Capítulo 7
Uma y Argo I
No durmió, quién iba a pegar un ojo
después de semejante discusión. Las prometidas fueron apartadas una de la otra
y no necesariamente por los agüeros propios de una boda, su pelea fue escuchada
por los reyes quienes acudían a la reunión de guerra, hubo un gran disgusto
entre las dos naciones a causa de ello, Mai calmó los ánimos y persuadió las
tempestades verbales lo más diplomáticamente posible, después de todo Shizuru
tampoco había sido tan cortés como se esperase de una princesa de Élide, así
que en la reunión de guerra de la que lógicamente había salido expulsada la
joven Kuga, ellos tomarían la última decisión sobre las nupcias y llegada el
alba se conocería su respuesta, así como disponerlo todo para un posible asalto
de los Reptilian, dado que la ceremonia en honor de Vitae tendría lugar esa
semana y bajo ninguna circunstancia sería pospuesta.
Libres o desechas, amantes o
esposas, eso ya no tenía tanta importancia, Natsuki sabía que las cosas estaban
como al principio o quizás bastante peor que entonces, en sus recuerdos
guardaba la imagen de la altiva princesa de Elide con esa sonrisa superior en
su faz, un brillo insistente y valeroso en aquellos orbes rubí, pero esa noche,
después de sentir el tacto de su tibia piel y el sabor de sus carnosos labios
en fogosa pasión... todo le sabía a poco. Sin embargo, las cosas no irían bien,
era como si el infortunio se ensañara con ellas, el diálogo no resultó ser una
de sus virtudes, pues cuando llegaron a confrontarse con palabras, estas fueron
tan mortales como el filo de una daga, ambas se sintieron lo suficientemente
heridas y así, los ojos de Shizuru se apagaron de una forma tenebrosa... una
que rogaba a Chronos no volver a ver en su iris escarlata.
Ni siquiera Durhan podría hacerle
compañía un día como ese, ni los consejos de sus amigas serían suficientes, ni
el calor de Nina un consuelo aun cuando esa sed continuaba atravesando su
garganta y cada fragmento de su piel, Shizuru era cruel, había prendido fuego a
su alma y se olvidaba de calmar su aflicción. Aun así, sus labios estaban tan
mudos y la fuerza de sus brazos tan escasa, el impulso de correr latente en sus
piernas para buscarla, pero ahí se quedaba, en la cama dando vueltas como tonta
¿Qué le diría? Probablemente nada.
Dos horas más tarde se levantó de la
cama incapaz de la idea del reposo, su mente estaba demasiado turbada para
siquiera pensar en brindarle descanso a su cuerpo, vistió las ropas de la gente
de Elide que eran un regalos de los reyes Shizuma y Kenji, un Gregoris blanco y
un manto verde cruzado en su pecho, que sostuvo con un cinturón de cuero marrón
lleno de diseños dorados, junto a una funda de espada, sujetó sus cabellos con
cintas cruzadas de color azul en una larga trenza que llegaba hasta la parte
lumbar de su espalda, usó una tiara de oro en la frente como era costumbre para
los hijos de Vitae y pinzas de plata en un largo mechón de pelo que dejó a
propósito sobre su rostro, puso sandalias de correas largas en sus piernas y
protectores en sus rodillas, finalmente acomodó el brazalete con la gema de
Durhan en su brazo derecho y así estuvo lista. Salió de su recamara hasta el
pasillo principal del castillo de Aurus, allí encontróse a un gran número de
sirvientes disponiendo todos los preparativos para el carnaval de los elementales,
acto que se miraba absurdo con el enemigo a dos días de camino de la ciudad,
sin embargo aquel era un ritual de agradecimiento a los dioses por el obsequio
de sus extensiones espirituales, los elementales, así que no cabía duda cuánto
estarían dispuestos a posponer la lucha y dar las gracias como era debido.
Natsuki caminó entre la gente con la
noche en el cielo, pero nadie le reconocía sin la armadura de jade o su dragón
junto a ella, todos suponían que se trataba de alguna de las hijas de los
nobles del castillo por sus ropas y hermosura, muy pocos le habían visto de
cerca para reconocerla, de otro modo es seguro que guardarían la distancia
temerosos o la mirarían con desdén. La joven Kuga andaba entre ellos
contemplando sus esmeros en la decoración y los platillos del gran banquete, a
su paso hombres y mujeres inclinaban sus cabezas con deferencia, ella a su vez
hacía un ademán gentil que solicitaba a todos el no hacerlo mientras sonreía
amablemente, eso era algo a lo que la servidumbre no estaba acostumbrada, así
que prefirió alejarse más, salir del lugar antes de llamar la atención.
Se dirigió a la plaza principal
llegando el alba, ciertamente las actividades allí eran mucho más movidas,
estantes, lugares de juego y de comida eran construidos por doquier, eran los
famosos juegos de valentía en el festival Lunaris de Aurus lo que atraía tanto
la atención, todos se preparaban para demostrar su valía entre los de su propio
pueblo y los ahora visitantes Tempurianos, los esmeros eran superiores a los de
años anteriores, esta vez, estaba en juego el orgullo y la dignidad de la gente
de Aurus, pues la sincronización del ovoide fue todo un espectáculo debido a
los dragones y sus jinetes. Los ojos verdes se maravillaban como los de un niño
en la feria, los hijos de Vitae eran sin lugar a dudas creativos, tenían muy
buen gusto eso no era de negarse, todo allí parecía una explosión de colores
precisamente definidos, en toda serie de materiales y sus velos se extendían a
lo largo de toda la plaza, las flores de colores tan impresionantes como
variadas formas hacían de aquel lugar un espacio de ensueño. Natsuki estaba tan
distraída mirando tantas cosas, desde objetos y prendas exóticas ofrecidas a
los caminantes, los extraños juguetes de los niños de Aurus llenos de ingenio,
dulces que nunca había probado y resultaban ser una explosión de sabores al
paladar, las finas telas y sedas, así como las joyas relucientes que ofertaban
los nativos de Elide llamaban poderosamente su atención.
Muy pocas personas sabrían siquiera
que para Natsuki era la primera vez en un bazar y todo se miraba sorprendente,
ocupaba una gran emoción, sus ojos se maravillaban como pocas veces fuera
posible, comió suficientes dulces que compensó con un par de bebidas y algunos
alimentos salados que ofertaban en aquel improvisado mercado, palpo las
exóticas telas pensando en cuál sería la más agradable para Nina, estaba segura
que la seda era la que más gustaría a su querida amiga Mai, miró los juguetes
con curiosidad, tal vez sería bueno comprar algunos para Mikoto, pondría a
prueba su intelecto, realmente había algunos difíciles que podrían ser un buen
reto para ella. Pero solo a mitad de su ir y devenir entre los puestos, toda su
atención se centró en una gema que colgaba en un pequeño estante situado en la
esquina más apartada de todo el festival, sus pasos le dirigieron allí, era un
brazalete labrado en oro blanco con inscripciones de la casa Tempus, contaba
con una gema de rubí, tan hermosa como los ojos de su tormento particular, de
hecho y reflexionando un poco al respecto, no había pensado en un regalo de
bodas apropiado.
Nada más llegar sujetó en sus manos
la prenda para verla de cerca, tenía enredaderas simétricas alrededor de la
joya principal y había sido desgastada en tinta vino tinto para darle un efecto
de antigüedad, sin embargo aquella joya traía a su memoria imágenes anteriores
a los tiempos de guerra, una expresión sonriente, una mirada protectora de tono
jade, era un rostro difuso, en su mente estaba su mano intentando alcanzar la altura
de aquella faz, pero ¿Que podría hacer alguien tan pequeña por alcanzar el
cielo en lo alto? y a pesar de todo, se estaba tan confortable y segura en ese
abrazo... Una profunda melancolía le llenó por dentro al mirarlo de nuevo,
¿Dónde más hubiese podido ver algo así? Por su forma y diseño estaba claro que
se trataba de la obra esmerada de un orfebre Tempuriano y no uno cualquiera,
uno de la corte del rey, además estaba segura que aquel brazalete era un Reiji,
un contenedor de dragones bastante poderoso pues aun guardaba rastros de
energía a pesar del tiempo pasado entre su uso y el estar exhibido en ese
lugar, solo un dragón legendario dejaría tal huella energética, sin embargo
todas las joyas de la corona se habían perdido en la noche oscura, cuando los
reyes perecieron en su esmero por salvar a la gente de su pueblo y a ella
misma, lo último a pensar sería en las joyas de la familia.
-Tiene buen gusto- Se escuchó la voz
de un hombre moreno de ojos verdes, yacía detrás de las tenues cortinas
abarrotadas de joyas diversas y otras dispuestas sobre una pequeña mesa, el
improvisado toldillo los separaba y Masashi Takeda veía en la dama a una
posible clienta de su adquisición más rara y costosa. -Una joya así, solo
podría ser usada por una dama tan bella como usted, le aseguro que, de no ser
así, no estaría dispuesto a venderla- Todo era cuestión de palabra, con una
sonrisa de vendedor que pronunciaba ligeramente una tremenda cicatriz con forma
de X en su mejilla izquierda, Takeda tenía un don para el convencimiento,
después de todo era un hombre atractivo si es que eso se permitiera ser juzgado
en un momento así.
Pero Natsuki no estaba pensando lo
mismo, de hecho, se contenía con mucho esfuerzo de sacar su espada del cinto.
-¿Dónde obtuvo esta gema?- Preguntó conteniendo un tono de voz peligroso.
El joven rascó su cabeza bastante
molesto, si no iba a comprar ¿Por qué respondería preguntas tontas? Era
sorprendente que su truco no funcionara esta vez, la mayoría de damas fueron lo
bastante vanidosas y egocéntricas, eran fáciles de engatusar con su juego de
cumplidos y sonrisas, después alardeaba acerca de las propiedades de la joya y
añadía una historia impresionante sobre del origen de la misma, al final
terminaban rogando por ser las privilegiadas portadoras de las joyas, luego de
un tiempo ponía pies en polvorosa antes de que algún esposo disgustado viniese
a decapitarlo por su engaño, de todos modos sus productos eran copias y
falsificaciones bien logradas en su mayoría, pero el brazalete Tempuriano que esa
belleza esmeralda tenía en las manos, junto a otro grupo de selectas joyas,
eran lo único que valía la pena en todo su local.
-"Y pensar que supuse que ella la compraría, parece ser
que la ropa fina no lo es todo"... tsk... Me temo señorita
que eso es un secreto... pero si usted no está interesada, no es prudente que
toque la mercancía de ese modo- El moreno intentó retirar el brazalete de la
mano de aquella extraña hija de nobles, sin embargo Natsuki fue mucho más
rápida que él, un mal paso y el muchacho acabó con su cara a los pies de la
joven, también su cadera en rara posición sobre la mesa que con dificultad se
sostenía, en efecto, no pasó mucho cuando el improvisado toldo se desmoronó a
causa del peso del fornido muchacho, tan avergonzado como estaba y magullado su
orgullo, Takeda recogió las demás joyas en una bolsa, se puso de pie y miró
amenazante a la mujer pelinegra frente a él.
-Si hubiera querido robártela, te
aseguro que tu torpeza me ha dado tiempo suficiente para huir con ella...- Una
mirada altiva bastó para abrir la boca del Elide y cerrarla inmediatamente
después. -Pero si me dices lo que te he preguntado, te pagaré el justo precio
de esta joya- Natsuki sacó de sus ropas una bolsa mediana llena de monedas y
gemas preciosas, eso era más que suficiente para comprar la gema en su mano y
las demás baratijas del estante.
Takeda se acomodó en el suelo
sentado en posición de flor de loto, con su bolsa de joyas atado a la espalda.
-Tengo esta cicatriz en la cara gracias a la joya que tienes en tu mano-
Frunció el ceño. -Como habrás notado seguramente, no es una joya cualquiera, es
Tempuriana, era el Reiji de alguien poderoso en el reino de los dragones, por
su diseño, perteneció a una mujer...-
Natsuki no siempre era considerada
alguien paciente y justo en ese momento su tolerancia estaba llegando al
límite. -¡No me digas lo que ya sé!... Dime ¿Cómo la obtuviste?- Desenfundó su
espada en un pestañeo, tanto que Takeda no supo en qué momento un arma le
apuntaba en la garganta. -No soy tan paciente como me veo- Sonrió con expresión
atemorizante.
-En las ruinas de Temporis hace
algunos años- Se cruzó de brazos.
-Eres un... ¡Profanador!- Gritó
bastante turbada. -Di algo en tu defensa o te decapitaré por robar una reliquia
sagrada-
-Lo que en las ruinas fue
abandonado... no pertenece a nadie, yo arriesgué mi vida por esa joya... ahora
me pertenece- A pesar del filo iracundo en su cuello Takeda no miraba con temor
a la doncella. En ese momento Takeda se preguntó si en verdad había intentado
vender una joya de la casa Tempus a una ¿Élide? -Pero no veo por qué tanta
indignación para una hija de Elide... a menos que seas Tempuriana y tengas el
atrevimiento de vestir como nuestra gente-
-Conociendo la bajeza de gente como
usted, le aseguro que nada me avergüenza más que haber aceptado este regalo-
Natsuki se desprendió del manto verde con enfado y lo arrojó a los pies de
Masashi. -Pero a diferencia de usted, aun me queda honor- Envainó la espada en
su cinto y lanzó la bolsa con las gemas en el pecho del muchacho. -Ahora esta
joya me pertenece y te lo advierto profanador, no vuelvas a presentarte ante mi
vista o no tendré piedad de ti, pues esta joya que has osado robar de las
ruinas de Temporis era el brazalete de la Reina Saeko Kuga "Mi amada madre"- Natsuki sintió un estremecimiento bajo
sus pies, su oído le indico el lugar, volvió la vista en la dirección indicada.
El moreno miró los ojos esmeraldas
bajo el ceño fruncido de Natsuki y notó una belleza altiva que no observó en
primera instancia, una melancolía que hipnotizaba en su expresión, en verdad
que, a pesar de su carácter, esa joven era la mujer más bella que hubiera visto
en su vida, tanto como la princesa Shizuru, o puede que más. Se levantó cual
resorte. -Soy Masashi Takeda... Tenía que conocer su nombre. -¿Quién es usted?-
Gritó al verla correr en dirección desconocida.
La pelinegra se detuvo y volvió la
vista atrás. -Soy Natsuki Kuga, prometida de la princesa Fujino, en otras
palabras, soy la comandante del ejército de Tempuria y la futura reina de
Elide... no olvides esto, porque serás errante en mis reinos por tu osadía-
-Me gustan los retos mi lady... me
gustan las mujeres con carácter- Sonrió el moreno antes de ponerse de pie,
tenía planeado correr tras ella cuando una mano le sujetó por el hombro.
-¿Qué pasó con mi toldo?- Era la voz
iracunda de su socio en los negocios.
-Bueno, hice una gran venta si eso
te consuela Yuichi- Arrojó la bolsa con el pago y las joyas a su amigo antes de
salir corriendo por donde vio alejarse a Natsuki.
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.
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"La torre de la luz en flor", así llaman los Elide a un tronco ceremonial de enormes
dimensiones tallado hábilmente con los emblemas de todos los reyes y reinas
desde tiempos remotos, cada uno está representado por una flor que es
característica y manifiesta la personalidad del monarca bajo su nombre escrito.
La insignia y el nombre de un descendiente sólo será tallada por los ancianos
carpinteros en cuanto ocurra la coronación del más joven miembro de la dinastía
real. Tal torre mide 40 m de altura, 10.5 m de diámetro, en la parte libre de
marcas se encuentra envuelta por seda carmesí a la espera de abrirse para dar
paso a la siguiente línea de sucesión, el gigantesco madero posee una punta
plana en lo alto con el suficiente espacio de una plataforma de no más de un
metro cuadrado de área, sobre la cual se realiza la danza nocturna en el
equinoccio de Lunaris, por el heredero de la corona.
Tan importante reliquia permanece la
mayor parte del año en el templo en honor de Vitae en la zona occidental de la
ciudad de Aurus, pero durante el festival Lunaris se traslada desde allí hasta
la segunda plaza principal, en una base especialmente diseñada para sostener el
madero de Tule. Los ciudadanos encargados del importante traslado son
especialmente seleccionados, ya que ellos deben poseer los Elementales más
poderosos para trasladar las casi 300 toneladas que pesa el madero, todo debe
realizarse en especial sincronía y precisión, ya que la danza de Lunaris es el
momento culmen de la ceremonia, en la que se les rinde tributo a las
bendiciones de la deidad Vitae, nombrada Lunaris por el influjo especial que
recibe durante este evento astronómico bajo la luz de la Luna.
La difícil tarea había sido llevada
a cabo con prudencia y esmero, los más de 10 km de recorrido entre el templo y
la plaza habían sido salvados por los Elementales aéreos, en cuyas alas
llevaban el peso de la preciada carga, cerca de 100 elementales sincronizados
sostenían sendas cuerdas y cadenas en sus patas verdosas y translúcidas, en los
cuellos celestes de peces voladores e incluso en las garras de los fénix de
fuego. En el último tramo, el madero de Tule, así llamado también "el árbol de la iluminación"
fue elevado sobre la segunda muralla del octágono protector de Aurus, los
maestros de los elementales sudaban copiosamente a raíz del esfuerzo impuesto
en la tarea y comenzaron a descender sobre la gran base de Terra, una
estructura con cerca de cuatro metros de profundidad y reforzado por piedras de
granito en las que se ensartaría el tronco, de tal forma que quedara
completamente sostenido. La multitud en derredor esperaba ansiosa el último
instante del acople con gran gozo, pues era considerado un momento sublime
dentro del festival, algunos elevaban oraciones silenciosas a la Diosa
aguardando por la prosperidad para su gente y la victoria sobre los enemigos
Reptilian. Padres, madres e hijos observaban el momento junto a varios
Tempurianos curiosos, lo cierto es que ningún Dragón participaba en la tarea a
razón de una prohibición expresa del Rey Kenji, se trataba de un ritual Elide y
todavía no era prudente cambiar la tradición para incluirlos.
Grandes ráfagas de fuegos
espirituales de colores se miraban nítidamente formando figuras de flores,
tales plantas se dibujaban en el mismo orden que los emblemas de la torre de
luz en flor, la gente estaba tan maravillada con el grupo de rosas rojas que
incendiaron el cielo a plena luz del día, que nadie se percató del rápido
movimiento de una sombra cerca de los elementales que sostenían el madero de
Tule, un pestañeo apenas y uno de los peces voladores se agitó lastimado, el
movimiento desequilibró el peso distribuido matemáticamente y la primera polea
en máxima tensión, se rasgó lenta e inadvertidamente, una vez roto el primer
cable y el principal del entramado, otro par se desgarraron como frágiles hilos
y así otros tantos en secuencia de fichas de dominó. Los elementales libres de
sus cuerdas y cadenas, se apresuraron a sujetar directamente el madero que se
precipitaba al suelo, pero no podían tantos ocupar un espacio tan limitado,
chocaron algunos entre ellos y otros cayeron a tierra exhaustos. Con un
esfuerzo sobrehumano los últimos eslabones detuvieron la caída del madero
ceremonial, ahora sólo se sostenían las 10 cadenas principales y otras 30
cuerdas que no soportarían mucho más.
Notando la peligrosa circunstancia,
los gritos de la gente no se hicieron esperar, la muchedumbre corrió
despavorida cargando a los niños en brazos, atropellando y llevándose por
delante a todo aquel infortunado que no hubiese tenido una rauda reacción, se
hizo el caos mientras las gentes trataban de abandonar el lugar por las dos
entradas a la plaza, que se miraban insuficientes ante el gentío. En ese
momento era imposible determinar en qué punto exacto colapsaría el madero, o si
los eslabones en tierra podrían sujetarlo, así que Elementales de todos tipos
emergieron para salvar a sus amos, algunos echaron a volar, otros en grandes
saltos y escalada superaron la altitud de la muralla, algunos se apresuraron
veloces a través de las puertas y los últimos más lentos, los Golem, formaron
una barricada para guardar a familias enteras.
En tierra mientras la gente
continuaba evacuando el lugar, solo un par de personas corrían contra corriente
en busca de sus seres queridos, la agitación impedía una pronta llegada y Rena
Yumemiya estaba lamentando como pocas veces el haber permitido a Takemi y Arika
asistir a la ceremonia de acople del madero de Tule. La negra melena se agitaba
con el viento y el cuerpo pasaba a fuerzas por la entrada evadiendo con suerte
a Golem y Tigris, los ojos azules se aguaban presos de la preocupación, pero el
cuerpo y la voluntad eran fuertes para jamás rendirse. Una vez la dama de
negros cabellos traspasó la línea de gente, encontró los estantes arrasados por
lo que fuera una estampida humana, algunos aprovechados y dueños de los
toldillos intentaban salvar sus cosas, como sí lo material valiera la vida.
Rena negó con la cabeza, luego miró en todas direcciones sin encontrar a
quienes buscaba, así que vociferó sus nombres a todo pulmón. -¡Takemi! ¡Arika!
¡¿Dónde están?!-
El esfuerzo de las aves espirituales
llegó a su límite cuando las 10 cadenas yacieron solas y la caída se hizo
inevitable, los maestros Elementales intentaron dirigir la caída en dirección
de la base a pesar de la velocidad, pero una falla de 20 cm impidió al madero
insertarse, la parte anterior golpeó el borde de piedra y se inclinó hacia
adelante con más fuerza hacía el suelo, era como si la edificación más alta del
reino se desplomara encima de la plaza, peor aún, quedaba la posibilidad de que
rodara cuesta abajo y había que rogar a los dioses que la muralla lograra
detenerlo sin grandes daños.
Todo se hizo lento para el ojo
angustiado que no cesara su búsqueda, para el latido presuroso que desbocado
agudiza los sentidos y como dicen "Cuando
muere la esperanza... en ese instante todo está perdido", pero Rena no
era ese tipo de mujer, después de buscar en varias secciones de la plaza con
gente aun revoloteando el lugar, vio como el gran Tronco de Tule se precipitaba
sobre el centro de la plaza, una palmada en la frente, a su mujer le encantaban
los Lirios de la pérgola azul y ese lugar estaba justo frente a la base Terra.
Corrió como alma llevada al abismo de Mettelos, sus pasos se detuvieron cuando
contempló a su esposa tendida en el suelo, desmayada y sin su hija de brazos
cerca, el gran madero descendía como un alud sobre ella, así que no hubo mucho
que pensar. -¡Zafira! ¡Yo te convoco!- Del legendario anillo en su dedo emergió
una luz tan celestina e intensa como su fuerza de voluntad y su poder
espiritual. Sorprendentemente cuando el madero estuvo por alcanzar el suelo se
detuvo abruptamente, el sonido de la madera crujir taladró los oídos varios
kilómetros a la redonda y levantó una polvareda que actuó como cortina de humo.
Al disiparse un poco el aire y
volviendo los curiosos al lugar de los acontecimientos, más que sorprendidos de
que un solo elemental, una figura azul hecha enteramente de cristal y con forma
humanoide lograse soportar las 300 toneladas en sus manos. Rena respiraba con
agitación, con la rodilla en el suelo y sosteniendo a su esposa en sus brazos
miraba en todas direcciones, pero a sus ojos agraviaba el polvo de aserrín en
los alrededores impidiéndole ver a más de dos metros adelante. -Takemi... amor
mío, dime... dime donde esta Arika... por piedad, vuelve en ti y dímelo...-
Susurraba sabiendo que no podría mantener en estado sólido a su elemental por
mucho tiempo, con tiernas cachetadas llamaba a su mujer, pero se culpaba a sí
misma, pues conociendo la frágil salud de Takemi le había dejado marchar sola a
la plaza con apenas dos criadas que nada más ver el colapso de las cuerdas
seguramente la dejaron a su suerte. -¡Takemi! ¡¿Dónde está nuestra hija?!-
Gritó entonces exasperada sintiendo las gotas resbalar por su mejilla, mezcla
de sudor y llanto, tal angustia sólo la comprendería una madre, era imposible
que una bebé dando sus primeros pasos hubiese sobrevivido a la estampida
humana, rogaba que las criadas la hubiesen llevado con ellas, sin embargo, al
dejar a Takemi allí tirada estaba claro que su lealtad se limitaba a un trabajo
sencillo y una paga, nada más. Se mordió los labios mientras los cristales de
Zafira crujían a punto de resquebrajarse. -Dame un poco más de tiempo Zafira...
aun si se rompe mi alma, quédate conmigo a protegerlas- Imploró a su elemental,
la figura translúcida le miró y con sutil asentimiento continuó sosteniendo el
descomunal peso. Rena se puso de pie con su esposa inconsciente en brazos
intentando encontrar a la infanta, el polvo aun lastimaba sus ojos y apenas
podía ver delante de sí, pero su oído escuchó una tos infantil y después el
llanto conocido de su hija, volvió la mirada atrás entre la base y la sección
sujeta por Zafira. -¡Arika!- Gritó y la niña lloró con más fuerza esperando
como todo infante el consuelo materno.
Un descuido, una sombra, se
rompieron los cristales en mil fragmentos, cayó de rodillas al suelo Rena
Yumemiya y con su fuerza derrotada un estremecimiento más grande sacudió hasta
los cimientos del castillo de Aurus, se elevó nuevamente el polvo sobre todo el
lugar, la gente rodeó el gran madero de Tule cuyo peso hizo una hendidura en el
suelo y evitó que cayera pendiente abajo. Solo el llanto de Rena se escuchaba
en el silencio sepulcral, la gente volvió como las ratas que saben ha pasado el
peligro, pero ella todo lo había perdido con el silencio, con el llanto
infantil que ya no llegaba a sus oídos.
-"No temas..."- Escuchó una voz fémina venida de todas y ninguna dirección.
Limpió sus ojos buscando la obra divina que le asegurara el no estar perdiendo
la cabeza de dolor, así sus ojos y los de todos los Elide, como los Tempuria
que fueron testigos de una magia jamás vista por el pueblo en sí mismo. El
tronco de Tule comenzó a levitar como sostenido por una fuerza invisible, se
elevó de su posición horizontal a una vertical y fue dispuesto con delicadeza
en el interior de la base Terra, algunos pensaron que se trataba de las manos
de la diosa misma que se apiadaba de su penar. Los elide sollozaron dichosos y
dolidos, el gran madero tenía rajaduras varias, era sorprendente que el antiguo
pilar no se hubiera roto tras semejante caída, pero aun así algunos emblemas
habían perdido su forma original y no era seguro llevar ahí la Danza de
Lunaris, ante el clamor general se oyó un imperceptible gruñido oculto tras uno
de los toldillos todavía en pie y un instante después ante la vista de todos,
astilla por astilla, fragmento por fragmento de madera retornaron al madero
adhiriéndose a su lugar original, se regeneraron las fisuras, hasta el aserrín
se fusionó nuevamente, volvieron a tener la gloria de antaño los emblemas, al
finalizar no quedaba un ciudadano en pie cuya boca no se encontrará abierta,
pues el Madero de Tule estaba tan intacto como el momento en el que fueron
abiertas las puertas del Templo Vitae.
Eso no le importaba a Rena, el
bienestar o no del tronco emblemático de Elide, la continuidad o no del
festival, solo su hija calmaría la angustia clavada en su pecho, caminó entre
los escombros, el polvo y cerca de donde había caído el madero, allí a lo largo
de la hendidura en el suelo y con su esposa en brazos, buscó cerca de la Pérgola
Azul, aún sobre la admiración de la multitud y con el aire al fin despejándose,
entonces encontróse frente a ella a una mujer, una joven Elide por su atuendo y
la tiara dorada propia de su gente, pero no recordaba un rostro tan bello como
aquel, una piel tan blanca como la nieve, ni unos ojos gentiles de color
esmeralda en un cuerpo tan sutil como atlético. La doncella en cuestión parecía
más entretenida jugando con su hija que preocupada por la semi debacle
ocurrida, Rena supo por la sangre que brotaba de su ceja que ella había
recibido aquel daño en la labor de protección, lo que le sorprendía además de
las heridas recibidas al estar tan cerca de la colisión era el no ver la forma
elemental de la chica, la joven no había convocado un elemental para ayudarse,
o bien era suicida o ni siquiera se trataba de una elide. Sin preocuparse de
nada más, ni de pensamientos absurdos corrió al encuentro de la extraña y su
pequeña hija que no tenía ni un rasguño y estaba contenta jugando con el collar
de aquella dama.
-Tienes un elemental
impresionante... eso significa que tu corazón es puro y fuerte- Natsuki sonrió
amablemente. -Qué te parece si las llevamos a un lugar seguro, creo que se
acerca la hora de comer de esta preciosa niña- Lo decía tan naturalmente mientras
posaba la punta de su dedo en la nariz de la infanta de cabellos castaños y
ojos azules -¿Verdad que si Arika? ¿Tenemos hambre?- Acariciaba la pequeña
carita, la niña rio divertida con el truco, pero pronto atraía la mano delicada
con sus manitas esperando succionar algo que calmara su hambre. Rena asintió,
con Zafira lastimada dentro de su anillo, sus fuerzas mermadas y su esposa
desmayada no podía tomar en sus brazos a Arika, tendría que confiar en la joven
cuya vida puesta en riesgo por la seguridad de la niña era prueba más que
suficiente.
Mientras caminaban en la dirección
guiada por Rena se hacía el silencio apenas disimulado por los sonidos y risas
infantiles de Arika que se encontraba muy a gusto con la joven Tempus. Natsuki
parecía tan entretenida con la niña que no hacía falta decir nada, sin embargo,
Rena no podía callar más sus pensamientos. -No hay nada que pueda dar, nada lo
suficientemente bueno para manifestar mi gozo y mi más sincero agradecimiento
por lo que usted hizo. La vida de mi hija es invaluable para nosotras, así que
por favor acepte nuestra eterna gratitud y lo que humildemente pueda ofrecer
por su ayuda- Musitó Rena deteniéndose frente a lo que se antojaba una gran
casa de nobles, era un lugar amurallado, un gran portón, un extenso jardín y
una versión más modesta de un castillo.
-Vaya que tiene una gran casa- Dijo
Natsuki, tuvo visto que no estaba en presencia de una Elide cualquiera, por la
ubicación de su morada, ella pertenecía a las 8 castas de los nobles, los ocho
pilares. -"Todo en este lugar es
simbólico"- Así la Kuga recordó que la ciudad de Aurus estaba diseñada
especialmente, contaba con la forma de una gigantesca flor de loto de ocho
pétalos, estos parecieran finalmente enmarcados por las murallas de las cuatro
atalayas, era como ver una preciosa flor dentro de un cofre o al menos así se
miraba desde el cielo, el castillo yacía en el centro de la ciudad rodeado de
una gran muralla, luego un anillo de casas en verdad intrincadas y armoniosas
tan emblemáticas como todo en Elide. Las ocho estructuras en total con formas
equilibradas representaban las ocho vertientes de sangre, según entendía, los
nobles de Elide estaban formados por las ocho castas que descendían de los
primigenios, llamados así los primeros maestros elementales, aquellos a los que
la diosa eligió en tiempos remotos para representar sus transiciones y dotarlos
de gran poder para así proteger la armonía del mundo creado. -"Se dice que este fue el cuidado de
Vitae, para que todo guardará equilibrio, ahora comprendo porque un solo
elemental pudo sostener semejante tronco, pero ella es solo uno de los miembros
de la familia, ¿Serán todos así de poderosos? Ocho que juntos pueden alcanzar
un poder similar al de la deidad"-
-¿Gustas pasar?- Preguntó Rena
cuidando no importunar los taciturnos de la doncella.
-No hace falta mi lady- Natsuki
reaccionó al notar que un gran número de sirvientes se había formado en hileras
a cada lado la entrada, dos mujeres tomaron de los brazos de Rena a Takemi y
otras dos mujeres esperaban recibir de sus brazos a la pequeña infanta. -Ahora
la señorita y Arika están bien, mi labor ha concluido aquí- La gobernante
Tempuria casi olvidaba que, con la llegada del alba, debía ir con sus
majestades para conocer la respuesta acerca de su compromiso y con algo de
suerte ver a Shizuru, pero no se sentía preparada para ella y ¿Si dijera que
no? Su rostro se llenó de tristeza y Rena notó esto con prontitud.
-Le suplico nos permita tratar sus
heridas, tomar alimento y té... además parece que mi hija no quiere apartarse
tan pronto de usted, eso significa que tiene un corazón puro y gentil- En
efecto, la niña se negaba a abandonar a Natsuki, de hecho, amenazaba con llorar
cuando alguien se acercaba ofreciendo sostenerla en brazos y Rena no lo había intentado
sospechando que, sin la niña junto a ella, la misteriosa joven partiría sin
siquiera decir su nombre.
-Dicho de esa forma no puedo
negarme- Sonrió y entraron en la casa.
Las viandas fueron servidas con
exquisitez, un par de sirvientes se ocuparon previamente de limpiar y vendar
las heridas de Natsuki sin recibir la más mínima queja de esta, lavaron su
cuerpo con diligencia y cuidado a pesar de su bochorno, le ofrecieron atuendos
nuevos y regalos ornamentales que modestamente Natsuki rechazó, ya consideraba
demasiadas las numerosas atenciones recibidas. Durante este tiempo la esposa de
Rena fue atendida por dos sacerdotisas de sanación en la alcoba principal, las
cuales para tranquilidad de su señora informaron sobre estabilidad en su estado
de salud y la pequeña Arika recibió también un baño para retirar el polvo del
incidente, su biberón y posteriormente ocupó su siesta. Durante aquel tiempo,
la invitada de la casa Yumemiya fue servida en toda forma y llena de
atenciones, con los mejores vinos y comidas, la Kuga notó que Rena no había
expresado sus promesas de agradecimiento en vano.
Pasada una hora desde su llegada a
la "humilde morada" de Rena, Arika dormía plácidamente en una pequeña
cuna dispuesta junto al jardín y en presencia de su madre que no deseaba
apartarse de ella después de vivir aquellas angustiosas circunstancias. Natsuki
contempló los acontecimientos en silencio, pese a ser reina se acostumbró a
vivir de una forma simple, sin tantos sirvientes, todos sus lujos yacían en
Helios, pero para ser sincera... el castillo real era el lugar que menos
frecuentaba, sus ojos miraban la adoración con la que Rena contemplaba a su
hija, un amor tal que había dado el tiempo suficiente para que llegara a la
plaza y pudiera intervenir en favor de la familia Yumemiya, Natsuki lo hizo
personal, por otra parte la restauración del madero de Tule se dio meramente
debido a un cuidado estratégico teniendo en cuenta la proximidad de la batalla
con los Reptilian, todo aquello que pudiera destrozar las creencia de un pueblo
puede ser determinante en el desenlace de una guerra.
Eso no importaba en ese momento, la
mirada melancólica de Natsuki no se apartaba de ella, veía a la infanta dormir
con tal serenidad en su rostro. -Es una niña afortunada, tiene todo cuanto
desearía una persona-
-Las posesiones materiales no son
nada mi lady-
Natsuki rio un poco. -No me refería
a eso... una hija amada que sabe cuánto es amada puede dormir en paz y sepa
Chronos cuidar tan precioso presente toda su vida, ella tendrá el amor de sus
madres todo lo que nos sea posible preservar este mundo-
Rena sonrío. -Mi preciada salvadora,
¿Podré saber su nombre este día o algún otro que juzgue prudente?-
Natsuki se sonrojó al notar su
descortesía, abrió sus labios para musitar palabra, pero más rápido los selló,
no era prudente decir su nombre, sabía cuánto le detestaba el pueblo de Elide a
raíz de sus nupcias con Shizuru y la alianza con la que nadie parecía estar
contento, quizás Rena no sería una excepción. -Tsuki... para los amigos- Respondió
nerviosamente.
-Alguien con el nombre de nuestra
deidad bajo el influjo sagrado de la Luna- La señora Yumemiya no tardó en alzar
una ceja, ahora entendía porque la joven no había dicho su nombre, en sí mismo
era casi una blasfemia, de ponerle Lunaris hubiesen completado la injuria.
-Luna solamente...- Aclaró la morena
de ojos Jade, pero la verdad era que su nombre significaba séptima luna, ella
había nacido en la séptima hora, de la séptima luna, justamente en la noche del
equinoccio que celebraba ese festival y estaba escrito en los libros Tempuria
que su nacimiento coincidía con el séptimo estado de Vitae de los ocho
conocidos, sus virtudes la templanza y la valentía, por esa razón recibió aquel
nombre, uno bastante presuntuoso para muchos.
-Entonces Luna serás- Sonrió la de
ojos zafiro. -Yo no me he presentado tampoco, soy Rena Yumemiya-
-Vaya, una de las ocho castas, por
la ubicación de tu hogar, son la segunda línea, representa la fluidez y la
serenidad, son la interminable espiral de la vida, aquarium...- Respondió
automáticamente con los ojos todavía puestos en la preciosa niña dormida,
aunque para todos Natsuki siempre pareciera ignorante de las cosas, había
ocupado la mayor parte de su vida en las instrucciones recibidas por los
antiguos dragones, que no solo estaban fundadas en la fortaleza física y el
combate, la mente siempre sería el reino más difícil de gobernar, el
conocimiento la construcción más esmerada, la fuerza de voluntad la fibra más
formidable de la constancia y la fortaleza de su corazón la más insuperable
fuente de espíritu.
-Una persona instruida- Rena estaba
encantada, pero abrumada ante la idea de que otra como ella hubiera intervenido
en su favor, las ocho casas competían entre sí por el poder político y
normalmente no actuaban en favor de otra casa sin un interés particular, pero a
Tsuki al parecer no le importaban los bienes materiales que con gentileza había
declinado, tampoco recordaba a nadie de la corte como aquella joven, si tal vez
hubiera asistido a la reunión convocada con motivo de la llegada de la Reina
Tempuria quizás la hubiese visto allí. -Dime ¿A cuál de las ocho castas
perteneces? ¿Eolis tal vez? No... Tu formidable resistencia es el emblema de
los Terranos-
-No, yo no pertenezco a ninguna de
las ocho casas, de hecho, ni siquiera soy Élide- Musitó bajando la mirada.
-"Hasta aquí las atenciones y la
promesa de una amistad sincera venida de un Élide"- Suspiró.
-¿Eres... Tempuria? "Eso explica porque no usaste un
elemental en tu auxilio y tampoco a tu dragón que pudiera salir lastimado en el
estrecho espacio, alguien que no tenía por qué arriesgarse de semejante
manera..."- Rena miró con curiosidad la expresión de su invitada, pero
pronto sonrió y posó su mano en la cabeza de Natsuki acariciando sus cabellos,
no la despreciaría nunca, no había que temer. -Ahora te debo el doble, amiga
mía... una Tempuria salvó la vida de mi hija cuando nuestros pueblos fueron
enemigos durante siglos, esto alimenta mi esperanza sincera de que seamos
naciones hermanas como desde hoy tú lo eres para mí-
Levantó la cabeza. -¿De verdad lo
piensa posible? Yo no desearía otra cosa en el mundo...- La esperanza había
inundado la faz de Natsuki.
-Sin embargo, el matrimonio
concertado entre nuestra princesa y su comandante... no me parece el medio más
adecuado para tal fin- Las reflexivas palabras de Rena fueron como un balde de
agua fría para la Kuga, su rostro no escondió tal sorpresa. -Jejejeje... no lo
digo a mal Lunita, sinceramente no- Refutó nerviosamente la anfitriona, negando
con sus manos y un curioso sonrojo en sus mejillas, Rena podía ser indiscreta
algunas veces. -De hecho, la doncella me parece una digna pareja, la persona
cuyo nombre es conocido por sus abundantes logros entre los Tempuria, lo que
digo y pienso, lo hago como mujer, no como Élide en todo caso- La señora de la
segunda casta, tomó una jarra de vino y lo sirvió en dos copas, una de las
cuales fue extendida a Natsuki.
-Temo no entender, sus razones- Tomó
la copa en su mano y bebió un sorbo.
-Luna... ¿Estás enamorada?- Una
escandalosa tos tuvo lugar y Natsuki se cubrió la boca rápidamente para no
hacer mayor ruido al ver que Arika se removía en sueños, en cuanto la pequeña
volvió a surcar la profundidad de las nubes de algodón y las pequeñas ovejitas.
La joven Tempus respiró y con un sonrojo del tamaño de toda su cara negó la
pregunta, a lo que Yumemiya sonrió. -Me temo que su rostro la delata, el
Tempuria que haya elegido es una persona muy afortunada-
-Te... te digo que no- Musitó la
Kuga cuidando su tono para no importunar más a la bebé, notando esto Rena llamó
a sus sirvientes y les indicó llevar a la niña a la cuna del cuarto principal,
donde su madre también descansaba y les ordenó no apartarse ellas ni un
instante, además de reportar cualquier cambio acerca de su esposa en el acto.
Aunque sintiera cierta desconfianza de la servidumbre a raíz del abandono que
ocupó la mujer en el accidente, ya tomaría cartas en el asunto por ahora,
tampoco es que pudiera castigarles a todos por las acciones de una desvergonzada.
-Ven conmigo, caminemos...- Los ojos
azules de aquella mujer tenían un algo que obligaba a confiar en ella y hacía
bastante difícil negarle algo, de hecho... solo hasta ese momento parecía
recordar unos ojos así de hermosos, pero no pensó mucho en ello y la siguió.
Atravesaron el hermoso jardín de la casa hasta una fresca pérgola con
enredaderas de rosa azul y narcisos amarillos sembrados alrededor. -Para
alguien que amaría de una intensa forma como ocurre con nuestra princesa, la
alianza... significa perder el derecho, la libertad que tenemos tú y yo, de
elegir esposa o esposo, de amar libremente a quien elijamos hacerlo o de
guardar el lazo que ya sentimos por alguien... ¿Entonces cómo podría estar de
acuerdo?-
-Tienes razón, en Tempuria no hay
boda que se realice sin el ritual del espejo- Natsuki suspiró hondamente ante
la sola idea, por primera vez aquel ritual se tornaba útil y a la par
inconveniente, significaba poner todas sus fichas sobre la mesa y ya conocía
los números de sus cartas, nada le favorecerían en una relación de poder como
la que se presentaba delante de ella.
-Nunca había oído de él...- Rena
sonrió con curiosidad, que interesantes resultan ser los Tempuria al conocerlos
más a fondo, tan simbólicos y religiosos como su propia gente, aunque su
adoración estuviese más centrada en Chronos qué Vitae.
-Revela la Horma y el Arquetipo...
dicho en nuestro lenguaje, la Uma y el Argo. Expone la compatibilidad del
sentimiento que poseen las personas que han de casarse, la fortaleza que tiene
y el matiz de la emoción que guarda...- Solo tuvo oportunidad de presenciar
esta ceremonia una vez. -El día de su boda, no será posible que oculten sus
sentimientos o la ausencia de ellos y esto es preocupante-
-¿Porque piensas eso Luna?- Rena le
miró con mayor interés.
-Serán expuestas a la vista de
todos... la unidad de ambas naciones pende de un hilo y un agravio puede ser el
detonante del colapso, tiene razón cuando afirma que muy pocos están de acuerdo
con esta idea antinatural, a mí tampoco me gustaría ver a la princesa Fujino
yacer junto a alguien a quien no ama, eso no es justo- Natsuki frunció el ceño,
era el tipo de cosas en las que no había pensado cuando afirmó la alianza entre
las naciones, no esperaba tener esos sentimientos incendiándose en su interior
y tampoco ocupar un lugar reservado a alguien más... entonces cabía esa
posibilidad ¿El constante desprecio de Shizuru se debía a otra persona? ¿A que
su corazón estaba comprometido con alguien más? La sola idea fue como una
estocada certera en el pecho, tan fría y ponzoñosa, pero cuanto más lo pensaba,
más encajaba aquella idea dentro de su mente. -“Talvez incluso sienta odio…”-
-No deseamos nada distinto que la
dicha para Shizuru. Aunque eso ya no es posible…- Afirmó con pesar la de
zafirina mirada, más pronto notó su indiscreción, se mordió el labio.
-¿A qué se refiere?- Natsuki Levantó
una ceja confusamente.
-Aquí en Élide, tenemos la creencia
de que existe una persona destinada a nosotros, que estamos unidos a ese
alguien por un delgado hilo translucido, uno atado por la diosa en persona… es
un vínculo que solo sabe romper la muerte, otros piensan que ni siquiera
entonces se rompe-
-Una sola persona… ¿Qué posibilidad
tendrían de encontrarle?- No entendía del todo la idea. -Si bien un Tempuria
normalmente solo tiene una pareja en toda su vida, no es inusual que fallecida esa
persona se pueda presentar otra unión, no se trata de un lazo que vincule a dos
personas antes de nacer, es el vínculo que se forma con el esfuerzo y el
cuidado… nunca damos por sentado a nuestra pareja, la protegemos-
-Diferencias de fondo que tienen
sentido. En mi caso, Terra Takemi es mi Fatum Filum y ciertamente no sabría
encontrar a nadie más… si no es ella, no es nadie. Después de todo, la
probabilidad de hallarla era tan pequeña.Muchas otras personas no se esfuerzan
en buscar… sin embargo algunos contamos con suerte, toparse por casualidad con
ese alguien- Sonreía tontamente Rena, como volviese a un momento en el pasado,
tan perdida en sus dulces memorias junto a la madre de su hija.
-Una suerte en verdad envidiable.
Supongo que cuando habla de la injusticia que acontece sobre su alteza la bella
Fujino, se refiere a que ella ya tiene un Fatum Filum- Era evidente entonces
que su matrimonio era de lo más que inconveniente para su sincero sentir por
alguien más.
-Así es Luna, su alteza ya había
encontrado a tan estimada persona y créeme que ofrecería todo cuanto tengo y
soy para impedir el matrimonio de ser posible. Pero ya nada podría hacerse…-
-¿Por qué?-
-Porque su Fatum Filum falleció hace
un tiempo… en suelo Tempuria, por la mano de otros coterráneos tuyos- Intentó
ser gentil al decirlo, pero había cosas imposibles de adornar en la vida y esa
era una de esas ocasiones.
Como un golpe seco, como un balde de
agua helada golpeando su mente, Natsuki sintió aumentado el peso sobre sus
hombros. -Como lo siento. Esas son muchas razones para detestar entonces a los
Tempuria que inundan su ciudad, gente como yo-
-Ojalá la mitad de ellos fuera como
tú… tu amor por la vida y las personas no se limita solo a los hermanos
Tempuria-
-¿Qué pasa cuando el Fatum Filum de
alguien… muere? ¿No es posible formar otro vínculo?-
-Dicen que se forma un vacío que
nada puede llenar… a decir verdad no me gustaría averiguarlo, así que lo ignoro-
Una sonrisa tímida y la Yumemiya se disculpaba por su ignorancia.
-Entonces que posibilidades tenía
ella en primer lugar…- La morena masculló entre dientes casi con reclamación a
la diosa y al mismísimo Chronos.
-¿Qué dices?- Pareció oír algo la de
negros y ondulados cabellos.
-Nada realmente- Era como sentir un
nudo por dentro, tanta frustración ¿Por qué nadie dijo nada al respecto? Era
una ignominia con ella y con Shizuru, razones por millares tenía para
detestarla a ella y a su gente, les habían condenado unos pocos imbéciles, ¡Oh!
Pero por Chronos que averiguaría quienes habían osado tanto y les haría pagar
sus nefastas acciones. Levantó la mirada y posó sus ojos de jade sobre la
amable faz de su nueva amiga, tenía la sensación de que su lealtad por la
princesa iba más allá del simple hecho de la posición de la escarlata entre los
suyos. -¿Por qué le guardas más que solo lealtad a la princesa? Es… mucho más-
Rena sonrió ante la suspicacia de la
joven morena, más le valía tener presente su inteligencia. Había dos razones de
peso, pero solo mencionó la primera y más importante de todas. -A ella debemos
el privilegio de la niña que tú has salvado hoy- Rena sonrió al notar el
desconcierto en la cara de su invitada. -... como habrás notado... mi amada
esposa Takemi es algo enfermiza, ella pertenecía a la casa de los Terranos
quienes se precian de la resistencia y la fuerza como la mayor de sus virtudes,
fue expulsada debido a su fragilidad y a la imposibilidad que suponía para ella
guardar vida en sus entrañas o así mismo brindar la semilla de la vida... esto
no me importó, sabes bien que el corazón no elige conveniencias cuando de
algunas cosas se trata, así que probé mi lazo con ella ante todos y se nos
permitió hacernos una en alma y forma, pero supuse que no tendría la dicha de
ver su amor y el mío formar una esencia tan sublime, una de nosotros dos-
Natsuki asintió imperceptiblemente ante una sutil sonrisa de Rena. -Cuando
vimos toda esperanza perdida, nuestra princesa nos concedió tan soñado anhelo
contra la voluntad de los Reyes...-
-Arika es... ¿Hija de la princesa? - Natsuki sintió un aguijón de celos
punzar su corazón que apenas pudo esconder en su rostro impasible y su puño
cerrado, ¿Cuánto más soportaría saber? Una desconocida sería su esposa, ser
-Jajajaja, no biológicamente Luna.
Nuestra Arika es la forma del amor mismo, es la obra más dulce jamás ideada.
Shizuru lo hizo posible a través de su elemental, Vitae que es fuente de vida
hizo honor a su nombre brindándole la capacidad de engendrar a Takemi...- Rena
silenció su alegre relato con una voz grave y una mirada indescifrable. -...
pero dar vida es la octava forma de nuestra deidad, el estado más poderoso y
por tanto el más complicado de controlar, esto casi le costó la vida a la
princesa y yació en cama durante semanas... desde entonces le está prohibido
manifestar a su elemental más allá del primer estado, para nosotros alejar a
nuestros elementales significa la soledad extrema, la más dolorosa prueba, el
vacío absoluto ¿Comprendes ahora porqué me preocupa tanto su unión con la
Comandante Kuga?-
-No cabe duda cuanto es amada la
princesa, ella es después de todo el vínculo directo con la Diosa... sus
acciones valerosas le han costado mucho, pero... al ver a la pequeña Arika, no
puedo más que justificar su proceder- La joven Tempus comprendía que a lo largo
de su estancia en el castillo junto a Shizuru solo habían pasado la mayor parte
del tiempo discutiendo, no la conocía realmente, no sabía de su cara amable, de
ninguna otra en realidad.
-Sin embargo, me pregunto ¿Por qué
has pensado primero en nuestra princesa?... ¿Acaso no sería primero para ti su
propia comandante? o ¿Kuga no sufre la misma ignominia con este acuerdo?- Rena
agitó su copa suavemente antes de percibir su aroma embriagador, degustó en sus
labios el vino tinto y finalmente bebió parsimoniosamente de ella.
La guardiana de Jade abrió los
párpados notando lo indiscreto de sus anteriores palabras. Qué remedio... cerró
sus ojos un momento. -Una mujer que se juzga tan valiosa, tan preciada, debe
tener todo lo que es posible decir para que cualquiera caiga rendido a sus pies
y nuestra comandante que es fría sólo en apariencia, seguramente no ha tenido
oportunidad alguna desde el principio- Bebió de su copa de igual manera.
-La conoces muy bien, a Natsuki Kuga
¿Cómo es ella?- Deslizó la pregunta con tono gentil, pero sus agudos ojos
azules quisieron ver con profundidad la esmeralda que seguían tan llenos de
melancolía en esa expresión que hermosa, se miraba tan triste.
-"Más de lo que quisiera conocerme... sé que voy a la debacle"-
La pelinegra depositó su copa vacía sobre la bandeja. -Me convenzo con esta
conversación, que no la persona adecuada para su alteza, lady Fujino… nadie
podría serlo en primer lugar, porque esa persona, ese momento… ya pasó- Se puso
de pie, observó en silencio la mano vendada y sintió la tensión de la tela en
su cabeza, ya había descansado demasiado, ya había jugado a ser otra persona
por mucho tiempo. -Es mi momento de irme Rena, la velada ha sido exquisita pero
no puedo olvidar mis obligaciones "Si
no es que Mai ya envió una brigada completa a buscarme"- Sonrió
lastimeramente, tomó la espada que estuvo abandonada sobre la madera de las
sillas de la pérgola.
-Luna...- La castaña de mirar
azulino comprendió que no podía ya retener por más tiempo a su invitada, la
dejaría ir, pero no sin un consejo. -¿Conoces la leyenda del Dragón plateado?-
-En los tiempos antes de las letras
y las canciones, cuando los Dioses eran jóvenes y los Dragones y Elementales
reinaban el mundo en soledad, nació entre ellos uno diferente, uno más negro
que la noche, con iris azul y de eléctrico aliento, uno tan distinto que hacía
las cosas muy a su pensar, dormía en el día y vigilaba la noche. Aquel dragón pasaba
su tiempo en las noches más brillantes contemplando a la luna, enloquecido por
su belleza entendió el sufrimiento del amor, postrado ante la luna, un día
decidió alcanzarla a cualquier precio, sin temor se elevó hacia el firmamento,
batió sus alas durante siete días con sus noches y albas, hasta que llegó el
momento en que se agotó su fuerza, sus alas maltrechas no pudieron sostenerlo y
se precipitó sobre el vacío con su inexorable muerte por delante...- De esa
forma se sentía, cayendo al vacío sin atisbar la más mínima idea de cómo
alcanzarla.
Cuando la voz de Natsuki se silenció
compungida, casi lóbrega... Rena intervino con tono efusivo y fuerte. -Sin
embargo... conmovida la luna por el devoto amor que le fue ofrecido por aquel
tenaz, curó al dragón de sus heridas y le imploró abrir sus alas poco antes de
caer al suelo, debía seguir viviendo... Las deidades juzgaron la valentía y la
osadía del dragón, le dieron así un regalo por su valor y un castigo ejemplar
por su atrevimiento, para que jamás osara otro como él alcanzarla una vez
más...- Yumemiya hizo una breve pausa, la joven pelinegra que le daba la
espalda había detenido su afán de marchar, le miró de soslayo y continuó su
relato. -Nació el fruto de la luna y del Dragón, uno tan blanco cuyo pelaje se
hace plata con el brillo de la luna, es así como la madre acaricia a su hijo y
el hijo puede sentirla, uno tan poderoso con el aliento eléctrico y gélido del
padre. Entonces los Dioses unieron a cada Dragón con el hijo de una tierra
olvidada como castigo y como regalo, para que ningún Dragón volviese a sentir
soledad, pero fueran serviles a sus hermanos. El dragón plateado fue elegido
entonces... y fue dado a la familia real Tempuriana, el nombre del descendiente
de aquel tenaz Dragón es Durhan- La joven Tempus volvió la vista sobre Rena con
una expresión confusa. -Pero no comprendo por qué me cuentas una historia que
todo Tempuriano conoce- Alzó su negra ceja con algo de dolor, la venda no
dejaba mucho espacio para que las frunciera.
-Porque sería oportuno relatar
aquella historia a tu comandante, te lo imploro y le transmitas este mensaje de
la más humilde forma posible- Rena se inclinó dando a entender la seriedad de
lo que pedía. -Si la comandante Kuga se encuentra en una situación tan
desesperada, si ha perdido el corazón en una batalla que se mira insalvable-
Levantó su rostro alegremente. -No ¿Debería seguir sin reparos el ejemplo de su
hermano el Dragón Plateado?... ¿No debería pensar en obtener lo que desea para
si por cualquier medio? Si bien es cierto que quizás caiga sobre la tierra
exánime, tal vez sea posible que se tope con una grata sorpresa... porque si lo miras de esta forma, el que
estén comprometidas por las razones que lo están ahora, no significa que sea
estrictamente necesario mantenerlo en esos términos... ¿No sería más prudente
intentar conquistar a la que se ama? - Inocentes palabras parecieran aquellas,
pero Rena no era la cabeza de la segunda casa de Vitae solo por su poder sobre
Zafira. - ¿No dijiste que en Tempuria el vínculo se forja a través del esfuerzo
y la constancia? Pues que sea la comandante una Tempuria en toda regla…-
La boca de Natsuki se quedó
ligeramente abierta sin saber qué decir, no lo había pensado siquiera, se dio
un golpe en la frente por mero reflejo y luego contuvo una mueca de dolor,
había olvidado la herida, pero eso no importó, había obtenido las respuestas
que buscaba en el lugar menos pensado. -Gracias Rena, ahora en verdad tengo las
palabras correctas para mi comandante- Sonrió antes de apresurar su marcha
hacia la salida y a punto de perderse de la vista de la señora Yumemiya se dio
la vuelta para despedirse apropiadamente. -¡Cuida de ellas! Las veré de
nuevo...- Y de esa forma la misteriosa joven llamada Luna desapareció por el portón
de la entrada principal.
Rena se quedó en silencio sonriendo
para sí, con su mano levantada en señal de despedida, su mano extendida aun
cuando Natsuki ya no estaba al alcance de sus ojos azules, así fue hasta que
otra voz gentil llegó a su oído. -¿Quién era esa joven a la que despides con
tanta alegría?- No era otra que Takemi con una somnolienta Arika en sus brazos,
Rena se puso de pie en el acto recibió a la bebé en sus brazos e indicó a la
dama de ojos violeta y largos cabellos castaños tomar asiento.
La pelinegra se inclinó para
prodigar un beso a su esposa y con una radiante sonrisa, una mueca confidente
susurró en el oído de la ex-Terrana. -Tengo la impresión de que se trató de la
joven prometida de mi sobrina, Shizuru es afortunada al contar con una persona
como ella para pasar el resto de su vida y mi querida Shizuma podrá estar en
paz al notar que no pudo tener mayor tino con la selección de una bella esposa
para su hija y una justa soberana para Elide. Lo sabes amor mío, aunque Irial
ya no este con Shizuru, siempre guardo la esperanza de que vuelva a sonreír
junto a la persona adecuada-
Takemi hizo una mueca triste. -Es
una pena que tardara tanto en despertar, me hubiera encantado conocerla...- La
expresión se compuso y mutó a otra de incertidumbre. -Pero ¿Qué ha pasado? Yo
estaba en la plaza con nuestra hija cuando he sufrido un desmayo y ahora he
despertado en nuestro lecho, espero no haberte preocupado demasiado amor mío,
debí llevar más sirvientes conmigo para no importunar las tareas pendientes que
tenías hoy, la reunión de guerra de esta madrugada te ha debido dejar exhausta-
No pudo evitar una mueca de preocupación.
Rena negó con la cabeza mientras
acariciaba gentilmente la mejilla de su amada mujer. -Si supieras el correr de
los acontecimientos de este día, te aseguro que dudarías un poco de mis
palabras-
Takemi río en respuesta. -Mi
confianza es eterna para ti... ¿Por qué no me cuentas lo que pasó?- Ante la
solicitud de la castaña, la señora Yumemiya no tardó en iniciar un relato casi fantástico
de las cosas que ocurrieron en la reunión, su prisa por llegar a la plaza donde
le informaron la encontraría, la fortuita caída del madero de tule y las
peripecias de Lunita para salvar el día, estuvo claro entonces para ambas que
el destino es caprichoso, tendrían ante sí a las dos futuras reinas, una capaz
de dar el brillo de la vida y otra que no dudaría ni un instante en proteger
esa intensa luz.
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Zas *-* que pasara uiuiuiui que barbara que imaginacion ufff saludos +.^
ResponderEliminarEncantador relato, ahora si, quedamos a la espera de su continuación. No demores mucho Cristalsif. Gracias por compartir tu escritura con nosotras. Simplemente Maravillosa!
ResponderEliminarExquisito capitulo, nunca lei palabras tan sabias... Cuando uno ama tienes que luchar con todo y contra todo para que ese amor florezca y se fortalezca. Una vez mas me hipnotizas con tu palabras. Espero la continuacion con ansias
ResponderEliminarPero que capitulo, ya conoció a su familia sin querer. Me sorprendió todo lo que rodea a Shizuru una gran persona con un gran dolor en su corazón. Todo apunta a que esto va a mejorar.
ResponderEliminarCristalsif siempre es un gusto leer tus historias.
Gracias por continuar. Me descubro que me pierdo en este tipo de historias, ya estoy como el ex que dice: No eres tu, soy yo. Agradezco que los capítulos sean largos y bien detallados con tantos detalles aveces minúsculos pero imprescindibles. Es mi imaginación quiero pensar que no me permite visualizar la historia con la narrativa. Pero gracias empezare de cero una vez mas, no se a donde me lleve mi imaginación pero gracias por crear, publicar y sobre todo seguir. seguro mas de una agradecemos el esfuerzo.
ResponderEliminarQuerida Cristalsif:Termine de leer este capitulo con el corazon galopante y la mente me llevo a lugares maravillosos.
ResponderEliminarEs impresionante poder leerte,que genialidad tu imaginacion!!gracias,gracias por compartirnos tus historias tan bellas.Me encantaria que publiques en libros tus escritos porque se que mas de una te compraria las novelas,y me incluyo como fans tuya que soy.
Enamorada de Natsuki en todas las historias!!
Mia de bsas.
Me negué a leer esta historia antes de que termine danza entre lobos, sin embargo gano mi curiosidad jajaja.
ResponderEliminarComo todas tus historias que escribes son excelente, no podía ser menos este, cuando lo lei me gusto ahora estoy queriendo ser una tempuriana y ha llegado esta historia xD
No nos hagas sufrir con lo del sexo con otras personas que no sean nuestras protagonistas nat y zuru por favor mi corazón no lo entendería ya sabes habemos mujeres a la antigüita.
Te mando un abrazo y un beso, ojala puedas actuzalizar ambas historias.
Con cariño Maria Rene.
Por Dios no duren tanto para subir los capítulos. Estoy en cantada con la historia y esperó que no hagan como con algunas historias que tengo meses y años esperando el final.
ResponderEliminarPor Dios no duren tanto para subir los capítulos. Estoy en cantada con la historia y esperó que no hagan como con algunas historias que tengo meses y años esperando el final.
ResponderEliminarHermosa historia nos tiene enganchada, ahora esperar el proximo capitulo.
ResponderEliminarHola cristalsif, espero que todo vaya bien en tu vida. Gracias por estas increíbles historias. Me encantan, Saludos.
ResponderEliminarPARA CUANDO EL PROXIMO CAPITULO
ResponderEliminarHola Cristalsif, como todas tus historias está es increíble, tanto así Que me soñé Que actualizabas y entre para ver si quizá sí *calcula cual obsesionada estoy con esta historia* jajaja #Unlunestriste #Lailusiondeldía #Nohaymotivación jaja esperó que todo vaya bién en tu vida. Un abrazó.
ResponderEliminarEse e tu problema k se te olvida k estas asiendo una cosa y depue de 2 o 3 mese ek subu1 capitulo asta sab Dios
ResponderEliminarMe voy a terminar las uñas de esperar, ten piedad jajajaja
ResponderEliminarCuando actualizaraas... muero ante tanta espera
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