RECUERDOS Y REALIDADES
Esperar duele, olvidar duele. Pero el
peor de los sentimientos es no saber qué decisión tomar.
Paulo Coelho.
El Parque de la Libertad estaba a reventar con globos
multicolor que iban y venían, mientras los vendedores se acomodaban en sus
sitios y el audio acababa de ubicarse eran alrededor de las cinco de la mañana,
pero a pesar de ello el despliegue policial en un parque de aquel tamaño era
bastante considerable, la policía montada estaba en fila esperando ordenes de
su ubicación, la mayoría de la policía turística se paseaba ya por el lugar mientras la sección de K9 esperaba
indicaciones de los recorridos y puntos de reunión.
Vanessa bajo el rostro conteniendo un bostezo mientras se
acomodaba las gafas oscuras, sin duda alguna la noche anterior había sido larga,
respiro profundo era mejor que dejara de pensar en aquello y se tranquilizara o
no estaría en condiciones para manejar a la cantidad de personas que vería
durante ese día.
Aun recordaba la cara asustada de Virginia cuando ella
apareció en la tienda y no había rastro de Herendira, así como aquella llamada
cuando ella estaba por estrangular a Virginia de la desesperación, ladeo la
cabeza ¿Por qué se preocupaba tanto por esa niña? Escucho su nombre esbozando
un gesto de desagrado ya se imaginaba que pasaría algo así, la mandaban de
modelito de nuevo sin duda, a vigilar la entrada principal y que todo el que
pasara por allí reparara en ella, ¿Cómo lo sabía?, porque la habían mandado con
el engreído de Svenson alto, musculoso, sonrisa perfecta y un coqueto
registrado, ni la mitad de hermoso que ella pero era lo más cercano sin duda.
Bajo los ojos para enfocar Tormenta gruñéndole por lo
bajo al pastor belga que era la pareja del hombre, por lo que la acaricio llamándola
a la calma se ubico en la columna de mármol derecha que adornaba la entrada del
parque irguiéndose orgullosa y revisando fugazmente con la mirada el perímetro
y a quienes pasaran por allí antes de escuchar los primeros suspiros “Lógico
soy una diosa viviente” esbozo una encantadora sonrisa que provoco otra lluvia
de suspiros que la hizo relajarse notablemente.
Virginia que iba a morir de cansancio primero porque
Vanessa casi la estrangula, segundo porque había pasado buena parte de la
madrugada y la mañana con la paletita de la chica, aunque debía admitir que la
niña pelirroja era encantadora, se preocupo bastante cuando su amiga le pidió
ir al hospital pero, no dudo un segundo en asistir.
La niña pelirroja que distraía tanto a Vanessa se llamaba
Herendira y al parecer era una joven centrada por la leve conversación que
había mantenido con ella mientras esperaban que atendieran a la amiga de la
chica, cosa que hacía más sorprendente el hecho de que tuviera un ojo morado y
varios golpes en la cara, la chica al parecer necesitada de hablar le había
relatado brevemente el alboroto en el bar aunque sentía ella que había obviado
partes importantes de la información ya que se notaba bastante angustiada. Sin
embargo le había preocupado la infinita tristeza en aquellos ojos claros al
expresar una frase que la hizo a ella esbozar un gesto de incomodidad “ Vanessa
es mi amiga por eso se preocupa tanto por mi” juro cuando escucho aquello que
iba a tomar del cuello ella a Savedra por decirle tal cosa a la niña, pero era
típico de esa cabeza hueca decir tales estupideces cuando alguien le gustaba,
es que parecía nunca haber dejado el jardín de niños en ocasiones, eso y el ego
que se cargaba la hacían inmanejable.
Dejo caer sus llaves en el living de la sala para ver la
cabeza de su esposo asomarse mirándola con preocupación, le hizo un enorme
puchero que género que la cargaran escaleras arriba derecho a la cama cosa que
agradeció profundamente porque de verdad sentía que no podía ni con su alma,
sintió el beso cariñoso antes de que le sacaran los zapatos de tacón y la
arroparan, recordando porque amaba tanto a ese hombre mientras cerraba los ojos
para finalmente tener su merecido descanso.
La casa de Vanessa resulto ser para Herendira una
sorpresa, siempre se la imagino viviendo en un departamento, un lugar adecuado
para alguien como ella imaginaba que era Vanessa, pero venia descubriendo que
la joven oficial no era nada de lo que ella imaginaba para prueba que en lugar
de un departamento de soltera tenia aquella casa familiar. Subió de nueva cuenta las escaleras para
revisar a Stefani que dormía profundamente en una de las habitaciones, le habían
recetado calmantes y tenía el brazo inmovilizado a la altura del hombro, al
parecer había sufrido un ataque severo de ansiedad y su hombro se había
dislocado.
Cerró la puerta con suavidad para encaminarse a la
recamara de Vanessa, se sentó en la cama viendo aquella pequeña biblioteca en
una esquina, el enorme ventanal y habitación de colores sobrios y sencillos, la
cama de Tormenta en una esquina con varios de sus juguetes y aquel olor que le
era tan familiar ¿Quién era en realidad Vanessa Savedra?, era la pregunta que
rondaba constantemente su mente mientras se recostaba en aquella suave cama,
¿Qué tipo de persona era realmente?, estaba claro que no era nada de lo que
ella imaginaba, nada de lo que sentía que proyectaba mientras vigilaba aquella
avenida.
Sus escazas conversaciones con ella le revelaban una
persona bromista, engreída en extremo y en ocasiones sumamente callada, pero
suponía ella que había más, ni siquiera podía hacerse una idea real de ella, de
todas maneras no tenia caso ¿o sí?, era como la misma Vanessa decía solo eran
amigas, y cuando eres amiga de alguien no siempre muestras como eres del todo…
o cuando esta uno con alguien que ama o que le gusta actúa diferente…. ¿no era
cierto también? Se dejo caer en el colchón abrazando con fuerza aquella
almohada pero a pesar de todo razono fugazmente mientras se dejaba vencer por
el sueño” yo quiero conocerte”…
La luz de la mañana ingresaba por la ventana del
departamento alumbrando directamente la mesa de la pequeña sala creando brillos
suaves y llamativos en el abandonado rosario de oro que lastimado descansaba
sobre su superficie, delante suyo unos ojos cafés le observaban en silencio y
con interés sin atreverse se podría decir a tocarlo siquiera. El rostro se
apoyaba en una de las manos soltando suspiros cada tanto, y es que Andrea
conocía bien el significado de ese rosario.
Su mente no tardo en inundarse de recuerdos de un pasado
no tan distante, recuerdos de ella en uniforme escolar sentada sola en aquel
restaurante celebrando su graduación, su aceptación a la universidad y su
cumpleaños que meses atrás no había podido celebrar. De aquel restaurante lleno
de otros uniformes como los suyos y a la vez diferentes todos celebrando con
sus familias el éxito escolar, pero ella…. Ella estaba sola.
Había pedido el plato más caro que podía, el mejor
refresco y su postre favorito, había acomodado las flores de la mesa como le
agradaba y esperaba escuchando las risas a su alrededor dándose ánimos a sí
misma y felicitándose por sus logros, recordaba la gracia que le había hecho la
cara del mesero al explicarle que era ella sola, como había fila fuera y ella
tenía una mesa para cuatro sola.
Esa tarde en aquella mesa había sacado su diploma mirando
su nombre escrito en él, su solicitud universitaria con la aceptación y su
nombre también en ella, aquella felicitación tan efusiva y la beca que le
otorgaban, así como el reconocimiento especial de su escuela por graduarse con
los más altos honores, los había extendido sobre la mesa porque a fin de
cuentas era todo lo que tenía, el testimonio de todo su esfuerzo, ese que la
hacía sonreír inflando el pecho orgullosa en aquel momento.
Suponía que pocos de los allí presentes podrían entender
su infinita alegría, en cuenta aquel gerente que se le había acercado a decirle
si tenía dinero para pagar su comida, se recordaba a si misma sacando su
billetera y mostrando su dinero mientras el hombre en esta ocasión le decía que
era una tarde ajetreada y que ella no podía ocupar una mesa para cuatro sola
que si lo deseaba se pasara a la barra, pero ¿Acaso no merecía una mesa?, puedo
pagar… eso había dicho pero el hombre le negaba con la cabeza, finalmente ella
había asentido empezando a recoger sus cosas cuando escucho aquella voz -¡Hola!
lamento llegar tarde- había levantado el rostro enfocando unos hermosos ojos
azules envueltos en un uniforme que no era de su escuela -es que como esto
queda tan lejos de mi escuela- ella asintió por inercia más que otra cosa
mientras observaba a la otra joven con completa elegancia empezar a ordenar
dejando al gerente con la boca abierta, antes que el hombre se retirara
confuso.
-Perdona- vio la risita escapar con tanta suavidad_ es
que se suponía que comería aquí con mi hermano pero al parecer se atrasara
mucho más de lo pensado, estaba por irme cuando vi a ese hombre intentando
echarte- parpadeo confundida - y pensé si estás sola y yo también… bueno además
es un día genial ¿no? …Estamos graduándonos podríamos comer juntas - simplemente
había atinado a asentir con suavidad - estas son tus notas… ¡VALGAME ESTAN
GENIALES!
-No espera me da vergüenza- intento protestar mientras
veía sus papeles acabar en las manos de aquella rubia.
-No seas tonta… ojala yo me hubiera graduado con esas
notas- la escucho reír divertida y no
pudo más que hacer lo mismo - Te aseguro que mi hermano estaría encantado- vio
el rosario escaparse de entre el lazo del uniforme escolar y su resplandor le
llamo la atención - es bonito verdad… fue el último regalo de mi madre antes de
morir…
-Lo siento- había respondido quedamente - mi madre
también murió…
-Entonces las dos deben ser muy amigas- la miro
sorprendida viendo aquella enorme sonrisa - donde quiera que estén seguramente
son grandes amigas….
-¿Por qué piensas eso?-
había hecho aquella pregunta recordaba ella porque lo que escucho la
había dejado profundamente confundida.
-Es simple- vio la cabeza ladearse provocando que aquel
rosario se balanceara levemente -porque las dos estábamos solas hoy y nos hemos
encontrado para hacernos compañía y celebrar… me gusta creer que son amigas y
no querían vernos solas- la sonrisa en aquel rostro había crecido contagiándola
-Soy Stefani por cierto.
-Y yo Andrea… - murmuró mirando aquel rosario roto sobre
la mesa, fue tan fácil ser amiga de ella, las vacaciones más divertidas de su
vida, las recordaba con claridad cada locura compartida, cada discusión larga
con Stefani, cada empujón que le había dado en la alberca… río quedamente al
recordar la cara de molestia cada que lo hacía y las risas cuando las dos se
iban juntas al agua, ser su amiga fue tan fácil pero amarla fue aun más
sencillo…. Y sin embargo estaba segura que olvidarla… olvidarla sería
imposible.
Estiro la mano para tomar aquel rosario con suavidad
antes de besarlo con delicadeza “adiós… espero que me odies” afirmo
levantándose antes de guardarlo en un pequeño baúl junto con la única foto que
tenía de su madre… la vida estaba llena de elecciones y ella había tomado la
suya.
“Y yo Andrea” Stefani se incorporo en la cama respirando
agitada mientras miraba alrededor consternada, sentía las lagrimas paseándose
por su mejillas mientras su mano se iba por inercia hacia su pecho, sintiendo
la ausencia de su adorado rosario en el. Había soñado con el día en que conoció
a Andrea, con aquel rostro ruborizado e incluso algo triste de la primera vez
en que se vieron, uno tan diferente a aquel lleno de odio y dolor que había
visto la noche anterior “ella me ama”, se inclino resintiendo su hombro “o al
menos me amaba” se movió hacia el borde de la cama mirando las medicinas en una
mesa a un lado de la misma.
Ataque de ansiedad eso había escuchado, aún podía sentir
su corazón golpear fuera de ritmo y sin embargo ella no llamaría a aquello
ataque de ansiedad, no sabía cómo se rompía un corazón o siquiera como se debía
sentir y sin embargo podía jurar que el suyo se había hecho añicos la noche
anterior, incluso lo había escuchado
romperse en pedazos y por ello se había quedado sin aire, sin fuerzas y sin fe.
Perdió a una de sus personas más queridas ¿Pero siquiera
podía llamarle perdida a aquello?, le habían dicho que la amaban, antes de
jurarle odio eterno…. Ni siquiera podía sentirse confundida ¿O sí?, porque no
tendría sentido si la noche anterior habían jurado odiarla. Y sin embargo…. Se llevo la mano al pecho
dolorida, ¿Qué era la estupidez? Era no darse cuenta cuando alguien que siempre
está contigo te ama, se dijo quedamente llevándose la mano que un instante
antes presionaba el pecho a la cara, rememorando cada escena y momento que había
pasado con su amiga.
Deseo golpearse contra alguna pared al revivir las
incontables ocasiones que había terminado llorando en sus brazos por Hernán,
recordando cada abrazo cariñoso que le obsequiaban, cada frase comprensiva y
aquella mirada llena de infinita ternura, todo gesto en Andrea libre de
reproches o egoísmo, sus consejos tan sinceros…. Ella la amaba y sin embargo la
consolaba siempre que lloraba por alguien más, a pesar de que le decía que no
podía vivir sin Hernán, se levanto encaminándose a la pared para dejar caer un
sonoro puñetazo sobre ella “Andy es que no puedes entender como lo amo”…. “Lo
entiendo mejor de lo que crees” claro que la odiaba ella se odiaría de estar en
el lugar de Andrea…
Recogió sus medicamentos tomando aire a grandes bocanadas
antes de apagar a Cobalt, ya que no deseaba escuchar mas sus regaños, se calzo
para abandonar la habitación sin ganas de despertar a Herendira, el sol de la
tarde estaba invadiendo ya el lugar, ¿Qué tanto había perdido la noche
anterior?, simplemente deseaba evadir aquella pregunta pues de responderla
temía que el vacío fuera tan grande que le destruiría para siempre.
Los discursos iban y venían a lo largo del día entre las
risas de los niños y los variados eventos que se tenían programados, pero sin
duda la parte pesada seria esa noche, Vanessa caminaba entre los puestos de
comida escuchando la alharaca de Svenson en su descanso y el tipo había
decidido llenarse de comida chatarra, era claro que con el cuidado tan precario
que le daba a su alimentación no tardaría nada en rodar. Ella en cambio tenía
un serio problema no le gustaba comer nada que no hubiera cocinado ella misma
en casa y debido a los eventos de la noche anterior no pudo prepararse su
almuerzo por lo que en ese momento moría de hambre.
Ya había recorrido una buena parte de los puestos sin que
se le antojara nada -Y podríamos salir
mañana en la noche- se detuvo en seco centrándose en la conversación que
mantenían con ella antes de girarse y ver al tipo sonriéndole con encanto. No
es que Svenson no fuera un hombre atractivo, el hecho de que le llevara algunos
años tampoco importaba, el que fuera un egocéntrico, insoportable que solo
buscaba llevarse mujeres a la cama como si de trofeos se tratara eso si que
importaba - Digo seriamos la pareja más espectacular en el baile de caridad de
la policía este otoño.
-No crees que vas muy rápido- dijo con voz algo irónica
para empezar a caminar de nuevo.
-Vamos Savedra lo natural es que estuviéramos juntos- le
afirmaron haciéndola voltear los ojos en blanco - aparte de ser el hombre y la
mujer más gloriosos de la estación, creo que nos llevaríamos bien en general, pareces
una chica algo seria y distante pero seguramente eres alguien…
-Svenson hombre- se detuvo en seco girándose a mirarlo -
yo soy la mujer más hermosa de la estación sin duda, lo tuyo es discutible -
asevero notando la cara de sorpresa que le dirigían- en cuanto a si nos
llevaríamos bien o no, creo que vas algo descaminado por tus palabras no tienes
ni idea de cómo soy realmente así que porque no te ahorras la vergüenza y me
ahorras el esfuerzo de rechazarte.
-No te creas tan única Savedra- vio la expresión cambiar
a una de molestia.
-Sevenson, soy tan única como todo ser humano que te
topas en la vida- noto el gesto confundido -todos somos únicos… y sé que hay
alguien que a diferencia tuya apreciara todas mis particularidades- se giro
como si nada acomodándose su boina para continuar caminando al lado de Tormenta
alejándose de aquel tipo.
-Ya te arrepentirás- le escucho decir con firmeza.
-Lo dudo mucho- respondió con completa tranquilidad
observando al sol de la tarde empezar a pasearse por el cielo.
Para cuando la noche cayó Herendira se despertó algo
aturdida al parecer estaba más cansada de lo imaginado, miro alrededor
enfocando el reloj para notar que pasaban ya de las ocho de la noche, Vanessa
le había dicho que llegaría entre la una y tres de la mañana, así que le
quedaban horas de tortura en soledad. Sus pies descalzos provocaron un
escalofrió en todo su cuerpo al tocar el suelo, pero no deseaba calzarse así
que camino despacio para descubrir que Stefani se había marchado.
Soltó un suspiro cansado al ver que se había llevado todo
pero, suponía que como ella simplemente necesitaba su espacio. Camino despacio
por la sala para acabar en la cocina, no era su casa pero se había saltado el
desayuno y la comida, aparte que tenía claras indicaciones de Vanessa de comer
lo que quisiera. Otra sorpresa razono al abrir el refrigerador descubriendo una
infinidad de verduras y carne de buena calidad. Se encamino con algo de
entusiasmo a las alacenas, para ampliar de golpe su sonrisa. Al parecer su
joven oficial era amante de la comida sana por lo que tenía una cocina de lo
más completa.
Miro la hora de nuevo, ella moría de hambre y Vanessa se
tardaría en llegar así que se prepararía algo ligero y la cena como tal la
haría para que estuviera en punto a la una y continuara caliente aun cuando
llegara luego.
Tormenta ingreso trotando a la casa, mientras corría a
toda marcha directo a la cocina su dueña dejo caer su chamarra negra policial
con tan mal tino que acabo en el piso, pero aquello poco le importo a la
agotada chica, la noche había demostrado que el despliegue policial había sido
completamente necesario, varias riñas, ebrios y más de un alboroto habían
requerido su intervención y extensión adecuada antes de que se salieran de
control “los seres humanos aglomerados son como animales” se dijo Vanessa
mirándose en el espejo para notar su boina rota y sucia, antes de bajar sus
ojos revisando su generalmente pulcro pantalón roto a la altura de la rodilla
“animales”.
Escucho un ladrido proveniente de su cocina acompañado de
una suave voz antes de que su cabeza le propinara una cachetada mental por
olvidarse de lleno que tenía invitados en casa y una conversación por mantener,
“si tan solo no muriera del hambre” lanzo la boina al piso para encaminarse a
la cocina empujando la puerta con suavidad para ingresar a ella y dar de lleno
con aquellos ojos verdes y claros que le miraron primero con una mezcla de
alegría e inquietud - Buenos días- dejo escapar quedamente - lamento llegar a
esta hora las cosas se descontrolaron un poco.
-Comprendo- le respondieron antes de que ella enfocara a
Tormenta cerca de su plato devorando sus croquetas como loca “al menos alguien
come” razono fugazmente antes de mirar con sorpresa la mesa perfectamente
servida.
-Te hice de comer- vio como Herendira levantaba una
servilleta blanca dejando al descubierto un plato perfectamente servido,
ordenado y estético que le provoco parpadear un par de veces antes de sentarse
en automático, aspirando el agradable olor que de él brotaba por lo que miro a
Herendira sorprendida -bueno, viendo tu refrigerador y lacena, además de tomar
en cuenta la hora quería hacerte de comer algo balanceado y ligero, espero que
sea de tu agrado -Vanessa Savedra había tenido varias mujeres en su vida, pero
ninguna le había esperado hasta esas horas de la madrugada con un plato de
comida caliente, ya que en general la esperaban llenas de reproches por su
llegada tardía, había intentado dos
veces formar un hogar en ambas ocasiones encontraba una nota en la sala avisando
que “esperaban que su trabajo le diera todo lo que ellas le daban” en ambas le
había importado un carajo.
Levanto sus ojos negros al ver como Herendira se frotaba
las manos antes de tomar su lugar en una silla continua para sentarse a comer
con ella -¿No cenaste antes?- cuestiono quedamente intentando no expresar su
emoción al encontrar su cena, mientras se lavaba las manos rápidamente.
-Uno nunca debe cenar solo si puede contar con compañía-
le afirmaron - además pensé que estarías cansada y con hambre- vio a la chica
ubicarse la servilleta con elegancia en las piernas antes de pasarle una salsa
para que si lo deseaba bañara su comida en ella -espero que te guste.
Sonrió simplemente eso pudo hacer, sonreír como idiota
porque no solo tenía comida caliente, sino alguien que la había esperado para
cenar, en general cenaba sola antes de la policía turística sus horarios eran
bastante demandantes, y cuando se paso de departamento empezó a tener mucho
tiempo libre en las noches para preparar su cena y ver televisión. Su soledad
nunca le incomodo pero en ese momento se sentía mil veces mejor sin duda que
cenar sola…. Se llevo el primer bocado antes de abrir ojos sorprendida
saboreando aquello mientras en automático dejaba salir un sensual gemido de
satisfacción mirando la comida - Esto esta riquísimo- sin poder creerse la gama de sabores que se
habían encerrado en su boca en un segundo.
-Me alegra que te guste- Herendira rio quedamente a pesar
de que estaba completamente sonrojada ya que aquel gemido había hecho que su
corazón saltara como caballo salvaje -¿Cómo te fue?
Vanessa la enfoco sorprendida a medio camino de continuar
comiendo, antes de levantarse con una rapidez sobrehumana que genero un ruido
seco de la silla al irse al suelo, para tomar el rostro de Herendira entre sus
manos sorprendiéndola del todo, al sentir la calidez de aquellos labios sobre
su frente depositándole un beso suave y dulce en ella - Sorprendentemente el
día mejoro recién considerablemente - le
murmuraron quedamente por lo que se sonrojo aun mas antes de sonreír tomando
una de aquellas manos que adoraba besándolas con suavidad.
Mientras los besos caían sobre sus manos Vanessa tenía
que admitirse algo muy importante a ella misma, que esa niña que besaba sus
palmas con devoción llenaba su corazón de una paz que ninguna mujer de las que
habían pasado por su vida le había obsequiado…. Quizás amiga no era el término
adecuado….
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Excelentes capítulos como siempre! Sos genial! 20 veces entre ayer al blog para leer la historia:-) Gaby Arg .
ResponderEliminarMe encanta esta historia
ResponderEliminary ya quiero ver el siguiente capitulo
saludos chika....Att.yuli
No sé a vosotras,pero a mi me encantan Vanessa y Herendira. También me dá mucha pena de Stefani,no se merecía la paliza que le dieron,pero lo que peor llevo es que la amargada de Andrea ni siquiera se haya molestado en saber cómo acabó después de caer del escenario
ResponderEliminarSaludos,Rita
Me encanta la historia, de verdad que me tienes enganchada..
ResponderEliminarSaludos
Isa Nicaragua
chiiii me encanto el capitulo felicidades atten lis desde vzla
ResponderEliminarSos una escritora increíble!!! Has ejercido una especie de sortilegio sobre mí que me tiene completamente enamorada de esta historia.
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