Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 21

Hola¡¡¡ ha pasado un tiempo, tengo mil excusas y a la vez no tengo ninguna, he recibido mucha ayuda para darle un buen final a esta historia, pero aún no ha llegado, ojalá disfruten este capítulo un poco más largo de lo normal, nos vemos en el próximo, ojalá todos los que la han leído continúen aun conmigo.

Feliz día¡¡¡


 

 

CAPÍTULO 21 SANGRE

Se dieron los alimentos, que prudentemente Shizuru evitó por temor a tener que volver con la cubeta fiel junto a su cama y no porque apreciara la compañía de su aprovechado prometido, era más el temor a dejar a Natsuki y Nina a solas, con el vino que normalmente era tan mal consejero sobre las cosas importantes, y por las que cierta Kruger había tomado tanto aprecio en las últimas semanas. No es que alguien estuviera contando, pero 4 vasos habrían sido más que suficiente para mandarla a dormir cuando se conocieron, pero ahora notaba que no le hacían ni cosquillas. Shizuru imaginó entonces que la pelinegra quien departía más a menudo con los oficiales, desarrolló la respectiva resistencia que a los de su tipo se les adjudicaba no en vano.

La fiesta era algo digno de admirar, tenía la certeza de que no habría visto tantas bebidas ni viandas tan exóticas ofrecidas en tal abundancia a la multitud, ciertamente Fukka gozaba de ciertos privilegios comerciales que serían de gran beneficio para su pueblo, tampoco recordaba haber visto así de contentas a las personas, ni a los jóvenes tan alegres en sus expresiones o danzas, sus padres eran más conservadores al respecto, por lo que era particularmente agradable observar el festejo. 

Hasta que alguien se detuvo a su lado, para tomar una jarra de vino. ―Felicidades, por… la hermosa espera.― Aunque no fuera tan linda para sí misma, no podría solo culpar al bebé creciendo en el vientre aun plano de Shizuru. ―Ruego por su salud y buena llegada.― Añadió incómodamente ¿qué otra cosa podría decir respecto a ello? Aprendió de Nina que el reproche no la llevaría a ningún lugar bueno en todo caso. ―Se feliz.― Fue la cosa más dura por decir, cuando era una clara renuncia a la esperanza que alguna vez pareció inquebrantable.

Así la hija de Izumi contempló el abandono del que estaba siendo objeto y sintió una estrangulación terrible en su corazón. ―¿Feliz?― La risa falsa respondió con todo el enojo que Shizuru pudo acumular a lo largo del tiempo y de las últimas palabras. ―La persona en la que confiaba ciegamente, no resultó ser todo lo que esperé, siempre rindiéndose ante la primera prueba, le cuesta lo difícil.― Ironizó cuando no decía más que la verdad. ―Los cobardes abundan en el mundo… al parecer.

Un fruncimiento de cejas en medio de la tonada que amenizaba el ambiente y sus pasos se detuvieron cuando sus ojos vieron a Nina sonriendo mientras los Okuzaki decían algo, devolvió el rostro en la dirección de Shizuru, la misma mueca amarga en la piel más pálida. ―Hablando de confianza, la madre de las mentiras no puede dar charlas de verdad ¿No crees?

―Ese es el punto, Kruger. Tu eres la madre…― Sentenció cansada de todos esos juicios que lastimaban más que nada en el mundo, porque tampoco le negaría el derecho.

Pero Kruger lo interpretó por otro lado ―No te atrevas, yo no he mentido… no como tú.

―Tú en verdad eres imbécil, por completo. Te estoy diciendo que Shura es tu hija o hijo, no digo que seas la madre de las mentiras, porque ofendería a mi bebé con esas palabras.― La voz de Shizuru, aunque susurrante, estaba plagada del amor de una madre y del justo reproche a la otra figura de aporte al nacimiento de aquel pequeño milagro, del que no sabía dar una exacta explicación. ―No sabes cuánto daño me hiciste al dudar de que no fueras la única para mí… no puedo perdonar eso, Natsuki.

―Y yo no soñé otra cosa,― Y por un instante Shizuru pudo ver la ilusión en los ojos esmeralda, un brillo que murió cuando otras crudas ideas sobrecogieron a las anteriores. ―Podría soportarlo, que fuera de otro, supuse que en unos años pasaría... ¿Pero tenías que hacerlo a mis espaldas cuando me entregaba en cuerpo y alma? Herirme cuando no deje un solo escudo entre nosotras. Soy solo una mujer... yo no soy especial, así que esa es solo una fantasía en mi mente― Se mordió los labios, unos que temblaban como si pudiera romperse en cualquier momento tal vez por el efecto del licor. ―... no te burles de mí, que es suficiente para saber morir.

Shizuru contempló así la oscuridad en la que se había sumergido Natsuki, quien era la sombra de la persona que conoció. ―Yo no mentí, tú sí… mi bebé es mío ahora, hoy renunciaste a verle ser.― Amenazó con la más punzante promesa que su orgullo y pena pudieron producir, y nada la obligaba a quedarse en ese lugar, quiso alejarse y no herirse más. ―Realmente lo siento por Nina, no será querida honestamente.

―¿Cómo puedes tener un corazón tan frío?─

―Es un mal de familia, princesa Kruger.― Intervino la reina de Tsu apareciendo por sus espaldas, con una mirada divertida y acercándose peligrosamente a la morena, quien no sentía ni fuerza para sostener la jarra de vino, la cual abandonó en la mesa. ―Cada esfuerzo que he ocupado en ella ha sido para convertirla en una criatura indómita y manipuladora.― La castaña solo se preocupaba de saber qué tanto de la conversación escuchó su madre. ―No sobreviven las tiernas criaturas en un mundo tan adverso.─

―Fe... ¿Felicidades?― Natsuki dio un paso atrás, pero la mesa le impidió huir del repentino peligro que le advertía el instinto. ―Aprendió maravillosamente tal cuestión.― Si estaba herida no lo escondió al mirar a Shizuru quien desearía como nunca que su madre no se entrometiera, pero no pudo decir nada cuando la reina deslizó su rostro muy cerca del de la joven pelinegra casi mezclando el tono rojo de sus cabellos con los negros de brillo azul que caracterizaban a los Kruger, y así, susurró unas palabras en el oído de la ojiverde que la castaña no pudo escuchar.

Natsuki apretó con fuerza la mesa entre sus dedos, antes de tornar sus nudillos blancos y hacer temblar la mesa. Los iris verdes temblaron la cuenca de los ojos antes de apartarse y evadir a la reina. ―Gra..cias, majestad― Luego simplemente huyó.

―¿Qué le dijiste…?― Preguntó con un tono tácito de amenaza, ahora eran los nudillos de Shizuru los que blanqueaban.

―Nada complicado hija mía.― La sonrisa de Izumi se ensanchó y guardó silencio el suficiente tiempo para inquietar a Shizuru. ―Solo que debería desvivirse esta noche por complacer a su prometida, si no quiere ser reemplazada por cualquier amante fortuito, una segunda vez.― Ante eso la castaña palideció, su madre había escuchado todo aquello.

―No, con ella no te metas...─

―Shizuru, te he dicho que no puedes exponer debilidad y si ella es tu debilidad... entonces les haré un favor a las dos.─

―No quieres conocer la peor parte de mí, Izumi. Te lo advierto...─

―Oh mi niña, siempre contienes tu verdadero potencial― Sonríe con una falsedad tal que solo reta a la peor versión de Shizuru. ―Las personas tristes toman malas decisiones amor, y solo sugerí que yo podría instruirle adecuadamente, teniendo presente que su madre murió siendo ella tan pequeña, hay cosas que necesita saber sobre el placer de la mujer. Realmente deberíamos tener esa charla...─

―Ella no es como tus juguetes, madre... ella no cederá.― Dijo firmemente, aunque por dentro temblaba su corazón ante la idea de lo peligrosa que puede ser su madre y lo perdida que parece Natsuki. ―Y no te pertenece...

―Veremos si acude a ese lugar.― Levantó los hombros con desinterés, antes de sonreír ladinamente. ―No la pierdas de vista, si es que de verdad pudo engendrar a mi nieto― dijo con ironía e incredulidad, ―¿Quién dice que no podría embarazar a tu prima hoy? Eso sería divertido.― Añadió con burla.

Shizuru se quedó estática, no había pensado en esa posibilidad, por lo que estuvo paranoica el resto de la noche vigilando a la pareja, aunque el ánimo había mejorado considerablemente desde que su prometido desapareció por asuntos mundanos y en realidad casi ni notó su ausencia, tenías los ojos puestos en cierto par de pelinegras que compartían con un alegre Xan, además de los hermanos y hermanas mayores de Nina, quienes no distaban mucho del padre o de ella en realidad, era como ver a las múltiples versiones que serían de la muchacha si hubiera sido hombre, delgado, o fornido, con barba o como será dentro de unos años, con el cabello más largo o embarazada, como Yui Wong, la hermana mayor de Nina a quien felicitaron por el futuro nacimiento. Así la imagen de su prima llevando en sus brazos al bebé de Natsuki en tal vez un año, fue insoportable, ya que, si intimaran con la ignorancia de la fertilidad de la princesa de Fukka entonces, ¿cómo sería su historia? ¿Ella también sería desestimada? ¿O entonces finalmente el Arc Adamante lo creería?

Shizuru sabía que él padre de Nina era expresivo pero esa noche exudaba alegría y ya estaba un poco pasado de copas, aunque Natsuki descansaba infeliz en cada momento en el que el hombre se distraía en alguien más, como si llevar la carga de aquellos fingimientos fuera agotador, no pudo disimular la sonrisa cuando el grandote, Sho Wong, le dio una palmada en el hombro que casi le saca un pulmón.

Entonces Shizuru observó algo extraño, a una mujer verdaderamente hermosa casi correr a las espaldas de su ex-amante, y abrazarla sin dudas ni reparos. La rígida postura de Natsuki que fue al menos un consuelo, pronto se convirtió en alegría al reconocer a la mujer.

―¡Erstin!― Llamó a la joven de piel tan pálida como la de Natsuki, salvo porque ella tenía largos cabellos rubios y unos ojos azules, sus ropas compiten en belleza con la suya o la de Nina, intuyó de inmediato que pertenecía a la realeza. La parte desagradable vino cuando le dio un beso en la mejilla, luego se integró al grupo en el que fue recibida como una más, por millonésima vez la hermosa princesa de Tsu se sintió fuera de lugar y del mundo, al parecer la rubia era parte de la familia de su ex-amante.

―Shizuru, hija... no puedo ni describir lo hermosa que estás esta noche.― Se acercó el castaño de ojos rojizos, para abrazar a la joven madre y distraerla por suerte de aquella nefasta fiesta. ―Felicidades por todo mi amor, seré el abuelo más dichoso.─

―Padre, que bueno verte...― Sonrió audazmente, era el único genuinamente contento por la buena noticia, pero claro que él daba por sentado el origen del bebé en su seno. ―Casi parece una eternidad desde la última vez.─

―Llevo unos días aquí, nos hemos visto.─

―Pero ha sido por política.― Acotó Shizuru con una sonrisa compasiva.

―Bailemos entonces, antes de que alguien tenga en mente importunar con cosas políticas.― Sonrió el mayor con un semblante apacible.

La castaña no pudo negarse, tomó la mano y se dirigieron a la pista, en la que danzaron olvidándose de los demás. ―Bailas muy bien, pequeña.― Dijo orgulloso el padre, disfrutando como no lo hacía en un tiempo. ―Tuviste un buen maestro.─

―Quien me enseñó.― murmuró como si no supiera las intenciones del mayor. ―Fuiste tú, papá...─

―Entonces fui uno bastante bueno, eres un hermoso cisne en un estanque cristalino.─

Giraron y se movieron con los acordes en una precisa armonía que hizo olvidar a Shizuru sus agobios, al menos durante un par de piezas, cuando se sintió un poco cansada, entre la dificultad para alimentarse y el estrés de los días, de la charla anterior, su estado físico estaba mermado. La fatiga no le extrañó al padre, más una pregunta lo había acechado en el palacio de Tsu, un pensamiento que se deslizó suavemente a través de sus sueños, pues la sonrisa que vio en la joven durante el contrato nupcial, hoy palidecía como el cansancio y algún disgusto asomaban en el rostro antes apacible.

―¿Eres feliz Shizuru?─ el hombre la cuestiono al verla taciturna.

―No,― dijo aquello con más naturalidad de la que le gustaría. ―Pero no esperaba serlo de todos modos, mi error fue creer que fuera posible por un momento.─ admiro de soslayo la sonrisa genuina que Natsuki le ofrecía a la joven rubia.

Akihiro se detuvo para encarar a su hija, y sus manos se posaron en sus hombros con una mirada de escrutinio. ―Acaso el príncipe... ¿no te trata bien?― Preguntó con súbito temor.

―No significo nada para él, soy solo el medio de un contrato que beneficie a su reino, y no me ha dado un trato distinto. ¿Esperabas algo mejor padre?― Desvió la mirada dolida, recordando las noches en vela que se debieron a él, al temor de bajar la guardia y despertar con algo más que su honor desecho. 

―Keinji juró que serias tratada como en nuestra casa...― Akihiro se sintió culpable.

―Él tiene sus propios intereses,― Pero Shizuru necesitaba mucho más que su vaga indignación y deslizó las palabras. ―¿Puedes siquiera distinguirlos? ¿A Natsuki y a Arashi? Yo tampoco, al principio no demasiado.─

―Intuyo que...― buscó con la mirada sin encontrar a los gemelos, pero la verdad es que, de no ser por la aproximación de cada uno a su respectiva prometida, bien podría haber creído cualquier cosa. El rey se estremeció apesadumbrado, pero cuando asimiló la información sus iris escarlata temblaron en la cuna de sus ojos. ―Lo que insinúas hija ¿Significa lo que creo que significa?─

Shizuru asintió suavemente, ―Conocí primero a la princesa, a quien su padre forzó a llevar el papel de su hermano, solo porque Arashi es un cobarde que prefirió huir a desposarse, amó su libertad egoísta más que a su pueblo.― La castaña abrazó a su padre, cuidando que ningún chismoso escuchara la conversación. ―Ella fue la que salvó mi vida del ogro y casi se rompió las costillas en el proceso, mientras estuvimos aquí me cuidó y me respetó, hasta la ocasión en la que todos nos forzaron exigiendo el contacto de un beso durante la firma del contrato nupcial, que estoy segura no fue grato a su voluntad― Se alejó apenas lo necesario para ver a su padre y sonrió con la misma ironía que Izumi acostumbraba.  ―Sentirla de esa forma, lo cambió todo y yo no me di cuenta de inmediato... pero conocer a Arashi después de todo, solo me hizo aborrecerlo. De entre todos los hombres que me pretendieron... ¿tuve la mala suerte de que me fuera escogido un cobarde pusilánime?─

Con ello el mentón del Rey se tensó por la ira, pero no sorprendentemente por el agravio inicial de Arashi, sino por la idea que se precipitó en su pensamiento. ―Esa mujer, ella... ustedes ¿intimaron?― Tragó saliva, sin saber, sin desear realmente saber algo de ello, pero no esperaba que la honestidad de Shizuru viniera sin ninguna razón.

Asintió con la cabeza, mirando sobre el hombro del rey. ―Pasó un día antes de la ceremonia de los tesoros.― musitó ya sin temor, con esos iris que en ese instante recordarían a la sangre fluyendo como un río.

―Pero Shizuru... ¿cómo no sabrías en ese momento que se trataba de una mujer?― Ciertamente era una contrariedad ¿por qué no la rechazó?

―Lo supe padre, ella no me mintió sobre sí misma, incluso se rehusó a usar una vil herramienta que el carpintero pulió para hacer parecer más creíble el engaño― No se necesitó mayor descripción para que Akihiro entendiera que forma esculpió el sirviente. ―Y yo no quería que muriera intentando llevar el papel de su hermano, pero yo misma necesitaba haber intimado con alguien, ya que la Kvinne Rød solo me sería otorgada a cierta edad, o si ya no fuera casta.― Suspiró, no expondría la indignidad del hecho, por cuanto los dioses estipularon aquellas reglas divinas absurdas a su entender, y prefería reservarse la verdad acerca del deseo y la voluntad, más fuerte que solo el deber que la llevó a intimar con Natsuki. 

―¿Porque una princesa admitiría actuar el papel de un hombre? Sus actos no la hacen más digna que su padre, un vil mentiroso sin honor.─ el rey Fujino dejó caer las manos de los hombros de su hija cerrando los puños con ira.

―La libertad de elegir a quien amar, me parece un buen motivo, viendo en la situación en la que me encuentro. Sé que su padre prometió no forzarla a casarse con ningún terrateniente, ella es libre de elegir a diferencia de mí.─ la joven tomo suavemente los brazos de su padre esperando detener cualquier intento de huida.

El Fujino desvió la mirada culpable. ―¿Por qué me dices todo esto ahora? Ya te has embarazado... ¿Entonces quién es el padre?─

―Ella fue la primera y la única en mi lecho, padre.― No esperaba que él le creyera, pero dejaría constar su punto de vista. ―Mi Shura es de Natsuki, por más inverosímil que te pueda parecer, pero aquí estamos, en un mundo en el que una mujer puede destrozar mil ciento once flechas con una lanza de aspecto inofensivo y otra, el Arc Adamante puede concebir sin siquiera tener conocimiento de ese hecho.─

―Imposible...― Murmuró el de ojos escarlata. ―¿Acaso ella lo cree igualmente?─

―Al igual que tú o que todos, supone mi traición. ¿Porque piensas que va a desposar a mi prima, si no es por el desamor que la idea le ha causado? Pero yo conozco mi verdad, y es suficiente para mí... ─

―No entiendes la gravedad de todo esto, hija.― Gruñó el hombre que ya se miraba preocupado, Akihiro está seguro de que por esto tendría la bilis rebosando al anochecer. ―Darte a una mujer, acolitar esta sarta de mentiras y traiciones, no menos que una guerra vendrá.─

―La entiendo mejor que tú, de ahí mi reserva, si por la muerte de cientos de soldados me habría librado de este predicamento, pero aquí estamos todos, aún vivos y en aparente paz― Así se apartó ya por completo del padre con quien compartía los cabellos y los ojos, aunque su astucia claramente fuera más de la propiedad de Izumi, por mucho que ello disgustara a la castaña quien no admitiría el hecho jamás. ―Pero considera esto, como Rey,― Acomodó gentilmente el chaleco de su padre y le dio un beso en la mejilla para poder susurrar. ―Arashi fue el segundo en nacer, y Natsuki tiene el tesoro, quien posee el tesoro, saben los dioses, es quien ha sido destinado para gobernar. Así que por tu errada elección voy a desposar a uno que no será rey de Fukka, y que verá a mi hijo, tu nieto... como una amenaza. Será mi esposo, y el futuro rey de Tsu, un hombre que ni siquiera puede vencerme, pues ha intentado tomarme por la fuerza sin mucho éxito... pero no te preocupes, yo salvaré a mi esposo cada vez que huya de la batalla, ¿o no sabes que dejó morir a una tropa entera como un cobarde?─

―Entonces no podemos esperar, debemos ir con Keinji... si por su causa tú has sido tan vilmente mancillada y me ha ofrecido a un hombre que solo ha resultado ser un guiñapo, uno que no es el heredero legítimo.─

Shizuru quería refutar la parte que involucraba ser mancillada por la mano de Natsuki, pero no era el momento para aclarar cuánto de su auténtica voluntad había sido en lo que respectara a la princesa, no si pretendía evitar cierta peligrosa proximidad entre la madre de su hijo y su prima. No tuvo más remedio que salir del gran salón en busca del Rey, para resolver de una vez por todas las circunstancias que los agobiaban.

Los pasos de Akihiro eran rudos y pesados, como el enojo que contenía, Shizuru caminaba a su lado a pesar del esfuerzo que ello le suponía. El no conocer el lugar y no recibir una guía de quien ya debería conocerlo como a la palma de su mano, le dio a saber al padre, que la joven lo hizo adrede para tener la oportunidad de serenar su enojo y con ello poder razonar sus circunstancias. Ciertamente no quería la guerra, pero no tenía una excusa para no declararla, y no hacer “nada”, como sugería la menor, aquello lo mostraría como un monarca débil, sin mencionar los reproches de la corte si es que alguien llegara a saberlo.

―Me parece que lo planeaste... hija.― Se detuvo cerca del centro de palacio, donde había un tragaluz y un pequeño, pero bello jardín.

―Siento tener que decir que sí... hacer que tomes acciones, fue una de las muchas ideas que cruzaron mi mente. Desearía no tener que hacerlo, pero mi madre fue convincente hoy. ─

El hombre tragó saliva. ―¿Qué tiene que ver tu madre en esto?― Se preocupó el Rey, quien ya conocía a su esposa y sabía de las confabulaciones, pero también entendía que, si todavía gobernaba Tsu, era solamente porque ella así se había asegurado. ―¿Qué quiere?─

―Curiosamente lo mismo que yo.─

―¿Y qué es mujer? No he sabido que pasa por la mente de tu madre en todos estos años y no creo que pueda lograrlo ahora ni porque el Dios Jurojin me lo dijera en persona.─

―La guerra, si es entre vecinos, es larga y destructiva, así que no lo desea, sería un escenario peligroso para su nieto y para ella la sangre es lo más importante. La unión entre Tsu y Fukka perdurará porque ahora nuestro lazo existe por la sangre, pero te prometo que mi enlace no será con Arashi.─

―Realmente piensas que le permitiré a esa tríbada...─

―Fue la voluntad de Rød, Shura es el nombre de la siguiente persona que portará el tesoro y el tesoro de Fukka, también fue mi promesa a la deidad del dragón ígneo que el Arc Adamante será protegida por mí. Ella me pertenece...─

―Esperaba que al menos la opinión de la joven te importara un poco, sin mencionar a tu prima.─

―¿No era una tríbada hace un segundo?― Suspiró disgustada. ―No finjas conmiseraciones que no sientes padre.─

―Eres más dura que tu madre, hija... ─

―¡Majestad!― Vieron llegar agitadamente a la custodia de la reina, una mujer morena de ojos miel y cabellos negros.

―¿Harada?― Pregunto Akihiro un poco contrariado.

―Uno de los príncipes de Fukka, y la reina... discuten terriblemente, pero la puerta ha sido sellada, temo por la seguridad de su majestad.─

―¿Cuál de los dos?─

―Son iguales señor... no sabría decirle.― Murmuró avergonzada la mujer guerrera.

―¿Cómo pudiste dejarla sola?― Reprochó Akihiro a la muchacha morena mientras corrían en la dirección del salón en el que presumiblemente estaría su esposa en algún tipo de riesgo.

―Ella dijo que iba a enseñarle un par de cosas al padre de su nieto...─

Shizuru palideció temiendo que de verdad Natsuki hubiera aceptado acudir con su madre. Así que cuando llegaron a la puerta, no tuvo ningún inconveniente en usar su tesoro para cortar las cerraduras y cualquier elemento que obstruyese la entrada, apenas los suficientes centímetros para no herir a nadie que pudiera estar muy cerca de la puerta. Akihiro pateó la madera un instante después y la puerta se desmanteló en el acto.

Lo siguiente por ver, fue un Kruger en los atuendos de gala de aquella noche, sosteniendo los brazos de su madre, mientras su boca se aferraba apasionadamente a la de Izumi, quien esencialmente tenía la boca cerrada y estaba tensa. La delineada barbilla, la melena negra... atrajo a la mente de Shizuru la clase de besos que su ex-amante le daba por ocasión de algún pequeño disgusto, y aunque el uso de fuerza no fuera exactamente un buen ejemplo, sabe dios que cuando eso pasaba, era bastante difícil decirle que no a esos ojos esmeralda.

―¿Natsuki?― Susurró Shizuru casi con el corazón en vilo, puede que más roto que al principio de la fiesta.

Se oyó un bufido de indignación llegando por la otra puerta del salón, no menos destrozada que aquella por la que Shizuru entró. ―¿Realmente crees que yo haría algo así? Gracias por la confianza, princesa― Murmuró gruñonamente la fiel copia del anterior, llegando en un santiamén por la espalda de su hermano y apartándolo de la reina. En cuanto Izumi fue liberada y antes de que el hombre fuera alejado completamente, no tardó en darle una fuertísima bofetada al que por evidentes razones, era Arashi. ―¿Eres imbécil hermano? ¿Agredir a la reina como un maldito sátiro?― La pelinegra miró las ropas desordenadas de su hermano, notando la abultada forma en la entrepierna. Abochornada por la situación, empujó al menor sobre una silla, se quitó la chaqueta y se la arrojó sobre el torso, ―Quédate ahí sentado...─

―Yo no la agredí...― Se defendió Arashi con los ojos puestos en el hombre que para su mala suerte venía detrás de su hermana, era Keinji. ―Ella lo deseaba, me incitó toda la maldita noche.─

―¿Cómo te atreves a decir tal cosa de mi esposa? En el día de la celebración del compromiso de tu hermana, a pocos días de la boda conjunta. ¡Eres el prometido de mi hija!― Increpó Akihiro quien vio la conveniencia de fingir algún tipo de demencia, y ver cómo se compensaría la circunstancia.

―¿Que tiene por decir la reina?― Intervino Keinji, sabiendo que tenía mucho que perder, pues tanto la guardia como los sirvientes coincidían la versión de Izumi Fujino, y de ahí que Natsuki hubiera llegado tan rápido, ya que le había costado seguirle el paso, sin embargo y en su experiencia, si la hija de aquella casa era una vil traidora capaz de romper a sus hijos y llenarlos de discordia ¿que sería la madre si no una víbora incluso más astuta?

―Me parece, que el joven Arashi está confundido, temo que distorsionaste los consejos que quise darte con la esperanza de que hicieses más dichosa a mi hija, con alguna clase de insinuación, que realmente no pasó. Los mismos consejos le di a tu hermana y ella no me atacó como tú si lo hiciste.─

―¿Natsuki?― Cuestionó el rey, aunque todas las miradas, incluso dos pares escarlatas se dirigieron a la posición de la portadora del tesoro, el cual lógicamente había usado para abrir la puerta y aun se adornada en la mano izquierda como un metal lustroso con la forma de un brazalete, del que brotaría de ser necesario el arma legendaria.

―Bueno,― Comenzó a sudar, ya que Nina junto a Erstin y su tío, Nathan ingresaban al lugar, posiblemente preocupados por la fortuita huida de los Kruger tras la aparición de un sirviente del castillo. ―Ella me habló de lugares que... no conocía en el cuerpo de una doncella, ya que mi madre murió antes de poder hablar de ello y los consejos que me dio Fumi, eran... para la intimidad entre hombre y mujeres.─

―¡Madre!― A cierta castaña le hirvió la sangre, esperaba que no hubiese sido demasiado demostrativa. ―No debiste, de verdad.─

―Perdona si quería que tu prima fuera dichosa o que tú también lo fueras, solo anhelaba que se beneficiarán.─

―Es una vil mentira, ¡Ella me habló de los placeres que podría prodigar con su boca!─ el rostro de Natsuki reflejaba el sonrojado de la Fujino menor.

―Solo mencioné que una mujer podría...─ Izumi, quitada de la pena, continuó incomodando a los presentes con aquellas palabras.

―¡A callar!― dijeron Keinji y Akihiro al mismo tiempo, mientras todos los demás tenían los rostros tan rojos como farolas en la oscuridad.

―¿De verdad te explico algo así?― Cuestionó Shizuru con los ojos puestos en Natsuki, incapaz de contener la curiosidad que esencialmente todos los demás compartían.

―Sí, fue la conversación más incómoda de toda mi vida, pero es tu madre... ¿cómo no iba a escucharla? Realmente no tuve a nadie que me amara tanto para explicarlo.─

La joven madre miró con confusión a su ex-amante, teniendo en cuenta que eso sería lindo por escuchar si las circunstancias fueran otras, a la par que fue un alivio entender que el encanto de Izumi solo había incomodado a la pelinegra cuando el efecto en su hermano había sido prácticamente un afrodisiaco.

Akihiro se aclaró la garganta. ―Esto, nos deja en una situación por demás incómoda. Pero es francamente imposible que este hombre pueda ser digno de desposar a mi hija ¡ni siquiera es el poseedor del tesoro! Lo tiene en sus manos la princesa, ¡me prometiste al heredero!

Keinji pudo casi sentir las ataduras que sus palabras forjaron en el pasado, pero el más joven de los hermanos solo había ocasionado inconvenientes, y ya estaba más que claro, que debió dejarlo ser en la distancia, a tener que vivir las circunstancias presentes.

―¿Y realmente piensas que yo querría desposar a semejante arpía? El hijo que espera, no es mío― Arashi se puso de pie, olvidando que cierta parte de sí mismo fungiría como percha para la chaqueta con la que su hermana había escondido sus vergüenzas. Poco le importó. ―¡Yo no la he tocado! Ha ido por allí dándose a quien sabe cuántos desgraciados en esta corte.

El puño blanco de Natsuki silenció al Hati de Jade, a quien le rompió el labio en el acto, lastimándose los nudillos en el proceso. ―Di algo así otra vez y te prometo que te tiraré otro diente, además del que se te cayó la última vez.─

―¿Quieres pelear? ¿Vas a defender el honor que esa mujer no tiene? ¡Adelante! Me importa poco si tienes el tesoro, con una espada te destrozaría ¿Quieres el trono? ¡Tómalo! Mañana, al alba... definiremos el derecho del primero― El pelinegro realmente ya no tenía en mente tolerar por más tiempo ser el juguete de ese grupo de personas, incluso si su padre deseara ponerlo en las mazmorras al terminar, ya no se tragaría el orgullo por más tiempo. Entonces miró a Shizuru con reproche. ―Por un error que cometí el día de conocernos, se me impondría la boda con esta mujer de cascos ligeros,― Luego volvió a mirar a lo que sería la versión petrificada de su hermana y sonrió con burla. ―...que pena que fuiste un pobre reemplazo de mí Natsuki y al final no le fuiste suficiente. Pero si tanto la amas hermana, entonces ¡Cásate tú con ella! A fin de cuentas, tú te llevaste su vez primera, si es que puedes creer que fuiste la primera o la última.─

Arashi lo debeló todo, sin siquiera pensar en las consecuencias, a su salida de la sala, casi aparentando ser víctima de las circunstancias, el silencio sepulcral lo llenó todo.

―Le diste una mujer a mi hija.― Reprochó Akihiro.

―Y ella tiene a un bastardo en su seno.― Se defendió el rey Keinji, viendo como su tonto hijo había arruinado todo en un arrebato lujurioso.

Natsuki desvió la mirada, con la herida abierta.

―Yo solo intimé con la persona que me disté por esposo, Rey de Fukka.― Dijo con firmeza, con la mirada roja y fría sobre el mayor, posando lentamente los clavos de su ataúd, para no dejarle una salida que no fuera por su voluntad. ―Ninguna otra persona... su cabello negro con el brillo azulino en la noche, sus ojos verdes como gemas preciosas, su piel pálida y suave, la sombra de una luna en su costado, era un precioso lunar. No conozco a nadie más, por lo que solo uno de ellos dos pudo ser... así que dame por esposa a esa persona solamente, solo a Natsuki te exijo ahora.─

La hija de Saeko observó a Shizuru, sus iris esmeraldas vibrando, entre el pánico y la perplejidad, abrumada más allá de todo sentido consciente, queriendo una parte de ella creer la dulce fantasía que Shizuru narraba, cuando la imposibilidad agitaba la frustración de su corazón, deseando creer más que nada en el mundo, confiar en su aterciopelada voz y al menos por un instante algo muy dentro le instó a creer. ¿Entonces porque no se sentía tan feliz como debería si esa era fuera verdad? Simplemente por la forma en la que dijo las cosas, con un matiz de ignorancia, como si realmente Natsuki no hubiera sido honesta o la hubiera tomado en medio de las sombras fingiendo ser un hombre, como si no la hubiera amado más que solo esas veces. La hundía a la vista de personas que admiraba... para cubrir una ignorancia que no existía realmente.

―No tengo mucho más que ofrecer, vista la realidad. Pero sabes princesa que esa ya no es mi decisión.― Ofreció Keinji haciéndose a un lado, cansado de discutir lo que parecía irrebatible, porque si miraran bajo la camisa de su hija, la marca la delataría. ―Que mi hija decida si te cree, si te acepta a pesar de la posible falsedad y que su prometida la libere de esa promesa, no es algo que esté en mi mano ahora.─

Natsuki suspiró largamente, sin que nadie se atreviera a decir una palabra. Deslizó los dedos de la mano que sangraba un poco en los nudillos, a través de sus cabellos negros, con un aire soberbio y apolíneo que estremeció silenciosamente a Shizuru, aunque no llevó expresión alguna a su rostro. 

―No,― Negó suavemente con la cabeza, antes de mirar a Shizuru como si no hubiera nadie más en la habitación. ―Yo no quiero vivir pensando que no soy... suficiente, me hiciste creer que solo actuabas, que no significaba nada cuando más me enamoraba de tí. Después enfrenté toda clase de peligros, para verte y cuando Miyu te examinó, cuando dijo que era imposible que nosotros, que yo... fuera esa persona, creí que moriría. Pero Nina me hizo ver que, si te amaba, si me importabas de verdad debía olvidar el dolor que sentía y pensar en tu bienestar y en el del bebé; en el de nuestros pueblos por los que evitaríamos toda confrontación. Por esa razón nos comprometimos la Duquesa Wong y yo... Desde entonces hice cada cosa pensando sólo en que quiero que ustedes dos estén a salvo...― Tragó saliva. ―Pero no quiero ser lo que escoges, solo porque mi hermano no es bueno, porque fui yo quien tuvo que ocupar su lugar, no soy su reemplazo Shizuru.― Sus palabras se tiñeron de dolor, exponiendo sus sentimientos a la vista de todos. ―Es un imbécil que acosó a tu madre, tienes razones de sobra para no anhelar un enlace con él, pero dejaste que él te besara, que estuviera cerca de ti, y cada vez fue insoportable... dijiste que me rindo hace una hora... pero yo no me rendí, tú si lo hiciste, ibas a casarte con él y tuviste en tus manos las razones para no hacerlo, hace un mes, hace dos horas, hace 5 minutos. Si me quieres a mí, ¿por qué no solo lo dices? ¿O es solo la casualidad de lo que pasamos? Porque si no sientes nada, no lo quiero.─

Shizuru miró con gravedad a Natsuki, se había expuesto ante todos, pero ella misma sabía que la admisión de eso sería peligrosa con Izumi observando. ―Te recuerdo la carta blanca... si te queda algo de honor, entonces...─

Natsuki sonrió con amargura. ―Bien, si eso es todo lo que quieres de mí... es lo que tendrás. Viva la diplomacia― Dijo la pelinegra antes de salir, y alejarse del lugar como si fuera claustrofóbico o la persiguiera un monstruo. 

El grupo se disgregó, dejando a solas a Shizuru con sus padres, la castaña se contuvo por muy poco de ir tras la pelinegra, pero no arruinaría lo conseguido esa noche, incluso cuando Nina le dedicó una mirada de reproche por arruinarlo de esa forma, si es que la honestidad habría resuelto el inicio de cualquier nueva discordia.

La pelirroja de ojos azules, que tan hermosamente lucía un vestido esmeralda para la ocasión, sonrió una vez se supieron a solas. ―Ahora conoces la forma de someterla a tu voluntad, supongo que me equivoqué cuando dije que ella era tu debilidad.─

―Izumi...― Advirtió el Rey, notando que Shizuru se contendría poco más si continuaban por ese camino. ―No te parece que bastantes cosas desagradables se han vivido hoy para importunar incluso más.─

―Akihiro, no observas lo grandioso de su inteligencia. Es deshonroso ya que se trata de una mujer, pero sé que tu hija no mentiría sobre el niño en su vientre.― Se volvió entonces a ver a la más joven, ―Hábilmente has conseguido ser la futura reina dominante de Tsu y de Fukka, estoy orgullosa.─

Akihiro observó a las dos mujeres, en el fondo no muy lejano estaba seguro de que su esposa si engañó al muchacho, con las palabras correctas llenas de una doble interpretación, simplemente tomó ventaja de la debilidad del príncipe, lo cual delataba que Natsuki era un mejor partido de varias formas. ―Ve hija, es extraño que todos nos ausentamos de la fiesta, por suerte nadie puede distinguirlos y ya que Kruger ha aceptado las nupcias, las aclaraciones vendrán cuando sea oportuno.

―Gracias padre...― Asintió respirando al menos un poco por poder alejarse de Izumi, se detestaban, quizás porque en el fondo, muy a su pesar, eran demasiado parecidas.

 

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9 comentarios:

  1. Me ha encantado pero podrías actualizar más seguido que me dejas con la intriga

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  2. Gracias por la continuación siempre esperar vale la pena. Espero te encuentres bien con todo esto que implica nuestra nueva normalidad y confió en leer pronto un nuevo capítulo.

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  3. Porfa la continuación si no es mucha molestia se ve tan interezante que nos deja con una sensación de querer leer mas tu historia porfavor... sube mas capitulos....

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  4. Yo también sigo esperando la continuación..😭

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  5. Hola,

    Sigo esperando ansiosamente los nuevos capítulos de esta bella historia, sin duda alguna es una de las más bonitas, una logra compenetrarse en la trama, lo cual te hace querer seguir leyendo más y sentir todas las emociones que los personajes derrochan en cada unos de los capítulos.
    Te agradezco por esta increíble historia, esperando saber muy pronto de ti y tus increíbles personajes.
    Saludos

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  6. ojala vuelva a actualizar, realmente la historia esta genial

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