Al
llegar a Buenos Aires, Sara corrió al encuentro de Estévez, que bajando del
avión, como pudo se abrazó a su chica.
Stone sonriente bajó detrás de su compañero para ver a lo lejos a Romano
sonreír.
Todo
volvió a la normalidad en esa semana. Estévez regresó al trabajo a los cuatro
días, ya recuperado. El jefe estaba orgulloso de sus hombres, y hasta felicitó
a Romano por haber actuado bien.
-Oye,
¿Qué pasó con tus padres? – Le preguntó Joan mientras cocinaba.
-Nada,
me volvieron loca llamando desde el hotel ese fin de semana, pero se fueron el
lunes temprano –Le respondió Laura desde el sofá donde se encontraba sentada
escribiendo en su ordenador portátil.
-Pero
se comieron el cuento ¿no?
- Si
dices que se creyeron que eres todo un macho… Pues sí, mi madre está encantada
contigo – Dijo riendo.
-¡Oh!
¡Oh! ¿Algo me dice que no me vas a cortar?
-Ehhh
Pues por el momento eres el novio perfecto, sería medio extraño que terminase
la única relación que mi madre aprueba.
-Hey
Hey, ¿o sea que debo seguir fingiendo ser tu novio? Preguntó Stone con cara
picara. Parecía gustarle la idea, pero no iba a admitírselo a su amiga.
-Tranquila
no creo que vuelvan en mucho a tiempo a verme. Así que sólo te llamaré cuando
aparezcan.
-¡Ah!
Bien… ¡Pero no creas que mis servicios son gratis!
-¿Quéeeeee?
– Algo asombrada Laura mirándola desde el sofá, sabiendo que debería pagar por
el favor que Joan le había hecho.
-Que
ya encontraré algo con que cobrarme
-Ok,
pero ya está la cena ¿no?
-Ya
casi está, con razón me quieres de novio, soy el hombre perfecto, hasta te
cocino.
-Jajá
– rió y se levantó y fue hacia la cocina donde estaba Joan y sacó de la alacena los platos para poner la
mesa.
Esa
noche cenaron y se la pasaron riendo y tirándose palos con respecto al noviazgo
de mentira que llevaban las dos frente a los padres de Laura.
Los
meses pasaban y el trabajo los tenía a todos muy ocupados. Sin embargo Sara y
Wal siempre lograban encontrar tiempo para escaparse de la rutina y vivir su
amor. Laura y Joan comenzaron a trabajar en equipo, aunque seguía entrenándola,
y todos los días se la pasaba criticándole algo, hacían buen equipo las dos.
Fuera
del trabajo no había mucho acercamiento entre ellas, pero siempre Stone le
hacía bromas cuando estaban a solas sobre su noviazgo.
El
teléfono de Stone sonó, al mirarlo no reconoció el número, pero atendió igual.
-Juan,
Hijo – Lo saludaba una voz de mujer desde el otro lado de la línea.
-¿Señora
Romano? – Preguntó algo nerviosa Joan al reconocer la voz de la madre de Laura.
-Sí,
querido, te llamo porque como ya sabes se acerca el cumpleaños de mi hija y
estamos pensando en ir a visitarla de sorpresa… - “Por Dios, cuando respira” pensaba Stone escuchándola hablar sin
parar – Quería coordinar contigo para hacerle una pequeña fiesta sorpresa ¿Si
te parece?
-Ehh,
pues dígame lo que tiene pensado – No quería contrariar a su suegra.
Es
así que en esa charla telefónica se pusieron de acuerdo para que Stone llevara
a Laura a un restaurante donde sus padres la estarían esperando. Y ahí festejar
su cumpleaños.
Inmediatamente
Stone buscó a Laura para contarle de lo sucedido, pues iba a ser muy difícil
llevarla sin que ella sospechara, debía decírselo. Así que apenas encontró a
Laura en el gimnasio la puso al tanto de su charla.
-¡Oh!
¡No! – Se quejaba ella.
-¡Oh!
¡Sí!
-No
podemos seguir con esto…
-Tienes
razón, creo que lo próximo es que te lleve al altar.
-¡¡No
jodas Joan!! – Le gritó y todos en el gimnasio voltearon a verlas.
-Ya,
Ya, mejor te llevo al restaurante, festejamos con tus padres y la semana que viene les cuentas que nos
peleamos. Que te metí los cuernos, o que te gusta otro, algo inventarás.
-¿No
te molesta ayudarme otra vez en esto?
-No,
en realidad me divierte la situación
-¡Que
tonta sos!
-¡Ah,
Sí! Pero soy tu única alternativa…
Laura
pasó media semana preocupada por lo que pasaría. Tenía miedo de que las cosas
se le fueran de las manos y que sus padres descubrieran la mentira. Y eso sí
que sería el fin. Sara trataba de animarla, diciéndole que ella y Estévez
estarían allí para apoyarla. Que no se preocupara, que todo saldría muy bien, y
que no descubrirían a Stone.
El
tan mentado día llegó, y Stone salió de su habitación vestido como todo un
hombre.
-¿Ya
estás lista? – Le preguntó a Laura quien se encontraba parada en medio de la
sala, vestida con un ajustado vestido negro.
-Sí,
ya estoy.
-¡¡Mujer!!
¿Qué te has puesto? – Dijo Stone mirándola de arriba abajo.
-¡Un
vestido no ves!
-Sí,
ya veo, y que vestidito…. – exclamó Joan mordiéndose el labio inferior en señal
de encontrarla muy, pero muy sexy.
-¿Vas
a decirme que me queda mal?
-Te
lo diría, pero te mentiría…
Laura
la miró, y se dio cuenta que ante los ojos de Stone estaba hermosa, lo que hizo
que su ego de mujer se elevara.
-Ya
vamos, que Sara y Estévez ya deben estar con tus padres llegando al
restaurante.
Stone se acercó a ella y le ofreció su brazo.
Y ella aceptó y la condujo a la puerta del departamento para salir.
Al
llegar al restaurante, los nervios de Laura se notaban, paradas en la puerta de
entrada Joan trataba de tranquilizarla.
-Tranqui
que todo saldrá bien… - Le decía Stone tomándola por la cintura. Laura sentía
su cuerpo estremecerse al sólo roce de sus manos. Respiró hondo. Tratando de
calmarse, ya no sabía si estaba nerviosa por las manos de Stone o por enfrentar
a sus padres.
Tras
respirar como tres veces hondamente, Stone volvió a ofrecerle su brazo para
conducirla a la entrada y así ingresar al restaurante.
Apenas
entraron, un mozo las guió hacia una mesa en el centro del local.
-Cariño,
¡pero si somos dos, porque una mesa para seis personas! – exclamó Laura
siguiendo la farsa, para hacerle creer a sus padres que su fiesta sorpresa era
real.
En
ese instante, aparecieron sus padres y Sara con Estévez entrando por la puerta
del patio interior del restaurante. Laura soltó un grito…
-Ayyy No…. Papaaaaá, mamaaaaaaá – Su rostro
mostraba sorpresa mientras caminaba al encuentro de sus padres para abrazarlos.
-¡Feliz
cumpleaños hijita! – Le decían ambos padres al abrazarla.
-¿Pero
qué pasa aquí? – Preguntaba Laura mirando a Stone, quien le sonreía.
-¡¡¡Sorpresa!!!
– Saludaba Sara – Caíste, ¡Feliz cumple amiga!
Estévez
se acercaba a Laura y también la saludaba.
Laura
se mostró sorprendida y emocionada frente a todos. Se acercó a Stone y la besó
en la mejilla dándole las gracias por lo que había organizado.
-Pero
amor, no fue mi idea, sino que tu madre me convenció.
-Ya
me parecía que algo tenías que ver con esto, mamá
-¿Pero
te gusta la sorpresa no? – Preguntó su madre.
-Claro
que sí, ma.
La
cena y el festejo transcurrió muy alegre, sus padres estaban muy contentos.
Stone no dejaba de comportarse como un novio cariñoso, siempre estaba
tocándola, que si la abrazaba, que si ponía su mano sobre la de Laura, o sobre
su pierna. A veces hasta cuando ninguno de sus padres la observaba, se estaba
aprovechando de la situación, y ella lo sabía pero no decía nada.
Sara
y Estévez seguían el juego, y actuaban como los dos fieles amigos de ambos.
Laura
bebió demasiado y comenzó a notársele la borrachera. Lo cual hizo que Stone,
para que ella no metiera la pata y se descubriera sola, actuara.
-Amor
ya has bebido mucho, y ya es muy tarde, creo que es mejor ir a casa a dormir
-No
cariño, ¡¡vamos a bailar!! – Le decía Laura acercándose a Joan.
Sus
padres dijeron lo mismo, con que ya era tarde y ellos mejor se iban al hotel a
dormir. Que al otro día se podrían ver. Se despidieron de todos.
-Hija
nos vemos mañana, ve a dormir – Le decía su padre.
-Mejor
dejas de beber, no creo que a tu novio le guste verte borracha y haciendo
escándalos Laura – La retaba su madre.
-No
estoy borracha mamá
-Como
digas, nos vemos mañana.
-Vamos
Mujer, déjala con su novio, que él se encargue de ella. Mañana te llamamos hija
– Habló su padre tomando del brazo a su mujer y guiándola para despedirse de
todos y retirarse del lugar.
Apenas
sus padres se retiraron del restaurante, Laura se sintió aliviada.
-Por
fin, no aguantó más esta mentira… - Dijo dejándose caer en la silla.
-Ya pasó…
sólo queda un encuentro mañana y después terminamos – Le comentó Stone.
-¿Ya
quieres terminar conmigo querido? – Dijo Laura algo borracha.
Los
cuatro decidieron retirarse del local, Sara y Estévez saludaron y se retiraron.
Laura casi no podía mantenerse en pie, y se apoyó en Stone.
-Ya
vamos, apóyate que ya llegamos al auto – Le decía Joan caminando hacia el
estacionamiento.
Apenas
se sentó dentro del coche, Laura se relajó, y se quedó algo dormida. Stone
manejó en silencio, de vez en cuando la miraba de reojo ahí dormida y sonreía.
Al
llegar a estacionamiento del edificio. Frenó, y se dio vuelta para despertarla.
-Hey,
ya llegamos – Pero Laura se acurrucó más en su asiento – Maldición, espero que
todo lo que comiste no te haga pesar 100 kilos.
Joan
bajó del coche, lo rodeó y abrió la puerta del lado de Laura. Como pudo la sacó
del auto, intentó cargarla, pero Laura se movía, así que la paró en el suelo y
trató de hacerla caminar haciendo que esta se colgara de su cuello.
-Ya
Laura, por favor, quédate quieta…
-¿A
dónde vamos? – Preguntaba Laura algo desorientada por la borrachera.
-A
dormir vamos, ¡camina por Dios!
Como
pudo, Stone logró hacerla caminar hasta el ascensor, ingresar en el con Laura.
Apenas entraron y Joan apretó el botón para subir. Laura se abrazó a ella… y
apoyó su cara en su hombro.
Las
puertas del ascensor se abrieron y Joan volvió a ayudar a Laura a caminar hasta
el departamento. La apoyó contra la pared y abrió la puerta para poder entrar.
Ayudándola a caminar la llevó a su cuarto y la dejó caer en su cama. Apenas
cayó Laura le tomó la mano a Stone,
haciendo que esta perdiera en equilibrio y cayera también en la cama, y sobre ella.
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