Hace unos cuantos años atrás me contaron una historia.
Casi no me la creí, debo admitirlo. Pero, bueno, todo es posible en este mundo.
La cuestión ahora es como contárselas. Ya que no sé por dónde comenzar. Ya sé,
no faltara quien me diga “Por el principio idiota”. Pero no es tan fácil
encontrarle el inicio a todo.
Así que comenzaré presentándoles a los cuatro
personajes principales de esta historia.
Por un lado, tenemos a Brenda y Ana, dos amigas de
toda la vida, inseparables; que llegan a Buenos Aires cargadas de sueños y
muchas expectativas. Ellas vienen de una pequeña ciudad de no más de 80.000
habitantes. Lo que comparada a la Capital Argentina sería un simple pueblo.
Brenda es una joven de apenas 18 años, que viene a la
capital a estudiar arte. Algo que realmente le apasiona. Es dulce, tímida y
trae consigo uno que otro miedo que intenta ocultar. Perdió a su madre cuando
tenía tan sólo siete años. Y por eso, es muy apegada a su padre. Siempre fue
una excelente alumna, lo que le valió una beca de estudio en una prestigiosa
escuela de arte capitalina. Siempre fue la hija perfecta, y tiene a su padre,
Roberto, muy orgulloso. Él se desvivió por ella e intenta darle todo.
No es muy alta. Apenas 1,69 m . de altura, delgada,
ojos marrones, cabellos castaños. Bastante bonita.
Ana tiene la misma edad que su amiga, a la cual conoce
desde los cinco años. Fueron a la primaria y a la secundaria, juntas. Y han sido
las mejores amigas siempre. Ella no viene a estudiar, sino en busca de una
buena oportunidad de trabajo. Nunca conoció a su padre, de su madre jamás
habla, vivió y creció con su abuela materna, Amalia, a quien ve como su
verdadera madre. Al ser muy amiga de Brenda, casi se criaron juntas, es por
esto que Roberto, considera a Ana como una hija. Es alegre, para nada tímida,
extrovertida, y capaz de todo lo que Brenda nunca se atrevería a hacer. Es el
apoyo emocional de su amiga, y su confidente. Muy hermosa, ojos verdes, cabello
rubio, 1,70 m .
de estatura. Buen cuerpo.
Así es que estas dos chicas están
en la gran ciudad junto a Roberto, quién las trajo y les alquilo un
departamento en una buena zona. Como todo padre, Roberto algo temeroso de dejar
a sus hijas solas les pidió que se comportaran, que se cuidaran entre ellas y a
Brenda, por supuesto que estudiará y a Ana que consiguiera trabajo. Pues él no
podría pagar el alquiler solo por mucho tiempo. Apenas estuvieron instaladas,
se marcho a su ciudad.
Y por el otro lado, los otros dos
personajes de la historia son Alex y
Daniel. Amigos desde siempre, huérfanos ambos. Se criaron juntos en un
orfelinato. Viven en Buenos Aires desde hace tres años, pero vienen del norte
del país. Ambos son algo misteriosos pues no les agrada hablar de sus pasados.
Daniel, es el más guapo y
mujeriego. Alto, rubio, ojos azules. Un lindo adonis que lo tiene todo para
conquistar a las mujeres. No sólo por ser lindo sino que tiene un buen carácter
y es muy respetuoso a la hora de tratar a una mujer. Él es mayor, sólo por un
año nada más, que Alex. De quién es inseparable y siempre se comporta muy
protector.
Alex, es un tanto tímido,
misterioso, introvertido y callado. Tiene 24 años, pero parece mucho más joven.
Es lindo, tiene un rostro muy aniñado, no es tan varonil como Daniel pero siempre se esfuerza por serlo. Y si es
muy educado y respetuoso. Apenas pasa el metro setenta, ojos marrones, tez
blanca, pelo castaño corto, muy delgado. Pero tiene sobre si una gran carga y
un secreto que día a día le es difícil de sobrellevar.
Estos dos amigos viven y trabajan
juntos y desde hace dos años abrieron una agencia de detectives. Les va muy
bien. Ambos ocultan un pasado en común
que les duele y no quieren sacar a la luz.
CAPÍTULO 1
Alex terminó de peinarse, se
acomodó su ridículo bigote falso y mirándose al espejo se dijo “Cuando podré
volver a ser yo”. Salió del baño y se encaminó a la puerta de su departamento.
Al mismo instante, con tres
bolsas del supermercado Brenda caminó hacia la entrada del edificio donde
estaba su nuevo hogar.
Alex salió del ascensor algo
apurado, sabía que ya llegaba tarde a la oficina.
Brenda cruzó la calle cargada con
las bolsas y caminó hacia la puerta del edificio donde viviría ahora.
Ambos se chocaron en la entrada,
Alex saliendo y Brenda entrando. Al unísono ambos se disculparon: “Lo siento,
perdón”.
Alex cortésmente le cedió el
paso. Y ella pasó, casi sin mirarlo.
Brenda: - Gracias.
Alex: - De nada.
Cada cual siguió su camino sin
pensar en que ese sería el primero de muchos encuentros entre ambos.
…Bajó la escalera corriendo, y
maldiciendo que otra vez alguien dejo la puerta del maldito ascensor abierta.
Al llegar a la puerta, la abrió bruscamente y se chocó con Brenda que iba
entrando con una caja en sus brazos. Y no se había dado cuenta que Alex venía
saliendo.
Sólo fueron unos segundos en que
ambas miradas se cruzaron.
Alex: - Perdón, no te vi.
Brenda: - Disculpa, yo tampoco te
vi.
Alex tomó la caja que Brenda
traía. Pero Ella no la soltaba.
Alex: - ¿Te ayudo?
Brenda: - No, Gracias puedo sola.
Alex soltando la caja, se hizo a
un lado dejando pasar a Brenda por la puerta.
Alex: - Bueno, entonces nos
vemos. Bye.
Brenda, no respondió. Y siguió su
camino hacia el ascensor.
Era la segunda vez en el día que
se tropezaba con Alex.
Brenda se dedicó a desempacar y a
re decorar su nuevo hogar. Ana ayudaba, y pensaba que debería salir a buscar trabajo
lo antes posible, pues sus ahorros no eran mucho. Y aunque el padre de Brenda
le había dicho que había pagado el alquiler por tres meses, No se sentía capaz
de vivir de arriba. Necesitaba encontrar trabajo lo antes posible. Y así pagar
su parte del alquiler.
Brenda no tenía esa preocupación por el dinero. Pero
si sabía que debía estudiar y quería que su padre estuviera orgulloso de ella.
Pues, sabía todo lo que había luchado y trabajado para poder enviarla a la gran
ciudad a estudiar.
Así es que las dos jóvenes, se
dedicaron la primera semana en Buenos Aires en acomodarse en su nuevo hogar, en
averiguar horarios de colectivo, calles, y a conocer el barrio donde vivirían,
a los que vivían en el mismo edificio que ellas.
Por su lado, Daniel, ocupado como
siempre en un ir y venir, entre trabajar y salir de noche a divertirse. Sólo
pensaba en pasarla bien.
Alex, tenía una personalidad más
disciplinada, se ocupaba más de trabajar y muy poco de salir.
Estos cuatro jóvenes no sabían
que sus vidas se unirían. Parecía que el destino les traería muchas sorpresas a
las dos parejita de amigos. Estaba claro que cada uno traía una historia que haría
que repercutiera en todos y los uniera.
Nota Autor:
A pedidos de varias lectoras que me escriben por privado pidiendo que vuelva a publicar mis historias acá les voy dejando esta.
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¡Hola!, creo que es la primera vez que leo una historia tuya, pero me intereso mucho, seguiré por aquí, leyendo.
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