Capítulo 3.
Los días pasaban cadenciosos para
Yolanda, que se sentía como en una nube. Pasaban muchos ratos a solas en casa
de Natalia o en casa de Yolanda con la excusa de estudiar juntas. Nada era
extraño para nadie, nada había cambiado para nadie, excepto para ellas. En los
ratos en los que estaban a solas se besaban y se acariciaban con candidez, con
timidez, descubriendo los recovecos del cuerpo de la otra, sensaciones nuevas
en el cuerpo de cada una. Pero la felicidad no era completa para Yolanda.
Natalia se había negado a cortar con Jaime y muchas veces, en los periodos de
descanso en el Instituto él venía a buscarla, la abrazaba, la besaba y Yolanda
sentía cómo pequeños alfileres se le iban clavando en el corazón. No lo
entendía, no le cabía en la cabeza cómo no terminaba su relación con él. Cuando
se lo echaba en cara, Natalia le decía que lo haría, que pronto lo haría, pero
ese momento nunca llegaba.
Yolanda, por su parte, no había vuelto a
quedar con Daniel. No quiso darle esperanzas. Cuándo él le propuso
una segunda cita, Yolanda le dijo que quería ser sincera con él. Le dijo que
había estado muy a gusto, pero que cuando se besaron enseguida se dio cuenta de
que nunca iba a verle nada más que como amigo. Curiosamente Daniel no se lo
tomó mal y si bien es verdad que aunque
aquella segunda cita nunca se dio, cuando coincidían con el grupo de
amigos, ambos se divertían juntos. Tenían un sentido del humor muy parecido y
una forma muy semejante de ver la vida. En las ocasiones en las que ambos reían
juntos o se hacían confidencias, era Natalia la que se enfadaba. Y Yolanda no
lo entendía. Natalia tenía un ataque de celos cada vez que la veía divertirse
con Daniel, que solo era un amigo para ella, y en cambio ella seguía dejándose
babosear y manosear por Jaime.
Mediaba junio. El curso había terminado,
ambas habían aprobado los exámenes de
selectividad y debatían sobre la elección de Universidad; por supuesto, las dos querían ir a la
capital y planeaban alojarse al
principio en la misma residencia y cuando estuvieran centradas, alquilar un
piso juntas. Faltaban unos pocos días para el cumpleaños de Yolanda. Próximamente
cumpliría dieciocho años y Natalia se empeñó en organizarle una fiesta en su
casa.
Yolanda: No sé por qué quieres prepararme una fiesta
de cumpleaños. La verdad es que yo solo quisiera pasarlo contigo.
Natalia: ¡Qué antisocial eres! Además, como la fiesta
será en mi casa, luego te quedarás a dormir allí conmigo.
Yolanda: Vale. Ya solo por eso merece la pena la
celebración.
Natalia: Bueno, y luego tengo planes para nosotras.
Yolanda: ¿Planes? ¿Qué planes?
Natalia: Pues quiero que hagamos el amor por primera
vez.
Yolanda: ¿De verdad?
Natalia: Claro, te quiero.
Yolanda: ¿Y Jaime?
Natalia: ¿Qué pinta Jaime en esta conversación?
Yolanda: Pues que creo que ya va siendo hora de que
cortes con Jaime. Me disgusta mucho que sigas con él. No puedo verte besándolo
o abrazándolo. Y se me revuelve la tripa cuando pienso en ti practicando sexo
con él.
Natalia: Pues no pienses en ello
Yolanda: Ya, como si fuera tan fácil. No quiero
compartirte con nadie.
Natalia: Yo solo te quiero a ti
Yolanda: Pero te acuestas con él
Natalia: Es la tapadera perfecta para nosotras
Yolanda: Pues yo no quiero ninguna tapadera, ya te he
dicho mil veces que la gente me da igual. Si tienes miedo de la reacción de tus
padres, podemos seguir llevándolo en secreto, sobre eso no tengo ningún
problema. Pero se me revuelven las tripas solo de imaginarte con él
Natalia: Vale, cortaré con él. Buscaré un momento
adecuado y acabaré mi relación con Jaime. Pero no vuelvas a insistir en ello
Ese momento no llegó antes del cumpleaños
de Yolanda, pero ella estaba tan contenta solo de pensar en ese día que no
volvió a insistirle a Natalia.
El día de su cumpleaños era un día
agridulce para ella. Por una parte estaba la alegría de cumplir su mayoría de
edad, de la fiesta, de los planes posteriores con Natalia, pero por otra parte
estaba lo que a nivel legal eso le suponía. Su abuelo y ella se habían citado
con el notario, ya que al cumplir los dieciocho años ella debía tomar las
riendas de sus asuntos legales: la mansión de su abuela Julia y el generoso
paquete de acciones que le había legado, la espléndida casa de sus padres, sus
ahorros y el dinero de sus seguros de vida. Un patrimonio que ella debía
pasar a manejar. Ordenó poner a la venta
la mansión de la abuela. Conservó el paquete de acciones, reservó los ahorros
de sus padres para poder pagarse la carrera y vivir holgadamente mientras
estudiara, invirtió el dinero de los
seguros en una nueva bolsa de acciones y
conservó la casa de sus padres. Uncapital que bien gestionado, le aseguraba el
futuro.
Decidió espantar los fantasmas de su
cabeza y pasó la tarde concentrada en prepararse. Se depiló, se duchó, eligió
un vestido blanco que a Natalia le gustaba mucho, zapatos bajos para aguantar
toda la fiesta, se perfumó y se maquilló con esmero.Preparó en un bolso su pijama
y sus cosas de aseo y lo dispuso todo
para ir a casa de Natalia. Pasó a despedirse de su abuelo.
Yolanda; Bueno, abuelo, me voy
Abuelo: Estás guapísima, hija mía. Me alegro de que
Natalia haya decidido prestarse a prepararte una fiesta de cumpleaños. Es una
buena chica
Yolanda: Sí que lo es, abuelo
Abuelo: Pásatelo muy bien. Me tranquiliza saber que
vas a dormir allí, así no estaré preocupado por cuándo o cómo volverás a casa.
Yolanda: Sí, mejor así abuelo. Mañana volveré después de
desayunar
Abuelo: Disfruta de tu recién estrenada mayoría de
edad, hija mía
Yolanda abrazó con cariño y
agradecimiento a su abuelo y salió por la puerta de la casa con una mezcolanza
de sentimientos en su cuerpo. Se agitaban en su interior la sensación de felicidad con la de
nerviosismo, la emoción con la incertidumbre, la valentía con la inseguridad,
todo ello aderezado sobre todo con amor, formaba el pastel perfecto de cumpleaños para
endulzar lo que llegaría esa noche.
No faltaba detalle en el jardín de
Natalia. Estaba preciosa cuando la recibió al llegar. Le dio un abrazo que hizo
flaquear sus piernas. La madre de su chica le dio dos sonoros besos y un abrazo
y le tendió un regalo.
Yolanda: Muchísimas gracias. No tenía que haberse
molestado.
Madre: Toma, ponlo con los demás regalos que seguro
irán llegando.Eres como de la familia para nosotros, cómo no iba a molestarme,
hija
Yolanda: Pero ya han asumido ustedes suficiente
molestia organizando esta fiesta para mi
Madre: Visto todo lo que ha disfrutado Natalia
preparándola, más que una molestia, ha sido todo un placer. Espero que lo
paséis muy bien. (Volviéndose hacia Natalia) Tu padre y yo estaremos adentro. Si necesitáis cualquier cosa, solo
tienes que decirlo, cariño
Natalia: (Besando a
su madre) Gracias mamá, pero no creo que
vaya a ser necesario molestaros. Creo que he preparado todo con tanto detalle
que me extrañaría que faltara algo
Madre: Dame tu bolso con tus cosas, Yolanda, lo
pondré en el cuarto de Natalia
Yolanda: No se moleste, puedo subirlo yo
Madre: No es ninguna molestia. Vosotras id a
atender a los invitados que pronto irán llegando
Yolanda: Muchas gracias
Natalia: Gracias mamá
Madre: Hasta luego, chicas. Disfrutad de la fiesta
Ambas se miraron y Natalia guiñó un ojo a
Yolanda. Seguro que lo pasarían muy bien, pensaron las dos. Efectivamente como
la madre de Natalia había dicho, pronto
comenzaron a llegar los invitados y entre ellos, desgraciadamente también
Jaime, quien enseguida acaparó a Natalia. Todos bailaban y parecían pasarlo
bien, pero Yolanda sentía la hiel de los celos correr por sus venas. No quería
enfadarse con Natalia, no quería estropear lo que luego llegaría, pero le
estaba costando mucho tragarse ese amargo caramelo. Estaba sentada en un banco
del jardín cuando Daniel se sentó a su
lado.
Daniel: ¿Ella siente lo mismo por ti?
Yolanda: ¿Eh? ¿Qué quieres decir?
Daniel: No me tomes por tonto, Yolanda. Creía que
éramos amigos. He aprendido a observarte e interpretarte. Sólo hay que ver cómo la miras.
Yolanda: ¿Y si así fuera qué pasaría?
Daniel: ¿Y qué esperas que tendría que pasar? Soy de
los que piensa que todo el mundo tiene derecho a amar a quien le dé la gana.
Pero entiendo que no quieras decir nada. Desgraciadamente todavía hay muchos
prejuicios… De todas formas, espero por tu bien que no estés demasiado
enamorada
Yolanda: ¿Y eso, por qué?
Daniel: Porque te hará sufrir. No sé si ella siente
lo mismo que tú o no, pero sí sé que ella no va a ser nunca lo suficiente
valiente como para reconocerlo y vivirlo con normalidad
Yolanda: ¿Y eso por qué?
Daniel: Porque Natalia vive su vida siempre de cara
a la galería: su novio perfecto (mi querido amigo Jaime, quien no es
consciente, el pobre, de todo el sufrimiento que le espera si se sigue
aferrando a una mujer tan espléndida como superficial), la amiga perfecta (tú;
guapísima, listísima, discreta y leal), la ropa perfecta, la cara perfecta, la
vida perfecta
Yolanda: No digas tonterías. Al final, nadie puede
vivir de espaldas a sus sentimientos
Daniel: Qué ingenua eres. Eso todavía añade un
encanto especial a tu persona… Ven, que están anunciando que va a sonar la
última canción y no quiero acabar la noche sin bailar contigo. Prometo no
pisarte mucho
Yolanda se dejó arrastrar a la pista
mientras rumiaba las últimas palabras de Daniel y se preguntaba hasta qué punto
tendría razón, hasta qué punto Natalia estaría dispuesta en un momento dado a
dar la cara por ella, a enfrentarse al mundo con ella.
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Es verdad muchas veces uno.se enamora y la otra persona solo kiere pasar un rato y ya pero bue cada vez mas interesante la Historia
ResponderEliminarEs cierto. Es relativamente fácil identificar lo que tú sientes por una persona. pero no siempre es sencillo leer los sentimientos de la otra. Gracias por comentar. Un abrazo
Eliminarmuy interesante la historia. felicidades. saludos.
ResponderEliminarGracias por comentar, María De Los Ángeles. Un abrazo
EliminarYa me cae mal Natalia, cuando Yolanda se canse de ser usada y la deje entonces se dará cuenta de que la ama lo necesario como para perderla, y no se por que siento que en ese momento será muy tarde.
ResponderEliminarGracias por dejar un comentario. La verdad es que a algunas personas les cuesta mucho romper con la pantalla social que las ahoga. Veremos si te va gustando la historia. Un abrazo
EliminarMe encanta Daniel, es tan buen amigo y tan respetuoso, ojalá logre abrirle un poco los ojos a Yolanda... Espero que aparte de cumplir la mayoría de edad, sea un día de revelaciones para ella.
ResponderEliminarSaludos Despistada y un abrazo para ti desde mi Colombia bella.
Luisa V.
Lo cierto es que, no sé si a ti te pasará los mismo, pero a veces tenemos la suerte de encontrar en nuestra vida algún amigo o amiga que nos acompañan incondicionalmente. Solo puedo adelantar que, Daniel es un buen tío, un amigo de verdad. Espero que te siga gustando cómo deriva la historia. Un abrazo
EliminarLo que me temia Natalia vive de las apariencias nunca dejara ver sus sentimientos y lo que siente por Yolanda ante los demás me temo que Yolanda sufrirá por la cobardía de Natalia
ResponderEliminarUn saludo desde Chile buena historia atrapa felicitaciones
Gracias por el comentario, Gladis. Y sí, creo que a Yolanda le queda un camino largo y un baño de realidad. Un abrazo
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