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A la mañana siguiente, Clara se levantó temprano, no quiso
hacer ruido para no despertar a Vega. Se duchó y cuando fue a vestirse, se
encontró con ella delante de la puerta del baño.
– Déjame
vestirte, deseo tocar tu cuerpo mientras te visto – le dijo Vega con su voz y su
mirada irresistibles.
El
roce de sus manos en cada prenda que le puso, su lengua recorriendo los muslos al
subirle las bragas, sus caricias en los pechos antes de ponerle el sujetador, los
besos en su cuello y en su boca al abrochar la blusa… excitaron tanto a Clara
que le temblaron las piernas durante gran parte del día.
A mediodía, Vega Rota fue a la comisaría, acompañada de
su abogado, para que le tomaran declaración sobre su visita a la casa de su
hermana aquel viernes en que se cometió el crimen. La inspectora Castillo no
quiso asistir y puso alguna excusa para que fuese su compañero Neira el que se
encargara de ello. Le tomaron muestras de saliva, pelos y las huellas para ver
si coincidían con algunas de las no identificadas.
Gracias a la asistenta y al cotejo de huellas, se
identificó al tal Navarro. Se trataba de Alfredo Navarro, alias Freddy,
empresario de la noche, dueño de algunas discotecas y bares del ambiente
nocturno de la ciudad. Estaba fichado por posesión de cocaína y fue fácil
obtener una foto oficial de él.
Cuando la inspectora Castillo vio la foto del sospechoso,
recordó que había visto esa cara en las fotos que le había mandado Eva. Rebuscó
hasta encontrar la foto donde salía Vega y su familia, comprobando que uno de
los que salían en esa foto, al lado de Tania Rota, era Freddy.
Cuando Vega salió de declarar vio tras los cristales que
Clara estaba en su despacho, con el sillón girado hacia la ventana, inmersa en
sus pensamientos y frotando algo entre sus dedos. No quiso molestarla y pensó
en llamarla más tarde.
No tardaron mucho en recibir los resultados de las
pruebas. Las huellas de Vega Rota correspondían con las huellas de una de las
dos personas que quedaban por identificar, lo que la convertía en sospechosa.
Clara no podía creer que Vega mintiera otra vez, las
huellas, la foto, todo apuntaba a que tenía algo que ver con todo este asunto.
Mientras leía la declaración de Vega, recibió la llamada de Eva, quería verla,
tenía información para ella.
De camino a su cita con la periodista, sonó su móvil, era
Vega para quedar a cenar en el restaurante de la otra noche. Clara aceptó,
quería hablar con ella, tenía que aclararle muchas cosas.
– ¿Qué
tienes para mí? – le dijo Clara a la reportera después de saludarla.
Eva,
sin decir palabra, puso un sobre sobre la mesa, delante de ella, invitándola
con los ojos a que mirara su contenido. Cuando Clara miró aquellas fotos, vio
que era ella con Vega, la otra noche, cuando se despidieron en el portal de su
casa.
– Eres
tú besándote con esa mujer – dijo Eva con cara de incredibilidad.
– Qué
quieres que te diga Eva, no tengo que darte explicaciones de mi vida. ¿Quién
hizo estas fotos?
– No
tienes que preocuparte por eso, el que las hizo me debe algunos favores y no
las va a publicar.
– Pues
gracias, te lo agradezco. También me gustaría que dejara de merodear por esa
casa.
Se quedaron calladas, Eva cogió
la mano de Clara y la miró con un gesto dolido.
– Te
confieso que estoy celosa, que me ha dolido verte con ella. Me duele que no
quieras estar conmigo.
– Eva,
te recuerdo que fuiste tú la que me dejó.
– Lo
sé y es de lo único que me arrepiento en esta vida. ¿Qué tiene ella que no
tenga yo, Clara? Por favor, dímelo, convénceme de que me olvide de ti.
– No
sé, que quieres que te diga Eva, que me seduce como ninguna lo ha hecho antes,
que con tan solo rozar mi piel mi cuerpo tiembla como la luna en el agua, que
me excito con solo pensar en ella. Lo siento Eva, de verdad, no quiero hacerte
daño, olvídate de mí.
Después de despedirse, Clara no quiso volver a la
comisaría, estaba apesadumbrada tras el encuentro con Eva. Tenía tiempo hasta
la cita con Vega y decidió dar un paseo para aclarar sus pensamientos.
Cuando llegó al restaurante, ella ya la estaba esperando
y, al inclinarse para darle un beso en la mejilla, Vega giró la cabeza para que
el beso fuese en los labios. La reacción de Clara fue fría.
– No
tienes que preocuparte más por el tipo que merodea por tu casa, es un
periodista en busca de noticias – le dijo mientras se sentaba en la silla.
– Me
alivia saberlo pero, no creo que ese sea el motivo que te hace estar enfadada conmigo
– dijo Vega poniendo cara de querer una respuesta.
– Tus
huellas estaban en el dormitorio de tu hermana, en el lugar del crimen. El tal
Navarro es en realidad Alfredo Navarro, alias Freddy, con antecedentes penales
y casualmente, hay una foto en donde sales con él. ¿No dijiste que no le
conocías?
– ¡Dios,
cuándo se acabará todo esto! Ya no sé qué decir para que me creas. Sí, estuve
aquel día en casa de mi hermana, ya lo he declarado hoy en la comisaría. Aquella
tarde mientras discutíamos, Tania se estaba arreglando en su habitación, tal
vez por eso estén mis huellas allí. Y no, no sé quién es ese tal Freddy, tendrás
que enseñarme esa foto que dices que hay.
Clara
sacó del bolsillo de su chaqueta una fotocopia de la foto, que había hecho
antes de salir de comisaría, y se la enseñó. Vega la miró con detenimiento para
situarse en el tiempo.
– Esta
foto fue en el homenaje a mamá. Yo no quería ir pero Tania insistió mucho en
que era por mamá y que teníamos que estar todos juntos. Esto fue hace unos dos
años, mamá pertenecía a una asociación caritativa y sus amigas quisieron
hacerle un homenaje después de su muerte. ¿Quién es el tal Freddy de todos
estos?
– El
que está a la izquierda de tu hermana.
– Sabes,
Tania tenía el don de desquiciar a papá y en más de una ocasión, se presentaba
en las fiestas familiares con cualquiera que se encontrara en la calle como
acompañante. Aquello ponía frenético a mi padre. Sí, recuerdo a Freddy, me lo
presentó Tania aquella noche, y no le he vuelto a ver.
– Te
comunico que eres sospechosa de la muerte de tu hermana – dijo Clara con un
rictus de gravedad.
– Veo
que sigues sin creerme. No sé qué más he de hacer, me siento impotente, solo me
queda clavarme este cuchillo para demostrarte que no tengo nada que ver con la
muerte de mi hermana – dijo Vega mientras cogía uno de los cuchillos romos de
la mesa del restaurante.
– No
tienes que clavarte ningún cuchillo. Vámonos, se me han quitado las ganas de
cenar – dijo Clara levantándose de la silla.
La
noche era fría y caminaron sin hablar durante un buen rato. Vega cogió la
gélida mano de Clara y entrelazando sus dedos le dijo que la invitara a su
casa. Continuaron el resto del camino sin decir nada, subieron en silencio al
piso, entraron en la casa y la puerta se cerró con el peso de los dos cuerpos abrazados.
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Me gusta mucho tu historia Amina, ese suspenso policiaco y de investigacion, y ademas pasional es mas q genial, gracias!! . Paky
ResponderEliminarAlgo me dice que Vega está más implicada de lo que le hace creer a Clara. Por cierto,ésta Clarita...cómo se le ocurre liarse con Vega y poner en peligro la investigación,pero no contenta con eso,aún sabiendo que los fotógrafos están al acecho,sigue dejándose ver con ella como si tal cosa. Creo que no hará falta que presente la dimisión :-)
ResponderEliminarRita
Espero que sea verdad que no tiene nada que ver vega y que este sentimiento por clara sea real muy buena historia
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