Buen día, disculpen la demora con este capítulo, he estado un poco
ocupada y estoy un poco atrasada con esta historia, ojalá sepan perdonarme.
¡Que lo disfruten!
CAPITULO 13 SORPRESAS
La inquietud en los
pasos de la princesa de Fukka decían tanto más que la indiferencia que
desbordaba el “esposo” de la convaleciente castaña de Tsu, a quien el viejo
médico Greer auscultara en el lecho. Arashi no olvidaba el inconveniente
vomitivo o el diente que por poco no pueden poner de vuelta en su perfecta
dentadura. Si estaba allí era por la imposición de su padre, quien esperaba
tomare su legítimo lugar como esposo de la joven castaña en todos los aspectos
ante la corte y, quien aún inconsciente continuaba siendo velada por Mai quien
hacía las veces de custodia temporal ante la ausencia de Nina, a Lady Tokiha la
habían obligado con la promesa de conservar el secreto so pena de muerte por
alta traición si algo de lo acontecido en el salón del banquete llegara a
saberse.
—Tarda, demasiado—
Musitó Natsuki tan impaciente como siempre, pese a que sus ojos estaban puestos
sobre el anciano médico y su hija, una bella aprendiz de largos cabellos
platino y fríos ojos rojos. Los Greer habían servido en este campo las
suficientes generaciones a su familia como para tener la completa confianza del
Rey, y ellos eran leales a los Kruger a un nivel semejante a la idolatría, por
lo que nadie se contenía de expresar su sentir o esconder las circunstancias.
—Finge al menos, no
deberías estar aquí… en primer lugar— Se quejó Arashi sentado en una silla al
otro lado de la recamara de Shizuru, temeroso de los rumores que podrían
extenderse si su hermana continuaba actuando de esa manera, aunque todos los
interesados estaban presentes, además de Mai por quien se preocupaba supiera
demasiado, de hecho lo que más extrañaba era la proximidad de aquella hermosa
amante que saciaba su sed y que robó sus pensamientos nocturnos durante muchas
noches es su autoimpuesto exilio.
—Lo dice el
desaparecido— Volvió a echarle en cara Natsuki a su hermano, esa no se la
perdonaría en toda una vida, porque no sólo la abandonó, ahora tenía perdido el
corazón y la voluntad a la merced de una mujer que no le pertenecía y todo era
por culpa de Arashi.
—Si oigo una palabra
más, les daré a los dos un castigo ejemplar en las mazmorras— Amenazó el
monarca y el tono de su voz fue suficiente para despertar a Shizuru.
—Ahora no suena
demasiado a la libertad prometida— Ironizó con el mismo mal talante que en la
mañana la pelinegra, con lo que la castaña comprendiendo que la discusión
continuaba por lo que prefirió mantener los ojos todavía cerrados, porque
de hecho aún se sentía muy fatigada.
—Y tú no has sido muy
razonable hija— Se quejó de vuelta el mayor.
—Hice todo lo que
pediste, sin imaginar cómo me perdía a mí misma… no tengo escapatoria, ¿acaso
no puedes verlo? Asumamos las consecuencias ahora...— Había genuino sufrimiento
en aquellas esmeraldas y hasta Arashi se contuvo de decir alguna otra tontería,
porque claro que entendía ese asunto para su hermana, él mismo sabía lo
imposible de una promesa para la mujer que acompañaba a su “esposa” en el
lecho, era irrisorio el destino a fin de cuentas.
Keinji miró a su hija
con detenimiento y luego de algunas reflexiones comprendió el posible mal que
aquejaba a la más joven, viendo a través del corazón de una mujer que en
algunos puntos no dista tanto de los hombres, claro que él recordaba a la
primera mujer que tuvo en sus brazos y cuán difícil fue desprenderse de ella
algún tiempo después. —Supongo que esto es lo que en realidad eres, una de ese
tipo...—
—¿Qué?— Natsuki
observó a Keinji sin saber si se estaba burlando o había escuchado mal y de
hecho todos en el lugar guardaron silencio a la espera de la claridad.
—Señorita Greer—
Llamó el rey a la hija del médico, el cual apuró una rauda respuesta en su hija
quien debía acudir ante su señor. —Ven a mi lado— Con obediencia la de cabellos
blancos, dejó sobre la mesa de noche la bandeja con los implementos que su
padre usaba para verificar el estado de la princesa de Tsu y caminó grácilmente
hasta quedar frente al rey, lo reverenció y se irguió silenciosa, para
complacencia de Keinji quien conocía los modos de la familia del viejo doctor.
Volvió la vista sobre Natsuki y sonrió. —¿Te parece adecuada?—
—No comprendo padre—
¿Que tenía que ver el que la hija del médico fuera buena siendo médico? —No
puedo juzgar su conocimiento pues no sé nada de su labor para curar—
—Hija… pregunto, si
la consideras una mujer hermosa, ¿crees que sería deseada por los hombres de la
corte?—
—Es hermosa sin
duda…— trató de salir de aquella incómoda situación antes de que su padre
dijera cosas más turbias, pero ni siquiera por ello Greer se sonrojo o
incomodó, estaba tan serena que daba miedo. En su cama cierta castaña se
removió inquieta y sus manos estrecharon las sábanas, incluso gimió un poco
para distraer la conversación.
—¡Shizuru!— Se exaltó
la morena intentando aproximarse, pero su padre le sostuvo por el hombro.
—Solamente delira un
poco, majestades…— Informó para apaciguar las preocupaciones. —Algún mal sueño,
nada de lo que preocuparse, por ahora he descartado que se trate de alguna
enfermedad grave, tengo una idea pero debo conseguir algunos materiales en el
poblado cerca de la frontera, donde solo tal rareza puede conseguirse, hasta
entonces es importante que su alteza guarde reposo y se alimente
cuidadosamente— El viejo Greer recogió sus implementos en su maletín y se
marchó —Aguardaré por ti, Miyu… en la entrada— Murmuró antes de salir dejando a
su hija en la habitación, pues ya intuía el mayor la intención de su señor.
Ahora era evidente lo
que ocurría con Natsuki a los ojos del Rey. —Lo comprendo mejor, hija mía…— El
pelinegro se acercó a la viva imagen de su esposa y posó las dos manos en sus
hombros. —Cuán terribles son las flechas de cupido. Fui irracional y
desconsiderado… porque no podrías intimar con una doncella sin perder el juicio
y la cordura, fue toda mi culpa por pedirte tanto— El rey vio los cristalinos
en los ojos de Natsuki, como si la leyera como a un libro, así que acarició su mejilla
y le dio un beso paterno en la frente. —Es así el corazón de una mujer, el
tuyo… pero no el de ella— Y así la calidez o comprensión que el diamante
plateado pudo sentir por un breve momento se desvaneció. —No la vi refutar con
la mitad del empeño que tú, supe que no despreció el afecto de tu hermano por
la voz de los soldados, tal vez has fingido tan audazmente muchacha, que no
importa cuál de los dos sería… tú o él, no lo despreciará y ella no te
pertenece Natsuki, es para tu hermano, siempre lo fue— Sin saberlo el Rey había
tocado la única duda en la mente y el corazón de su hija, cuya mano perdió
fuerza en el brazo de su padre. —Repararé el daño como mejor pueda, y jamás te
obligaré a casarte con alguno de los incontables nobles que han pedido tu mano,
esa libertad que te prometí te será dada… incluso si es tu distinta naturaleza
irremediable, tendrás lo que quieras… y podrás dejar atrás este capricho—
—Mi naturaleza…—
Sonrió amargamente, ni siquiera le interesaba nada de aquello, no hasta que
besó a Shizuru por primera vez, pantomima o no, todo cambió desde ese momento.
—No sabes nada, padre—
—Se más que tú, una
espina se retira con otra…— Sonrió. —Y solo el beso de una mujer puede borrar
la tristeza que otra mujer dejó—
—Yo no… no— Ahora
sentía que le iba a explotar la cabeza o el corazón… los dos seguramente.
—Señorita Greer, será
ascendida a Condesa y retribuida enormemente… será usted la prometida de mi
hija, pero puede desde este momento complacerla y asegurarse de borrar tanta
pena de su rostro—
—¿Que? No… Padre,
esto no es lo que— Y no tuvo oportunidad de replicar cuando la joven Miyu le
jaló de la camisa y le plantó un beso tan apasionado que en realidad
contradecía totalmente a la fría personalidad que siempre mostraba.
De hecho y por su
conocimiento del cuerpo humano, Miyu atacó de inmediato los lugares sensibles
de la princesa, haciéndola tropezar, por lo que ambas acabaron en el suelo,
Natsuki de espaldas sobre la alfombra y Miyu a horcajadas sobre su regazo,
sobre el que realizó un movimiento tan sensual que un gemido escapó de los
labios de la morena con sangre azul. La Kruger quien estaba abrumada por todo
lo que a su mente acudía y es que en realidad la de cabello plateado era tan
impetuosa que solo por un golpe podría detenerla, pero ella no era de las que
golpeaba mujeres. Por lo que intentó mediar cuando vio como la chica deshacía
hábilmente las cintas de sus pantalones. —No… no es necesario, pare señorita—
Pedía cortésmente Natsuki sin saber qué hacer, porque en realidad no imaginaba
que otras manos pudieran tocarla de la forma en la que lo hacia Shizuru, y al
mirar esos ojos también rojos como la sangre algo dentro de ella anhelaba una
vez más poseer a la hermosa Fujino. Salvo porque aquel contacto no venía de ella
y no significaba nada en realidad... era vacío, no latía su corazón con tanta
prisa como cuando los dedos de la castaña se posaban en su pecho.
—Disfrútalo hermana,
te podemos dejar a solas— Se burló Arashi levantándose de la silla para hacer
acto su palabra, sería perfecto en todo caso si Shizuru despertara y viera
semejante espectáculo, pero a él en lo personal le daba algo de asco ver a su
hermana acostarse con una mujer. Los dos hombres se aproximaron a la puerta y
el “hijo mayor” le tendió la mano a su amante para salir de la habitación,
ignorando las réplicas de su hermana y cualquier cosa en general.
En el lecho por otra
parte las voces y los sonidos a los escarlatas escondidos bajo los párpados, le
parecían una cosa por demás semejante a la tortura. Mai quien notó desde su
posición los labios temblorosos de la castaña quien se esmeraba por no observar
aquella ignominia; y no pudo sentir más que desprecio por aquellos hombres,
casi cuestionándose que había visto en alguien como Arashi, y luego contempló a
su amiga, intentando detener las manos de pulpo de Miyu... a quien el título de
Condesa le había encendido la voluntad como si de aceite para lámpara se
tratara, una conocedora de la debilidad humana no tardaría en encontrar la
flaqueza de alguien tan inexperta como Natsuki, quien se miraba más que
abochornada por lo que pasaba.
Así que no tuvo más
remedio que actuar. —Le suplico mi Rey, me ceda ese honor a mí… yo deseo a
Natsuki para mí— Dijo Mai postrándose a los pies de Keinji antes de que saliera
de la habitación, una acción que fue suficientemente escandalosa para atraer la
atención de la Kruger y la propia Miyu, dando un respiro a la libido de la
aprendiz de doctor. —Esta sería una compensación adecuada para la lealtad y el
secreto que se me ha encomendado.— Insinuó para añadir peso a su solicitud.
—Mai ¿Qué cosas
dices?— Ahora le increpaba Natsuki, que tomó la oportunidad para vestirse
rápido y escapar de los mortíferos brazos de Miyu quien seguramente le había
dejado alguna marca en el cuello.
—El que es mi anhelo
más profundo— Dramatizó con una sonrisa esperando que algún dios iluminara a su
amiga, aunque fuera mucho pedir.
Arashi ahora estaba
consternado y realmente herido por lo que oía. —Pero tú y …—
—Usted está casado mi
señor… mis pretensiones nunca fueron esas—
—¡Me niego a que ella
te tenga! ¿Acaso has perdido la cabeza?— Ahora era el hijo “mayor” el que tenía
interés en romperle la nariz a su hermana. ¿Que acaso el mundo se había puesto
al revés durante su partida?
Pero Mai no cedió,
ahora su pelea era personal y deseaba que al menos por una vez, que Arashi
comprendiera el dolor que le hizo pasar con su abandono, y todas esas amantes,
si cabe añadir. —¿No sería lo más justo? Ella ha tomado la primera ocasión de
Shizuru y tú, recuerdas bien el pasado…— Era terrible admitir que él fue el
primero. —... no existe mayor justicia divina. Pero estos días en los que
Natsuki me ha mostrado esta otra versión de sí, ha sido suficiente para
cautivarme, noté que estaba deseándola a ella y me equivoqué contigo—
—¿Te acostaste con
ella también Natsuki?— Le preguntó Arashi pensando lo peor.
—Yo… jamás, yo… le
fui fiel a…¿tu esposa?— Se tragó el nudo, porque era la primera vez que esa
horrible idea se asentaba en su cabeza con un aire de resignación dolorosa.
—Hijos, en verdad no
sería apropiado— Sonaba un tanto retorcido incluso para él que era más viejo y
bastantes curiosidades había tenido en la juventud.
—Yo soy de sangre
noble, mi Rey… y ella confía en mí, como no lo hace con la señorita Greer—
—Natsuki… elige tu—
Aceptó cansado Keinji quien deseaba ir a su recámara y dormir una eternidad.
—Sabes lo que
elegiría, padre— Insistió la ojiverde sobre la princesa de Tsu.
—No es una opción…
será Miyu Greer o Mai Tokiha, incluso las dos… si lo prefieres—
—¡Padre!— Se quejó
Arashi mas que incrédulo. —¿La complaces a pesar de sus… aberrantes
comportamientos?—
—Lo quieras o no,
esta es la verdad…— Le sujetó por el cuello de la camisa, para que sus ojos
grises se encontraran directamente con los verdes de su hijo varón. —Ella tiene
el tesoro, es mi hija y tiene los mismos privilegios que tú, jamás volverá a
ser rebajada por un hijo que rompió mi confianza en el momento más importante
para nuestro reino desde la época de tu abuelo Senka. El pueblo y los reyes de
Tsu entienden que tú eres el esposo de Shizuru, la gracia Amatista y eso no
puede deshacerse sin dar principio a una guerra, solo por eso ella será tuya—
El padre se hizo más viejo en esos segundos que en los últimos cinco años.
—Compensaré a tu hermana, porque se quedó a enfrentar la tormenta incluso al
costo de su vida, y ha sido por mis decisiones que… al parecer sus sentimientos
se dirigieron hacia la princesa, de modo que si tengo que romper el corazón de
mi propia hija por tu cobardía, haré lo imposible por restituir la dicha que le
quité en principio… y tú, si esperas ser Rey algún día, comenzaras a
comportarte como un hombre— Sin más Keinji salió de la habitación, seguramente
la respuesta le llegaría la mañana siguiente, una o dos, no tenía misterio, a fin
de cuentas él tenía 3 consortes, Arashi tal vez 5, que importaban 2 para su
hija.
El silencio y la
tensión bien podrían cortarse con un cuchillo. El vínculo entre hermanos estaba
roto, y Arashi jamás olvidaría que Natsuki tomó de él lo más preciado, por lo
que ahora… se aseguraría de ser el esposo de Shizuru Fujino en toda regla, tal
vez no esa noche, pero lo más pronto posible.
—Te arrepentirás de
esto…—
—Fuiste tú el que
originó todo… lleva eso en tu consciencia—
Sin otra palabra el
príncipe dejó la habitación y con su partida Natsuki tomó asiento en la silla
como si alguien les hubiera robado la vitalidad a sus piernas.
—Alteza, ¿aún
requiere mi presencia?— Cuestionó Miyu tan quitada de la pena y acomodando
alguna parte de su vestido. —Haré lo que ordene, cuando lo ordene y vendré a
usted, como lo desee…—
—Gra...gracias, pero
es adecuado que vayas con tu padre, podría preocuparse, luego hablaremos… no es
correcto que hagas cosas como esta sin el permiso de la otra persona
¿comprendes?—
—Entiendo, será cuando
usted lo pida… me despido entonces— Se inclinó ceremoniosa y besó la mano de
Natsuki antes de despedirse. —Hasta pronto, Lady Tokiha, espero que el ungüento
de la semana pasada le fuera útil—
—Si mucho… gracias—
Y tres suspiros de
alivio se extendieron por la habitación en cuanto Miyu salió del lugar, por lo
que Mai cerró la puerta de inmediato.
—¿De dónde diablos
sacaste ese discurso?— Se quejó Natsuki.
—Una vez más… qué tal
un ¡Oh Mai! Gracias por evitar que me viole una maniática adoratriz de la corona,
estoy… tan, tan agradecida—
—Pues ahora eres tú o
esa maníaca… que lindas opciones— Suspiró resignada.
—Hey… yo soy muy buen
partido idiota— Se quejó la pelirroja.
—Si no cuento con que
mi hermano quiere matarme por ti— Gruñó de vuelta.
—Natsuki… sobre lo de
él y de Shizuru, tiene más reversa un río. Para las dos esta batalla se perdió
hace tiempo y bueno… ¿Quién te explicó cómo tratar a una chica? Yo en realidad
puedo ser amable contigo y a su tiempo, cuando no tengas el corazón roto—
Tragó saliva, buscando
la serenidad que no tenía, se acercó a la dormida mujer en la cama, que Mai
sabía tan despierta y que para su decepción no exponía sus cartas.
Acomodó un mechón de
su cabello, subió nuevamente el cobertor para abrigarla. —Lo que más me duele
Mai, es que solo he sido yo nadando contra la corriente, cuando la vi besándole
ella simplemente no vio ninguna diferencia…— Le sonrió melancólica. —Papá tiene
razón, solo era yo en esta fantasía— Bajó la cabeza mientras las lágrimas se le
escapaban, se levantó de la cama y se apresuró a salir del lugar. —Adelante,
vamos a otro lado…—
—Una jarra de vino
resuelve algunas cosas… vamos, no puedes sufrir por amor siempre, lo digo para
las dos— Palmeó el hombro de su amiga y se ocupó de ordenarlo un poco antes de
cerrar la puerta. —Eso fue tonto, Fujino— Susurró a la oscuridad del cuarto,
cerró y aseguró el pomo antes de ir tras Natsuki.
Oyó los pasos, la
puerta… conocía su destino, que horrible era. Arashi, el verdadero Arashi, no
era ni la mitad del buen hombre que había logrado representar Natsuki, o tal
vez la morena simplemente no había sido una buena actriz y aquel era su
comportamiento natural, haberse enamorado de una maldita fantasía
que ahora dolía insoportablemente. Pero que era ella si no un ave en una jaula
de oro, amar a la pelinegra solo les traería más pena, y decir su propio
sentir, solo bañaría en sangre las manos de alguno de los hermanos, ahora en
verdad comprendía el significado de una paradoja, porque nunca como esa noche
pudo entender mejor el significado de la espada y la pared, aunque en vez de
pared tenía un dragón a la espalda. ¿Qué muerte es más gentil? Verla olvidarla
poco a poco en brazos de otras mujeres y fingir con un esposo indigno en tantos
aspectos, o correr a sus brazos y desatar un destino oscuro sobre sus naciones.
Si durmió fue por el
sopor de las drogas que el señor Greer dejó sobre su mesa junto al agua que le
sirvió para pasar la amargura de las sustancias, en verdad no deseaba despertar
o probar bocado, quería soñar y vivir en sus sueños permanentemente para no
volver a la realidad.
Y sin saberlo otra de
negra melena y ojos tristes del color de las esmeraldas, vaciaba una jarra de
vino sin preocuparse de la ceremonia, de quien mirara, de nada más que apagar
la pena horrenda que estrujaba su corazón. Si Natsuki no buscó el sueño,
procuró desentenderse de sus sentidos o la razón en sus pensamientos,
simplemente se obligó a perder los sentidos, a olvidar por un instante, pero
cuando más vino ingería con la atenta mirada de Mai puesta sobre ella, quien
como una madre la vigilaba, más venía a su mente una mujer cuya mirada sangría
la envolvía.
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ResponderEliminarLa peor parte la lleva Nat y si Shizu esta embarazada será peor porque yo creo que a eso se refería la deidad
ResponderEliminarExcelente como siempre. Espero que llegue a ti toda las inspiración que necesites para continuar la historia y así puedas publicar pronto. Gracias por no claudicar ni abandonar y seguir compartiendo con nosotros tus escritos. Saludos Jen
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