Capítulo 1.
¡Larga
vida al amor! aquel que empecé a descubrir con emociones confusas por mi amiga, aquella que conozco desde once años
atrás, pero no me atrevería a decir por temor, más que a perderla, a
encontrarme con la persona que siempre fui y me empeñé en ignorar. Es demasiado
tarde.
Cuando
éramos niñas, aprovechaba los momentos de cercanía para posar mis manos sobre
su pierna instintivamente, sin conciencia del por qué lo hacía pero con la
sensación impregnada de eternizar el momento. Sus gestos, también ignorantes de
mi intención, eran aprobatorios y tal vez de juego; esos que repetimos durante
años hasta que llegó la torpe noción de realidad. Entendí por fin que la
infancia que me había unido con ella, estaba desapareciendo, y en su huida me
dejaba ya no inocencia sino ansiedad porque aquellas infantiles caricias
penetraran por mis manos y se tatuaran en su piel.
Mis
sueños la mencionaban más de seguido y la proyectaban al otro costado de mi
cama, con sus dedos escondidos en mi cabello, el que casi siempre parecía sin
orden ni ley, esos mismos dedos que mi subconsciente dibujaba trazando caminos
por mi rostro en rumbo a tomar mis manos congeladas por la idea y las sutiles emociones
de caricias. Pero hasta ahí llegaba mi travesía. Nunca esperé nada más ni podía
concebirlo, pues ganó la naturaleza de hermandad con que la conocí. Era
realmente extraño tener estas visiones con alguien muy cercano a mí y a mi
familia.
Mis
fantasías recurrentes me llevaron por sitios aún inexplorados de su cuerpo,
pero no me alcanzaba para imaginar un beso, pues me sacudía una sensación de
repulsión. Me conformaba con esperar un abrazo o que se aferrara por sorpresa
de mis manos. Sin embargo comenzó a crecer un vacío en mi interior que no podía
llenar con nada, aquel que deja el amor cuando no es correspondido o aun cuando
se desconoce su certeza.
Inicié
mi vida romántica con novios que no duraban a mi lado más de dos semanas,
momentos pasajeros que no recuerdo con otro título como efímeros enredos e
ilusiones vagas que así como llegaban se iban y me iniciaron en el mundo del
amor corporal pero sin abusar de ello. Hombres con los que salía de paseo, a
comer pero nunca tocaron el piso de mi casa. Sus visitas se centraron en el
marco de mi puerta mientras yo me atrevía a reconocer sus sabanas, sus ropas,
sus afiches, sus sillas… nada interesante.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sammy - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
a mi me paso igual
ResponderEliminar