Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Reinos - Luz de mi vida - Jupiter Asterix - Capítulo 4



Capítulo 4

-Oh por un demonio! No podía creer lo que vio, esa mujer desconocida se lanzo sin dudar al rio, nadaba contra la corriente “no te rindas” susurro hasta que logro aferrarse a una rama. Grito, cuando logro sacarla del río, tomo a su acompañante en un abrazo sin importar que se quejara dando vueltas alegremente.-Es tan valiente. Callo de rodia nuevamente, llorando mientras era abrasada.-Gracias a ella estoy viva y no pude salvarla. 

-Puedes cuidarlas mientras se recuperan, así tendrás tanto trabajo como yo y se te quitara ese pesar. 

Sonrió por la ironía dicha, las recién llegadas eran tenaces y no dudaban que hacer, esperaba ser igual en el futuro y mantenerse cerca de ambas. 

-Ahora, que podemos hacer para llegar a ellas. 

-Tengo a los corceles pastando allá atrás, podemos ir rápido antes que llegue la noche entre el bosque, necesito llegar a ella pronto…Aunque este acompañada no sé qué tan herida está.   

Con eso dicho empezaron andar, aunque agotadas pero consciente que era necesario apresurarse, a orilla del rio estaban heridas y sin duda necesitaban comida y cuidado. Recorrieron los animales muertos, recuperando las flechas por si era necesario utilizarlas nuevamente. 

-Que hacen en este lado del bosque. Pregunto la pequeña mientras sacaba una flecha, empezó a revisar tenía un pelaje muy hermoso. 

-Fuimos atacadas hace un par de días, entramos al bosque para perderlos. 

-Donde. 

-No lo sé, es desconocido para mí todo el bosque. 

-Tendremos que regresar a la gran casa, ustedes pueden acompañarnos y descansar hasta que decidan partir. 

-Gracias por la acogida, aunque debo decidirlo con la pelirroja. 

-Tienen tan hermosos pelajes. 

-Si que tienes razón, sería una lástima se perdieran. 

-Cierto, debemos apurarnos pronto anochecerá. 

La pequeña revisaba con la mirada los animales muertos, eran enormes con el pelaje de los mejores que hubiera visto, silbo alegre al escuchar un relincho de corcel, uno de ellos era de color gris y el otro color negro, se habían acercado a medio camino, los llamo nuevamente y ambos se dejaron agarrar, sonrieron por la calma que les brindaba tenerlos a disposición. 

-Qué hermosos. 

-Toma el negro no te preocupes por su tamaño es dócil, ahora tenemos otro problema, solo dos corceles y somos cuatro. Si regreso, puedo ir al pueblo para traer una galera y si vamos por ellas tendríamos que viajar dos en cada uno. 

-Cuanto nos tomaría ir al pueblo y regresar. 

- Media noche. Que debía hacer, cuando escucho no hay cabaña cerca, tomo en sus brazos a la joven riéndose alegre.-Eres tan buen acompañante…Hay una cabaña cerca irérápido, puedes quedarte a descansar y nos encontraríamos aquí. 

-Gracias, pero no me quedaré sola en el bosque, vamos por la galera. 


-----

 

A galope entre la oscuridad la pequeña dirigía el curso, grito cerca de un gran pastizal “casi llegamos”, se preguntaba porque aún no levantan cosecha con este clima, entre el plantío una luz las apuro a continuar, era una cabaña sencilla toda de madera, atrás otro de mayor tamaño para uso de animales, hizo ruido para ser atendida. 

-Qué te ha pasado, porque vienes a estas horas. 

-Tuve un infortunio, préstame la galera y un par de corceles necesito regresar con un herido. 

Inmediatamente el hombre, tomo el candelabro para dirigirse al establo y preparar todo lo necesario para el viaje, aseguro antes que estuvieran cómodas, haciéndolas pasar a la cabaña, siendo recibidas por una mujer bajita regordeta con una cría en brazos. 

-Pequeña me alegra tanto verte. Se saludaron dándose besos en ambas mejías al igual que al bebe regordete. -Cuando la traerás. 

-Le diré que pasemos a visitarte pronto. 

-Me dirás que pasa, te veo cansada. 

-Tuvimos un incidente y necesitamos llevar a un herido a la gran casa.

-Entiendo… ten cuidado, toda esta parte, está siendo invadida por forasteros que buscan quedarse con lo nuestro, hace un día soldados aparecieron y dijeron regresarían, no es seguro para ti. 

-Los lastimaron. El susto por lo escuchado, hizo que levantara el tono de vos. 

-Espera, tranquila, solo querían asustarnos, pero ya sabes que es difícil. 

Asintió en respuesta mientras a la cabaña entro el hombre sudado, tomo un vaso de agua sentandose y cargando al bebe. -Qué más necesitas, iré contigo. 

-No, debo pedirte que vayas a la gran casa, manda soldados por el gran roble cerca de la entrada del bosque. Se quedo en silencio pensando que más debía decir. -También debo pedirte que esto no lo sepa nadie más, mandare tu galera al desocuparla.

-Sabes que quiero a todas. 

-Yo…lamento mi comportamiento, mi…mi señora esta herida, debo ir por ella… íbamos a la cabaña. Susurro, evitaba verle a la cara sino empezaría el llanto nuevamente y era momento de hacerse cargo. 

-Nadie más sabrá de esto. 

-Lo sé… abrazo al hombre el cansancio la hacia desconfiar. -Disculpa, estoy preocupada, quienes eran los que vinieron. 

-Luego, ahora ve. 

Subió a la galera, mientras apuraba a los corceles, no se fijó que mientras esperaban, en la carreta fue puesta mantas y comida para el viaje, además de poner paja para amortiguar el golpeteo del herido que llevarían. 

-Que personas más agradables. 

-Oh! Por todos los espantos… perdóname, no te los presente, estoy tan preocupada… tengo la costumbre de salir sin compañía. 

-No te preocupes, yo también estoy preocupada por ellas…Le daré unas cuantas bofetadas a esa terca. 

-Al menos tú puedes. 

Qué mujer como pudo abatir ella sola semejante animal, también sentía orgullo como la pelirroja había podido cambiar todo a su favor, ella misma pensaba que habría muerto antes de lograr siquiera la mitad del recorrido que hizo, aun así, daría las bofetadas.-Tuve tanto miedo de morir, pero mi mentora siempre me enseña que debo aguantar lo más que pueda y si el cielo quiere sobrevivir. 

-Son parecidas, ella siempre me ha dicho que lo único que nunca me pueden quitar es la forma como moriré, así que soy la única que decido como será… Espero que este bien, todos seremos desdichados si...Se asombro de lo temblorosa que su voz sonó. 

-No te preocupes antes de tiempo, ambas están bien…Adonde se dirigían. 

-Íbamos a encontrarnos con nuestra familia, un pariente está de regreso, ahora no sé qué pasará. 

-Mira, creo que veo fuego por ahí. Sin duda los corceles eran como se veían agiles y fuertes, no tardaron en llegar donde suponían estarían. 

-Deben ser ellas, estamos cerca…Vamos a buscarlas .Mientras más se acercaban, la pequeña sentía el corazón latir más rápido, ahora si era momento de temer, ¿estaría viva?,¿estaría con heridas de muerte?, aunque estaba acompañada era muy desesperante esperar tanto tiempo sin saber. 

Escucharon un silbido, inmediatamente la joven acompañante grito “Detente, son ellas”. Una sombra salió entre unos matorrales, estaba con el vestido desecho, pero viva,corrió hacia la pelirroja que esperaba con los brazos extendido.   -Me alegra tanto verte, me asuste mucho. 

-Sabes que no haría nada sin pensarlo. 

-Donde esta, iré a buscarla. Dijo la pequeña inquieta. 

-Vamos te ayudaré a traerla. 

-No! Gritaron ambas. 

- Quédate aquí y no me contradigas, estoy a punto de golpearte, eres tan testaruda, un día de estos voy a dejar de querer tenerte a mi lado. 

Mientras escuchaba lo que la joven decía, se quedó pensando que esta vez puede que tuviera razón, sonrió sin soltarle las manos.-Vayan entonces. 

A paso rápido siguieron el camino hacia la fogata, llamo en vos alta esperando ser escuchada. -Donde estás. Escucharon un susurro en respuesta, corrió hasta verla recostada en un tronco. 

-Si abro los ojos, me dan ganas de arrojar. 

Se acerco abrasándola y llorando, no podía perderla era todo lo que tenía. -Madre, no puedes morir antes que yo, dilo. 

La mantenía en sus brazos tratando de tranquilizarla, le beso en la cabeza y donde podía para hacerse sentir.-Te quiero mucho, hija mía, te prometo tratar de vivir muchos años, todos los que pueda para estar a tu lado. 

-Me conformo… te quiero mucho Madre, nadie más que yo te querrá igual. 

Rio por lo que escuchaba, sabía que quería con todo su corazón dijera, pero también era una guerra desde siempre por saber quién es la preferida.-Y yo te quiero más que mi corcel e igual que tus hermanas, tonta. 

-Madre!, ellas no tienen por qué saberlo, solo dilo. 

Mientras veía como era consolada la pequeña, sonrió agradecida que no hubo ninguna perdida, sabía que estaba su mentora cerca. -Porque nunca me haces caso. Susurro viéndola a su lado. 

-No podía permitir que escapara este suceso que podía hacer historia. Sonrió agarrando por la cintura a la joven. 

-Madre, te cargaré a la galera, nadie más nos ve. 

Quiso protestar, pero sintió que temblaba, seguramente estaba aterrada, dejarle que la cuidara un tiempo le ayudaría a que se tranquilizara.-Vamos, cuida de no tirarme. 

Se apuro a lo escuchado, cargo en sus brazos, mientras le contaba lo que había hecho para obtener la galera, sin quejarse por el peso, la sentó en el borde, subió y volvió a tomarla para acomodarla lo mejor que podía. 

Abrió los ojos sosteniendo la mano, espero a que se acercara, beso la mejía.-Toma las precauciones, no te separes de nosotras por ningún motivo y pon a mi lado a nuestras acompañantes. 

-Si Madre.

-Querida. Dijo sin soltar a la pequeña. -Ella es mi hija y asistente personal Louren. 

-Es grato conocerte, llámame Dianna y ella es Maía mi acompañante… Mía ella es Ryot.

-No puedo decir que es grato para mi, mira como estamos. Se quejo por el pellizcó, abrazo a la Mujer y susurro. -Me alegro mucho que estés bien, aunque me alegraría mas si estuviéramos fuera de peligro. 

-Pronto lo estaremos…pequeña es momento de regresar. 

Ambas se acostaron a cada lado, sabiendo que era más por seguridad lo que había pedido, la galera empezó a tambalearse por las piedras del rio, a pesar de la paja sentía el golpeteo, Ryot apretó más las manos por el dolor de cabeza, una mano le empezó a acariciar. Entrelazó los dedos, era una mano fuerte, aunque bien cuidada, sin duda era una mujer que no tendría reparo de usarlas para defender lo suyo, suspiró pensando lo feliz que sería si la aceptara. 

Sonrió por el cariño puesto en cada palabra de Mía, pensó que aún no le había dicho su estirpe, un pensamiento cruzo “se alejará” apretó la mano.–Diste tu palabra. Susurro. 

-La di, descansa. 

------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® XXXX - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...