No mires atrás 7
Una película constante era en mi cabeza lo sucedido
con Diana. No pasaba ni un minuto del día en que su boca y sus besos no
invadieran todos mis pensamientos, mis deseos, mis necesidades.
No mentí cuando le dije que todo aquello se trataba
solo de ella, pero debía admitir que cada minuto que pasaba, se volvía algo más
indispensable y necesario para mí. La atracción que sentía era demasiada y mi
necesidad de sentirla, de poder tenerla cerca, de poder mirarla ya era casi
irracional. La necesidad latente de hacerle el amor ... YA era irracional.
Lucía era alguien lejano para mí ya, de hecho, la
misma noche después de la sesión de besos con Diana no pude ni siquiera
acercarme a ella. Pensó que era por cansancio, pero al final, tuve que
admitirle que era algo más que cansancio. No quería avanzar más en lo poco que
teníamos con mentiras, así que le hablé de Diana y le expliqué que aunque sabía
que no había futuro posible con ella, igual quería tener esa vivencia. Como era
de esperarse, no lo tomó muy bien, no lograba entender como prefería vivir
aquello con una chiquilla que a la vuelta de la esquina saldría corriendo sin
mirar atrás ... yo tampoco lo entendía, pero ya estaba en plena caída libre y sin
posibilidad de detenerme.
Ingrid sólo me escuchaba. Le hablé de esos primeros
besos y de los que vinieron en las otras dos visitas siguientes. Besos y
caricias que aunque eran el preámbulo perfecto para ir más lejos, mantuve la
situación bajo control. En mi mente no cabía la idea de tener ese primer
contacto íntimo en un puff dentro de la tienda. Por otro lado, a pesar de que
Diana manifestaba de diversas manera que quería dar ese paso, en el fondo, se
veía insegura, temerosa, dudosa, así que le propuse que nuestro próximo
encuentro fuese en un hotel; pero no porque significara necesariamente que
intimaríamos, sino para tener un mayor contacto y sin límite de tiempo. Por
supuesto que ella no estaba tan segura de que esa fuese realmente mi intención,
pero al menos no se negó.
Llegó el día y con muchos nervios por parte de
ambas, nos vimos frente a la puerta de la habitación. Mis manos temblaban y las
de ella supongo que también, pues las tenía ocultas dentro de los bolsillos de
su chaqueta. La miré para asegurarme de que quería seguir adelante, ella tragó
grueso y asintió ligeramente con la cabeza.
Introduje la llave en la cerradura y al darle
vuelta, mi corazón saltó. Era real, estábamos allí.
Entramos en silencio y observamos el ambiente, que
como toda habitación de hotel, era fría e impersonal. Cortinas aluminizadas que
impedían cualquier contacto con el exterior, cama con sábanas blancas y sin
decorados. Cabecera amplia con luces led incorporadas y un gran espejo en la
pared. Un pequeño closet a un costado, un televisor mediano justo frente a la
cama encima de una pequeña peinadora y un sólo cuadro, de figura abstracto en
la pared que separaba la habitación del baño.
Nos quedamos frente a la habitación un par de
minutos sólo mirándola. Sin hablar. Asimilando que estábamos allí y que no
habría excusas o el límite de una hora para abrir la tienda. Teníamos 5 horas a
nuestra disposición y estaba claro que en ese tiempo, cualquier cosa podía
suceder.
- No está tan mal _ Dije para romper el hielo. Ella me miró de
soslayo y sonrió.
- No tanto.
- Esperabas otra cosa?
- No tenía expectativas ... a la final, todos son iguales.
- Eso sí _ Me encogí de hombros. - Bueh, a ponernos cómodas _ Dije
levantando la bolsa con el jugo y los dulces que compramos para pasar la
tarde - Me muero por probar el mousse de parchita que compré _ Levanté
varias veces las cejas.
- Jajajajajajaja te gusta mucho no? _ Se rio finalmente con alivio.
El cambio de tema la relajó un poco.
- Mmmmm me encanta _ Yo ya estaba colocando la bolsa sobre la
peinadora para sacar las cosas - Quieres tu dulce?
- No. Aún no, pero sí un poco de jugo.
- Ya te lo sirvo.
Mientras yo sacaba el dulce y servía los jugos, la
vi sentarse sobre la cama con cautela. Se quedó pensativa unos instantes antes
de quitarse los zapatos y sentarse con las piernas dobladas debajo de ella en
el medio de la cama. Entendí que me hacía espacio, así que la imité sentándome
a su lado.
- Salud! _ Levanté mi vaso y ella me correspondió.
Comencé a comer y el silencio se hizo más intenso.
Ni siquiera mis gemidos de placer por el grato sabor de mi dulce, aliviaron la
tensión del momento.
- No confías en mí cierto? _ Le pregunté dejando el dulce sobre la
cama y mirándola a los ojos. Su silencio me respondió - No tenemos que
quedarnos si no quieres _ Lo pensó unos instantes antes de hablar.
- No quiero irme _ Afirmó, pero su voz expresaba que no estaba tan
segura.
- Pero no estás segura de querer quedarte tampoco _ Agregué.
- Quiero quedarme Melissa, pero lo que no sé es si pueda ... si sea
capaz de ... _ Las palabras no le salían.
- No pasará nada que no quieras. Esa siempre ha sido mi premisa y la
mantengo.
- En verdad quieres que crea que pagaste la habitación y no te
molestarás si no sucede nada?
- Pagué la habitación sólo para estar contigo Diana y eso es
justamente lo que estamos haciendo no? Estamos aquí, tomándonos un jugo,
yo disfrutando de un delicioso mousse y si la situación se aligera, tal
vez conversar un poco _ Me miró con incredulidad.
No podía culparla. Cualquier mortal esperaría
obtener algo más que una simple charla de amigas al estar en una habitación de
hotel, y en el fondo no podía negarlo, deseaba algo más, pero sólo con su
anuencia, con su deseo, con su misma necesidad de que sucediera, sino, nada
tendría sentido.
- Fue un error venir aquí _ Pensé con pesar en voz alta - Lo lamento,
no quería que te sintieras presionada _ Me levanté de la cama y comencé a
guardar el dulce y el litro de jugo otra vez.
- Qué haces? _ Preguntó.
- Recoger para poder irnos _ Respondí sin voltear y con una gran
presión en el pecho.
La sentí levantarse de la cama pero lo que no me
esperaba, era que me rodeara la cintura con sus brazos.
- No me quiero ir _ Dijo pegando su frente a mi espalda.
Me quedé sin moverme unos instantes. Qué debía
hacer? Yo tampoco quería irme, pero su reacción me gritaba fuerte y alto
que no se sentía cómoda estando allí. Sentí como me instaba a voltearme y así
lo hice, quedando frente a frente. Sin quitar su mirada de la mía, me haló
suavemente hasta lograr sentarme en la cama para luego sentarse en mi regazo y
rodear mi cuello con uno de sus brazos. Nos quedamos así unos instantes,
mirándonos en silencio. Podía aceptar ese cambio sin decir nada, pero no era lo
correcto, así que rompí el silencio.
- Tú no me conoces, no sabes quién soy o lo que suelo hacer o no pero
... creo que hasta ahora no te he dado motivos para que desconfíes de mí o
que pienses que todo esto es una treta para acostarme contigo ... te lo
dije, quiero ir paso a paso, a tu ritmo y como tú quieras ... _ Hice una
pausa para que asimilara lo dicho - No te lo voy a negar Diana, claro que
te deseo ... basta sólo con recordar las sesiones de besos que hemos
tenido y donde hemos compartido tantas caricias para saber que es así ...
pero nada de eso tendría sentido si tú no lo hubieses querido también ...
te respeto Diana y sería incapaz de obligarte a algo. Si estamos aquí es
porque quería tener un espacio para estar las dos. Un espacio donde no
tengamos la limitación del puff, del tiempo y de tener que ocultarnos
de las miradas curiosas ... eso era todo lo que quería ... así que te
reitero una vez más, aquí va a pasar sólo lo que tú quieras. No importa lo
que yo desee porque todo esto es por ti y para ti. Si lo que quieres es
que estemos aquí y conversemos, veamos televisión o escuchemos música,
está bien! Con eso estaré bien ... si las cosas se dan como para algo más
ya lo veremos, pero no es que la permanencia en esta habitación dependa de
que intimemos o no ... de ninguna manera es así - Hice otra pausa donde traté
de que viera en mis ojos la sinceridad de mis palabras - Lamento si te
hice pensar lo contrario ... no fue mi intención.
- No lo hiciste _ Dijo bajando la mirada un instante - Es sólo que
... es lo que se suele esperar no?
- Sí _ Acepté - Pero yo no soy todo el mundo _Ella asintió
ligeramente y me abrazó.
- Lo siento _ Me dijo al oído.
- No pasa nada _ Le correspondí el abrazo cerrando mis ojos.
Que cerca estuvimos del desastre. Que cerca
estuvimos para que todo se fuera al infierno. Pero en ese pequeño abrazo, la
calma, la confianza y las ganas de compartir, regresaron. Sin embargo, fue la
advertencia luminosa de que Diana no estaba lista para dar el siguiente paso,
así que disfrutaría de su compañía sin esperar nada más.
- Quieres tu dulce? _ Preguntó luego de separarse para verme a la
ojos.
- Sí. Está muy rico _ Sonreí.
Ella se levantó y buscó mi dulce nuevamente, pero a
diferencia de minutos atrás, se sentó en mi regazo nuevamente y se dispuso a
dármelo ella. Luego de un par de bocados, ella tomó un pedazo también
probando su sabor. El último pedazo lo tomó en su boca pero de inmediato me lo
ofreció desde la punta de su lengua. Tenía la mirada brillante y con picardía y
mi rostro fue invadido por una gran sonrisa con esa travesura de su parte. Qué
mejor manera de disfrutar de uno de mis dulces preferidos?
Por supuesto que al momento de cerrar mis labios
sobre su boca, ella me devolvió la acción compartiendo el sabor del mousse
mezclado con el sabor de su boca ... algo totalmente exquisito.
El beso que empezó como algo juguetón, pronto se
volvió apremiante y con deseo. En cualquier otro momento, me hubiese entregado
a esa pasión viva que quemaba, pero su rostro inseguro de minutos atrás, me
hizo bajar la intensidad y salir de esa lujuria instantánea que se había
encendido.
- Sorry Di, pero debo ir al baño _ Le dije entre besos. Pude
controlar la lujuria, pero no las ganas de seguir besándola.
- Anda _ Respondió pero sin dejar de abrazarme y de besarme. Justo
cuando pretendía separarme, mordió ligeramente mi labio inferior y con
eso, envió un rayo directo a mi entrepiernas. Un impulso que me humedeció
por completo. Debía parar ... si no, no sería capaz de controlar mi
necesidad de ella.
Con mucha renuencia me separé de su deliciosa boca.
Ella se levantó de mis piernas y pude entrar al baño fingiendo estar bien.
Fingiendo, porque internamente estaba en llamas. La piel la tenía hipersensible
y mi entrepierna ... mejor ni hablo de ello.
Respiré profundo varias veces antes de lavarme las
manos y la cara, casi me tuve que meter en ducha fría, pero logré bajar el
ritmo de mi pulso y volver a la tranquilidad. Sería una tarde de tortura, pero
al mismo tiempo, una tarde inolvidable y no estaba dispuesta a echarla a
perder. Escuché que encendió la tv, así que no quise hacerla esperar más. Me
sequé la cara y salí. La gran sorpresa fue que cuando abrí la puerta la escena
en pantalla eran dos chicas desnudas y una de ellas con la cara metida entre
las piernas de la otra.
Los gemidos eran bastante altos y hacían
evidente el placer que compartían. Sus ojos se desorbitaron al verme salir del
baño y sus mejillas y orejas se encendieron de la pena. Sin alargar ese momento
embarazoso, Diana rápidamente apagó la tv y yo decidí hacer como si nada.
- Música? _ Ofrecí y sin esperar respuesta, saqué mi celular de
mi bolso así como también una mini corneta y los coloqué en la cabecera de
la cama. Seleccioné una lista de canciones al azar y me acosté a su lado.
- Lo tenías todo preparado no? _ Dijo pero con cierta diversión en la
voz.
- Siempre salgo con mi corneta. Me ha salvado en más de una ocasión.
En especial cuando a Ingrid mi amiga, le da por escuchar a los ídolos de
su mamá: Julio Iglesias, José José y esas pavosidades.
- Jajajajajajajaja ... no se actualiza?
- Sí pero le gusta verme la cara _ Puse cara de resignación.
- Jajajajajajajajaja no entiendo por qué _ Dijo divertida.
- Tú también te vas a burlar de mí? _ Fingí indignación levantando
una ceja.
- No no no ... soy incapaz _ Apretó los labios para evitar reírse,
pero lo logró sólo un par de segundos antes de soltar la carcajada más por
mi cara actual, que por lo de Ingrid. Por supuesto que no pude evitar
contagiarme y reírme yo también.
Cuando nos calmamos, la invité a que se abrazara a
mí tal y como lo hacíamos en el puff. Lo hizo sin dudar y así nos quedamos unos
cuantos minutos disfrutando de esa intimidad, disfrutando de la tranquilidad
que se sentía en el ambiente, pero sobre todo, disfrutando de nuestra compañía.
Su mano que estaba sobre mi abdomen me acariciaba
con movimientos circulares y yo acariciaba su espalda como se había vuelto
costumbre que hiciéramos, sin embargo, en ese momento Diana cambió la rutina y
lentamente subió el borde de mi camisa para poder tener contacto con mi piel.
Los primeros toques fueron cálidos, pero lo que siguió después, lo sentí como
fuego. No sólo me acarició con la yema de sus dedos, sino también con la punta
de sus uñas y allí fue inevitable que de mi boca saliera un jadeo y que mi
abdomen se contrajera. Mi mano libre la apreté con fuerza para controlar
infructuosamente las sensaciones que se estaban despertando en mi interior. La
piel la tenía de gallina y todas mis terminaciones nerviosas se pusieron en
alerta máxima. No había un pedazo de mi cuerpo que no estuviera al rojo vivo.
Lo pensado antes, sería una tortura soportar aquello sin claudicar en mi
propósito de no saltar sobre ella.
Mi respiración se aceleró sin remedio, mi capacidad
de pensar con coherencia se iba mermando, el control sobre mi cuerpo y sus
reacciones se estaban volviendo instintivos y nada racionales ... en
definitiva, me estaba entregando al momento sin poderme resistir.
Sus caricias se volvieron más osadas y menos
cohibidas. Introdujo su mano bajo mi camisa y acarició más arriba hasta la base
de mi brassier, allí repitió la acción de rozarme con sus uñas y el efecto fue
aturdidor. El corazón corría a galope, mi respiración era totalmente irregular,
mi cuerpo se negaba a moverse por miedo a perder el último resquicio de cordura
que le quedaba y mis pensamientos ... bueno, no había pensamiento alguno. Toda
yo era un agujero inmenso de sensaciones. Sólo sensaciones.
De la base de mi brassier, bajó nuevamente hasta mi
abdomen y comenzó a rozar justo en el borde de la cintura de mi jean. Rozó con
sus uñas nuevamente y cuando sintió que aguantaba la respiración, sonrió, era
exactamente lo que buscaba y lo estaba consiguiendo sin ningún obstáculo. Debía
pararla. Debía detener aquel vía crucis ... pero a quien le iba a mentir, lo
quería, lo deseaba con locura, así que me dejé hacer sin debatirme entre lo
correcto y lo incorrecto. No sabía cuánto duraría aquel sueño o si terminaría
mucho antes de comenzar, pero aquel instante sería mío.
Siguió con su tortura profundizando más sus
caricias, pasó de la cintura a recorrer mis muslos, pero no sólo la parte
superior, sino la interna también y allí ya no pude contener más el pequeño
gemido que se escapó de mis labios. Ahí si tuve que reunir todas mis fuerzas
para reaccionar y tomar su mano para parar. Quería seguir, pero no sabía si
podría controlar mis impulsos y mi necesidad. Debía advertirle.
- Espera!! _ Respiré varias veces tratando de
ordenar mis ideas - Si continuas, no habrá vuelta atrás ... no soy tan
fuerte.
- Y? _ Fue su sencilla y corta respuesta.
- Diana ...
- No quiero que te detengas ... quiero sentirte
_ Me dijo al levantar ligeramente su cabeza y mirarme a los ojos.
- Estás segura?
- Sí _ Respondió sin dudar.
En ese momento soltó su mano de mi agarre con
suavidad y comenzó a desabrochar mi correa y mi pantalón. Cómo negarme a
esos ojos que me hechizaban? Cómo negarme a que me tocara cuando todo mi cuerpo
y mi ser pedían, rogaban, que la dejara hacer? Batalla perdida. Me
entregaría a su exploración sin poner resistencia. Era su rehén y yo era un
cuerpo sin voluntad.
Abrió completamente mi pantalón, ayudé bajándolo
sólo un poco para que tuviera mejor acceso y me quedé inmóvil, viéndola a los
ojos mientras con movimientos extremadamente lentos iba introduciendo su mano
dentro de mi ropa interior. Acarició mi monte de venus con sus dedos, sintiendo
mi piel cálida y sensible, pero eso lo hizo sólo unos segundos; segundos que me
quitaban el aliento al saber lo que venía.
Sin más espera, la sentí bajar la mano hasta llegar
al inicio de mi ranura, allí se paró un instante como pidiéndome permiso para
continuar, yo sólo asentí con un pequeño movimiento de cabeza y ella continuó
su exploración.
Con su dedo corazón, recorrió toda mi ranura hasta
donde pudo llegar y luego se regresó hasta el inicio nuevamente. Repitió esta
acción un par de veces más sin dejar de observarme. Mi mandíbula estaba
apretada y mi mano libre encerraba en un puño la sábana de la cama, trataba de
no dejarme ir sin control alguno, pero se me estaba haciendo difícil, en
especial cuando hundió más su dedo hasta tocar mi clítoris, ahí no pude
evitar cerrar mis ojos, mover mis caderas en un salto involuntario y jadear. Lo
rozó con cuidado, descubriendo lo que era tocar la intimidad de otro cuerpo, lo
rodeó y exploró sus alrededores. Seguidamente bajó un poco más hasta llegar a
mi abertura y allí se consiguió con mi abundante humedad. Su divina exploración
hacia estragos en mi centro y me había humedecido mucho más de lo logrado por
Lucía ... definitivamente eran esas manos las que me encendían.
Hundió ligeramente su dedo en mi abertura sin
llegar a entrar, lo movió sin dirección alguna impregnándose de mi humedad para
luego regresar a mi punto sensible. Cuando llegó allí nuevamente y comenzó a
frotarlo con mis jugos, la fricción fue maravillosa y yo no pude contener los
gemidos de placer que se agolparon en mi boca. Mis caderas se movían sin cesar
hasta que lograron acoplarse al ritmo de sus caricias. Alternaba movimientos
rápidos y con vigor, con movimientos lentos y letárgicos. Una combinación
perfecta para acabar con mi poca lucidez. Quería aguantar, quería alargar ese
momento de deleite, pero mi cuerpo estaba tan ávido de liberarse que sólo pude
abandonarme por completo al placer y dejar que llegara la inminente explosión.
Así sucedió, no sé cuánto tiempo pasó, sólo sé que
todo mi interior se contrajo al iniciarse la liberación y con un gemido fuerte
y largo anuncié la llegada del clímax. Un clímax que se extendió por todo mi
cuerpo. Un clímax que me cegó por completo. Un clímax que provocó espasmos
incontrolables en mi cuerpo y que parecían no tener fin, pues al ella continuar
con su estimulación, la liberación fue insuficiente y mi cuerpo continuó
respondiendo a sus caricias necesitando que continuara y que no me abandonara a
mi suerte.
Una a una fueron llegando más liberaciones, no
tenía control sobre ellas y Diana, mientras más espasmos y gemidos recibía, más
impetuosa se volvía en sus caricias. Tanto, que cuando pensé que moriría, tuve
que tomar su mano y parar la estimulación. Mi respiración ya era tan irregular
que no sabía si podría volver a respirar con normalidad, mis terminaciones
nerviosas estaban tan sensibles que no me atrevía a mover un sólo músculo hasta
recuperar algo de control de mi cuerpo y mis sentidos. Luego de varios segundos
en los que fueron mermando los espasmos residuales y donde me hacía consciente
de mi entorno y de mi cuerpo, pude notar que le tenía aprisionada la mano a
Diana y que ella seguía observándome pero con sus pupilas dilatadas,
mordiéndose el labio inferior y con una de sus piernas por encima de la mía.
Estaba excitada, podía verlo. Su respiración estaba acelerada también y
aquello, me excitó otra vez. Necesitaba besarla, acariciarla, hacerle el amor,
la pregunta era si me dejaría hacerlo.
Solté su mano y la llevé hasta su rostro para
acercarla a mi boca y poder devorar sus labios. El beso era exigente, duro,
lujurioso. No podía ocultar mi hambre de ella y para mi fortuna, me respondió
de la misma manera. La llevé hasta quedar sobre ella y sentí como me abrazó con
fuerza pegándome de su cuerpo. Abrió sus piernas dándome la bienvenida entre
ellas y calcé de manera exacta, era como si fuésemos el complemento perfecto la
una de la otra. Presioné mi cadera contra su centro y pude sentir su calor, ese
fuego que emanaba de su interior. Mis deseos me devoraban en carne viva, pero
el último resquicio de cordura desgarró la locura y me hizo reaccionar. No
podía ser así. Quería devolverle el gran placer que me había dado, pero sin ese
impulso animal que me comía por dentro.
Bajé el ritmo pero sin dejar de besarla y sin dejar
de mover mis caderas, pero ya sólo con el propósito de provocarla, de continuar
excitándola sin apresurarme. Y funcionó. Mientras yo me volvía más lenta y
racional en mis acciones, ella perdía poco a poco terreno en su autocontrol. Lo
percibía en su manera de moverse debajo de mí, en la manera de hundir sus uñas
en mi piel, en su manera de morder mis labios al besarnos. Era momento de pasar
al otro nivel.
Lentamente fui poniendo fin al beso que nos dábamos
y con mucho cuidado, me senté a horcadas sobre sus piernas. Su mirada expresaba
la duda que la embargaba, pero cuando llevé mis manos hasta el cierre de su
chaqueta y comencé a deslizarlo hacia abajo, entendió lo que quería. Para mi
alivio, su reacción fue la de morderse el labio inferior mientras me observaba
terminar de abrirle la chaqueta e instarla a que se levantara para quitársela
por completo.
Ella no se quedó atrás y me quitó la franela que
llevaba puesta. Yo hice lo mismo y nos quedamos en brassier observándonos,
absorbiendo con nuestras miradas la piel expuesta. Sin darle tiempo a que el
pudor la invadiera, enredé los dedos de mi mano derecha entre su cabello y la
acerqué para besarla nuevamente, permitiendo así que nuestros pechos tuvieran
su primer contacto. Acaricié su cuero cabelludo y cuando el beso comenzaba a
subir de intensidad, me separé de su boca para besar su cuello. Allí sentí como
su piel se puso de gallina y como se encogía al sentir mis labios. Aguantó sólo
unos segundos antes de escuchar su protesta.
- Ahí no por favor!!! _ Me dijo casi que en ruego. Por su expresión
me di cuenta que no era por nada malo.
- No te gusta? _ Le pregunté de manera divertida enarcando una
ceja.
- Me gusta mucho _ Dijo luego de recuperar el habla - Pero es mi
punto débil _ Dijo la última con un hilo de voz.
- Me dejarás disfrutarlo más tarde? _ Pregunté acariciándola con la
mirada.
- Sí ... pero ahora no, por favor.
Su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración
y se me hizo agua la boca de sólo pensar en lo que había debajo de la tela. Con
la yema de mis dedos, acaricié su hombro izquierdo y fui bajando hasta llegar
al borde de su brassier en el valle de sus pechos. Su boca entreabierta y su
mirada brillosa me decían que le gustaba lo que hacía, así que me aventuré a
ubicar y desabrochar el trancador del mismo y traerme la pieza con los dedos
hasta dejarlo caer a un lado. Sus mejillas se sonrojaron un poco y sus pezones
fueron víctimas de la brisa fría del aire acondicionado, pero aun así, se quedó
allí recibiendo mi mirada hipnotizada por tanta belleza. Pechos firmes y libres
del efecto de gravedad, piel tersa, pezones marrón oscuro corrugados por el
frío y la excitación, con el tamaño perfecto para la estructura de su cuerpo
... todo en su justa medida.
La miré con una ligera sonrisa en mis labios antes
de besarla con suavidad. De inmediato llevó sus manos hasta mi brassier y lo
sacó por encima de mi cabeza. Era del tipo deportivo, así que no tenía broche.
A diferencia de ella, mis senos sí estaban afectados por la gravedad. Nada en
demasía, pero en comparación con los que tenía frente a mí, se notaba la
diferencia. Pero eso no pareció importarle, puesto que también sonrió al verlas
pero de manera aprobatoria.
Dejé que las tocara. Al principio se mostró insegura,
todo lo contrario a como había actuado minutos antes al darme placer, pero al
poco tiempo, comenzó a acariciarlas con más seguridad. Supuse que para lo
anterior, sólo pensó en cómo se tocaba a sí misma. Esto era diferente. Agarró
su peso, rozó con la yema de los dedos el pezón y luego los cubrió con toda la
mano. Contuve la respiración más de una vez, no era sencillo mantenerme quieta
ante su exploración, pero la dejé hacer. Sabía que lo necesitaba. Cuando la vi
con las intenciones de acercar sus labios la detuve.
- Primero yo _ Le dije sonriendo.
- No es justo _ Replicó sonriendo también.
- Yo creo que sí ... ya caminaste un primer
tramo _ Le recordé.
Sonrió ampliamente y me sacó la lengua. Yo sólo la
fui empujando lentamente hasta que quedara sobre su espalda otra vez. Una vez
allí, imité su manera de acariciarme, sólo que extendí mis caricias a todo su
alrededor. Luego me acerqué y comencé a darle besos cortos por la parte de
arriba, por el costado, entre sus senos y finalmente cubrí uno de sus pezones
con mis labios ... sólo cubrirlo para que sintiera la suavidad de los mismos
... la sentí retener la respiración al instante, así que comencé a darle besos
cortos también. Repetí la acción con su otro pico y luego, me mojé los labios
para lograr una mejor fricción al rozarlos de manera circular.
Su piel se contrajo con mi acción, arqueó
ligeramente la espalda de manera involuntaria y esa fue la señal que necesité
para acariciarla con mi lengua. Con mucha calma me dediqué a sentir su textura,
descubrir su sabor y percibir su sensibilidad. Estaba en un éxtasis total. Su
piel se sentía como seda, su sabor una mezcla entre dulce y salado que me
encantaba, y aunque se mordía los labios para no emitir sonido alguno, sus
saltos involuntarios y su respiración fuerte y acelerada, gritaban a soto voz
su placer.
Me deleité con sus pechos durante varios minutos,
grabé en mi memoria gustativa cada centímetro de ellos, pero pronto se volvió
insuficiente. Quería, necesitaba probar más de ella, así que fui bajando hasta
su abdomen y lo besé casi en su totalidad, o al menos lo que ella me permitió
con sus constantes saltos. Traté de adaptarme a su sensibilidad para que
aquellas caricias fueran placenteras y no molestas, pero a los pocos minutos
perdió la batalla del autocontrol y me tomó del rostro, me levantó hacia ella e
hizo que mi cuerpo rozara con el suyo. La corriente que sentimos cuando
nuestros pechos se tocaron es indescriptible. Ambas nos quedamos sin
respiración por unos segundos mientras asimilábamos la sensación de ese
contacto. Cuando nos recuperamos, continuamos besándonos intensamente.
Nuestros cuerpos se fusionaron al ritmo de nuestros
labios. Mis caderas se movían contra la de ella no sólo con la intención de
provocarla, sino de aliviar un poco mi necesidad de sentir esa parte de su
cuerpo. Quería quitar toda barrera que impidiera ese contacto final, pero era
necesario que ella también lo quisiera, de lo contrario, podría retroceder todo
el camino recorrido hasta ese momento.
Sus manos me apretaban con fuerza, sus uñas me
arañaban la piel y sus piernas se enroscaban en mis piernas, todas, señales
inequívocas de que sus sensaciones era tan intensas como las mías. Era el
momento, así que con renuencia, pero al mismo tiempo emoción, terminé con el
beso y me arrodillé entre sus piernas. Bajo su atenta mirada, me despojé de mi
jean y de la última prenda interior que me quedaba; me quedé allí para que
pudiera observarme por completo, escudriñando con su mirada cada parte de mi
cuerpo que le era visible. Luego de unos segundos así, acerqué mis manos a la
cintura de su pantalón y acaricié su correa sin dejar de mirarla, tratando de
buscar algún resquicio de aprehensión ante lo que haría. Afortunadamente no la
hubo, por lo que sin esperar más, desabroché su cinturón, el botón de su
pantalón y la despojé de él. Cuando quedó sólo con su panty, pude ver que
su entrepierna estaba húmeda. Un instinto básico me empujaba a hundir mi rostro
en él e impregnarme de su humedad y de su olor más personal, pero su expresión
de nerviosismo, me hicieron frenar ese impulso y acariciar sus piernas con
delicadeza y con suavidad para lograr bajar su grado de ansiedad.
Acaricié sus pantorrillas, sus rodillas, sus muslos
de arriba a abajo y luego repetí la acción en sentido contrario; con la diferencia
de que en ese último recorrido, lo hice por la parte interna de sus
extremidades llevándola a que necesariamente abriera sus piernas para darme
paso. Me agaché y besé sus rodillas; besos cortos y suaves. Luego, subí mis
manos hasta el borde se su panty y comencé a bajarlas sin apuro, pero con
firmeza. No quería dejar espacio para las dudas.
Cuando dejé al descubierto su centro, fue como ver
un oasis en el desierto. Vello recortado, brillante por su humedad, formas
perfectamente simétricas y dueña de un olor que si bien no distaba de lo
comúnmente esperado, para mí, fue como el mejor de los perfumes. La boca se me
hizo agua y mis manos comenzaron a picar. Acaricié su cuerpo con la mirada
absorbiendo cada detalle de su anatomía. Era una Venus, pero no por lo
despampanante o medidas perfectas, sino por lo que provocaba en mí y en mis
sentidos. Mis ojos se dilataron, mi boca se hizo agua, mi tacto se sensibilizó
aún más, mi olfato estaba registrando cada aroma que desprendía su intimidad y
mi audición se centraba en ese inhalar y exhalar fuerte de su cuerpo. No había
parte de mí que no estuviera allí con ella. Toda mi atención estaba centrada en
Diana.
Me tumbé sobre ella nuevamente para lograr aquello
que tanto anhelaba, sentir toda su extensión en contacto con mi piel ... que
maravillosa sensación aquella. Su piel sumamente cálida me arropó. Su piel
suave me cautivó. Y su centro encajando a la perfección con el mío, me
conquistó. Un pequeño gemido logré robarle de su boca, a pesar de que lo calló
de inmediato. De pronto, la idea de hacerle perder el control y que pudiera
liberar no sólo su cuerpo, sino sus expresiones de placer, fueron parte de mi
objetivo.
Nos besamos y deleitamos con el vaivén de nuestros
cuerpos durante varios minutos. Era tan placentero sentirnos así, una tan parte
de la otra, que aunque queríamos ir más lejos, nos costaba abandonar aquellas
caricias embriagadoras.
Mi necesidad de ella ganó la batalla, no podía
posponerlo más, así que abandoné sus labios para besar su cuello. Esta vez no
me lo impidió, pero se hizo evidente lo difícil que le resultaba recibir esas
caricias. Poco a poco fui bajando por el medio de su torso hasta llegar a su
ombligo y la parte baja del abdomen. Allí pude ver un pequeño tatuaje de media
luna, sencillo pero sexy. Lo toqué con la yema de mis dedos y luego lo delineé
con mi lengua. Contuvo la respiración hasta que dejé de hacerlo y levantó la
cabeza hasta lograr mirarme con sus ojos brillosos y los labios entreabiertos.
Le sonreí pícaramente y ella me correspondió hasta que volví a pasar mi lengua
sobre su tatuaje y allí echó la cabeza hacia atrás y ahogó un jadeo.
Me entretuve allí y alrededor de su ombligo como un
par de minutos antes de seguir mi camino hacia el sur y llegar hasta la parte
alta de su pubis. Estaba caliente y al inhalar su olor a mujer, penetró en mí
hasta lo más profundo. Di besos cortos en esa zona y luego los acompañé con
pequeñas lamidas. La vi apretar la sábana con sus manos y eso me animó aún más.
Con la punta de la lengua bajé hasta llegar al
inicio de su ranura y ahí me dispuse a lamer toda su extensión. Su humedad
sobresalía, así que de inmediato pude saborearla y comprobar, que me encantaba
su sabor. Con mis dedos, separé ligeramente sus labios mayores dejando al
descubierto la punta de su clítoris hinchado y brilloso, el cual lamí con mucha
suavidad para deleitarme con su sabor y con el espasmo que esa acción causó en
Diana.
Su punto más sensible era tan suave que no podía
dejar de rozarlo, una y otra vez sin presionar demasiado, sólo disfrutando de
su textura, de su tamaño y de su excitación. Sus caderas comenzaron a moverse
al ritmo de mis lamidas, pero antes de que subiera muy alto y no pudiera
detenerla, comencé a lamer los canales alrededor de su clítoris. Esa piel suave
y lisa que tan deliciosa era. Empecé arriba en sus inicios y fui bajando hasta
donde colindaba con sus labios menores para luego subir otra vez. Así hice del
otro lado llevándome conmigo su esencia y despertando aún más mis sentidos si
es que era posible. Volví a estimular su clítoris y sus caderas se movían con
más ímpetu, si continuaba, la haría correrse; pero antes de ello, bajé
nuevamente y acaricié la entrada a su intimidad con la punta de mi lengua y
luego la lamí por completo. Allí pude saborear su esencia por completo y fue
como la chispa que avivó aún más mis deseos. Sin esperarme un minuto más,
comencé a acariciar su clítoris otra vez sin dirección definida, de un lado a
otro, de arriba hacia abajo, en círculos, de cualquier manera que incrementara
sus movimientos y que la llevaran al éxtasis.
us jadeos eran constantes, pero se contenía de
gemir. Su cuello tenso y sus nudillos blancos de apretar las sábanas me lo
indicaban.
- Déjate llevar chiquita _ Le dije entre caricias.
Se mordió el labio inferior para evitar hacerlo,
así que incrementé la velocidad de mis lamidas e insistí.
- Quiero oírte Diana ... déjalo salir.
En ese momento se quedó inmóvil sólo un instante
antes de abrir la boca y dejar salir un gemido de placer tan exquisito que me
hizo llegar a mí también con ella. Sus espasmos y los míos se confundían. Sus
piernas me atraparon en su centro y yo no dejé de estimularla ni un segundo.
Enredó sus dedos en mi cabello y apretó con fuerza mientras era presa de su
orgasmo, una y otra vez.
Sus gemidos eran tan intensos y profundos que me
llevaron hasta el cielo con sólo saberla feliz y satisfecha. Con sólo saber que
al menos por ese instante, había logrado que se liberara, que sintiera. Que
disfrutara de esa sensación de liberación tan necesaria y que te hace sentir
tan VIVA.
Fue sencillamente maravilloso ... no podría
describirlo de otra manera. En ese momento entendí que esa experiencia me
marcaría para siempre, que si bien era cierto que le abría un mundo nuevo a
Diana, a mí me acababa de enseñar un nuevo tipo de entrega, ese que sólo es
capaz de dar alguien sin experiencia, alguien que con todo y sus miedos, es
capaz de confiarte no sólo su cuerpo, sino ese instante tan vulnerable como lo
es el clímax. Entendí lo afortunada que era. Entendí que desde ese instante,
Diana sería inolvidable para mí. Entendí, que no sólo yo había sido su primera
vez, sino que ella, había sido la mía también.
Cuando sentí que sus espasmos terminaron, subí con
cuidado hasta quedar a su lado. La tomé de su brazo y la insté a que se abrazara
a mí como en un principio. Se dejó hacer. Rodó sobre sí misma, apoyó su cabeza
en mi brazo y rodeó mi cintura con el suyo. Así nos quedamos un buen rato.
Disfrutando de ese momento tan íntimo luego del orgasmo, mientras yo acariciaba
su cabello con mis dedos y cada tanto, le daba pequeños besos en su frente.
Sabía que su mente estaría llena de miles de
pensamientos ... o tal vez no ... tal vez estaría en blanco, sin saber qué
decir o qué pensar. Lo que sí era seguro es que en mi mente quedaría grabada
cada imagen, cada sensación, cada emoción que había sentido. Para mí, era y
sería una experiencia sin igual.
Sentí su respiración disminuir y hacerse más
acompasada, signos de que se había dormido. No sé por qué, pero ese hecho me
llenó de emoción, saber que se sentía tranquila y confiada como para dormirse
en mis brazos me llenaba de alegría. Saber, que por ese instante de tiempo, se
sentía segura y tal vez, ajena a todo aquello que la preocupaba o la
perturbaba. Fue maravilloso para mí.
Sin embargo, mientras ella descansaba plácidamente,
yo me preparaba para la fase siguiente ... la fase de incredulidad, negación y
huida.
Incredulidad, porque cuando despertara de su
letargo y se viera en mis brazos, el asombro de haber dado el paso decisivo le
sería difícil de asimilar. Incluso tal vez, no lo haría hasta salir de allí y
verse a solas con sus pensamientos.
Negación, porque cuando cayera en cuenta del cambio
que todo aquello traería para sí misma y las cosas a las que tendría que
enfrentarse en caso de asumirlas, la harían entrar en un período de negación,
un período donde mirar hacia otro lado y no ahondar en las cosas que sintió y
disfrutó le garantizaría permanecer en su lugar de confort, en lo conocido, en
lo aceptado.
Y huida ... creo que no hay mucho que explicar
sobre esta fase.
El problema era que me había involucrado más de la
cuenta, y aunque estaba clara en lo que vendría, eso no lo haría menos
doloroso. Debía sólo vivir el momento, disfrutar del ahora sin pensar en el
mañana, porque si lo hacía, el nudo en mi estómago se haría cada vez más grande
hasta no dejarme respirar.
En todos estos pensamientos me debatía cuando la
sentí moverse ... o más bien, dar un pequeño salto ... por la inmovilidad que
le siguió, intuí que acababa de caer en cuenta de donde estaba, con quien y lo
que había hecho ... Fase 1.
Permanecí inmóvil también, esperando la reacción
que ella tendría ... después de todo, no creía que pararme justo en ese momento
y hacerla más consciente de nuestra desnudez, la ayudara a sobrellevar mejor el
momento.
Hizo el ademán de quitar su mano de mi cintura,
pero luego de instantes de indecisión, la mantuvo en su lugar y se volvió a relajar
en mi abrazo, así que no fue hasta ese momento que pude dejar salir la
respiración que tenía contenida sin darme cuenta.
- Lo siento _ La oí decir.
- Por qué?
- No quería despertarte.
- No lo hiciste ... no me dormí.
- Oh!
- Me cuesta dormir en el día, así que sólo pude dormitar _ Le
expliqué. La verdad era que hubiese podido dormir profundo, pero la idea
de que no hubiese una segunda oportunidad de estar así con ella, me había
mantenido despierta.
- Yo tampoco suelo hacerlo pero, no lo pude evitar _ Dijo con cierta
pena en su voz.
- Tranquila ... no tienes que apenarte por eso _ Le dije al tiempo
que le hacía cariños en su espalda. Se hizo un silencio incómodo, así que
aunque no quisiera, debía hacer la pregunta inevitable - Estás ... bien?
Tardó en responder. Cada segundo que permanecía en
silencio era una espina que se clavaba en medio de mis nervios. Las reacciones
que había tenido me indicaban que había disfrutado, que había estado cómoda con
lo sucedido ... pero no podía darlo por sentado.
- Sí ... eso creo ... _Entendí lo que quería decir, así que no
presioné más. Sin embargo, me sorprendió cuando a los pocos minutos,
continuó hablando - Es algo confuso sabes? ... Me sentí bien ... más que
bien! pero ... no sé qué sentir al respecto.
- No tienes por qué responder a ello ahora ... son muchas cosas las
que tienes que pensar y analizar ... pero debes hacerlo en frío ... a
solas ... yyy ... vestida _ Agregué un poco en broma y un poco en
serio. La sentí sonreír y apretar su agarre en la sábana que nos cubría.
Era mejor pasar por ese momento incómodo de reconocer el estar desnudas
así, que con la vergüenza a millón.
- Si bueno ... en especial eso último.
- Es que imagínate, cómo podrías concentrarte en cosas tan serias,
con un espectáculo tan deprimente como éste _ Dije señalando mi cuerpo -
Mejor cuando ya no tengas que verlo.
- No eres un espectáculo deprimente!! _ Dijo incorporándose para
verme a la cara. Cuando lo hizo, se percató que bromeaba al sonreírle de
medio lado - Tonta!!! _ Llegó a decir antes de volver a la posición de
antes. Yo no pude evitar reírme y estrechar un poco el abrazo en son de
paz - Pero tienes razón ... el que estemos así no me deja pensar con
claridad - Agregó mientras con su mejilla, daba una pequeña caricia sobre
mi seno y luego sin necesidad de verla, sentí que sonrió.
- Eeeehh nop ... definitivamente no son las condiciones más idóneas
para pensar con claridad _ Dije luego de tragar grueso, pues mi cuerpo
reaccionó de manera inmediata y una pequeña corriente se instaló en mi
centro.
Ambas nos reímos aligerando el momento incómodo de
minutos atrás y nos quedamos en silencio nuevamente. En mi caso, disfrutando de
ese pequeño momento de intimidad que compartíamos y en el de ella ... pues
pagaría todo el oro del mundo por poder estar en sus pensamientos aunque fuese
sólo un instante y descubrirlo, pero no era posible, así que decidí dejarme
llevar por el momento y olvidarme de lo incierto. A la final, sólo podría
ocuparme de la situación cuando sucediera; el preocuparme, no cambiaría las
cosas.
- Hablando en serio ... estuvo ... bien para ti? _ Sé que no debía
preguntar algo así, pero necesitaba saber si más allá de lo evidente,
había logrado que disfrutara del momento, de la experiencia. Tardó en
contestar, lo cual hizo que tragara grueso y tratara de retractarme de la
pregunta - Lo siento ... no debí preguntar eso.
- Está bien ...sólo trataba de pensar en qué era lo que esperaba ...
y la verdad es que no lo sé ... no estoy segura de ello _ Se quedó en
silencio una vez más por unos segundos - Pero lo que sí sé es que no creí
que fuera de esta manera.
- Tan malo fue? _ Pregunté un poco en broma pero con el temor que
fuera cierto.
- Todo lo contrario ... me gustó mucho ... Fuiste tan delicada, tan
cuidadosa _ Levantó la cabeza para poder mirarme antes de hablar - Gracias
_ Dijo sinceramente.
- Hey! _ Acaricié su mejilla derecha con mi mano libre - No tienes
que agradecer nada ... no podría haberlo hecho de otra manera.
- Por qué? - Preguntó con curiosidad.
- Por qué??? _ No entendí su pregunta. Ella se acomodó a mi lado mirándome
con su brazo bajo la cabeza antes de continuar.
- Desde que entré a tu tienda el primer día has sido tan ... atenta
... tan preocupada ... no sé Melissa, es extraño ... no me quejo no me mal
interpretes, es sólo que ... se me hace tan difícil de creer que así de la
nada muestres tanto interés en mí y en lo que estoy pasando que ...
- Aún piensas que tengo segundas intenciones _ Afirmé.
- No, no es eso _ Dijo de inmediato - Es sólo que no lo entiendo
...
- Te sirve de algo si te digo que yo tampoco lo entiendo? _ Me giré
para quedar frente a ella - Desde que te vi ... desde que comenzamos a
hablar sentí que debía estar ahí para ti ... ayudarte, apoyarte en todo
este proceso ... no lo entiendo, pero así lo sentí _ Ordené mis ideas
antes de continuar - Todo lo que te he dado lo he hecho porque así lo he
sentido ... quería que este primer instante, este primer momento lo
vivieras lo mejor posible, que fuese un bonita experiencia, que cuando
salieras de aquí, sintieras que fue algo bueno ... algo que pudieras
recordar con cariño ... o bueno, creo que aspiro a mucho _ Bajé la mirada
un instante - Que al menos no fuera algo frío, superficial y sin sentido,
sin importar cuán poco nos conozcamos.
Ella me miró por varios segundos ... segundos que
sentí eternos y en los que hice lo imposible por no verme afectada; después de
todo, no podía decirle que en ese tiempo, un sentimiento indefinido había
surgido en mí y que más allá del placer físico que habíamos tenido, para mí
había significado un renacer, un revivir. Diana tenía suficiente con todo lo
que debía enfrentar ahora como para complicarle el panorama con mis
sentimientos hacia ella, así que estaba fuera de orden el decirle que para mí
estar con ella no había significado sólo sexo, sino hacer el amor.
- No lo fue _ Dijo finalmente - No fue ni frío
.... ni superficial.
- Bien ... esa era la intención _ La miré unos
instantes antes de sonreír ligeramente.
- Pero en el fondo ... es sólo sexo no? ... _
Agregó. Aunque su tono fue neutral, pude ver cierta tristeza en su mirada.
- No _ Su mirada interrogativa habló por ello -
Porque para ti y para mí ha significado algo ... _ Abrió un poco más sus
ojos al escucharme - Cosas distintas ... _ Me apresuré a decir - Pero no
ha sido sólo un placer momentáneo ... eso es lo que le da significado.
- Y qué significó para ti? _ La pregunta que
temía estaba allí. El detalle era como responderla, por lo que respiré
hondo antes de hacerlo.
- Renacer _ Ella frunció el ceño al no entender
- Yo ... estaba en un estado de letargo en muchas cosas Diana ... y toda
esta experiencia contigo me hizo despertar ... me hizo darme cuenta que
aún tengo mucho por dar ... y que no quiero sólo ver pasar la vida frente
a mí ... quiero vivirla ... con sus pro y sus contras ... con sus alegrías
y sus tristezas ... pero vivirla ... eso significó para mí.
Diana asintió ligeramente aceptando mis palabras,
pero se quedó ensimismada en sus pensamientos mirando a la nada. No quería
interrumpirla, pero me moría por saber qué pensaba.
- En qué piensas?
- En eso de vivir la vida y no verla pasar _
Finalmente me miró - Es algo en lo que no había pensado nunca.
- Tal vez porque hasta ahora no tenías razones
para ello ... eres muy joven aún.
- Eso no tiene nada que ver!! _ Protestó
visiblemente molesta por la alusión a su edad.
- Diana, no lo digo por mal ... te lo digo
porque cuando somos jóvenes pensamos que siempre habrá tiempo para hacer
las cosas, sentimos que tenemos todo el tiempo del mundo para hacerlo y
que no hay apuros ... pero la verdad es que ese pensamiento, aunque por
una parte es verdad, por otra, puede ser el inicio del posponer, del dejar
todo aquello que nos interesa o que queremos para hacerlo luego ... y
llega el día en que miras atrás y te das cuenta que el tiempo pasó y aún
sigues posponiendo tus metas ... tú estás a tiempo de no caer en eso,
estás a tiempo de tomar las riendas de tu vida y comenzar a caminar en el
rumbo que quieres, en lo que deseas para ti ... así que sí, tal vez hasta
ahora no habías tenido razones para pensar en que quieres vivir la vida y no
verla pasar, pero ahora, puede que si haya una razón ... al menos para
pensar cómo quieres continuar de aquí en adelante ... que papel jugará
toda esta experiencia en lo que será tu vida de ahora en adelante _ Me
atreví a acariciar su mejilla con el dorso de mis dedos - Estas a tiempo
Diana ... y no me refiero sólo a esto _ Hice un gesto señalándonos a las
dos - Me refiero a todo ... a tus estudios, a tu trabajo ... a tu familia
y a lo que sea que decidas respecto a esto que has vivido ahora ... estás a
tiempo.
Se mantuvo en silencio, pero era evidente que todo
aquello estaba comenzando a abrumarla, así que hice lo único que podía hacer
para aliviarla aunque fuese un poco ... me acerqué a ella y la abracé para que
dejara salir todo aquello que subía a flote en ese momento. Sus miedos, sus
temores, sus dudas ... sus emociones.
Al irnos, se mantuvo muy silenciosa a pesar de mis
esfuerzos por aligerar el ambiente, Diana estaba demasiado ensimismada en sus
pensamientos, así que decidí mantenerme lo más al margen posible mientras nos
retirábamos del hotel. Al verla así, caí en cuenta que tal vez todo
aquello era mucho para ella, que la avalancha de emociones y de qué hacer con
lo vivido pudieran abrumarla demasiado y no verla nunca más. No importa cuánto
sospechara que algo así sucedería, la presión en el pecho ante la clara
posibilidad de no volver a verla, me quitaba el aliento.
Decidí tomarme el día siguiente y quedarme en casa.
No tenía ganas de ver a nadie y mucho menos enfrentarme a ese espacio que
había sido tan nuestro en todo este tiempo. Necesitaba recuperar mi
tranquilidad, mi armonía, mi estabilidad emocional. Necesitaba recordarla,
llorarla, revivir cada momento que pasamos juntas para comenzar a vivir con
ello y seguir adelante. Prefería asumir que no volvería a verla, a hacerme
ilusiones y luego caer desde tan alto y tan fuerte que no pudiera
levantarme.
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¡Ufffffff!!!!! Que capítulo mas intenso
ResponderEliminarmas emocionante me he quedado con el alma fuera del cuerpo ¡Woww
Melissa una mujer tierna y apasionada como toda mujer que ya ha vivido y Diana una criatura con ansias de amar y ser amada de entregarse sin reservas a la persona que le llene el alma
Felicitaciones por este capítulo por saber interpretar lo que se siente cuando tenemos ese sentimiento ahí queriendo salir con la mujer que amamos que con solo pensar en ella
Un gran abrazo desde Chile Gladys Urzúa
HERMOSOOOO CAPITULO, amo como escribis. No nos hagas esperar mucho para el proximo capitulo.. Infinitas gracias por compartir esta maravillosa historia con nosotras.
ResponderEliminarTambien amo las historias donde exista diferencia de edad entre las protagonistas y sin dudarlo esta es la que mas me llego. Graciasss
Saludos desde Argentina.
Demasiado hermoso. diana me recuerda mucho a mi, cuando estaba tan insegura de lo que sentía las primeras veces. Excelente capitulo esperó el proximo con mucha ansia. Besos mucho besos y felicitaciones desde Venezuela by; YD
ResponderEliminarQue capitulooo fabuloso la verdad que tienes ese don de escribir y trasladarnos a esta historia felicidades ,y con ansias de volver a leer otro capitulo
ResponderEliminarVaya! Me ha dejado sin palabras (por un segundo) Que gran capítulo la forma que tienes para combinar las sensaciones con las emociones en la intimidad compartida entre Melissa y Diana son dignas de una gran escritora.
ResponderEliminarOjala se pudiera saber lo que piensa y siente Diana después de superar las tres fases que desición tomará de aquí en adelante.
Saludos desde Colombia.
Posdata: Me parece bien que Melissa le haya sido sincera con Lucia.
Pdta 2: Que gran descripción del sexo y amor (?)
Holaaa, me satisface muchísimo saber que el capítulo les gustó. Siempre es un reto desarrollar estas escenas porque más que describir el sexo por el sexo, lo que busco es que el sexo sea sólo el complemento de las emociones y sensaciones de las protagonistas, así que lograr transmitirles justamente eso, es mi principal objetivo.
ResponderEliminarGracias por sus comentarios y tranquilas, que esta misma semana publico el cap 8
Sencillamente genial. Gracias por regalarme esta historia por tu tiempo por tu creatividad y demás Pero por favor dime que días publicas la continuación para estar al pendiente de esta. Gracias a todas las personas que están detrás de cada historia porque no hay forma de agradecer el trabajo y el tiempo que dedican en cada capitulo que publican. Sencillamente gracias a todas y cada una que colabora detrás de cada historia.......Gracias chicas .
ResponderEliminarHOLAAA....
ResponderEliminarVaya un capitulo...............
Esperando el siguiente.
Mientras esperaba he leido en tu blog tu mi ventana al paraiso
y de verdad que es fantastico.
Saludos desde España :)
Que bueno que te gustó ese otro relato. A mí me encantó escribirlo :)))))))
EliminarPor favor mira que estoy esperando todos los dias el capítulo 8 y saber que va ha pasar con Diana y Melissa ahí hay amor por ambas partes por eso no solo fue sexo lo que tuvieron fue puro sentimientos guardados de las dos espero que Diana se quede con Melissa y bueno Kam Zoe no nos hagas sufrir de esperar una enternidad los capítulos un saludo y felicitaciones una vez mas desde Chile Gladys Urzúa
ResponderEliminarUn poco tarde la respuesta, pero al menos ya salieron de dudas sobre qué pasaría luego de aquí jajajajajaja.
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