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Reinos - Luz de mi vida - Jupiter Asterix - Capítulo 2


Capítulo 2

Cabalgando con sus escoltas de cerca, surco caminos no frecuentados sabía que estaban cansados, pero debía seguir, diviso varias cabañas sin cosechas pendientes de recoger, sus pequeñas y todos quienes le ayudaban estaban haciéndolo bien “sin duda Madre se ha ocupado”, aun así, debía revisar todo personalmente cuando pudiera, hicieron buen recorrido no fueron vistos o eso esperaba, pronto estarían cerca del bosque que atravesarían, aminoro el paso del corcel.

Seria ya cercana al momento de la comida mayor pensaba por la posición del sol (medio día), el aire fresco era lo que necesitaba, incluso el galope la hacía sentirse viva, con los resoplidos de los corceles quejándose supo que era momento de darles descanso, con eso resuelto, se dispusieron a comer, debajo de un gran roble.

Se encontraba con dos opciones, continuar por el camino que era tranquilo y de poco uso o seguir entre el bosque, pudiera ser un poco más lento, pero un bonito lugar para recorrer sobre todo podría cazar uno que otro animal.

-Que dices si vamos a través del bosque, mientras ellos continúan por el camino, podemos vernos mañana en el primer pueblo después del cruce.

-Como dispongas, me iré a comunicarlo.

Se dirigió hacia los guardias puestos a una distancia prudente de ellas, observaba como se sentó como uno más y les hablo de lo que harían a continuación, entre risas regreso, “sin duda está creciendo” continúo comiendo sin apuro.

-Conoces a todos ellos. Dijo a su regreso.

-Todos tienen un par de inviernos siendo guardias, son de los mejores, aunque como la mayoría de los jóvenes han estado en pocas batallas.

-¿Qué hablaban con esmero?.

 -Del viaje tan rapido que hicimos, incluso te mandan buen augurio de que encuentres hasta una damisela en apuro que puedas atender. dijo tratando de no reírse.

-Eso lo dijeron ellos o tú. Respondió sin apártale la mirada, una que aseguraba le daría golpe por atreverse a mencionar tal insolencia, la pequeña se apuró alejarse con la intención de preparar los corceles y empezar cuando quisiera, cuando estuvo a sola, sonrió con agrado por la broma “Descarada”.

  

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Entre el bosque surcaron raíces de árboles que clamaban sus propios lugares, respiro profundo gustándole el aire un poco helado para la temporada, vestían sin armaduras con simples camisas de lana, pantalón y botas de piel, el corcel era único signo de buena estirpe, sin importar mucho ahora que estaban lejos de cabañas.

Dejaron sueltos los corceles, eran los más utilizados y llegarían rápido si eran llamados, se propusieron intentar cazar algún animal que pasara cerca, ambas se pusieron a distancia que la mirada pudiera alcanzar una de la otra, con una sonrisa empezaron andar con cautela de no hacer ruido.

Animales de todas clases se movían a sus anchas, era hermoso todo a su alrededor “sin duda es lo que necesitaba”, los pájaros silbaban con bellos cantos, vio conejos pero eran de poca carne si optaba por uno, siguió avanzando, observo un ciervo, se agacho lo más que pudo tras unas hojas enormes, trato de saber en que parte estaría la pequeña pero seguía sin poder dar con ella.

Saco la flecha poniéndose en posición cómoda, la presa se mantenía en calma bebiendo agua de una saliente del rio poco profunda, a punto delanzar, el ciervo volvió la mirada hacia el lado opuesto a ella, siguió la mirada, noto que una persona corría rápido en dirección al ciervo.

Escucho un aullido y no tuvo duda que pasaba, corrió hacia la persona que tenía las manos vacías, al acercarse aseguraba era una mujer, estaba cayendo entre los matorrales enuna inclinación hacia el riachuelo, caería justo donde estuvo el ciervo mismo estaba, se apresuró logrando detener el golpe de la caída con su cuerpo.

Recibió en sus brazos a la mujer más bella que habría conocido, cayendo de espalda mantenía sujeta sin dejar de verla a los ojos, el cabello le caía hacia adelante, "cómo el bailar del fuego en una noche helada”, sus ojos verdes o azules no sabía por las sombras de los árboles hizo que el golpeteo del corazón fuese a prisa. Sonrío quitándole cabello de la cara, beso los labios más deliciosos que hubiera probado hasta el momento, estaba tan ensimismada por la belleza, que no noto que recibió una cachetada, se mantenía sonriente.

-Qué insolenté, por belcebú que te mataré si vuelves hacerlo, suéltame.

-Eres tan bella, me alegra encontrarte al fin. Reía tan alto y con tanta alegría, sujetándole dela espalda.

-Qué me sueltes. Grito.

Nuevamente el lobo aullóres pendiéndole varios más. Se levantó rápidamente revisando donde provenía los aullidos con la mujer aún en brazos, aunque quiso separarse seguía sin soltarla, revisaba entre los arbustos tratando de averiguar qué tan lejos estaban.

La pelirroja se apartó de un empujón, vio flecha y arco en el suelo, lo tomo y siguió con la mirada el recorrido del riachuelo cuesta arriba, tratando de orientarse “detrás de ese claro está el río”.-Como ya te disté cuenta de mi prisa…Creo que por ahí está el río apuntando con el arco al frente de ellas, vamos. Hablo sin dejar de revisar el alrededor.

-El río está pasando ese lado, apunto con la mano a la derecha. Revisaba todo lo que podía entre la vegetación, aún no podía ver los lobos ni tampoco asegurar cuantos eran. 

- Sí tanto conoces el lugar, como salimos de aquí. Le miro aún con ojos incendiado por la furia de ser besada con tanto descaro.

-Ves las raíces de ese árbol, si salgo primero después puedo ayudarte.

-Pero yo tengo el arco, así que voy primero. Se apresuró furiosa acercarse a las raíces, pero se resbalo al tratar de subir por primera y segunda vez, enojada de todo lo que estaba pasando grito. -Piensas ayudarme.

Rápidamente detrás de ella estaba sujetándole de las posaderas impulsándola levemente, una y otra vez regresaba sonreía ensimismada, le gustaba lo que veía una parte muy hermosa “buenas posaderas”. 

Después de varios intentos, la pelirroja se dio vuelta dándole otra bofetada sonora más furiosa aún, si eso era posible.-Pero que desvergonzado, compórtate es mi última advertencia.

Ahora sintió el bofetón, sería porque se lo dio con mejor impulso y en el mismo lugar, se sostuvo la mejía sin dejar de sonreírle, se acercó a ella y nuevamente forzándola en otro abrazo, la beso, con el quejido la soltó alejándose un poco, ansiaba ver la reacción. 

-Ahora si te mato. Tiro el arco y la flecha, en el justo momento en que iba a tirársele a golpes, el lobo salto al riachuelo, quedando a unos 50 pasos frente a ellos. Ambos quedaron viendo el arco y la flecha, la pelirroja se apresuró a susurrar. 

-Sube, haré el tiro mientras lo haces…Corre. Grito mientras agarraba la flecha y el arco, se arrodillo esperando tener un buen tiro, sabía que no tenía otra oportunidad debía serenarse, mantente corriendo así, pensó. 

-Rápido. Grito desde arriba. 

Lanzo la flecha atinándolo en el ojo del lobo, el cual cayo a unos pasos sin vida, respiro con alivio, hasta que vio otro lobo, se dio vuelta y corrió donde la esperaba una mano. Salto agarrándose, sin soltar el arco, chillo cuando era recogida sin el mínimo esfuerzo, otra vez la abrasaron y la acomodo en un hombro “soy un costal de patatas ahora” grito. 

Seguía corriendo con el cuerpo a cuesta, con la mano derecha agarro bien la posadera, el manotazo en la cabeza, hizo gritar.-Entiéndeme, no quiero dejarte caer. Dijo entre las raíces que saltaba apresuradamente, tratando de evitar que se nótaselo contenta que se sentía.

-Apura que nos alcanza. Poco importaba ahora, el lobo manchado se acercaba rugiendo, sin poder evitarlo cayeron en un cauce del riachuelo más inclinado que el anterior. El cuerpo tan fornido que la había cargado, cayo de espalda y rodo acomodándose encima besándola nuevamente. 

Esta vez un rodillazo fue dado en la entrepierna, se quitó debajo del cuerpo sin interesarle los quejidos de dolor del desvergonzado, revisaba a su alrededor sin moverse, en el árbol a su derecha llego una flecha. -Quédate ahí, pediré más flechas. Dijo mientras escuchaba como se retorcía en el suelo.

Levanto la mano indicando la otra flecha, dos más le fueron puestas, ahora sabia donde estaba la ayuda, volvió su mirada tratando de averiguar qué tan cerca estaba, pero le fue imposible, el bosque era tan frondoso. Levanto las dos manos haciendo señas que irían en dirección a un claro, esperaba que entendiera y poder reunirse pronto.

  

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 Ambas mujeres habían decidido andar entre el bosque para buscar comida, solo contaban con un arco y dos flechas que lograron hacer, no era mucho, pero si tenían paciencia y suerte lo lograrían.

-Toma, lleva tú el arco, yo iré adelante tratando de que la presa vaya hacia a ti, tomate tu tiempo, lanza con seguridad necesitamos comer. 

-Mejor regresemos al rio y buscamos algún pescado. 

-No podemos, ellos pueden estar ahí. 

-Tienes razón, por favor no hagas una locura. Susurro implorante. 

-Nunca lo hago. Abrazo a la joven asegurando cuanto le quería y confiaba en ella. 

Dio tiempo para que pudiera avanzar, tomando la precaución de mantenerla visible se mantuvo con el arco listo, vio a un hombre que estaba en una colina a unos 100 pasos de ella con un arco y flechas viendo al frente, creyendo que era de los mismo que las habían atacado anteriormente, se acercó tratando de no hacer ruido. 

De pronto el hombre frente a ella se levantó con el arco en la mano, listo para disparar, pero no lo hizo, sino que quedo inmóvil, siguió la mirada y vio como una persona corría en dirección al ciervo, por el color del cabello era su acompañante quien era perseguida por un lobo. 

Grito, haciendo que el desconocido con el arco se volviera a ella acercándose apuradamente.-No lograré desde esta distancia darle al animal.-Vamos, por aquí. Le guio hasta bajar un poco.-Andas con la pelirroja supongo. 

Le asintió con la cabeza sin dejar de caminar, viendo a los dos abajo, sorprendida como era besada una y otra vez por el supuesto defensor. 

-Andamos cazando y ustedes. Dijo la pequeña. 

Se detuvieron viendo la escena nuevamente, en la que era besada y nuevamente era amonestado, ahora se retorcía en el suelo. 

-Por todo lo sagrado, que le pasa. Grita incrédula. 

 Vio furia de su nueva acompañante, estaba sin habla por como seguía comportándose ante la pelirroja. Todo lo que podía hacer para que no quedara como un desvergonzado, era ser directa y convincente, encogiendo los hombros dijo.-El amor, al aparecer. Vio una sonrisa graciosa de la joven mujer a su lado, conformándose. 

-Bueno, si sobrevive del lobo, talvez La pelirroja La deje vivir. Se río mientras continuaba caminando por el borde del acantilado, se puso de rodia.-Cuantas flechas conservas. 

-Solo cinco. 

Hizo los lanzamientos, “Al menos contaría con varias flechas”.-Vamos, ahora ya sabemos adónde se dirigen. Ambos se apresuraron, un escalofrió recorrió todo el cuerpo escuchando los aullidos de los lobos, rogo al cielo que cada flecha fuera acertada y que nadie muriera. 

Con solo dos Flechas a mano, la joven pensó que no tenía mucho por hacer, suspiro pensando que era demasiada suerte que aún siguieran vivas estando en el bosque sin seguridad, ni armas, “al menos ahora tenemos compañía”.

  

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Suspiro era momento de actuar como debía. -Apúrate ya casi llega el lobo. Dijo al hombre que estaba arrodillado a su lado tratando de levantarse. -Intento sacar las flechas, pero están atascadas. 

-Déjame a mí. Pudo sacar dos flechas, mientras escuchaba los aullidos cerca.-Es todo lo que puedo hacer, vamos, salgamos de aquí.  Agarro la mano de la pelirroja y siguió entre el camino del riachuelo casi seco, hasta que subieron por las ramas de los árboles saliendo de la cuenca. 

Se mantenía callada, preocupada por su acompañante que podría estar también en peligro, la piel se le erizo cuando sintió que era observada detrás de unos arbustos a unos 20 pasos de ella. 

-Ya lo sé…Dirígete a ese claro. Jalo de la mujer haciéndola caminar. 

-Tú que harás. 

-Voy a salvar a mi futura consorte (esposa). Se acerco dándole un beso. 

Sería el cansancio o el temor de los lobos, pero no tenía fuerza para discutir con ese demente, se separó dándole una cachetada tierna.-Asegúrate de no quedarme viuda.

Dándose vuelta trato de ver cuántos lobos eran, sintió que recorría un surco de agua caliente por las piernas, esperaba que fuera sudor porque conto seis pares de ojos. Tomo la mano de la pelirroja, empezó a caminar lentamente, después rápido, hasta que corrieron, los lobos ahora estaban detrás furiosos. 

La pelirroja se dio la vuelta con el arco listo y disparo al primer lobo que tenía cerca, sin fallar este cayo sin vida, vio que otro lobo cayo detrás muerto, al menos se encontraba con ayuda “quedan cuatro” grito tratando de correr tan rápido como podía exigiendo a su cuerpo respondiera.  

-Dame la flecha. 

La vegetación era tan frondosa que la poca luz servía solo lo necesario, no aseguraba que pisaba, nuevamente el suelo cedió, gritaron mientras caía en un túnel del gran árbol tirado. Una raíz hizo volar fuera de su mano flecha y arco, apenas toco el suelo al final del túnel trato de encontrarlos, “no así” revisaba cuanto podía. 

 -No!... no logro encontrarlos. 

-Los buscaré, sube a ese árbol. Agarro por la cintura, tomándose tiempo por alguna razón le costaba separarse de ella, feliz movió las cejas juguetonamente, dio un beso casto y tiro por encima de su cabeza, logrando que la pelirroja pudiera llegar aferrarse a una rama fuera del peligro. 

 -Están cerca.  

La miro sonriente por el simple hecho de sentirse viva.

-Quédate, te daré tiempo, ellos irán tras de mí. 

-Espera, pronto llegara la ayuda. 

-Mejor así, espéralos. Le envió un beso desde su lugar, siguió caminando hasta que los aullidos se escucharon cerca, corrió en dirección al claro, ahora no tenía que ser precavido, podría con ellos. Vio un lugar amplio para hacerles frente, no la acorralarían, no moriría de esta forma menos ahora que la encontró, se detuvo y espero a que llegaran. 

Porque los hombres son tan testarudos, oh por belcebú, es mujer ahora lo notaba, aunque de pechos pequeños no se movían tanto al correr, era alta para serlo, esos labios son sin dudas tan delicados y bien formados, sonrió para sí misma “estoy tan asustada que la voz no ayudo a distinguirla”. 

Antes de bajar del árbol, se aseguró de ver a donde se dirigía. Por el lado derecho corrían hacia ellas dos figuras, el vestido sin duda aseguraba era su acompañante “siempre segura, apura el paso” regaño desde su lugar por algún motivo ambas se separaron. 

Ahora que sabía el lugar, tomo puesto contra el tronco del árbol arco y flecha que le dejo, tomo aire esperaba poder llegar rápido un sendero que tomo acortaría el camino, se juntaría a su acompañante, corriendo cuanto podía, supuso que podría matar al menos a uno más sin detenerse.

 

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Boquiabierta la pequeña veía como su señora continuaba corriendo con los animales detrás, que resistencia por eso era quien era, un calor inundo todo su cuerpo “orgullo”. Cerro los ojos rogando tener por una vez en su vida la destreza con el arco para acertar al menos una flecha. 

A unos 100 pasos estaba un lobo “puedo hacerlo”, dejo de respirar siguiendo las instrucciones que siempre le daban, “concéntrate, mantén el arco recto y la flecha tan delicada como una pluma”, hizo el lanzamiento, dándole en una pata por lo que el animal corrió en dirección al bosque entre quejidos. 

Sintiéndose orgullosa reía, ya podía decir que era buena con el arco y la flecha, la dicha duro lo que se dilataba en parpadear nuevamente, mientras veía como momento después otro lobo café fue muerto al otro lado por una flecha en el ojo, era simplemente un tiro magnifico. 

Boquiabierta se dijo que mantendría su regocijo, solo tendría que contar bien la historia en el futuro, aunque no lo mato, hizo que huyera y eso reafirmaría cuando lo relatara.

 Se apresuro a llegar junto a las demás, pensando en que había pasado tan rápido, se quejó por un arañazo “presta atención”, primero observo a la joven mujer corría separándose como quedaron, desde el otro lado una sombra que corría también.

La pelirroja sin duda llegaría antes, se movía con una agilidad que un ciervo envidiaría, disparo la flecha mientras corría y acertó en el corazón del lobo gris. Se detuvo al ver tanta agilidad sobre todo porque, aunque eran desconocidas protegían a su aliado, eso fue lo que paso. Estas mujeres eran dignas de mantener a su lado, le diría a Madre, incluso con un poco de ayuda su señora se casaría con la pelirroja, se notaba que era de su agrado a pesar de su falta de vergüenza. 

Se acerco cada vez más cansada, tratando de asimilar todo lo que pasaba con tanta rapidez, la joven era también un ciervo ágil y segura en sus pasos. 

Poco importaba ahora, todo pensamiento quedo fuera de su cabeza, sintió que su corazón dejo de latir, viendo como lo que mas quería era atacada por el lobo, cayó al suelo temblorosa, sin creer lo que sus ojos veían, grito desconsolada por la perdida.

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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Jupiter Asterix - Derechos Reservados
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