Capítulo
1
Caminó
por el pasillo viendo como pasaban apresurados, algunos sonreían de lo más
lindo, a otros les costaba abrir los ojos y arrastraban los pies.
-Con
cuidado niños, ¡buen día! - saludó al jardinero que trataba de poner en orden a
los chicos para que no pisaran los arbustos recién plantados.
-Buen
día profesora Durán.
Que
escenas tan tiernas protagonizaban esas criaturas, aún recordaba que para ella
era una aventura volver a la escuela, nunca tuvo problema con ello, de hecho se
aburría en casa, si hubiera podido habría reprobado alguna materia para poder
asistir a la escuela de verano, pero siempre tuvo la facilidad de aprender
rápidamente así que prefería ayudar a sus compañeros con tareas y todo eso.
Seguro
desde ahí ya había fijado su profesión. Sintió como un pequeño chocó contra su
espalda.
-Profesora,
disculpe, aún estoy dormido - frotaba sus ojos con sus manos.
-Emir,
debes dejar de ver el suelo, levanta la vista, pudo haber sido el inspector en
lugar mío.
El
pequeño abrió sus ojos y reacomodó sus gafas, con la cara de susto.
-Tendré
más cuidado, se lo prometo, caminaré erguido como me lo pide, mi padre dice lo
mismo.
-Bien,
entonces te veré luego, de acuerdo? Que tengas buen día.
-Claro,
adiós.
Entró
al área de los profesores y se encontró con varios colegas.
-Profesora
Durán, buen día!
-Profesor
Fernández, cómo han ido sus vacaciones?
-De
ensueño gracias, viajé con toda la familia a casa de mis padres, el campo les
ha venido de maravilla, un poco de naturaleza no cae mal a nadie. ¿Te sirvo un
cafecito?
-Si
te veo un poco más moreno y fornido, te sienta muy bien. Que amable, gracias.
Aceptando la taza.
-Mi
esposa piensa igual que tu, cerrando un ojo coquetamente.
-Es
bueno saberlo.
-Oye
por cierto, ¿te enteraste que ya tiene relevo el profesor Anguiano? Ahora que
se jubile, realmente lo voy a extrañar un gran tipo.
-Oh!,
no creí que fuera tan pronto, lo mencionó antes, pero creía que sería a fin del
ciclo escolar.
-Pues
al parecer, va a estar todavía un par de semanas para apoyar al que llegue.
-Pues
habrá que organizar alguna reunión para despedirlo.
-Estoy
de acuerdo, se agregó a la conversación una morena chaparrita saludando de
beso, podría ser en “El Tazón”, de mi cuenta corre el pastel.
-Me
parece bien, aunque debemos ponerlo a consideración de todos y ultimar detalles.
Saliste fuera profesora León?
-Sí,
mi marido pidió una semana completa para poder irnos a la playa, escuche que te
fuiste al campo, eh? y tu profesora que hiciste?
-Ayudé
a mi madre con los cursos de verano, ya sabes prefiero estar por aquí.
-Te
hace falta salir, alejarte de todo en vacaciones, cambiar un poco de aires,
puede que fuera de aquí encuentres a tu media naranja.
-Tal
vez tengas razón, sin duda lo haré para la siguiente ocasión, y tu amiga me vas
a ayudar a conseguir un destino paradisiaco.
Se
sentaron cerca del ventanal que daba al jardín exterior que dejaba ver parte
del estacionamiento del personal. Siguieron platicando por unos minutos, era
agradable volver a la escuela con tiempo para ponerse al corriente con los
colegas.
Era
una de las profesoras favoritas, tenía un carácter muy agradable, nunca se le
veía enojada, al menos procuraba no externarlo. Luego estaban sus genes
maternos, incluían por una parte los de un científico, su abuelo, que trabajó
para fundar el Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional y por otra
lado estaba su abuela que era japonesa, heredó su cuerpo delgado, piel blanca,
cabello negro lacio que le llegaba a los hombros, y su padre contribuyó con los
hermosos ojos verdes y la altura, mismas características que compartía con su
hermano Hiroki.
Mientras
tomaban su café, vio como un auto blanco desconocido se estacionaba, se bajó
una mujer alta de aspecto deportivo, cabello castaño claro, muy corto, femenino
y moderno, vestía pantalón caqui entubado y un blazer deportivo azul marino que
le quedaba muy bien, traía gafas oscuras, así que lucía muy atractiva, una
bolsa grande de piel que permitía dentro hasta una guía telefónica, pensó. Eso
le causó gracia.
-Recordando
algo cómico?
-Me
pasó por la cabeza una imagen, que me causó gracia.
Después
de algunos minutos llegaron el inspector y el director de la escuela, llamando
la atención y junto con ellos la mujer del estacionamiento ya sin gafas, el
cabello del frente era ligeramente más largo y enmarcaba su frente y mejilla del
lado izquierdo. Era bastante atractiva, sus ojos eran grandes, de color entre
verdes y miel, le pareció muy seria, no miraba a nadie en particular.
-Bienvenidos
a todos compañeros. Feliz inicio de clases, voy a ser breve, el profesor
Anguiano debido a su delicado estado de salud, ya no vendrá por aquí, tenía
toda la confianza de venir y entregar personalmente la oficina, pero le ha sido
imposible por prescripción médica, así que dejaré que el inspector presente a
la nueva profesora que se hará cargo del área del laboratorio de biología.
-Buen
día. La profesora Gavaldón, es egresada de la Universidad Nacional, ha estado
trabajando como investigadora desde hace 4 años, pero ha aceptado el puesto
como docente en esta escuela a recomendación del profesor Anguiano, que fue su asesor
de tesis y si no me equivoco amigo personal como lo ha sabido ser todos
nosotros, así que a partir de hoy se integra a nuestro plantel, bienvenida profesora.
Todos
aplaudimos a manera de recibimiento, se le notaba incómoda por el
reconocimiento. El director nos pidió a señas silencio para dejarla hablar.
-Sólo
quiero decirles que estoy a sus órdenes, pedirles consideración porque
normalmente me desenvuelvo en el laboratorio, pero estoy con todo el ánimo de
apoyar a los chicos de esta escuela y no quedar mal con la recomendación de mi mentor
y amigo. Gracias a todos -De nuevo unos aplausos.
-Sin
más que decirles amigos, vamos a trabajar que está a punto de sonar el timbre,
nos vemos a la hora del almuerzo.
Se
acercaron algunos colegas a darle la bienvenida, ya cuando le tocó a la profesora
Durán, sonó el timbre por lo que los demás comenzaron a salir del estudio y al
darle la mano sintió un ligero choque de electricidad, se miraron a los ojos
mientras sentían ambas sus manos entrelazadas, lo que pareció una eternidad, se
soltaron de golpe.
-Soy
Izumi Durán Oshiro, profesora de matemáticas, ¿sabes dónde está el laboratorio?
-Tanto
gusto, soy Jordan Gavaldón, sólo me dijeron que al final del pasillo a la
izquierda.
-Correcto,
vamos para dónde mismo, te acompaño.
-Gracias
te lo agradezco.
Salieron,
ya no había chicos por los pasillos, se escuchaban las puertas cerrarse y el
silencio reinó.
-Los
horarios están pegados junto a la puerta, así no tendrás dudas, pero de todos
modos, hay un teléfono con el 025, te contestarán en la secretaría y te
resolverán casi cualquier cosa.
Dieron
vuelta a la izquierda y en un rótulo alcanzó a leer “Laboratorio de Biología” y
por el mismo pasillo de lado contrario se leía: “Taller de Matemáticas”, serían
vecinas o algo así, eso le gustó, es decir aparte de que le había gustado
apenas la vio, le agradó tenerla cerca.
-Yo
me quedo aquí, tu área es esa de enfrente.
-Gracias,
nos vemos por aquí.
La
vio seguir unos pasos antes de ingresar al taller, eso que pasó antes al tocar
su mano fue raro, nunca le había pasado, excepto cuando estaba en contacto con
materiales como el nylon, vio cuándo giró la perilla y antes de entrar volteó a
dónde ella seguía parada y se sintió pillada, entró de inmediato con un ligero
rubor.
-¿Que
fue eso? -Murmuró para sí. Respiró profundo y dejó su carpeta sobre el
escritorio y su bolsa dentro del cajón. -Lamento la tardanza chicos, para los
que no me conocen soy la profesora Durán, vamos a empezar por ponernos de pie y
respirar profundo…
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