Capítulo 32
Lumina Nocturna II
Perdida en la distante bruma de los
delirios que tan ciertos estremecen, de las imágenes que están lejos del
alcance y la comprensión mundana de los que no son amantes, de la vida, ni
apasionados, más allá de su propia humanidad, así se encuentra cada noche…
deslizándose por parajes desconocidos, esperando encontrarle una vez más. Busca
ansiosamente la luz nocturna de la luna en el cielo, esperando sin paz a que
transcurran las banalidades de la vida que se antoja mustia y agobiada sin la
cálida presencia de aquella criatura divina. Así que el velo del sueño la
cubra, para verla, aunque sea solo una vez más, cierra así sus ojos de lila y
de sus cabellos rojizos se impregna la indigna almohada. Entonces escucha el
arrullo de la voz que con quedos susurros la llama, a la espera de su encuentro
y no sabe ella que se condena otro poco cada vez que afirma el silencio su
sincero anhelo, se adentra así en un mundo onírico.
De pie sobre la cima de la meseta,
al borde de las escaleras de granito contempló la antigua puerta de madera
adornada en rojo que era la entrada de su morada, del santuario mismo junto al
lago, así un camino extenso se mira frente a ella, comenzaron sus pasos a
moverse y sobre sus piernas se contaron los metros de distancia recorridos, más
no siente fatiga alguna, el viento acaricia su mejilla como antesala de su
llegada, inevitable fuera verse expuesta a la luz de los rayos cálidos que
descienden del cielo para toparse con los obstáculos de las ramas vivas de los
árboles y aquellas codiciosas hojas que le esconden la dicha de deslizarse
sobre la piel de la dama. Lo sabe, más no afirma ni se atreve a negar que la
sensación es como una caricia tímida que entibia y da calma, o perturba y se
anhela con más fuerza.
Arribó entonces al centro del
santuario de una que Divina aún no se presentaba, sus ojos violeta vagaron
sobre el precioso paraje, el camino de árboles se abría como una copa circular
y en derredor del santuario se formaba un jardín de preciosas flores rojas,
doradas y plateadas. En el centro de la planicie de aquel pequeño valle y en el
borde colindante de un cristalino lago, se alzaba portentoso un castillo de la
antigua era, con techos curvados como un sombrero triangular, grandes vigas de
madera roja y puertas corredizas de papel grueso con inscripciones antiguas
realizadas por una sublime caligrafía. Tal edificación estaba cimentada en el
suelo de mármol del más prístino blanco jamás visto, así como una plataforma de
madera clara se alzaba un metro sobre la superficie acuática dejando tras de sí
un reflejo como de espejo en las tranquilas aguas. A pesar de no haber entrado
en la edificación Mai Fujino se imaginaba cuán amplios sería sus gloriosos
salones de solo verla, sin importar cuantas veces pudiera contemplar aquel
lugar de ensueño, estaba segura de sentirse maravillada en cada ocasión de
visitarla, más no se atrevía a exponer su anhelo de conocer los aposentos
internos de la casa de una diosa.
Casi triste por verse privada de la vista
interna del lugar, tomó asiento en los verdes pastos a escasos dos metros del
borde del lago, uno tan tranquilo que pareciese congelado en el tiempo.
Suspiraba a la par que transcurrían los minutos y luego lo que se antojaba
demasiado tiempo para ser descortés y una falta a los buenos modos. La dama
comenzó a impacientarse, casi fruncía el ceño y tras la primera hora, lanzó
exasperada una piedra al lago, ya sin cuidar el recato. La piedra surcó las
aguas dando saltos, hasta el momento en que se sumergió en las profundidades
dejando tras de sí ondas infinitas en el lago. Se cruzó de brazos y por vez
primera aquel lugar cálido y tranquilo dejó de parecerle hermoso, sin la dueña
de esa casa, aquel lugar sería como el bello cuadro que se observa durante un
tiempo prudente en una exposición de arte, para luego pasar a otro de la
colección.
Solo entonces el destino quiso
apiadarse de ella, una voz llegó a sus oídos. -Sepa disculpar mi tardanza, más
una imperiosa y esforzada labor me ha ocupado hace unos momentos- Era la
apacible voz de la que esperaba. -Pero temo dulce Mai, que lo que lejos de este
mundo son minutos, aquí son horas, y ha sido una circunstancia en verdad
inaplazable...- Añadió con pesar la clara y suave voz proveniente del lago.
Aun molesta pese a las excusas, la
pelirroja respondió sin atreverse a mirarla. -¿Qué puede decir quien es mortal
y se ocupa de cosas banales cuando se comparan con los menesteres que agobian a
un dios?- Casi se encogió de hombros como sintiéndose pequeña e insignificante,
incluso Takumi hacía cosas más importantes que ella en la cotidianidad de sus
labores en Tsu y eso le molestaba, sus esmeros eran menos apreciados, casi
imperceptibles.
Mikoto no necesitó leer la mente de
Mai para saber el malestar que causó congoja en su corazón, si de verla a
través del collar con la gota de cristal conocía tanto de ella, esto hizo más
grande su condena y más inalcanzable su anhelo, pues no puede un dios burlar
los caminos y senderos que escogen los mortales, salvo mirar, susurrar en su
oído para hacerse escuchar como una pequeña idea, un sutil impulso... -Nada de
lo que Fujino hace es menos importante... los entramados del destino y de la
vida, se enlazan en las circunstancias y el tiempo más pequeños, del mismo modo
que la tela consta de hilos para componerse. Pero dime ¿Tan molesta estas que
no quieres verme? O deseas despertar y que no vuelva a inmiscuirme en tus
sueños- Tentó su propia suerte y que desatino era ese, un dios esperando que el
albur le rindiera un poco de frutos.
Mai sintió estrujarse su corazón, la
idea horrorosa de no volver a compartir sus sueños con la Diosa o bien no
habitar en los suyos, algo que no tenía del todo claro en esos momentos, le
espantaba como pocas cosas, ¿Que sería de su vida en la ausencia de la calidez
de aquella deidad que por algún extraño azar del destino le dedicaba su tiempo?
Toda conclusión, o razón encontrada por la Fujino, fue simple, una vida muy
larga y muy solitaria para ser una Diosa, así que se obligó y de forma
instintiva a volverse para ver a Mikoto. Más pronto que tarde, se arrepintió de
buscarla con la mirada, oh culposa delicia y tormento, pues la figura de la
Diosa se mostraba peligrosamente cautivadora y extasiante a la vista. Mikoto
escurría gotas cristalinas por su piel, había emergido del lago y el agua
adhería la tela de sus celestiales atuendos, ya de por sí escasos de prendas
que dejaban muy poco a la vívida imaginación de Mai. Los labios carmín se
abrieron sin poder esconder su asombro y maravilla al verla, como la vez primera,
desde la ocasión en la que la deidad gatuna se presentó nuevamente ante ella en
aquellos peculiares sueños que empezaron en cuanto arribó a Tsu.
-Mi paciencia es tan pobre como la
de cualquier mortal... mis sentimientos igual de frágiles, así que la soledad
de este lugar me hizo ver que la belleza no solo está dicha por los tintes y
colores que ven mis ojos, si no también... por las personas- La joven bajó la
mirada y estrechó entre sus dedos la gota del llanto de la criatura de ojos
ambarinos. -En este caso... por su presencia-
La pelinegra de erizados cabellos
sonrió tan alegremente que su expresión bien podría opacar a la del mismo sol.
-Yo también... Te extrañé- Tan simples
palabras, tan naturales que no parecieran surgir con alguna intención más que
la honestidad cristalina de la joven.
Mai levantó la mirada con un brillo
sublime, Mikoto miraba a otro lado ligeramente sonrojada como si se hubiera
percatado de la indiscreción de sus palabras. Para ser una diosa se comportaba
muy humanamente, como una chica de su edad o incluso más joven, pero más de un
milenio aguardaba ya en el reloj de arena de aquella criatura. La de ojos
violeta se mordió los labios, cruel anhelo, odiosa envidia, la observaba y no
evitaba pensar, quienes fueran las gotas cristalinas como diamantes
deslizándose por su cuerpo, quien fuera el tenue viento acariciando la divina
piel como el amante escurridizo que escapa por la ventana al llegar el alba,
quien no soñara ser aquel blanco algodón adherido a ella, ver su vientre esculpido
y delgado, su pecho delicado y respingado, una cadera tan estilizada como toda
ella, en verdad Mikoto no era una mujer exuberante, pero los dioses sepan que
era tan bella y misteriosa como un gato, perdióse la pelirroja en sus
pensamientos hasta la ocasión en la que los ámbar de la señora de Fukka le
miraron nuevamente y se obligó a guardar el decoro, rogaba a otro dios que la
dama no hubiese leído sus indecorosos pensamientos.
Rauda para encontrar una distracción
distinta y de su voz surgieron palabras no muy pensadas. -De las ocasiones en
las que he estado aquí, más ansían mis ojos ver la gloria terrenal del lugar
que puedes llamar casa ¿Tienes un templo donde pueda ir a orar cuando no puedan
verte mis sueños?-
La expresión de Mikoto ensombreció
drásticamente, aunque pronto recobró la sonrisa, -Me avergüenza decir que no
existe ya un templo, ha sido derruido por el tiempo y el olvido... así que no
hay un lugar al que puedas acudir en busca de bendiciones, pues en verdad yo
todas te las daría sin reserva-
Mai se sonrojo de vuelta por el
brillo felino en los ojos de la otra fémina. -Yo iré... al lugar que digas, aun
si no es un palacio, si está viejo o desgastado, solo por ser el lugar donde
estés sería tan cálido como tú. Iré para que no sea olvidado el nombre del dios
Gato, pues no hay nada más cruel ¿No es así?-
Mikoto asintió con melancólica
expresión. Caminó hasta yacer de pie junto a Mai y levantó sus manos para
sostenerlas entre las suyas. -Apenas quedan ruinas olvidadas entre la maleza, los
árboles y los destrozos que hicieron los ancestros de Fukka... no es un lugar
al que quisiera llevarte alguna vez- Bastaba perderse en la intensa mirada
dorada para que Mai fuese incapaz de negar algo a la deidad, no por su origen
divino, solo por ser ella y agitar por dentro los secretos de su corazón que se
agitaba ante el eléctrico contacto y la juguetona caricia de los escurridizos
dedos de la Diosa. La joven pelinegra sonrió amablemente ante el asentimiento
de la chica y rauda respondió su siguiente inquietud. -Por otro lado, el dios
Gato no es más que un apelativo, pues todos olvidaron mi nombre, no así mis
habilidades-
-¿Y cuál es tu nombre?- Inquirió con
duda, incluso abochornada por tardarse tanto en preguntarlo, había dado por
sentado que “El dios gato” era su nombre.
-Ame-Nigishikuni-Nigishiamatsuhiko-Hikono-no-Mikoto...
un nombre quizás demasiado largo para ser pronunciado, así que puedes llamarme
Mikoto-
-Y ¿Porque dios gato? ¿Porque no
diosa de ámbar como tus ojos? ¿O hija de la luz? Algo... menos masculino ¿Tal
vez?- Inquirió con inocencia la dama, aún tímida y nerviosa por el eléctrico
contacto sostenido de sus manos, comenzaba a ser inquietante el efecto de
aquella mujer sobrenatural.
Mikoto dejó escapar una bella
sonrisa en sus labios apreciando la dulzura que causaba la pelirroja a su
corazón, pero pronto su expresión se marchitó hasta hacerse amarga, la
explicación no era más amable que el trato recibido durante siglos de
falsedades. -Ellos maldicen mi nombre... quienes oyeron de mí o me vieron
alguna vez hace 400 años, dijeron a sus hijos lo que mi crueldad puede hacer...
hace tanto tiempo, mi estela se observó en el cielo entre rayos y nubes con un
fulgor dorado, entre sombras y niebla... yo luché con la fiereza de un león y
mis ojos, los que tu contemplas con tanta bondad, fueron causa de terror para
los demás. Esta mirada fue aguerrida en
batalla, felina en la noche con un destello que no puedo ocultar... pues la luz
no se esconde, solo brilla. Fui sigilosa pero a quien vio mi rostro en el
fragor de aquella lucha, le fue imposible nombrarme, solo decir lo que fue
visto y después descrito... así que ellos me temen como al lince de la montaña,
como a los ojos de la muerte venida de una fiera gatuna- Concluyó desviando la
mirada sobre el lago. -El dios gato es cruel, es vengativo y oscuro... así me
describen las gentes de la tierra en la que yazgo encerrada, tan maldita como
cada uno de los Kruger que antecedieron a Natsuki... “aunque para ella no será más la maldición, la mía no acaba todavía...”-
-No puede ser cierto... temería si
eso fuese verdad- Estrechó con fuerza las manos de la joven morena, esperando
impaciente que no continuase aquella indiferencia, una mirada que se niega a
verla sería un desplante en toda regla. -¿Cómo podría la maldad hacer de este
lugar un paraje tan bello? No puede ser Mikoto la persona que ha sido descrita
de forma tan ruin-
-Me vieron... me juzgaron, y
contaron negras historias a sus descendientes, todos pensaron que mi ira causó
tanta pena, una angustia capaz de arañar las entrañas de la tierra inmaterial-
Al volver a cruzarse sus miradas, la deidad le mostró a la Fujino los ojos
completamente atigrados, tan lustrosos y grandes sus iris, preciosos como el
oro líquido con pequeñas pupilas negras, tan intensos que se hacía imposible
observarlos demasiado tiempo. -Siempre estarán asustados de lo que no
entienden... y solo por eso no los culpo, esa la razón de mi clemencia pues ya
hay suficiente sufrimiento en Fukka como para ser yo quien añada más carga-
Por momentos así Mai temía incendiar
la ira de un dios, sobre todo si la misma le exponía tan lamentables palabras,
pero ello no le importó, abrazó a Mikoto con todo lo que tenía dentro de sí, un
sacrilegio seguramente, castigable, tal vez... pero no se arrepentirá nunca de
aquel contacto que fue correspondido con firmeza y cuidado. -¿Quien eres? No
creo, no siento que la criatura desdeñable que describen-
La morena apoyó la cabeza en el
hombro de la pelirroja. -Soy la espada rota del señor de la tormenta, mi padre
Susanoo se avergonzaría de mí sí me viera... pero también soy la obra esforzada
de la luz que todo lo toca, mi gentil madre, Amaterasu. Simplemente no puede
ser por entero frío y duro mi corazón, ha sido blando, quizás demasiado... Esa
fue y será mi condena, Fujino-
La pelirroja respingo ante la idea
de ser tan distante el uso de su apellido. -Mai es mi nombre... solo usa mi
nombre... cuando dices Fujino, es un nombre quizás demasiado largo para ser
pronunciado, así que puedes llamarme Mai- Sonrió ladinamente, parafraseando las
anteriores palabras de Mikoto con toda intención.
La diosa la observó y no evitó
sonreír, con una sensación más tranquila dentro de sí. -Oh Mai, qué bello es el
nombre que se forma en mis labios al pronunciarlo- Casi saboreaba decirlo.
-¿Deseas comer algo? Sería mala anfitriona, si no ofreciera aposentos más
cómodos y viandas dignas de mi invitada-
-Es un sueño Mikoto- Mai escondió en
su mano una límpida carcajada. -No me agobia el hambre o el calor, esta es la
sensación del bienestar absoluto-
-Eso significa que a pesar de
observar el santuario durante días ¿No deseas entrar?- Tentó la de ojos
ambarinos con tono aparentemente desinteresado.
-¡Eso ni lo dudes!- Dijo poco antes
de apresurar a Mikoto hacia la entrada del precioso santuario que en aquel
mundo onírico era el hogar de la diosa.
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-Ya no
temo decir lo que es liberador, porque tú eres la luz más intensa que jamás vi
y al mirarte a los ojos, sin importar la forma que tomes, sé quién eres… tú
eres mi dulce Natsuki, a quien yo más atesoro…- Ladeó el rostro con lágrimas
desprendiéndose de sus ojos escarlata. –Te amo… sobre las miradas ciegas de los
que no entienden… Te amo Natsuki- Se levantó de puntitas y le dio un tenue beso
a su nariz.
-Te amo…
Shizuru- Repitió con suavidad una voz entre gutural y fémina… -Es liberador… es
como volver a respirar- De ese modo la figura maldita se irguió cuan alta era y
elevó su hocico hacia el techo, como si en aquella caverna la piedra no
ocultara la vista del cielo azul. Al fin sintió romperse mil cadenas, tantas
como hebras grises tenía sobre su cuerpo, pudo así acallar las voces de los
hijos de las lamentaciones hasta tener un pacífico silencio, una luz tan
intensa y celestina como una estrella azul lo llenó todo, haces y matices del
arcoíris se dispersaron en todas direcciones a través de los prismas que
formaban las gotas que flotaban todavía a su alrededor. El lobo levitó
ligeramente mientras los trazos de marcas doradas se desprendían de la piel
bajo el pelaje, las formas comenzaron a cambiar hasta tornarse aún más
delicadas y femeninas, hasta hacerse humanas por completo.
Cuando el vapor y la luz se
dispersaron con una corriente de aire cálido, Shizuru pudo al fin apartar las
manos de su rostro cegado por la luz, volvió la vista a un lado intentando
acoplar nuevamente sus pupilas a la mustia luz de las lámparas y antorchas, la
innumerable cantidad de gotas levitantes se precipitaron una a una por efecto
de la gravedad bañándola nuevamente con su calidez. Llovía sobre su piel y la
de otra persona acuclillada sobre la superficie del agua termal, centró
entonces su atención en la persona frente a ella, notando que la criatura era
tan humana como ella misma... recordando rauda la promesa que había hecho
desvió la mirada a otro lado y cerró sus ojos fuertemente para no ver lo que
estaba prohibido a su vista.
Shizuru escuchó un movimiento
agitado en el agua y un cuerpo caer sobre el suelo marmolino a su izquierda,
mordió sus labios sin saber qué pasaba, ¿Acaso Margueritte osaba intervenir una
vez más? Negó, esta vez no la tomaría por sorpresa, tenso su cuerpo
escuchándolo todo a su alrededor, esperando...
-No te angusties... es solo que, no
iba a dejar que se ahogara en el agua y muriera en este lugar sagrado-
-Muy magnánimo de tu parte...- Negó
sonriendo, Natsuki se ocupaba incluso de detalles semejantes a pesar de ser la
peliverde quien atrevió un ataque en su contra. -Yo la hubiese dejado a su
suerte-
-Mirame...- Susurró con ligera duda
su grave y gentil voz.
-Natsuki... sabes que no debo- Se
mordió los labios ¿Acaso probaba su lealtad? Si tantas veces le advirtió del
peligro que eso suponía.
-Es una súplica, esta vez... no te
asustare...- Natsuki insistió.
Shizuru suspiró con ansiedad,
todavía negando, aunque podía sentirla tan cerca. -No temo ya a la forma del
lobo, temo más a la humana que tanto me advertiste no ver... aunque muera por
ver los ojos adorados sin el marco del metal-
-También te dije que un día podría
retirar esa promesa de ti... hoy puedo hacerlo, pues me has liberado con tus
sinceras palabras- Un tacto más suave que la seda se deslizó por la mejilla de
la castaña. -¿Podrías creer que tanto amor existe?- Shizuru no evitaba temblar,
no de frío más bien de calor, simplemente asintió. -Tanto así, que el mundo se
detiene cuando estás cerca de mí y no he conocido sensación más intensa o más
dulce que el susurro de las palabras que pronunciaste para mí- Las conocidas
manos se deslizaron por su cuello bajando por sus hombros hasta su cintura.
-Eso puedo entenderlo, cuando tu
tacto acaricia más profundo dentro de mí- No sentía fuerza para sostenerse en
sus propias fuerzas y repentinamente el aire era tan pesado, temblaban sus
párpados.
-Deshiciste mi sufrir, por favor ve
lo que se guardó en un cofre solo para ti...- Casi fue posible sentir esos
labios en su oreja. -Esperaré entonces hasta el momento en que no temas más-
Shizuru sintió a Natsuki apartarse,
espantada estiró el brazo y sus dedos alcanzaron la mejilla húmeda notando que
ningún metal se le oponía, nada cubría el rostro que delataba ya no ser el de
un lobo, sintió la mano de la otra estrechar la suya con ternura infinita. Dejó
de temer, dejó de forzar sus párpados y poco a poco abrió los ojos, un poco
borroso al principio, luego fue tan nítido que supo jamás olvidaría ese
momento. Entre sus dedos yacía el rostro como dormido de un ángel que cerrando
sus ojos apoyaba la mejilla en su palma, era la expresión de paz más bella
jamás vista, una tenue sonrisa en los labios rosáceos que conocía de memoria,
era increíble siquiera suponer que aquella criatura dotada de tanta gracia
fuese la Natsuki que había visto minutos atrás, su piel nacarada y delicada,
sus facciones tan prístinas como las de un ser solo habitante del mundo de las
fantasías, sus cejas de un negro cobalto como su larga y lacia melena estaba
delineada con la perfección del trazo de pinceles, su nariz respingada era tan
pulida como las esculturas de los artistas consumados de la corte de Windbloom,
su mandíbula siempre prodigiosa ahora estaba completa, pero a esa persona la
había visto ya en sueños.
-Una ninfa... ¿Sería lo que verían
mis ojos para hechizarse al verte?- Preguntó sin estar segura de que fuera solo
un sueño en el que la intrusa ninfa de los bosques hubiera intentado usurpar un
lugar perteneciente a otra persona.
-¿Ninfa?- Natsuki levantó su rostro
y como si despertara de un sueño, le permitió a la castaña contemplar la
brillante e intensa esmeralda que ocupó cada dia para verla, en las mañanas al
despertar, en una sonrisa. ¡Siempre estuvo ahí! Tanta gracia, tanta devoción.
-No... Natsuki es mucho mejor que un
sueño- Susurró con voz queda, casi atontada. -Tuviste razón todo este tiempo,
sería insoportable no volver a verte una vez más- Exhaló su aliento y trató de
recuperar el aire con más necesidad, la cabeza le daba vueltas.
La Kruger acudió rauda a su lado y
la sostuvo en sus brazos procurando con cuidado que Shizuru no se desvaneciera
en las aguas. -Llevamos mucho tiempo aquí...-
-O me afecta darme cuenta... cuán tonta
fuí- Se dejó cuidar, tal vez el calor le afectaba o no había recuperado sus
fuerzas a pesar de tanto dormir.
-No te entiendo mi amor- Natsuki
pasó sus manos bajo sus brazos y sus piernas para sostenerla por completo.
-Te soñé... antes de tenerte junto a
mí-
-Son locas ideas...- Preocupada se
apresuró a salir de las termas y llevarla fuera de los vapores calientes que
tal vez fueran causantes de aquel extraño comportamiento.
-No más que mis desvarios... si al
verte, me siento abrumada ¿Estás segura que no he perdido el juicio por tu
causa?- Decía con voz cantarina la castaña mientras su joven esposa subía por
las escaleras de caracol.
-Comienzas a preocuparme...- Los
iris glaucos ya delataba la angustia junto al bello rostro ahora tan expuesto y
que Shizuru no se cansaba de mirar.
-Solo... solo estoy embriagandome de
ti... ¿Acaso eso es motivo de angustia?- Shizuru sonrió ladinamente, tan mal no
podría estar si tenía la ocasión de bromear.
Natsuki no hizo más preguntas, llegó
a la planta superior donde estaba su recamara, una vez allí llevó a la castaña
a la cama. Buscó una toalla para secarla y ropas para evitar un resfriado a su
esposa, sin dar demasiada importancia a la escasez de su indumentaria. Desde la
cama Shizuru tenía una mejor vista del cuadro completo, suponía estar soñando o
confundiendo realidades, porque la escultural figura de la joven era exquisita, casí agradecía la valiosa
privacidad del lugar, su vientre esculpido por mil batallas, su pecho
sutilmente disimulado por las prendas rasgadas de la que una vez fue una camisa
blanca, sus piernas expuestas entre la tela de sus pantalones, esa cadera que
la condenaría una y mil vidas. Cuando por fin podía ver el marco sofisticado de
aquellos ojos jade. No evitaba sentir una intensa agitación, suspirando,
arañando el aire alrededor y no lograba entender a qué se debía aquellas
extrañas reacciones, una sensibilidad tan intensa y expuesta como la piel de su
amada.
Natsuki llegó a su lado y comenzó a
secar la humedad de su mejilla. -¿Estás bien?- La tocaba y era como sentir la
fiebre en cada ápice de su piel.
-Sueño ¿Es eso?-
-No... te lo he dicho amor, me has
liberado...- La pelinegra sonreía, ya sin fronteras ocultas, simplemente con
esa expresión que le recordaba a la castaña a los ángeles de aquellas pinturas
en el pasillo olvidado del castillo, ella era sin lugar a dudas más bella que
todos esos cuadros.
-¿De qué?- No lograba hilar sus
ideas, menos aún teniéndola tan cerca.
-De la maldición, condenada al
aspecto de un demonio hasta el día en que mi amor fuera correspondido con la
misma intensidad, eso representaba la flor de cristal en aquel cuarto... la
esperanza que has plasmado en mi corazón-
-Pero... yo no he hecho nada Suki-
-¿Nada?- Natsuki negó con la cabeza,
sin dejar de sonreír. -¿Acaso amar más que a la vida misma es nada? Entonces
deja que la nada te abrace hasta que puedas creerlo amor mío-
Shizuru sintió los brazos siempre
protectores abrigarla en un gesto lleno de amor, se aferró a su espalda y a
ella con una extraña sensación en su corazón. -Lo lamento... en verdad- Sollozo
cerca del oído de la pelinegra.
-¿Que tienes? ¿Porque te disculpas?-
-No sé porque al ver tu hermoso
rostro me siento culpable, soñando con una desconocida cuando eras tu la dueña
de esa imagen, cuando no sabía que aquellas fantasias me apartaban más de la
idea de estar junto a ti... era un engaño en mi mente que me obligaba a sentir
y desear a alguien más-
-No te entiendo... ¿Alguien más?
¿Pero que era como yo?- la expresión confusa de Natsuki, plagada de un tenue
dolor que delataba sus celos hizo esconder el rostro a Shizuru.
-Cu... cuando nos comprometimos, yo
soñaba con una mujer, alguien a quien perseguía a lo largo de un bosque, esa
persona no se mostraba a mi, no en los primeros sueños que tuve. Con el tiempo
volvía a mí, diciendo que aguardaba por mí y cuando finalmente vi su rostro, se
precipitó a un abismo sin fin en un lago hecho de hielo... yo no evitaba
fantasear con esa persona o sentirme angustiada por el dulce sueño que se
convertía en pesadilla, sin saber o entender que esa expresión te pertenecía a
ti ¿No es acaso como un engaño?-
-Yo... no tenía idea- La de glauco
mirar tomó asiento en el borde de la cama, no sabía si sentir celos o no, si
agradecer o maldecir a quien a buena hora le hubiese inducido semejantes sueños
a la joven.
-Estuve dividida entre la imagen de
tan bella mujer y la persona que conocía de ti, estuve molesta mucho tiempo por
nuestra unión, por la forma en que se dió, pero...- La castaña se arrodillo en
el lecho y abrazó por la espada a su esposa. -Pero después, aquella persona me
pareció poco si le comparaba con la dulzura y la gracia que desprendía Natsuki
en cada acción, en cada momento que pasé a su lado, el aspecto dejó de tener
valor, y la contradicción se desvaneció por completo... es por ello que creí
por un momento que mi mente me jugaba una mala pasada al ver que la mujer de
mis sueños fue siempre el gentil sirviente de Tsu, el joven pretendiente
enmascarado de la fiesta de antifaces en mi cumpleaños, la chica temblorosa en
el altar aguardando por mí... y la fiera guerrera capaz de proteger a las
gentes como si se tratara de una leona cuidado de sus cachorros ¿Como no amar a
alguien así? ¿Como no decir las palabras atoradas en mi garganta? Si perderte
ha sido desde entonces la más horrorosa de las pesadillas- Shizuru no evitaba
llorar en el hombro desnudo de Natsuki. -No permitas jamás que este terrible
miedo que atenaza por dentro a mi alma se haga realidad... por favor-
La Kruger comprendió que la situación
acontecida en el campo de trigo y la acción homicida de Tomoe Margueritte había
mellado profundamente el corazón de Shizuru, y que una mano oscura plagó de
dudas innecesarias a la persona que con tantos esmeros al fin pudo conquistar
¿Competir contra la mejor versión de sí misma sin saberlo? Eso era jugar sucio,
en verdad cuestionaría un par de cosas a Mikoto cuando la viera otra vez.
Se dio la vuelta. -Aquí estoy... no
me iré, yo tampoco sabría qué hacer en un mundo sin ti, así que te prometo
velar por la flama de mi vida y de nuestro futuro cada día- Acarició con
suavidad las mejillas húmedas y con su pulgar limpió cada lágrima, pronto
reemplazó a sus dedos con sus labios hasta deslizarlos sobre los labios
añorados de la bella de Tsu. -Te amo...- Susurró entre besos, sintiendo por vez
primera el roce de aquella dama en la piel nunca antes expuesta.
Natsuki junto su frente a la de
Shizuru, cerró sus ojos respirando con cierta agitación. La humedad tibia entre
las dos delató un aroma metálico. -Aunque debería empezar a cumplir mi promesa
ahora...- Dijo con una sonrisa cansada, sosteniendo su costado entre sus
palmas.
La castaña observó sobre su regazo
notando la mancha carmesí en los despojos de la camisa de su amante. Se puso
pálida instantáneamente, casi con náuseas, pero dejó de pensar en ello y
rauda se deslizó sobre la cama hasta
llegar a la mesa de noche donde estaban los implementos del botiquín. Aún más
rápida, desgarró lo restante de la camisa de Natsuki, limpió y vendó la herida
que pronto recordó, fue la causada por Margueritte y por tanto la más reciente
de todas, podía notar los moretones que dejaron huella en la piel blanca de la
pelinegra, ahora tan evidentes en su torso desnudo.
-Lo lamento, tal parece que ahora no
sano a la misma velocidad... nunca me sentí tan humana, ni tan feliz por ello-
Dijo una sonriente Natsuki.
-¿Feliz?- Levantó una ceja por demás
contrariada.
-La fragilidad que sólo ostentaba en
la luna llena, ahora es permanente... ya no tengo que esconder nada de ti Zuru-
-Ara ara, eso significa que Natsuki
estará convaleciente y no podré aprovecharme de ella en un buen tiempo- Se
quejó la Fujino.
-¿Qué?- Las pupilas de la antes
lobuna se abrieron desmesuradamente. -Eso... no es justo-
-Parece que no solo yo me encuentro
un poco ansiosa fufufu- No evitó reirse la de ojos sangría.
-¿Estás ansiosa?- Ahora si que
estaba sorprendida.
-Bueno, Suki siempre me ha parecido
extremadamente deseable, aunque no pudiera ver su rostro... tiene una figura
soñada, pero ahora teniendo a la vista semejante imagen y por fin completa, no
me siento inmune a los efectos del encantamiento que tan espantada tuvo a
Natsuki durante tanto tiempo- La peliocre se inclinó cerca del rostro de su
amada, que se miraba tan sonrojado en ese momento. -No sabes cuantas veces
anhele tomar a la preciosa ninfa de mis sueños, lo cual es perfecto ahora que
sé... son la misma persona-
Aquello no le gustó tanto a la
pelinegra que desvió la mirada a otra parte, sentir celos de la imagen vista en
el lago encantado, saber que esa apariencia despertaba los deseos de su esposa
y no sentirla propia del todo, le molestó ligeramente. No tuvo la ocasión de
hacer reclamos cuando alguien pateó la puerta principal de su habitación.
-¡¿Natsuki te encuentras bien?!-
Aquella voz no podía venir de otro que no fuera el padre de la pelinegra.
Takeru miró en todas direcciones y de pronto un rojo tan intenso llenó su cara
al notar la comprometedora posición en la que se encontraban las jóvenes.
-¡Largooooo!- Gritó la pelinegra
cubriendo como mejor pudo a Shizuru con las sábanas, si bien la chica contaba
con su batola de noche, aquella prenda húmeda estaba tan mojada que poco o nada
escondía la selecta ropa interior bajo ella. Natsuki se puso de pie cubriendo
con sus brazos el pecho desnudo y notando cuan petrificado estaba en su lugar
su padre, no tardó ni un poco en sacarlo a patadas de la habitación.
Ya fuera de la habitación el hombre
mayor todavía pestañeaba incrédulo e incapaz de mover un músculo a pesar de lo
enojada que estaba su hija.
-¡Te dije largo papá!- Esta vez sí
que lo pateó.
El pelinegro cayó de sentón en el
suelo y elevó la vista para mirar a su hija, el ni siquiera notaba que la joven
estaba prácticamente desnuda del torso, o que los pantalones estuvieran
adheridos a ella por efecto del agua, ya que muy grandes si le quedaban, Takeru
estaba simplemente asombrado de ver la cara de la menor expuesta. -¿Es luna
llena? Yo pensé que el calendario... ¡Lo arruinasteeeee! ¡No debías mostrarle
tu rostro a Shizuru!-
-¿Qué diablos haces aquí? ¿No ves
que es lugar privado? ¿Qué te costaba tocar la puerta antes de entrar?- Murmuró
iracunda Natsuki sin dejar de cubrir su pecho. -Cómo hayas visto las partes
privadas de Shizuru te mato, ¡¿Lo oyes?!-
-¡No seas idiota!- El moreno se puso
de pie ganándole dos cabezas a la Kruger. -Percibí el aroma de tu sangre y
pensé que... que te había pasado algo malo, pero en verdad que has metido la
pata... ¡Hasta el fondo!- El lobuno reaccionó y puso su mano en el hombro de su
prole. -Hija en verdad no has debido, ahora ya la señorita no... no podrá
amarte por lo que eres, corre riesgo su cordura ¿Lo sabes?-
-Papá... no es luna llena y si
percibes mi sangre es... porque la herida no sana a la misma velocidad que hace
unas horas- Natsuki sonrió y ladeó el rostro olvidando por un momento lo
inoportuno que había sido el mayor.
-¿No es luna llena?- Aún no captaba
el mensaje.
-Ya no tengo la maldición papá...-
Tan pocas veces en la vida le llamó
de esa forma, que recibir el apelativo tantas veces en un día solo podía
significar que... las enormes manos del padre se posaron sobre las mejillas de
su hija, las cuales apretujaba un poco y luego estiraba como si dudara de que
esa fuera su cara. -Es... es idéntica a la de tu mamá, con algunos rasgos míos...-
Al hombre tan varonil como pocos se le escaparon las lágrimas. no dudó ya ni un
momento abrazar a su hija, levantandola incluso del suelo.
-Pa..Papá, eso...- a Natsuki le
costaba respirar en lo que se antojaba una prensadora gigante. -Eso... duele-
-Oh..- La bajó en el acto. -Como lo
siento mi niña- Al fin reaccionando el mayor notó lo inapropiado de su hija en
el pasillo casi desnuda, retiró la capa de su espalda y con ella cubrió los
hombros de Natsuki.
-¿Por qué no te quitas la
máscara...?- Cuestionó la menor, envolviendose mejor en la capa de su padre,
que se le antojaba tan grande como una sábana negra.
-No creo que sea tan apropiado
hija...- Dudo Takeru, tantos años portando el objeto de metal que retirarlo de
su rostro le causaba gran inquietud.
-Y yo estaba aterrorizada de
arriesgarme a que Shizuru viese mi rostro ¡Ponle valor!- Le animó la más joven,
a su espalda llegó Shizuru envuelta en sábanas, el mayor volvió a ponerse rojo.
-Yo... yo le pido me disculpe
señorita- Murmuró más que avergonzado.
-Escuché sus razones- Sonrió la
castaña. -En su posición también hubiera derribado la puerta-
Takeru agradeció la comprensión de
su nuera, luego miró a Natsuki quien le hacía un ademán de continuar, de
atreverse a retirar la máscara encantada del lobo.
El Kruger suspiró profundamente
antes de llevar las manos a su casco, entonces lo retiró de un jalón y tanto
Natsuki como Shizuru pudieron ver el rostro de un hombre tan guapo y gemelo
como el del Rey Taeki de Windbloom, más pronto se desvanecieron las sonrisas
cuando el caballero de ojos azules comenzó a mutar su faz, las convulsiones de
su cara metamorfoseando hasta ser la del conocido lobo negro, tal cambio hizo
dar un paso atrás a la Fujino.
Shizuru se apenó grandemente de su
instintivo actuar. -Disculpe, no estoy tan acostumbrada... - No supo qué más
decir en su defensa, sin siquiera notar que Natsuki temblaba de pie y no de
espanto como ella.
-No pasa nada hija mía- Dijo el
hombre antes de activar las gemas encantadas y poder volver a poner la máscara
sobre su cabeza. -Yo ya he perdido mi oportunidad-
-Se... se suponía que- La voz rota
de Natsuki les rompía el corazón a Takeru y a Shizuru que no dudo en abrazarla
rápidamente. -Se suponía que serías libre conmigo...-
-Verte libre a ti, libera mi alma en
más de una forma pequeña- La manota del kruger acarició la cabeza de la que a
sus ojos sería eternamente una niña. -no te angusties por tu viejo...-
-Te lo he dicho ya... no estás tan
viejo- La menor limpiaba su llanto con el envés de su mano. -aun con todo...
sabes que no es justo, que hay de las promesas de la diosa ¿Acaso va a
romperla? ¡Debíamos ser los dos!-
Al mayor le parecía ver a la niña
que a los 8 años lloraba de ira por la forma en que eran tratados, cuando les
gritaban monstruos al ir al poblado. Pero ahí estaba frente a él una mujer tan
preciosa como la madre que la miraría con orgullo cada día de haber seguido con
vida. Takeru sabía que no podría consolar su pena con palabras, así que miró a
Shizuru para que le ayudara, pero la castaña se miraba tan maniatada como él.
-Hija... por favor, este es un momento de dicha como ninguno... ya nadie
sufrirá lo que nosotros en el futuro, esto lo has logrado con la ayuda de la
señorita, no deberías sentirte feliz? Ella te ha declarado su amor sin reparos-
Shizuru miró sorprendida al
caballero de negra melena. -¿Pero cómo lo sabe?- Sintióse avergonzada ¿como era
que aquel hombre sabía de unas palabras tan íntimas solo dirigidas a la ahora
sollozante Natsuki?
El Kruger se dio cuenta tarde de su
indiscreción así que se vió obligado a aclarar la circunstancia. -La diosa puso
una sola condición para liberar a la bestia de Fukka de una maldición tan
larga, en cuatro siglos que han pasado tal proeza ha sido lograda solo por ti,
pues una doncella debía amar sinceramente a quien siendo un monstruo por fuera
tenía un corazón puro y te aseguro que Saeko me brindó su amor, sin embargo
debía cumplirse que en plazo de un año, después de desposarse... la dama en
cuestión debía confesar su sentir a viva voz, siendo sincero el sentimiento por
decir... ya ves, las palabras tienen gran poder, pues el amor no solo se
demuestra con actos y a mí, esas palabras me llegaron tarde, pero me sentí tan
feliz de haberlas oído aunque ya no pudieran librarme de este mal- El padre
continuó acariciando la cabeza gacha de la menor. -Que no me importó nada
más...- La mirada zafiro volvió a posarse sobre Natsuki. -Así que hija mía, no
vuelvas a estar triste por mí, porque mi dicha se ha duplicado al verte libre a
ti-
Shizuru comprendió rápidamente
porque lloraba la menor, sentía haberle fallado al padre, tan rotas sus
esperanzas para él, quién era su preciado padre, aunque entre ellos no se
dijeran muy a menudo palabras de afecto. Vio asombrada como el caballero de
atuendos negros se arrodillaba frente a la menor. -Si supieras cuanta culpa he
sentido a lo largo de los años, por no haberte dado nunca la vida común de una
doncella, tener que luchar, tener que esconder un rostro tan hermoso bajo una
máscara de metal, si este dolor por fin ha sido retirado de mis hombros al
verte tal y como debió ser desde el principio-
-Yo... yo nunca pensé que- No podía
completar la frase sin sentir que se rasgaba algo dentro de sí.
-¿Qué no lo lamentaba?- Takeru negó
con la cabeza, retiró las manos de Natsuki de su propio rostro como cuando era
una niña pequeña y sonrió para ella. -Tu existencia es el regalo precioso que
me dio Saeko, pero la pena que traje sobre ti... ha sido causa de una constante
angustia cada día, te entrené para ser fuerte en batalla y que ningún monstruo
me arrebatara a mi hija... perdona si fui tan duro contigo, pero ya no es
necesario por más tiempo que sea tu carga la que siempre estuvo destinada a las
bestias de Fukka-
-¿Los Orphan? ¿Acaso continuarán
atacando?- Los ojos de Natsuki delataban tal estupefacción.
-Tal vez sigan por ahí, si yo sigo
aquí con la forma de un monstruo, debe ser por una razón... la diosa no puede
quitarle a Fukka la única protección que ha podido otorgarle, así que te lo
pido como el padre que te ama... vete de aquí, y llévate a tu esposa contigo,
sabes que nada les faltará... las riquezas de nuestra familia son abundantes-
La preocupación inundó la faz de
Shizuru también. -Esos monstruos... tan poderosos que... que casi arrebatan la
vida a mi Natsuki- La joven negaba con la cabeza, llenándose de encono,
recordando al vil tesso que tan dificil fue de derrotar.
-A ti te lo ruego querida hija...-
Esta vez le habló a Shizuru. -Aparta a mi niña de este lugar... pues resulta
ser tan frágil como cualquier mortal, ya no sanarán sus heridas, ni su cuerpo
tomará la forma del lobo sagrado... ella ya no pertenece a este lugar-
-¿Y piensas que te dejaré solo?-
Cuestionó más que molesta la pelinegra.
-Debes hacerlo...- El mayor se puso
de pie. -Es una orden...- Takeru sabía que ella no se apartaría si de súplicas
dependía, era tan terca como él mismo. -Esta ya no será tu casa, entiende que
lo hago por tu bien-
-¡Vete!- Gritó la pelinegra con una
expresión incendiada de ira.
-Te doy hasta mañana para decidir,
vete de Fukka por tu propio pie y con mi ayuda... o te juro que te sacaré de
aquí a patadas- La voz del padre no admitía réplicas, se dió la media vuelta y
se alejó por el pasillo. -Es mi forma de salvarte la vida... aunque no lo
puedas entender ahora hija mía...- Dijo para sí, aunque no supo que la menor
todavía lo escuchaba.
Al yacer solas, Shizuru y Natsuki
volvieron a la habitación en un silencio sepulcral. Pese a todo la Kruger no
soltaba la mano de su esposa, aun si estaba callada, no se desprendía de ella,
como si la necesitara para mantenerse de pie. Tomaron asiento en la cama y la
morena dejó caer la capa de su padre. -Odio que sea tan testarudo-
-Así son, todos los padres... ¿No
haría lo mismo si fuera nuestra hija de la que hablasemos?-
-Yo no desecharía a nuestra hija
jamás... bueno, si pudiésemos tener una- Admitió al final con cierta vergüenza.
Shizuru comprendió que refería un
tema delicado, así que no lo mencionó más, también le dolía la idea de no poder
traer vida junto a Natsuki. pese a eso, defendió la postura de su suegro porque
la entendía. -Él no te desecha Suki... solo está preocupado por ti, igual que
yo- Acarició la mejilla fría de la ninfa amada.
-Te prometí que no voy a arriesgar
mi vida porque quiero vivirla junto a ti... pero, dejarlo solo en este lugar de
muerte... ¿Es eso correcto?-
-Ciertamente no lo es, pero quedarte
a llenar su mente de preocupaciones-
-Por favor... perdí la maldición y
se oye como si fuera mejor que todavía tuviera el aspecto de un licántropo, no
entrené en vano toda mi vida... no soy tan frágil como piensan- La pelinegra se
puso de pie molesta, más que nada frustrada.
-Natsuki... yo no lo he insinuado,
¿Pero es que no ves las vendas manchadas de sangre aun?- la castaña arrojó las
sábanas al suelo y le señaló a la pelinegra la herida que al parecer se había
vuelto a abrir por motivo del abrazo rompe espaldas del Kruger. -No eres menos
hábil, ni menos inteligente... solo tan frágil como yo, si entonces supones que
estoy hablando de tu debilidad ¿Eso es lo que piensas de mí?-
-No...- Natsuki suspiró y bajó la
vista sobre la venda, en efecto estaba manchada de rojo y el dolor en la zona
era insoportable, pues ciertamente Margueritte le había apuñalado con zaña. Los
glaucos ojos se posaron luego sobre su querida castaña. -A decir verdad, tu
poder es sorprendente, cuando vi aquella impresionante lanza... me di cuenta
que sería peligroso enojar a mi esposa alguna vez-
-Ara, vaya que Natsuki es
inteligente en verdad- Muerta la tensión de los momentos transcurridos las dos
mujeres se acercaron para prodigarse un beso tierno. -¿Entonces qué haremos? La
amenaza de tu padre, dicho de otro modo... su considerable esfuerzo por
mantenerte a salvo-
-Me has hecho entender que mi
presencia solo le causaría angustias... nos marcharemos, pero yo no viviría en
paz sabiendo que deje a mi padre a su suerte, sin los medios para acudir en su
ayuda cuando la situación lo requiera... te lo imploro, vive conmigo en el
paso... fuera de Fukka pero tan cerca para poder acudir en su ayuda-
-Mi Natsuki se ve tan linda cuando
suplica fufufu- Se acurrucó en el pecho tibio de la Kruger.
-¡Shizuru!- No evitó sonrojarse violentamente.
-Iría contigo... al mismísimo
infierno- Se escuchó su dulce voz y Natsuki respingó ante el aliento cálido en
su cuello.
-Será nuestro hogar... solo tuyo y
mío, podrás decorarlo como desees, yo cortaré la leña para el invierno y cazaré
grandes venados para ti, seré lo que desees que sea con tal de estar junto a
ti... pero me temo que por la zona no hay moradas tan lujosas como esta ¿Esta
bien?-
Shizuru rió divertida. -Sabes que me
gustaste cuando pensé que no tenías nada, ¿No?-
-Bueno, sabes que no quisiera
hacerte pasar penurias- Murmuró sonrojada a más no poder.
-En las buenas y en las malas dijo
el sacerdote cuando nos casamos ¿Lo olvidas?-
-Jamás lo olvidaría, sobretodo la
parte en la que dijiste que sí- Sonrió Natsuki, llevando a su esposa al lecho.
La Kruger se alejó hacia la puerta
del pasaje con la escalera de caracol y cerró la puerta con doble llave, además
de trancarla con un pesado mueble, aun siendo humana su fortaleza era
formidable, al volverse a mirar a la castaña confusa en la cama, explicó sus
dudas sin una pregunta requerida. -No quiero ser importunada por tan molesta
persona, sé que le pegué fuerte y tal vez no despierte en mucho tiempo... pero
no es la cara que quiera ver mañana en la mañana, solo la tuya es la que ansío
cada día de mi vida-
Shizuru sonrió. -Buena respuesta
Suki... buena respuesta- Le invitó a volver pronto con un ademán de su mano
palpando la cama.
Ambas secaron sus pieles y cabellos
húmedos, cambiaron las vendas de Natsuki y ocuparon ropas adecuadas para poder
descansar sin sentir el frío del invierno que había llegado a Fukka, ambas
durmieron al fin, abrazadas la una a la otra con la sensación de paz necesaria
para el buen reposo y que solo podía ser prodigada por la presencia de la
persona amada.
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Sigue muy interesante la histo... y esta muy vien k para continuar la histori pisiera un brebe parte de donde kdo pero xfavol meno tiempo para subier el prosimo capitulo. Se te agradesera
ResponderEliminarQue feliz me puso leerte nuevamente. Un capitulo extraordinario.
ResponderEliminarA mi entender natsuki y shir volveran a tsu. La maldicion va mas alla de lo entendible y tiene mucho que ver con mikoto y ella tambien debe ser liberada. Se tiene que recuperar los artilujios usa el conde nagi. Si el es destruido todo terminara .
Wooo es genial y no aguanto leer el proximo capitulo .
Con mucha admiracion
Maria Rene
Buen capitulo como siempre, y pues esperando la continuacion... Ese amor es bello...
ResponderEliminarAmo esta historia!!es espectacular cristalsif,sos mi idola!!siempre vale la pena tanta espera.
ResponderEliminarEsperando la continuación y el final que supongo sera maravilloso como viene siendo hasta ahora.
Saludos y besos
Mia de bsas
Wiiiiii quiero imaginarme la cara de todos por ver la cara de la nueva natsuki...que dira nao? Se arrepentira. abandonar a suki, margeritte querra matar nuevamente a la fragil natsuki.
ResponderEliminarOjala puedas actualizar pronto. Mientras leere nuevamente desde el inicio para imaginarme la magia de esta historia...besotes hasta donde estes...C.Q.
A decir verdad ya empece a escribir el otro, en el cual puedan ver otro poco de Shiz nat y de como le va a Nina y Arika en Winfbloom. De momento tengo que aprovechar cada mínimo rato libre que tenga, debido a que estoy cubriendo 2 puestos de trabajo. A veces de verdad no soy gente el fin de semana. Ya iran viendo que es lo que hay detras de la maldición y porque a pesar de todo, Natsuki rompió apenas la maldición sobre ella y no sobre todo el reino.
ResponderEliminarSaludos,
Att Cristalsif.
Hola como estan aqui que apasado yla otras escritoras.deberian las desarrolladoras de esta web hsblar con ellas y asi que escriban como antes.esta web tenia muy buenas historias ahora nose se hacdetenido.y tras de eso tambien tomando otras historia de itras escritoras.deberia darles verguenza quienes hagan eso.si no tienen mente deescritoras nolo hagan apropiandose de hidtorias.de otras escritoras que ya tienen un nombre hagasen mutuo respeto dideciden hacer esto no hacerse fama por otras personas y mas vale que suban esta web.busque buenas escritoras.y que suban historias buenas.porque si no a dios aeste espacio.bueno nada sigan edcritora haciendo que suspiremos gracias por continuar escribiendo y sigan.y no permitan que usurpen buenas escritoras.gracias por suvespacio.y sigan que este es muy buen espacio .y respeten alas demas.
ResponderEliminarMe encanta esta historia me tiene atrapada, me emociono cada vez que leo un capitulo, si no tuviera que dormir la terminaría en una noche, quiero comprar el libro cuando lo publiques, quiero ir al cine a ver la pelicula o ver en la tv la serie de esta historia ♡
ResponderEliminarKarla B