Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Nunca Digas Adiós - Cristalsif - 32

Nunca Digas Adiós

Capítulo 32

Encrucijada III


El mundo se fue al diablo y no bromeo, lo digo literalmente. Pasé de estar relajándome merecidamente en una tina con una copa de vino en la mano en el pent-house de un lujoso edificio, a correr por mi vida, la de Alissa y de su padre Airo, todo en toalla, saltando medio desnuda entre escombros y con la gente gritando llena de pánico, eso curiosamente evitaba que me miraran mal algunos pervertidos. También pensé cuando el polvo de los escombros me cubrió, que era una suerte no ser justamente una mujer común y corriente, no sé cuántas veces nos salvaron la vida mis elementos, el hilo de mi querida Julieth jamás me fue tan útil como este día: para no caer a abismos infernales de magma, quitar una pared o incluso un edificio del camino, detener escombros cayendo de cada lugar posible, hacer una telaraña como puente para cruzar un agujero del tamaño de dos canchas de fútbol y estoy segura que en ese punto, me sentí como el hombre araña o algo parecido. Llegué hasta el final, el punto de encuentro destinado para la recolección, apenas y pude traer conmigo a unos pocos, solo estar ahí en medio del caos esperando que el helicóptero de Suichiro llegara, fue uno de los peores momentos de mi vida, pues sentí en carne propia la impotencia y la desesperación de todos aquellos con los que me crucé en el camino y que murieron frente a mis ojos sin que pudiera hacer nada para cambiarlo. Así que comenzaba a perder la esperanza, la pequeña Alyssa en mis brazos conteniendo el llanto asustada, cuando le mentía creyendo que la frase ‘todo estará bien’ era la más vil falacia, me refugiaba en mi mente, sintiéndola abrazarme para darnos fuerzas mientras el abismo se hacía más grande, sosteniendo con su manita lo único que me evitaba yacer desnuda en lo que sería la hora de mi muerte, sí, la maldita toalla hecha un verdadero asco... en ese punto maldije un poco a todo el mundo, era indigno morir así, cuando la he visto negra ya tantas veces.

—Al demonio Suichiro...— Mascullé entre dientes.

—No debe decir malas palabras frente a la señorita— Sentí que mi corazón se detenía, no sé si de espanto o de alegría, pues irrefutablemente se trataba de Miyu Greer, con mi madre a cuestas abrazada a su cuello por espalda. Supongo que no lo dije, pero no pasó demasiado tiempo de mi estancia en Kioto cuando traje a mamá a la ciudad, a donde yo vaya siempre la llevaré conmigo cuando vaya a quedarme, no me arriesgaría a perderla de nuevo, es por ello que aunque quiero comerme a besos a Miyu por cuidar de ella, solo puedo decir idioteces.

—Fueron las endemoniadas compras más demoradas del mundo— Reclamé al verla llegar con sus geniales cohetes en las piernas. No sostenía bolsas en las manos y claramente no había tenido un recorrido más seguro que nosotros, pero ahí estaba, con mi madre en una pieza, tan llena de hollín y polvo como todos, y con eso era suficiente para mí. Ellas habían salido por los ingredientes, el plan de unas pastas caseras venidas de la mano de mamá se había arruinado igual que el mundo, una total mierda. Miyu llegó a nuestro lado, depositó a mi madre en el suelo quien se miraba algo agobiada y confundida; de su mano mecánica salieron luces de bengala que se dirigieron hacia el cielo nocturno dando la posición. —Seguro olvidaste mis ositos de goma— Reclamé con una sonrisa, no iba a decir en voz alta lo feliz que me hacía verla, ni lo agradecida que estaba. Pero todos, incluidos Airo, Alissa y mi madre me miraron como si estuviese loca.

—Lo lamento, fueron carbonizadas por un dragón negro que se cruzó en nuestro camino— Informó como si hablara de algo tan trivial como el perro del vecino. —La próxima vez, los traeré en perfecto estado para usted— Musitó tendiendo las manos para recibir a la niñita rubia de mis brazos.

Bueno, el siguiente momento fue uno de los más bochornosos para ser recordados en la posteridad, sí... Alyssa soltó mi toalla para abrazarse a su custodia habitual, y como dije, ella era la única cosa que la mantenía sujeta a mi cuerpo. Así que si estar desnuda frente a un montón de desconocidos no me hubiera importado hace unos meses, ahora me preocupaba y mucho, —¡NAO!— ¡Mi madre miraba! Y una vista de escáner naciendo de aquellos ojos rojos me hizo estremecer.

—Se encuentra en perfecta salud... me alegro, Nao— Dijo Miyu arrojándome su propio abrigo, un detalle en toda regla si contamos que ninguno de los y las desgraciadas que salvé tuvo tanta gentileza. Kana Yuuki, mi madre, trataba de cubrirme con su cuerpo mientras injuriaba a los mirones, alegando cosas como el decoro y la moral, nuevamente no parecería que estuviéramos en medio de un cataclismo apocalíptico si tenía tiempo para sermones. Pero daba gracias a los dioses y a Miyu, el que las personas que más nos importan estuvieran bien.

Tomé la prenda y me cubrí inmediatamente, en mis peripecias tuve la impresión de ver un sonrojo en su rostro pálido, pero cuando quise mirarla nuevamente ya jugueteaba con la pequeña rubia en sus brazos. Suspiré ¿Qué hago yo prestando tanta atención a una máquina? Una parte de mí lamentaba que Miyu fuera un androide, solo porque Airo tuvo la desfachatez de hacerla ver tan humana y aún peor, tan cálida. Sería la chica ideal, si fuera humana, sería mi chica.

De fondo escuché el sonido del helicóptero y solo cuando llegó la calma, una a medias si contaba con el hecho de seguir usando mis habilidades para acabar con los monstruos que continuaban saliendo de la nada y con el plan de derribarnos, tuve un momento para pensar. En un respiro, observando a una cansada Alissa dormir en los brazos de su padre, mi madre ayudaba a los heridos como si intentara compensarnos su sola existencia, su retorno al mundo. Kana había estado en coma durante una larga temporada cuando yo iba al instituto de Fukka, cuando aquella pesadilla inició y tuve que hacer cosas de las que no me siento orgullosa, la imagen de ella atrapada en una red de cables manteniendo su vida a flote aun me despierta aterrada algunas noches.

Recuerdo que entonces nada era más importante para mí, cada quien peleaba a su manera, mis maneras tal vez despertaron envidias y enemistades, de ese modo perdí a Julieth y a mi madre en un solo movimiento cuando Fujino me derrotó por completo, me hallé más sola y con muchos enemigos queriendo dañarme, a veces es como una espada atravesando mi corazón, la idea de volver a sentirme así. Eso no pasará, no lo voy a permitir, prefiero morir luchando que retornar a una estado tan lamentable, pero ahora... tengo amigos de verdad, personas que valen la pena.

A veces siento como si algunas cosas fueran un sueño en mi vida, tal vez me quedé soñando lo que pasaría después y aún no he despertado al horror y la angustia del carnaval, pero vuelvo a posar los ojos sobre mamá y entonces, me dejo llevar por mis recuerdos... estoy de pie en el hospital, en el momento en que todo comenzó a ir realmente mejor.

“—Ella estará bien... allá adentro están los mejores, y tiene una razón para volver...— La vi sonreír, diciendo lo que juzgaba evidente, —Tú—”Natsuki Kuga.

Veo a mamá y me sorprendo de las cosas, de cómo pasa el tiempo... tenía el cabello muy corto cuando salió del hospital, ahora le llega casi a la mitad de la espalda. Una vez más nos sumergimos en una pesadilla, pero ahora no me invade la misma desesperación.

No pude evitar pensar en las demás, Nina y Erstin fueron a cine, ojalá hayan logrado salir de ahí, Mikoto y Mai se fueron a tener una cena romántica, seguro se les arruinó la velada. Cuando por fin las veía un poco más animadas tienen que pasar estas cosas. ¿Cómo no preocuparse en medio de aquella horrenda odisea? Apenas me consolaba el hecho de que tampoco estaba hablando de gatitas indefensas.

A mi lado estaba Miyu, aprovechaba el considerable arsenal dentro de la aeronave para recargar sus municiones y yo, no podía quitarle los ojos de encima. —Esto no va bien...— No puedo estar tan desesperada si lo único en lo que pienso es que esa chica cyborg se ve preciosa cuando absorbe balas por los codos, estoy perdida, lo sé, seguro perdí todas mis neuronas cuando me cayeron unos cuantos escombros durante la huida.

Tomé la oportunidad y el tiempo para asearme con un paño húmedo, no gozaba de la fortuna de tener una ducha con agua tibia, apenas unas botellas de agua para el consumo y dadas las circunstancias apocalípticas que vivíamos las cuidaría mucho. Después de limpiar lo urgente ponerme algo encima y continuar con los detalles, mi cuello, cara, brazos, en fin... tomé asiento junto a la mujer mecánica, al verla tan calmada a pesar de las quemaduras, algo de la hojalatería y pintura desarreglada, no evité pensar ¿Qué sería de ella si yo hubiese fallado en proteger a Alyssa? ¿Qué habría hecho entonces?

Y como no tengo filtro social y ella tampoco, me vi susurrando mi inquietud al aire. —Miyu... ¿Qué pasaría contigo sí Alyssa muriera?— Era una cruel pregunta, pero no es algo que se piense muy a menudo y nadie está diciendo que eso vaya a suceder, yo misma haré lo que haga falta para que eso no pase. —No lo permitiremos... claro que no, pero ante la remota posibilidad—

—Esa posibilidad es del 30% dadas las actuales circunstancias, gracias a ti bajaron un 65% entre el inicio de los movimientos telúricos y este momento; gracias por tu esfuerzo... Nao Yuuki— Inclinó su cabeza con veneración, yo le hice un ademán de ‘No ha sido tan difícil’.

—Todo son números para ti, ¿Verdad?— Me sentí un poco decepcionada por ello, intentando olvidar que le hablaba a una máquina. —“Soy idiota”—

Cuando parecía que no obtendría una respuesta se escuchó la suave voz de Miyu mientras limpiaba los conductos de las armas de su codo. —Perdería el sentido de mi propia existencia... no tendría un propósito si la señorita Alyssa no está viva, fracasar en la única cosa para la que fui creada, es la extinción total pues Miyu, sería inservible—

—¿Entonces qué harás cuando ella envejezca y muera?— Quién lo iba a decir, ella es prácticamente inmortal porque su creador la diseñó de esa manera, sin embargo aquí está hablando de sinsentidos y despropósitos.

—Habré completado mi misión, me desactivaré hasta la siguiente reprogramación o me oxidaré sin los debidos mantenimientos hasta que la batería se descargue por completo, los discos de memoria se contaminen y no quede rastro de mí—

—Qué claro está todo— Me sentía cada vez más molesta, tendría que decirle a Airo que dejara de hacer robots con un aspecto tan humano, pero tan cabezas huecas en... en lo que sea que haga que su estúpido cerebro funcione.

—Eso... sería como morir en los términos de Nao Yuuki— Dijo repentinamente, mirándome tan intensamente o puede que ella no necesite pestañear.

Desvié la mirada antes de arrojar el trapo sobre un conducto de desperdicios, vaya, tan ecológicos cuando la mitad del mundo está en llamas o inundado, o así parece en la humareda del horizonte. —Sabes lo que es la muerte, pero no podrías sentirla jamás. Los humanos tenemos miedo de la muerte... pero a ti no parece importante ¿Si los demás mueren no significa nada para ti?—

—Airo me creó para ser consciente de mí misma, tomar decisiones con probabilidades matemáticas, leer los signos vitales y tener cúmulos de conocimiento médico teórico y práctico, quería que pudiera proteger a la srta Alyssa en todo aspecto, no fui programada para proteger a nadie más... no hace parte de mi propósito velar por la vida que pierden otros, de no ser así yo no sería eficiente en mi tarea— Ciertamente eran frivolidades, si continuaba guardando alguna esperanza sobre la posibilidad de que Miyu albergara sentimientos, ni siquiera el doctor Nakamura sería tan inteligente para desarrollar por sí solo la inteligencia artificial. —Pero, también me equipó para detectar y tratar otras posibles falencias psicológicas con el objeto de cuidar integralmente de la Srta... si ella sufre graves daños psicológicos por la pérdida de otra persona, siempre y cuando salvarle no ponga en riesgo a la srta. Miyu irá a salvarle—

Sonreí. —Eso es bueno... no dejar a Alyssa sin las personas que son importantes para ella—

De alguna forma me dio una respuesta más de lo que esperaba, la observé silenciosamente y ella diferente a cualquier otra persona, no cuestionó el motivo de mi observación, su cabello plateado, su piel tan blanca y cremosa, su cuerpo de infarto, todo de ella nos hizo pensar en Fukka que se trataba de cualquier otra chica de instituto, si no la viera ahora cargando un cohete en su rodilla, aún supondría que se trata de una hermosa mujer, sin nada especial o diferente. Sin embargo ¿Hasta qué punto es parecida a una mujer?

—Miyu... en cuanto eres similar a una mujer humana—

—La emulación de una figura humana femenina es del 85%, mi piel está hecha de tejido vivo tratado con nanomáquinas, apenas las secciones fragmentables no tienen revestimientos orgánicos, esas fueron las mejoras que realizó el Doctor Nakamura hace 10 días—

—En mis términos... Miyu—

—Es difícil que alguien pueda apreciar la diferencia... Nao—

—¿Entonces... incluso puedes tener sexo?—

—Fui diseñada para hacerme pasar por la madre de la Srta. Alyssa, los comandos de camuflaje incluyen protocolos de simulación reproductiva, mi cuerpo tiene los conductos y en todo aspecto puede simular el coito, sin embargo soy un robot, no me es posible albergar vida—

—¿Cuántas veces has tenido que utilizar esos protocolos de simulación?— Je, le estaba preguntando que tantas veces tuvo sexo, no es un buen tema de conversación.

—Exactamente 5 veces desde el momento en que fui creada...—

—¿Qué? ¿Con quién?— No daba crédito a lo que oía.

—El doctor en genética Sai Doujin, la directora de investigaciones de Sears Carmila Landford...—

Argg yo y mi bocota. —No... No sigas... No quiero saberlo—

—Como ordenes Nao...— Volvió a sus menesteres, sin siquiera sospechar que yo soportaba por muy poco el tener un ataque de alguna cosa medianamente justificable por el hecho de estar tan absurdamente interesada en ¡Un robot!

—Arggg...— Me levanté de mi posición dispuesta a irme a otro lado, cualquier lugar lejos de esta mujer, cosa, lo que sea que sea y no... tener estos sentimientos tan molestos.

—Nao, tus niveles de vasopresina son demasiado elevados...—

—¡Callate Miyu!— Le grité, estaba más molesta conmigo que con ella, porque yo, ocurrido el fin del mundo había comprendido que me sentía más que interesada por un robot que jamás podría comprender mis sentimientos, mucho menos corresponderme, ¡sólo esto me faltaba!, pasar por el lecho de las chicas y nunca su corazón, es como saber que soy el sueño de alguien por una sola razón, como me veo y nada más. Suspiré antes de darme la vuelta para ir a mi camarote. —Solo deja de... medir mis hormonas con tus malditos escáneres, buscaba compañía... nada más, ¿entiendes?—

No dí ni dos pasos para cuando sentí un fuerte y firme agarre en mi muñeca, me detuve, sabía que Miyu iba a darme el sermón de las malas palabras, sobre lo inadecuado que es para el desarrollo psicológico de la pequeña Alyssa y sería mejor salir pronto del tema, volví el rostro para verla, esperando su perorata de mi mal vocabulario, pero me topé con su rostro extremadamente cerca del mío, apenas respingué cuando su boca se abalanzaba sobre la mía, en un contacto tan íntimo e intenso como no me imaginé fuera posible, no con ella. Sentía sus brazos envolverme con un aura de protección y calidez insospechada, curiosamente Miyu era tibia y suave, sus labios carnosos, su lengua magistral; batallé por orgullo mientras mis manos se enredaban en sus cortos cabellos platinos. Finalmente, me di al placer de su contacto, era increíble la sensación natural de su boca, el tacto de su lengua, sentía incluso su aliento, ¿cómo era eso posible? No me interesaba, me deje hacer y la hice mía con un beso apasionado. Para cuando concluí el contacto a falta de aire tenía un sonrojo del tamaño de toda la cara.

—Pensé que... no—

—Era la mejor forma de calmarte...— Dijo sin más, con esa serenidad que la caracterizaba.

—¿Pero cómo lo supiste?— Cuestioné, era increíble que comprendiera...

Antes de dejarme viajar en las nubes... —Los Doramas que ve la Srta Alyssa, siempre que una mujer se pone histérica el protagonista le da un beso, la chica luego se calma instantáneamente— Dijo asintiendo como cuando los griegos descubrieron el teorema de pitágoras, como si aquello fuera una verdad universal.

‘Doramas’ ‘histérica’ ‘beso’ ‘chica’ ‘calma’... sentí un tic en mi ceja, tensé el puño y acumulé toda la fuerza que tenía. —Túúú... ¡BAAAAKAAA!— Se escuchó un estruendo en toda la aeronave. Lo siguiente que pudo saberse es que su cabeza quedó en la posición de la niña del exorcista, y yo casi, casi casi me fracturé la mano.

Llegados a ese punto, agradecí que no fuera humana, porque ese golpe habría matado a cualquier otra persona, todos los sobrevivientes dormidos despertaron sobresaltados en el acto, el Doctor Nakamura llegó preocupado y al ver que había abollado a su robot me miró de malas maneras. —¿Qué le hiciste a Miyu?—

—Es tu culpa... ¿Cómo puedes programar a alguien para parecer tan humana y no le añades algo de sentido común?— Esta vez solo me atreví a picar con un dedo en el pecho al doctor, no sea que sin medir mi fuerza las cosas acabaran peor. —Ya no sé siquiera si siente algo cuando...— Guardé silencio, no le iba a decir a un viejo del doble de edad que me había estado ‘entreteniendo’ con su cyborg, mucho menos en presencia de todos los refugiados.

—Sí... puedo sentir— Miyu se levantó y volvió a poner su cabeza en la posición adecuada. —¿Y la señorita?—

—Sigue dormida, tenía tapones en los oídos, por las hélices el ruido era intolerable...—

—Iré a cuidar de ella...— Musitó sin más antes de ir a la parte trasera de la nave.

Nos quedamos solos el doctor y yo, para mi mala suerte los demás siguieron durmiendo mientras les fuera posible, no faltaban tantas horas para el amanecer. Sentía los ojos celestes de aquel hombre rubio puestos sobre mí, yo intentaba fingir seriedad en la labor de vigilar el panorama en el cielo, el cual por suerte estaba despejado.

—Esa herida, se ve mal— Dijo suavemente, con la paciencia de la que todo padre abundaba.

Volví la vista sobre mi mano, mis nudillos sangraban y claramente tenía algo en mala postura, suspiré largamente antes de acomodar las cosas con un movimiento, sabe dios que me contuve de gritar para no despertar a la hermana rubita de las Blan Kuga. —Mejorará...— Pero no lo haría mi ánimo.

—Le agradas a Miyu, Srta. Yuuki—

—Ella no es... humana, no veo cómo pueda agradarle— Y ese era el meollo del asunto.

—Harry era un genio, cuando diseñó el sistema central de Miyu, usó un concepto que aún hoy está en mínimo desarrollo, el lo llamó ‘Animus Machina’, se supone que ella debería ser como Sakura, pero el tiempo ha pasado y Miyu es Miyu, yo no lo esperaba, Harry sí— Seguramente mi cara de “no entiendo un carajo” fue lo suficientemente explícita para que tuviera la gentileza de  ilustrarme, —para hacerlo ver simple... las personas son como son por las experiencias y recuerdos que guardan dentro de sí, los seres humanos no están conscientes de la extensión de sus memorias, sólo guardan o atesoran los momentos más preciados de manera casi involuntaria, en esencia... Ella puede hacer lo mismo, darte prioridad en su sistema, aún por fuera del protocolo, quizás un cyborg no tenga corazón o sentimientos en la forma que nosotros los consideramos, pero estoy seguro que perteneces al grupo de personas que ella salvaría aunque no estés dentro de su programa, sólo por querer hacerlo— Airo sonrió con amabilidad y se dispuso a darme un tiempo de soledad, —solo... porque le importas, mucho—

—¿Cómo puede saber eso?— Cuestioné a sus espaldas molesta por las alas que le daba a mis esperanzas, como si eso fuera a servirme de algo ahora, resulta entonces que soy ¿objetosexual? Claro que, Miyu es el objeto más sexy que he visto. ¡Dios! No tengo remedio.

—Ella no respondió tu ataque cuando tiene un sistema de autodefensa automatico, ello implica que... te permitió golpearla por propia elección, tal vez comprendió que robarle un beso a una chica, se consideraría descortés— Al final, no evitó una pequeña risa mientras se marchaba y yo sentí mi cara enrojecer terriblemente.

Me quedé sola, mirando en medio de las sombras de la noche cómo el mundo continuaba yéndose al averno, al mismo tiempo una honda y fría angustia comenzó a llenar cada espacio de mi alma. Todas esas personas... estaban condenadas a morir y yo no podía o no sabía qué hacer para ayudarlas, si bajar la altura de la aeronave sería seguramente un suicidio. Elevé así la vista al cielo, más allá de las nubes y el humo, aquella estrella azul continuaba brillando intensamente, como si nada pasara realmente y más de la mitad de la población mundial, no estuviera sucumbiendo esa noche, claro que para ese momento yo no lo sabía. Cuán pocos tuvimos tanta suerte.

Después de un largo viaje al que sobrevivimos por los pelos, llegamos a Garderobe, durante el trayecto fueron pocas las horas de calma, agradecí como nunca la compañía de Miyu, ella era absolutamente letal y porqué no, una hermosa destructora de monstruos, así que mientras erradicábamos Orphans a diestra y siniestra me di un buen caldo de ojo. Si mis pensamientos libidinosos lo eran, poco me importaba, total, son privados, pero extrañamente algunas veces mientras me encontraba mirándola, tenía la sensación de que ella me hacía lo mismo cuando veía a otra parte. ¿Locuras mías? Seguramente, no todos los días se acaba el mundo y cada quien lo resuelve a su manera.

Para cuando arribamos me quedé de una sola pieza, nunca imagine ver una montaña entera en el cielo, ¿o sí? Tengo que admitir que Suichiro está tanto o más loco que Nagi, aunque sería un pensamiento que me reservaré por aquello de la supervivencia, odiaría que me arrojaran al vacío con una patada en el trasero por hacer mala publicidad al anfitrión. Ver la capacidad armada de aquella roca flotante me daba a saber, sólo por sentido común, que el señor Blan había estado preparado para las circunstancias del fin del mundo, hacía más de una década seguramente. No creo que este sea el único lugar, o eso espero... aún si es una montaña, no puede albergar a una ciudad entera, ni qué decir del resto del mundo. —Pájaro de acero 8, listo para aterrizar... abrir paso al Aer Garderobe— Escuché decir a la piloto mientras me preparaba para disparar al enjambre que rodeaba la montaña y que sistemáticamente era erradicada por una serie de sensores armados en todas direcciones. No fue más fácil y gastamos bastantes municiones, pero valió cada tiro.

Aterrizamos en la plataforma, sentí el viento rozarme la cara en cuanto salí de la torreta. Tengo que confesar que volví a respirar cuando me encontré con las demás chicas, ver a algunas magulladas, hechas un desastre, con algo de escombro en el pelo y demás, eran detalles insignificantes al lado de lo que pudo pasarles, me habían torturado infames ideas.

—¡Nao!— Oí el grito festivo de la pequeña chica gato, aunque ya de pequeña poco, vi con alegría genuina sus brazos abiertos mientras corrían en mi dirección.

—Chicas...— Un par de lágrimas salieron de mis ojos, de un salto bajé de la aeronave y corrí en la dirección de todas. Dejé que la más joven de todas me abrazara como si no hubiera más en el mundo, que era prácticamente una verdad desoladora, el achuchón de Minagi a pesar de constrictor me reconfortó, pero también me obligó a ver sobre su espalda. Noté a Mai que nos miraba cuidadosamente, podría jurar que con recelo, este sólo se apagó cuando la pelinegra amante del ramen me soltó y yo abrí mis brazos para extenderlos a ella. —Me alegro de verte—

—Gracias... Nao, por traerlas sanas y salvas...— Era la voz serena de Nina en cuyos ojos ví el genuino agradecimiento, junto a su mano sujetando mi hombro con firmeza. —Muchas gracias en verdad— apoyó Erstin no sin darme el abrazo que su amante no se atrevía. Sabe dios que después de que nuestro plan funcionó para hacer que la capitana de la escuadra cayera en sus redes, he continuado dándole unos poco tips, me sorprendo de ver que hasta en ello son un poco parecidas cierto par de hermanas jajajaja.

—Yo... no hice gran cosa— dije tan borde como es mi estilo ser y le resté importancia, pero ello no disminuyó aquella sonrisa en la cara de la Blan, que no pudo esconder su alegría en cuanto se aproximó para sostener a Alyssa en sus brazos, siempre bajo la atenta y pacífica mirada de Miyu, quien y por un pequeño momento la cruzó conmigo. Abochornada miré a otro lado y noté la presencia de Arika, con un ademán la saludé, era la única del grupo con un arma del tamaño de un cañón de fusión fría a cuestas, vigilaba el perímetro como temiendo que los láser establecidos de manera automática en el Aer Garderobe por Suichiro, pudiera fallar.

—Ellas llegaron antes...— Me informó Mai al ver que me quedaba mirándola con el aspecto de un indigente. Al parecer no tuvo tiempo ni para ponerse un uniforme limpio, tenía la ropa con la que salieron de camino al cine.

—¿Ruta difícil?— Cuestioné y recibí un asentimiento.

—Es difícil... pensar que todo lo que conocemos, ya no existe...— Noté cristalinos en sus ojos, Mai... me lamenté de no entender su punto, así que le expuse el que yo sabía.

—El hogar está, donde están las personas que nos importan... sé que te gustaba el pent-house pero, ¡hey! Esto tampoco está tan mal—

—Takumi...— Una expresión de pánico se comenzó a apoderar de la faz de Tokiha, no recordaba una expresión semejante, pero daba miedo...

—Está en las instalaciones de Estados Unidos, he confirmado que todos estén abordo, Akira también... están a salvo chicas...— Vi a una joven de cabellos naranjas, Irina Woods, salvando el día.

—¿Sería posible que hablara con él?— Cuestionó como toda una hermana sobreprotectora, pero sin cara de psicópata, lo cual se agradeció.

—Por ahora la señal es un poco difusa, pero estamos alineando satélites... en cuanto tenga un canal de nuevo, serás la primera en saberlo—

—Es necesario que se aseen adecuadamente, que recuperen fuerzas, tendremos que buscar una salida a este problema y creo que mi padre tiene una idea—

—Sí... recuperar fuerzas, no he dormido en paz, tengo tierra hasta en las orejas y... hambre, mucha hambre— Dicho esto, el sonoro rugido del estómago de Mikoto se hizo escuchar en toda su gloria y es que pese a yacer en la zona exterior de aquella montaña flotante, apenas se sentía una brisa fresca, después de reírnos como buenamente podíamos para deshacernos de la tensión comenzamos nuestro recorrido por las instalaciones, noté entonces que la fortaleza de Suichiro no sólo contaba con aquellas torretas automáticas de fusión fría, además de las aeronaves y las minas aéreas, algo similar a un campo de fuerza cubría por completo la montaña flotante.

Después de ese momento las cosas no fueron más tranquilas, digo… sobrevivimos al fin del mundo y una vez aseadas, pero sin comer… fuimos llevadas a la única sala de reuniones en pie de toda la tierra, o eso pensaba yo. El padre de Natsuki, en verdad estaba loco, con ese tipo de locura mezclada con genialidad al puro estilo de Einstein o Newton, el viejo era demasiado avanzado para su tiempo, para la humanidad incluso. En cuanto entramos al salón, me sentí en esa clase de películas distópicas de un extraño futuro muy desalentador pateándome en las entrañas. Claro que si íbamos a morir, sería con estilo, eso ni dudarlo, cada espacio estaba diseñado de un impoluto tono blanco con mezcla de aluminios, aceros y cristales, muchos de estos eran pantallas en realidad, aunque estaban dispuestas horizontalmente, de ellas manaba luz y formas definidas. Eran hologramas, habían por lo menos 40 personas entre hombres y mujeres, de medio cuerpo flotando sobre una enorme mesa de largas proporciones… todos ellos estaban hablando, nah… discutiendo. La diplomacia había muerto horas atrás, y por lo airado de la discusión, quién sabe si existió alguna vez.

Suichiro carraspeó la garganta sin hacerse con la atención de sus otros socios, como intuí pronto ante la idea de que el viejo no habría logrado tanto solo, ni tendría tanto dinero a pesar de su fortuna, una montaña no se eleva sola del suelo sin algo de ayuda además de intelecto. El señor Blan, insistió una vez más y yo con un hambre del demonio que esperaba remediaran con prontitud, no tuve más remedio que silbar, un silbido tan intenso que seguro le lastimé el tímpano a más de uno o le arruiné los equipos a alguno…

—¡Eh… viejos!— Grité aún más alto cuando el silencio se hizo. —No tengo su tiempo, ni el estómago tan lleno como ustedes, así que vamos al grano…— No tengo tan buen humor cuando no he comido decentemente en varios días.

—Gracias por su atención, señores…— Intervino Suichiro salvando mi pellejo de morir fulminada por las miradas de aquellos políticos y militares estirados.

El protocolo, como buena dosis de aburrimiento no hizo más que empeorar mis ya desmejorados ánimos, los científicos explicaron los propósitos de Aer Garderobe, la cual supe... que de todas las bases establecidas para enfrentar esta hora oscura, es la única capaz de moverse sobre el globo a pesar de las incidencias climáticas inestables… todo con una sola meta, dar con el paradero de Nagi para frenar de una vez por todas la arremetida de los Slave bajo su control.

—Es imposible acceder a la superficie…— Dijo uno de tantos al otro lado de la línea holografica. —Nuestras armas son obsoletas Blan... te guardaste lo mejor para ti— Me pareció oír un tono americano en la voz del hombre, sin embargo un sistema traductor de avanzada hacía que lo que fuera que dijeran aquellos extranjeros se entendiera en perfecto japonés.

—Las criaturas… continúan causando daños sobre las pocas estructuras en pie, pese a que ahora carecen de un amo que los controle, no se extinguen... Es genocida dejar a los sobrevivientes expuestos a tal carnicería— Este tenía un tono afrancesado.

—Esto se había anticipado, como saben... los Orphan o Slave, sólo se diferencian unos de otros por el efecto que el cristal oscuro ejerce sobre ellos, pero su origen en particular deviene de otra dimensión que no está a nuestro alcance, todo cuanto es posible hacer para nuestra defensa... está fundado en el sistema OTOME— Defendió Suichiro. —En él he empeñado mi vida, cada minuto de mi tiempo e incluso a mi familia— Tensó la mandíbula y todas desviamos las nuestras cruzándose unas con otras, sabíamos el precio que se pagó por la libertad de todos esos hombres y mujeres, Natsuki... Saeko por mencionar nombres conocidos, nosotras mismas vertimos sangre, sudor y lágrimas.

—¿Cómo es que unas niñas van a salvarnos a todos? Comparta el conocimiento de la fusión— Exigió uno que tenía pintas de Ruso bastante molesto.

—Eso... no pasará de la forma que ustedes lo desean, cada centro tiene un reactor de fusión debidamente sellado, fuera de su alcance y manejo, es gracias a esta tecnología que cada una de sus edificaciones se sostiene a pesar de la debacle en el exterior, todo esto con un fin específico... la supervivencia de la humanidad, y es claro que no vamos a sobrevivir a este cataclismo si la siguiente batalla que tenga lugar será entre nosotros con armas tan devastadoras a la disposición—

—Cómo se atreve...— Refutó el americano, tenía caras de ser un general lleno de cuanta medalla fuera posible obtener o en su defecto, quería apantallar.

—Basta saber un poco de historia caballeros...— La imagen del padre de Natsuki mirando a esos hombres con sus ojos celestes tan fríos, tan serenos, mortalmente calculadores no me daba la calma que estaba buscando. Verlo debatir frío pese a cuan acaloradamente se expresaran aquellos hombres y mujeres de cada nacionalidad posible, me causó un profundo escalofrío, eran números en las pantallas, millones de vidas perdidas sólo se entendían como una cifra insignificante al lado de las estadísticas del suelo, las formaciones rocosas, volcánicas, los mares y océanos, incluso la fauna y la flora sobreviviente era más importante... en medio de aquel ir y venir de incontables cambios. —... entiendo las razones que llevaron a Nagi a este punto...—

—Esto es inaudito...— Se escuchó un reproche conjunto de algunos de los miembros de aquella extraña unión de naciones, pero los demás guardaron silencio.

—El mundo había llegado a su límite, ahora más allá de la crudeza de los lúgubres momentos que hemos vivido, que nuestros ojos han visto y no se borrarán nunca de nuestra memoria, es claro que nuestro mundo ha entrado en un nuevo ciclo, la tierra no es ni medianamente parecida a la que conocíamos, sin embargo y a razón justamente de este nuevo inicio, quien quede en pie sobre esta tierra tendrá para sí y su gente una oportunidad como no se ha visto en milenios, nuevos límites, fronteras y soberanías... recursos nuevos... la tierra es ahora un lienzo en blanco y ese fue el objetivo de Dai Artai desde el principio ¿Impedirlo? No estuvo en nuestras manos desde el principio, ya que él conoce las dimensiones más que nosotros— Y nadie perdía de vista los intereses políticos, qué va, si ser asquerosamente ricos no atrajo a nadie en primer lugar... argg. —Un mundo que puede ser modelado a su antojo... así pues es claro que las armas también deben cambiar y ser vistas de otra manera—

Pero mi paciencia tenía un límite y la gastritis que me iba a dar por culpa de aquello viejos avaros... —Sí... sí, sí... ¿Exactamente qué hay para las Otome?, digo, ¿quieren que unas cuantas de nosotras se enfrenten a millares de monstruos en todo el globo y les despejemos las plazas a los viejos utilitaristas? Impondrán un nuevo orden mundial al acomodo de algunos y claro, como puede que nosotras no contemos el cuento después de eso, ganan doble...—

—Ya eres privilegiada, has sobrevivido al Ragnarok...— Intervino el tipo con la R tan marcada en su acento, casi se miraba albino.

—Sí y eso se lo debo a mi ex suegro, no a ti rubito... puedo pelear por él para que... ya sabes, no me arroje desde esta montaña a ese mundo apocalíptico en el que muy lienzo en blanco y todo, pero no se puede hacer un carajo con esos monstruos por todas partes...— Mi mala cara espantaba a algunos, así que me excusé un poco... —muero de hambre, quiero dormir, sobreviví a las peores noches de mi vida por poco y quiero saber para qué soy buena, además de ver en qué me beneficia— Claro, no iba a arriesgar mi vida tan gratuitamente, el altruismo no es lo mío.

—Coincido totalmente con ella... aunque Blan-sama no ha sido mi suegro... después de esa aclaración...— Mai que estaba a mi lado y un poco apenada por mis modos se aclaró la garganta. —¿Cuál es el plan?—

—Derrotar a Nagi, hacer que los Orphan vuelvan masivamente a su dimensión...— Lo dijo con tanta simpleza aquel Blan, que hasta se oía facil de hacer... pero claro, Nagi era un bastardo bastante difícil de matar, básicamente porque primero había que encontrarlo y ese, sería el problema de todos esos científicos, el mío sería... luchar y sobrevivir a eso.

—Si han sido tan meticulosos, estimo que cada hombre o mujer en las bases fue escogido cuidadosamente por un uso o función de tal importancia que le excluyó de ser uno más de los millones que perecen en la superficie... entonces, somos elementos de singular importancia desde hace tiempo— Mis ojos se posaron sobre esa mujer al otro lado de la sala, su kioto-ben de singular encanto me recordó la mortalidad de un tono aparentemente amable, el mismo que usó antes de matar a mi child en tiempos pasados. —Yo sólo tengo una ambición, algo personal... pero pienso en mis condiscípulas; como Himes, fuimos el cebo para la renovación de un ciclo de prosperidad para el mundo durante el carnaval, pagamos caro el bienestar de todos y sospecho que ahora no será muy diferente, es por ello que en esta hora oscura... debe hacerse un acuerdo, no concedo que seamos olvidadas o relegadas una vez más, cuando todo esto acabe—

—No vamos a pedirles que peleen una vez más, sus esmeros nos han permitido perfeccionar el sistema OTOME para que otras doncellas ocupen esta vez el campo de batalla.... motivo por el que les pedimos prestarnos su experiencia— Aclaró Suichiro mirándonos con toda calma a pesar de los reproches de los hologramas, estaba claro que él tenía en sus manos un poder con el que los demás no contaban y podía hacer su voluntad, sobre la de ellos. Eso sería un problema después y todos lo sabíamos, seguro que él no pasaría esto por alto.

—¿Todo este drama para decir que quieren que trabajemos de niñeras?— Era difícil creer que toda esa ceremonia se diera para pedirnos instruir a un grupo de novatas en la lucha contra los Orphan o las increíbles Valquirias de Nagi.

—Es oportuno tomar un receso para almorzar— Me interrumpió el padre de Natsuki y tanto mis ojos como los de Mikoto se iluminaron de alegría, hasta que al fin el viejo entendía la urgencia de las circunstancias.

Horas más tarde y habiendo comido, mi silencio halagaba los oídos de aquellos vejestorios, habíamos avanzado lo suficiente en los mencionados acuerdos que sugirió Fujino, no se le podía negar que era astuta y sacaba en claro una buena porción de independencia, digo... primero fuimos carne de cañón en el carnaval, luego un grupo militar organizado al servicio de intereses particulares y sabrán los dioses, qué planes nos tienen ahora, es como para querer acostarse con el primer idiota que aparezca o tomarse un vasito de PSE, después de todo si no podemos mantener las Nano-máquinas dentro de nuestro sistema, no servimos para esto, pero no es un lujo que pueda darme teniendo en cuenta la seguridad de las personas que me importan; una vez me desprendí de mis habilidades no por propia voluntad y fue una mierda, no soportaría esa impotencia otra vez.

Las Otome como nos llamaban ahora y más formalmente, serían el equivalente a la derruida Organización de las Naciones Unidas, ¿Su función? Velarán por la paz, la completa eliminación de los Orphan o Slave, como sea... habitarán físicamente en las instalaciones de Aer Garderobe sin pertenecer realmente a ninguna nación, por lo que sus elementos activos como nos llamó Nina, provendrán de toda nacionalidad... bueno, las que se formen.

—Habrán doce pilares, como himes hemos sido durante siglos pasados... Otomes encargadas de velar por la continuidad de las generaciones futuras, por asegurarse que cada nación tenga igual cantidad de protectoras y no se usen con fines políticos o de conquista—

Pensé mientras Fujino debatía con toda naturalidad, que aquellos ideales eran lindos, pero conociendo a las personas, habiendo visto lo peor del mundo durante aquellos años y días más recientes, sé que esto pronto se olvidará. —Cuenten conmigo, incluso si se requiere en la lucha y bueno ya saben dónde voy a estar... búsquenme cuando tenga que hacer lo mío, por ahora dejemos a los políticos con sus asuntos— Le susurré a Nina suavemente antes de abandonar la sala, ella simplemente asintió... luego podría preguntarle cuál fue la conclusión de aquello.

Estiraba las piernas caminando por aquellas instalaciones y como si la mente me traicionara, terminé en el lugar menos pensado; algo parecido a un jardín estaba ubicado en lo que parecía el centro de aquella montaña, curiosamente y por lo que había leído en las marcaciones de evacuación de emergencia que conducían allí, era el lugar más seguro de todo Aer Garderobe, algo como un bunker, pero más bonito. Había árboles y plantas, incluso una fuente, era un remanso de paz en medio de la tormenta que se vivía afuera. Vi a varias cuidadoras mientras un montón de infantes jugaban en lo que parecía una simulación de un pequeño parque, con resbaladillas, toboganes, pasamanos, caja de arena y otros, Blan pensó en todo.

Mi sonrisa se evaporó al escuchar una voz prodigiosa entonar una canción, sonreí con un dejo de amargura, debí saberlo, que ella estaría allí con Alyssa y que el ángel dorado de Fukka, dejaría ver por qué recibió aquel nombre, así su voz tan blanca como es posible para alguien tan pequeña, llevaba la dulce tonada de una melodía que los demás no podrían entender, de pie y distante la escuché silenciosamente... “Ellos creen en cuentos de hadas, déjalos creer...” Sentí un nudo en la garganta, mas no era lo triste de su canción lo que me hacía sentir así, aún si aquella letra evocara un pasado tan lamentable y removiera de nosotros la esperanza, como si atrajera al pensamiento la idea de lo ilusos que somos, como cuando el carnaval pasó y creímos aquella estupidez... su deseo se cumplirá, quien venza en el carnaval cumplirá su más grande ambición, me abochorna pensar que lo creí. Negué, no era eso... las lágrimas que cayeron de mis ojos no se debían al pasado, me mostraban el futuro que no tendría.

Entonces me vió, y yo miré sus ojos, y vi esa expresión, fue una estocada mortal cuando su sonrisa nació para mí y me vi reflejada en sus iris granate con un sentimiento que casi creí real. Sonreí mientras el llanto brotaba de mis ojos, me di la media vuelta y levanté mi mano para despedirme, hasta que mis pasos me llevaron fuera de allí, porque entonces noté cuán desastrosa era yo, en medio del fin del mundo comprendí que me había enamorado de ella. Por cada día de verla, de hablarle, por este tiempo acostumbrándome a su presencia, por la angustiosa idea de saber que no sentiría nunca por mí... yo la subestimé, ¿Por qué no me aparté cuando aún tenía esa posibilidad?

—¿Quién dice que no la tengo ahora...?— Dije por lo bajo, para convencerme de algo sumamente difícil.

—¿Qué no tiene... Nao?— Su voz, suave me llegó por la espalda.

—Llaves... para mi habitación— Respondí lo primero que vino a mi mente, sintiendo mis mejillas arder.

—Yo puedo abrir por usted...—

¡No! Lejos... la necesito... Lejos. —No importa, igual no sé cuál es mi habitación—

Pero la de cabellos canos no entendía las cosas básicas de la conducta humana, ya sabes cuando alguien quiere deshacerse de ti, eso lo sabría cualquiera. Nooo... Miyu simplemente modificó su dedo e ingresó una tarjeta de chip en la computadora más cercana, cosa que en Aer Garderobe había en cada esquina... —Usted se aloja en la sección de instructores, a tres pisos de la superficie, sígame por favor, la llevaré a su habitación—

Ajá y no somos carne de cañón, eso es demasiado cerca del exterior. Con ella adelantándose y yo a su espalda tuve ocasión de limpiarme el llanto. —Se lastimó, ¿Está herida?— ¿Pero nada se le escapa no?

—Hay heridas que no se ven... Miyu—

—Emocionales...— Dijo suavemente.

Yo abrí los ojos, pero luego recordé sus protocolos de psicología para atender todas las necesidade de Alyssa y preferí guardar silencio, rogando que el viaje fuera lo más breve posible. Pero como todo y las cosas de la relatividad, lo que tardó alrededor de 10 minutos se convirtió en una hora de martirio para mí, así cuando ella usó su dedo tarjeta de alta tecnología para abrir mi acceso, dije “gracias” y corrí dentro de mi habitación, cerrando la puerta en su nariz. Algo no muy inteligente si sabes que ella tiene la llave para entrar, sin embargo agradecí que su sentido común fuera tan peculiar, puesto que ella no entró dado que no se lo pedí.

Después de ese incidente procuré no cruzarme con Miyu por ningún motivo y es que sabiendo dónde Alyssa estaría, tenía por descontado la ubicación de esa sexy androide.... ¡Nao mala! No pienses en ella de ese modo... cof cof, digo, tampoco tenía mucho tiempo, con lo de las clases tuve una excusa para dar a todos, sabía que de algún modo la voz le llegaría a ella y bueno ¿Por qué iba a importarle si yo no era su propósito en la vida?

Volviendo al presente, francamente lo de ser instructora no se me daba con tanta naturalidad como a las demás, Shizuru es una manipuladora de alto vuelo y claro que tenía a todas sus alumnas comiendo de su mano, dispuestas a saltar a un abismo sin fondo con tal de complacerla, pero esmerándose tanto en llenar las expectativas que claro, eran excepcionales. Mai, ella tenía la teoría del máximo esfuerzo, le infundía a sus chicas ese tipo de energía rara que solo ella proyecta, del tipo positivista que te hace creer que realmente puedes hacer la diferencia si te esfuerzas hasta perder la consciencia y claro, aquel era un lavado de cerebro con otro enfoque que funcionaba. Mikoto, ella... es más ¿ninja? Se antojaba misteriosa y su jerga de combate, inspiró el respeto y la disciplina de sus estudiantes, supongo que ese par de centímetros más en su pech... cof... de altura, el pelo largo y su rostro más maduro ayudó bastante, además, todos sabemos que ella sólo pierde la compostura cuando tiene a Tokiha cerca, así que para sus instruidas guerreras ella era algo así como un arma mortal a la que admirar e imitar. Midori creó un grupo llamadas las “Otome Rangers de segunda generación” o algo así, no muy creíble con su historia de ‘tengo 17 años, soy una de ustedes’ y demás, pero ella sí fue sensei en Fukka así que algo estaba haciendo bien sobre eso... Incluso Shura quien es demasiado elegante y se recuperó rápidamente gracias a la cámara del génesis, se unió a las humildes labores de instrucción, hizo de su escuadra a unas doncellas tan mortales como hermosa puede verse una mujer.

Pero cada quien tiene sus métodos ¿No? Yo me di cuenta que el medio más efectivo para obtener resultados rápidos era un formato ya inventado y algo arcaico, el ‘aprende o muere’. Obviamente no podría aplicarlo al estilo de épocas tan antiguas como el Edo, pero si había algo en lo que yo era buena, era en seducir. Después de superar a los imbéciles de Fukka y ser Yukito Naori comprendí que las chicas ansían la seguridad de quien sepa dárselas. Sé que suena un poco burdo pero, ahora ya entienden por qué hay tantas chicas bellas junto a tantos idiotas músculo-descerebrados, algunas no tienen idea de que existen otros tipos de seguridad más que sólo física.

—Salta... Marine— Murmuré a una de mis alumnas, la última de la línea, una chica de cabello azul y ojos de un celeste precioso, alta, delgada y muy elegante, quizás hija de padres billonarios... digo, el pasaje en Aer Garderobe debe ser un tanto impagable. La chica miraba con temor la enorme hélice al final del hueco, yo había solicitado retirar la rejilla de seguridad, de tal modo que si lo hace mal, será un verdadero estropicio el que tendrían que limpiar los esbirros de Blan, o eso pensaban ellas... lo efectivo de esto es que las expone al mismo nivel de peligro que enfrentarán; si no aprenden a maniobrar en el aire, serán la cena de un Orphan ahí fuera y no tenemos mucho tiempo para paños de agua tibia, según suichiro, Nagi está a punto de encontrar el valle negro, un lugar que contiene un portal entre este mundo y las otras dimensiones. ¿Y por qué diablos es eso tan malo? recuerdo haber dicho cuando nos lo informó en la reunión primaria de este mes.

“Si piensas que fue malo que los Orphan-Slave hayan cruzado a este lado, destruyendo casi todo el mundo en el proceso, te aseguro que va a ser peor... si otros seres cruzan” Suichiro Blan. Y eso fue suficientemente convincente para mí.

El temblor de aquella chica casi llorosa, me impacientaba un poco, la veía, ella era incapaz de llorar por orgullo o por el básico miedo a delatarse inservible a la causa y por tanto, ser prescindible en aquel coloso de tierra aéreo. Se habían colado rumores de que en las instalaciones se desprendían de los activos inservibles y nadie lo había desmentido. Me acerqué, con movimientos felinos en mi andar y sentí los ojos de sus condiscípulas posarse sobre mí con interés, no era inocente, estaba siendo lasciva y es que aquella camisilla esqueleto y esos pantalones militares de impoluto blanco me quedaban mejor que bien. Hora de ser... como los griegos. —El valor... no implica carecer de miedo, es la capacidad de afrontar la adversidad a pesar del miedo...— Sonreí suavemente. —El miedo alerta los sentidos, si no concedes que te abrume puede ser tu aliado— Notando que la amabilidad no era suficiente, tomé un camino diferente. —Aceptar que la vida es frágil no te hace menos, apreciar tu existencia no significa egolatría, sin embargo...— Sujeté su barbilla me acerqué hasta casi rozar sus labios con los míos, —hacer de tu vida un sinsentido, es el acto de cobardía más grande que hay, temer no te hace insignificante, ser cobarde sí... toma el control de ti misma, demuéstranos de qué eres capaz— y su expresión cambió, tal vez a una  un poco indignada... el enojo siempre es mejor que el miedo, así sabes qué hará algo. Retiró mi mano de su rostro y yo le di una sonrisa media. —Te veo... pero eres tú la primera en verte y no sabrás perdonarte a ti misma si no haces esto— Me di la media vuelta para irme con un aire de indiferencia que solo la enardeció más, claro... era parte del Show, no necesitamos a una niña mimada en el campo de batalla, necesito Otomes con agallas suficientes para saltar al vacío y volar.

A unos pocos metros de distancia miré a través de una pantalla el desempeño de Marine, claro que teníamos redes de seguridad escondidas y yo podía activarlas con un movimiento, pero la peliazul no sabe eso, ¿verdad? Al principio fue vacilante y llegó tan cerca de las hélices que casi me vi obligada a salvarla, sin embargo, un instante después comenzó a usar el viento para elevarse, probó posturas y notó los factores más importantes de la aerodinámica, al final era como un pez en el agua, o un águila en el cielo.

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En aquel lugar lejos de la luz del día, el tiempo se medía en las manecillas de un gran reloj en lo alto de la torre, el único lugar de todo el laboratorio que conectaba aquel submundo con la superficie, un ascensor al infierno. Veía además la enorme pantalla negra, por si el reloj análogo gigante no fuera suficiente, aquellos enormes números rojos, marcando: Año 0 d.r (después del Ragnarok), 90 días, 10 horas, 46 minutos y 58 segundos, 59, 60 y todo vuelve a empezar. Tic Tac dice el reloj, siento el sabor a sangre en mi boca, pero no puedo quitar los ojos de allí y oír las voces distantes de reproche, casi muero allá ¿Qué posibilidades tenían los chicos? Sí yo pude perecer... ¿Por qué me enviaron con esos estorbos? Quise salvarlos, ¡Quise volver con todos ellos! Quise tantas cosas... y ahora ellos están muertos.

—Te niegas entonces... debes más respeto a su señoría, el futuro conquistador del mundo— Molesta voz en los labios de una lamebotas como esa, una burócrata de alto mando de la corporación Margueritte. —Los hijos del Ragnarok no se pueden permitir ser débiles...— No hacía caso de su extenso monólogo, frases aprendidas y dichas para enaltecer aún más el ego de Nagi, que muy sentado en su silla me mira con aburrimiento.

Pero yo no hacía caso de ellos, miraba hacia la torre cada día, contemplando la vaguedad de mi propia esperanza como si tuviera más ocasiones para existir en otro lugar, o pudiera vivir una vida tranquila junto a la persona amada. Sé que son absurdas fantasías porque no queda un mundo a donde ir, sé lo que hay fuera de aquí, ya lo he visto en nuestras misiones de exploración, como si a Nagi no se lo dijeran ya los satélites desde el espacio, la geografía conocida no existe más, algunos continentes quedaron bajo el mar mientras que otros nuevos surgieron de las aguas a partir de erupciones verdaderamente impresionantes, los que no se inundaron fueron fragmentados por enormes cráteres causados por terremotos tan impresionantes como destructivos, otras zonas se convirtieron en ríos de lava y el aire se hizo tan venenoso que sólo las criaturas pueden vivir en semejantes condiciones. Casi tres meses de encierro y apenas se han estabilizado las erupciones, en otros lugares repuntaron las alturas de nuevas montañas mientras que nuestras instalaciones se mantienen a salvo por un efecto geológico llamado el Eco de la profundidad Dai Artai, un descubrimiento realizado por este monstruo y sus hijas en aquellos años en los que todas teníamos vidas tan comunes como fuera posible.

Todo lo que sé, es que yacemos en el centro de esta enorme burbuja de tierra y metal, y en la última planta está resguardada la máquina que lo inició todo y que emite ondas que estabilizan la presión con un principio muy similar al que usan los slave para emerger en cualquier punto de la tierra... en esencia es como estar y no estar en el mismo lugar, así que sin la llave es imposible salir de aquí, por lo que estamos prácticamente encerrados en otra dimensión. Pero él ansía tener más y más de esas piedras negras, obtener muestras de la vegetación que está surgiendo poco a poco de la nueva tierra, porciones de agua y otras tantas. Ja... ¿Acaso planea vivir afuera cuando todo está infestado?

Toda una ironía, la acción más estúpida de todas... destruir el mundo para yacer encerrados como ratas o libres en un mundo tan adverso ¿Qué alternativas deja eso? No demasiadas, no servimos por placer ni voluntad, pero tampoco querría quedarme fuera sin nada que dar, aún si ella... mi amada Akane me detesta ahora.

—Explicame una vez más... ¿por qué sólo tú volviste, si fuiste enviada con un grupo completo y una armadura de Valkyria, Matsuda Kaoru?— Vi los ojos de aquella mujer tan violáceos como amatistas púrpuras, podía oler el temor que mi presencia le causaba, después de todo, un monstruo de la misma clase que yo... acabó con la vida de su hermana, aquella a la que llamaron el demonio de ojos rojos.

—Soy Zera, Kaoru Matsuda no existe más, murió un año y medio antes del cataclismo, la... policía decretó esa muerte... yo... soy Zera...— Repetí con agudo dolor en mi voz, sin atreverme a mirar a la otra valkyria en la sala, ahora tener su odio era una tortura mayor que cualquier otra. —Salimos hace dos días, con las órdenes de escalada 2589, el escuadrón sólo contaba con una valquiria, eran 5 hombres y 2 mujeres, conmigo 8... mi misión, era recolectar media tonelada de cristal negro en un yacimiento con coordenadas E 133°0'0" y S 27°0'0" y proteger al grupo. No hubo inconvenientes en el viaje de ida, enfrenté a 8 Slave, uno a uno fui derrotándolos por completo. El tiempo de recorrido alcanzó apenas 12 horas, una vez en el lugar todos los equipos comenzaron a realizar sus actividades, muestreo, topografía, escaneo y yo, extracción...— No, no iba a decir que durante las horas de vuelo supe los nombres de todos ellos, cuáles eran sus oficios y cómo terminaron enredados en este pandemonium, edades, familias, historias. —Confiarnos, ese fue un grave error, los dispositivos de dispersión dejaron de funcionar a las 23:15 horas de nuestro viaje, sin reporte de falla mecánica u obstrucción de frecuencia, fuera cual fuera la circunstancia... nada repelía a los Slave...— Aún con las nano-máquinas reparando el daño dentro de mí, sentía el agudo dolor de una costilla atravesándome, llevé mi mano sobre la tela llena de sangre y la acomodé de un golpe, sólo para respirar mejor. Escupí la sangre a los pies de esa mujer, la única sobreviviente del clan Margueritte, Kagura. Me miró con desdén, hubiera querido decir... -“Ups... perdona por manchar tus zapatos de diseñador, son los últimos Gucci personalizados del mundo ¿Verdad? Una poca de agua carbonatada podría resolverlo”-

—Continúa...— Me ‘invitó’ a seguir mi relato aquel peliblanco con su turbio mirar rojo.

Sonreí, cómo decirlo. Ahora los preciados monstruos que aquel oscuro cultivó como margaritas en un jardín resultan ser un problema, no son una dificultad menor, ni una plaga con la cual convivir... los Slave sin amos, han tenido la oportunidad de convertirse en seres salvajes con gran poder, volviendo a sus orígenes, son Orphans muy desquiciados para ser mantenidos a raya. —...El cargamento los turbaba considerablemente, fue cuestión de tiempo, a las 00:41... recibimos el ataque del primer enjambre, apenas tuve tiempo de ordenar a los tiradores y tomar mi traje para luchar con más movilidad en el aire— Mis palabras tal cual las dijera, definirían en lo posterior el sentido de mi existencia en los ojos de la persona que amaba y que ahora me observaba con desdén. —Me rodearon cientos... yo era una mosca alrededor de aquellos seres, por cada uno de ellos que mataba, dos o tres les reemplazaron con mucha más ferocidad...— Tensé la mandíbula, el mundo que se muestra no es más desolador y lamentable, que la infección de seres monstruosos, es aciago en todo aspecto. —Nuestra aeronave, perdió un ala en menos de un minuto, cayeron al vacío...—

Miré a la joven silenciosa junto a Nagi, sus largos cabellos castaños, su rostro ya no era el de la gentil chica que recordaba antes de salir en misión, ojeras enormes bajo sus preciosos ojos miel, mi adorada dama. Ya no veía a la chica del escuadrón, todo cuanto tenía frente a mí era a Akane Higurashi, la hime secuestrada igual que todas, la prometida de un hombre por amor infinito. Nada queda de la mujer que vivió este infierno conmigo y me amó a pesar de la oscuridad que nos rodeaba, porque la portadora de las macanas de Ámbar quedó el en olvido de las memorias recuperadas, ella nunca fue mía en el pasado, no lo sería después.

—No contaron con ello... las criaturas son incontrolables— dije aquello a sabiendas de las consecuencias y el aire me faltó con el puño de Miel encajado en mi estomago. Miré sus ojos castaños, sentí dentro de mí su enfado. —Atacaron a los... Supervivientes mientras intentaba apartarlos, pero eran como aves de rapiña—

—Zera... no pienses ni por un momento que puedes tomarme a la ligera...— La pelinegra frunció el ceño. —Reporte de Víctimas...—

—Anaire Meiko, Fujitake Nemuro, Nanaho Karazu...— Cada rostro aparecía en mi mente tan vívidamente a la par que salían las palabras de mis labios, hasta el momento en que ya no quedaron más por decir que... —Kurauchi Kazuya— Después de eso, un golpe en la mandíbula, otro y otro más. Ví la locura en la expresión de Miel, la fuerza sobrenatural de su propio poder y después, sentí el lado afilado de su makana atravesando mi hombro.

—Calma... calma Higurashi— Oír la voz de Nagi. —No trates tan mal a tu amante, no es que haya deseado deshacerse de la competencia para tener como siempre la ventaja...— Una serpiente ponzoñosa, eso era él... —No la odies por el anhelo egoísta de tenerte solo para ella, tomar ventaja de tu ausente memoria, tomar el cuerpo de una mujer a la espera de sus nupcias con un inocente muchacho... eso no la hace menos, humana ¿Verdad?—

—Él nos lo arrebató todo, quienes somos es lo único que nos queda... ¡Mieeeel!— Grité su nombre, pero ella estaba perdida en su propio tormento, incapaz de oírme, torturada por su deshonor y la ruptura de las promesas a ese hombre que hoy está muerto. Ahora sabía que tenía un novio, un muchacho que se unió a las filas de Nagi sólo por yacer junto a ella, pero qué mal que no era conveniente perder a una poderosa Hime sólo por las gracias de las acciones lujuriosas de dos jovenes apasionados. La dejó a mi lado intencionalmente, para ver su gentileza, para superar los momentos más oscuros de mi vida a su lado y claro, caer enamorada de ella, llevar mis sentimientos al límite entendiendo que sería capaz de hacer todo por ella. Él entendió así que no me sublevaría jamás en tanto la tuviera conmigo, pero sospechó más pronto, que una vida tan horrorosa no sería lo que yo querría darle en forma permanente. Hace unas semanas comencé a planear la forma de huir, entonces no tenía conocimiento del nivel de riesgo que hay en la superficie, pero sí que había filtrado comunicaciones de otros lugares, una esperanza, otras personas, tal vez... de la familia de Zafiro. Esa esperanza, me había costado mucho...

—Oh... muéstrale tu verdadero yo... Akane, que vea lo que puede pasarle a la persona cuya misión era mantener con vida al hombre que más has amado en el mundo y lo dejó morir...—

Lo siguiente que sentí, fue la pared deshaciéndose a mi espalda entre los golpes demoledores de la más gentil de nosotras. Giró su arma dentro de mi carne para sacarme gritos de dolor, pero ella no me reconocía, simplemente dejaba fluir su ira hacia mí, por mi error e incapacidad. Todo cesó cuando al fin dejé de sentir sus golpes y el filo de su arma rozó la piel de mi cuello, la miré, sin pensar en defenderme porque jamás podría herirla y deseé en verdad que acabara con todo de una vez por todas. —Má... mátame— Susurré ansiando la decapitación, creo que sería de la única forma en que podríamos morir.

Su pulso tembló y el propio Nagi le ordenó apartarse de mí, sin sus manos sosteniéndome, me desplomé en el suelo. Centenares de Slave hicieron de mí una canica con la cual jugar, ninguno de sus ataques dolió tanto como mi corazón cuando sus botas se alejaron del sitio sin ninguna intención de volverse a mirarme, así lo supe, que esa chica había muerto dentro de Akane Higurashi.

—Sólo tienes vida... porque trajiste la carga contigo y soy piadoso— La voz de Nagi antes de sentir el sopor venciendome. —Intenta una vez más escapar, urde un plan de rebelión, imagina que puedes vivir en un mundo sin servirme y enviaré a las familias de tus compañeras contigo a la zona más infestada, ellas no se detendrán para matarte... ¿Imaginas la reacción de Yun si Tate Yuichi muere por tu causa? ¿Quieres ver un dolor semejante en sus rostros? ¿O ansías la muerte de esa mujer?— Añadió, refiriéndose a mi amada ex-novia.

—No... Mi Lord— Cuando pensaba que ya no tenía nada, me recuerda que aún en el infierno me queda mucho por perder.

—La pequeña Miel, te la daré una vez más si aceptas servirme con verdadera lealtad... ahora lo sabes Zera, el mundo no es un lugar aceptable todavía—

—Sí... mi Lord, si la devuelves... yo te serviré— Musité antes de toser y sentir que todo se hacía borroso, a lo lejos escuché la voz de Nagi ordenando sobre mí y sobre Miel, cerré los ojos y no pude abrirlos nuevamente, dejé de sentir el frío del metal debajo de mí.

Después de ese día, nada volvió a ser igual, pese a que Akane en verdad me hizo mucho daño, mi cuerpo sanó, pero mi corazón no, ni el suyo, la memoria de su novio muerto no fue del todo borrada, simplemente omitieron la numeración de la misión y la superior a cargo, eso dijo él... aunque yo lo dudo. Las promesas de Nagi, tan vacías como muchas otras palabras que dijo a lo largo de los días, fueron llevadas por el eco hasta hacerse un murmullo en las paredes blancas de su fortaleza, igual que mi alma incapaz de ofrecer más lucha. No me premiará, lo pensó, tenía, debía mostrar mi lealtad sin que tuviera que ofrecerme dulces, no lo recuerdo exactamente, solo sé que dijo algo parecido.

Me dí cuenta que tampoco podía obligarlo a cumplir su palabra, nosotras las valquirias fuimos elegidas por el crudo destino y los dioses para ser meras herramientas al uso, al fin... lo comprendí. Primero como una Hime, fui erradicada por la ex de Kruger y luego cuando tuve una segunda oportunidad me prometí que lo haría mejor, lo siguiente que vino tras de mí no fue más amable que el llamado demonio de ojos rojos, Dai Artai era peor que esa mujer...

Me permitió probar el cielo con la presencia de una chica tan inocente, alguien cuyas raíces fueron borradas por conveniencia, empero ¿Acaso nada de eso fue real? La forma en que sus ojos me miraban, solo me confundía un poco más, no veía amor, no percibía el odio ciego con el que se cebó en mis días atrás, la suya era una cruda indiferencia.

Lo más odioso de todo es que tenía que verla a todas horas, dormíamos en la misma habitación, ahora en camas separadas, desayuno, almuerzo y cena. Ir a cada mision juntas, seguir pensando que en cualquier momento sabría lo de Kazuya me tenía los nervios de punta, no podía estar feliz a su lado y ella parecía sumergida en el luto de un novio al que olvidó y recordó. No lo soporto, prefiero la paliza que me dió, anhelo su enojo a este ser que simplemente está ahí, consumiendo oxígeno en cada respiro, sin sentido, sin emociones. ¿Realmente nos convertimos en las herramientas sin sentimientos que ese hombre deseaba?

Nos miramos, es hora de dormir, pero yo no puedo hacerlo y ella tampoco, en estas sombras que me parecen eternas. Me pongo de pie y me arrodillo frente a ella, poso mis manos sobre sus muslos para sostenerme, apenas acabo de regenerar mis costillas. Susurro... —No distingo ya una realidad de otra...— Confesé con el cansancio que contenía mi alma. —¿Dónde estamos?—

—Estamos en el infierno...— Responde sin siquiera bajar la mirada, yo solo puedo ver su barbilla a la altura de mi frente, pero agradezco que no me aparte, aún, —éste ya lo viví una vez antes...— su voz es lúgubre. Apenas se mueve, deposita su larga melena castaña sobre su hombro, sutilmente cubierto por una tira delgada que sostiene aquella delgada camisilla sobre su hermoso torso.

Tontamente pregunto lo que ya sé. —En el carnaval... ¿Él era esa persona?— Asintió simplemente, y estuvimos sumergidas en el silencio por largos momentos. —Y yo... qué soy para ti— cuestioné pensando que su dolor no sería tanto si fuera mi vida la que se hubiera extinguido.

—La persona que él quería que yo quisiera ¿No es una falsedad?— Así que entendía las acciones de nuestro captor. —Fuiste su herramienta de seducción para que yo fuera falsamente felíz aquí... y no soñara la idea de irme, allí a donde fueras yo iría, porque esa es mi forma de amar— Un tono roto de su voz y no me atreví a mirar.

—Tu lealtad no necesitaba ponerse a prueba, la mía sí...— Así... que eso pensaba, en lo irreal. —Te arruinó a ti para acabar con mi voluntad—

—Eso posaría demasiada culpa sobre ti...— Estaba peculiarmente serena. Quizás la culpa de sus acciones aparentemente infieles a ese sujeto la sumergía en el mismo lodo en el que yo habitaba.

—Él me envió a un lugar imposible con personas a mi cargo, para que tuviera que verlos morir... para sentir la impotencia ante su poder sobre el mundo que creó para mantenernos cautivos, personas con familia... con sueños de una vida— Esos rostros no se van de mi mente.

—Kazu...kun— Musitó su nombre tan agudamente que me estremecí.

Asentí esperando que acabara con lo que no terminó ese día, cerré los ojos resignada a mi destino, podría estrangularme antes de que alguien lograra arribar. Contrario a todo lo que pensé, un par de gotas mojando mi rostro me hicieron respingar, su dolor bañándome, su llanto durante una hora.

Tragué saliva. —Era... mi hermana, Mine... la persona cuya existencia se apagó cuando Fujino destruyó a mi Child, Arjun— Susurré entre mis labios, mi propia historia. —Pero... no está aquí, sobrevivió al hecho de ser mi persona especial durante el carnaval, pero no a un imbécil cuyo auto la golpeó pasando un semáforo en rojo...— Casi había olvidado a Mine, ¿Debía sentirme culpable por haber seguido mi camino, por haber alcanzado por un momento la felicidad? —Cuando vine aquí, pensé que morir no sería tan malo... si evitaba las atrocidades que Nagi quería que hiciera, porque ya no me quedaba nada en este mundo que me importara, Él te envió a mí y sabes... eso salvó mi vida— Me levanté lenta y pausadamente. —Lo que somos, es real para mí..— Sí lo sabía, que el asesino realmente había sido él no yo, eramos todo lo que tendría la otra en este mundo desolado. Deslicé mi boca sobre la suya y mis manos sostuvieron sus muñecas, ascendí hasta yacer sobre ella en su cama, sus labios acariciándose con los míos, como si todavía tuvieran fuego nuestras almas, así... supuse que la fractura en nuestros corazones podría sanar, pero ella encontró su fuerza o su culpa, no lo sé... terminé en el suelo.

—¡Somos una mentira! No... es real, yo jamás te habría amado si recordara a Kazu-kun—

—¿Eso piensas?— Sonreí con un dejo de burla, tomando asiento en el suelo. —¿Entonces porque fuiste mía primero?— Lo siguiente fue el agarre de sus manos  sobre mi ropa, levantándome amenazante.

—No te atrevas...— Sentí la presión de sus manos sobre mi clavícula. —O yo te...—

Entonces lo entendí, que iba a entregarse a él... —Es eso... hizo que lo olvidaras, para evitar perder a una Otome... PSE, Akane... una sustancia que sólo lo hombres producen y apenas puede ser transmitida por ingesta o... ya sabes—

Me miró contrariada, sonreí amargamente. —Eso no...—

—Nunca olvides, que sólo somos herramientas en una caja... si prefieres vivir pensando en la idealizada fantasía de un amor que hoy recuerdas y sabes que ya no sientes, es tu problema Higurashi— Me acomodé mis casi arruinados atuendos. —No puedes deshacer su muerte y si buscas culpables sabes quien és... pero si vas a preferir quedarte aquí relamiendo tus heridas, está bien... sólo no olvides que no sabemos quién será el siguiente— Me di la vuelta y salí por la puerta a caminar, si era de día o de noche, no lo sabía... el sol no alumbraba en el cielo, solo aquel inmenso reloj dictando el correr del tiempo y el sentido de nuestra existencia.

Al final lo dejé pasar, me centré en las misiones, hice cada cosa que él solicitó... recordé que al principio estaba sola, que salvo por Mine siempre estuve de esa forma, no dependía de nadie aunque tontamente ansiara lo contrario y es por esa debilidad que me expuse ante mi peor pesadilla.

Nos llamaron los por altavoces, tenía que volver a estar en la presencia de todos y sería no menos que la sombra de mi sombra ahora, en verdad estaba molesta con el mundo y el destino. Una vez en el exterior me uní al grupo en la posición opuesta a la señorita Higurashi, pues tenía claro que a no era... mi querida Miel.

—Zera...— Oí la voz de una pelirrosa, sus pequeños ojos me miraban con sospecha, algún interés malevo que no deseaba en tiempos tan grises.

—Te escucho...— La insté a decir lo que fuera que tuviera por decir, mi paciencia era corta.

—No parece así...— Rondó a mi alrededor, como buscando un punto flaco, miró a Miel y un escalofrío me recorrió.

—Disculpa...— Musité rápidamente esperando que... la ignorara.

—Vaya, se acabará el mundo... tú ¿disculpándote?—

—No estoy de humor Yun— Gruñí, estábamos en la zona exterior rodeadas de enormes picos negros, como púas, hechas todas del material que Nagi me obligó a recolectar en cada posición geográfica posible, nosotras esperábamos a los ingenieros y científicos, alguien quiere probar un diseño mejorados de las valkirias.

—No puede acabarse... más— Dijo Akane no menos lúgubre que una viuda.

—Puede... claro que puede— Dijeron a coro Natsuki y Azula al mismo tiempo, llevaban días siendo la copia perfecta de la otra, era un tanto molesto. —Tienen vida, no la desperdicien— Seguramente ellas lo pasaban peor, odiaría compartir mis pensamientos con alguien en este momento.

—Nada tiene... sentido— Expuse sin temor a las consecuencias pese al pitido en mi cabeza, tan doloroso cuando pensé ¡Maldito Nagi!

—Eso es... simplemente porque sus mentes son estrechas, ustedes ignoran las dimensiones que existen en el mundo y cuáles son las leyes que las rigen— Y como si lo hubiera invocado, el demonio, el verdadero demonio de ojos rojos apareció ante nosotras.

—Nagi...— Dijeron a coro y casi siseando los zafiros gemelos.

—Jefe... no es que me interese cuestionarlo, mis intereses están claros, pero no comprendo por qué destruyó el mundo, ya sabe... con un cataclismo a nivel global, no... no hay nada allá afuera para nosotras ni siquiera para usted— Sin quererlo, Yun hizo la pregunta que todas tuvimos en mente durante este largo tiempo, así nadie se atrevió a refutar las idioteces normalmente frecuentes venidas de la mano de la chica de las espirales venenosas.

—Pequeña Yun, me sorprende que de todas, seas tú la que al fin tenga un cuestionamiento digno de mí— Sonrió con fingida alegría.

—No sé cómo es que tal genocidio tiene algún sentido...— Dijo Natsuki, superando en fuerza y tono la voz de su acompañante.

—Oh... mi querida Natsuki, sin ti... esto no sería posible, ¿Sabes?— Sonrió y se acercó a nosotras sin temer ni un poco por su vida, aunque el impulso de un golpe lograría un ataque mortífero, es claro que la que lo hiciese pagaría el precio con la propia vida. Y no puedo decir que no estuviera tentada, pero qué sentido tendría matarlo si solo él conoce el modo de librarse de los Slave allá afuera. —No les temo, un dios no teme— Le miré ¿un dios? ¿Su ego podría ser más grande?

—Perdiste el juicio...— Refutó Kruger haciendo palabras los pensamientos de todas y a pesar del seguro dolor que sentía ante el mecanismo. —Si mi mano es lo suficientemente rápida ¿Que evitaría tu muerte?—

Azula cayó de rodillas al suelo sujetándose la cabeza, vi entonces que en verdad estaban conectadas, pero el temple de aquella pelinegra de glaucos ojos era mayor o la constante tortura la había vuelto más tolerante al dolor. —Lo que le pasaría a las demás en mi ausencia… por otro lado no tienen a donde ir, viven por una razón, todavía no han abandonado la esperanza— Me miró a mí; de todas... yo era la única sin alguien o algo a lo que aferrarse, porque Miel ya no era mía para ser mi fortaleza, entendí así que me había dado y arrebatado a Akane, sólo para mostrarme su poder sobre mí. ¿Entonces por qué no sólo matarlo?

Tenía razón, yo deseaba vivir... a pesar de todo, me aferraba a la vida.

—Personas... afectos fatales para algunas, ¿No Kuga?— Esta vez refirió a Natsuki y ella frunció el ceño. Para nadie era un secreto lo de Fujino Viola... y la entendía mejor que nadie, todas teníamos retazos de nuestras propias vidas, pero ya no se sentían propias, era como contemplar un álbum de fotos y recuerdos, de alguien más.

Tanto odiábamos a Nagi, que le miraba y ya no me recordaba al extraño niño del carnaval, de él, varoniles formas se habían gestado, como la pubertad convierte a los jóvenes en adultos, pero no podía entender cómo había llegado a la adultez en tan breve lapso de tiempo, apenas un año más tarde ya tenía tal aspecto. Era alto, de larga cabellera blanca y sus ojos, sanguinarios, escarlatas nos veían con altivez. Solo esa siniestra sonrisa avivaba dentro de mí sus distantes memorias, su voz insufrible, su egolatría y avaricia, ni una virtud podría engalanar su aspecto que curiosamente no sería tan desagradable de no ser su alma más oscura que el carbón. —En respuesta a tu pregunta, Yun... yo fui elegido para servir a un dios y a cambio, éste me dotó de una longevidad que... raya la inmortalidad, he visto pasar incontables generaciones, siempre las doncellas fueron sacrificadas para alimentar el corazón de nuestro planeta, para que la tierra dé sus frutos y la prosperidad llegue a toda nación, no está demás decir que siempre Japón fue el primero en beneficiarse— Sonrió pasando entre nosotras. —Vi a sus antepasados, a las madres de sus tatatatatara abuelas, vi a un monje y a una princesa...— Musitó esto con una expresión ladina, pero sería algo que sólo nuestra Kruger y él entenderían. —Esperé tanto tiempo, que la paciencia que he cultivado es algo de lo que no se hacen una idea; así como vi este ciclo repetirse más veces de la que pueden ser contadas, contemplé al mundo cambiar...— Levantó su mano, como si quisiera hacer una salvedad importante o se asegurara de tener nuestra atención, Artai era teatral en cierto modo. —Pero nunca fui yo, quien moldeara esta tierra, siempre Lord Kiyoku eligió en mala manera el hilo del destino que seguirían cada trescientos años, los vio prosperar más allá de lo razonable para el planeta mismo y no hizo ¡Nada!—

—Qué vago...— Espetó Yun, como si no comprendiera que las aspiraciones de Nagi van a costarnos el alma misma.

Nagi asintió contento por el apoyo de su Valquiria, pero la pasión en los ojos escarlata de aquel innombrable era escalofriante. —¡Yo hice algo al respecto! Después de todo han pasado milenios y he cultivado tantos Orphan como posibles Himes pudieron existir, un número tremendo ¿Cierto Natsuki?— Pero ella solo desvió la mirada con el ceño fruncido. —Mamá Saeko lo sabía... ¿No es así?—

—No te atrevas a decir su nombre... lo ensucia tu boca ponzoñosa—

—Yo no te vendí... pequeña, tenemos ahí una gran diferencia— Torció la boca con sorna. —Yo te compré... Linda—

El grito atormentado de Azula nos distrajo de la significación de esas palabras, algo que nos dejaba fuera a todos y sólo ellos entendían. Yun y yo nos apresuramos a detener a Natsuki; si Azula padecía en tal forma, la mente de nuestra joven líder estaba maquinando segura y justamente el modo de matar a Nagi, lo cual le arrebatará el hálito de vida no sólo a ella. Después de contenerla por tan poco y escuchar los gemidos casi agonizantes de Azula, la de ojos esmeralda se calmó un poco... pero ver temblando a la hija de Nagi, me hizo entender que su destino no era más afortunado y qué suerte habíamos tenido las demás de no ser la otra mitad del Zafiro, al final… no creo que él recibiera muchos regalos por el día del padre.

Las pruebas dieron inicio y la tensión disminuyó, ciertamente el equipo era mejor, más veloz y sensible a nuestros movimientos, se antojaba como tener puesta una segunda piel, teníamos un sistema computarizado integrado que optimizaba los rangos de ataque, a la vez que nos mostraba en un visor los patrones del enemigo de acuerdo a la compilación de datos. Básicamente cuanto más tiempo luchábamos con un objetivo, más sabíamos la forma de vencerlo. Hace tiempo, derrotar a una criatura de gran tamaño, requería más esfuerzo, enfrentarse a dos simultáneamente sería un reto, varias sería imposible, ahora podríamos dar pelea a 10.

Tan solo volar, la dulce fantasía de ser libre le daba aliento a mi mente, era la sensación más magnífica que pudiera describir con mis torpes palabras, era como deshacerse de las cargas y pesos de los pensamientos, de la vida misma... para ser tan liviano como el aire y deslizarse en él, mágicamente. Pero esa libertad era limitada a la voluntad de un señor, en cuanto las cinco descendimos, la complacencia de Nagi estuvo completa y su voz se escuchó en nuestros cascos.

—Para hacer un mundo nuevo, hay que destruir el anterior... Lo dijo el mismísimo Lord Kiyoku— Se escuchó la voz de Nagi cuando culminó el ejercicio, sonriente por nuestro desempeño cruzó miradas con Yun. —Coincido con él en este punto, sin embargo la valentía de las Hime será recordada por siempre, ustedes vencieron a un “dios”— Realizó un par de comillas con sus dedos, poniendo en duda el origen divino de aquel Lord al que una vez sirvió. —Con esta premisa, es claro que alguien debe relevar a Kiyoku en sus imprescindibles servicios... o el mundo llegará a su fin—

—Estás en un error...— Le interrumpió Natsuki con el eco de la voz de Azula de fondo. —El sistema Otome que mi madre diseñó— Dió un paso frente a él, y los dos enfrentaron sus intensas miradas. —Siempre hemos sido nosotras el canal que le permite a la energía fluir y regenerar la vida del mundo... ¡No necesitamos el carnaval! No necesitamos a Kiyoku y ahora no te necesitamos a ti... Nagi—

—¿Estás segura?— Intentó con esmero, hacerla dudar... seguramente lamentando haberle retornado sus memorias completas.

Kuga sonrió. —Sí—

El peliblanco pareció consternado por un momento. —Eres un hueso duro de roer...— Pero no por ello perdería el sentido del humor ¿o sí? Esta vez miró a su hija. —Entrenarán hasta que no puedan levantar un músculo más, eso, les enseñará a las dos—

—No...— Reprochó Azula, que sabemos era inocente de ese asunto.

—Te di las herramientas para controlar a Natsuki, pero tienes una fuerza de voluntad tan pobre... si sólo fueras como Iori— Reprochó el peliblanco más que desencantado.

—A quien dejaste morir, sin contemplaciones— Respondió Kruger con voz fría. —Ella está mejor donde está—

El de ojos escarlata tensó la mandíbula, se volvió sobre uno de sus asistentes. —Prográmenlas, la base de datos ya completó el perfil de combate—

Volví la vista sobre las dos, cuando el científico tecleó algo en la pantalla...

—Entrena— Ordenó esta vez Nagi y ambas le miraron, pude ver entonces que sus ojos azules se tornaban vacíos como si el alma les abandonara, estelas de brillo azul comenzaron a brillar en sus rostro como las líneas luminiscentes de trazos dibujados en la mitad de la cara de ambas mujeres. Noté que aquellos símbolos ocupaban la mitad derecha del cuerpo de Kruger y la otra mitad estaba en el lado izquierdo de Azula, o por lo menos lo que el traje dejaba ver. —Vé, Nataru Blan... destruye a esas 100 criaturas—

Sin una pregunta o despedida, la vimos elevarse hacia el cielo donde una marejada de criaturas era llamada por Nagi, quien de sus manos desprendía un fulgor púrpura, de aspecto venenoso que le permitía de alguna manera invocarlos. Los ojos hechos de sangre líquida, tan llenos de mortalidad se posaron sobre mí, dejándome saber que él había atraído sobre mí todos aquellos monstruos... —Ahora ya lo entiendes... ¿No soy un dios acaso?—

Miel temblaba a mi espalda, la miré de soslayo... él era el motivo de su miedo. —Hicimos un acuerdo y yo... lo he cumplido— Dije intentando que aquel espectro demoníaco dejara de atender su poder sobre aquellos entes de pesadilla.

—Y solo si superas mi última prueba no pondré en tela de juicio tu lealtad nunca más— Sonrió divirtiéndose tanto conmigo como le era posible.

—Dime pronto qué es...— Aunque no creyera ni una sola de sus palabras quería aparentar que sí.

—Necesito que vayas a estas coordenadas... Kagura— Esta vez se dirigió a la última de los Margueritte.

No pasó demasiado cuando vi la posición geoestacionaria en el visor de mi casco, notando que aquella ubicación estaba a una distancia de días de viaje, incluso con este traje podría tardarme demasiado tiempo en llegar, pero claro... mis problemas no le preocupaban a él. —Qué desea que haga en ese lugar...—

—Necesito que atraigas a Garderobe a su perdición... cabe decir que el riesgo es tremendamente alto para ti, pero mayor para otros— Miró a cierta castaña sobre mi hombro. —¿Tengo que pedirlo dos veces?—

—Como ordenes, mi señor...— Dije antes de dar la media vuelta y mirar a Miel en su traje de Valquiria, sin la certeza de volver a verle, me aseguré de grabar su imagen en mi memoria con fuego. Tomé una mochila de suministros y rauda activé los cohetes para elevarme hacia el cielo.


Me di cuenta que era la emisaria de Fobos, que una vez me encontrara con los sobrevivientes de Garderobe solo sería el anzuelo de su propia destrucción, muy a mi pesar Nagi Dai Artai sabía que por Miel, eso y más haría.
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2 comentarios:

  1. Una historia de mis favoritas, pense que nunca se publicaria, vale la pena la espera y no me arrepiento.
    Espero una nueva entrega pronto :).
    Feliz año nuevo y se cumplan todos tus deseos y los mios tambien que es que termines de escribir todas tus historias jiji.
    Con cariño Maria Rene

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    1. Querida Maria Rene,

      Te agradezco en el alma los alientos que me brindas con tu amable sonrisa, con los buenos deseos que me guardas para el año próximo, lo cual me ha robado una sonrisa, me he comprometido conmigo misma de publicar en secuencia, para ver terminada por fin esta historia que verdaderamente he tardado dos vidas en proseguir. Te agradezco tu comprensión, te mando un abrazo y espero que este año venidero este lleno de éxitos y bendiciones para ti.

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