Stone
se comunicó con Laura vía Skype para hacerle saber lo que estaba sucediendo y
para que pudiera decirle a Sara que había esperanzas de encontrar con vida a
Estévez.
El Capitán
Martínez se pasó todo el día fingiendo que se encargaba de la búsqueda de Stone
y Estévez. Torres volvió a la comisaría y no se le despegó por muchas horas,
llegada la noche. Dijo que debía descansar, que lo llamaran al hotel si había
novedades. Se marchó al hotel, dejando verse en todos lados por los hombres de
Martínez que lo seguían a poca distancia.
Pero
si los hombres de Martínez seguían a Torres y su equipo. El otro equipo al mandó
de Stone lo seguían al Capitán. Quien apenas se marchó Torres salió de la comisaría.
Subió a su auto acompañado de dos hombres.
-Síganlo
de lejos… - Ordenó Stone a Castro que estaba al volante de la camioneta.
-No
te acerques mucho, le puse un micro GPS en su auto, sabremos donde va… -
Comentó Ramírez.
-Ok
– Respondió Castro manejando.
Siguieron
el auto de Martínez hasta una fábrica abandonada. Al instante que lo vieron
bajar del coche y entrar en un galpón. Ramírez sacó un potente micrófono de
distancia para captar sonidos.
-Tienes
algo – Preguntó Stone.
-No,
estamos lejos. Debemos acercarnos más.
Bajaron
de la camioneta que habían estacionado como a 50 metros de la entrada de la
fábrica abandonada. Y caminaron hacía la entrada. Notaron que en la puerta del
galpón donde había entrado Martínez había dos hombres charlando y montando
guardia.
Ramírez
apuntó el micrófono hacia el galpón.
-Los
tengo, pero es muy débil casi no se oye.
-¿Que
escuchas? – Preguntó Stone.
Castro
se acercó a ellos junto con otros dos hombres.
-Castro
ve con ellos a la parte trasera, ve si hay forma de entrar – Ordenó Stone.
-Ok
Así
Castro rodeó el perímetro para buscar
una entrada en la parte trasera de la fábrica.
-Si
nos acercamos más tendré mejor señal y captaré mejor – explicó Ramírez.
-Debemos
encargarnos de los dos de la puerta – Dijo Joan.
En
ese momento Castro ya había llegado a la parte trasera de la fábrica y se podía
ver una pequeña ventana con los vidrios rotos a tres metros de altura. Con la
ayuda de sus compañeros trepó hacia la ventana y pudo observar que dentro del
galpón abandonado se encontraba Martínez junto a tres hombres, todos armados. Justo
en el centro del lugar, un hombre amarrado a una silla se encontraba. Castro no
podía ver su rostro.
-Stone
– Llamó por su radio
-Castro,
¿Qué tienes?
-Hay
cuatro hombres armados incluido Martínez. No observo más movimiento dentro del
galpón, tienen a alguien de rehén no puedo verle bien desde aquí. Pero creo que
es Estévez.
-Ok.
¿Tienen forma de entrar? – Preguntó
-No.
No hay ninguna puerta.
-Sí,
sí hay una… - Interrumpió su compañero que había caminado hacia una de las
esquina del galpón para ver si podía ver a los dos hombres en el frente.
-Ok
Debemos encargarnos silenciosamente de los hombres del frente para que podamos
entrar al mismo tiempo ustedes y nosotros – Dijo Stone.
-Esperamos
señal Stone
Ramírez
seguía intentando direccionar el micrófono para obtener buena señal y así
escuchar lo que adentro pasaba.
-Shhhh escucho algo
Desde
adentro del galpón, Martínez intentaba hacer hablar al rehén.
-¿Ya
dinos, qué información pasaste a tu jefe?
-Vete
al diablo – respondía el hombre que se encontraba muy golpeado.
-Jefe,
no hablará, lo hemos torturado cuatro días y ni una palabra le hemos sacado.
-Pues
si no habla no nos sirve – Dijo Martínez sacando su arma y apuntando a la
cabeza del pobre hombre amarrado en la silla.
-Maldición
va a dispararle – Gritó Castro, al mismo tiempo que con su arma apuntaba a
Martínez desde la ventana.
Stone
al escuchar eso, se paró a mirar a los hombres que se encontraban en la puerta,
ambos seguían charlando y fumando y no estaban mirando hacia la entrada del
predio.
-¿Lo
tienes en la mira? – Preguntó Stone.
-Sí,
lo tengo. Jorge y Manuel están en la puerta trasera listos para entrar.
-A
mi orden entran – Confirmó Stone y miró a Ramírez.
-Ya
deja eso, vamos por acción – Dijo Joan sacando su arma. Ramírez hizo lo mismo.
Ambos caminaron en cuclillas rápidamente hacia la entrada tratando de no ser
vistos por los hombres que estaban de guardia. Al llegar a la puerta ambos se
miraron y en vos baja Stone contó hasta tres y cuando dijo tres los dos
salieron apuntando a los hombres que, al estar distraídos, no tuvieron tiempo
de sacar sus armas. Stone y Ramírez dispararon acertando en los cuerpos de
estos hombres al mismo tiempo que ella gritaba:
-Ahora
Castro
Castro
disparó directo al brazo de Martínez que apuntaba al rehén. Los otros dos
hombres entraron derribando la puerta con tal rapidez que los hombres de
Martínez no tuvieron ni tiempo de defenderse. Stone y Ramírez también entraron
al galpón por la puerta de adelante. En menos de 40 segundos los tres hombres
fueron reducidos y Martínez que se encontraba en el suelo herido
fue arrestado.
Estévez
casi inconsciente, estaba amarrado a la silla, levantó su cara para ver hacia Stone que se
encontraba esposando a Martínez.
-Era
hora que llegaras cretina – Le gritó.
Ramírez
se acercó a él y comenzó a desatar las cuerdas con que estaba amarrado.
-Y
bueno idiota si no me dejaste miguitas de pan para seguirte el rastro.
El
caso estaba resuelto. Martínez secuestró a Estévez creyendo que él había pasado
a su jefe y que tenía información que lo comprometía a él y a muchos otros
hombres que como policía estaba protegiendo. Pero Estévez no había tenido
tiempo de comunicarse con Alterio. Pero si tenía todas las pruebas que
mandarían a la cárcel a Martínez y a muchos más implicados en esta red de
tratas de blancas. Sólo que Estévez nunca habló mientras lo torturaron. Y no
contaban con el sexto sentido de Stone que siempre ve lo que no se ve.
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