Tempus Vitae
Capítulo 6
Prueba II
Nina
imaginó inicialmente que se tratara de una corriente común, debido a las nubes
en el cielo que amenazaban con la llegada de las lluvias, pero en cuanto
detectó el origen elemental de la tremenda fuerza del aire arremolinándose en
derredor, sintió como el velo de su rostro fue delicadamente retirado por lo
que se antojaba una mano invisible e inmaterial, luego el viento se hizo
cortante, sentía que poco a poco rasgaba incluso su ropa y algunos fragmentos
se alejaban en la distancia. Mas la joven no se movió ni un centímetro, sabía
de quién provenía aquel poder y no la delataría para evitar incordios mayores a
su joven Reina.
Bastó una mirada entre los iris
escarlatas de las dos mujeres, la muda pregunta de un ¿Por qué? Venida de la
Tempuria, y una expresión culposa de la princesa de Élide, que miraba a otro
lado. Nina estuvo a punto de deshacer la corriente con una barrera mágica,
cuando frente a ella apareció y en un pestañeo una cabellera cobaltina muy
conocida, el viento golpeó por breves momentos el cuerpo que como escudo la
cubría, pero aún más pronto, la corriente amainó hasta ser una suave brisa, una
silenciosa caricia. Ya el velo de su cara se había perdido entre las juguetonas
corrientes de lo alto, tenía deshechas algunas partes de su ropa, sobre todo a
la altura del torso, donde toda su espalda y vientre había quedado expuestos,
salvo por un delicado tejido sobre su pecho.
La Reina Tempuria miraba al frente,
tenía la familiar sensación de la deidad una vez más, pero Shizuru le daba la
espalda mientras hablaba con su hermano, asuntos de la construcción. No se
atrevería ¿Verdad? -¿Qué te pasó?- Cuestionó Natsuki volviéndose a mirar a su
amiga.
-Una furia de viento...- Mintió la
joven Wong, sin preocuparse ya de las secciones que exponía su piel y su
rostro, porque Natsuki la miraba como si fuera la obra más hermosa, con ternura
infinita. -Pueden ser... verdaderamente bromistas- Sonrió, a fin de cuentas, no
tenía un solo rasguño o herida en su piel.
-"La intención de la princesa no pudo ser tan mala si no me rasguño ni un
poco ¿Es que realmente está celosa?"- Pensó con un dejo de diversión.
-Creí que ya no existían los
elementales primigenios...- Pestañeaba con incredulidad, las Furias solían ser
seres de viento salvajes, hasta que los dioses los vincularon a los hijos de
Élide con el nombre de Aer antepuesto, pero de eso habían pasado muchísimas
generaciones, por lo que sería imposible que fuera un primigenio. También
ocurre algunas veces que los elementales sobreviven cierto tiempo aun después
de fallecer su amo, de modo que existía la posibilidad de que quedarán algunas
en el mundo sin un señor al cual servir.
-Siempre hay algunas por ahí...
sobre todo en tiempos de guerra como los que han transcurrido durante 15 años,
los apegos y el odio que tanto mal hace al ciclo de la vida- Nina levantó lo
hombros con desinterés, tratando de quitar hierro a la situación acontecida y
desviar el tema lejos de Shizuru.
-Por lo visto... No les gustan las
sacerdotisas, o les encantan- Añadió al final la Guardiana de Jade, notando
cuanta piel exponía Nina y cuantas miradas más se posaban sobre su escultural
figura, llena de aquellas primorosas líneas doradas, que había recorrido y
besado con tanta pasión. La Kuga se despojó de la chaqueta de su Draco Flake,
retiró los velos ajados del vestuario y cubrió a su amiga con ella. No se
preocupó mucho de sí misma, quedó a la vista una camisa de translúcido aspecto,
se notaba debajo de la prenda las delicadas vendas que cubrían el fémino pecho
de la joven monarca, pero Nina no supo decirlo de una forma adecuada.
-Alteza... no es necesario- Delator
fuera aquel sonrojo en sus mejillas.
-No es propicio que vayas con estas
ropas rasgadas... ni en paños menores, vamos pronto, iremos a Helios por algo
de ropa para ti- Aquel tono no admitía réplicas, de eso no tuvo dudas Nina.
Todo pasó ante la indignada mirada
de Shizuru, Nina subió sobre el lomo de Durhan y se sujetó de Natsuki a la
altura de su cintura. No pasó demasiado tiempo cuando se elevaron sobre los
cielos y se perdieron de la vista con dirección de la preciosa ciudad flotante.
-No es correcto, ni siquiera, aunque
careciese de un medio de transporte...- Gruñó por lo bajo la de cabellos ocres.
-¿Shizuru?- Cuestionó Reito ligeramente
extrañado por la conducta de su hermana ya que solo hasta la llegada de la
comandante Kuga, se observaba arisca y molesta. Él había dejado a los reclutas
para que practicasen en parejas los movimientos con la espada que ya les había
instruido. Claramente el castaño no perdió de vista las acciones de su hermana
y hasta le cubrió la espalda cuando la odiosa pelinegra de Jade intervino en
favor de Nina, incluso evidenció la reacción de su compañera de instrucciones,
su paciente espera por la cordura de la Fujino. -¿Por qué hiciste eso?- Pero el
castaño aun no tenía claridad acerca de los motivos de su hermana.
-Supongo que su encanto te ha
atrapado hermano mío... pero ten presente que tanta piel cubierta me ha
ocasionado sospecha sobre ella, podría ser la traidora que favorece a los
Reptilian sobre los suyos- Arguyó con frío tono, mientras aguardaba la llegada
del arquitecto con delatora impaciencia.
-Lo comprendo, pero no hace falta.
Sus marcas son doradas... símbolos de adoración a Chronos, los he estudiado
todos y cada uno- Afirmó el chico, al parecer ya acostumbrado a la presencia de
Nina en los alrededores, si tal vez todavía se portaba groseramente con Kuga,
de cierta forma la sacerdotisa polar se había ganado un merecido respeto.
-¿Cómo lo has sabido?- La castaña
sospechó inmediatamente de Reito, no creería que la joven Wong, la admirada por
Natsuki, le hubiera revelado sus secretos a un don juan como su hermano, o tal
vez, le había restado mucho crédito al encanto de los Fujino.
-Mi elemental, querida Zuru. Es
bastante útil cuando de ver más allá se requiere- Musitó el comandante con un
ademán de obviedad. -La luz se filtra, atraviesa si sabes cómo usarla-
-No es propio de un príncipe, tomar
ventaja de su elemental para fisgonear a las doncellas...- Negó con la cabeza,
pero no le reprochaba en el fondo, seguramente él también dudo de la misma
manera. Sin embargo, su método había sido considerablemente más sigiloso,
inteligente incluso. En su caso, Nina se había percatado de su intromisión y tal
vez, de más cosas.
-Y te aseguro querida hermana, si mi
padre no hubiese impuesto ese sello de bloqueo sobre ti, tú le darías el mismo
uso a Lux Vitae- Rió sin reparos el mayor de los dos. -La luz que todo lo
alcanza, el séptimo estado de la diosa te permite verlo todo... para mí, está
limitado al alcance de mi voluntad y por ende de mi pequeña Lux Kamera... pero
para ti es la omnipresencia de un dios, pensar que podrías verlo todo, pero
nuestro padre se preocupa demasiado ¿Qué mal podría hacerte gobernar sobre tu
propio poder? No necesitamos esta absurda alianza con nuestros enemigos, el
receptáculo de Vitae sería más que suficiente-
-Intentaría que no Reito, ella es
una deidad y yo soy mortal... la fuerza de un dios es algo que no se puede
subestimar, Vita no es un instrumento, es mi propia existencia y la de todos
los seres, es la consciencia del mundo que habitamos...-
-Estás tan reflexiva. Si no te
conociera Zuru, juraría que sientes algo por Kuga, que son celos, o te agobia
su proximidad a Wong... como si olvidaras tus promesas, o la que fue- El moreno
retiró el carcaj y el arco de su espalda, posándolas al pie de una piedra.
-¿Has olvidado tan pronto a Irial?- Así con su firme mirar posó
las manos sobre los hombros de su hermana. -Solo suyo era tu corazón, ni
siquiera ella cuestionaría tus juegos para calmar la sed de la piel-
-No- La de ojos rubí desvió la
mirada sin poder esconder una punzada de dolor en su faz. -Jamás... podría
olvidar-
Reito reforzó el agarre sobre los
hombros de la dama. -No puedes confiar en esa persona... no puedes dejar que te
seduzca en su extraña forma, no veas inocencia donde no la hay- Negaba con la
cabeza el mayor. -Nunca descuides tu espalda, Kuga es de cuidado, es Tempuria y
no solo los Reptilian han sido nuestros enemigos durante todo este tiempo...-
El joven Fujino tenso la mandíbula y susurró por lo bajo. -Fueron ellos y no
los Reptilian los que te la arrebataron-
-Mi enojo está fundado
debidamente... pero no puedo culpar a Natsuki por los actos de otros Tempuria,
no imaginó que Irial quisiera verme llena de oscuridad- Shizuru sostenía la
mirada de su hermano, aunque su faz fuese calma en el exterior una tempestad
arremolinaba dentro de sí. -Reito, la unión entre Tempuria y Élide es el camino
indiscutible a la paz, si Irial estuviese aquí, otras serían mis acciones,
pero... No es así- No evitó sentir roto un fragmento de su voz y su corazón.
El mayor no comprendía entonces como
la lealtad de su hermana se había deslizado sutilmente en la dirección
equivocada. Frunció el ceño. -Zuru... la palabra de un portador de Vitae ¿No
vale nada?- Presionó el muchacho apartándose de la menor, pero tocando cada
fibra con la esperanza de hacerla reaccionar.
-Lo es todo Reito... Pero ¡Ya no
está aquí! La persona destinada para mí... ya no está y desde entonces no hay
nada que me interese. Debo hacer lo mejor por mi pueblo y si eso significa
obligarme a yacer con Kuga, a indignarme orgullosa por las acciones de aquella
a la que el resto del mundo verá como mi Reina... aunque no sea mi... "Fatum Filum"- Suspiró un poco
antes de continuar. -Se hará-
-¿Lo dices por tus nupcias?- El
hombre de mirar sangría no evitó sorprenderse un poco. -La Shizuru que conozco
no hubiera dudado en clavar su espada en el pecho del enemigo, en el corazón de
esa comandante con la que ahora pretenden atarte- El castaño parecía contener
un rencor considerable hacia los Tempuria. -Su vida en tus manos hubiera
bastado para romper la vana esperanza de todo su pueblo y no lo has hecho ¿Es
cobardía?- Inquirió molesto. -Sé que desperdiciaste la oportunidad en la torre-
Reclamó entre dientes. -La desperdicias cada noche-
-Evité una guerra aún más grande...
los Reptilian son numerosos como una plaga, mas no pueden escalar las murallas
con el ovoide. En cambio los dragones... ellos podrían destruirnos desde el
aire si quisieran, para cuando eleve un escudo sobre el cielo muchas vidas se
habrían perdido ¿Eso querrías?- Refutó la castaña.
-No, sería suficiente si fueras
discreta. Me hice a un lado por Irial, porque tú eras su destino; Vitae te
escogió aunque no fuiste la primera... dime ¿Cuantas veces más tendré que
hacerme a un lado? Y ¿Ver que no haces nada?-
-Lo siento Reito- Sabía que como
hermanos habían tenido que competir durante toda su vida, que él fue descartado
en cuanto Vitae se manifestó sobre ella. -Yo honraré a Irial de otra forma, por
ahora haré lo que tenga que hacer y no va a ser, destruir a mi prometida...
puedo jugar con algunas cosas hermano, pero hay otras que no puedo mirar con
desdén... Kuga Natsuki, es la persona que fue escogida para mí- Suspiró
hondamente. -"Incluso a Vitae le
agrada, amainó su viento para no hacerle daño"- Se guardó para sí
misma aquellas reflexiones, estaba a punto de marcharse cuando una idea asaltó
su pensamiento. -Pero dime entonces ¿Por qué te interesa Wong? ¿No es tan
grande tu desprecio por los Tempuria?-
-Porque las marcas en su piel no
simbolizan una aberración, son una bendición... quizás ella lo ignore, que es
superior a Margueritte, su poder es grande además de hermoso- Sonrió el mayor
ante la mirada sorprendida de su pequeña hermana, quizás solo tenía fijación
por Natsuki más que por su pueblo en sí. -Deberías pasarte por la biblioteca a
leer un poco hermanita. Las sacerdotisas Polaris no son por completo de una
raza, se tiene registro de un híbrido así, de hace ocho generaciones atrás- El
castaño la miró con autosuficiencia, luego suspiró resignado. -Solo quería decirte
que no lo olvides jamás, cuando lo pidas Shizuru, yo te libraré de su
presencia... es una promesa, soy el mayor aquí y siempre voy a cuidarte... Pero
será tu decisión- El más alto deslizó su mano sobre los cabellos de Shizuru con
tierno gesto protector. -No me importa que pensemos diferente, solo pide lo que
realmente deseas sobre esto y yo asumiré las consecuencias ante nuestros
padres-
-No hará falta- La castaña se acercó
al mayor y le dio un beso en la mejilla. -Gracias por estar preocupado de mí, pero
lo resolveré... todo estará bien- Musitó poco antes de dirigirse nuevamente a
la muralla, debido a que el arquitecto había llegado y tenía que hablar sobre
los desagües que no habían sido tenidos en cuenta en los planos y el desnivel,
antes de que la piedra fuera fijada con el fuego de los dragones.
-No... No estará bien- Susurró el
otro mucho después de haber visto partir a su hermana. -"Una simple sirviente jamás será digna de
ti"-
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Estaba inquieta y molesta, no
imaginaba que su prometida fuera tan diligente en los menesteres que la
sacerdotisa de la Orden le hubiere propuesto, Shizuru había obtenido
información clandestina que circulaba entre las jóvenes sirvientes del castillo
y a saber cuántas más estaban al tanto de tan peligrosa cita, sobretodo porque
si ya habían mujeres de Élide dispuestas para la tarea, no quería pensar del
número disponible en Tempuria, a sabiendas de que Natsuki allí era conocida
como la reina. ‘Alguien’ había esparcido cuidadosamente el rumor sobre las
urgentes circunstancias, todo aquel tipo de dama que a buena hora estuviese
puesta a probar las mieles del amor con la solitaria comandante del reino
vecino, era bienvenida a presentarse durante el festival elemental con un
distintivo especial, ¿Cuál distintivo? Esa información se había perdido en el
voz a voz, seguramente muchas mujeres quisieron restarse rivales para la
ocasión ocultando aquel valioso fragmento de contenido. Quedaba claro que
después de aquella carrera en paños menores por el castillo, Natsuki se había hecho
de numerosas pretendientes.
La castaña heredera al trono de
Élide se movía de un sitio a otro impaciente, ni su cómodo lecho, ni el
ventanal, o las sillas dispuestas en medio de la amplitud de su habitación le
resultaban de alguna utilidad. ¿Por qué le molestaba tanto? -No es justo que
solo ella pueda divertirse mientras a mí la ansiedad me consume- Muy en el
fondo sabía que se estaba engañando, siempre apagaba la tristeza y la agonía en
otra piel, era esa la profunda razón detrás de su libertinaje ¿Cómo llenar un
vacío en el alma misma?
-Ara, parece que mi querida hija no
puede controlar sus apetitos- La reina que claramente había escuchado el
predicamento de la castaña sonrió negando con la cabeza. Shizuma conocía a
Shizuru en más de un sentido, unos que seguramente desconocía su esposo, pero
es bien sabido que hay cosas que solo deben ser dichas entre mujeres.
-Madre... realmente desearía un poco
de soledad- Susurró Shizuru saliendo al balcón de su habitación, donde sus ojos
elevaron la vista sobre el castillo flotante.
-Es difícil creer que algo que te
fue impuesto, sea lo más cierto para ti- La voz le vino de la derecha, así como
una mano gentil se apoyó sobre la suya, entonces miró los ojos de la más sabia
de las dos. -O es acaso que te preocupa esa joven-
Para que mentir, su madre podía
leerla como a un libro abierto. -Me parece que no soy lo que esperaba, supongo
que imaginaba alguien más recatada... alguien con menos experiencia, un mujer
capaz de entregar su amor sin reservas- Acarició el puente de su nariz. -Pero,
yo no soy esa persona y cuanto más la conozco, se me hace injusto que alguien
como ella deba resignarse a estar junto a una flor marchita, me gusta y me
parece hermosa, pero el camino que recorrí me impide tomar por completo su mano-
La joven castaña suspiraba con resignación. -Yo tampoco esperaba casarme en
primer lugar, todavía menos con una desconocida, cuando...- No lo dijo, no
quiso exponer su debilidad una vez más en voz alta. -Tú sabes bien, la razón...
y al final, se me reprocha mi pasado, como si renunciar a mis votos no fuera
suficiente, ¿Esperaba que la amase un instante después de conocerla? Cuando
representa todo lo que me ha sido impuesto, cuando me recuerda constantemente
el motivo de mi desgracia... y ahora el problema es que yaciese con otras
doncellas, como si dañara el amor que no siento-
-Ahora sus anteriores conquistas
preocupan a Shizuru, esta es por mucho una dificultad pequeña comparada con
tantas otras- La reina no daba crédito a lo que escuchaba, sabía que cualquier
joven pasaba por una etapa como esa, donde obtener al objeto de un deseo era de
lo más básico, pero sin un sentido realmente profundo, salvo por esa chica, es
historia que pensaba olvidada. -Eso significa que los pensamientos de Kuga son
importantes para ti-
-De ningún modo...- Retiró la mano
de la gentil caricia de los dedos maternos. -Pienso en lo que es apropiado, en
lo que debe ser... cuando me siento enfadada, porque ni siquiera preguntaron mi
opinión, no tuvo importancia mi sentir. Esperaba que padre respetara nuestras
tradiciones, y no fue así-
-Shizuru... los desatinos de tu
padre no son el problema, como Rey tiene que tomar decisiones difíciles, como
padre... lamenta ponerte en esta situación- Shizuma se acercó a la que aún
consideraba su pequeña y la abrazó por la espalda. -Sufre el corazón de mi
niña, pero se niega a decirme la verdad, si solo se trata de un acuerdo
político, no te obligamos a sentir nada por Kuga, ni le imponemos a ella el
amarte ¿Entonces porque molestarte tanto? Después de casadas, las dos pueden
hacer lo que acuerden o deseen, ser libres bajo el velo diplomático del
matrimonio-
La castaña lo sabía, la pregunta
detrás del gesto maternal. -Esa sacerdotisa, nos ha impuesto una prueba... algo
que nunca hubiera pensado, igualar las cosas entre Natsuki y yo parece
acertado, de no ser por el método- Tensaba los puños sobre el granito de su
balcón, con la vista granate perdida en los lejanos jardines.
-¿A qué te refieres?- La reina le
dio vuelta a su hija para contemplar sus ojos directamente.
-Ella ha de yacer con otra persona u
otras... si ha de entregar la tibieza de su piel, no será a mí- La nacarada faz
delataba descontento, pero había algo más. -Es una burla, esas no eran las
intenciones originales de Natsuki, es honesta en su forma de ser...-
La reina amplió sus pupilas
sorprendida, pero no se permitió ningún ímpetu. -Comprendo que las razones de
la sacerdotisa son difíciles de entender, pero ¿Qué sería de esa muchacha en tu
presencia? Es una guerrera excelsa, una soberana justa y devota con su pueblo,
poderosa en verdad, pero es una niña en los menesteres que atañen a la pareja-
-¿Tu sabía que Natsuki era la Reina
de Tempuria?- El rostro de Shizuru era un poema.
-La sacerdotisa del fuego eterno
expuso su predicamento con toda sinceridad, y las razones del ocultismo de
Kuga, ahora en verdad se esfuerzan por suplir las cuestiones que son
importantes para nuestros súbditos, tampoco queremos que las ocho casas se
opongan más a la alianza por detalles como tener una reina que no sepa
seleccionar un cubierto en la mesa- Shizuma sonrió divertida ante la expresión
de su hija. -¿Suponías que en verdad comprometeríamos a nuestra hija con
alguien que no portara la corona? Si tu padre iba a pasar por alto nuestras
tradiciones, no sería por menos que la paz definitiva-
-Pensé que lo había olvidado...-
Shizuru sintió disminuir una pequeña fracción dolor dentro de sí. Solo la
familia real y los aquarium conocían los acontecimientos, además del desdichado
desenlace, un hecho pasado que quizás la ocupada mente de su padre había
olvidado, le había dolido considerablemente, pero al notar que no era así, se
sintió un poco aliviada.
La reina vió la oportunidad de ser
objetiva con ella. -Hija, has sabido siempre que una reina no puede huir del
matrimonio, porque es el vínculo que te permite trascender a través del tiempo
y de la sangre. Sobre Irial... Un Fatum
Filum es como encontrar una aguja en un pajar, deberías sentirte feliz de
haberla encontrado, haber compartido con ella, infaustamente la has perdido,
entonces debes aceptarlo y desprenderte del hilo...- Murmuró con cierta dureza
la mayor, si Shizuru continuaba por un sendero tan amargo, estaba claro que
nada bueno se lograría de eso. Kenji esperaba con toda sinceridad que algún sentimiento
surgiera en la unión, a fin de cuentas los Élide creen que un Fatum Filum no
puede ser reemplazado si no es voluntad de la diosa y Kuga, era la mejor opción
a sus ojos.
-Eso pasará con el tiempo...- No
supo decir si fue del todo sincera. Shizuru no lo tenía muy claro.
-Entonces no cuestiones las
instrucciones que impone la sacerdotisa, Si no amas a Kuga, entonces no
pretendas tenerla con egoísmo. Porque sé cuan hábil eres al momento de deshacer
a una persona, se te ha criado para ser así, es algo que se requiere para
evitar que los nobles de las 8 casas te hagan pedazos a la menor oportunidad,
es imprescindible tal habilidad para un gobernante de Élide... pero es a la vez
una desventaja para su relación, tú no necesitas una muñeca maleable, requieres
a un igual, alguien que te ofrezca sincero apoyo cuando flaquee tu voluntad...
tu padre y yo pensamos después de conocerla un poco más, que ella puede
apoyarte con sinceridad, pero tú no pareces dispuesta a hacer lo mismo. En ese caso realmente Kuga no está preparada
para ti, ni tú lo estás para ella... sus circunstancias tienen solución, las
tuyas no... Así que ponerla al mismo nivel que tú, es la salida más evidente a
la disyuntiva-
-Eso significa que coincides con
ella... con la sacerdotisa Yuuki- La hermosa princesa frunció momentáneamente
el ceño.
-"Vaya
que estás encaprichada... Más que eso, pero no es suficiente"- Sonrió la Fujino mayor, centrando
su atención en el granate de aquel mirar. -No... Eso tal vez haga daño a las
tres-
-¿Tres?- Que contrariedad, ¿De qué
hablaba la madre?
-A ti, a Kuga y a la otra persona
que pudiera involucrarse- Aclaró con voz lenta y calmada, para no indisponer
los delicados nervios de Shizuru.
-Eso no es de ninguna manera un
consuelo madre- La doncella escondía su mirar en la suave melena castaña. -¿Qué
tiene que ver la lujuria con la igualdad?-
-Todo hija mía... más de una guerra
se gana en la cama fufufu- La reina acarició la mejilla de su hija y tomó su
barbilla para hacer que la mirara a los ojos. -Me consuela saber que la joven
Tempus ha removido emociones en ti, de esa manera no es un error el que hubiese
sido escogida para ti, sin embargo… Sé que el matrimonio nunca es algo sencillo
de manejar y has de saber que pasarán por momentos de seria dificultad, una
prueba no es más que un reto, una manera de probar tu fortaleza o tus
reacciones, la respuesta a la disyuntiva está en las manos de Shizuru aunque no
pueda verlo... pero esto sólo puede resolverse si llega a conocer a su pareja-
-Entonces... todo está perdido-
Levantó la barbilla. -Conozco más a los cactus de la frontera superior, que a
Natsuki-
-Nunca está todo perdido, no... Si
no dejas de buscar- Sonrió la reina, aun si Shizuru creciera hasta hacerse
abuela, siempre encontraría cosas por aprender, como Reina un día lo
descubriría, como madre aprendería muchas más todavía. -Encuentra la manera de
acercarte a ella, sin esas tontas rencillas que nacen del orgullo. Shizuru, si
no puedes amarla, nadie va a obligarte a hacerlo, pero lo justo sería que por
lo menos le des un trato cordial y te ganes su lealtad, su amistad-
-No puedo evitarlo, aprendí la
dignidad de mi madre y el orgullo de mi padre... pero algo más, quizás pueda
aprenderlo de ella- Murmuró con un suspiro.
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Seducir suele ser algo natural para
las personas, solo necesitan el momento adecuado y la persona indicada, sin
embargo, cosas como aquella para la excelentísima reina de Tempuria eran una
titánica labor. Así que allí estaba, intentando aprender los secretos del amor,
venidos de su incondicional amiga, Mai Tokiha. Pero Natsuki no comprendía que
había de malo en su manera de comer, de sentarse o de hablar, según Mai ella
era en pocas palabras... una mata pasiones andante. Tenía alrededor de 5 o 6
cubiertos todos muy parecidos entre ellos y un bufete para reyes, moría de
hambre y temía que los alimentos se enfriaran con tanta palabrería.
-¿Cuál es para la sopa?- Preguntó la
Tokiha con expresión indescifrable, según ella la etiqueta y el garbo a la hora
de comer era indispensable para agradar a una mujer, la sofisticación una
cualidad que atrajera corazones y la palabra, el medio para encantar a quien
fuese, lo demás saldría a relucir con regalos finos, los ambientes adecuados y
la intimidad propicia.
Natsuki se rascó la cabeza pensando,
no hacía media hora que su amiga le había explicado para qué era cada cosa,
aunque más pronto lo había olvidado. ¡Todos los cubiertos se veían iguales!
Tanteó con su mano, procurando con esfuerzo imaginar cuál sería la cuchara
adecuada para la sopa, le temblaba el pulso y finalmente, tomó la decisión...
mucho antes de rozar el cubierto, un reglazo le calentó la mano y no le quedó
otra que sobarse antes de volver a intentar, cuatro intentos y muy
infaustamente, la última cuchara elegida fue la adecuada. Pudo comer la sopa
con la mano encalambrada por tanto golpe, ya que según Mai, para personas
especiales como Natsuki, solo a golpes la información entraba en su cabeza.
Prosiguieron la tarde intentando
encontrar temas de conversación, libros, para poner en la cabeza de Natsuki y
que caminara con garbo, ropas adecuadas, perfumes, pinzas para su cabello, ese
que siempre encontraba divertido taparle la cara. Un día tan agotador, que la
pelinegra que se quedó dormida sobre una mesa y no acudió a su cita con Shizuru
en el establo, para dormir como había quedado tácitamente acordado.
Por su parte la castaña princesa de
Élide, caminaba de un lado para otro a la espera de su incumplida e impuntual
prometida ¿Acaso olvidaba el lío en que le metería si no estuvieran por lo
menos cada noche juntas? Como su padre se enterase de la ausencia de la
pelinegra, el muerto lo cargaría ella. -Ara... ¿Acaso estará siguiendo al pie
de la letra las órdenes de Nao?- Se preguntó en su trémula voz, el establo real
estaba completamente solo y todos los sirvientes tenían la orden de desalojar
el lugar pasada cierta hora, por lo demás su padre le había compadecido,
Shizuru había leído y firmado el edicto para la construcción de una torre en la
que el dragón pudiese entrar y habitar, con lo que gozaría de sus privilegios,
su cama y todos los artilugios para el cuidado de su nacarada piel, además de
algunas banalidades personales.
Pero lejos estaba la idea de sus
pensamientos, tomó asiento en la paja y contempló la fortaleza de sus manos
adiestradas para la guerra, todas aquellas tonterías de bodas y cursos
prenupciales le habían alejado de la gloria de la batalla. Levantó la vista
hacia el cielo a través de una de las rejillas del establo y vio la luna
brillar en el cielo. -Este silencio mortecino solo enerva mis nervios- Quería
distraer su mente de las ideas que la acosaban con el paso de los minutos, a la
medianoche su paciencia se agotó y se alejó del establo.
Shizuru vagó por las silenciosas
calles de Aurus, su ciudad natal se mostraba tan pacífica y al ver el ovoide,
así como la enorme masa de tierra en el cielo, comprendió porque... los
dragones surcaban los cielos en silencio, pero vigilantes, no había nada que
sus enormes ojos no pudieran ver en la oscuridad. -Sin duda los mejores
centinelas que hay y además hermosos- En efecto había dragones rojos, azules,
incluso verdes como si estuvieran hechos de las tonalidades más inimaginables,
incluso sus formas eran variadas, algunos alargados como enormes serpientes
surcando el firmamento, otros más gruesos de cuerpo robusto y enormes alas de
membranas fuertes, cada criatura era tan diversa que reflejaba un poco de su
portador, por ello cada dragón era único y es que en momentos así, comprendía
que aquellos seres arcanos no diferían mucho de sus elementales, eran la forma
expuesta del corazón de cada Tempuria, a la vista de quien quisiese ver.
-Entonces... el corazón de Natsuki es blanco y suave, pero fuerte- No evitó
decir para sí, al recordar la suavidad y serenidad del querido Durhan.
-Gracias a Chronos... la
encontramos- La castaña no imaginó que hubiese alguien despierto además de los
guardias, mucho menos que esa persona delatara el estarla buscando, se dio
lavuelta para encontrar a su interlocutora y allí estaba una somnolienta Kuga
con la mano puesta en el lomo de su peludo amigo, con la otra frotándose un ojo
y resplandeciendo su pálida piel a la luz de aquella luna, en aquel parque,
cerca de aquel riachuelo. -No podemos dormir-
Shizuru no entendía a qué se refería
la guerrera, sin embargo, tenía que mantener a raya su inconmensurable
necesidad de reír, en circunstancias como esa, su prometida no distaba mucho de
una niña pequeña. -Ara ¿Por qué no pueden dormir?-
Aquello despabiló un poco a la
pelinegra, un sonrojo nació en sus mejillas. Se calló cuanto quisiera decir, no
debió salir a buscarla, prefería pasar la noche en vela que decir... decir
aquello.
-Porque necesitamos a la princesa
para dormir, a mi señora le hace falta abrazarla y a mi envolverla con mi cola-
La voz grave y con tono místico del gran dragón de hielo se escuchó por primera
vez desde sus fauces.
La heredera de Élide pasó de la
sorpresa al bochorno y del tierno sonrojo a la maravilla. -Durhan habla- Espetó
abrumada gratamente, no había leído nunca de un dragón que hablara, pero siendo
enemigos lógicamente algunos secretos antiguos no habían sido revelados.
-Y para decir insensateces...- Se
quejó Natsuki roja cuál farol, mientras se cruzaba de brazos y procuraba
desviar la mirada a otra parte ¿Cómo podía su amigo traicionarle de esa manera?
-Me parece que Natsuki no es
sincera- Shizuru sonrió de una extraña manera, de una forma que la joven Tempus
no había visto antes, era un gesto sincero.
-Yo puedo hablar igual que mis
hermanos princesa- Sorprendentemente la entendida criatura hacía una venia en
su presencia, no sin por ello evitar un pequeño golpe que le dio Natsuki en una
pata a su manera, para reprenderlo.
-No te inclines ante ella... "eres descendiente de un dios, ten más
orgullo"- Refunfuñaba. -Todavía no es tu reina- Añadió a modo de
argumento y Durhan por toda respuesta dejó caer su cola sobre el hombro de
Natsuki, que bien podía pasar del peso de una pluma a una pared de granito, así
la Guardiana de Jade yació en el suelo y bajo la cola de su hermano Draconiano.
La límpida risa de Shizuru llegó a
los oídos de ambos, Dragón y doncella miraron en su dirección. La joven se
divertía como pocas veces con el singular par, casi había olvidado las razones
para reír y le sorprendía que fuera la orgullosa Kuga, con sus torpezas, la que
causara su alegría. -Ambos son muy graciosos- Afirmaba descubriendo con su
delicada mano, la sonrisa dulce que Natsuki comenzaba a apreciar como a una
gema.
-Gracias- Reitero el Dragón,
contento por ayudar un poco en la difícil tarea de unir al par, sin embargo,
Durhan no contaba con el mal pie de su ama.
-Idiotas...- Se levantó del suelo,
después de escurrirse de la cola del Dragón como un gusano, hasta finalmente
erguirse cuan larga era. -Tú no ves que ella se ríe de nosotros y tú- Señaló
con dedo acusador a la castaña. -Me tienes trasnochando por nada-
Shizuru volvió a posar su pétrea
expresión en su cara y mirar con desdén a la reina, mientras el ser alado
negaba con su enorme cabeza. ¡Su ama era tonta en verdad! Había arruinado un
buen momento con sus impertinencias. -Si ese es el caso, Natsuki puede volver a
sus aposentos y dormir a pierna suelta, lo demás me tiene sin cuidado- Pero
Shizuru no confesaba que era un alivio el saberse buscada y encontrada, porque
era claro que, en su presencia, Natsuki no podría cumplir las órdenes de la
sacerdotisa.
Por su parte para la bella Tempuria,
las cosas no eran tan fáciles. Ya lo había intentado, dormir sobre su dragón
como lo hizo durante toda su vida, aun cuando era una niña de apenas 3 años, y
fue infructuoso, algo les faltaba a los dos y era la engreída princesa de
Élide. -Te ordeno que vengas a dormir conmigo- Impertinente e idiota, se apuntó
mentalmente Durhan al escuchar semejante sandez, nunca en la vida Natsuki
ordenó nada a nadie, todo se lo ganaba con el ejemplo y el esfuerzo, pero que
malo resultaba que ahora la corona de Tempuria le hubiera herniado las neuronas
en el cerebro.
-¿Me ordenas?- Siseó una Shizuru muy
molesta, mientras daba pasos sigilosos como la criatura que pretende devorar a
una presa.
Natsuki tembló ligeramente, todos
sus sentidos se alertaron ante la oscura aura de enfado que proyectaba la
princesa, tragó saliva, sintió incluso la necesidad de detener el tiempo. Sin
embargo, como decía Mai: "No puedes
huir de todo y aprovecharte de tus privilegios como Tempus para ello, a lo que
temes debes enfrentarlo como si estuvieses en el campo de batalla, con
valor..." Si supiera Mai que Shizuru era y por mucho más peligrosa que
un ejército entero de Reptilian.
Cerró los ojos esperando la típica
bofetada, puede que una patada en los bajos o incluso el jalón de orejas,
cualquier tipo de combate prohibido entre los guerreros, del aire deshonroso,
pero valido para las circunstancias que enfrentaba. A diferencia de todos sus
abrumados y nerviosos pensamientos, lo que sintió le dejó perpleja. -Ella nada
dijo... de no devorarte a ti- La voz hipnótica de la castaña la tenía en el
oído, sus labios muy cerca de su lóbulo y sus muñecas sujetas por las manos
sorprendentemente fuertes de ella. Solo se sintió caer al suelo con el peso
extra, con la forma de sus curvas sobre su armadura, que sólida ante el fragor
de la batalla y la tensión, era tan flexible como la tela en los momentos de
relajación. -¿Qué? ¿Qué haces?- El cuerpo no le respondía y menos aún, cuando
los labios de Shizuru se plantaron en la base de su cuello, lamiendo, mordiendo
toda la piel que tenía a la vista.
Natsuki nunca había tenido sensación
tan intensa con cierta doncella, esa electricidad o ese urgente calor
recorriendo toda su anatomía, pero lo que más le sorprendía, era el cuerpo que
sobre ella pareciera diseñado para amoldar con el suyo. Que cada caricia que le
era prodigada por esa hábil mujer, tocaba la fibra más sensible de sus libidos
y su deseo, en el cenit del ciclo del sol rojo. Se dejó hacer, secretamente
dominada por los besos de la princesa, sobre el pasto del jardín en el parque
principal de Aurus. Sintió las manos aflojarse, para desatar los broches de su
armadura, dejando su piel casi al desnudo, apenas un par de vendas cubrían su
pecho, pero ello no preocupó a Shizuru, que no tardó en dar un beso al vientre
esculpido por las incontables tareas diarias y batallas de Natsuki. Los ojos
rubí contemplaron la marca de la corona en su piel, un símbolo arcano en la
cintura baja de la pelinegra y con sus húmedos labios besó allí. La castaña
sintió el temblor de la joven que apresaba con lujuria y se posó sobre sus
caderas que, pese a la indumentaria de ambas, se movió involuntariamente contra
la de ella, haciéndole sentir un cosquilleo sorpresivo.
Shizuru se sabía deseada por los
ojos esmeralda que la miraban con un extraño fulgor, con esa ansiedad que veía
en cada una de sus ‘víctimas’ y algo de eso le molestó. Esperaba algo diferente
de ella, una vana expectativa que se había ganado la orgullosa Tempus. Ese
pequeño momento de cavilaciones, logró que Natsuki también tuviese su momento
de iluminación, recordó la fuerza de sus piernas, de su torso y de sus manos
para darle vuela a la situación, quedando ella sobre la castaña. La mano gentil
que se acercó a la pulida mejilla y las pupilas rubí se abrieron sorprendidas.
-Shizuru...- Susurró esa voz grave y por primera vez la piel de la castaña se
erizó. Natsuki ladeó la cara y se mordió los labios, lo cual, sin duda, hizo
temblar más a la mujer castaña. -Shizuru se hace desear como pocas mujeres...
pero yo deseo algo diferente, más que solo su lujuria-
Extraño en principio, después
comprensión. -Ara, suponía que Natsuki no me encontraba atractiva- Shizuru
encontró la calma, porque unos brazos la envolvieron en ese momento y le
brindaron un calor, una seguridad diferente.
-Una princesa... que no puede ver
mis transparentes sentimientos, eso me entristece- Natsuki dudó aferrándose más
a ella. -Soy yo quien le resulta desagradable y por eso... juega conmigo- Había
un tinte de dolor en su voz y Shizuru se mordió el labio con culpa, era tan
cálida y estaba lamentando haber puesto a prueba su voluntad de esa manera. No
tenía el derecho, como Shizuma había dicho, si no podía darle más que migajas
de un corazón roto.
El abrazo se aflojó y las esmeraldas
le miraron de una manera diferente, con una dulzura tal que parecía desnudarle
el alma misma. -Nat...- Shizuru no pudo decir nada, unos labios silenciaron los
suyos con un cuidado tal, que toda la imagen de mujer dura y tosca de Natsuki
se evaporó en un suspiro. Le besaba con cierta habilidad, una maestría
singular, era conscientemente tierna, sincera y se esmeraba por cuidar de ella
en cada tacto delicado, así como el sabor de sus labios se antojaba un manjar,
la textura y sus bocas fundidas en una estremecedora caricia delataba la
desbordante pasión que le había dejado sin aliento el día que la contemplo
altiva en el salón. Cuando se apartaron por la falta de aire, Natsuki junto su
frente a la de Shizuru. -No quiero estar con otra persona... pero Shizuru no
siente lo mismo ¿Verdad?- La pelinegra se puso de pie, cerró los broches de su
armadura, cubrióse la piel de su torso casi desnudo ante un mohín de los más persuasivos
en la faz de la princesa.
-Natsuki Ikezu- Se quejó Shizuru
incapaz de negar o afirmar nada. Solo hasta ese momento notó que yacían
cubiertas por la enorme figura del dragón que se había enroscado para cubrirlas
de cualquier mirada curiosa y cuyas extensas alas cubrían los acontecimientos
de sus semejantes aéreos. Pese a su silencio, Durhan les había procurado la
mayor intimidad posible a sus majestades, la castaña agradeció el gesto con su
silencia sonrisa.
Natsuki subió en la montura y le
extendió la mano a Shizuru, para que abordara al dragón más fácilmente. -Es
hora de que conozcas mi hogar, mi forma de vida... hoy Shizuru conocerá el
esplendor de Helios, nuestra ciudad flotante y la comodidad de mi lecho, uno
tan digno como el suyo- La castaña observó con un dejo de duda la pálida mano
¿No pretendía secuestrarla allá arriba verdad? Mientras la pelinegra se
cuestionaba a que se debía ahora tanta dilación. Intempestivamente se
escucharon los graves y profundos sonidos de las cornetas hechas de cuerno de
Turokonte, un animal de cuatro patas, una cola larga ampliada en la punta,
pelaje azabache, temperamento salvaje y enormes proporciones, cuyos cuernos de
centro hueco eran poseedores de un gran tamaño y producían un sonido
característico de gran alcance. Era la alarma, algo ocurría lejos del alcance
de la vista en tierra. -¡Sube!- Natsuki eliminó la distancia entre sus dedos,
inclinando su cuerpo y tomando la muñeca de Shizuru, para jalarla con fuerza y
obligar una más oportuna reacción. Rápidamente la princesa de Élide, yació a la
espalda de su prometida, sujetando firmemente el vientre cuyos besos había
descubierto anteriormente, sonrió lejos del alcance de la vista de la Kuga,
nunca sus manos habían sentido tan atlético cuerpo, ni piel tan suave como la
suya, pero... ese sería su pequeño secreto.
-Tenemos que saber lo que pasa-
Afirmó Shizuru con una nueva convicción en la mirada, se adivinaba la
determinación de enfrentar el problema cualquiera que fuese.
Las alas del gran dragón blanco se
agitaron, levantó ligeramente el polvo del lugar, para elevarse rápidamente
hacia el cielo nocturno. Tras alcanzar una altura suficiente para ver a través
de las enormes murallas de Aurus, los ojos escarlatas miraron abrumados lo que
acontecía, a lo lejos, sobre el arrasado bosque de Nerinia que Natsuki había
incendiado ganándoles así numerosos kilómetros, se veían lejanas luces de
antorchas e incontables filas de ejércitos ordenados de Reptilian, enfundados
en resistentes armaduras negras de acero. ¿Ordenadas filas? ¿Armaduras? La
consternación no tardó en acudir a la faz de Shizuru, pues aquellos seres jamás
atacaron de forma ordenada o contaron con armaduras. La castaña sabía que en la
horrenda noche oscura hace tantos años, aquellos monstruos barrieron sobre las
tierras de Élide como una plaga y causaron tal daño, solo por el número de sus
ejércitos y la fuerza descomunal de sus guerreros, así como el factor sorpresa,
de haber sido ordenados y liderados adecuadamente, entonces no quedarían
sobrevivientes, ni su nación hubiese podido ser reconstruida.
-Debemos alistarnos para las
represalias, ordenar a nuestros ejércitos y plantear una estrategia de ataque
en conjunto con su padre- Musitó Natsuki comprendiendo que aquella batalla
sería diferente a las demás y que ahora como nunca, debían analizar el riesgo
al que se enfrentaban.
-Requiero verlos más de cerca...-
Necesitaba asegurarse, bien podría ser un señuelo y claramente en la oscuridad
diferir siluetas superpuestas con antorchas resultaba difícil a tal distancia,
por otro lado ¿Qué podrían hacer aquellos seres desde la lejanía del suelo
estando ellas sobre el lomo de un dragón?-Debemos sobrevolarlos para tomar una
determinación más adecuada-
-Es peligroso, no sabemos lo que
puedan hacer o que...- Refutó Natsuki sopesando las posibilidades, nunca le
había gustado subestimar a su enemigo, no si por esos seres su reino entero
corría el riesgo de extinguirse, sólo la prudencia y la paciencia le habían
permitido reagrupar a su gente.
-Ara ¿Acaso es cobardía lo que
delatan los temblores de Natsuki?- Pero Shizuru sabía siempre que decir y cómo
decirlo para obtener lo que deseaba.
-Yo no le temo a nada... ¡Durhan!-
Con las riendas del gran dragón de Tempuria y un fuerte aleteo, la figura
dracónica se apresuró a bajar en picada por el borde de la gran muralla hacia
los campos abiertos, ganando una velocidad pasmosa. -Agárrate fuerte
princesita- Musitaba la pelinegra antes de indicar a su montura el elevarse
nuevamente para ganar gran altura con una rapidez sorprendente.
Las figuras aladas hicieron el
ademán de seguir a su reina solo por seguridad y así un total de 5 dragones con
sus señores surcaron los cielos alcanzando en poco tiempo las planicies
calcinadas del Erinia, sobrevolaron al ejército de los Reptilian durante
algunos minutos, los suficientes para observar la batalla que se avecinaba. Se
adivinaban centenares de ellos ordenados en cuadrillas, de al menos cien
criaturas por cada cuadrado de armaduras negras, sin embargo, la aguda vista de
los Dragones contemplaba los miles de Reptilian que yacían ocultos en el cobijo
de los árboles intactos en el corazón del bosque. -Ya hemos visto suficiente...
debemos informar al rey- Musitaba una Natsuki parca, cuyo instinto le indicaba
cuán peligroso resultaba yacer tan cerca de ellos, ante las nuevas maneras del
enemigo.
-Ve más cerca...- Indicó Shizuru
cuyos ojos apenas podían divisar a las legiones de criaturas que avanzaban con
una marcha sincronizada, aún bajo las armaduras nada podían hacer sus lanzas.
-Es peligroso- Refutó la pelinegra,
mala espina le daban los cambios en el bando contrario y subestimarlos no era
una opción. Natsuki sabía que no luchaban ya contra un ejército de monstruos
individuales, donde cada criatura pensaba y actuaba de forma caótica bajo el
influjo de sus impulsos, de modo tal que ante sus ojos contemplaba un ejército
capaz y dispuesto a dar una buena pelea.
-La cobardía de Natsuki me abruma-
Siseaba la castaña, cuyas limitaciones visuales le espetaban a espiar con más
precisión a sus rivales, pero lo que más curiosidad le ocasionaba era sin duda
el mutismo de los monstruos que no hacían nada pese a la evidente aparición de
los dragones.
-La estupidez de Shizuru es lo que
realmente sorprende- Sin ningún dejo de tacto, la pelinegra movió las riendas
para regresar al castillo e informar sus conclusiones sobre la batalla que se
avecinaba, temía que fuera mucho peor de lo que esperaban.
Molesta por la desobediencia de su
prometida, la castaña se apresuró a introducir las manos entre las fisuras
laterales que los broches no cubrían, con sus enguantados dedos comenzó a
picar, e incluso a tocar la sensibilidad del delicado pecho la otra. Pero
Natsuki soportó pacientemente la tortura que, si bien no le hería, incordiaba
demasiado a su sensible cuerpo, así como no esperaba que fuera tan infantil su
prometida. En cuanto yacieron bajo la cubierta segura del escudo y a salvo en
las blanquecinas murallas de la torre superior, la Kuga descendió a raudo trote
por las escaleras, obligando a la princesa Fujino a seguir su paso con
dificultad. Una vez cruzaron entre guardias hasta el salón del trono y se hizo
silencio a la espera de los reyes, la discusión tuvo lugar.
-¿En qué diablos pensabas?- Increpó
Natsuki. -¡Pudimos caer del Dragón! Sobre un vasto ejército de las fuerzas
enemigas y seremos hábiles, pero contra miles hubiéramos perecido en vano...
has solicitado inconscientemente acercarnos ¿No pensaste acaso en la
posibilidad de que usaran armas aéreas? Hubiese sacrificado a 5 valiosos
guerreros y a sus 5 Dragones por tu terquedad... a la gloria de tu vanidad-
Shizuru no daba crédito a lo que
escuchaba, la dignísima ‘Reina’ volvía a delatar su porte y altivez,
ordenándole a ella. -¿Vanidad dices? Tantos años de confinamiento solitario han
carbonizado tu cerebro. Los Reptilian no poseen semejante armamento, ni el
suficiente intelecto... quizás se parece a Natsuki en ello- Se cruzó de brazos
indignada, no entendía por qué tanto revuelo, estaban a suficientes metros de
altura como para no ser alcanzados por sus lanzas aun si los lagartos
humanoides las arrojaran con todas sus fuerzas.
-¡Quien sea que los lidere sí!
Tenían grandes rocas lisas y redondeadas dispuestas bajo arbustos en sus
laterales, esta forma puede alcanzar mayores alturas y un mayor nivel de
destrucción, tras la arboleda había catapultas perfectamente disimuladas y sus
soldados estaban armados con arcos y flechas- Increpaba Natsuki lo que para
ella era evidente. -Esta vez no atacarán con palos y rocas, esta vez tienen
todo lo necesario para eliminarnos si somos tan descuidados- El iris esmeralda
miraba intensamente a Shizuru, había una guerra en sus ojos y mucha tensión
entre las dos. El orgullo lideraba nuevamente a sus majestades y ninguna quería
dar el brazo a torcer.
-Eso no es razonable, ¡No vi nada!
Por eso solicité acercarnos, pero el miedo ha vencido a la ‘excelentísima Reina
Tempuriana’- Shizuru picó con su dedo el pecho de la pelinegra.
La mano enguantada de Natsuki
rechazó de un manotazo a la intrusión de Shizuru. -Tú no posees los ojos del
Dragón, nuestro vínculo es más fuerte... compartimos pensamientos, la vista y
otros atributos. Así que no puedes confiar en la limitación de tus sentidos
bajo el velo de la noche, confía en mí... ¡Por una maldita vez!-
-¿Confiar en la persona que acepta
un trato tan truculento con una estúpida sacerdotisa? Sería darle demasiado
valor a un juicio nublado, ciego por decir lo poco- La mano de Shizuru dolía,
pero no se permitiría delatarlo ni un momento, aun si la reacción de la
pelinegra era natural, no esperaba tal cosa de ella.
-¿En que resulta relevante eso
ahora? ¡Tengo que cumplir cada estúpida regla del acuerdo para poder
desposarte!- Dio un paso más cerca de ella. -No entiendo porque todo es tan
complicado, tanta ceremonia para lo que es natural... si fuera a la usanza
Tempuriana ya serías mi Uma-
-¿Desposarme? Por favor, me has
rechazado momentos atrás... ese es claramente el menor de tus intereses... se
bien que tus labios han probado otros antes que los míos, no puedes ser tan
inocente, no si me has besado de semejante manera- Shizuru cuestionaba como
alguien que tenía tan escasa experiencia en las artes amatorias, pudo encontrar
rápidamente el movimiento sublime, el enfoque perfecto, lo suficiente para
hacerla desear no detenerse.
-Eso no debe importarle a quien sólo
espera cumplir un pacto político entre nuestras naciones, un deber como
princesa simplemente- Natsuki desvió la mirada a otra parte, esa era su mayor
inquietud. Se esperaban que algo bueno surgiera de todo eso, cuando ella misma
tenía tantas dudas al respecto. -"Puedo
destrozarlo todo, detener el tiempo, enfrentar ejércitos... pero no hay nada
que me proteja de Shizuru... si ella no puede amarme, entonces no tengo
esperanza, sólo la fría muralla debe ser"-
-Si va a hacer algo, debe hacerlo
bien... ¿Realmente encuentra sensato lo que dijo la sacerdotisa? Es una
verdadera idiotez- Increpó la castaña intentando con esfuerzo llevar el tema
con algo más de suavidad, pero su tono de voz era realmente amenazador.
Natsuki se observó a sí misma en los
ojos rubí, incendiados de algún extraño sentimiento que no podía comprender.
Pero en su corazón no deseaba ser simplemente una más. -¿Y que si obedezco a la
sacerdotisa? ¿Y que si deseo hacerlo? No pretendo ser una más de tus conquistas
o tus pasatiempos... si tú has podido estar con otras doncellas en medio de
nuestro compromiso ¿Por qué no puedo hacerlo yo?-
Shizuru no lo pensó dos veces,
simplemente dijo aquello que sentía. -¡Porque eres mía!- Su voz fue escuchada
en el exterior de aquellas puertas y detuvo a las personas que pretendían
entrar para llevar a cabo la reunión de guerra. -Una promesa es una promesa...
y Natsuki es mía-
La pelinegra desvió la mirada
molesta, eso no era lo que deseaba escuchar. -Solo soy un capricho... te
molesta la simple idea de no ser la primera, pues bien... no lo eres, yo ya he
cumplido la solicitud de sacerdotisa-
El iris sangría amenazó con salir de
sus cuentas y musitó con duda. -Eso no es posible... no podría servirse así una
doncella, no en tan poco tiempo "y
tan escasa habilidad como elocuencia, no sólo la belleza puede alcanzar un
cometido como ese"-
-Incluso te atreves a pensar que soy
incapaz... pues sabes ahora que no somos para nada ‘impotentes aéreos’- Natsuki
sabía cuán grande era su estupidez al revelar un secreto, al romper esa promesa
a Nina, pero prefería hacérselo pensar, herir el orgullo de la otra que solo
buscaba su propiedad.
Por primera ocasión la castaña
volvió la mirada sobre la mesa con el mapa de su querida nación. -Entonces ya
no hay más por decir, tenemos una gran batalla a las puertas de Élide, a los
pies de Helios... nuestro lazo, como dices, es meramente por el bien de
nuestras naciones y necesitamos que nuestra gente se una para luchar por la
supervivencia, así que no necesitamos ya a la sacerdotisa, ni a nadie para
aprobarlo... mañana serán nuestras nupcias, luego iremos a la batalla...
pantomimas como la noche de bodas o el afecto, salen sobrando- La castaña se
dio la media vuelta, no estaba doliendo su pecho de aquella manera por un
desliz, era el continuo rechazo de Natsuki lo que corroía su amargura, haber
pasado por todas esas cosas con ella, para descubrir que la belleza pelinegra
sólo pensaba en la nación de los dragones, eso estaba doliendo. Shizuru
entendía entonces que la morena no era tonta, había sido más sagaz al entender
las necesidades de su gente antes que las propias, no se unieron por amor en
primer lugar, lo hicieron por Élide y Tempuria, nada más.
Natsuki sintió algo apretujarse en
su interior, algo que le instaba a no dejar las cosas de ese modo, sabiendo que
la mujer que saliera por la puerta del gran salón, no sería más la misma en lo
futuro, pero la voz no acudió para decir nada, se quedó de pie en el salón, simplemente
mirando como la castaña se marchaba. -"Ve
tras ella"- Le llegó a la mente una voz grave y profunda.
-Desea soledad Durhan, hasta alguien
como yo... sabe respetar eso- Respondió con voz baja, apretando el puño.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Cristalsif - Derechos Reservados
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Dios que capitulo , le dieron en el orgullo a nuestra princesa. Y ahora sabemos el por que es así; no pinta nada bien la continuación con la guerra, espero que por lo menos tratan de llevarse bien en su matrimonio. Muchas emociones, como siempre un gusto leer la historia. Saludos.
ResponderEliminarHola cristal como estas meencanta esta historia.me facina dios no tardes tanto porfavor es tan wao.si tienes un libro te lo pido me facina escribes muy bien y bonito y haces ir mas alla donde la imaginacion cobra vida
ResponderEliminarDios te bendiga.y me gusta tu historia.sigue escribiendo .gracias mucho.
!Que forma de empezar un fin de semana¡ Cristalsif Sos indiscutiblemente la mejor. Un abrazo.
ResponderEliminarEspero el proximo esto esta muy emocionante *-* saludos
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