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Danza entre Lobos - Cristalsif - 32

Danza Entre Lobos

Capítulo 32

Lumina Nocturna II


Perdida en la distante bruma de los delirios que tan ciertos estremecen, de las imágenes que están lejos del alcance y la comprensión mundana de los que no son amantes, de la vida, ni apasionados, más allá de su propia humanidad, así se encuentra cada noche… deslizándose por parajes desconocidos, esperando encontrarle una vez más. Busca ansiosamente la luz nocturna de la luna en el cielo, esperando sin paz a que transcurran las banalidades de la vida que se antoja mustia y agobiada sin la cálida presencia de aquella criatura divina. Así que el velo del sueño la cubra, para verla, aunque sea solo una vez más, cierra así sus ojos de lila y de sus cabellos rojizos se impregna la indigna almohada. Entonces escucha el arrullo de la voz que con quedos susurros la llama, a la espera de su encuentro y no sabe ella que se condena otro poco cada vez que afirma el silencio su sincero anhelo, se adentra así en un mundo onírico.


De pie sobre la cima de la meseta, al borde de las escaleras de granito contempló la antigua puerta de madera adornada en rojo que era la entrada de su morada, del santuario mismo junto al lago, así un camino extenso se mira frente a ella, comenzaron sus pasos a moverse y sobre sus piernas se contaron los metros de distancia recorridos, más no siente fatiga alguna, el viento acaricia su mejilla como antesala de su llegada, inevitable fuera verse expuesta a la luz de los rayos cálidos que descienden del cielo para toparse con los obstáculos de las ramas vivas de los árboles y aquellas codiciosas hojas que le esconden la dicha de deslizarse sobre la piel de la dama. Lo sabe, más no afirma ni se atreve a negar que la sensación es como una caricia tímida que entibia y da calma, o perturba y se anhela con más fuerza.

Arribó entonces al centro del santuario de una que Divina aún no se presentaba, sus ojos violeta vagaron sobre el precioso paraje, el camino de árboles se abría como una copa circular y en derredor del santuario se formaba un jardín de preciosas flores rojas, doradas y plateadas. En el centro de la planicie de aquel pequeño valle y en el borde colindante de un cristalino lago, se alzaba portentoso un castillo de la antigua era, con techos curvados como un sombrero triangular, grandes vigas de madera roja y puertas corredizas de papel grueso con inscripciones antiguas realizadas por una sublime caligrafía. Tal edificación estaba cimentada en el suelo de mármol del más prístino blanco jamás visto, así como una plataforma de madera clara se alzaba un metro sobre la superficie acuática dejando tras de sí un reflejo como de espejo en las tranquilas aguas. A pesar de no haber entrado en la edificación Mai Fujino se imaginaba cuán amplios sería sus gloriosos salones de solo verla, sin importar cuantas veces pudiera contemplar aquel lugar de ensueño, estaba segura de sentirse maravillada en cada ocasión de visitarla, más no se atrevía a exponer su anhelo de conocer los aposentos internos de la casa de una diosa.

Casi triste por verse privada de la vista interna del lugar, tomó asiento en los verdes pastos a escasos dos metros del borde del lago, uno tan tranquilo que pareciese congelado en el tiempo. Suspiraba a la par que transcurrían los minutos y luego lo que se antojaba demasiado tiempo para ser descortés y una falta a los buenos modos. La dama comenzó a impacientarse, casi fruncía el ceño y tras la primera hora, lanzó exasperada una piedra al lago, ya sin cuidar el recato. La piedra surcó las aguas dando saltos, hasta el momento en que se sumergió en las profundidades dejando tras de sí ondas infinitas en el lago. Se cruzó de brazos y por vez primera aquel lugar cálido y tranquilo dejó de parecerle hermoso, sin la dueña de esa casa, aquel lugar sería como el bello cuadro que se observa durante un tiempo prudente en una exposición de arte, para luego pasar a otro de la colección.

Solo entonces el destino quiso apiadarse de ella, una voz llegó a sus oídos. -Sepa disculpar mi tardanza, más una imperiosa y esforzada labor me ha ocupado hace unos momentos- Era la apacible voz de la que esperaba. -Pero temo dulce Mai, que lo que lejos de este mundo son minutos, aquí son horas, y ha sido una circunstancia en verdad inaplazable...- Añadió con pesar la clara y suave voz proveniente del lago.

Aun molesta pese a las excusas, la pelirroja respondió sin atreverse a mirarla. -¿Qué puede decir quien es mortal y se ocupa de cosas banales cuando se comparan con los menesteres que agobian a un dios?- Casi se encogió de hombros como sintiéndose pequeña e insignificante, incluso Takumi hacía cosas más importantes que ella en la cotidianidad de sus labores en Tsu y eso le molestaba, sus esmeros eran menos apreciados, casi imperceptibles.

Mikoto no necesitó leer la mente de Mai para saber el malestar que causó congoja en su corazón, si de verla a través del collar con la gota de cristal conocía tanto de ella, esto hizo más grande su condena y más inalcanzable su anhelo, pues no puede un dios burlar los caminos y senderos que escogen los mortales, salvo mirar, susurrar en su oído para hacerse escuchar como una pequeña idea, un sutil impulso... -Nada de lo que Fujino hace es menos importante... los entramados del destino y de la vida, se enlazan en las circunstancias y el tiempo más pequeños, del mismo modo que la tela consta de hilos para componerse. Pero dime ¿Tan molesta estas que no quieres verme? O deseas despertar y que no vuelva a inmiscuirme en tus sueños- Tentó su propia suerte y que desatino era ese, un dios esperando que el albur le rindiera un poco de frutos.

Mai sintió estrujarse su corazón, la idea horrorosa de no volver a compartir sus sueños con la Diosa o bien no habitar en los suyos, algo que no tenía del todo claro en esos momentos, le espantaba como pocas cosas, ¿Que sería de su vida en la ausencia de la calidez de aquella deidad que por algún extraño azar del destino le dedicaba su tiempo? Toda conclusión, o razón encontrada por la Fujino, fue simple, una vida muy larga y muy solitaria para ser una Diosa, así que se obligó y de forma instintiva a volverse para ver a Mikoto. Más pronto que tarde, se arrepintió de buscarla con la mirada, oh culposa delicia y tormento, pues la figura de la Diosa se mostraba peligrosamente cautivadora y extasiante a la vista. Mikoto escurría gotas cristalinas por su piel, había emergido del lago y el agua adhería la tela de sus celestiales atuendos, ya de por sí escasos de prendas que dejaban muy poco a la vívida imaginación de Mai. Los labios carmín se abrieron sin poder esconder su asombro y maravilla al verla, como la vez primera, desde la ocasión en la que la deidad gatuna se presentó nuevamente ante ella en aquellos peculiares sueños que empezaron en cuanto arribó a Tsu.

-Mi paciencia es tan pobre como la de cualquier mortal... mis sentimientos igual de frágiles, así que la soledad de este lugar me hizo ver que la belleza no solo está dicha por los tintes y colores que ven mis ojos, si no también... por las personas- La joven bajó la mirada y estrechó entre sus dedos la gota del llanto de la criatura de ojos ambarinos. -En este caso... por su presencia-

La pelinegra de erizados cabellos sonrió tan alegremente que su expresión bien podría opacar a la del mismo sol. -Yo también...  Te extrañé- Tan simples palabras, tan naturales que no parecieran surgir con alguna intención más que la honestidad cristalina de la joven.

Mai levantó la mirada con un brillo sublime, Mikoto miraba a otro lado ligeramente sonrojada como si se hubiera percatado de la indiscreción de sus palabras. Para ser una diosa se comportaba muy humanamente, como una chica de su edad o incluso más joven, pero más de un milenio aguardaba ya en el reloj de arena de aquella criatura. La de ojos violeta se mordió los labios, cruel anhelo, odiosa envidia, la observaba y no evitaba pensar, quienes fueran las gotas cristalinas como diamantes deslizándose por su cuerpo, quien fuera el tenue viento acariciando la divina piel como el amante escurridizo que escapa por la ventana al llegar el alba, quien no soñara ser aquel blanco algodón adherido a ella, ver su vientre esculpido y delgado, su pecho delicado y respingado, una cadera tan estilizada como toda ella, en verdad Mikoto no era una mujer exuberante, pero los dioses sepan que era tan bella y misteriosa como un gato, perdióse la pelirroja en sus pensamientos hasta la ocasión en la que los ámbar de la señora de Fukka le miraron nuevamente y se obligó a guardar el decoro, rogaba a otro dios que la dama no hubiese leído sus indecorosos pensamientos.

Rauda para encontrar una distracción distinta y de su voz surgieron palabras no muy pensadas. -De las ocasiones en las que he estado aquí, más ansían mis ojos ver la gloria terrenal del lugar que puedes llamar casa ¿Tienes un templo donde pueda ir a orar cuando no puedan verte mis sueños?-

La expresión de Mikoto ensombreció drásticamente, aunque pronto recobró la sonrisa, -Me avergüenza decir que no existe ya un templo, ha sido derruido por el tiempo y el olvido... así que no hay un lugar al que puedas acudir en busca de bendiciones, pues en verdad yo todas te las daría sin reserva-

Mai se sonrojo de vuelta por el brillo felino en los ojos de la otra fémina. -Yo iré... al lugar que digas, aun si no es un palacio, si está viejo o desgastado, solo por ser el lugar donde estés sería tan cálido como tú. Iré para que no sea olvidado el nombre del dios Gato, pues no hay nada más cruel ¿No es así?-

Mikoto asintió con melancólica expresión. Caminó hasta yacer de pie junto a Mai y levantó sus manos para sostenerlas entre las suyas. -Apenas quedan ruinas olvidadas entre la maleza, los árboles y los destrozos que hicieron los ancestros de Fukka... no es un lugar al que quisiera llevarte alguna vez- Bastaba perderse en la intensa mirada dorada para que Mai fuese incapaz de negar algo a la deidad, no por su origen divino, solo por ser ella y agitar por dentro los secretos de su corazón que se agitaba ante el eléctrico contacto y la juguetona caricia de los escurridizos dedos de la Diosa. La joven pelinegra sonrió amablemente ante el asentimiento de la chica y rauda respondió su siguiente inquietud. -Por otro lado, el dios Gato no es más que un apelativo, pues todos olvidaron mi nombre, no así mis habilidades-

-¿Y cuál es tu nombre?- Inquirió con duda, incluso abochornada por tardarse tanto en preguntarlo, había dado por sentado que “El dios gato” era su nombre.

-Ame-Nigishikuni-Nigishiamatsuhiko-Hikono-no-Mikoto... un nombre quizás demasiado largo para ser pronunciado, así que puedes llamarme Mikoto-

-Y ¿Porque dios gato? ¿Porque no diosa de ámbar como tus ojos? ¿O hija de la luz? Algo... menos masculino ¿Tal vez?- Inquirió con inocencia la dama, aún tímida y nerviosa por el eléctrico contacto sostenido de sus manos, comenzaba a ser inquietante el efecto de aquella mujer sobrenatural.

Mikoto dejó escapar una bella sonrisa en sus labios apreciando la dulzura que causaba la pelirroja a su corazón, pero pronto su expresión se marchitó hasta hacerse amarga, la explicación no era más amable que el trato recibido durante siglos de falsedades. -Ellos maldicen mi nombre... quienes oyeron de mí o me vieron alguna vez hace 400 años, dijeron a sus hijos lo que mi crueldad puede hacer... hace tanto tiempo, mi estela se observó en el cielo entre rayos y nubes con un fulgor dorado, entre sombras y niebla... yo luché con la fiereza de un león y mis ojos, los que tu contemplas con tanta bondad, fueron causa de terror para los demás.  Esta mirada fue aguerrida en batalla, felina en la noche con un destello que no puedo ocultar... pues la luz no se esconde, solo brilla. Fui sigilosa pero a quien vio mi rostro en el fragor de aquella lucha, le fue imposible nombrarme, solo decir lo que fue visto y después descrito... así que ellos me temen como al lince de la montaña, como a los ojos de la muerte venida de una fiera gatuna- Concluyó desviando la mirada sobre el lago. -El dios gato es cruel, es vengativo y oscuro... así me describen las gentes de la tierra en la que yazgo encerrada, tan maldita como cada uno de los Kruger que antecedieron a Natsuki... “aunque para ella no será más la maldición, la mía no acaba todavía...”-

-No puede ser cierto... temería si eso fuese verdad- Estrechó con fuerza las manos de la joven morena, esperando impaciente que no continuase aquella indiferencia, una mirada que se niega a verla sería un desplante en toda regla. -¿Cómo podría la maldad hacer de este lugar un paraje tan bello? No puede ser Mikoto la persona que ha sido descrita de forma tan ruin-

-Me vieron... me juzgaron, y contaron negras historias a sus descendientes, todos pensaron que mi ira causó tanta pena, una angustia capaz de arañar las entrañas de la tierra inmaterial- Al volver a cruzarse sus miradas, la deidad le mostró a la Fujino los ojos completamente atigrados, tan lustrosos y grandes sus iris, preciosos como el oro líquido con pequeñas pupilas negras, tan intensos que se hacía imposible observarlos demasiado tiempo. -Siempre estarán asustados de lo que no entienden... y solo por eso no los culpo, esa la razón de mi clemencia pues ya hay suficiente sufrimiento en Fukka como para ser yo quien añada más carga-

Por momentos así Mai temía incendiar la ira de un dios, sobre todo si la misma le exponía tan lamentables palabras, pero ello no le importó, abrazó a Mikoto con todo lo que tenía dentro de sí, un sacrilegio seguramente, castigable, tal vez... pero no se arrepentirá nunca de aquel contacto que fue correspondido con firmeza y cuidado. -¿Quien eres? No creo, no siento que la criatura desdeñable que describen-

La morena apoyó la cabeza en el hombro de la pelirroja. -Soy la espada rota del señor de la tormenta, mi padre Susanoo se avergonzaría de mí sí me viera... pero también soy la obra esforzada de la luz que todo lo toca, mi gentil madre, Amaterasu. Simplemente no puede ser por entero frío y duro mi corazón, ha sido blando, quizás demasiado... Esa fue y será mi condena, Fujino-

La pelirroja respingo ante la idea de ser tan distante el uso de su apellido. -Mai es mi nombre... solo usa mi nombre... cuando dices Fujino, es un nombre quizás demasiado largo para ser pronunciado, así que puedes llamarme Mai- Sonrió ladinamente, parafraseando las anteriores palabras de Mikoto con toda intención.

La diosa la observó y no evitó sonreír, con una sensación más tranquila dentro de sí. -Oh Mai, qué bello es el nombre que se forma en mis labios al pronunciarlo- Casi saboreaba decirlo. -¿Deseas comer algo? Sería mala anfitriona, si no ofreciera aposentos más cómodos y viandas dignas de mi invitada-

-Es un sueño Mikoto- Mai escondió en su mano una límpida carcajada. -No me agobia el hambre o el calor, esta es la sensación del bienestar absoluto-

-Eso significa que a pesar de observar el santuario durante días ¿No deseas entrar?- Tentó la de ojos ambarinos con tono aparentemente desinteresado.

-¡Eso ni lo dudes!- Dijo poco antes de apresurar a Mikoto hacia la entrada del precioso santuario que en aquel mundo onírico era el hogar de la diosa.

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-Ya no temo decir lo que es liberador, porque tú eres la luz más intensa que jamás vi y al mirarte a los ojos, sin importar la forma que tomes, sé quién eres… tú eres mi dulce Natsuki, a quien yo más atesoro…- Ladeó el rostro con lágrimas desprendiéndose de sus ojos escarlata. –Te amo… sobre las miradas ciegas de los que no entienden… Te amo Natsuki- Se levantó de puntitas y le dio un tenue beso a su nariz.

-Te amo… Shizuru- Repitió con suavidad una voz entre gutural y fémina… -Es liberador… es como volver a respirar- De ese modo la figura maldita se irguió cuan alta era y elevó su hocico hacia el techo, como si en aquella caverna la piedra no ocultara la vista del cielo azul. Al fin sintió romperse mil cadenas, tantas como hebras grises tenía sobre su cuerpo, pudo así acallar las voces de los hijos de las lamentaciones hasta tener un pacífico silencio, una luz tan intensa y celestina como una estrella azul lo llenó todo, haces y matices del arcoíris se dispersaron en todas direcciones a través de los prismas que formaban las gotas que flotaban todavía a su alrededor. El lobo levitó ligeramente mientras los trazos de marcas doradas se desprendían de la piel bajo el pelaje, las formas comenzaron a cambiar hasta tornarse aún más delicadas y femeninas, hasta hacerse humanas por completo.

Cuando el vapor y la luz se dispersaron con una corriente de aire cálido, Shizuru pudo al fin apartar las manos de su rostro cegado por la luz, volvió la vista a un lado intentando acoplar nuevamente sus pupilas a la mustia luz de las lámparas y antorchas, la innumerable cantidad de gotas levitantes se precipitaron una a una por efecto de la gravedad bañándola nuevamente con su calidez. Llovía sobre su piel y la de otra persona acuclillada sobre la superficie del agua termal, centró entonces su atención en la persona frente a ella, notando que la criatura era tan humana como ella misma... recordando rauda la promesa que había hecho desvió la mirada a otro lado y cerró sus ojos fuertemente para no ver lo que estaba prohibido a su vista.

Shizuru escuchó un movimiento agitado en el agua y un cuerpo caer sobre el suelo marmolino a su izquierda, mordió sus labios sin saber qué pasaba, ¿Acaso Margueritte osaba intervenir una vez más? Negó, esta vez no la tomaría por sorpresa, tenso su cuerpo escuchándolo todo a su alrededor, esperando...

-No te angusties... es solo que, no iba a dejar que se ahogara en el agua y muriera en este lugar sagrado-

-Muy magnánimo de tu parte...- Negó sonriendo, Natsuki se ocupaba incluso de detalles semejantes a pesar de ser la peliverde quien atrevió un ataque en su contra. -Yo la hubiese dejado a su suerte-

-Mirame...- Susurró con ligera duda su grave y gentil voz.

-Natsuki... sabes que no debo- Se mordió los labios ¿Acaso probaba su lealtad? Si tantas veces le advirtió del peligro que eso suponía.

-Es una súplica, esta vez... no te asustare...- Natsuki insistió.

Shizuru suspiró con ansiedad, todavía negando, aunque podía sentirla tan cerca. -No temo ya a la forma del lobo, temo más a la humana que tanto me advertiste no ver... aunque muera por ver los ojos adorados sin el marco del metal-

-También te dije que un día podría retirar esa promesa de ti... hoy puedo hacerlo, pues me has liberado con tus sinceras palabras- Un tacto más suave que la seda se deslizó por la mejilla de la castaña. -¿Podrías creer que tanto amor existe?- Shizuru no evitaba temblar, no de frío más bien de calor, simplemente asintió. -Tanto así, que el mundo se detiene cuando estás cerca de mí y no he conocido sensación más intensa o más dulce que el susurro de las palabras que pronunciaste para mí- Las conocidas manos se deslizaron por su cuello bajando por sus hombros hasta su cintura.

-Eso puedo entenderlo, cuando tu tacto acaricia más profundo dentro de mí- No sentía fuerza para sostenerse en sus propias fuerzas y repentinamente el aire era tan pesado, temblaban sus párpados.

-Deshiciste mi sufrir, por favor ve lo que se guardó en un cofre solo para ti...- Casi fue posible sentir esos labios en su oreja. -Esperaré entonces hasta el momento en que no temas más-

Shizuru sintió a Natsuki apartarse, espantada estiró el brazo y sus dedos alcanzaron la mejilla húmeda notando que ningún metal se le oponía, nada cubría el rostro que delataba ya no ser el de un lobo, sintió la mano de la otra estrechar la suya con ternura infinita. Dejó de temer, dejó de forzar sus párpados y poco a poco abrió los ojos, un poco borroso al principio, luego fue tan nítido que supo jamás olvidaría ese momento. Entre sus dedos yacía el rostro como dormido de un ángel que cerrando sus ojos apoyaba la mejilla en su palma, era la expresión de paz más bella jamás vista, una tenue sonrisa en los labios rosáceos que conocía de memoria, era increíble siquiera suponer que aquella criatura dotada de tanta gracia fuese la Natsuki que había visto minutos atrás, su piel nacarada y delicada, sus facciones tan prístinas como las de un ser solo habitante del mundo de las fantasías, sus cejas de un negro cobalto como su larga y lacia melena estaba delineada con la perfección del trazo de pinceles, su nariz respingada era tan pulida como las esculturas de los artistas consumados de la corte de Windbloom, su mandíbula siempre prodigiosa ahora estaba completa, pero a esa persona la había visto ya en sueños.

-Una ninfa... ¿Sería lo que verían mis ojos para hechizarse al verte?- Preguntó sin estar segura de que fuera solo un sueño en el que la intrusa ninfa de los bosques hubiera intentado usurpar un lugar perteneciente a otra persona.

-¿Ninfa?- Natsuki levantó su rostro y como si despertara de un sueño, le permitió a la castaña contemplar la brillante e intensa esmeralda que ocupó cada dia para verla, en las mañanas al despertar, en una sonrisa. ¡Siempre estuvo ahí! Tanta gracia, tanta devoción.

-No... Natsuki es mucho mejor que un sueño- Susurró con voz queda, casi atontada. -Tuviste razón todo este tiempo, sería insoportable no volver a verte una vez más- Exhaló su aliento y trató de recuperar el aire con más necesidad, la cabeza le daba vueltas.

La Kruger acudió rauda a su lado y la sostuvo en sus brazos procurando con cuidado que Shizuru no se desvaneciera en las aguas. -Llevamos mucho tiempo aquí...-

-O me afecta darme cuenta... cuán tonta fuí- Se dejó cuidar, tal vez el calor le afectaba o no había recuperado sus fuerzas a pesar de tanto dormir.

-No te entiendo mi amor- Natsuki pasó sus manos bajo sus brazos y sus piernas para sostenerla por completo.

-Te soñé... antes de tenerte junto a mí-

-Son locas ideas...- Preocupada se apresuró a salir de las termas y llevarla fuera de los vapores calientes que tal vez fueran causantes de aquel extraño comportamiento.

-No más que mis desvarios... si al verte, me siento abrumada ¿Estás segura que no he perdido el juicio por tu causa?- Decía con voz cantarina la castaña mientras su joven esposa subía por las escaleras de caracol.

-Comienzas a preocuparme...- Los iris glaucos ya delataba la angustia junto al bello rostro ahora tan expuesto y que Shizuru no se cansaba de mirar.

-Solo... solo estoy embriagandome de ti... ¿Acaso eso es motivo de angustia?- Shizuru sonrió ladinamente, tan mal no podría estar si tenía la ocasión de bromear.

Natsuki no hizo más preguntas, llegó a la planta superior donde estaba su recamara, una vez allí llevó a la castaña a la cama. Buscó una toalla para secarla y ropas para evitar un resfriado a su esposa, sin dar demasiada importancia a la escasez de su indumentaria. Desde la cama Shizuru tenía una mejor vista del cuadro completo, suponía estar soñando o confundiendo realidades, porque la escultural figura de la joven  era exquisita, casí agradecía la valiosa privacidad del lugar, su vientre esculpido por mil batallas, su pecho sutilmente disimulado por las prendas rasgadas de la que una vez fue una camisa blanca, sus piernas expuestas entre la tela de sus pantalones, esa cadera que la condenaría una y mil vidas. Cuando por fin podía ver el marco sofisticado de aquellos ojos jade. No evitaba sentir una intensa agitación, suspirando, arañando el aire alrededor y no lograba entender a qué se debía aquellas extrañas reacciones, una sensibilidad tan intensa y expuesta como la piel de su amada.

Natsuki llegó a su lado y comenzó a secar la humedad de su mejilla. -¿Estás bien?- La tocaba y era como sentir la fiebre en cada ápice de su piel.

-Sueño ¿Es eso?-

-No... te lo he dicho amor, me has liberado...- La pelinegra sonreía, ya sin fronteras ocultas, simplemente con esa expresión que le recordaba a la castaña a los ángeles de aquellas pinturas en el pasillo olvidado del castillo, ella era sin lugar a dudas más bella que todos esos cuadros.

-¿De qué?- No lograba hilar sus ideas, menos aún teniéndola tan cerca.

-De la maldición, condenada al aspecto de un demonio hasta el día en que mi amor fuera correspondido con la misma intensidad, eso representaba la flor de cristal en aquel cuarto... la esperanza que has plasmado en mi corazón-

-Pero... yo no he hecho nada Suki-

-¿Nada?- Natsuki negó con la cabeza, sin dejar de sonreír. -¿Acaso amar más que a la vida misma es nada? Entonces deja que la nada te abrace hasta que puedas creerlo amor mío-

Shizuru sintió los brazos siempre protectores abrigarla en un gesto lleno de amor, se aferró a su espalda y a ella con una extraña sensación en su corazón. -Lo lamento... en verdad- Sollozo cerca del oído de la pelinegra.

-¿Que tienes? ¿Porque te disculpas?-

-No sé porque al ver tu hermoso rostro me siento culpable, soñando con una desconocida cuando eras tu la dueña de esa imagen, cuando no sabía que aquellas fantasias me apartaban más de la idea de estar junto a ti... era un engaño en mi mente que me obligaba a sentir y desear a alguien más-

-No te entiendo... ¿Alguien más? ¿Pero que era como yo?- la expresión confusa de Natsuki, plagada de un tenue dolor que delataba sus celos hizo esconder el rostro a Shizuru.

-Cu... cuando nos comprometimos, yo soñaba con una mujer, alguien a quien perseguía a lo largo de un bosque, esa persona no se mostraba a mi, no en los primeros sueños que tuve. Con el tiempo volvía a mí, diciendo que aguardaba por mí y cuando finalmente vi su rostro, se precipitó a un abismo sin fin en un lago hecho de hielo... yo no evitaba fantasear con esa persona o sentirme angustiada por el dulce sueño que se convertía en pesadilla, sin saber o entender que esa expresión te pertenecía a ti ¿No es acaso como un engaño?-

-Yo... no tenía idea- La de glauco mirar tomó asiento en el borde de la cama, no sabía si sentir celos o no, si agradecer o maldecir a quien a buena hora le hubiese inducido semejantes sueños a la joven.

-Estuve dividida entre la imagen de tan bella mujer y la persona que conocía de ti, estuve molesta mucho tiempo por nuestra unión, por la forma en que se dió, pero...- La castaña se arrodillo en el lecho y abrazó por la espada a su esposa. -Pero después, aquella persona me pareció poco si le comparaba con la dulzura y la gracia que desprendía Natsuki en cada acción, en cada momento que pasé a su lado, el aspecto dejó de tener valor, y la contradicción se desvaneció por completo... es por ello que creí por un momento que mi mente me jugaba una mala pasada al ver que la mujer de mis sueños fue siempre el gentil sirviente de Tsu, el joven pretendiente enmascarado de la fiesta de antifaces en mi cumpleaños, la chica temblorosa en el altar aguardando por mí... y la fiera guerrera capaz de proteger a las gentes como si se tratara de una leona cuidado de sus cachorros ¿Como no amar a alguien así? ¿Como no decir las palabras atoradas en mi garganta? Si perderte ha sido desde entonces la más horrorosa de las pesadillas- Shizuru no evitaba llorar en el hombro desnudo de Natsuki. -No permitas jamás que este terrible miedo que atenaza por dentro a mi alma se haga realidad... por favor-

La Kruger comprendió que la situación acontecida en el campo de trigo y la acción homicida de Tomoe Margueritte había mellado profundamente el corazón de Shizuru, y que una mano oscura plagó de dudas innecesarias a la persona que con tantos esmeros al fin pudo conquistar ¿Competir contra la mejor versión de sí misma sin saberlo? Eso era jugar sucio, en verdad cuestionaría un par de cosas a Mikoto cuando la viera otra vez.

Se dio la vuelta. -Aquí estoy... no me iré, yo tampoco sabría qué hacer en un mundo sin ti, así que te prometo velar por la flama de mi vida y de nuestro futuro cada día- Acarició con suavidad las mejillas húmedas y con su pulgar limpió cada lágrima, pronto reemplazó a sus dedos con sus labios hasta deslizarlos sobre los labios añorados de la bella de Tsu. -Te amo...- Susurró entre besos, sintiendo por vez primera el roce de aquella dama en la piel nunca antes expuesta.

Natsuki junto su frente a la de Shizuru, cerró sus ojos respirando con cierta agitación. La humedad tibia entre las dos delató un aroma metálico. -Aunque debería empezar a cumplir mi promesa ahora...- Dijo con una sonrisa cansada, sosteniendo su costado entre sus palmas.

La castaña observó sobre su regazo notando la mancha carmesí en los despojos de la camisa de su amante. Se puso pálida instantáneamente, casi con náuseas, pero dejó de pensar en ello y rauda  se deslizó sobre la cama hasta llegar a la mesa de noche donde estaban los implementos del botiquín. Aún más rápida, desgarró lo restante de la camisa de Natsuki, limpió y vendó la herida que pronto recordó, fue la causada por Margueritte y por tanto la más reciente de todas, podía notar los moretones que dejaron huella en la piel blanca de la pelinegra, ahora tan evidentes en su torso desnudo.

-Lo lamento, tal parece que ahora no sano a la misma velocidad... nunca me sentí tan humana, ni tan feliz por ello- Dijo una sonriente Natsuki.

-¿Feliz?- Levantó una ceja por demás contrariada.

-La fragilidad que sólo ostentaba en la luna llena, ahora es permanente... ya no tengo que esconder nada de ti Zuru-

-Ara ara, eso significa que Natsuki estará convaleciente y no podré aprovecharme de ella en un buen tiempo- Se quejó la Fujino.

-¿Qué?- Las pupilas de la antes lobuna se abrieron desmesuradamente. -Eso... no es justo-

-Parece que no solo yo me encuentro un poco ansiosa fufufu- No evitó reirse la de ojos sangría.

-¿Estás ansiosa?- Ahora si que estaba sorprendida.

-Bueno, Suki siempre me ha parecido extremadamente deseable, aunque no pudiera ver su rostro... tiene una figura soñada, pero ahora teniendo a la vista semejante imagen y por fin completa, no me siento inmune a los efectos del encantamiento que tan espantada tuvo a Natsuki durante tanto tiempo- La peliocre se inclinó cerca del rostro de su amada, que se miraba tan sonrojado en ese momento. -No sabes cuantas veces anhele tomar a la preciosa ninfa de mis sueños, lo cual es perfecto ahora que sé... son la misma persona-

Aquello no le gustó tanto a la pelinegra que desvió la mirada a otra parte, sentir celos de la imagen vista en el lago encantado, saber que esa apariencia despertaba los deseos de su esposa y no sentirla propia del todo, le molestó ligeramente. No tuvo la ocasión de hacer reclamos cuando alguien pateó la puerta principal de su habitación.

-¡¿Natsuki te encuentras bien?!- Aquella voz no podía venir de otro que no fuera el padre de la pelinegra. Takeru miró en todas direcciones y de pronto un rojo tan intenso llenó su cara al notar la comprometedora posición en la que se encontraban las jóvenes.

-¡Largooooo!- Gritó la pelinegra cubriendo como mejor pudo a Shizuru con las sábanas, si bien la chica contaba con su batola de noche, aquella prenda húmeda estaba tan mojada que poco o nada escondía la selecta ropa interior bajo ella. Natsuki se puso de pie cubriendo con sus brazos el pecho desnudo y notando cuan petrificado estaba en su lugar su padre, no tardó ni un poco en sacarlo a patadas de la habitación.

Ya fuera de la habitación el hombre mayor todavía pestañeaba incrédulo e incapaz de mover un músculo a pesar de lo enojada que estaba su hija.

-¡Te dije largo papá!- Esta vez sí que lo pateó.

El pelinegro cayó de sentón en el suelo y elevó la vista para mirar a su hija, el ni siquiera notaba que la joven estaba prácticamente desnuda del torso, o que los pantalones estuvieran adheridos a ella por efecto del agua, ya que muy grandes si le quedaban, Takeru estaba simplemente asombrado de ver la cara de la menor expuesta. -¿Es luna llena? Yo pensé que el calendario... ¡Lo arruinasteeeee! ¡No debías mostrarle tu rostro a Shizuru!-

-¿Qué diablos haces aquí? ¿No ves que es lugar privado? ¿Qué te costaba tocar la puerta antes de entrar?- Murmuró iracunda Natsuki sin dejar de cubrir su pecho. -Cómo hayas visto las partes privadas de Shizuru te mato, ¡¿Lo oyes?!-

-¡No seas idiota!- El moreno se puso de pie ganándole dos cabezas a la Kruger. -Percibí el aroma de tu sangre y pensé que... que te había pasado algo malo, pero en verdad que has metido la pata... ¡Hasta el fondo!- El lobuno reaccionó y puso su mano en el hombro de su prole. -Hija en verdad no has debido, ahora ya la señorita no... no podrá amarte por lo que eres, corre riesgo su cordura ¿Lo sabes?-

-Papá... no es luna llena y si percibes mi sangre es... porque la herida no sana a la misma velocidad que hace unas horas- Natsuki sonrió y ladeó el rostro olvidando por un momento lo inoportuno que había sido el mayor.

-¿No es luna llena?- Aún no captaba el mensaje.

-Ya no tengo la maldición papá...-

Tan pocas veces en la vida le llamó de esa forma, que recibir el apelativo tantas veces en un día solo podía significar que... las enormes manos del padre se posaron sobre las mejillas de su hija, las cuales apretujaba un poco y luego estiraba como si dudara de que esa fuera su cara. -Es... es idéntica a la de tu mamá, con algunos rasgos míos...- Al hombre tan varonil como pocos se le escaparon las lágrimas. no dudó ya ni un momento abrazar a su hija, levantandola incluso del suelo.

-Pa..Papá, eso...- a Natsuki le costaba respirar en lo que se antojaba una prensadora gigante. -Eso... duele-

-Oh..- La bajó en el acto. -Como lo siento mi niña- Al fin reaccionando el mayor notó lo inapropiado de su hija en el pasillo casi desnuda, retiró la capa de su espalda y con ella cubrió los hombros de Natsuki.

-¿Por qué no te quitas la máscara...?- Cuestionó la menor, envolviendose mejor en la capa de su padre, que se le antojaba tan grande como una sábana negra.

-No creo que sea tan apropiado hija...- Dudo Takeru, tantos años portando el objeto de metal que retirarlo de su rostro le causaba gran inquietud.

-Y yo estaba aterrorizada de arriesgarme a que Shizuru viese mi rostro ¡Ponle valor!- Le animó la más joven, a su espalda llegó Shizuru envuelta en sábanas, el mayor volvió a ponerse rojo.

-Yo... yo le pido me disculpe señorita- Murmuró más que avergonzado.

-Escuché sus razones- Sonrió la castaña. -En su posición también hubiera derribado la puerta-

Takeru agradeció la comprensión de su nuera, luego miró a Natsuki quien le hacía un ademán de continuar, de atreverse a retirar la máscara encantada del lobo.

El Kruger suspiró profundamente antes de llevar las manos a su casco, entonces lo retiró de un jalón y tanto Natsuki como Shizuru pudieron ver el rostro de un hombre tan guapo y gemelo como el del Rey Taeki de Windbloom, más pronto se desvanecieron las sonrisas cuando el caballero de ojos azules comenzó a mutar su faz, las convulsiones de su cara metamorfoseando hasta ser la del conocido lobo negro, tal cambio hizo dar un paso atrás a la Fujino.

Shizuru se apenó grandemente de su instintivo actuar. -Disculpe, no estoy tan acostumbrada... - No supo qué más decir en su defensa, sin siquiera notar que Natsuki temblaba de pie y no de espanto como ella.

-No pasa nada hija mía- Dijo el hombre antes de activar las gemas encantadas y poder volver a poner la máscara sobre su cabeza. -Yo ya he perdido mi oportunidad-

-Se... se suponía que- La voz rota de Natsuki les rompía el corazón a Takeru y a Shizuru que no dudo en abrazarla rápidamente. -Se suponía que serías libre conmigo...-

-Verte libre a ti, libera mi alma en más de una forma pequeña- La manota del kruger acarició la cabeza de la que a sus ojos sería eternamente una niña. -no te angusties por tu viejo...-

-Te lo he dicho ya... no estás tan viejo- La menor limpiaba su llanto con el envés de su mano. -aun con todo... sabes que no es justo, que hay de las promesas de la diosa ¿Acaso va a romperla? ¡Debíamos ser los dos!-

Al mayor le parecía ver a la niña que a los 8 años lloraba de ira por la forma en que eran tratados, cuando les gritaban monstruos al ir al poblado. Pero ahí estaba frente a él una mujer tan preciosa como la madre que la miraría con orgullo cada día de haber seguido con vida. Takeru sabía que no podría consolar su pena con palabras, así que miró a Shizuru para que le ayudara, pero la castaña se miraba tan maniatada como él. -Hija... por favor, este es un momento de dicha como ninguno... ya nadie sufrirá lo que nosotros en el futuro, esto lo has logrado con la ayuda de la señorita, no deberías sentirte feliz? Ella te ha declarado su amor sin reparos-

Shizuru miró sorprendida al caballero de negra melena. -¿Pero cómo lo sabe?- Sintióse avergonzada ¿como era que aquel hombre sabía de unas palabras tan íntimas solo dirigidas a la ahora sollozante Natsuki?

El Kruger se dio cuenta tarde de su indiscreción así que se vió obligado a aclarar la circunstancia. -La diosa puso una sola condición para liberar a la bestia de Fukka de una maldición tan larga, en cuatro siglos que han pasado tal proeza ha sido lograda solo por ti, pues una doncella debía amar sinceramente a quien siendo un monstruo por fuera tenía un corazón puro y te aseguro que Saeko me brindó su amor, sin embargo debía cumplirse que en plazo de un año, después de desposarse... la dama en cuestión debía confesar su sentir a viva voz, siendo sincero el sentimiento por decir... ya ves, las palabras tienen gran poder, pues el amor no solo se demuestra con actos y a mí, esas palabras me llegaron tarde, pero me sentí tan feliz de haberlas oído aunque ya no pudieran librarme de este mal- El padre continuó acariciando la cabeza gacha de la menor. -Que no me importó nada más...- La mirada zafiro volvió a posarse sobre Natsuki. -Así que hija mía, no vuelvas a estar triste por mí, porque mi dicha se ha duplicado al verte libre a ti-

Shizuru comprendió rápidamente porque lloraba la menor, sentía haberle fallado al padre, tan rotas sus esperanzas para él, quién era su preciado padre, aunque entre ellos no se dijeran muy a menudo palabras de afecto. Vio asombrada como el caballero de atuendos negros se arrodillaba frente a la menor. -Si supieras cuanta culpa he sentido a lo largo de los años, por no haberte dado nunca la vida común de una doncella, tener que luchar, tener que esconder un rostro tan hermoso bajo una máscara de metal, si este dolor por fin ha sido retirado de mis hombros al verte tal y como debió ser desde el principio-

-Yo... yo nunca pensé que- No podía completar la frase sin sentir que se rasgaba algo dentro de sí.

-¿Qué no lo lamentaba?- Takeru negó con la cabeza, retiró las manos de Natsuki de su propio rostro como cuando era una niña pequeña y sonrió para ella. -Tu existencia es el regalo precioso que me dio Saeko, pero la pena que traje sobre ti... ha sido causa de una constante angustia cada día, te entrené para ser fuerte en batalla y que ningún monstruo me arrebatara a mi hija... perdona si fui tan duro contigo, pero ya no es necesario por más tiempo que sea tu carga la que siempre estuvo destinada a las bestias de Fukka-

-¿Los Orphan? ¿Acaso continuarán atacando?- Los ojos de Natsuki delataban tal estupefacción.

-Tal vez sigan por ahí, si yo sigo aquí con la forma de un monstruo, debe ser por una razón... la diosa no puede quitarle a Fukka la única protección que ha podido otorgarle, así que te lo pido como el padre que te ama... vete de aquí, y llévate a tu esposa contigo, sabes que nada les faltará... las riquezas de nuestra familia son abundantes-

La preocupación inundó la faz de Shizuru también. -Esos monstruos... tan poderosos que... que casi arrebatan la vida a mi Natsuki- La joven negaba con la cabeza, llenándose de encono, recordando al vil tesso que tan dificil fue de derrotar.

-A ti te lo ruego querida hija...- Esta vez le habló a Shizuru. -Aparta a mi niña de este lugar... pues resulta ser tan frágil como cualquier mortal, ya no sanarán sus heridas, ni su cuerpo tomará la forma del lobo sagrado... ella ya no pertenece a este lugar-

-¿Y piensas que te dejaré solo?- Cuestionó más que molesta la pelinegra.

-Debes hacerlo...- El mayor se puso de pie. -Es una orden...- Takeru sabía que ella no se apartaría si de súplicas dependía, era tan terca como él mismo. -Esta ya no será tu casa, entiende que lo hago por tu bien-

-¡Vete!- Gritó la pelinegra con una expresión incendiada de ira.

-Te doy hasta mañana para decidir, vete de Fukka por tu propio pie y con mi ayuda... o te juro que te sacaré de aquí a patadas- La voz del padre no admitía réplicas, se dió la media vuelta y se alejó por el pasillo. -Es mi forma de salvarte la vida... aunque no lo puedas entender ahora hija mía...- Dijo para sí, aunque no supo que la menor todavía lo escuchaba.

Al yacer solas, Shizuru y Natsuki volvieron a la habitación en un silencio sepulcral. Pese a todo la Kruger no soltaba la mano de su esposa, aun si estaba callada, no se desprendía de ella, como si la necesitara para mantenerse de pie. Tomaron asiento en la cama y la morena dejó caer la capa de su padre. -Odio que sea tan testarudo-

-Así son, todos los padres... ¿No haría lo mismo si fuera nuestra hija de la que hablasemos?-

-Yo no desecharía a nuestra hija jamás... bueno, si pudiésemos tener una- Admitió al final con cierta vergüenza.

Shizuru comprendió que refería un tema delicado, así que no lo mencionó más, también le dolía la idea de no poder traer vida junto a Natsuki. pese a eso, defendió la postura de su suegro porque la entendía. -Él no te desecha Suki... solo está preocupado por ti, igual que yo- Acarició la mejilla fría de la ninfa amada.

-Te prometí que no voy a arriesgar mi vida porque quiero vivirla junto a ti... pero, dejarlo solo en este lugar de muerte... ¿Es eso correcto?-

-Ciertamente no lo es, pero quedarte a llenar su mente de preocupaciones-

-Por favor... perdí la maldición y se oye como si fuera mejor que todavía tuviera el aspecto de un licántropo, no entrené en vano toda mi vida... no soy tan frágil como piensan- La pelinegra se puso de pie molesta, más que nada frustrada.

-Natsuki... yo no lo he insinuado, ¿Pero es que no ves las vendas manchadas de sangre aun?- la castaña arrojó las sábanas al suelo y le señaló a la pelinegra la herida que al parecer se había vuelto a abrir por motivo del abrazo rompe espaldas del Kruger. -No eres menos hábil, ni menos inteligente... solo tan frágil como yo, si entonces supones que estoy hablando de tu debilidad ¿Eso es lo que piensas de mí?-

-No...- Natsuki suspiró y bajó la vista sobre la venda, en efecto estaba manchada de rojo y el dolor en la zona era insoportable, pues ciertamente Margueritte le había apuñalado con zaña. Los glaucos ojos se posaron luego sobre su querida castaña. -A decir verdad, tu poder es sorprendente, cuando vi aquella impresionante lanza... me di cuenta que sería peligroso enojar a mi esposa alguna vez-

-Ara, vaya que Natsuki es inteligente en verdad- Muerta la tensión de los momentos transcurridos las dos mujeres se acercaron para prodigarse un beso tierno. -¿Entonces qué haremos? La amenaza de tu padre, dicho de otro modo... su considerable esfuerzo por mantenerte a salvo-

-Me has hecho entender que mi presencia solo le causaría angustias... nos marcharemos, pero yo no viviría en paz sabiendo que deje a mi padre a su suerte, sin los medios para acudir en su ayuda cuando la situación lo requiera... te lo imploro, vive conmigo en el paso... fuera de Fukka pero tan cerca para poder acudir en su ayuda-

-Mi Natsuki se ve tan linda cuando suplica fufufu- Se acurrucó en el pecho tibio de la Kruger.

-¡Shizuru!- No evitó sonrojarse violentamente.

-Iría contigo... al mismísimo infierno- Se escuchó su dulce voz y Natsuki respingó ante el aliento cálido en su cuello.

-Será nuestro hogar... solo tuyo y mío, podrás decorarlo como desees, yo cortaré la leña para el invierno y cazaré grandes venados para ti, seré lo que desees que sea con tal de estar junto a ti... pero me temo que por la zona no hay moradas tan lujosas como esta ¿Esta bien?-

Shizuru rió divertida. -Sabes que me gustaste cuando pensé que no tenías nada, ¿No?-

-Bueno, sabes que no quisiera hacerte pasar penurias- Murmuró sonrojada a más no poder.

-En las buenas y en las malas dijo el sacerdote cuando nos casamos ¿Lo olvidas?-

-Jamás lo olvidaría, sobretodo la parte en la que dijiste que sí- Sonrió Natsuki, llevando a su esposa al lecho.

La Kruger se alejó hacia la puerta del pasaje con la escalera de caracol y cerró la puerta con doble llave, además de trancarla con un pesado mueble, aun siendo humana su fortaleza era formidable, al volverse a mirar a la castaña confusa en la cama, explicó sus dudas sin una pregunta requerida. -No quiero ser importunada por tan molesta persona, sé que le pegué fuerte y tal vez no despierte en mucho tiempo... pero no es la cara que quiera ver mañana en la mañana, solo la tuya es la que ansío cada día de mi vida-

Shizuru sonrió. -Buena respuesta Suki... buena respuesta- Le invitó a volver pronto con un ademán de su mano palpando la cama.

Ambas secaron sus pieles y cabellos húmedos, cambiaron las vendas de Natsuki y ocuparon ropas adecuadas para poder descansar sin sentir el frío del invierno que había llegado a Fukka, ambas durmieron al fin, abrazadas la una a la otra con la sensación de paz necesaria para el buen reposo y que solo podía ser prodigada por la presencia de la persona amada.



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8 comentarios:

  1. Sigue muy interesante la histo... y esta muy vien k para continuar la histori pisiera un brebe parte de donde kdo pero xfavol meno tiempo para subier el prosimo capitulo. Se te agradesera

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  2. Que feliz me puso leerte nuevamente. Un capitulo extraordinario.
    A mi entender natsuki y shir volveran a tsu. La maldicion va mas alla de lo entendible y tiene mucho que ver con mikoto y ella tambien debe ser liberada. Se tiene que recuperar los artilujios usa el conde nagi. Si el es destruido todo terminara .
    Wooo es genial y no aguanto leer el proximo capitulo .
    Con mucha admiracion
    Maria Rene

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  3. Buen capitulo como siempre, y pues esperando la continuacion... Ese amor es bello...

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  4. Amo esta historia!!es espectacular cristalsif,sos mi idola!!siempre vale la pena tanta espera.
    Esperando la continuación y el final que supongo sera maravilloso como viene siendo hasta ahora.
    Saludos y besos
    Mia de bsas

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  5. Wiiiiii quiero imaginarme la cara de todos por ver la cara de la nueva natsuki...que dira nao? Se arrepentira. abandonar a suki, margeritte querra matar nuevamente a la fragil natsuki.
    Ojala puedas actualizar pronto. Mientras leere nuevamente desde el inicio para imaginarme la magia de esta historia...besotes hasta donde estes...C.Q.

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  6. A decir verdad ya empece a escribir el otro, en el cual puedan ver otro poco de Shiz nat y de como le va a Nina y Arika en Winfbloom. De momento tengo que aprovechar cada mínimo rato libre que tenga, debido a que estoy cubriendo 2 puestos de trabajo. A veces de verdad no soy gente el fin de semana. Ya iran viendo que es lo que hay detras de la maldición y porque a pesar de todo, Natsuki rompió apenas la maldición sobre ella y no sobre todo el reino.

    Saludos,

    Att Cristalsif.

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  7. Hola como estan aqui que apasado yla otras escritoras.deberian las desarrolladoras de esta web hsblar con ellas y asi que escriban como antes.esta web tenia muy buenas historias ahora nose se hacdetenido.y tras de eso tambien tomando otras historia de itras escritoras.deberia darles verguenza quienes hagan eso.si no tienen mente deescritoras nolo hagan apropiandose de hidtorias.de otras escritoras que ya tienen un nombre hagasen mutuo respeto dideciden hacer esto no hacerse fama por otras personas y mas vale que suban esta web.busque buenas escritoras.y que suban historias buenas.porque si no a dios aeste espacio.bueno nada sigan edcritora haciendo que suspiremos gracias por continuar escribiendo y sigan.y no permitan que usurpen buenas escritoras.gracias por suvespacio.y sigan que este es muy buen espacio .y respeten alas demas.

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  8. Me encanta esta historia me tiene atrapada, me emociono cada vez que leo un capitulo, si no tuviera que dormir la terminaría en una noche, quiero comprar el libro cuando lo publiques, quiero ir al cine a ver la pelicula o ver en la tv la serie de esta historia ♡
    Karla B

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