París - Nessa - 26

CAPITULO 26

Me despertó mi móvil, no paraba de sonar, había olvidado llamar a los chicos para contarles, tenía 15 llamadas perdidas y 4 mensajes de texto “ha dicho que si” les respondí.

-         ¿Qué haces? –me pregunto Emi- ¿Cómo amaneciste?

-         Hola –la bese- enviándole un mensaje a los chicos, no paraban de llamar. –la abrace- Amanecí más enamorada que nunca.

-         Qué bueno por que pronto serás mi esposa. –me dijo al oído, logrando estremecerme- podría quedarme todo el día aquí contigo pero debo trabajar igual que tú.

-         Pedí el día libre –le dije- las ventajas de ser tu propia jefa, aprovechare para limpiar y traer a Paris.

-         Vale, me iré a duchar –me beso y se levantó- has tú lo mismo, te llevare a casa de Lauren quiero ver a Paris. 

-         Está bien –dije resignada- como mande señorita López.

Emi me llevo a casa de Lau para recoger a Paris, al llegar nos recibió Angela felicitándonos por el compromiso, Emily saludo a Paris se quedó un rato con ella y se fue a su trabajo. Me quede un rato con Angela no me parecía bien dejarla sola, y nos haría bien la compañía.

-         ¿Cómo has estado?

-         Pues bien, extraño mi trabajo, mi casa y a mis hermano pero no puedo apresurar las cosas. –me dijo triste- pero Lau me trata muy bien y me dice que me tome el tiempo que desee para retomar mi vida. –me dio una taza de té- aunque no sé por dónde comenzar.

-         Podrías buscar un empleo, eres una excelente pastelera no te será muy difícil.

-         Lo sé, pero esa pastelería era mi vida. Recuerdo haberla salvado junto a mi hermano, tuvimos que quedarnos varias noches en vela buscando maneras de levantarla y lo hicimos la convertimos en lo que es hoy, y me despiden me la quitan así como así.

-         Lo entiendo –me senté junto a ella- pero ya no puedes echar el tiempo atrás, debes seguir si quieres te acompaño a buscar empleo, Paris y yo no tenemos nada que hacer hoy.

-         En realidad me gustaría ir a casa de mis padres, me faltan algunas cosas entre esas mi bicicleta.

-         ¿Por qué te gusta tanto esa bici?

-         Me la regalo mi madre cuando cumplí 12 años, en esa esposa no alcanzaba los pedales pero le roge que me la comprara y un día me la dio, fue la primera vez que desafío a mi padre. Ella me enseño a montarla, me levantaba cada vez que me caía, pidiéndome montarme de nuevo, decía “solo es un golpe, no es nada comparado a lo que te espera al crecer. Así que súbete” y después de un largo mes logre aprender, fue lo último que hicimos juntas, después nos fuimos separando poco a poco.

-         No se diga mas, ¡vamos por tu bici!

Tomamos un taxi a su casa, al llegar dudamos en tocar la puerta pero lo hicimos después de unos minutos, nos abrió la nana de Angela, la saludo muy contenta le pregunto cómo estaba, ella solo decía que bien pero que hablarían luego, ahora solo venia por su bici no quería hablar con su padre. Entramos su casa era grande y elegante, me pidió esperarla en la cocina junto a su nana, mientras subía a su cuarto e iba al patio por su bicicleta.

-         Buenas tardes señorita –me congele al escuchar esa voz- ¿Quién es usted?

-         Buenas tardes señor Brooks, soy Mariana Montenegro. –el seguía sin saber quién era yo- nos vimos en la pastelería hace algunos días, soy amiga de Emily.

-         Creo recordarla y ¿ella es su hija?

-         Así es, pues tengo su custodia junto a Emily.

-         Entiendo –era desafiante, y al parecer yo no le agradaba- ¿Qué hace en mi casa?

-         Yo vine con –dude- con su hija -“Megan” dijo algo confuso- no, con Angela.

-         ¿ella esta acá? –decía molesto- no te he dicho que no le dejaras entrar –le dijo a la nana- si no fuera por mi esposa ya no trabajarías aquí.

-         Tranquilo Arturo ya me voy, solo vine por algunas cosas –dijo Angela entrando- Adios Lili, vamos Mariana.

-         Pensé que venias a ofrecer disculpas –dijo Arturo- es lo menos que puedes hacer.

-         ¡Ja! Como crees no me volveré a arrodillar frente a ti.

-         Eso dices ahora pero cuando no tengas donde dormir y con qué comer, vendrás a rogarme que te de dinero.

-         Prefiero dormir en la calle que volver aquí.–me acerque a ella, y le pedí que nos fuéramos, sabía que esto no terminaría bien- Adios Arturo.

-         ¡Soy tu padre! Sin mí no eres nada, igual que tus hermanos –pude ver como apretó sus manos- de que vas a vivir, ¿de la zorrita con la que andas? –esa fue la gota que rebaso el vaso- pronto se aburrirá de ti y te dejara, abre los ojos. Aun estas a tiempo.

-         Señor Arturo cálmese –le dijo Lili la nana- podría enfermarse, Angie vete por favor.

-         No te atrevas a hablar de ella, ni la conoces, es hermosa, tranquila, dulce me ama así no tenga nada, me amo cuando lo tenía por qué no ha de hacerlo ahora. Ella es mí…

-         No lo digas, no puedo creer que seas así

-         ¿así como? –el no respondió- ¿lesbiana?–asintió- increíble, preferirías que fuera infeliz antes de verme con una mujer ¿verdad?

-         Te prefiero muerta –todas quedamos sorprendidas, Angela no le pudo responder- antes que aceptar que estas con una mujer, antes de verte besarla, de que la toques, la simple imagen me da asco.

-         ¿Arturo que has dicho? –Megan y su madre estaban entrando- ¡es tu hija!

-         Desde hoy no lo es, como ella lo dijo yo no soy su padre y yo no la voy a aceptar así, antes muerto –miro desafiante a Angela- ella o yo.

-         Adiós madre, -tomo una maleta y salió yo solo la seguí en total silencio- 

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