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Como siempre, se había quedado dormida en el sillón con
la música puesta y el frío de la madrugada la despertó temprano. Mientras
intentaba desperezarse se fijó en la botella casi vacía de la noche anterior y
entendió por qué la cabeza le pesaba tres veces más de lo normal.
Se tomó un par de Alka-Seltzer
con zumo de naranja de bote y se dio una ducha para despejar la cabeza. Se puso
uno de los trajes de chaqueta que tenía con una blusa blanca algo entallada,
decidida a ir a la comisaría a poner en marcha la investigación. No tenía
problemas a la hora de vestirse para ir a trabajar, tenía varios trajes de
chaqueta pantalón, todos iguales, de distintos colores, negro, gris, azul,
marrón… los cuales iba rotando según el día de la semana. Para completar la
vestimenta, tenía un abanico de blusas y camisas para conjuntar con los trajes.
Algo parecido le pasaba con los zapatos, tenía varios pares de zapatos planos
del mismo modelo, en negro y marrón, que combinaba según la ropa elegida. No le
importaba ir vestida siempre de la misma manera, es más, se identificaba con su
atuendo y era cómodo para el trabajo. Neira le preguntó una vez por qué no se
ponía ropa más alegre, algo más femenina, porque era muy guapa y no lo estaba
aprovechando.
– No
quiero aprovechar nada, soy como soy y estoy bien como estoy – fue su rotunda
respuesta, lo que provocó que su compañero no volviera a sacar el tema más.
Una vez en comisaría, se puso manos a la obra, había que
comenzar a montar ese puzle. A la espera de los resultados de los informes
periciales, había que empezar a hacer algunas averiguaciones para la
investigación porque estaba claro que se trataba de un caso de asesinato.
Cuando llegaron los demás, ella ya tenía todo organizado y empezó a repartir
las tareas. El hecho de que las cámaras de vigilancia no funcionaran aquella
noche, hizo que encargara a los agentes Estévez y Salcedo que fueran a
interrogar a todos los vecinos del edificio. También quiso que se solicitaran
las grabaciones anteriores a la avería, quería que la asistenta reconociera a ese
tal Navarro. Ordenó investigar si había alguna sucursal bancaria por los
alrededores o alguna cámara que pudiese haber grabado algo de aquel día desde
la calle y, antes de que se fueran, les pidió a los agentes que pusieran a uno
de los muchachos a indagar en internet, para ver si había alguna información
que pudiera ser importante para la investigación.
De manera inconsciente, llevaba un buen rato con sus
dedos ocupados en el roce de la lisa piedra cuando se dio cuenta de ello. Es un
mal día para dejar de tocar la maldita piedra, pensó mientras sonreía al
recordarle la frase a una película.
La parte que más le gustaba de su trabajo era la
investigación, le gustaba analizar, maquinar, conjeturar… y sentía una
orgullosa satisfacción cuando aclaraba un caso. La parte que menos le gustaba
era ejercer la autoridad. Ejercer la autoridad le provocaba un dolor somático,
visceral, que hería su veta emocional. Sufría cuando tenía que actuar con la
misma actitud amenazadora ante un abuelo carterista como ante un joven navajero
de alguna banda latina, negando la opinión a sus sentimientos, actuando de
oficio y sin contemplaciones. Tener que ocultar su frágil mundo interior, lleno
de dudas y sentimientos, y mostrarse fría y autoritaria era un ejercicio que
cada vez le costaba más realizar, en el trabajo y en la vida.
Se armó de valor y quedó con Eva para comer, necesitaba
su ayuda para el caso. Al colgar, se dio cuenta de que uno de los botones de la
blusa se había caído, dejando un escote más amplio de lo habitual por donde se
vislumbraban sus pechos.
– ¡Mierda!
He elegido un mal día para enseñar las tetas – dijo mientras intentaba ponerse
un clip sin resultado porque tuvo que dejarlo, el comisario Peláez quería ver a
los inspectores en su despacho inmediatamente.
– Creo
que ya conocen a la señora Rota, ¿no es así? He querido darle personalmente el
pésame y le he transmitido que este caso es de máxima prioridad para nosotros,
además de que actuaremos con la máxima discreción – dijo el comisario con un
gesto muy solemne.
– Por
supuesto señor. Si no le importa, señora Rota, nos gustaría hacerle algunas
preguntas. Si nos acompaña, sólo será un momento – dijo la inspectora mientras
intentaba, con disimulo, taparse el escote con la mano.
Pasaron
a una sala y cuando iban a empezar con las preguntas, llamaron a Neira.
– No
se preocupe por mi compañero, ahora se incorporará. ¿Podría decirme si tenía
trato con su hermana? ¿Podría contarnos algo sobre ella?
– No
trato mucho con mi familia, hace diez años que no quiero saber nada. A veces hemos
hablado Tania y yo por teléfono pero nuestra relación no era, como entiende la
gente, una relación de hermanas y no nos veíamos mucho. Hace poco hablé con
ella y seguía con sus líos de siempre.
– ¿A
qué se refiere cuando dice “sus líos de siempre”?
– A
mi hermana le gustaba mucho la noche, las fiestas, el juego y los amantes, no
sé si por ese orden, pero esa era su vida últimamente.
– ¿Sabe
si estaba con alguien en particular?
– No
lo sé. Tratándose de Tania, seguro que estaba con alguien, pero no sé con
quién.
– Ayer
demostró usted unos sentimientos hacia su hermana que hoy no parece tener.
Vega
Rota miró el escote de la inspectora y fue subiendo su mirada hasta encontrarse
con la de ella, momento que interrumpió Neira al entrar en la sala con unos
papeles en la mano.
– Siento
comunicarle que, los resultados preliminares de la autopsia revelan que la
muerte de su hermana fue por asfixia mecánica, por sofocación de los orificios
respiratorios producida con una almohada o algo similar. Se han encontrado
restos en la boca que corroboran esto y el cadáver muestra signos de asfixia
con gran claridad en cara, cuello y ojos. Fue asesinada entre las veinte horas
del viernes y las ocho de la mañana del sábado. El informe también dice que
tomó cocaína y que tuvo relaciones sexuales aquella noche sin existir signos de
violación.
– Por
favor, encuentren al hijo de puta que le ha hecho eso a mi hermana. No se
merecía esa muerte – dijo compungida la mujer.
– No
se preocupe, haremos todo lo posible por encontrarle – contestó la inspectora
tras ofrecerle un kleenex para que se
secara las lágrimas de dolor que corrían por su cara.
– ¿Cuándo
podremos enterrar a mi hermana? Mi padre viaja hoy desde Zúrich y estará a
punto de llegar.
– No
lo sabemos con seguridad, aún siguen con la autopsia. Es probable que puedan
llevarse el cuerpo mañana por la tarde. No se preocupe, estaremos allí para
acompañarles – dijo Neira.
– Por
favor, me gustaría irme a casa, no estoy en condiciones para responder a sus
preguntas.
– Por
supuesto, no se preocupe, la llamaremos otro día.
Después de despedirse, la inspectora Castillo salió con
prisa porque había quedado para comer y ya llegaba tarde, se había citado con
Eva en un restaurante del centro y llegar hasta allí le llevaría al menos media
hora.
– Perdón
por el retraso Eva. Al final, entre una cosa y otra, no he podido salir antes.
Lo siento.
– No
te preocupes, al menos has venido. Además, vienes muy sexy hoy con esa blusa
que deja asomar esos pechos que tanto añoro.
– Para
Eva, no sigas por ese camino.
– No
sé a qué camino te refieres, Clara, eres tú la que marcas el camino. Quedas
conmigo de día para comer y no de noche para cenar, como antes, porque sabes
que, cuando tú y yo estamos juntas de noche, no hay camino y nos perdemos.
– No
he venido a hablar de eso Eva, he venido a hablar de trabajo. Necesito tu
ayuda.
– Ya
me extrañaba a mí que quisieras verme después de la última vez. Está bien,
dispara. ¿Qué necesitas?
– Necesito
que investigues si alguien de la prensa pudo ver algo la noche del viernes en
casa de Tania Rota. Me dijiste que siempre había apostado algún fotógrafo por
la zona.
– Está
bien, preguntaré y te avisaré si averiguo algo. Pero ahora, cuéntame qué ha
pasado para que la policía esté investigando.
– Esto
que te cuento no puede salir de aquí, prométeme que no publicarás nada, puede
costarme el puesto. Se trata de un homicidio. Y hasta aquí puedo leer porque no
sabemos mucho más.
– ¡Joder
qué historia! Un crimen en la jet-set
tiene mucho morbo. Sí, ya sé que no puedo contar nada pero espero ser la
primera a la que avises cuando se pueda hacer público.
– Lo
haré si cumples con tu promesa. También necesito que me cuentes qué sabes de la
otra hija, Vega Rota.
– Poco,
solo sé que es editora y que, hace unos años, estuvo implicada en un turbio
asunto de unos cuadros que ahora no recuerdo muy bien. Pero te puedo contar
todo lo que quieras sobre el padre, que es un importante y poderoso empresario,
que suele ir mucho al futbol porque es socio directivo de un equipo de primera,
que va a fiestas de alto copete, que se codea con las más altas esferas... Y de
Tania Rota, qué quieres que te diga de Tania Rota, que han corrido ríos de
tinta en la prensa rosa sobre ella. Pero de la otra hija, no sé más de lo que
te he dicho. Te buscaré lo de ese asunto, te tendré informada. Y ahora inspectora,
si ya ha terminado con su interrogatorio, ¿comemos? Es tarde y me muero de
hambre.
– Vale
si antes te puedo pedir algo más. ¿Podrías pasarme todo lo que se haya
publicado de Román Rota y de su hija últimamente? Y ahora, si quieres, podemos
pedir la carta.
Quedó
con Neira para que la recogiera en el restaurante, tenían que reunirse con el
juez Merino para hablar sobre las diligencias a seguir en el caso. Después,
volvieron a la comisaría a seguir con la investigación.
Esa
tarde, buscó el nombre de Vega Rota en la base de datos de la policía para ver
si estaba relacionada con algún asunto policial. No encontró nada, su nombre no
aparecía en los datos y no tuvo forma de localizar el asunto que le había
mencionado Eva.
Ya
era tarde cuando llegó a su casa, estaba agotada y necesitaba dormir. Se duchó
y decidió comer algo antes de acostarse. Mientras se comía un resto de queso
que quedaba en la vacía nevera, a palo seco porque evitó tomarse el vino que
había quedado de la noche anterior, se fijó en que la casa se le había ido de
las manos y necesitaba con urgencia una limpieza. Mañana lo haré, se prometió a
sí misma al apagar la luz de la cocina. Se tumbó en el sillón y se fue quedando
dormida mientras oía a Norah Jones y observaba cómo las pelusas viajaban por el
piso como bolas del desierto.
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Huy la hermana de la occisa que mirada la que le echo a a la detective aqui se esta armando algo ojala y se de cuenta la detective, muy buen capitulo
ResponderEliminarLa verdad felicitaciones por la historia, está muy bien escrita. Me gustan las descripciones de las escenas y la forma de los diálogos. Tiene un muy buen ritmo, te mantiene interesada, espero con ganas el capítulo de mañana.
ResponderEliminar"Escogí un mal día para dejar de fumar" [...] "Escogí un mal día para dejar a mi mujer" [...] "Escogí un mal día para dejar de esnifar pegamento"
ResponderEliminar—Aterriza como puedas. Una gran película de humor absurdo.
Buenas Amina.
ResponderEliminarQue capitulo!!! Muy interesante ya algo de avance se ve en la investigación (no solo eso si no también la "relacion" entre Vega y la inspectora, ah esta ultima que ojala cambie de estilo para vestir -.- se ve muy sosa (aburrida)).