sus
sentimientos vagaban del modo en que Ani la había tratado y sus sentimientos
hacia ella, tomando fuerza unas emociones de las otras para impedirle parar de
llorar.
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Anónimo - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario