CAPÍTULO
OCHO
El paso del reloj suena más duro en la
oscuridad. Todos duermen ya todavía no consigo cerrar los ojos, una ansiedad se
roba mi tranquilidad y repite que no te veré más. Doy varias vueltas en la
cama, me descobijo y vuelvo a cobijarme, me siento un momento y enciendo la
luz; ya son las tres. No sé qué hacer, sabiendo que no puedo hacer algo para
que te quedes, impulsivamente plancho la falda del uniforme y vuelvo a quedarme
sentada; son las cuatro.
Cansada de mi posición, sin importarme perder el
trabajo del planchado, me acuesto nuevamente descubriendo que se repite la
misma tortura del sonido fuerte del reloj con su segundero incansable y aun mi
lámpara disipa la oscuridad; permanezco
un rato en una agonía silenciosa que no me deja, vuelvo a levantarme con la
idea resuelta de ir hasta tu casa, entonces empiezo a planear mi fuga así que
me visto con ropa de deporte pero aun no me he duchado. Me aprovecho de la
oscuridad y que mi madre duerme profundamente. Mi rutina inicia a las 5:20
a.m., cuando me levanto a ducharme, me demoro cerca de veinte minutos, debo
abrir la puerta que conduce al patio y está junto a la habitación; por ende, mi
madre se da cuenta cuando salgo al igual que la puerta que conduce a la calle.
Considero que mi madre oirá mi salida por la puerta principal y se levantara
¡no me sirve! si salgo por la puerta del patio, ella pensara que me voy a
duchar como todos los días y volverá a dormir dándome tiempo en ir y volver.
Así lo hago. Salgo a las 4:40 a.m. de la casa y emprendo una carrera olímpica,
acordándome que ella estará partiendo a las 5:30 a.m.; corro y corro sin parar
a pesar de la enfermedad respiratoria que me dejo de herencia mi linaje, llego
a Belén y por falta de aire, camino. Miro el reloj: son las 5:10 a.m. Me
detengo un momento en la puerta de tu casa, ya no hay marcha atrás. Toco y tu
padre molesto por la hora me recibe, tu madre se muestra más comprensible y te
llama. Apareces en la puerta ya lista para marcharte de mi vida y sorprendida
por mi proeza.
-buen día. No quería que te fueras sin
despedirte de mí.
-lo siento, he estado muy ocupada y como verás
voy de salida.
-me disculpo por la hora, simplemente Salí a
hacer deporte y se me ocurrió venir a despedirme.
-¿desde cuándo?
-hay cosas que tu no conoces aun de mí,
siempre hago deporte.
-¿no se te hace tarde para ir al colegio?
-a veces, pero siempre llego.
-ya debo irme, la maleta espera.
-ok, que tengas buen viaje.
Nos quedamos por un momento mirándonos
fijamente yo con rostro de cansancio y tú con melancolía extraordinaria,
entonces me abrazas y te quitas una manilla que llevaste siempre en la mano
derecha, tomas mi mano izquierda y la amarras.
-para que no me olvides, pues yo nunca te
olvidare.
-yo no te olvidare y te aconsejo que no
prometas lo que no vas a cumplir
Otra vez en silencio y nuevamente me abrazas
pero aún más fuerte, tanto que puedo sentir el latir de tu corazón, el cuerpo
que ha estado entre mis brazos en tu cama y que mi imaginación me llevo a
degustar con delicada sensibilidad, siento el aire que sale de tus pulmones, el
olor de tu cuello y la suavidad de tu cabello rubio natural. Nos separamos y me
centro por última vez en los ojos verdes claros que me hicieron conocer el
color del mar y me enseñaron a mirar con sinceridad inocultable, llevas una
falda parecida a la del uniforme, pero
esta es de jean y una blusa blanca descotada que resiste el frio de la
madrugada. El umbral de la puerta resplandece, es tu padre quien te avisa que
es tarde.
-ya debo irme, no me arrepiento de haberte
conocido y odio el tiempo porque fue muy corto. A ambas nos faltó valor para
decir lo que sentimos.
-¿lo que sentimos?- Vete ya tu padre está
molesto y yo debo irme. Cuídate mucho.
Te acercas a mi oído fingiendo un último
abrazo…
-siempre te amé.
Son las cinco y cuarenta y dos de la mañana.----------------------------------------------------------------------------------------------------------
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Hola ya me leido todos los capitulos de tu historia me gusto mucho y me siento algo identificada yo tambien tuve un amor que ninguna de las dos se atrevio a confesarlo a tiempo.
ResponderEliminarAgradezco que me sigas, estos capítulos son un pequeño relato de mi vida.
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