Episodio 2
La verdad
Al soltar el
bolso en la barra de la cocina se dio cuenta de que Guya y el coronel estaban
sentados a la mesa delante de unos platos de sopa.
Sonrió al ver
que ni su entrada podía haberlos despistado de la discusión que estaban
manteniendo.
-No cuñado,
locos habrá siempre, pero si unes un loco con una de esas…el resultado es
obvio.
-Tonterías, la
gente tiene derecho a defenderse
-Claro que sí.
¿Pero acaso no sería más fácil defenderse solo de un agresor, que del arma del
agresor? Si yo tengo difícil hacerme con un arma, supongo que el agresor
también. Convéncete coronel, cada día muere más gente por agresión de arma de
fuego que por defensa, y eso es una realidad. ¿Tú qué opinas Gina?
-¿Qué?
-¿Dónde estás
hija? -preguntó Guya notando la mente de su sobrina a mil kilómetros de allí.
-Lo siento,
estaba pensando en otras cosas.
-Cuéntanos,
somos todo oído.
-No, mejor me
voy a la cama. Tengo que pensar….en… que pronto tendré que regresar a la
oficina -dijo antes de levantarse y colocar la silla bajo la mesa.
-Ya era hora
-replicó el coronel
Guya golpeó
con el codo a su cuñado.
Gina sonrió
levemente al ver cómo Guya siempre hacía que el coronel pareciera un niño
malcriado, no el hombre severo y casi cruel al que siempre había tratado de
complacer. Y seguidamente subió las escaleras.
Guya miró a su
sobrina caminar escaleras arriba. La conocía como a su propia hija y sabía que
algo rondaba su cabeza. El coronel observó a su hija perderse escaleras arribas
y, con una sonrisa que solo él entendía, continuó comiendo.
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Ani llegó a la
casa bien entrada la tarde. Pese a no haber pasado por el estudio, se dio
cuenta de que su caminar pausado hacía justicia a las pocas ganas de llegar a
la casa.
Abrió la
puerta y se encontró con Lara sentada en el sofá charlando con Cris sentada en
el sillón frente a ella.
Cerró la
puerta tras de ella y envió una sonrisa forzada a ambas mujeres.
-¿Qué tal
estás? -preguntó a Lara acercándose y con cierta reticencia dando un beso en su
mejilla.
Pese a que
Lara apreció ese gesto, esperaba un beso un tanto más íntimo, y a pesar de
ello, escondió su decepción para responder a su pregunta.
-Muy bien.
Ani no añadió
nada a sus palabras. Solo miró hacia Cris y seguidamente se acercó a la cocina
por un vaso de agua. Cris se hizo cargo de la situación. No era algo nuevo para
ella las circunstancias de aquella pareja, y sabía que si había una sola
oportunidad de que superaran el profundo bache por el que estaban pasando, el
momento era ahora que todo estaba reciente… o nunca.
-En fin, no
hay nada más que pueda hacer por hoy. Excepto recomendarle que desaparezcan
todas esas botellas de la casa -dijo finalmente mirando a Ani y apuntando con
movimiento de su cabeza hacia el mueble bar.
Ani asintió a su
concejo con un leve movimiento de sus parpados.
Cris se
despidió no sin antes dejar una tarjeta a Lara, para que la llamara si se
sentía tentada a tomarse una copa.
-Descuida. Lo
haré -dijo Lara agradeciendo haber charlado con ella porque de verdad era fácil
hacerlo. Cris parecía comprender muy bien cada uno de los momentos de estrés de
los que Lara le había comentado y que fueron los causantes de sus comienzos en
la bebida.
Ani acompañó a
la mujer hasta la puerta y nada más cerrarla fue directa a la nevera.
-¿Cómo te ha
ido? -preguntó mientras sacaba una ensalada de la nevera.
-Supongo que
bien -respondió Lara incorporándose del sofá y acercándose a la barra -.Voy a
conseguirlo Ani, lo haré por ti.
-No Lara. No
tienes que hacer nada por mí, hazlo por ti misma. Recupera tu vida, tu pasión
por escribir, tus proyectos. -Lo haré, si estás a mi lado, lo conseguiré. Estoy
segura.
En respuesta a
su afirmación, Ani solo dio un ligero asentimiento con su cabeza y se dispuso a
verter un poco de aceite de oliva en la ensalada.
Durante la
cena, Lara miraba de reojo a Ani esperando de ella una de las cálidas miradas
de sus ojos, pero Ani parecía más concentrada en jugar con un pequeño guisante.
-Me voy a dar
una ducha -dijo de pronto dejando el plato vacío sobre la mesa.
El gesto no
pasó desapercibido para Lara. Sabía que el punto débil de Ani era la comida y
no recordaba que hubiera comido nada en todo el día. Preocupada contempló como
la otra mujer se perdía tras la puerta del baño.
Bajo el agua
caliente que caía de la ducha directa a su piel, se pasó las manos por su cara
intentando apartar gran parte del maquillaje que cubría su rostro. Por un
instante su mirada se cruzó consigo misma reflejada en el pequeño espejo sobre
del lavamanos. Contempló su rostro y lo acarició con su mano antes de apoyar su
cabeza en la pared a su lado, dejando el agua recorrer su cuerpo entumecido, y
dejando sus emociones salir fuera llorando frente a aquella pared. Se tomó su
tiempo para salir de la ducha, intentando hacer tiempo para que Lara acabara de
comer y seguramente, con un poco de suerte, se fuera a la cama.
Cuando salió
del baño, el silencio reinaba en la casa. Un bulto bajo las sábanas delataba
que Lara ya estaba en la cama. Entró en la habitación en albornoz para recoger
su ropa.
Los ojos
abiertos de Lara, de espaldas a la luz y el pasillo, esperaban el siguiente
paso de Ani. Sus ojos se cerraron con fuerza cuando sintió las pisadas de la
otra mujer alejándose hacia el salón. No tardó en escuchar el tintineo del
cristal de las botellas que Ani estaba seguramente recogiendo por toda la casa.
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El sonido del
despertador hizo a Gina despertar perezosamente de su sueño. Abrió un ojo para
acertar a golpear el despertador y hacerlo callar, antes de volver a cerrarlo.
De pronto sintió un ruido metálico desde la cocina y recordó al coronel y su
desayuno.
Bajó al piso
de abajo y se encontró con su padre rebuscando en la nevera. Encima de la mesa
había un plato con las cáscaras de una manzana.
-Buenos días
coronel.
-Buenos días.
No nos queda zumo.
-No, no nos
queda, dijo acabando de bajar los últimos escalones de la escalera.
-Te prepararé
un vaso de leche -dijo acercándose a uno de los roperos sobre el fregadero por
un vaso.
El móvil sonó
desde algún lugar del sofá. Gina dio el vaso a su padre mientras fue en busca
de él.
-Owen, estaba
a punto de llamarte.
-Me has dado
plantón Gina ¿qué tipo de hermana eres? -dijo sin parecer en realidad que
estuviera enfadado con ella.
-Oh Owen, el
único tipo de hermana que te aguanta. Lamento lo de la cena, de verdad que te
recompensaré.
-Tranquila,
después de que te fueras me fui con Jamie y su novio a un restaurante japonés.
No sé qué les pasa a los gays con la cocina japonesa y vegetariana. ¿Les viene
como un gen añadido o algo así?
-No digas
tonterías.
-Oye, Jamie me
comentó que había visto a Lara muy mal hace unos días. Pensé que debías saber
que tiene un problema muy gordo esa chica.
-¿A qué te
refieres con que estaba mal?
-Ya sabes. Que
iba pasada de copas.
-Sí, parece
que últimamente va siempre pasada de copas.
-Cómo te vi
hablando con Ani, creí que te había hablado de ello.
-No, en
realidad no me habló de ello -dijo mientras recordaba la actitud extraña que
había tenido Ani con ella y sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo al
recordar el golpe en la cara de Ani. Cerró sus ojos ante el pensamiento y
acariciando su sien decidió ahondar más en el asunto.
-Mira Owen,
tengo que colgarte. Luego te llamo.
En unos quince
minutos, Gina salía de la casa con una idea fija de ir en busca de Ani. Caminó
hacia el portal de la casa, pensando si a esas alturas había sido una buena
idea estar allí. Como una señal del destino, pasó delante del cubo de la basura
que contenía un par de bolsas llenas de botellas de bebidas alcohólicas.
Cogió una de
las botellas, observando que ninguna de ellas estaba vacía. Y de nuevo sintió
como un nudo que se formaba en su garganta.
Se acercó a la
puerta y tocó el timbre. Nadie abrió, así que tras un breve espacio de tiempo,
volvió a insistir.
Los ojos de
Lara se entreabrieron al segundo sonido del timbre. Salió de la cama y se
dirigió hacia la puerta, sin entender que Ani no estuviera en la cama a su lado
y más extrañada aún de no verla por el departamento.
Abrió la
puerta y se encontró con la cara de Gina justo ante ella.
-No deberías
estar aquí -dijo sintiendo cada poro de piel estremecerse ante ella e
intentando cerrarle la puerta en la cara.
Gina colocó su
pierna para que la puerta no se cerrara del todo y de repente un torrente de
pensamientos cruzó su mente. No podía ser casualidad el comportamiento de Ani y
el comportamiento que estaba teniendo Lara en esos momentos.
Lara
retrocedió alejándose unos pasos de aquella mujer que la miraba con ojos
inquisidores a una explicación a esa bienvenida.
-Fue un
accidente. Yo no…No
Gina no
necesitó una palabra más de aquella mujer para entender de pronto de lo que
estaba hablando.
-¿Tú? ¿Tú
tuviste algo que ver con…?
-Fue sin
querer, yo no quería hacerle daño… Créeme- las lágrimas bajaban por sus
mejillas sin control.
-Te advertí
que no la dañaras pero ni en mis peores pesadillas pensé que podrías…¡¿Cómo?!
¡¿Cómo has podido?!.
-No sé qué te
ha contado pero yo… yo no estaba bien y…
-¡¡Por
supuesto!! ¡¡ Estabas borracha!! ¿no?¡¡Y no…no me ha contado nada!! De haber
sido así te habría roto la cara nada más abrir la puerta.
-Vete por
favor…¡¡Vete!! -dijo con lágrimas en los ojos, víctima de su propia
culpabilidad y la de la mujer ante ella que la miraba con fuego en sus ojos.
Gina se acercó
a ella dispuesta a que le dijera a la cara que la herida de Ani había sido
fruto de una de sus borracheras.
-¡¡Para!!—se
escuchó la voz de Ani desde la puerta.
Gina giró su
cara hacia ella que parada en el umbral, las observaba con un par de bolsas de
papel llenas de alimentos en las manos.
Lara deslizó
su espalda por la pared para quedar sentada en el suelo con sus manos cubriendo
su rostro.
Gina giró su
cabeza hacia ella y se sorprendió de verla en aquel estado.
-No deberías estar
aquí Gina -le dijo dejando las bolsas sobre la barra de la cocina y pasando
junto a ella para ayudar a Lara.
Gina no medió
palabra, se quedó igual de sorprendida al ver la magnitud del golpe en la cara
de Ani. Negando con su cabeza que Ani estuviera pasando por esa situación.
-Gina, por
favor. Es mejor que te vayas. Hablaremos más tarde.
-Ani. Tú no
tienes porqué…
-¡¡Por
favor!!. Esto no es de tu incumbencia. Vete.
Gina sucumbió
a su petición con toda la rabia y frustración dibujada en su cara, mirando como
Ani, abrazando a Lara, le pedía con los ojos llenos de lágrimas que se marchara
de allí. Los ojos oscuros de Ani eran una súplica más que una orden. Salió de
la casa dando un portazo tras de sí.
Una vez fuera
de la mirada de Ani trató de respirar hondo y puso todo el esfuerzo de su parte
por no volver a entrar y pedir una explicación que le hiciera comprender qué
estaba sucediendo.
-¡¡Joder!!
-dijo entre dientes antes de empezar a caminar calle abajo.
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