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Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 20

Tal vez hayan creído que no volvería a escribir, no les voy a mentir, justo al final se va perdiendo un poco la inspiración, pero les prometo terminarlo, solo pido algo de paciencia.

Este capítulo lo estaba terminando de revisar el viernes en la tarde, pero tuve que detenerlo para salir en mi bicicleta teniendo la mala suerte de terminar chocándome con un motociclista, pero no se preocupen, fue apenas un golpe en mi brazo y pierna izquierda, tuve que esperar unos días para mejorar un poco, pero pude terminar de revisarlo.

Aprecio mucho sus comentarios, me cuentan que tal les parece.

Gracias


CAPÍTULO 20

ENGAÑOS

 La parte mala es que las dos mujeres eran, buenas actrices… la primera vez que vio un beso entre ese par, en verdad tuvo náuseas el día completo, aunque se consoló después cuando vio a su prima caminando incómodamente de un lado a otro, disgustada y teniendo una especie de guerra fría con su asociada. Nunca supo de fondo el motivo tras la disputa, pero fue un alivio verlas en no tan buenos términos hasta el día de la fiesta.


Al día siguiente, Natsuki salió del castillo para atender un tema de seguridad y entonces las cosas fueron agridulces, una parte de ella estaba preocupada por su bienestar, aunque demostrara lo contrario, sin mencionar lo odioso que era tener a Arashi a su lado fingiendo galantearla quien sabe porque razón o motivo, el cambio del príncipe no le generaba ningún tipo de confianza, de hecho, le hacía pensar que tenía segundas intenciones. Nina mantuvo la distancia y la idea de no saberla cerca de su ex-amante, fue un alivio, por más que sopesaba los motivos de su prima para proceder como lo había hecho, Shizuru no podía solo comprender. Si la razón murmuraba sobre el sentido de la treta para completar el plan de cierta pelinegra con el objeto de derrocar al Rey Keinji, entonces no debería sentirse de semejante forma, necesitaba recuperar el control que había perdido de la situación y no podría solo porque la Kruger pensaba lo peor de ella. 

No importaban entonces las buenas intenciones de su prima, temía en el fondo de su ser que la princesa de Fukka se estuviera vengando de la peor forma posible, la ira y la decepción de una mujer son cosas peligrosas, y Shizuru no estaba segura de conocer tan profundamente a la portadora del tesoro, como para no pensar que usará a Nina de la peor forma, a fin de cuentas, Wong es desconfiada, pero muy inocente al mismo tiempo. ¿Y si Nina terminará creyendo real la pantomima que montaron? Peor aún, ¿y si Natsuki terminará por tener sentimientos por su prima? 

Así en otro lugar, sin saberse dueña de los pensamientos de cierta mujer, y cabalgando a través de los caminos con el querido Kanto, tras los enemigos de la corona, el Arc Adamante tensaba el hilo del destino de su arco sagrado, y de él una flecha se tornó en una lluvia de proyectiles mortales en la dirección de los bandidos que osaron atacar uno de los humildes poblados de la frontera con Tsu.

Era el tercer ataque al que tenía que responder en lo que iba de la semana, entre ladrones, ogros y bestias varias, era la primera vez que su país sufría agresiones de este tipo, en parte le ayudaba a mantenerse lejos del castillo y podía verlo a su favor, no tenía que soportar los acercamientos de su hermano con la castaña, además claro, de toda la frustración y desánimo que lograba sacar por medio de su arco y la espada.

 

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La reunión con la familia de Nina fue más afortunada de lo que Natsuki imaginó posible, esencialmente porque el señor Xan Wong tenía un entendimiento diferente relacionado con sus propios afectos por los hombres hermosos de su propia corte tras la viudez de su segunda esposa, si bien aquello le valió el desagrado de los padres de Shizuru, quienes la observaron como a la peste por ser la responsable de exhibir los comportamientos desviados de su propia progenie, ya que la boda entre las dos mujeres era literalmente una mancha en el registro de la historia de los Fujino, algo que apenas soportaban por los beneficios e intereses económicos involucrados.

Pero a la Kruger poco le importaba... sonreía mirando la vergüenza ajena y propia que delataba Nina ante los aspavientos de su padre, que iba entre las amenazas a la hombría de la que Natsuki carecía, alegando que encontraría el modo de torturarla si hería a su pequeña y el contraste visceral, sobre la parte de conseguirle unos hermosos nietos sin importar el modo, ignorantes estaban casi todos de que algo como eso podría hacerse realidad.

Shizuru observó en silencio como Xan palmeaba el hombro de la morena murmurando bromas y pullas, acerca de lo feliz que Natsuki tendría que hacer a su amada hija menor, con intención de murmurar algún consejo de cama que sacaba suficientes sonrojos a las dos pelinegras, se mordió los labios porque ella conocía de primera mano la maravillosa amante que era el Arc Adamante, y la bilis que le corroía de imaginar a Nina en esa posición. La realidad es que los Wong eran prolíficos, y el hombre no tendría inconvenientes con el asunto del sucesor, incluso si su hija no se embarazaba. Nina, contrario al núcleo familiar en el que se formó, era una mujer muy seria, quizás por las instrucciones de sus maestros, y un deseo infinito por mostrarse capaz, sin embargo, Xan era un hombre libre, alegre y animoso, estaba incluso más contento que la joven del inusual enlace. Algo muy semejante a la envidia bordeo el escozor en los ojos escarlata de Shizuru.

—Desposar a una mujer, y hacer de tu día especial la deshonra de nuestra casa— Izumi negaba con la cabeza, aunque su voz fuera un reproche apenas audible para Shizuru. —¿Realmente creías que Nina te estimaba?

La mujer mayor con la que compartía numerosas facciones y las ondas de sus cabellos no supo lo incómodo y certero del ardid lanzado, por lo que la princesa de Tsu mantuvo la barbilla recta y contuvo cualquier emoción. —¿Desde cuándo te importa mi “día especial” madre?— Respondió así con la misma suavidad, mientras su padre y el Rey departían, era imposible que sus padres no asistieran a la celebración más importante de tan esperado momento, allí hasta Arashi levantaba su copa para celebrar con los otros dos. —Sería incluso más práctico si nos saltamos esa parte.

—Eres tú la que te anticipaste a las cosas hija, has sido rápida y fértil... tú esposo debe estar encantado, las nupcias son más un protocolo que otra cosa, si tantos fueron sus esmeros.— Elevó la voz de tal modo que el hermano más joven de los Kruger se giró para verlas con una sonrisa cautivadora.

—¿Cómo no estarlo mi señora?— Arashi no tardó en intervenir. —Contemplando la belleza de la madre amada de mi esposa, veo lo afortunado que soy y seré más allá de tiempo, cualquier podría afirmar que más que madre e hija, bien parecen hermanas.— y el Hati no tardó en hacer alarde de sus modales ceremoniosos besando el envés de la mano de Izumi. Contrario a la última vez que la reina vio al muchacho, tuvo la impresión de notarlo más alto, y fornido, como si hubiera ganado masa muscular, la barbilla menos lampiña; ciertamente la madurez sexual del muchacho se había anticipado con los esmeros de su hija, pensó.

—Un hombre dichoso que verá pronto a su primer hijo, dice cualquier cosa para agradar a la que es irrefutablemente su suegra— Murmuró la reina en respuesta mientras los labios de su yerno acariciaban su mano de una forma casi inapropiada. 

Arashi era un casanova, no cabía duda. Izumi de hecho notaba que el joven disfrutaba de mantener abierta la parte superior de su atuendo exponiendo unos pectorales varoniles y fuertes, así mismo veía los vellos en su pecho por la gracia de un par de botones desabrochados, la cazadora abierta por completo, la espada en el cinto y unos ajustados pantalones negros que no pudo evitar mirar de soslayo, poco disimulaban una abultada entrepierna. El Hati era un hombre muy atractivo, comprendía entonces la mujer porque su hija se había comportado como una enamoradiza niña semanas atrás, y porque ahora en su seno gestaba a su futuro nieto. 

—Un hombre afortunado no puede mentir sobre su buena suerte... cuando lo dicho es una irrefutable verdad.— Arashi se irguió y Shizuru pasó a un segundo plano cuando el hombre se esmeró más por caer bien a la reina que por atender a su esposa.

Una copa de vino fue servida por el príncipe, y su contacto con los dedos de Izumi llevó un mensaje diferente a la Reina; los dos fueron desestimados por la castaña quien incluso se alegraba de mantener distraídos a dos personas tan detestables, tomó asiento observando de soslayo a Nina y Natsuki.

Lo que otra madre celebraría, Izumi lo contemplaba como una debilidad, la idea de que ese hombre pudiera manejar a su antojo a la más joven, le incordiaba profundamente, tal vez ella, que ostentaba la sabiduría que solo venía con los años podría controlar de otras maneras, mas astutas, al muchacho que pronto se convertiría en rey, se lamio el labio inferior de forma sutil antes de beber de la copa ofrecida, una señal que el Kruger entendió a la vez que le devolvió el gesto con una gran sonrisa y en ella, la promesa de un encuentro posterior.

Para el final de la cena Shizuru observaba en silencio la retirada de su “esposo”, minutos después su madre se levantaba alegando cansancio y algo sobre una reunión matutina, la castaña solo suspiro sabiendo la realidad detrás de las cosas, tal vez podría sentir pena por su padre, pero ella sabía que tampoco era del todo inocente y, por otro lado, tendría la tranquilidad de no saber de Arashi por lo menos hasta el siguiente día.

Shizuru se levantó de la mesa incomoda al quedar a solas con su prima y su futura esposa pues el rey se había llevado a Xan y a su padre hacia la chimenea para tener una conversación más privada, el problema fue que se movió con tanta prisa que sus alimentos dieron volteretas en su estómago y en su cabeza un ligero mareo por lo que tuvo que sostenerse en el respaldo de la silla.

─¿Shiz…Princesa está bien?─ Nina le pregunto desde su lado con expresión preocupada, mientras que Natsuki se tensaba a su lado en silencio.

─Si…─ la castaña respiro profundamente tratando de controlar las arcadas y el mareo, una doncella se acercó para ofrecerle compañía hasta su habitación, pero ella prefirió declinar saliendo del lugar con pasos lentos.

Nina golpeo de forma brusca el codo contra las costillas de Natsuki ─¡hey! ¡¿Qué te pasa?!─ la morena reacciono ofuscada.

─tienes que ayudarla, no te hagas la idiota─ Nina entrecerró los ojos con suspicacia.

─Ya tiene a mi hermano para eso─ la Kruger tenso la mandíbula evitando la mirada inquisitiva de su prometida.

─¿Lo ves por acá en alguna parte?, no seas tonta y ve tras ella…─

─Pero…─

─¡ve ahora mismo!─ la de ojos magma saco de la silla con tal fuerza a la Kruger que tuvo que hacer algunas maromas para no terminar en el suelo.

─Te odio…─ Murmuro Natsuki componiéndose la chaqueta e irguiéndose en toda su altura, refunfuñando salió hacia el pasillo donde aún podía ver a la castaña sosteniéndose de una de las paredes, corrió hasta ella y sin pedirle permiso la levanto en sus brazos.

─Disculpe alteza, será más rápido si la llevo─ Shizuru se aferró con fuerza al cuello de la Kruger aun sorprendida por el exabrupto sintiendo disminuir sus arcadas, sin saberlo, la cercanía de la azabache era lo único que la ayudaba a controlar los inconvenientes que venían con el embarazo.

En silencio, el Arc Adamante la condujo con sumo cuidado hasta su habitación depositándola con suavidad sobre la cama, más cuando Natsuki se irguió tratando de poner distancias, la castaña no quiso soltarlay enterrando su rostro en su clavícula exhalo profundamente el aroma a menta y canela que tanto extrañaba.

─No…─ la azabache tenso todo el cuerpo queriendo levantarse y alejarse.

─No te pido que me creas, pero tu cercanía me ayuda a controlar las arcadas, solo serán uno minutos─ siguió inhalando el cuello de la ojiverde que se había quedado quieta sin decir una palabra más, hasta que logro quedarse dormida deslizando por fin sus brazos sobre la cama dejando en libertad a una apesadumbrada pelinegra.

─Quisiera creerte Shizuru…pero no puedo─ murmuro a la nada, busco en el mesón una cobija gruesa que resguardara a la princesa del frio se la coloco encima y se marchó.

 

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El infierno tuvo pausas, las suficientes para mantener la frente en alto aquella noche, aunque nada la preparó para el hecho de que estando de pie ante centenas de personas con el gancho de su flamante prometido atrapando su codo, se encontró frente a frente con el otro grupo de agasajados, cuando anunciarían una boda doble, no el afán huraño o mezquino, sino el aire simbólico detrás de los mellizos Kruger quienes representaban ahora una igualdad jerárquica importante y apreciada por el pueblo.

Entonces sí, fue una patada a su orgullo, encontrar que los atuendos principescos de Arashi, fueran reflejados tan fielmente en las ropas igualmente espectaculares que Natsuki usaba esa noche, y que lucían mejor en ella si se atrevía a admitirlo para sí misma.

Nina Wong por supuesto no lucía menos que encantadora esa noche a la altura del palco opuesto, por el que harían su entrada el otro par, y aunque no cruzaron palabras desde ese infausto día, podía ver la fatiga emocional detrás de sus ojos, al verse reflejados por los propios cuando sostuvo su mirada sobre la menor. La pérdida de lazos tan preciosos, estaban pasando factura al grupo, pero cada quien estaba tan inmerso en las infinitas justificaciones de sus acciones, que no se dieron el tiempo para la básica tarea de aclarar las cosas, más todo quedó oculto tras el velo de las máscaras.

─Dioses…podrías al menos sonreír un poco,─ Nina le susurró al oído a la azabache ─Mi padre nos está mirando─

─Te prometo hacer mi mejor esfuerzo─ Natsuki se recompuso intentando concentrarse en relajar los músculos de sus mejillas, logrando al menos una mueca que se asemejaba mucho a una sonrisa cordial y vacía.

─Ugh…mejor no intentes sonreír, al menos con tu cara inexpresiva luces atractiva─ 

─vas a ser una gran esposa Nina─ la Kruger susurro de forma sarcástica mientras ambas se dirigían hacia los tronos en el extremo del salón.

Un hombre del bosque acudió al castillo por el llamado expreso del rey, no era la primera vez de asistir a la presencia de Keinji, tenían negocios recurrentes en torno a la magia que el Druida Arlec podría ofrecer a un no módico precio. El hombre había sido expulsado de la orden por la misma razón, el ‘don’ no se daba para crear riqueza por él, tenía un propósito y por el mismo era otorgado a cada hijo de la tierra, pero Arlec no pensaba igual que sus compañeros, no si tenía que ver la humillante pobreza que se le dio a su familia a pesar del alabado ‘don’, y eso no lo hizo menos poderoso en todo caso, si lo hizo muy rico a expensas de todo noble interesado y como era evidente esta vez, incluso el mismísimo Rey. A él le había dado, por un título y tierras, la posición que dio lugar al enamoramiento irremediable de su bella esposa, y por otra pequeña fortuna se aseguró que los hijos en su seno fueran realmente de su sangre, aunque nada más nacer se hizo evidente, pero Arlec no se quejó del pago para dar el anunciamiento. 

Se dieron artilugios de otro tipo, y no se interesó por saber qué haría con ellos, salvo por los rumores de algunas muertes inexplicables que acontecieron con algunos de los detractores del Rey. Sabía de antemano el druida, que ningún rey conocido había sido absolutamente justo o bueno en varias generaciones y eso no cambiaría con él o sin él en el tablero, el solamente conocía su posición en el orden de las cosas, consciente de ser en todo caso un instrumento del destino.

Y no menos que eso le llevó aquella vez junto a su cliente más asiduo, así que cuando fue escoltado por la guardia personal del Rey Keinji en cabeza del comandante con un sigilo y secreto mayor al habitual, dedujo que la paga sería especialmente buena en esa ocasión. Sonrió complacido al ver al hombre de la corona y a su ya no tan pequeño hijo, era la tercera vez de acompañar al más viejo en esto negocios ‘turbios’. Arlec estaba seguro de tenerlo como cliente incluso después del deceso del padre, por lo que se mostró tan servil con el Rey como con el príncipe. ―Mis señores, honrado estoy por su llamado… más sé que el tiempo apremia, decidme pronto el motivo de mi llegada y aún más raudo será resuelto el problema.

―Confío como siempre en tu discreción Arlec, que de esta ocasión estarás más que satisfecho conmigo.

―Soy tu siervo, mi querido Rey.― Alabó a expensas de la nueva riqueza avistada.

―Embarazada se encuentra la prometida de mi hijo…― Murmuró incómodo Keinji, pues admitir en voz alta el engaño de la princesa de Tsu, traía agruras y pesares sobre su pecho, por lo mucho que perdió, una hija en proceso.

―Lo felicito mi señor…─ el anciano realizo una venia profunda en dirección del príncipe.

―No celebre pronto, que como todas ellas, esta mujer más que cualquier otra está en duda y quiero saber con certeza quién es el padre de la criatura.― Intervino esta vez, Arashi… sopesando lo que haría con el hombre que había tocado a su prometida, en las narices de su hermana.

―Tráigame pues a la mujer y lo sabrá en un santiamén.― No era más que un trabajo de rutina.

―Encuentra otro modo Druida, quiero que la mujer ignore la finalidad de tu visita. No la tendrás a ella en persona, pero dime lo que requieres y lo conseguiré de inmediato.

―Será suficiente su cabello, puedo con las hebras atar al padre de la criatura.

―¿Y podrías matarlo? ¿De la forma más lenta y dolorosa posible que exista?─ Arashi cerro los puños con ira deseando poner sus manos en el cuello del maldito.

―¿No sería peligroso eso joven príncipe?─ el anciano ladeo la cabeza intrigado con la solicitud.

―¿A qué te refieres brujo?― La pregunta e ignorancia por la parte del Hati, hizo las vergüenzas de Keinji y Arlec, quien suspiró con paciencia infinita en la memoria del premio final, nada más ofensivo que llamar brujo a un druida, aunque fuera uno de las artes oscuras.

―Si fueras el padre, tan infausto destino caería sobre ti…─

―Eso es imposible, yo no la he tocado.─ desvió la mirada con desdén en su voz.

Los ojos marrones del hijo de la tierra se abrieron, comprendiendo pronto la estupidez del príncipe y la resignación del Rey, que ya añadía más tesoros a la paga, por el secreto de la evidente burla a los monarcas de Fukka. ―Entonces serás feliz alteza, ese hombre padecerá el dolor más fuerte que hubiera vivido jamás, y sus entrañas se consumirán a sí mismas desde adentro, cuando el veneno de su falta se extienda con horripilante lentitud y suplique la piedad de la muerte rápida. ¿Eso te complacería mi señor?

―Como nada es este mundo, porque así esa infame mujer… verá al miserable traidor que la embarazó morir frente a sus impotentes ojos─  sonrió de manera macabra ante la sola mención del sufrimiento de su infiel esposa.

El Druida asintió. ―Traigan lo que he pedido, pero que sean 2 hebras, una para saber del padre, y la otra para matarlo por su vínculo con ella, porque cuanto más fuerte sea el enlace, más sencillo será matarle─

Las órdenes fueron prontas y fielmente cumplidas, los castaños cabellos fueron tomados del lecho y de la almohada de Shizuru por la mano de la mucama que aseaba la habitación, otros se obtuvieron del peine de la princesa, y en menos de 15 minutos, el druida tenía suficientes cabellos como para matar una quinta parte de los hombres asistentes a la fiesta, porque tanto el Rey como el príncipe, añadieron a la solicitud la tortura para todo hombre que hubiese yacido con Shizuru. Nadie nunca más se acercaría a la mujer, si los hombres por rumor entendieran que se tratara de una viuda negra, cuyo cuerpo y pasión arrojaran a los amantes a una muerte horrenda.

Con los insumos suficientes para su tarea, Arlec comenzó a preparar el espacio de un ritual suficiente, y mucho más elaborado dada la existencia mortal para el infausto amante de la princesa.

―Lo harás cuando tenga principio el Vals de la unión, quiero estar en mi trono para ver la agonía de los traidores, tendrás un cofre repleto por cada hombre muerto esta noche Arlec.

Obediente a la voluntad el Druida Oscuro aguardó al momento elegido por el Rey, con una sonrisa macabra en los labios… su curiosidad fue mayor a la paciencia, por lo que observo a través de la primera hebra, la fuente de los infortunios de los monarcas Kruger. ―Será una noche divertida...― Murmuró para sí mismo con placer, al observar a una mujer en los atuendos de un príncipe y sosteniendo galantemente el brazo de una doncella muy hermosa de cabellos negros y ojos de fuego.

En el salón donde tenía lugar la fiesta más esperada por los pobladores de Fukka y fundamentalmente la nobleza del Reino, quien se figuraba una broma del Rey, por el sorprendente anuncio que exponía la inverosímil circunstancia de la boda de su princesa con otra doncella de riqueza apreciada, pero mujer, a fin de cuentas, conmocionó un poco…

Pero no hubo humor en la realidad abrumadora y la verdad misma de que, distinguir a sus altezas en ropas semejantes, con alusión al gran Hati del tesoro, era un verdadero desafío, ambos de los que no se supo quién era la princesa, lucían galas de blanca perla con tejidos de plata con la forma del lobo sagrado y un fajín en la cintura que relataba sutilmente de una curvatura hermosa en uno de los dos. Salvo por los colores de sus máscaras les diferencian, nadie adivinara quien era quien, una máscara blanca para el acompañante de una pelinegra en un hermoso vestido rojizo como los ojos de fuego tras la máscara hermosa de un ave escarlata que resaltaba la fiereza de una criatura ardorosa digna de las fantasías de todos los presentes; y que era comparada con la otra mujer incluso más exquisita a la vista, cuyo atuendo de lilas intrincados con tonos escalados a través de los pliegues que parecieran infinitos pétalos, lucía elegante y cautivadora, su máscara hecha de plumas azules y degradé hasta el púrpura de turex delataba a una reina que no requeriría una corona para lograr que todos sin excepción se postraran a sus pies.

El atractivo de los gallardos caballeros, sus amados príncipes... competía con la gracia y belleza de ambas mujeres, dignas de la contemplación divina; tantas otras doncellas contuvieron el aire en medio de la fantasía y prefiriendo olvidar por un momento las cuestiones de género antes disputadas, porque en el fondo ellas envidiaban profundamente a cualquiera de las dos afortunadas prometidas, luego suspirando enamoradizas ante el galanteo que principiaba, desde el descenso magnificente por las escaleras de caracol desde cada palco real, hasta su arribo en los tronos ya dispuestos con igualdad junto al del monarca.

Un gran discurso de Keinji, dio inicio a la velada y aunque los celos de cada lado fueron el plato fuerte de la noche nadie notó la circunstancia pues las máscaras fueron muy eficientes en ocultarlo, por ello el Rey diogracias a los dioses; sin embargo todo empezó a ser un problema desde el momento en el que el beso que Arashi tomó para sí en beneficio de la presión social a la que estaba sometida Shizuru, hasta de la ocasión en la que Natsuki deslizó su mano entre los dedos de Nina y besó su envés con actoral afecto, el mismo que le había mostrado a la princesa de Tsu al inicio de cierta pantomima.

Las apuestas subieron entre copas, frases llenas de la coquetería que no se había visto en suficiente tiempo en las paredes del castillo, no al menos desde la propuestadel ‘Hati de Jade’ y las ‘falsas promesas’ de cierta princesa. La crisis inminente tuvo lugar cuando el Rey tomó de nuevo la palabra, y Natsuki volvió a morir un poco otra vez cuando se proclamó a viva voz el estado de buena esperanza de Shizuru en honor de infalible semental que era conocido como su hermano, el hombre se tomó de nuevo las atribuciones que en sus másíntimos deseos no había podido obtener, ya que valía la pena admitir para sí mismo, lo deliciosa que era la boca de Shizuru Fujino, princesa de Tsu. 

Ahora Arashi estaba verdaderamente más interesado en llevar a cabo la proeza de conocerla en la intimidad, suponiendo que la casi virtud de Shizuru estaría prácticamente intacta ante las ausentes aproximaciones de su infame amante. El príncipe se complació entonces de lo que le vendría a ese miserable ser en unos pocos instantes… finalmente los aplausos apabullantes y la algarabía de la celebración por el futuro heredero de la corona logró el efecto deseado en las intenciones del Rey.

Pero sorprendentemente el agarre firme de Nina Wong apoyó al Arc Adamante en aquella extraña adversidad emocional, malamente insuperable para la de mirar esmeralda. La princesa de Fukka vio parcialmente restablecido su orgullo cuando su padre anunció con otro discurso apasionado el enlace que tendría a lugar entre ella y Nina Wong, a quien se tomó el atrevimiento de besar con una pasión bastante más sorprendente que la que su hermano.

―Alguien diría que pudo haberla embarazado con tanta pasión, aunque solo fuera un beso.― Bromeó el rey para matar el silencio incierto en los presentes, así las risas y los brindis no se hicieron esperar, porque tras pocos pensamientos la mayoría recordó las deudas impagables que tenían para la princesa, quien en más de una ocasión los había protegido de las alimañas malignas del bosque. En vista de que finalmente la pareja exponía un amor tan intenso y ya tenían un hijo de la sangre del Hati para mantener al linaje vivo de los futuros reyes, el asunto de las tribadas dejó de importar y se olvidaría hasta la ocasión de los chismes de las cortesanas de noble cuna.


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4 comentarios:

  1. Un saludo, que bueno que no fue grave el incidente, que te recuperes pronto. Muchas gracias por continuar la historia

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  2. Excelente la continuación. Ya con ganas de leer el siguiente cómo siempre. Espero que te recuperes prontito y que no fue a mayores. Estaremos a la espera y deseando que la inspiración llegué y puedas plasmarla en tus escritos. Saludos
    Puka

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  3. Ya extrañaba la historia, gracias por la actualización y lo próximo va ser mucho sufrimiento para ele padre de la criatura por culpa del hermano... Un gran abrazo y espero te encuentres mejor.

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  4. No puedo creer, ¡la teta sigue viva! Yo entraba cuando tenían un chat dentro del blog, después jj decidió separarlo porque habían muchos problemas e inclusive leí la publicación de Jj de cerrar el blog, y ahora lo veo aquí solo que con el plus en el nombre, espero que quede algo de la antigua teta, eran buenos tiempos y quedan buenos recuerdos de aquello.

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