EL RECUENTO DE LOS DAÑOS
Lo que no me mata, me fortalece.
Nietzsche
Herendira miraba el rostro lastimado de Stefani a su
lado, presentaba moretones en diferentes lugares algunos más severos que otros
y tenía el labio partido. Fuera de eso lo que más le preocupaba era que su
amiga no paraba de llorar sujetándose el pecho como si le hubiera robado el
alma en un instante.
Miro la celda atestada de jóvenes como ellas con algo de
preocupación pegándose más a su amiga intentando protegerla mientras enviaba
miradas asesinas por doquier, aquella noche había sido sin duda una de las más
largas de su vida y aseveraba que lo único que lamentaba era la llamada que
había tenido que realizar hacia ya casi una hora - Ya no llores- le dijo
quedamente a Stefani -te ves muy mal, apenas y puedes respirar bien que llores
no te ayuda- vio como Stefani asentía sujetándose el pecho de nueva cuenta -Necesitamos
un médico- le dijo a un policía que
pasaba por allí.
-Lo único que ustedes necesitan es que se les baje el
alcohol- afirmo el hombre para su molestia mientras ella miraba fijamente a
Stefani -Cobalt informe del ritmo cardiaco- le susurro al dispositivo.
-Rocky tiene alteración completa de sus signos vitales y
una fuerte baja de presión- escucho la voz cibernética dar el informe detallado
-Cobalt aconseja que sea atendida por un médico cuanto antes…
-¿Sus signos coinciden con un problema cardíaco?- respirando con preocupación para pegar aun más
su oído.
-No puedo dar un informe preciso de ello, pero si cuenta
con una buena cantidad de los mismos- ladeo la cabeza con preocupación -¿Cobalt
debe informar al Caballero?
-No- Herendira escucho la voz entrecortada de Stefani y
como jalaba aire con dificultad -no preocupes a mi hermano, yo debo tener
fuerza y fe para levantarme- vio los ojos azules brillar levemente mientras se
separaban de ella.
La miro con preocupación recordando los eventos de las
últimas horas y que desencadenaron con ella en aquel lugar. Recordaba que luego
de estar llorando pegada a la pared donde su adorada Vanessa hacia guardia
diario su mente le recordó que iba a reunirse con Stefani.
Y tuvo miedo como nunca en su vida, por lo que se había
levantando desandando los pasos que había seguido para llegar a aquel lugar,
había intentado ingresar al bar tres veces antes de lograrlo para ver nada más
a Stefani caer de aquel escenario y a una desesperada Andrea intentar evitarlo
antes de que una mujer que cuyo rostro ella conocía bien la sacara de allí.
Lo que siguió podía ser descrito por quien fuera como una
lluvia de golpes que iban y venían por doquier, se había movido con desesperación
para encontrar a su amiga en manos de un tipo que le doblaba en tamaño y que le
estaba dando una paliza. De hecho la joven tenía sangre en el labio y estaba de
lado, fue cuando ella perdió el control tomando una botella y cayéndole al tipo
en la espalda con ira.
Mientras observaba como soltaba a Stefani en el suelo y
esta tomaba aire a grandes bocanadas, sintió como intentaban sacudirla de
encima por lo que dejo caer el golpe seco de la botella haciéndola trisas sobre
la cabeza del hombre que se doblo como un muñeco de trapo, cosa que aprovecho
para ir hacia Stefani y levantarla del suelo obteniendo una queja de dolor de
la joven.
Sintió el hombro descolocado de Stefani con horror antes
de sentir como tiraban de ella y ver la cara ensangrentada del mastodonte
frente a ella, para ver venia aquel puño hacia su rostro que la mando a volar
cayendo al suelo con un golpe seco, se intento levantar para ver aquel animal
encima de ella, pero vio la pierna de su amiga impactar en el estomago del
hombre antes de que girara y le diera otro golpe en la barbilla que lo dejo
tumbado en el suelo -¡CORRE!- le dijo tirando de ella hacia donde suponía que
estaba la salida.
Recordaba las piernas de Stefania golpear a todo aquel
que interrumpiera su camino mientras ella hacía lo mismo, cosa que no evito que
se llevaran unos buenos golpes en el proceso estaba por alcanzar la salida
escuchando la respiración agitada detrás suyo cuando sintió un tirón lanzando
un golpe por inercia que conecto la nariz de un hombre de uniforme policial que
las arresto a ambas en el acto.
Escucho un suave toque en los barrotes por lo que salió
de sus recuerdos enfocando unos ojos negros que le miraban con severidad y
reproche… sin duda la peor noche de su vida, al llegar a la comisaria se dio
cuenta que no tenía a quien llamar, Stefani tampoco quería que llamara a nadie,
así que negó sus llamadas hasta que reparo en el pésimo estado de su amiga por
lo que se pego a su oído usando a Cobalt y dando el número de la última persona
que deseaba llamar y sin embargo era su única opción.
Se levanto encaminándose a los barrotes con un enorme
puchero adornando su cara para bajar el rostro acariciando levemente las manos
que se sujetaban a ellos con firmeza -No fue mi culpa- dejo escapar quedamente.
-No- escucho el tono bajo y comprensivo -es mía por
traerte a la comisaria ¿Quién diría que les tomarías tanto gusto?- escucho la
risa suave.
-¡VANESSA!- reprendió con molestia viendo la sonrisa
delante de ella y como entrelazaban su mano con suavidad.
-No te preguntare si estás bien- le afirmaron con
seriedad -digo pareces bien acompañada de tu amigo el sin dientes, de ese loco
de allá que dice que Dios tiene voz cibernética y claro nunca puede faltar la
libidinosa que no te deja de mirar ¿Válgame una horas aquí y ya tienes novia?
-¡VANESSA!- repitió con molestia girándose a ver si
Stefani estaba bien pero la joven continuaba arrinconada sin emitir palabra -Sácanos
de aquí- suplico quedamente.
-¿Ya te quieres ir?- volteo los ojos en blanco en claro
signo de derrota -Pero si te creía muy cómoda- le afirmaron -además mira que
golpear un oficial de policía.
-Fue una accidente- se defendió apretando los barrotes
frustrada -por favor, sácanos… enserio, no fue mi culpa…
-No fue tu culpa tener un ojo morado, el labio partido y
que tu amiga este igual o peor que tu-
mirando a la joven rubia que recordaba de la Avenida -No espera seguro
Dios si es como el loco dijo un robot raro con voz alterada que te partió la
cara.
-¡VANESSA!- repitió de nuevo -ya entendí ¿de acuerdo?...
sácanos por favor…
-¿También a tu novia?- dijo señalando con la cabeza a la
chica que no le quitaba los ojos de encima a Herendira.
-¡VANESSA, NO TENGO NOVIA!- respiro profundo intentando
tranquilizarse_ Stefani necesita un médico, no estamos ebrias, no hemos bebido
una gota… pero hoy… hoy.
-¿Qué paso?- le cuestionaron sujetando su mano contra los
barrotes -Dímelo Herendira.
-Ahora no puedo…-
quedamente -de verdad no me siento- sintió la mano acariciando su rostro
con suma delicadeza - perdona.
-Tranquila ya las saco- le afirmaron quedamente antes de
sentir como besaban su mano y se alejaban de la zona de celdas.
Milo Barques se estiraba en la oficina del jefe de la
policía que estaba ausente sintiéndose a sus anchas al estar a cargo esa
madrugada, sonrió viendo la enorme oficina esperaba sentarse en un lugar así
algún día, no como algo pasajero sino como el jefe establecido levanto el
rostro viendo la puerta abrirse -No te acomodes tanto Barques- escucho la voz
femenina profunda que le hizo crispar los nervios.
-Savedra-
arrastrando la voz con molestia de todos los policías en aquella
estación esa era la única que le podía quitar su puesto, la miro con
incomodidad, un Savedra nunca estuvo en policía turística era muy poco para su
sagrada tradición y sin embargo -¿En qué te puedo servir?
-Voy a sacar a dos chicas de la celda 3B nada más te vine
a informar- le afirmo la joven mujer antes de girarse dispuesta a salir, pero
él no permitiría que nadie le restara autoridad.
-Yo decido eso- le intento aseverar con voz firme antes
de ver como simplemente giraba la cabeza de lado aún de espaldas a él,
generándole un feo escalofrío mientras quedaba de frente dedicándole aquella
mirada que juraba quien la viera haría morir de nuevo a un muerto.
-¿Qué dijiste?- vio la sonrisa perversa y oscura formarse
en los delicados labios -espero haber escuchado mal… porque sabes que tienes
cola que te pisen Barques… y ganas de hacerlo a mi no me faltan…
-¿Me estás amenazando Savedra?- con voz insegura.
-Un Savedra nunca hace amenazas, sólo afirmaciones- le
respondieron provocándole un ligero escalofrío que le hizo tragar grueso.
-Pue… pue…
-Tranquilo me las llevare- noto como le daban la espalda
de nuevo soltando el aire aliviado -y Barques… nunca vuelvas a contradecirme o
la próxima vez no seré amable contigo- escucho la puerta cerrarse sintiendo su
corazón reventar contra el pecho… los Savedra podían ser tan odiosos… y
peligrosos.
Karina avanzo con la indicación de la luz verde, observando
con el rabillo del ojo a Andrea girando aquel rosario con una enorme sonrisa en
los labios, antes de lanzarlo y apresarlo entre sus dedos -¿Te gusta tu
elección?
-La vida está llena de elecciones- sonrió ante la sagaz
respuesta - pero se siente tan extasiante dejar salir todo aquello que sentía
que me ahogaba y me tenía harta.
-¿Entonces quieres vivir diferente?- dio la vuelta la
derecha con precaución incorporándose en una avenida algo desierta por la hora
de la mañana.
-No creo que sea vivir diferente, simplemente ya no
quiero ser una oveja del rebaño_ levanto una ceja al parar en una luz
roja_ creo que simplemente quiero vivir…
a mi manera nada más.
-¿Entonces la mía no te ha gustado?_ hizo un enorme
puchero que provoco una enorme carcajada de su acompañante antes de sonreír
también avanzando con la luz verde.
-¡Oh cariño! no seas tan sensible- escucho el tono de
burla - la probare por un tiempo y si no me gusta pasare a algo más- la vio apretar aquel rosario contra su
mejilla con cariño- después de todo la vida es un infinito aprendizaje.
-La capacidad de no dejar de sorprenderte con ella es uno
de sus invaluables placeres- esbozo una enorme sonrisa al ver a aquella joven
visiblemente más relajada, se detuvo en la próxima luz roja antes de ver
invadido su espacio personal por el cuerpo de Andrea.
-¿Has tenido faltas a la moral en la vía pública?- rió
divertida ante la seriedad de aquella frase al tiempo que enfocaba los ojos
cafés divertidos.
-No y no las quiero tener_ rio con fuerza escuchando una
risa idéntica mientras Andrea regresaba a su asiento.
-Aburrida- la miro levantando una ceja con indignación.
-Cuando lleguemos a tu departamento te mostrare que tan
aburrida soy- acelero provocando un grito divertido.
Stefani sintió como Herendira tiraba de ella con suavidad
por lo que esbozo un gesto de dolor al sentir a la joven obligarle a apoyarse,
dio un suspiro dolorido antes de levantar la cara enfocando unos ojos negros
brevemente antes de sentir sus pies abandonar el suelo y aquella cabellera
oscura mezclarse con la suya -Calma ya vamos al hospital- oculto su rostro en
aquel cuello cerrando los ojos con cansancio.
Estaba sumergida en una maldita pesadilla con aquella
canción resonando en sus oídos y aumentando el dolor en su pecho, pero más que la canción le dolía la cantidad
de rabia que le había dirigido Andrea ¿Tanto te hice sufrir?, sintió como la
depositaban en un asiento dando un quejido de dolor al resentir el hombro para
abrir los ojos viendo como Herendira se subía en el asiento del copiloto y la
otra mujer en el del conductor, giro el rostro para dar con un hocico largo que
le dio un suave lametazo -Te me haces familiar- murmuró quedamente antes de
recostar la cabeza y volver a cerrar los ojos.
Sintió un peso sobre sus piernas y un suave quejido por
lo que levanto la mano depositándola con suavidad sobre la cabeza peluda -Estoy
bien- dejo escapar suavemente -es solo
que es difícil de entender para mí y me siento algo confundida- sintió otro
suave lametazo en el rostro por lo que lo abrazo con suavidad intentando
calmarse.
-Estará bien Tormenta, es buena terapeuta- Herendira
enfoco a Vanessa unos instantes antes de sentir como tomaban su mano con fuerza
para besarla -Las llevare al hospital, allí llegara alguien a recogerlas y las
llevara a mi casa- la miro confusa_ tengo que ir al evento de la alcaldía en el
Parque De la Libertad_ se llevo las manos a la cara recordando aquello recién.
-No has dormido nada por mi culpa- dejo ir la cabeza hacia adelante - de verdad
lo siento Vanessa, no hace falta que nadie nos lleve a tu casa…
-Harás lo que digo- la miro con sorpresa -me lo debes,
irán por ustedes, en casa hay comida, y tiene varias habitaciones, quédate en
la mía- se sonrojo profundamente al
escuchar aquello -la reconocerás porque la cama de Tormenta está en una esquina
- vio el rostro serio delante de ella.
-¿Estás enfadada?-
bajamente.
-Bastante- le respondieron sin dudar siquiera - pero me
alivia que estés bien y no te haya pasado nada malo… dijiste que irías a casa.
-Lo siento- murmuró desviando la cara para mirar por la
ventana, le había dicho aquello por no dar una mala impresión, no esperaba
realmente que la noche se descontrolara de aquella manera.
-Me gustaría más una explicación que un lo siento- vio
como apretaban el volante con fuerza - eres mi amiga y me preocupo por ti…
-Sí soy tu amiga- repitió quedamente regresando su vista
a la ventana -lo sé… lo siento…
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