Capítulo 15
Doctor:Con el
impacto se rompió varias costillas y una de ellas perforó su pulmón izquierdo.
Hemos tomado las medidas necesarias para que el oxígeno llegue convenientemente
a sus pulmones, pero de momento la mantendremos en la Unidad de Cuidados
Intensivos. Tenemos que comprobar que no exista
hemorragia cerebral y nos preocupa cómo pueda evolucionar. Está muy
magullada, pero dentro de la gravedad, se mantiene estable.
María: ¿Podemos
verla, doctor?
Doctor: En este
momento no considero oportuno que nada la perturbe. Pero dos de ustedes pueden
verla un momento a través del cristal, si lo desean.
Teresa y
María siguieron al doctor, quien les indicó que esperaran tras una cristalera. Él
pasó adentro, corrió la cortina y un escalofrío recorrió la espina dorsal de
las chicas. Allí estaba Alba con la cara amoratada, una mascarilla de oxígeno, una cánula conectada en su costado y enchufada
a un montón de máquinas. María a punto
de perder el equilibrio fue sujetada firmemente por Teresa.
Teresa: Conozco
a mi amiga, María. Es fuerte y luchadora. Saldrá de esta.
María: Pero mira
cómo está. Y todo por mi culpa.
Teresa: Aquí no
hay más culpable que el destino.
María: Pero si
yo no hubiera…
Teresa: No hay
peros que valgan María, las cosas pasan cuando tienen que pasar. Tienes que
mantenerte fuerte. Alba así lo querría.
María: Tienes
razón. Se lo debo. Gracias Teresa.
Teresa: Ven,
volvamos a la sala. Una de nosotras tiene que intentar localizar a los padres
de Alba
María: Lo sé.
Les he llamado antes, pero están de vacaciones y en el lugar donde se
encuentran parece que no tienen cobertura en sus teléfonos móviles.No tiene
sentido que estemos todas aquí. Vete a descansar un poco. Yo me quedaré
mientras tanto. Así podremos relevarnos y una de nosotras permanecerá siempre
aquí por si hubiera alguna novedad.
Teresa: Está
bien. Voy a acercarme a mi casa a ponerme ropa un poco más cómoda y dentro de
un par de horas vuelvo.
María: ¿Has venido
en tu coche? Hazme un favor, acerca a
Candela a su casa
Teresa: ¿Y
dejarte aquí a ti sola? De ninguna de las maneras
María: Hace
media hora que llamé a Eva, seguro que ya ha llegado
Teresa: No creo
que sea buena idea que lleve a Candela a su casa. Sería mejor que cogiera un
taxi.
Efectivamente, Eva ya había llegado y se encontraba en
la sala de espera con Candela, que tenía la mirada perdida en el suelo. Teresa
la observaba de reojo. Mirarla le dolía. Era tan guapa. María se acercó a ellas
y Teresa notó que la mirada de Candela se posaba unos segundos en ella para
volver de nuevo a mirar al suelo. La vio dirigirse cabizbaja haciael ascensor,
abatida y notó cómo poco a poco el hielo de su corazón se iba fundiendo, como
el amor volvía a ganar terreno al resentimiento y en un impulso echó a correr
hacia el elevador, alcanzando a sujetar la puerta unos centímetros antes de que
se cerrara del todo.
Teresa: Déjame
llevarte a casa
Candela: Pero
María me había dicho que tú preferías que yo cogiera un taxi
Teresa: Sí, a
veces digo muchas tonterías. ¿Me dejas que te acerque a casa?
Candela: Gracias.
Teresa, lo siento, fui una estúpida
Sus
miradas se cruzaron. Los ojos de Candela revelaban arrepentimiento y los de Teresa
revelaban amor. Cada una reconoció el sentimiento en la mirada de la otra y las
dos sonrieron por dentro. Quizás no todo estaba perdido.
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