Episodio 1
El día después
Esa misma
tarde Ani se limitó a buscar las direcciones de los centros para Alcohólicos en
la ciudad. Lara había prometido buscar ayuda pero era incapaz de hacer nada más
que llorar y pedir disculpas por su estrepitoso comportamiento.
Durante todo
el día habían intentado hablar de lo ocurrido, pero Lara no hacía otra cosa que
romper en llanto y repetir incesantemente sus promesas de superar su problema
haciendo cualquier cosa que fuera necesaria.
Ani tomó el
teléfono y marcó. Lara vertía el café en unas tazas y con lágrimas en sus ojos
contemplaba el moretón en el rostro de Ani. Se acercó hasta la otra mujer de
pie ante el teléfono. Ani, sin mirarla, tomó la taza de café que le ofreció y
daba por terminada la conversación con su mirada perdida en el algún lugar de
la ventana, mientras que Lara se sentó con su cabeza baja, en un lado del sofá.
Los ojos de Ani miraron al cielo a través del cristal incapaz de romper con la
tensión que rondaba el ambiente entre las dos.
Lara se
levantó y con un gran interrogante en sus ojos, se acercó a su espalda
abrazándola por detrás esperando espantar cualquier pensamiento en la cabeza de
Ani.
-Todo va a
salir bien… Te lo prometo -dijo volviendo a llorar y siendo testigo de la
actitud fría y distante de su novia. Ani no respondió palabra alguna,
simplemente dejó sus ojos clavados en el vacío hacia fuera no pudiendo evitar
sentir cierta incomodidad por la cercanía de Lara.
-Deberías
llamar a tu editora -le dijo soltándose, incapaz de dejarse retener en su
abrazo por más tiempo.
-Lo haré
-respondió Lara dándose cuenta de que su esfuerzo de acercarse a ella eran en
vano. -¿A dónde vas? -continuó diciendo con algo de temor mientras contemplaba
a Ani acercarse a la barra de la cocina, dejar ahí su taza de café y coger sus
llaves.
Lara se quedó
estática con sus ojos en la puerta cerrada. Sus ojos se apartaron de la puerta
cerrada hacia unas de las botellas de su mueble bar, pero bajando la mirada se
fue al sofá y acostándose en él, cerrando sus ojos y sus sentidos a todo a lo
de su alrededor.
Ani, una vez
fuera de la vista de su novia, dejó caer su cabeza hacia atrás apoyándola
contra la madera un segundo antes de emprender su camino hacia cualquier lado
que la alejara de allí.
Sus pasos
acaban por hacerla llegar a la playa. Mirando hacia el horizonte frente a ella
dejó salir su frustración y las lágrimas contenidas que hasta ahora no había
dejado escapar.
El viento
despeinaba su cabello, y la brisa marina congelaba el agua de sus mejillas, las
gaviotas la sobrevolaban graznando ajenas al dolor que escondía su silencio.
Cruzó sus
brazos sobre su vientre y dejó a sus emociones salir fuera, lejos de la mirada
de todos.
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Gina corría
por la avenida. Haber salido temprano a correr le daría tiempo para sudar un
poco antes de preparar el desayuno al coronel. Sus ojos verdes parecieron
reconocer una silueta familiar en la orilla. Se quitó uno de sus auriculares
dejándola escuchar los primeros sonidos de la mañana que ya iban despertando la
ciudad. Aminoró su paso con su mirada hacia aquella silueta. Quizás era un
espejismo o quizás todo era porque no podía dejar de pensar en ella
últimamente, pero aquella mujer parada en la orilla, se le pareció a Ani.
Caminó
despacio un par de pasos hacia la arena para confirmar su sospecha. No pudo
evitar sentir su corazón acelerarse al ver aquella melena oscura ondeando al
capricho del viento.
-¿Ani?… -dijo
solo para sus oídos antes de avanzar un poco más por la fría arena. Se acercó
despacio apartando los mechones de su cara que ondeaban sobre su cara
impidiéndole ver con claridad, por mucho que se esforzó por colocarlos tras su
oreja. Solo cuando se percató de que la mujer comenzaba a andar en sentido
contrario, se atrevió a dar un segundo paso.
-¡¡Ani!!
-gritó en un vano intento de que la mujer le escuchara.
El ruido del
mar ensordeció por completo el sonido de su voz. Notando lo inútil de su
intento en alcanzarla, cesó en su empeño y, colocando de nuevo su auricular en
su oreja, continuó a paso ligero por la avenida, no sin antes volver a mirar al
espacio vacío que había dejado la silueta de aquella mujer no solo en la
orilla, sino en la playa… e incluso más allá.
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Lara
permanecía callada mientras que la coordinadora de la organización de AA le
daba la bienvenida a su programa de recuperación. Tímidamente giró su cabeza
hacia Ani que parecía atenta a cada palabra de la mujer, notando como había
hecho un buen trabajo en cubrir con maquillaje las secuelas del golpe de la
noche pasada. Verla allí le hizo sentirse incapaz de interrumpir y pedir
discreción dado que todo aquello podría perjudicar lo que quedaba de su
carrera, y eso, incluso para ella le resultaba egoísta al mirarla a su lado.
Ani, sintiéndose observada, ladeó sus ojos encontrándose con los suyos, tímidamente
hizo una mueca que pretendió ser una pequeña sonrisa sin llegar a serlo. Justo
en ese momento la puerta se abrió, y una chica de pelo oscuro y largo vestida
con jeans y con una amplia sonrisa en su rostro, se adentró en la oficina. La
coordinadora le dio la bienvenida y seguidamente la presentó a las dos mujeres
que permanecían expectantes ante ellas.
-Señorita
Miller, esta será tu madrina.
-¿Mi madrina?
-contestó la escritora con desconcierto y curiosidad.
-Así es. Una
madrina es como un soporte, alguien a quien puedes acudir bajo cualquier
circunstancia que te haga caer en la bebida.
-Yo no
necesito ninguna madrina, ¡esto es absurdo! -inquirió la escritora viendo el
matiz de la conversación.
Ani fijó sus
ojos en ella con desaprobación a su gesto negativo.
-Está bien
-respondió Lara a aquella mirada ladeando sus ojos hasta la coordinadora y la
otra mujer que se había colocado a su lado.
-Cristina, te
presento a la Señorita
Miller -dijo la coordinadora acostumbrada a ese tipo de
reacción por parte de los nuevos en el plan de rehabilitación.
La mujer alta,
de pelo largo y oscuro, y de mirada penetrante, extendió su mano al aire
delante de la escritora dedicándole una mueca que pretendió ser una sonrisa.
Lara estrechó su mano con la suya con una mezcla de vergüenza y de frustración,
como si ese hecho confirmara de una vez por todas que realmente tenía un
problema que la catalogaba a los ojos de todos como una alcohólica.
-No debes
preocuparte. Solo estoy aquí para ayudarte. Tu único cometido es dejarme hacerlo
-dijo Cris con voz segura y decidida.
Lara no medió
palabra alguna a las palabras de aquella mujer, simplemente desvió sus ojos de
ella hacia Ani y esperó que alguien más rompiera el silencio.
-Señorita
Martin, es importante que las dejemos solas.
Cierto aire de
preocupación rondó el rostro de Ani, antes de que la coordinadora volviera a
hablar.
-No te
preocupes. Está en buenas manos.
-Pero… -dijo
la fotógrafa mirando con la misma preocupación hacia Lara.
-Es lo mejor
para ella. Si realmente quiere ayudarla, hágalo sin más -insistió la
coordinadora utilizando un tono tranquilizador y sincero.
Ani se
incorporó de su silla, colgó el bolso de su hombro y se encaminó hacia la
puerta de la oficina que abrió pero que no cerró sin antes echar una última mirada
a Lara que la observaba de reojo con una sonrisa de complicidad que pretendía
tranquilizarla, y ver como Cris tomaba asiento en la silla que había dejado
libre.
-He leído tu
libro -le escuchó decir a Cris un segundo antes de cerrar la puerta y caminar
hacia la calle.
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Gina miraba a
su padre como desde el sillón permanecía absorto en leer el periódico. No
entendía como no había discutido su decisión de hacerle de comida una ensalada
y unos filetes de pescado hervido. La actitud del coronel era como cuando
estaba a punto de soltarle unas de sus grandes parrafadas sobre lo perdidos e
inútiles que eran sus hijos. Notaba que algo pasaba en la cabeza de ese hombre,
pero no lograba acertar el qué.
Cogió el plato
de ensalada y lo acercó a la mesa en el mismo instante que su móvil sonaba en
algún lugar dentro de su bolso.
Lo abrió y
rebuscó hasta dar con él.
-Owen, ¿cómo
estás hermano?
-Bien jodido
-escuchó decir desde el otro lado del hilo telefónico.
-¿Qué ocurre?
¿Estás bien?
-La he vuelto
a joder Gina…Se trata de Sami
Gina no pudo
evitar sentir cierta tranquilidad al oír esa excusa, pero con su mano en su
tabique nasal reflejaba la inquietud que le estaba originando el tono de voz de
su hermano.
-¿Podemos
hablar?
-Claro, solo
espérame, en media hora en el High bar.
Los ojos del
coronel miraban atentos a la espalda de su hija, poniendo especial atención en
sus palabras.
-En media hora
está bien.
-Ok, ahí te
veo -dijo Gina antes de colgar y respirar hondo mirando el teclado de su móvil
como si se tratase de los ojos de su hermano.
El coronel
desvió su mirada de ella y se centró en tomar el tenedor y comenzar a comer,
intentando fingir no haber puesto atención a lo sucedido. Gina abrió de nuevo
su bolso para introducir dentro su móvil cuando de repente se dio cuenta de que
el sobre con la carta que había metido allí el día anterior, no estaba. Bajo la
mirada furtiva del Coronel, colocó la mano en su frente en señal de
preocupación, respiró sonoramente y, como si de una necesidad prioritaria se
tratase, comenzó a buscar por todo el espacio del salón aquella carta que sabía
que nunca debió de haber escrito. El coronel sonrió ante su tenedor lleno de
comida, observando como su hija levantaba los cojines del salón y luego miraba
en medio de los libros de los estantes de la librería con una evidente cara de
preocupación que rozaba a desesperación.
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Los pasos de
Ani la llevaron hasta el High bar por un café.
La tarde ya
empezaba a caer, y los rayos del sol empezaban a perder su intensidad. Un buen
café mirando las hermosas vistas de aquel lugar le daría fuerzas antes de pasar
por su estudio y regresar a casa.
Nada más subir
las escaleras, Jamie se percató de su presencia.
-¡Hola
preciosa! -la saludó con la misma alegría y cariño con la que lo hacía siempre.
-Hola Jamie.
- ¿Qué te
sirvo?
-Un café bien
cargado, por favor
-Eso está
hecho. Vamos, te acompaño a una mesa.
Los ojos de
Gina se apartaron un segundo de su hermano, y descubrieron a Ani que, ajena a
ellos, caminaba junto a Jamie hacia una mesa del otro extremo del local.
Sus ojos
verdes reflejaban toda la admiración y devoción que le provocaba la simple
visión de Ani. Siempre sentía que era capaz de iluminar el espacio en el que se
encontraba. El semblante serio de Ani mientras tomaba asiento enfatizaba la
mirada de sus ojos oscuros. Cierta tristeza empezó a borrar la casi sonrisa que
le provocaba ver a Ani allí, tan cerca pero tan inalcanzable.
-Gina…que
estoy aquí. Creía que me ibas a escuchar.
-Y te escucho
Owen, lo siento.
Los ojos de
Owen se dirigieron hacia el lugar adonde su hermana había mirado fijamente
momentos antes y descubrió a Ani sentada ante una de las mesas, con su codo
apoyado en la ella y su mirada desviada hacia la playa y el ambiente relajante
que emanaba de ella a esas horas..
-Sí, ya veo.
-Owen, yo que
tú hablaría con ella. Desde luego que no trato de convencerte de que lo
aceptará así sin más, pero…es la única salida. No huyas del problema, porque de
todos modos no hay nada que perder que ya no hayas perdido.
-Vaya, curioso
que tú me digas eso ¿no? -dijo Owen un tanto dolido por la verdad que escondía
las palabras de su hermana y acabando su frase apuntando con su barbilla hacia
la dirección de la mesa de Ani.
-Créeme, sé de
lo que hablo -dijo bajando sus párpados hacia su café y luego elevándolos hasta
Ani que aún estaba ajena a su presencia, contemplaba la playa.
Solo unas
pocas personas caminaban por la orilla, los graznidos de alguna gaviota y el
murmullo de las olas acariciando la arena se mezclaba con la tenue música de
fondo del bar.
Y continuó
mirándola mientras sacaba un pequeño espejo de su bolso y se dedicó a retocar
parte de su maquillaje. Sonrió de poder saborear contemplarla libremente sin
ser descubierta, pero tras unos instantes perdida en aquella visión ante ella,
y como si de pronto un latigazo de realidad hubiera azotado su corazón, bajó la
mirada hasta su café.
Jamie acercó
el café hasta la mesa de Ani. Nada más depositarlo ante ella y viendo su
reacción exagerada de cerrar de inmediato su espejo, borró la sonrisa con la
que se lo quería servir.
-¿Estás bien?
-Claro que sí
Jamie -dijo forzando una sonrisa e intentando ser convincente.
-Ayer estuvo
Lara por aquí y… ¿Seguro que todo está bien?
Ani,
recordando el día anterior y cómo seguramente Jamie había sido testigo del
estado de Lara, bajó sus ojos hasta su café mordiendo la cara interior de su
labio inferior.
-Si necesitas
a alguien con quien hablar de lo que sea, ya sabes que puedes contar conmigo
-dijo Jamie, respetando el lenguaje corporal de la mujer que le hacía
comprender que no quería hablar sobre ello.
-Lo sé -dijo
una Ani que se esforzó por mostrarle otra de sus amplias sonrisas en gratitud a
su ofrecimiento. Jamie le guiñó un ojo con una seriedad impropia de él, y
colocó una mano en su hombro antes de irse a servir a unos nuevos clientes que
acababan de ocupar una mesa cercana.
Los ojos
verdes de Gina observaron el gesto de Jamie. Solo le había visto ese semblante
el día en el que el detective Brandon, había dado ciertos datos sobre las
extrañas circunstancias que rodeaba la muerte de la Candy cane. Cierta inquietud
empezó a invadirla al notar como la mirada de Ani parecía esconder algo que no
podía definir, esa mirada tan parecida a la que ponía cada vez que esquivaba
cualquier compromiso con ella. Se maldijo en silencio por su estupidez mientras
que de nuevo la voz de Owen se volvió solo un murmullo más que rodeaba su
pensamiento en aquella mujer frente a ella.
-Owen. Prometo
que esta noche te invito a cenar, pero ahora debo hacer algo. Discúlpame. -Sin
esperar respuesta alguna de su hermano, se levantó de la silla y se acercó
hasta Ani.
-¿Cómo no
hermana? Ninguno de los dos tenemos nada que perder -dijo bajo para sí mismo,
dando el último trago de café de su taza.
Avanzando
hacia el otro extremo de la terraza, Gina se preguntaba si era sano para ella
contemplar a Ani como lo estaba haciendo. Ya había sido un poco embarazoso que
Ani la hubiera visto intentando descubrir su olor en la vieja camiseta roja que
Ani aún conservaba. Y de verdad estaba tratando de no destapar sus
sentimientos, no ahora que Ani parecía haber encontrado la felicidad junto a alguien
más.
-¿Café a estas
horas? Eso no es usual en ti -dijo con una sonrisa asomando por un lado de la
espalda de Ani
-Hola -dijo la
otra mujer con una ligera sonrisa que a Gina le pareció que hacía estremecer su
mundo.
-¿Puedo
acompañarte o esperas a Lara?
-No no, no
espero a Lara, pero ya casi me iba al estudio -dijo elevando su mano por
instinto hacia su moretón, fingiendo colocar un mechón de su cabello e
intentando que la otra mujer no se percatara de él de ninguna de las maneras. Y
es que si había alguien que podía leer en ella, esa era Gina.
-Bueno -dijo
Gina -, yo también llego tarde…ya sabes…El coronel
-Sí, claro.
¿Cómo te va con él?
-Simplemente
va -dijo con una de sus hermosas sonrisas notando que el tema al menos le
otorgaba unos minutos en su compañía. No tardó en acomodarse en la silla frente
a ella.
-¿Cómo te va
con la exposición? -dijo rompiendo con el silencio de Ani y extrañando su
mirada.
-Todo perfecto
-respondió mirándola solo unos segundos.
El
presentimiento de Gina se hizo más fuerte con ese gesto.
-¿Estás bien?
-preguntó de pronto sin borrar su sonrisa e intentando sujetar la mano libre de
Ani sobre de la mesa.
-Sí, claro que
sí -dijo deslizando su mano bajo la suya-. Solo estoy cansada, ha sido un día
muy largo -añadió alzando su mano hasta la cien y frotándola levemente, usando
el gesto para ocultar su herida.
Gina la miró
esperando alguna palabra más que le sacara el nudo que sentía en el estómago
sin saber por qué. Ani desvió sus ojos hasta ella, pero notando que Gina la
conocía mejor que nadie, optó por dar el último sorbo a su café y moverse de su
silla.
-Bueno, tengo
que irme -dijo colgando el bolso de su hombro y caminando hacia la escalera del
local. En ese mismo momento Gina pudo percibir la hinchazón de su mejilla
-¡Espera! gritó
bajándose de un solo movimiento de su silla.
Ani no hizo
caso a su petición. De repente Gina se colocó en su camino y la detuvo
sujetando uno de sus antebrazos.
-¿Qué te ha
pasado en la cara? Cielo santo, ¿estás bien? -dijo acariciando esa zona con la
yema de los dedos y un evidente gesto de preocupación.
-Claro que sí.
Solo fue un golpe con un trípode en el estudio.
Gina dudó un
instante si la mirada de Ani era de vergüenza por haber sido tan torpe, o de
que la viera así.
-Tengo que
irme Gina, llego tarde. Y no me mires así, no duele -dijo antes de esquivarla
con una sonrisa que pretendió tranquilizarla y acabar con cualquier duda sobre
su argumento.
Gina no medió
palabra, solo ladeó su cabeza hasta verla desaparecer escaleras abajo. Se tomó
unos instantes antes de empezar a caminar despacio, con un extraño sentimiento
por el comportamiento de la fotógrafa. Con sus manos en los bolsillos, se
dirigió hasta la mesa de Owen para despedirse de él antes de irse a casa.
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Las lágrimas
de Ani amenazaban por salir mientras bajaba los escalones de aquella escalera
que se le hacía eterna. Ladeó su cabeza un par de veces para cerciorarse de que
Gina no la seguía preguntándose si había sido convincente y se conformaría con
la triste excusa que le había dado. En esos momentos la cercanía de Gina le
abrazaba como las más candentes de las llamas. Hubiera querido abrazarse a ella
y dejar que le dijera que todo iba a salir bien, pero la verdad es que no se
sentía capaz de contarle lo sucedido esos días, amaba demasiado a Lara como
para que alguien la prejuzgara sin darle una oportunidad. Sintiéndose más sola
que nunca, caminó deprisa por la calle hacia su casa.
Isleña de
nacimiento, desperté en este planeta en las Islas Canarias. Pese al amor al
mar, a días soleados tumbada en la arena y noches cálidas paseando por la
orilla, siento que pertenezco al país más grande del mundo: la humanidad. Adoro
a Lesbicanarias y no solo a la página, ya me entienden… las que me conocen. Me
encanta el mar y aislarme del mundo escribiendo hasta meterme en mis propios
relatos generando realidades emocionales que hagan mover mis propios cimientos.
En definitiva, amo respirar y ser consciente de ello cada vez que lo hago. Y
como no, me gusta analizar las situaciones, las posibilidades, jugando a algo
que cada vez hacemos menos: meternos en la mente de aquel que no piensa como
nosotros. Comprendo todo menos la guerra, la intolerancia y las malas maneras,
siempre he pensado que un buen argumento se defiende con buenas palabras no con
buenos insultos ni ofensas.
Nota Autora: Disclaimers:
Todos los personajes de Venice The Series y por lo tanto de este Fan Fic, son
propiedad de Open Book Productions, sólo los he tomado prestados para saciar un
poco la ansiedad de no poder verlos durante una larga temporada, y con fines no
lucrativos, solo por diversión pura y dura, además de un homenaje a esta serie
que tanto nos ha hecho debatir.
Nota La Teta Feliz - Si Alguien sabe quien es la autora... Informar.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Anónimo - Derechos Reservados
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por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Por la descripción que hace de si misma,creo que la autora es Genix,una de las chicas que escribe en Lésbica arias.
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