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-La
dejaste por atender una llamada de esa chica que ni siquiera sabes si se siente
atraída por ti o no. Dejaste a una sexy pelirroja por esa muchacha que no te a
través a decirle que te gusta, y con la
que te conformas con esporádicas llamadas telefónicas, estás loca- Ricardo
seguía regañándome mientras desayunaba cereal en mi casa.
-Sí,
fue tonto de mi parte pero cuando escuche su voz, no pude resistir y ella era
lo único en mi cabeza en ese monto.
-¿Y
qué quería?
-Un
consejo.
-¿Un
consejo?
-Sí,
un consejo.
-Dejaste
pasar la oportunidad de estar con una chica guapa por darle un consejo a esa
chica que de seguro ni siquiera es bonita- Ricardo se veía molesto, como si él
hubiera salido perdiendo algo.
-Sí,
pero ¿Por qué te molestas?- pregunte sentándome a comer cereal después de haber
terminado de preparar mi café.
-Aposte
con Sam a que te liarías con esta chica, con Sofía y me hiciste perder.
-Apostaron
sobre con quien me acostaría, son unos depravados.
-Sam
dijo que esperarías hasta hacerlo con Abril.
-Por
lo menos tú si la llamas por su nombre.
-Por
favor- tomo mi mano y me vio a los ojos- no te acuestes con ella primero, hazlo
con Sofía.
Su
propuesta me saco de onda, realmente esperaba que le digiera que me acostaría
con Sofía para que el ganara.
-Ricardo,
no me acostare con nadie.
-¿Conmigo?
-Menos
contigo.
-Mala-
repuso con tono de niño pequeño.
-Come
y deja de decir locuras.
Ricardo
se resignó a abandonar el tema y se puso a comer.
-Tu
hermana no ha venido.
-Son
las 9 de la mañana, tal vez esta cruda y viene más tarde.
-Tal
vez se divirtió mucho con ese sujeto de anoche- dijo Ricardo muy molesto.
-¿Qué
sujeto?
-Un
tonto que la sacó a bailar a noche, ella se veía, muy feliz con ese.
Tome
las manos de Ricardo y lo vi a los ojos, solo que yo si le hablaría en serio no
como él- Te gusta Sam verdad.
-No,
es tu hermana, solo que ese sujeto no me dio buena espina, no es para ella.
-Entiendo,
¿Quién si es para ella?
-Bueno
alguien que la quiera de verdad, que pueda ver más allá de su belleza física,
que sepa valorarla, que la ame con el
corazón y que haga todo por hacerla feliz y conservar esa hermosa
sonrisa en su rostro.
-Ya
veo- dije un poco seria.
-No
es lo que piensas.
-Yo
no pienso en nada.
-No
me gusta es tu hermana y la respeto.
-A
mí no me molestaría- dije mientras me llevaba una cucharada de cereal de
chocolate a la boca.
-¿No
te molestaría que yo saliera con tu hermana?- pregunto sorprendido.
-No,
ella es adulta, y tu igual saben lo que hacen y si los dos fueran felices
juntos yo sería feliz.
Se
quedó sin decir nada, solo siguió comiendo hasta que vio terminada su ración.
-¿Quieres
ir al cine el martes?- propuso Ricardo muy animado.
-Claro,
nos vemos el martes, a las 8 en el cine.
-Vale- me dio un beso en la mejilla y se fue.
Sin
nadie que me interrumpiera pude concluir el libro que a decir verdad era muy
bueno.
El
lunes por la mañana en le escuela todo estaba tranquilo, no tenía clases así
que fui a la biblioteca a ver si encontraba un buen libro. En una esquina cerca
de la ventana se encontraba Abril leyendo un libro, era buena oportunidad para
hablar con ella en persona y verla sonreír en lugar de solo escuchar su risa.
-“El
lustre de la perla”.
-Sí,
es muy bueno- contestó antes de levantar la vista para ver quien le hablaba, al
verme sonrió con esa hermosa sonrisa que te invita a besarla- hola maestra
Botello- dijo después de unos segundos.
-Hola,
me sorprende que no estés con Judith, ella y tu parecen ser muy buenas amigas-
necesitaba saber que pasaba en su relación con esa chica.
-Sí,
nosotras peleamos.
-Por
Mateo, su novio, escuche que salía con ese chico.
Se
quedó viéndome como preguntándose algo hasta que contesto un poco triste- Sí,
algo así.
-Es
feo cuando las amistades terminan o se discute por algo como un novio.
-Lo
es, pero eso se solucionara, gracias por su consejo, al parecer si está funcionando.
-De
nada- dije después de un momento. -Es muy buen libro, no sabía que te gustara
ese tipo de lecturas- me senté en una silla frente a ella que puso un papel en
la página en la que se había quedado y puso el libro a un lado para conversar.
-Si
lo es, yo no imagine que usted también se interesara por este tipo de novelas-
sus ojos parecían estar buscando algo en los míos hasta que decidió desviar la
mirada.
-Si
son buenas, te recomiendo la de “más allá de la curiosidad”- imagine que no
habría escuchado hablar de ella, y cuando lo leyera sospechara mi indirecta.
-La
alumna que se enamora de su maestra de piano.
-¿Ya
lo leíste?- pregunte sorprendida y temiendo de que sospechara algo de mí.
Sus
ojos se clavaron de nuevo en los míos y
dijo- Sí, es un poco subidito de tono pero es bueno, además eso de
enamorarse de un maestro es…
-Descabellado-
me adelante a terminar su frase temiendo acertar.
-Yo
iba a decir real.
Sentí
que mi corazón se aceleró un poco.
-¿Te
has enamorado de un maestro?- pregunte de inmediato.
-No,
de un maestro no.
Tal
vez si replanteaba la pregunta pudiera saber algo, esperaba que no lo mal
interpretara y me anime a hacerlo, tenía poco que perder y mucho que ganar.
-¿De
una maestra?- solté el ataque.
-
No, bueno, típico infante de 3 años que se enamora de la maestra del
preescolar. Fuera de eso que duro dos días no.
Si
es, mi corazón se disparó con más fuerza, podría tener una oportunidad con ella,
mi rostro se ilumino e hice todo lo posible por que no se diera cuenta de ello.
-¿Y
usted se ha enamorado de un alumno?- pregunto curiosa.
“Si
de ti”.
-No
de un alumno no.
-
Preguntare por incomodar, ¿de una alumna?- su pregunta era con intención, no sé
si estaría queriendo decir lo que pensé, pero decidí responder con todo
sinceridad.
-
No, bueno, típico que te enamoras de la chica que parece más madura que las
demás, y que aparte es la más agradable y
guapa del salón- dije esto sin saber qué era lo que ella entendería.
Para mi sorpresa ella solo sonrió.
-Sí,
súper típico- dijo con un tono bromista.
La
chicharra sonó y antes de que se fuera me atreví a decirle:
-¿Has
leído “el lado ciego del amor”?
-No
creo que no, pero suena interesante- se detuvo y se paró frente a mí.
-Puedes
pasar por el a mi casa si te interesa- no supe de donde saque el valor para
hacerlo, la invite a mi casa, si se negaba lo entendería, después de lo que le
dije de enamorarme de una alumna.
-Claro,
hoy mismo paso por el en la tarde, si no le molesta.
Había
aceptado, y mi sonrisa no pudo seguir deteniéndose- Si claro- conteste.
-Hasta
luego maestra- se despidió con una sonrisa y se fue a su clase.
En
cuanto acabaron las clases me fui a mi casa sin dejar pasar más tiempo.
Limpie
todo lo que tenía que limpiar, oculte las películas de Ricardo y deje la casa
lo más presentable posible. Aun limpiaba el sillón cuando escuche un timbre,
era muy pronto para que se tratara de
Abril, así que atendí sabiendo que no sería ella.
-Hola
Daniela- era nada más y nada menos que Ricardo que entraba como si de su hogar
se tratara.
-Hola
Rica, tengo que limpiar no ensucies- seguí aspirando el sillón hasta que
quedo limpio por completo.
-¿Quién
viene tu madre o qué?- pregunto sentándose en el limpio sofá que lucía como
nuevo.
-No,
ella. Viene ella- dije mientras recogía la basura en el suelo.
-¡La
chica! La famosa Abril- su sarcasmo era más que evidente.
-Sí,
no bromees si viene.
-La
quiero conocer- dijo peinándose con las manos.
-No,
ni de broma, te vas.
-¿Me
estas corriendo?- pregunto poniéndose la mano en el pecho como una mujer
dolida.
-Sí,
Ricardo, te conozco, pero mañana en el cine te cuento- lo tome de la mano y lo
lleve hasta la puerta.
-Vale,
solo porque te quiero no me ofenderé- me
dio un beso como siempre en la mejilla y se fue por las buenas.
No
me había cambiado cuando escuche el timbre, supuse que por mi mala suerte se
trataría de Sam, abrí la puerta y la encontré allí parada, sonriendo, natural,
se veía muy bien como siempre, al verla sonreí y le dije- Adelante, pasa- le
indique el camino y ella entro.
Se
quedó viendo con detalle lo que tenía en casa, parecía sorprendida.
-No
imagine que su casa fuera así- se dio la vuelta para quedar de frente a mí.
-Desordenada-
dije en tono de broma.
- No
yo iba a decir acogedora, no sé, siento paz, al estar aquí. Me imaginaba que
las casas de los maestros eran estilo
película de terror.-dijo sonriendo.
-Bueno
si quieres te puedo enseñar el calabozo en el que encierro a los que no hacen
tarea- dije siguiendo su broma.
- Seria
lindo, ¿hay ratas?- preguntó viéndome a los ojos y con su sonrisa que tanto
amo.
-
Creo que sí, que clase de calabozo seria si no las tuviera- le dije
sonando seria.
-
Entonces creo que mejor no voy, las ratas no me gustan, aunque si lo que desea
es verme llorar y escuchar mis gritos histéricos deberíamos de ir.
Su
comentario me hiso sonreír, su
creatividad era adorable.
-No
quiero verte llorar- conteste entre risas.
-¿Y
sobre los gritos?- hiso cara de dudas.
-No
lo sé, me gusta torturar a mis victimas- dije sonando un poco seria para
jugarle una broma.
-¿Victimas?-
pregunto pasando saliva con voz temblorosa.
Sonreí
por su actuación de pánico - Bueno, siéntate, ¿quieres algo de beber?- ofrecí
mientras ella ocupaba el sofá en el lugar que más le gustaba a Sam.
-Vino
tinto por favor- dijo con un tono de señora de sociedad.
-¡Ya!,
¿Zumo de naranja o agua?, niñita- pregunte mientras abría el refrigerador en la
cocina.
-Zumo,
y no soy una niñita- dijo con tono de berrinche.
-Aquí
tiene adulta- le di el vaso y me senté a su lado.
-Gracias
señorita Botello- contesto con más seriedad y sin bromas.
-
Llámame por mi nombre, no estamos en clase- sugerí mientras tomaba un poco de
jugo.
-Vale,
Daniela.
Me
arriesgo y le pregunte – Oye Abril tú y Judith tiene algo que ver.
Su
rostro se puso serio y después de un sorbo de zumo dijo- No, ya no.
-No
quise incomodarte. Tú ¿la quieres?
-Algo-
en cuanto lo dijo sentí que me oprimieron el corazón hasta que continuo- o no
lo sé, no quiero terminar como mi tía.
-La
que murió- dije para cerciorarme.
-Sí,
ella se quedó sola por miedo a decirle al mundo lo que era, cuando se atrevió
era tarde y no quiero terminar así- su voz reflejaba tristeza.
-No
es fácil para todo el mundo.
-Es
difícil si tú lo haces difícil, pero ¿cómo andas tú de amores?
-Bueno,
no hay muchas personas que me interesen- dije tratando de sonar interesante.
-¿Cuál
es su tipo?- pregunto con algo de picardía.
-No
sé, no tengo un tipo preestablecido.
-Bueno
yo doy opciones y usted elije- propuso con entusiasmo.
-De
acuerdo.
Se
sentó de lado para quedar frente a mí, se puso a pensar y comenzó.
-¿Hombres
o mujeres?- pregunto con las manos
juntas como rezando.
-Eso no era necesario- dije sonriendo.
-Conteste-
repuso haciendo pucheros.
-Mujeres.
-¿Altas
o no tan altas?
-Intermedio.
-¿Rubias,
morenas o pelirrojas?- comenzó a tocar su cabello para que la entendiera.
-Las
tres están bien.
-Las
tres, se miraba seria y con tres- dijo como si de una cosa muy asombrosa se
tratara.
-Yo
no dije que al mismo tiempo- dije para que parara sus burlas.
-Entonces
que aburrida.
-Primero
me tachas de degenerada y ahora soy aburrida- dije con indicación.
-Bromeaba-
dijo mientras reía- y de edad.
-Bueno no sé.
-Menores
o de tu edad jóvenes, o maduritas.
-Jóvenes-
conteste después de meditarlo un poco.
-¿18,
estará bien?
-¿Te
me estas insinuando?- pregunte algo
temerosa y deseosa de que digiera que
sí.
-No,
solo decía, no quería faltarle al respeto ni nada- se excusó como si hubiese
hecho algo malo.
-Descuida,
era broma- le dije mientras tomaba un poco más de jugo.
-¿Y
si le hubiera dicho que si?
-La
pregunta que sigue- conteste esquivando la respuesta.
-Bueno-
sonrió de forma malvada como nunca la
había visto antes- ¿dar o recibir?
-No
contestare eso- dije indignada- te puedo
reprobar por acoso sabes.
-Ok,
ya, no contestes. ¿Qué es lo que más le gusta hacer?
-Hay
muchas cosas que me gusta hacer, me gusta ver las estrellas, leer, tomar café,
escuchar música.
-Ser
interrogada por locas adolecentes…- interrumpió mientras sonreía y levantaba
las cejas en un movimiento muy chistoso.
-Sí,
sobretodo eso- conteste sarcástica.
-¿Su
escritor favorito?
-Bueno,
en la poesía me encanta Pablo Neruda, en
la literatura Isabel Allende.
-Tiene
muy buen gusto, a mí también me gustan,- contesto con emoción- me encanta ese
poema de Pablo Neruda el que dice “me gusta cuando callas, porque estas como
ausente, y me oyes desde lejos pero mi voz no te toca”,- su voz se escuchó tan
romántica con ese pequeño fragmento de poesía que casi pierdo la cordura y la
beso- y Cuentos de Eva luna de Isabel Allende, son muy buenos. ¿Color favorito?
-Azul-
conteste desviando la atención de sus labios para contenerme.
-¿Perritos
o gatitos o conejitos?- pregunto un poco infantil en el tono de su voz.
-Perritos-
conteste imitando su tono, lo que la hiso reír.
-¿Playa
o bosque?
-Bosque-
conteste de inmediato.
-Qué
raro- dijo en voz muy baja.
-¿Qué?-
pregunte preocupada.
-No
nada. Pensaba en voz alta, ¿día o noche?
-Noche,
dime que es lo raro- dije un poco desesperada.
-¿Series
o novelas?- dijo ignorando mi comentario anterior.
-Series,
contéstame, ¿Qué es lo raro?
-A
mí también me gustan las series- su sonrisa se asomó discreta.
-¿Eso
es lo raro?- conteste con un tono de desilusión.
-No,
lo raro es que tengo muchas cosas en común contigo, aún más que con Judith, o
Mariana.
-¿Mariana?-
pregunte intrigada por saber de quien se trataba, no la había mencionado antes.
-Sí,
ella es mi ex.
-Ok,
y tienes más en común conmigo que con tus parejas anteriores.
-Sí,
que loco, ¿Qué significara?- preguntó mientras ponía su dedo índice sobre su
mentón y miraba al techo.
-No
lo sé, ¿quieres averiguarlo?- sugerí viendo hacia donde ella veía en busca de
algo, pero no encontré nada más que el blanco de la pintura del techo.
-Seguro-
dijo sonriendo mientras nuestras miradas
se cruzaron por error.
Nos
quedamos paralizadas por unos segundos, yo no podía hablar mi cuerpo estaba
inmóvil, sucumbiendo ante sus ojos, y ella no decía nada, ni se movía, parecía
asustada.
-Voy
por el libro- no sé de donde saque fuerzas para moverme e ir por él.
Regrese,
se lo di en la mano y dije- Léelo, vale la pena.
-Gracias,
lo are- contestó mientras se levantaba.
-Abril
es bueno poder hablar contigo más allá del salón- dije mientras tomaba sus
manos.
-Igual,
Daniela, sabía que eras diferente- soltó mis manos estiro los brazos y me
abrazo de una manera tan tierna.
Mis
brazos no se reusaron a rodear su cuerpo, mi corazón estaba corriendo como si
de un auto de carreras se tratara, recargue la cabeza sobre sus hombros y pude
oler el aroma a fresa que tenía su cabello, que se combinaba con una dulce y
casi imperceptible colonia, serré los ojos y deje que mi olfato se deleitara con su aroma, después de un buen rato, me di cuenta
de que el abrazo estaba durando mucho, disminuí la fuerza con la que la
estrechaba y note que ella, seguía aferrada a mí. Después de unos segundos,
pareció volver y se despegó de mí.
-Lo
siento, es algo tarde, tengo que irme, gracias por prestarme el libro.
Tomó
el libro y se fue sin que yo pudiera articular algo mejor que un simple- Hasta
luego- mientras la observaba partir.
Me
senté satisfecha por la charla en el sofá, serré los ojos y recordé la calidez
de su cuerpo y el aroma tan delicioso que percibí durante ese simple abrazo.
Eso fue suficiente para que mi cuerpo entero vibrara de entusiasmo, no necesitó
más que tocarme para llevarme al paraíso, o un lugar muy cercano.
“Como
será besarla”- me escuche a mí misma diciendo mientras tocaba suavemente mi
labio inferior.
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Huyyy buenisimo como va la historia y esos libros que mencionas ya los leí woo súper buenos
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