CAPÍTULO
SIETE
Antes de irme, te miro una vez más recordando
que queda un día y dos noches pero la noche no cuenta. Me despido sin decir
algo solo con un beso pausado en la mejilla y me sorprendes abrazándome fuerte.
-hasta mañana.
-por lo pronto.
Caminando hacia mi casa reflexiono en que
momento te deje hacer parte de mí, no me gustas, no creo amarte, quizá te
deseo; no sé qué pasó. Me acuerdo de tus intencionadas caricias que debieron
seguir su rumbo. Llego a casa y sin cenar voy a la cama. Cierro los ojos y
nuevamente siento tus caricias en mi abdomen que se transformó en arena, tus
brazos alrededor de mi cuerpo y se me escapa un suspiro, entonces comienzo a
imaginar que hubiera pasado si la puerta no se hubiera abierto: deslizas tus
dedos hacia mi jean azul, lentamente lo desabrochas y bajas la cremallera; aun
así no te atreves a sumergir tu mano. Juegas por mi entrepierna yo sigo con tu
falda que me muero por levantar, dibujo círculos en tus muslos y subo
desenfrenadamente, encuentro la gloria en el camino y la exploro por primera
vez. Te atreves a hacer lo mismo conmigo pero no siento nada, estoy totalmente
concentrada en ti y en el afluente de tu oasis, mis dedos naufragan pero saben
bucear. De solo imaginarlo me estremezco y abro los ojos recordando que ya casi
no queda arena en el reloj, es la media noche.
El despertador suena, me levanto contigo en la
cabeza y con esa motivación me apresuro a ducharme, estoy lista para verte.
Llego al colegio, tu asiento sigue vacío, eso a veces pasa cuando te levantas
tarde. Las puertas se han cerrado y no llegaste, no puedo concentrarme en la
clase, me invaden las preguntas y las ganas de llamar a preguntar si estás
bien, deberé esperar a la hora del descanso. Por mi mente pasa la fórmula de aceleración
de un objeto en caída libre y tus manos en mi abdomen, la superpoblación de
China y por qué no estas estudiando.
Estoy al teléfono y digito rápidamente tu
número, tardan en contestar pero al fin hay respuesta…
-¿aló?
-buen día, por favor…
-no está, debió salir a arreglar su viaje.
-¿me haría el favor de decirme a qué hora
viaja mañana?
-se va a las cinco de la mañana.
-¿sabe si estará en la casa hoy?
-no creo, tiene que despedirse de la familia y
no sé a qué hora regrese, me imagino que estará tarde en casa.
-le agradezco, que tenga buen día.
-igualmente.
La tonta conversación termino dejándome
flotando en la ira y la ansiedad por verte o por lo menos oírte ¡maldita sea,
por qué no tienes un celular! No llamare de nuevo, su padre se escuchaba molesto,
además no va a estar. Con el paso de las hora se entretejen más ideas sobre el
pasado, trato de distráeme sin embargo es imposible, tomo varias veces la
iniciativa de llamar pero me quedo con la bocina descolgada y vuelvo a dejarla
en su lugar. Ya es de noche, quizá ya haya llegado.
-buenas noches
-¿buenas noches, se encuentra…?
-no está.
-le agradezco.
Cuelgo con el corazón en la mano, voy a mi
cama pero no puedo dormir por más esfuerzo que haga entonces prendo la
televisión y por un momento olvido lo que pasara mañana: te llevas mis
fantasías, te vas.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sammy - Derechos Reservados
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