Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Reinos - Luz de mi vida - Jupiter Asterix - Capítulo 1



Capítulo 1

Arre costada contra el marco de la ventana con los brazos cruzados, mira fijamente el paisaje, frente a ella, los arboles cercanos se mecían en un baile sin fin, incluso el viento hacia el sonido más relajante antes escuchado.

 Suspira cansada, “soplan los vientos, ahora todo estará calmo, los aldeanos terminaran de ser enviados a lugares con mejor resguardo, aunque quisiera no podría mantener a todos, ¿porqué estar a orilla? necios vayan a cuidar de sus familias, sino hacerlas más grande". Si bien tenía con quien compartir no lo hacía “Pronto mi cría tendrá otra celebración y yo…” suspiro, hace cuanto que no sabía “¿Qué será de las pequeñas?, ¿Hace cuánto que no sé de ellas? aún peor porque se había acostumbrado a la soledad, decepcionada de su comportamiento continua sin moverse.

Unas cuantas ramas se resistían al viento, pero con el tiempo se acomodaban al igual que el resto. “Otra estación de invierno que llega, ella sin volver ¿Qué puedo hacer?, talvez si Madre insistiera volvería, apenas pase la estación haré otro intento, esta vez nada me detendrá traerla de vuelta”.

La puerta sonó, respondió sin volverse, no tenía ánimo de tratar las necesidades de los demás, hoy no, pronto se cumpliría un invierno más de su partida. Suspiro ante la insistencia, no podía seguir escapando, dándose vuelta, vio a la persona que había hecho creer que necesitaba una familia “¿Qué ha sido de su vida?”.

-Ha llegado mensaje.

Le sonrío haciéndole ademán que se acercara, la notaba distinta, tanto el cuerpo, como su actuar, entraba en los años mozos “ya debería darle más labores” pensó. Observo el caminar y bamboleo del cuerpo mientras se acercaba, se regañó a sí misma, “No es ella…ciertamente no lo es, pero se asemeja tanto”.

Quito el mensaje de la mano “Ha regresado a casa, vengan todas pronto. Te ama Madre”. Grito de alegría, abrazo a la pequeña girando con ella, por fin estaba de vuelta, por fin podría descansar de pensamientos de muerte.

-Puedo saber.

-OH! Por fin a regresado.

Ahora ambas reían de alegría mientras se abrasaban, lagrimas cayeron, agradecida de que por fin regresara.

-Cuando la vea, le daré golpes.

-Bueno, si lo haces al menos dale un beso antes, así no lo esperara. Le quitaba con su dedo pulgar las gotas que corrían por la mejía, riéndose mientras aseguraba nunca terminaría de ver sus jugarretas.

 

-Oh, gracias por decirme, no lo olvidaré. Sonrío con malicia.

-Hey! Solo un golpe, no quiero tener que cuidarla por mucho tiempo, entendido.

Asintió a ella, manteniendo la sonrisa. -Aun así, me gustara mucho hacerlo.

Continuaron riéndose, abrazadas, aunque era una cabeza más baja, la musculatura que poseían ambas era parecidas, “hace cuanto que no salgo hacer ejercicio, seguro me gana en carrera”. -Donde están, debemos regresar pronto.

-Regresaran por la noche, puedo mandar mensajeros para que regresen antes.

-Bien, manda y diles que comeremos en mi habitación.

-Quisiera hablar contigo antes de irme.

La condujo hasta el sillón sosteniéndola con su brazo por la cintura, instintivamente la pequeña acomodo su cabeza en el hombro.-Dime.

-Ella está saliendo con Madre y no me deja saber dónde, ni que hacen, no quiere saber de mí. Suspiro tratando de mantener la vos.

-¿Qué crees que esté pasando?

-Creo que están haciendo visitas a los alrededores por si hay enemigos que quieran atacar, pero no sé porque no quieren incluirme.

-Ya veremos que nos dicen esta noche. La tomo por la barbilla forzando a que la mirara. -Ahora dime que pasa entre ustedes dos.

-Sabes que la he querido desde que la vi por primera vez, pero ella insiste en que nada pasará. La vos sonaba cada vez más temblorosa. -No quiero a nadie más.

 Siguió acariciándole la espalda lo único que pensaba que podía decir era mejor decirlo ahora. -Creo que debes ser persistente, trátala con cariño, pero sin excederte ella decidirá. Vio que asintió con la cabeza sin dejar de hipar “Oh pequeña”.

Como era capaz de estar viviendo sin percatarse lo que pasaba a su alrededor, lo que acababa de escuchar la tomo por sorpresa, porque hasta ahora se enteraba de que había problema entre ellas, como estarán las demás.

Qué estará pasando en casa de Madre, estarían todas bien, ¿estaría sana?, aunque el mensaje era breve no daba señal de que estuviera herida, todo lo que podía hacer era esperar a verla y rogar porque no tuviera ningún problema, una visión de ella sin miembros la asusto tanto, que abrió los ojos.

Escucho un ronquido de la pequeña, sonrío viéndola dormida en sus brazos, siempre se comportaría comoun infante ante ella, tan necesitada de protección y cariño.

A pesar de estar cómoda, también le había sorprendido que hacía muchísimo no toleraba que se le acercaran, sin importar el motivo, se quejó por lo mal que secomportó todo este tiempo, era momento de cambiar, sus pequeñas lo merecían.

 

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-Me alegro que pudieran venir.

Abrazo y dio beso, tomándolas por sorpresa, pero no hubo comentario.

-Vamos a ponernos cómodas, falta poco para que esté lista la comida...Pedí un par de pato para las pequeñas y ciervo para nosotras, espero les guste.

-Gracias. Contestaron aún sin salir de su asombro, siempre que llegaban para platicar eran rechazadas.

-Qué noticias me tienen, donde han estado. Sin soltar a la joven, se acomodó en el sillón manteniéndola entre sus brazos, hacía de asistente y guardia de su Madre “que bella está” su corazón se quejó “me he perdido tanto”.

-Estuvimos cerca del reino del este, poseíamos informes que los lugareños estaban siendo atacados quitándoles a sus animales y cuanto tuvieran en sus cabañas, dejamos a soldados resguardando a los aldeanos, esperamos que con eso se calmen. Contesto la joven guardia.

-Porque no me avisaron que irían.

- ¿Debo hacerlo? Pregunto la Madre viéndole con cara molesta.

-Por favor, sabes que nunca me interpondría, solo me gustaría saber que hacen, temo salgan heridas. Suspiro viéndola con suplica. -Me tratas como una cría ahora.

-Te comportas como tal. Levanto seviéndola enojada. -Te he dado tiempo, pero ya es suficiente, no más.

-Cambiaré doy mi palabra…llego mensaje de la cabaña, dice que ella ha vuelto, quiere que regresemos, todas. Un silencio lleno la habitación, su Madre seguía de pie sin moverse, sin duda pensando en lo que había dicho, talvez la acompañaría.

-Bien, puedes ir con la pequeña. Nosotras conservamos asuntos que atender.

-Podría al menos saber a dónde irán.

-No!, no tienes que retrasar el viaje.

-Madre, por favor ven.

-Te he dicho lo que vas hacer… me retiro tengo asuntos que atender.

Aunque fue amonestada, rozo con el dedo la mano sin levantar la vista, queriendo sentirla cerca, le entristecía que no quisiera regresar, siempre estuvo a su lado, porque ahora pasaba eso.-Podrías quedarte a cenar, te extraño muchísimo a todas ustedes…me siento tan sola. Su Madre se acercó dándole un abrazo, tanto tiempo sin sentir cariño hizo que se mojara la cara sin querer detenerlas gotas. Le levanto la cara, viéndola con amor.

-Sabes que te quiero, siempre lo haré.

Una mirada llena de alegría fue lo único que pudo hacer con esa declaración.

-Dónde está la pequeña?.

-Se asegura que los lugareños que quedan tengan lo necesario para regresar a sus pueblos, no quiero que se enfermen por estar cerca con este tiempo, debe estar de regreso pronto.

Sonrió agradecida cuando su Madre se sentó a su lado abrasándola, era tranquilizador que dejo salir las gotas sin importarse de la joven a su lado adormecida.

 

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Con la comida servida, entre ellas empezaron a surgir las bromas y risas acostumbradas, haciendo memoria nunca había pasado tanto tiempo sin ellas a su lado, porque lo hizo.

- Estuvo delicioso el pato, lástima que era poco. Murmuro la pequeña.

- ¿Poco?, te engulliste dos enteros. Dijo la joven.

-No fue entero y estoy en crecimiento, debo comer.

-Ya, compórtense ambas. Sonrió. - Estaba delicioso, pasemos al salón para que acordemos el viaje de regreso.

Se sentó frente al sillón donde ambas jóvenes estaban abrazadas a su hija, le agrado saber que estaba cambiando de comportamiento, “debí darle nalgadas, así hubiera salido pronto de la tristeza”, pero había dado su palabra de esperar pacientemente.

-Ve con escoltas, sin que sepan quién eres, pasar por un aldeano es lo mejor, ten cuidado cuando pases por el cruce de los cuatro pueblos puede que malhecho responden por ahí, pequeña lleva lo necesario para recorrerlo en dos días, por las colinas bordeando el bosque, aunque tarden. 

-Si tendré todo listo, saldremos apenas surja la alborada así no nos verán salir.

Mientras discutían de cómo era mejor recorrer sin problema, golpearon la puerta a lo que la joven guardia se apresuró, al regresar entrego dos mensajes.-Estos mensajes los envían de la cabaña, quiere sean leídos delante de nosotras, fue dicho por el mensajero.

En silencio tomo a las dos pequeñas de la mano y las condujo hacia el balcón, daría tiempo para que su Madre pensará, sabía que era importante sobre todo por quien envió el mensaje, no tenía claro la forma de convivencia que tenían, pero nunca le importo, todo lo que sabía es que la querían y era mutuo.

-Espero que vuelva con nosotras. Dijo la pequeña viendo hacia adentro.

-Extraño tanto como éramos, tenerlas cerca. Susurro la joven observando las estrellas.

-Bueno en parte es mi culpa, así que me toca remediarlo verdad.

Ambas asintieron, sonriéndole mientras le tomaban de la mano cercana. El viento soplaba calmadamente algo que era tranquilizador, pero a la vez augurio que vendría fuerte. Pensó que era momento de incluirse, apretó las manos haciéndose notar.-Quiero que se muden al cuarto violeta, compártanlo y cuídense, siempre han estado juntas, quiero que sigan así.

-Ya no somos niñas, además ella ronca y mucho. Dijo la joven acobardada.

A pesar de que escuchaba palabras desaprobatorias, la pequeña seguía sonriendo como nunca antes, por el hecho de empezar a convivir con su gran amor.

-Ambas harán caso, quiero que cuides de ella, sin quejas. La joven asintió afirmando lo requerido, pero aún no salía de su nerviosismo lo sabía. -Me dirás si surge algún problema con las salidas que hacen. Nuevamente asintió ante ella 

-Creo que somos tontas, hubiéramos traído bebidas. Todas rieron por lo dicho, quedándose juntas viendo el paisaje pacientemente, noto como la pequeña acerco su mano para rozar a la joven, pero esta se apartó inmediatamente, sonrío por lo ingenuo y cruel que seguro era.

Sonreían viendo el paisaje, se alegró de ver a su hija que trataba de salir de su desdicha pronto recuperaría a sus pequeñas, desde la puerta observaba como pareciera viejos tiempos en el que todas eran felices, un viento helado hizo surgiera un escalofrío por lo calmado que parecía todo, el canto del ave tampoco ayudo, se avecinaban malos tiempos pensó.-Vayan a descansar, tómense dos días en llegar, llegaremos cinco días después a más tardar.

-Si! dijeron, saltando alegre por la noticia.

-Me alegra mucho Madre. Alegre beso la mano, era momento de mejorar así que se aventuró a preguntar. -Pequeñas, ¿Quieren pasar la noche conmigo?


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En la cama con ambas jóvenes a la par, se sentía mejor, como si tenerlas cerca,hacía que el dolor de los seres queridos que perdió fuera menor, aunque no pudiera olvidarlas era momento de dejarlas descansar, con suerte conocería a otras que le ayudaría hacer nuevos recuerdos.

Sonreía recordando como hubo que mantenerse en su lugar y cómo fue empujada por ambas pequeñas, recibiendo besos y gritos de alegría por la invitación de pasar la noche con ella, aunque faltaban pequeñas pronto estarían todas juntas se propuso, “debo saber que son de ellas, debo comportarme como el guardián que soy, merecen todo de mí”.

-Me gustaría darle un mejor corcel, el que tiene ya está viejo… Incluso podrías llevarte el mío, no viajo mucho. Susurro la pequeña.

-El negro no tiene nada mal, me ha acompañado en varios viajes, así que estoy bien.

-Solo uno. Pregunto ala joven que asintió sin abrir los ojos.-Haz que tenga al menos unos cuatro corceles y tú puedes tener otros cuatro para cuando requieras. La pequeña sonrío, aunque no hablo, le poso un beso en el hombro, asintiendo también.

 -No tiene nada de malo el que tengo.

-Lo sé, pero debes dejar que descanse, sino morirá antes de tiempo.Cuando se lo proponía era desesperante, la conocía.

-Entonces lo acepto. Ahora debo pedir que ella salga con al menos cuatro guardias, no con uno como suele hacerlo.

-Yo no los necesito, siempre he regresado sin problemas.

-Pero ahora debes ceder como ella. Escoge cuatro guardias para ella y otros cuatro para ti.

Escuchó un manotazo en el hombro de la pequeña, abrió los ojos, viendo calladamente como la joven le decía que la haría pagar por lo que había pasado, la pequeña solo le sonreía y lanzaba besos sin hacer ruido, volvió a sonar un manotazo, se mantuvo en silencio viendo como empuñaba la mano haciéndole gesto a la pequeña.

-Mírala, quiere lastimarme. Dijo la pequeña.

-Cálmense o las tiro al suelo, vamos a dormir. Espero paciente, haciéndoles caricias o simplemente apretándolas más a su lado, los ronquidos como bien sabia, surgió, “pero qué manera de dormir, no culpo por no querer compartir el cuarto”.

A pesar de los ronquidos, pasar tiempo con ambas, era todo lo que necesitaba, se dijo que iba a pasar un buen recorrido con la pequeña, aunque hubiera preferido la compañía de ambas. Que mantenía a su Madre con pendiente y porque había decidido que la acompañara la joven, siguiendo los pensamientos entre alegría y tristeza, el cansancio hizo por fin que se durmiera.

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