- ¿Lo
harías? _ Preguntó Julia.
- ¿Qué
cosa? _ Devolvió Valeria sin entender.
Ambas estaban sentadas en la barra de la discoteca
del momento disfrutando del viernes por la noche. Eran amigas desde hacía
tiempo, sólo que sus obligaciones les impedía verse con la frecuencia que
querían, pero procuraban no pasar más de dos meses sin reunirse y ponerse al
día con los cuentos. El D'j había colocado la canción "Sin contrato"
de Maluma y desde que la había escuchado la primera vez, le había intrigado
saber si Valeria sería capaz de pasar una noche con ella tal y como lo decía la
canción.
Julia era hetero, a pocos meses de casarse con su
prometido, pero desde hacía unos meses, le había nacido la inquietud de vivir
la experiencia loca de estar con una mujer. En sus 31 años nunca antes se había
sentido atraída por ninguna, de hecho no lo hacía, pero Valeria era diferente.
Tenía un magnetismo que la empujaba a querer vivir esa experiencia con ella.
Valeria por su parte, gay desde que tenía uso de
razón, era del tipo "cero compromiso", no le importaba acostarse con
cualquiera que quisiera, pues desde que un amor la había herido profundamente,
había decidido nunca más caer en las garras del amor. De allí que Julia la
consideraba la candidata perfecta para saciar su curiosidad, sólo que debía
traspasar el código de amistad que Julia profesaba.
- Tener
una noche con alguien sin contrato _ Le dijo haciendo señas sobre la letra
de la canción. Julia se rió sobrada.
- Sabes
que sí. Esa es mi especialidad _ Dijo sin remordimiento.
- ¿Lo
harías conmigo? _ Preguntó luego de beber un sorbo de su cerveza.
_ Julia casi escupió su cerveza al escucharla.
- ¿Qué
dices? _ Preguntó incrédula al tiempo que se limpiaba la boca.
- Si
serías capaz de pasar una noche conmigo así como dice la canción, sin
contratos, ni exigencias.
Valeria se quedó muy seria viéndola por unos
segundos, antes de que le diera un ataque de risa al tiempo que negaba con la
cabeza.
- De
verdad que me asustaste _ Dijo entre risas - Creí que hablabas en serio.
- Hablo
en serio _ Le ratificó. _ La sonrisa de Valeria fue desapareciendo
lentamente. Tomó un par de sorbos asimilando las palabras de Julia.
- ¿A
qué viene eso?
- Es
una pregunta hipotética _ Mintió.
Valeria la miró fijamente a los ojos durante unos
segundos.
- La respuesta
es no.
- ¿Por
qué? _ Insistió
- Porque
eres mi amiga Julia, sabes que no lo hago con mis amigas. Además, tú eres
heterosexual, así que no entiendo a qué viene todo esto _ Respondió
dejando en evidencia su nerviosismo.
Julia era una mujer muy hermosa, pero más allá de
eso, Valeria no podía negar que le encantaba su manera de ser. Se sentía cómoda
con ella y aunque era hetero, siempre había recibido aceptación de su parte. En
un par de ocasiones había tenido sueños subidos de tono con ella, pero rápidamente
los había dejado atrás, pues sabía que eso jamás sucedería. La cosa era, que al
escuchar la pregunta que le había hecho, ese deseo oculto que sentía, salió a
la luz y temía que se le notara.
- ¿Quieres
la verdad? _ Preguntó Julia después de una pausa.
- Por
favor, porque la verdad es que no te entiendo _ Respondió visiblemente
consternada.
- Tengo
curiosidad ... te veo a ti y todas estas chicas _ Miró a su alrededor - Y
me pregunto qué tan bueno es el sexo entre mujeres como para que lo
disfruten tanto ... ¿De qué me estoy perdiendo? Esa es la pregunta que
deseo responder.
Valeria asintió en señal de entender su
explicación.
- No
se trata de si es o no bueno Julia, se trata de que eso es lo que nos
atrae, nos hace sentir bien ... es la piel y el cuerpo de una mujer lo que
nos despierta los sentidos ... no digo que el sexo con hombres sea malo,
pero al menos en mi caso, no lograba excitarme como lo hace una
mujer.
- ¿Pero
por qué? ¿Qué tiene de diferente? Apartando lo obvio, claro.
- No
sé cómo explicarte ... _ Lo pensó unos instantes al tiempo que tomaba otro
sorbo de cerveza - ¿A ti te gusta el chocolate de leche? _ Preguntó.
- Sabes
que sí, que es mi adicción.
- ¿Y
el chocolate amargo?
- No
mucho _ Respondió pero sin entender el rumbo de la idea.
- ¿Por
qué?
- No me
gusta el sabor que deja en la boca.
- ¿Y
eso quiere decir que es malo?
- Por
supuesto que no, sólo que prefiero el chocolate de leche.
- Ahí
tienes tu respuesta ... el sexo con hombres no es que sea malo, sólo que a
mí me gusta más el sexo con mujeres. Lo disfruto más y me encanta el sabor
que deja en mi boca. Esa es la explicación.
Julia se quedó pensando en ello unos minutos. Tenía
sentido lo que Valeria le decía, pero lo cierto era que por encima de ello,
quería probarlo, vivirlo ... quería sentir lo que era tener sexo con una mujer
... ¿o más bien debía decir que quería tener sexo con Valeria?
Desde hacía meses atrás, luego de ver una sesión de
besos entre Valeria y una chica de las tantas que pasaban la noche con ella, le
había picado la curiosidad de saber qué se sentiría ser besada por Valeria y
desde allí, la curiosidad fue en aumento. Ahora, ya no sólo deseaba ser besada
sino también, quería ser tomada por ella, el problema era cómo hacer para
que Valeria aceptara.
- Hay
un sólo detalle que se te escapa _ Dijo mirando su botella - Para poder
decir que me gusta más el chocolate de leche, debo probar el chocolate
amargo ¿no es así? _ Miró a Valeria antes de beber de su botella.
Valeria se le quedó mirando pensando en cómo evadirla,
porque en verdad quería evadirla ... ¿o no?
- La
pregunta es ... ¿Por qué yo? _ No era algo que quería preguntar, pero las
palabras salieron de su boca antes de poderlas detener.
- Porque
sólo tú despiertas ese deseo en mí _ Se mordió el labio inferior luego de
confesarle aquello.
- Julia
... _ Comenzó a decir Valeria sin tener idea de cómo responder a eso.
- No
me mal entiendas Valeria, lo que quiero decir es que sólo contigo sería
capaz de vivir esa fantasía. Te conozco, sé quién eres y confío en ti lo
suficiente como para lanzarme a esa aventura contigo ... además ... quiero
saber por qué te buscan tanto _ Le guiñó el ojo al tiempo que le sonreía.
Sabía que Valeria no se tomaría aquello a la
ligera, pero era ahora o nunca, así que debía buscar de aligerar la tensión que
veía en la mirada de ella.
- Valeria,
sólo quiero una noche ... sin compromisos, sin exigencias del día después.
Una noche de sexo puro y simple. Sólo eso.
Valeria se mantuvo en silencio viéndola fijamente.
Su primer impulso era negarse, Julia era su amiga y sentía que traspasar esa
línea podía resultar en un desastre total, pero su cuerpo gritaba a todo pulmón
que sí. Que no dejara pasar esa oportunidad de hacer realidad esos sueños
húmedos que había tenido con ella.
En ese momento, se acercó a Julia una chica joven
muy atractiva y con la mano extendida, la invitó a bailar. Julia se sorprendió
en un primer momento, pero de inmediato se recuperó y miró de arriba a abajo a
la chica apreciando su belleza. Era hermosa, así que ¿por qué no? Pensó.
Se volvió hacia Valeria que la veía con curiosidad y se acercó a su oído.
- Olvida lo que dije _ Le besó la mejilla - No
me esperes _ Agregó antes de volverse hacia la chica y aceptar su
invitación.
Valeria se quedó pasmada, pues desde que Julia
había aceptado a ir con ella a los bares gays, nunca había aceptado la
invitación a bailar de ninguna mujer que no fuera ella, entre otras cosas,
porque siempre decía que estaba allí para compartir con su amiga y no con las
otras chicas del bar. Pero en ese momento, y basándose en la conversación
previa, sabía cuál era el objetivo de Julia. Si no era con ella, tendría su
experiencia lésbica con cualquiera.
"Así es mejor ... que lo haga con una
desconocida y ..." En ello pensaba cuando miró hacia la pista y vio
como la chica hermosa le hablaba al oído a Julia, pero ésta, tenía su mirada
fija en Valeria. En cuanto sus miradas se cruzaron, enarcó ligeramente su ceja
antes de sonreír y devolver el gesto de hablarle al oído a la desconocida.
"Demonios" _ Fue lo que salió de sus labios justo antes de
tomarse el resto de su cerveza e ir directo a la pista a buscar a Julia.
Sabía que era una locura y que probablemente a la
mañana siguiente lo lamentaría, pero que la partiera un rayo antes de dejar que
cualquier otra mujer tocara a Julia de esa manera. No cuando le había pedido
que fuera ella quien le hiciera vivir esa experiencia.
Se acercó a la pareja y agarró a Julia por las
caderas para poder hablarle al oído y decirle - He cambiado de opinión.
Julia se volteó al escucharla y al verla a los
ojos, le sonrió ligeramente. La chica protestó por la intromisión, pero ni Julia,
ni Valeria le prestaron atención, simplemente se tomaron de la mano y salieron
del local.
Caminaron hasta el carro en silencio, pero cuando
llegaron a él, se quedaron paradas viéndolo por unos segundos. Si se iban, no
habría vuelta atrás.
- ¿Val?
_ La llamó suavemente.
Valeria liberó el aire que sin saber retenía en sus
pulmones y se volteó a verla. La observó tan sólo por unos segundos, pero que a
ella le parecieron una eternidad. Su corazón corría a mil por horas y sus manos
amenazaban con empezar a temblar. Era tan surreal que se sintiera tan nerviosa
cuando había hecho aquello tantas veces ... pero nunca con Julia. Nunca con una
amiga y eso la aterraba.
Julia vio la duda en los ojos de Valeria y no pudo
ocultar su decepción, así que bajó la mirada tratando de esconder su
desilusión.
En ese instante, con ese pequeño movimiento,
Valeria sacudió sus temores y se acercó a Julia hasta que ésta subió la mirada
para verla con sorpresa. Con una de sus manos la abrazó por la cintura y con la
otra, tomó su rostro para luego acercar su boca hasta la de ella.
El primer contacto fue sólo entre labios para
sentirse mutuamente, descubrir la textura y suavidad de sus labios, pero bastó
sólo unos segundos para que iniciaran un juego de labios que las hizo perderse
por momentos. Un juego de labios que dio paso a un abrazo más fuerte, a una
necesidad de un contacto mayor y al inicio de un beso más intenso y
arrebatador.
Ninguna dominaba, simplemente se dejaron llevar por
la necesidad de una o de otra, para entablar un ritmo diferente cada vez.
Descubriendo lo bien que sus labios se amoldaban y lo divino que sus lenguas
jugaban.
Voces lejanas las hizo reaccionar y romper con ese
beso que ninguna quería terminar. Se miraron unos segundos antes de sonreír y
tener la certeza de que esa noche, nada las detendría.
Llegaron a casa de Valeria en un abrir y cerrar de
ojos, pues la tensión sexual se sentía en el ambiente, sin embargo, Valeria
sabía que aunque Julia estaba decidida, la anticipación por lo desconocido la
debía tener fuera de sí, así que al llegar, decidió frenar un poco el ritmo de
la situación y darle tiempo a asimilar lo que pasaría.
- ¿Quieres una cerveza? _ Le ofreció al tiempo
que la llevaba de la mano hacia la cocina.
- Sí, una cerveza estará bien _ Respondió con
naturalidad, pero Valeria la conocía bien, así que notó el pequeño temblor
en su voz.
La sentó en uno de los bancos del kichinet y fue
hasta la nevera a buscar la bebida. Julia había estado innumerables veces en
ese pequeño apartamento, pero por primera vez lo observó con otros ojos ... ese
sería el lugar en el que perdería su virginidad por segunda vez. Este
pensamiento la hizo sonrojar y no pudo evitar que Valeria lo notara.
- ¿Qué? _ Preguntó curiosa mientras abría las
dos botellas.
- Nada ... pensamientos locos _ Quiso evadir.
- ¿Cuáles? _ Insistió ladeando un poco la cabeza
al tiempo que le entregaba la cerveza.
- Me harás decírtelo ¿cierto? _ Preguntó con
resignación.
- Sabes que sí _ Sonrió con esa sonrisa de medio
lado tan característica de ella.
Julia negó con la cabeza ligeramente, pues no había
manera que se resistiera a esa sonrisa de Valeria. Desde siempre había sido
así. Era como si esa expresión en su cara la hipnotizara de alguna manera y la
hiciera contar lo que no quería contar. Le daba rabia, pero con el tiempo había
aprendido a aceptar ese poder que Valeria ejercía en ella.
- Sólo pensaba que ... aquí perderé mi
virginidad por segunda vez _ Dijo finalmente.
Valeria sonrió aún más, pero porque no se esperaba
esa respuesta. Bebió de su botella antes de contestar a ello.
- Entonces somos dos _ La secundó - Porque sabes
que nunca me he acostado con una amiga.
Se miraron en silencio durante algunos segundos.
Las mariposas recorrían el cuerpo de ambas, pero el deseo también. Finalmente
podían dejar libre esos deseos ocultos que tenían desde hacía meses y que por
la amistad, los habían mantenido bajo llave hasta ese momento.
Valeria fue la primera en actuar al acercarse a
Julia y extenderle la mano para que la siguiera hasta el sofá. Allí se sentaron
y Valeria colocó las botellas en la mesa de centro después de que ambas dieran
un par de sorbos profusos.
Sin más preámbulos, Valeria acercó sus labios a los
de Julia, pero ella se separó en el último momento con una medio sonrisa.
- Prohibido
enamorarse _ Bromeó. Valeria hizo el amago de besarla antes de contestar.
- No
lo haré ... aunque no sé si pueda evitar que tú lo hagas _ Le
devolvió.
Julia se carcajeó echando la cabeza hacia atrás,
movimiento que Valeria aprovechó para rozar su cuello con los labios y la punta
de su nariz. Julia siseó y luego gimió al sentir la caricia cálida de aquellos
labios. Con la boca entreabierta, conteniendo la respiración y enredando sus
dedos en el cabello de Valeria, respondió entre jadeos.
- No podría ... me gustan los hombres.
- Sí ... se nota _ Dijo antes de morder
ligeramente el punto exacto donde palpitaba la yugular.
Julio emitió un gritico por la sorpresa, pero luego
no hubo más palabras, sólo el deseo de dos cuerpos que pronto saciarían su
hambre.
Valeria la fue apoyando en el mueble para tener un
mejor acceso a ese cuello que había probado minutos antes y que tanto le
había gustado. Ese cuello suave, terso y con un aroma tan divino que deleitaba
su olfato.
Recorrió el lado izquierdo de ese cuello con
detenimiento, oliendo y acariciando con sus labios. Raspando con sus dientes y
dejando un camino húmedo con su lengua hasta llegar a la base de su oreja. Allí
delineó el borde de la misma, finalizando con una pequeña succión en el
lóbulo. Se separó un poco para poder mirarla a los ojos y aunque de sus
labios no salió palabra alguna, la pregunta latente de si continuaba era
evidente.
Julia tampoco emitió sonido, sólo procedió a
desabrochar cada botón de su blusa bajo la mirada atenta de Valeria. Si bien
era cierto que había estado pensando en ese momento desde hacía algún tiempo,
también era cierto que la intensidad de lo ocurrido hasta ahora la había
agarrado fuera de base. El beso había sido mucho más de lo esperado, la había
encendido tan rápido que incluso pensó había sido por la bebida. Pero tuvo que
descartar esa idea, pues no había bebido lo suficiente como para decir
que el alcohol estaba influyendo, así que cuando Valeria había apagado el motor
del carro, Julia ya había aceptado que su excitación se debía sólo a una cosa,
o más bien, solo a una persona; Valeria, así que cuando vio la pregunta en sus
ojos de si debía seguir o parar, hizo lo que su cuerpo ya le había confirmado,
que quería llegar hasta el final sin obstáculo alguno.
Valeria se quedó muy quieta con la mirada fija en
los ojos de Julia, no sólo buscando un atisbo de duda, sino además, tratando de
controlar los nervios que la apresaban. No era lo mismo intimar con una desconocida
que a la mañana siguiente desaparecería, que hacerlo con alguien que
significaba tanto para ella. Julia se había convertido en su mejor amiga, en
aquella a la que le confiaba hasta sus más oscuros secretos y en su cómplice
para ciertas locuras, pero lo que estaban a punto de hacer, superaba por mucho
cualquiera de esas locuras, así que por más que quería estar calmada y
confiada, la realidad era muy diferente.
Julia terminó de quitarse la blusa y de inmediato
desabrochó su brasier, pero no se lo quitó, lo dejó a medias para que Valeria
terminara el trabajo. Quería que la mirara al hacerlo.
Valeria se tragó el nudo que tenía en la garganta y
lentamente, deslizó el brasier por los brazos de Julia al tiempo que acariciaba
su piel con la punta de sus dedos.
Ya no había tela de por medio que le impidiera
mirar esos senos que había atisbado en entre tantos escotes. Ya no sería su
imaginación la que les diera forma, estaban allí esperando ser admirados.
Sin esperar más, bajó la mirada recorriendo esa piel
blanca de porcelana hasta llegar a unos senos tan perfectos, que parecían haber
sido esculpidos por un artista. Redondez perfecta, ligeramente grandes pero sin
que la gravedad los afectara en demasía y unos pezones rosados pequeños que
adornaban a la perfección toda su contextura. Su mirada se perdió en ellos por
segundos o minutos, no lo sabía, toda su atención estaba en tatuarse esa imagen
en la memoria.
Con una de sus manos, rodeó uno de sus senos para
apreciar su peso, lo presionó un poco para sentir su volumen y luego, separar
la mano hasta que sólo las yemas de sus dedos acariciaba todo el contorno
inferior del mismo hasta llegar a ese pezón que ya estaba corrugado
reaccionando a su caricia.
Repitió el movimiento con el otro seno y cuando
finalmente pudo despegar la mirada de ellos, pudo ver una imagen mucho más
hermosa para ella ... Julia con los ojos cerrados, la boca entreabierta,
respirando en grandes bocanadas tratando de controlar y disfrutar de las
sensaciones que aquellas caricias le proporcionaban, su cuello expuesto y sus
cabellos marrón claro, esparcidos en el espaldar del sofá.
Innumerables veces había tenido a una mujer así en
ese estado de entrega total, sin embargo, era la primera vez que le importaba
realmente. Sería sólo una vez, sólo una noche, así que se la haría memorable.
Acercó su boca a uno de sus senos y sin tocarlo,
comenzó a acariciarlo pero con su aliento. Haciendo que sintiera su cercanía y
que necesitara su toque. Muy ligeramente lo rozó con sus labios y cuando sintió
el pequeño jadeo de Julia, lo rodeó por completo. Se mantuvo quieta hasta que
Julia se acostumbrara al calor de ese tacto, acción que aunque alivió en un
primer momento, sólo aumentó la necesidad de Julia de mucho más. El contener la
respiración y morderse los labios se lo indicaban.
Valeria también necesitaba más, así que sin
dilación comenzó a saborearlo con la punta de su lengua. Rozar ese pico duro y
corrugado la hizo perder la noción del tiempo. Sólo le importaba acariciar,
lamer y succionar esos picos que tan divinamente respondían a ella. Los lamió
en toda su extensión, contorneando y estimulando su excitación. Los succionó al
vacío para disfrutar de esa sensación tan exquisita al aspirarlos. Y los
mordisqueó con sus labios para darle esa presión que la hacía jadear.
Julia estaba fuera de sí, tenía los dedos enredados
en el cabello negro de Valeria presionándola hacia sí para que no dejara de
propinarle esas caricias deliciosas. Su mente era un caos, en un principio
quiso racionalizar cada sensación que recibía, pero los besos expertos de
Valeria se lo impedían. Luego de luchar por varios minutos, se abandonó al
placer de esa boca que la atormentaba, pero de una manera que la hacía desear
mucho más.
Su excitación estaba en niveles tan altos que sabía
que si no detenía aquello en ese momento, no podría detener ser presa del
orgasmo que comenzaba a formarse en su interior, así que tomando fuerzas de
donde no las tenía, logró separar la boca de Valeria de sus senos. Sentir esa
separación la hizo gemir pero de lamento, sin embargo, respiró un par de veces
antes de abrir los ojos y mirar a una Valeria que no conocía. Una Valeria con
una mirada tan hambrienta que la hizo estremecer.
Valeria subió hasta su rostro y la besó con
intensidad, con toda esa lujuria que exudaba por cada uno de sus poros. Un beso
fuerte, dominante, pero al mismo tiempo, delicado. Julia le correspondió de la
misma manera al tiempo que buscaba de desnudar el torso de Valeria. Sin saber
cómo, lo hizo y fue todo un corto circuito sentir esos senos sobre los suyos.
Nunca se había imaginado que esa sensación fuese tan electrizante, así que le
fue imposible retener el gemido que salió de sus labios al sentirlos. Un gemido
que fue amortiguado por el beso intenso que se daban, pero que en ningún
momento disminuyó la excitación que sentían.
Valeria quiso recostarla en el sofá, pero como
pudo, Julia intercambió los papeles quedando ella sobre Valeria y ésta sobre su
espalda, con una Julia sentada con las piernas abiertas sobre su vientre. El
cabello cayendo alrededor de su rostro y sus senos mostrando todo su esplendor.
Otra imagen digna de tatuarse en su memoria.
Julia contempló el torso de Valeria, y aunque no
era la vista que solía disfrutar cuando intimaba, tuvo que admitir que esos senos
grandes, con pezones marrón claro y con una pequeña caída debido al peso de los
mismos, le resultó bastante atractiva.
Por un segundo dudó sobre qué hacer o cómo hacer,
pero al instante siguiente pensó que tal vez sólo debía dejarse llevar y hacer
lo que su instinto le decía que debía hacer.
Tomó los senos de Valeria entre sus manos y comenzó
a masajearlos suavemente, sintiendo los picos rozar la palma de sus manos y
aumentar el cosquilleo que dar aquella caricia le provocaba. Disfrutó de ellos
por varios minutos, alternando masajes con ligeras presiones y caricias con sus
pulgares en esas aureolas que se fueron corrugando lentamente.
Miró a Valeria a los ojos unos instantes antes de
acercar su rostro a esos pechos y plantarse ante ellos para observar de cerca
la forma de los pezones, su piel y su suavidad. Poco a poco se atrevió a
acercarse por completo y tocarlo con la punta de su lengua. Rodearlo y degustar
no sólo su sabor, sino lo bien que lo sintió al moverlo de un lado a otro. El
siseo de Valeria activó algo dentro de Julia, porque bastó sólo eso para que lo
tomara por completo dentro de su boca y jugara con él por largo rato,
saciándose de unas ganas que no imaginó sentiría. Atendió sin reparo cada seno,
llevando a Valeria a límites muy altos de excitación.
Su lengua, aunque inexperta en ese tipo de
caricias, logró ajustarse muy bien a las necesidades de Valeria, entendiendo su
sensibilidad, sus puntos de excitación y cuando disminuir la intensidad de la
estimulación.
Valeria se dejó llevar por un rato, no sólo porque
le encantaba la manera en que Julia se había abocado a la tarea de acariciar
sus senos, sino porque sabía, que por mucho que Julia no supiera qué hacer o
cómo hacerlo, eso no la detendría en su labor de saciar su curiosidad lésbica
... y después de lo que acababa de recibir, no pudo evitar pensar que tenía
suerte de ser la elegida para calmar esa curiosidad, pues de lo contrario,
quién sabe quién estaría ahora en su lugar.
La imagen de la chica hermosa del bar pasó por su
mente y un gruñido se formó en su garganta. Fue algo inconsciente que se escapó
de su boca haciendo que Julia dejara su tarea para mirarla con sorpresa, no
sabía si aquella reacción había sido por algo que había hecho mal o si se debía
a algo más. Valeria aprovechó ese instante para abrazar a Julia con
posesividad, cargarla y llevarla hasta la cama, la colocó sobre las almohadas y
se subió sobre su cuerpo apretando su centro al de ella. Nadie le robaría
ese momento con Julia.
Aquel mínimo recordatorio de lo cerca que estuvo de
perder esa oportunidad, fue como un interruptor que despertó todos los
instintos posesivos que tenía. Su cuerpo, su lujuria y su deseo, se
convirtieron en una avalancha de dominio y marcaje. Ese cuerpo, esa mujer que
tenía bajo su cuerpo, jamás olvidaría lo que estaba por hacer, o al menos, no
la intensidad con que lo haría, porque pensaba robarle hasta el último
aliento de su cuerpo a punta de corridas.
La besó con intensidad y dominio al tiempo que
mantenía sus manos presas sobre su cabeza. Sus labios y su lengua no le daban
tregua, sólo un dominio total del beso hasta sentir que Julia se abandonaba a
su merced. Rompió con el beso dejando a una Julia mareada por la sensación y
luego de mover su cadera en forma circular un par de veces, se separó para
poder despojarla de las últimas prendas que se interponían entre ellas. La hizo
voltearse y quedar boca abajo sobre la cama, y sin que pudiera verla del todo,
se quitó el resto de su ropa y lentamente, fue pegando su cuerpo del suyo hasta
cubrirla por completo.
Besó su nuca con los labios unos instantes antes de
comenzar a mover su torso sobre la espalda de Julia. Acariciando esa piel con
la punta de sus senos y haciendo que irremediablemente, la piel se le erizara.
Julia enterró el rostro en la almohada en un intento por ahogar el gemido que
salió de su boca, pero fue imposible cuando Valeria continuó su camino al sur
con sus caricias.
Soportar el roce al final de la espalda fue una
misión casi imposible para Julia, era demasiado sensible allí, pero aunasí,
hizo puños en las sábanas y mordió la almohada hasta que otro gemido mucho más
fuerte salió de su boca al sentir la punta de uno de esos senos recorrer la
unión de sus posaderas. Allí perdió parte de la batalla de no perder el
control. Esas caricias la estaban volviendo loca y era apenas el
comienzo.
Valeria repitió la acción pero con su otro seno y
en dirección ascendente. La cadera de Julia se movió involuntariamente buscando
pegarse de su pecho, pero Valeria lo evitó alejándose de inmediato. Irían a su
ritmo, no menos, no más.
Acercó su boca hasta el cuello y comenzó un juego
de labios que fue dejando un camino húmedo por todo el centro de la espalda
hasta llegar a su final, lugar donde dio un beso como si fueran otros labios, haciendo
que Julia se tensara al sentir el movimiento de lengua en esa zona tan sensible
para ella.
Se acomodó hasta quedar acostada a un lado de Julia
pero pegada a su cuerpo y atrapó una de sus piernas con las de ella,
obligándola así a abrir sus piernas. Julia quiso dar vuelta a su rostro para
poder mirar a Valeria, pero se lo impidió pegando su boca de su oído.
- Quédate así _ Le susurró antes de besar el
contorno de su oreja.
Julia la obedeció al tiempo que Valeria mantuvo su
posición y lo único que comenzó a mover fue su mano libre. Con la yema de los
dedos comenzó a acariciar el costado del cuerpo de Julia hasta llegar al nivel
de sus muslos, allí cambió de dirección para hacer el recorrido pero por la
parte interna hasta llegar y rozar los pliegues de su intimidad. Un jadeo
seguido de un gemido sostenido de Julia fue lo que acompañó esa acción.
Por su parte, Valeria tampoco pudo evitar jadear al
sentir la evidente humedad de Julia ... era tan cálida que tuvo que contenerse
de no permanecer allí más tiempo del que tenía previsto para ese momento.
Quería provocarla, excitarla, que la necesitara, pero al sentirla así de lista
para ella, fue una tentación tan grande como el Everest mismo.
Respirando profundamente, continuó con su plan de
llevarla hasta que perdiera la razón, así que con dedos expertos, comenzó a
delinear la unión de las nalgas de un lado y otro ... subía por un lado,
y bajaba por el otro, ambos movimientos sin llegar a rozar más allá de lo que
Julia esperaba. Arañó ligeramente los cachetes antes de volver a rozarlos con
sus dedos y bajar hasta esa hendidura tan sensible que une las piernas con el
torso.
Julia volvió a enterrar su rostro en la almohada y
apretó las sábanas con más fuerzas si era posible, al tiempo que movía su cadera
sin voluntad propia.
Valeria finalmente se apiadó de Julia y con su dedo
corazón inició una caricia superficial rozando los labios mayores. Estaba
tan mojada que empapó su dedo de inmediato, así que comenzó a esparcir los
jugos por toda la intimidad para mejorar la fricción. Cuando sintió que estaba
completamente mojada, la cubrió con sus dedos y comenzó a frotarla lento pero
al mismo tiempo, haciendo presión. Que sintiera todos sus dedos
acariciándola y todos sus dedos estimulándola. A medida que la cadera de Julia
se acoplaba a la caricia de Valeria, esta comenzó a hundir su dedo corazón
entre los labios mayores para llegar al punto más sensible e hinchado de Julia.
Ese botón que con tan sólo rozarlo, la hizo corcovear y pedir más.
Lo acarició sin premura para poder humedecerlo en
su totalidad y luego, cuando lo sintió empapado de la miel cálida de Julia, comenzó
a frotarlo más rápido y constante. A moverlo de un lado a otro sin dirección
fija. A vibrarlo y a presionarlo cuando sentía los gemidos subir. Colocó sus
labios sobre la oreja de Julia para que escuchara sus gemidos también, pues
tenerla así de entregada al placer, la tenían completamente excitada y
extasiada. Se frotaba con la pierna de Julia al tiempo que tan hábilmente la
masturbaba y así ambas, aunque de maneras distintas, estaban en una nube de
excitación y placer. Los gemidos de una estimulaban a la otra, así que fue sólo
cuestión de minutos antes de que un orgasmo explosivo se adueñara de ambas.
Primero Julia que comenzó a retorcerse debido a los espasmos que su cuerpo
sentía y luego Valeria, que al sentir los movimientos y al escuchar los gritos
de Julia, no pudo evitar llegar al clímax también.
La noche apenas empezaba, las ganas no se
amilanaban y el deseo de llegar más allá las arrastraba, así que sin perder
tiempo, Valeria la hizo voltear hasta quedar sobre ella y poder besarla con
hambre, al tiempo que pegaba su intimidad de la de Julia que sin dudarlo, abrió
sus piernas para rodearla y facilitar el contacto.
Aunque para Julia esa posición no era novedosa, la
sensación de la intimidad de Valeria moviéndose lentamente sobre la de ella y
sentir como se mezclaban sus jugos con cada roce, fue algo tan único que por un
momento la dejó sin aliento. Valeria terminó el beso para agarrar un poco de
aire quedando justo frente a sus ojos, y allí en ese momento, Julia entendió
que aquello era así de especial sólo porque era Valeria, porque era a ella a
quien había deseado desde hacía meses y era ella la que despertaba su cuerpo.
Sin vacilación, Valeria cambió de posición pasando
una pierna sobre Julia hasta quedar de manera tal, que sus intimidades lograran
besarse a la perfección. Primero las juntó sin moverse, sólo sintiendo la
calidez y humedad de ambas y luego, cuando el placer de ese primer contacto fue
asimilado, inició un baile suave que las llevó a sentirse en su totalidad y a
disfrutar de ese roce de labios y clítoris imposible de describir. Ese roce de
piel, humedad y fluidos que sólo se siente entre mujeres.
Tomando como apoyo una de las piernas de Julia,
Valeria se impulsaba rítmicamente y sin apuro, sólo con la intención de
mantener la excitación y la necesidad. Cuando vio que Julia se entregaba a
aquella caricia por completo, supo que era el momento de avanzar, así que se
separó lo suficiente como para poder penetrarla lentamente con uno de sus
dedos. El gemido profundo que salió de los labios de Julia le indicó que estaba
más que lista para ella, así que repitió la acción, pero con un dedo más y
dando estocadas lentas y controladas al tiempo que acariciaba las paredes
internas de esa cavidad.
Julia se quedó muy quieta mordiéndose los labios
recibiendo cada penetración, sintiendo esos dedos entrar y salir de sí,
sintiendo como se dilataba y se empapaba aún más con cada movimiento. Se
escuchaba claramente como los dedos de Valeria estaban inundados con su esencia
y como las estocadas fueron en aumento, pero en el momento en que abrió los
ojos y los fijó en los de Valeria, allí dejó de penetrarla para sólo mover los
dedos dentro de ella llegando a ese punto que la hizo soltar la respiración que
contenía y soltar un gemido tan alto y sostenido que opacó cualquier otro
sonido presente en la habitación. Se agarró de las piernas de Valeria
preparándose para la explosión que se formó de inmediato en su vientre y que en
pocos segundos, la recorrió por completo haciendo que otra oleada de espasmos
se adueñaran de su cuerpo y retuviera los dedos de Valeria en su
interior.
Valeria esperó a que sus dedos fueran liberados
para poder sacarlos con cuidado y sin dar tregua alguna, bajar hasta la
intimidad de Julia y comenzar a devorarla con pasión y desenfreno. Tenía tanta
hambre de ella que no podía esperar un minuto más, necesitaba descubrir su
sabor, disfrutar de su olor y degustar los abundantes jugos que Julia le
ofrecía. Eran exquisitos y con un sabor tan único que se dedicó a
saborearlos con renovado apetito. Lamió y succionó sin descanso, sin darle
tiempo a Julia de recuperarse del anterior orgasmo, necesitaba hacerla acabar
en su boca y trabajó por ello. Con su lengua experta, recorrió cada rincón de
esa intimidad, succionó cada miel que surgió de ella y vibró sobre ese botón
sensible cuando la explosión se hizo inminente.
Recibió con placer esa miel cálida y gustosa que
inundó su boca. Recibió con devoción cada espasmo y cada gemido que Julia le
cantó. No había melodía más perfecta para llenar su necesidad, ni afrodisíaco
más potente para activar todo su ser. Sintió y disfrutó de cada segundo con
extrema delicia grabándolo uno a uno en cada uno de sus sentidos.
Valeria pretendía continuar con su labor, pero
Julia le retuvo la cabeza y se lo impidió.
- Ya por favor _ Dijo entre jadeos - Dame
respiro.
Valeria obedeció cubriéndola con su cuerpo y
abrazándola hasta que los últimos espasmos amainaran y su respiración se
tornara más calmada.
- ¿Quieres parar? _ Preguntó apelando a su buen
juicio y no queriendo extender esa situación si Julia no estaba
dispuesta.
Julia no respondió de inmediato, pero sí enredó sus
dedos entre el cabello de Valeria acariciándola con ternura antes de pegar sus
labios su oído y hablar.
- ¿De verdad crees que siendo mi única noche ...
_ Lamió el lóbulo de su oreja - ... la dejaré pasar sin probarte a
ti? _ Terminó en un tono más bajo de voz.
Aquellas palabras prometían el cielo, pero aun así,
Valeria respiró y respondió.
- Es una
opción _ Dijo sin mucha convicción.
- No
para mí.
Julia le dio un beso ligero antes de empujarla
suavemente hasta ser ella la que quedara encima esta vez.
- Quiero
probarte Val ... necesito hacerlo _ En esas palabras, dejó salir el deseo
que había temido mostrar desde un principio, así que sin máscaras, ni
vergüenza, dio rienda suelta a lo que se había atrevido a imaginar desde
que se decidió a hacer la propuesta.
Pero antes de comenzar su recorrido al sur, se
dedicó a besar suave, pero intensamente la boca de Valeria. Se adueñó de ella,
de sus labios, de su lengua. Se adueñó del momento demostrándole que no había
dudas en lo que hacía o en lo que pretendía hacer.
Por un momento se quedó en blanco, sabía qué hacer
con el cuerpo de un hombre, pero no con el de una mujer. Sin embargo, cuando
terminó el beso y vio los ojos hambrientos de Valeria y se hizo consciente del
cuerpo que esperaba por ella, dejó el temor atrás y permitió que sus instintos
tomarán las riendas de la situación. Ya había pasado el primer escalón en el
sofá, así que sólo confió en sí misma y se dejó llevar.
Comenzó a besar ese cuello largo y delgado que la
llamaba, besos ligeros pero que le permitieron inhalar su olor natural y sentir
la suavidad de esa piel. Era tan distinto, no sólo por la textura delicada que
tenía, sino por la reacción que provocaba en Valeria cada vez que la acariciaba
con sus labios. Respiración entrecortada, el subir y bajar de su pecho y
pequeños gemidos que dejaban en evidencia lo mucho que disfrutaba de aquello.
Esa reacción era la que la motivaba a dar y querer más.
Quería recorrerla por completo a besos, pero sabía
que Valeria necesitaba liberarse, así que decidió que eso podía esperar un poco
más. No obstante, tuvo su aperitivo al momento de bajar por todo el medio del
torso de Valeria hasta llegar a su ombligo, allí no pudo contener sus ganas de
demorarse unos minutos delineándolo con la punta de su lengua, hundiéndolo en
el pequeño orificio y acariciar la piel circundante.
Al continuar su camino, no pudo evitar ser presa
del temor, quería, por supuesto que quería probar y llegar hasta el final,
¿pero y si no podía?
Valeria sintió el dudar de Julia, así que acarició
su cabello para llamar su atención.
·
Llega solo hasta donde puedas ... todo estará bien
si no lo logras _ Le aseguró para tranquilizarla.
La mueca de Julia decía muy claro que no estaba de
acuerdo con eso, pero no se atrevió a contestarle.
·
Sé que quieres. Sé que fallar no es una opción para
ti, pero aquí no se trata de eso, se trata de que hagas sólo lo que te permita
disfrutar de toda esta experiencia, de lo contrario, no vale la pena continuar
_ Le explicó.
Valeria le acarició la mejilla a Julia tratando de
tranquilizar las aguas tormentosas que veía en esa mirada.
·
Ven ... toma un respiro _ Le sugirió, pero Julia no
se movió. Cerró los ojos unos instantes para tomar aire y renovar su
determinación.
Al abrir los ojos y mirar nuevamente a Valeria,
esta supo que no habría vuelta atrás. Conocía esa mirada, así que sólo se
agarró de las sábanas preparándose para lo que venía.
Julia por su parte, se acomodó entre las piernas de
Valeria y la miró una vez más antes de bajar su mirada y fijarla en la
intimidad que tenía en frente. Era tan igual y tan distinta a la vez a lo que
conocía, sólo que tenerla allí de esa manera le permitía observarla con más
detenimiento. Para su sorpresa, no se sintió extraña, más bien la curiosidad de
saber más de ella la embargó. Sabía la teoría de todo, era mujer y conocía muy
bien como reaccionaba el cuerpo de una mujer, pero provocarlo ella, estaba en
otro nivel completamente diferente.
Observó aquella vulva depilada, labios grandes,
acolchados y brillantes por la humedad presente. La punta de un clítoris
hinchado que se asomaba entre la hendidura de los labios mayores ... un olor
tan único, intenso, pero que a la vez, producía una especie de atracción
desconocida para ella. Tenía que tocarla.
Y así lo hizo. Con los dedos de la mano derecha
acarició aquella piel por primera vez. Rozó con la yema de los dedos el monte
de Venus liso por la ausencia de vellos, acarició la piel que cubría a esos
labios mayores sintiendo así lo acolchados, cálidos y húmedos que estaban.
Acarició toda la ranura que estaba expuesta, logrando así detectar el punto
donde se hacía más copiosa la miel allí presente.
La respiración profunda de Valeria y el movimiento
involuntario de su cadera, le dijo que iba por buen camino, así que continuó
con su exploración.
Usando las dos manos, la instó a que abriera un
poco más sus piernas y luego, con delicadeza, abrió los labios mayores de
Valeria dejando al descubierto su parte más íntima. No sólo su clítoris grande
y brilloso, sino además, aquellos labios menores que tan celosamente
resguardaban un orificio que estaba cubierto en su totalidad por una miel que
expresaba perfectamente el estado de excitación de Valeria.
Internalizar ese hecho hizo que el ego de Julia se
hinchara. Conocía a Valeria y sus andanzas y sabía que a pesar de la fama que
se había hecho de buena amante, eran pocas las veces que la había escuchado
decir que alguien la había excitado de aquella manera. No era que de las que
daba detalles, pero Julia había aprendido a leer entre líneas las cosas que no
decía, y esa era una de ellas. Así que en aquel pequeño instante, decidió que
haría que Valeria disfrutara tanto como lo había hecho ella minutos
atrás.
Con su pulgar derecho, acarició aquel orificio
húmedo procurando empapar su dedo con aquella miel. Movió su dedo lentamente
hundiéndolo un poco para sacar más humedad y dejar cubierto su dedo de él.
Luego fue subiendo sin apuros por todo el centro de la intimidad hasta llegar a
la punta del clítoris y allí se dedicó a expandir la miel por todo ese botón.
Rodeándolo con su dedo hasta dejarlo empapado de aquella miel blancuzca que
deseaba probar. Un gemido ahogado por una mano de Valeria se escuchó en la
habitación, Julia subió su mirada por unos segundos mientras continuaba con su
exploración y ver el cuello extendido de Valeria, su boca morder un par de
dedos de su mano y los ojos cerrados en señal de que estaba disfrutando de sus
caricias fue como un detonante para ella, pues sin poder esperar un minuto más,
acercó su boca hasta aquella intimidad y la lamió por completo con su
lengua. La recorrió desde su abertura, hasta arriba.
El gemido fue alto y claro, ya no había mano que lo
amortiguara y la contracción de los músculos de Valeria le indicaron el camino.
Repitió la acción varias veces logrando así no sólo degustar el sabor más
íntimo de su amiga, sino además, de descubrir esa suavidad, esa piel tan lisa y
tan sensible de aquella zona y por último, descubrir lo que se siente cuando
produces esas expresiones de placer en una mujer.
Escucharla gemir por sus caricias la llevaron a
otro mundo, era sin duda, un afrodisíaco tan potente que se olvidó de su
inexperiencia. Tenía sólo un objetivo, hacerla gritar de esa manera todo lo que
pudiera.
Se acomodó aún más atrapando los muslos de Valeria
con sus brazos y comenzó a devorarle su intimidad. Lamió los pliegues de sus
labios, lamió cada uno de los labios internos, por dentro y por fuera. Lamió la
unión de las piernas con la intimidad. Succionó la cara interna de los muslos y
finalmente, pero sin perder el ímpetu, succionó el botón sensible.
Degustándolo, provocándolo. Moviéndolo sin dirección fija y succionándolo al
vacío haciendo que se sintiera aspirado.
Lo mordió con sus labios y lo torturó con ellos
mezclando su humedad con sus besos.
Valeria ya estaba fuera de sí, la excitación que ya
traía más la causada por aquellas caricias que en nada tenían que envidiarle a
caricias expertas, la tenían al borde del abismo. Ese abismo al que se quiere caer
sin reparo y sin paracaídas. Y así fue; Valeria dejó libre su cuerpo y se lanzó
al orgasmo sin control alguno. Para su sorpresa, cuando pensaba que estaba en
la cima de la montaña, Julia la penetró justo en el momento en que su orgasmo
la invadía y sentir como la llenaba en ese instante aumentó aún más, si es que
era posible, su excitación, haciendo que espasmos incontrolables se adueñaran
de su cuerpo y que aprisionara esos dedos en su interior hasta que el piso se
hiciera presente y sólo quedara esperar por recuperar el aliento.
Su cuerpo aún temblaba cuando sintió como Julia
movía sus dedos de adentro hacia afuera, en estocadas lentas pero certeras. No
tenía control de sí misma, así que no pudo evitar que su cuerpo buscara más
satisfacción al cabalgar esos dedos y al agarrarse de los hombros de Julia para
poder impulsarse y aumentar el ritmo de la penetración.
Julia entendió perfectamente su necesidad y mantuvo
el ritmo y la estimulación hasta que otro orgasmo arrasador se hiciera presente
y las llevara a las dos por igual.
Fue algo inesperado para Julia, pero no mal
recibido. Pegó su centro a la pierna de Valeria y se frotó con ella hasta
conseguir el alivio necesario.
Esta vez, Julia se arrastró como pudo hasta quedar
apoyada en el costado de Valeria y allí abrazadas, cerraron los ojos dándole la
bienvenida al descanso. Ya habría tiempo para pensar en lo sucedido.
Una semana pasó antes de que se volvieran a ver.
Desde que Julia salió de aquella habitación no habían vuelto a hablar o vuelto
a ver, pero sabían que tarde o temprano debían hacerlo, así que fue Julia quien
dio el primer paso al ir nuevamente a casa de Valeria. No sabía si estaría,
después de todo, era viernes por la noche y su costumbre era pasarlo fuera con
el ligue del momento, sin embargo, lo intentó y fue un alivio cuando abrió la
puerta.
- Hola
_ La saludó.
- Hola
_ Contestó una Valeria sorprendida.
- Perdona
por llegar así sin avisar.
- Está
bien ... pasa.
Se hizo a un lado para que pudiera entrar al
apartamento.
- Si estás ocupada o esperas a alguien ... _
Dijo al ver un libro en la mesa de centro al lado de una copa de vino.
- No _ Le dijo interrumpiéndola - No estoy
esperando a nadie, sólo leía un poco _ Agregó.
- Bien _ Sonrió.
Se quedaron en un incómodo silencio por varios
minutos. Valeria no estaba segura de qué decir, Julia se había ido antes de que
ella se despertara de aquella noche loca y desde entonces, no le había
respondido ninguna de las llamadas o mensajes, así que no estaba segura de qué
significaba su presencia allí.
Julia por su parte, se había ido porque no sabía
qué cara darle a Valeria después de lo sucedido. Es decir, los tragos y el
ambiente del bar la habían envalentonado para hacerle la propuesta, pero
despertar juntas después de lo ocurrido ya era otra cosa. Sin embargo, había
tenido toda una semana para pensar y asimilar que aquella noche podía
convertirse en un nexo cómplice entre ellas o en una muralla imposible de
traspasar; no quería lo segundo, así que por eso estaba allí. Quería a su amiga
de siempre.
- ¿Quieres
vino? _ Le ofreció.
- Sí,
estaría bien, gracias.
Mientras Valeria iba a la cocina para buscar la
copa de vino, Julia se sentó en el sofá. Fue inevitable pensar en lo vivido en
ese mismo lugar y sonreír, así que cuando Valeria regresó, logró ver esa
ligera sonrisa en sus labios. Se quedaron mirando unos segundos antes de que
las invadiera la risa. Una risa nerviosa, pero que las contagió a ambas y les
permitió romper la tensión del momento.
- ¿Cómo estás? _ Le preguntó Valeria cuando las
risas se calmaron y se sentó a su lado.
- Bien ... corriendo con lo de la boda, ya sabes
... mi suegra está vuelta loca.
- Eso no es nuevo, esto sólo la exacerba.
- Es verdad, pero va a volverme loca en el
proceso.
- No lo creo _ Dijo seria.
- ¿No? _ Preguntó con sorpresa.
- Ese es tu estado natural también, así que no
hay mucho cambio.
Julia entrecerró los ojos antes de pegarle en el
brazo con el dorso de su mano y luego volver a reír juntas.
- Eso es lo malo de que me conozcas tan bien _
Dijo resignada.
Valeria le guiñó el ojo antes de chocar su hombro
con el de Julia. Por su parte Julia, se reclinó hasta quedar bajo el brazo de
Valeria y que ésta la abrazara.
- Lamento haberme ido así _ Se disculpó - Estaba
un poco confusa sobre qué hacer o qué decir después de lo que hicimos y
sólo se me ocurrió irme _ Explicó.
- Lo supuse, por eso no insistí en buscarte.
- Sí pero no debí hacerlo ... fui
infantil.
- Pero estás aquí ahora, es lo que importa.
Hubo una pequeña pausa en la que ambas pensaban en
la mejor manera de abordar el tema, pues sabían que aunque lo dejaran pasar,
más tarde o más temprano, las afectaría si no lo hablaban.
- ¿Cómo te sientes? _ Preguntó Valeria.
- Bien, realmente bien ... ¿Y tú?
- Bien. Aunque te confieso que me asustó el
hecho de que no respondieras mis llamadas y mensajes ... pensé que todo se
había arruinado.
- Lamento haberte hecho sentir así, no fue mi
intención _ Dijo con pesar - Es sólo que no supe cómo manejar el hecho de
que me gustara tanto lo que pasó ... pensé que había abierto la caja de
pandora con eso.
- ¿Aún te sientes asi?
- No ... luego de darle muchas vueltas al asunto
descubrí que ... _ Se levantó hasta poder verla a la cara - ... me gustó
porque fue contigo, sólo por eso. He pasado todos estos días tratando de
imaginarme haciendo lo mismo con otras mujeres y el resultado siempre ha
sido el mismo ... no lo logro, hasta siento algo de repulsión nada más
imaginarme el que me toquen o me besen, pero contigo ... fue tan natural,
tan ... sencillo _ Hizo una pausa en la que acarició su mejilla - Pero
también sé que fue así porque fuiste clase aparte conmigo. No sé cómo eres
con las demás pero sentí que ...
- Fue diferente _ Le aseguró interrumpiéndola -
Te aseguro que fue diferente.
- Lo sé Val, sentí que fue así ... no sé cómo lo
sé, pero así es.
- No podía tratarte como a cualquier desconocida
Julia, aunque hubiese querido, no habría podido ... sólo traté de que
fuera especial, que tuvieras un bonito recuerdo de ello.
- Y lo tengo ... sí que lo tengo _ Abrió
ligeramente los ojos al recordar uno de los orgasmos que le hizo tener y
sonrió con las mejillas un poco encendidas.
Valeria sonrió también al ver su reacción.
- Ahora ya sabes por qué me buscan tanto _
Bromeó.
- Oooohh sí, ahora lo sé _ Asintió
exageradamente.
Valeria se carcajeó con aquella respuesta. Hubo
otra pausa en la que se miraron fijamente por unos segundos.
- ¿Estamos bien entonces? _ Preguntó Valeria con
un dejo de duda al final.
- Sí, lo estamos _ Le sonrió - Pero ni creas que
volverás a disfrutar de este cuerpecito tropical _ Agregó apuntándola con
el dedo en modo de advertencia.
- Ni creas que podrás disfrutar otra vez de mis
dotes de latinlover _ La imitó en su movimiento.
Con aquella broma trivial, cualquier tensión
presente en el ambiente se disolvió, quedando aquella experiencia de hacía una
semana como lo habían concebido desde un inicio, como una experiencia única e
irrepetible ... ¿o tal vez no?
Nota de autora:
A pesar de tener un final abierto a una
continuación, debo aclarar que está concebido como relato único. La posible
continuación depende de que la musa me traiga una idea coherente para continuarla
y no perder la magia que tiene, así que por ahora, espero lo hayan disfrutado
así como relato de un solo capítulo.
Besos y abrazos para todos J
La Teta Feliz Historias y Relatos ® KamZoe - Derechos Reservados
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reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Uau que intenso.... ¡Excelente historia, como todas las otras que has escrito! �� ojalá que tu musa inspiradora llegue con esa idea para que pudieras continuarla; al menos yo así lo espero y no importa el tiempo que tardes,tú sabes el tiempo es relativo. Felicidades.
ResponderEliminarQueee ohhh kam zoe por fa no lo dejes asi me esperaba q julia llegue y le diga sos el amor de.mi vida no tengo dudas y se amen se coman a besos y después se.case tengan hijos xfaaaaaaaa musaa de kam piedad de nosotras las lectoras keremos la continuacion de esta maravillosa.histora xfaaa besos Ro de Argentina
ResponderEliminarJajajajajajajajaja sé que quieren más, pero hasta ahora la musa no se ha apiadado de nosotras, así que hasta que eso no ocurra, prefiero no estropearlo y dejarlo en solitario. Saludos ;)
ResponderEliminarOhhh(carita de triste ) por faa continuacion kam te vamos a esperar,igual te queremos jajaja besos Ro de Argentina
ResponderEliminarHola Kam, que placer leerte en este espacio, mira se que me van a odiar tu seguidoras, pero a mi me encanta la idea de que lo dejes así, quizá porque estoy pensando como escritora, y la sensación que me dejó al leerlo es tan placentera, tan redonda y llena de expectativa pero sin la carga necesaria para llevar a las protagonistas al puerto en el que las imagino,que me gusta la idea de que la dejes así, igual tu creatividad infinita seguramente nos regalará momentos de placer nuevamente, un beso, Yada.
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