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Tempus vitae - Cristalsif - 5

Tempus Vitae

Capítulo 5

Prueba I

El aliento sabía escaparse de sus labios ante el malestar que escondían sus miradas sobre el enorme espacio, las prolongadas líneas de estanterías con libros de todo tipo y sus botas haciendo eco en el silencio, ante el interminable andar que no cesaban sus pasos ni sus cavilaciones. Siempre que la reina de Tempuria deseaba pensar sobre los asuntos importantes para su nación, se perdía en la amplitud de la biblioteca del castillo flotante, para encontrar sus momentos de soledad y reflexionar de una mejor manera las posibilidades, aunque no siempre fuera de ese modo, otras veces solo buscaba algún momento de paz en la compañía de un buen libro. Natsuki vagaba por el lugar sin decidir qué leería esa noche, pues entre sus planes no estaba acudir al establo de la familia Fujino, donde acordaron dormir, no le apetecía ver a la altiva princesa de Élide, no después de aquellas nefastas verdades. -Una mujer... una mujer ha sabido doblegarme con tanta facilidad, que resulta indignante, pero más que nada... preocupante- Susurraba a la nada, la aparente nada, pues sabía que a su lado yacía en la oscuridad una silenciosa compañía. -La sacerdotisa de la orden Tempus Vitae, acierta en sus aseveraciones y no puedo yo desposarme con semejantes diferencias entre nosotras, Shizuru es peligrosamente manipuladora- Mientras sus dedos rozaban los robustos lomos de los libros, más antiguos que ella misma, tan llenos de las preciadas letras del pasado, de cuentos y aventura, de culturas, de tan inconmensurables contenidos, encontró un título interesante. “La Hypo di Malaikah”


-¿La máscara de los Malaikah?- Al Abrir el libro cerca de la mitad y atisbar las primeras páginas, cuyo capítulo sexto iniciaba, aludía otro título en el idioma arcano que sólo ella había aprendido con sus maestros... “Bathus” -¿El abismo?- Un nombre como aquel, incitó a la lectura.

“Aquellos, los bendecidos por la bondad del tiempo y la vida, inmortales, hermosos como pocos... fueron relegados a la oscuridad sin fin en el abismo de Mettelos. Su acto abominable los relegaba al olvido, a la detención del tiempo y la vida. Sin el amor de los venerados, la mortalidad permeó la carne antes libre de mancha y muchos perecieron en el éxodo, a lo largo de los azarosos pasajes del nuevo submundo al que fueron desterrados... Las calamidades, las enfermedades se hicieron lamentos sempiternos de agonía ininterrumpida, los corazones hechos de las más lustrosas gemas, antes tan puros como el diamante, fueron pronto corrompidos bajo el peso del hambre y las penurias, la oscuridad convirtió en piedra la joya, se hicieron tan fríos como la sangre que corroía sus venas, jamás sintieron de nuevo la tibieza del contacto de sus semejantes... solo las asperezas de sus frívolos espíritus expuestos a la vista, tan horrendas las facciones un día gloriosas e idílicas, fueron olvidadas. Marchitas las flores bajos sus pies, una sentencia visible de su deshonra y de la luz no quisieron saber... envilecidos en la mente y el corazón.”

Cito con voz profunda, apagando aquel tono al finalizar la última línea. -Una historia lamentable, un cuento para asustar a los niños pequeños, nadie podría cometer tal abominación... algo tan grave para caer de la gracia de los Dioses- Negó con una sonrisa amarga en los labios. -¿No lo crees así?- Un par de largos y pálidos dedos, tan delicados acariciaron su hombro con suavidad.

-¿Qué le angustia a su majestad?- Susurró un murmullo gentil, una voz apacible y tranquila.

Natsuki cerró el libro, volvió a ponerlo en su lugar y un largo suspiro escapó de su interior. -Temo a estos extraños sentimientos que han comenzado a llenarme, no debería un matrimonio ser tan complicado ¿O si Nina?- Se dio la vuelta para encontrar de frente un par de ojos hechos de fuego y una melena tan negra como la suya, una tan larga que un broche ajustara a la cintura de la sacerdotisa Tempuriana, la más poderosa en el arte de la guerra.

-Lo simple es lo pequeño y cotidiano, eso conforma las grandes muestras de afecto, del amor mismo, pero lo simple se hace complejo cuando hay confusión alteza- Le musitó con ternura la joven, aun si la dama era menor por tres años de edad, parecía poseer una sapiencia superior, una sabiduría inducida por los dioses. -¿Qué le causa confusión?- Nina jamás descubría el velo de su rostro en presencia de las gentes y aun para su reina, escondía todo espacio posible de piel, nadie cuestionó tal decisión, la mayoría suponían un voto detrás de aquel acto, pues resultaba un gran esfuerzo para las sacerdotisas elevar sus cantos y danzas a los dioses con demasiada ropa encima, ya que normalmente eran rituales de larga duración.

-La princesa de Élide me confunde considerablemente, existen ocasiones en las que parece importarle nuestra unión, como si deseara ser... lo que llena el vacío en mí... mi Uma, mi otra mitad...- Natsuki observaba sus manos abiertas mientras decía aquella palabras, eran sin duda una declaración de amor, la había llamado su Uma, su alma gemela entendida así para los amigos de los dragones, le había dado una posición superior a la que ocupara su propio Dragón, como dicta la ley Tempuria para una esposa. -Pero existen otras tantas...- Volvió fría la mirada esmeralda y con ella se cerraron sus puños. -En las que solo veo el rostro de su desprecio y empiezo a pensar que esto...-

-Le hace daño...- Nina tomó la mano de Natsuki y le guió hasta sus aposentos reales, los cuales usaba con muy escasa frecuencia, en lo que ocupaba una larga y tranquila caminata por los interminables pasillos del castillo flotante. Aunque Natsuki evitara entrar en su propio cuarto debido a la sensación de soledad que este le prodigaba, no podía negar nada a su querida amiga, su primera amiga. Se encontraron frente a la puerta de granito blanco, una gigantesca entrada con hermosas esculturas de relieve y formas draconianas obstruyendo la entrada, era en verdad una puerta hecha para gigantes, que se abría girando una esfera hecha de zafiro, una que solo brillaba con el tacto de la mano de la Tempus y que sólo podía ser abierta por la reina Tempuria. Una vez ingresaron, tras la formidable apertura de la puerta cuyos sellos y dragones se movieron para darles paso, Nina ocupó su deber como leal súbdita de la joven y posando las manos en los broches de la armadura, pretendió retirarlas, pero una mano le interrumpió con ternura.

-No eres una sirviente, no tienes que hacer esto- Una mirada afable le era obsequiada, tanto tiempo en su compañía y parecía olvidar que no era como cualquier otro de sus súbditos.

-Natsuki olvida su posición, representa la esperanza de nuestro pueblo y por sus venas corre la sangre del primer Tempus, aquel a quien debemos el honor y las bendiciones que los señores Dragones eligieron obsequiarnos... además, lleva mucho tiempo fuera del castillo, en verdad quisiera hacerlo- Arguyó Nina con aquella voz que no admitía réplicas, fue así que Natsuki le permitió retirar la capa y la armadura para yacer en sus atuendos más cómodos, una corta falda blanca y un par de amarras blancas a la altura del pecho, nada tenía que envidiar la pelinegra a una amazona en atuendos como aquel.

Nina guió a su joven majestad hacía una cama con las mismas proporciones del vasto salón, la cama tan inmensa que podía ocupar su dueña, un harem e incluso su dragón, resultaba como una tremenda piscina de plumas y seda, así tomaron asiento en el amplio lecho. Allí la de ojos rojos le obligó a reposar y como el día en que se conocieron, la más joven ocupó el afecto que Natsuki le prodigó para darle calma, sosteniéndola en sus brazos y acariciando su cabeza con la yema de los dedos.

-Tenía siete años entonces... ¿Lo recuerdas?- Preguntó Nina con voz apacible, tal vez y después de aquellos momentos, su querida Reina y protectora, se hubiese dormido. La respuesta no llegó, al bajar la vista notaba los párpados cerrados y la tranquila respiración de Natsuki, así que confiada se atrevió a decir más. -Habían atacado mi aldea, la última en pie... la última en la tierra más alejada, en lo alto de la montaña... no son buenos escalando, dijeron los líderes para aplacar el temor, pasado tanto tiempo sin que nadie pudiese subir los peñascos... nos confiamos- Deslizó los dedos por la frente de Natsuki, observándola en silencio. -Me despertaba en las noches para vigilar, quería prestar ayuda, ser una guerrera como mi difunta madre, como tú... pero descubrieron mi habilidad al sanar una herida a otro niño, mi destino fue sellado entonces para ser una sacerdotisa... solo viviría para alabar a las deidades y usar mi magia para ayudar, no es una labor desdeñable, pero yo deseaba otra cosa para mí- Depositó cuidadosamente la cabeza de la Reina en una almohada y se acostó a su lado, mirándole sin descanso. -Oré tantas veces con estas ropas, el frío era insoportable a esa altura... supliqué una luz en medio de aquella profunda oscuridad, pero en cambio esos seres se alzaron sobre la montaña a través de las cuevas, rasgando la piedra incansablemente durante años- Acarició la mejilla, acercándose para estar cerca y abrazar a Natsuki por la cintura, queriendo cubrirla del frío. -Salieron de entre las rocas, atacando bajo el manto de la noche... evaporaron la efímera paz como la primera vez, todos huyeron, todos montaron a su dragón, pero Neptuno era pequeño e incapaz de volar muy lejos, estaba tan asustado como yo... creí que iba a morir...- Nina suspiró muy cerca de los labios de Natsuki. -Entonces apareciste tú, sobre Durhan, detuviste el tiempo brevemente para que todos pudieran escapar y te alzaste poderosa entre tus enemigos, destajaste a cada monstruoso Reptilian hasta no dejar uno vivo, aun así, toda esa rudeza se desvaneció en cuanto me encontraste escondida y hecha un manojo tembloroso- Nina sonrió cerrando los ojos y juntando su frente a la de Natsuki. -Por esa razón, por ser el escudo que todo lo soporta, la única que se atrevió a luchar por una niña enclenque y débil, siempre estaré a su servicio-

-Solo, quédate siempre... conmigo- Al escuchar aquella voz, Nina abrió sus ojos grandemente, solo para encontrarse con unos glaucos que la miraban de una manera extraña. La Sacerdotisa quiso apartarse, pero un par de brazos se aferraron a ella con dulzura, para no dejarla escapar. -No te vayas, no te escondas de mí- Natsuki deslizó sus dedos sobre la seda en el rostro de Nina y retiró con mucho cuidado la prenda, la más joven quiso retener la mano, pero se abstuvo de hacerlo cuando sintió la tibieza rozarle directamente la piel, era algo notoriamente placentero y nuevo. -Pero... si eres tan hermosa-

Nina sintió arderle las mejillas, elevó la mirada sobre la faz de su alteza. -Tal parece que no me dejará ir...- Sonrió. -Sin embargo, Natsuki sigue sin contarme porque estaba tan ensimismada en la biblioteca, la princesa Shizuru es difícil, pero no imposible, ¿Por qué ahora le resulta tan difícil su boda, si ella podría ser la Uma de Natsuki?-

La pelinegra suspiró largamente, moviéndose para mirar el distante techo. -La realidad es que esa sacerdotisa del demonio me ha puesto una prueba imposible para mí- Se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos. -Mai no me deja contratar a una Uruha y yo nací negada para la seducción, lo único que hago bien es blandir una espada, no se siquiera como darle un beso apropiadamente, como tocarla sin hacerle daño, soy... soy muy tosca- La mandíbula tensa y con los brazos cubrió sus ojos. -Nadie podría enseñarme a ser gentil, mis padres murieron muy pronto... nunca tuve tiempo para ser la persona especial de alguien, me preocupaban otras cosas y ahora eso parece un enorme problema, cuando ella siempre encontró la ocasión de yacer con otras personas- Dijo lo último con voz agria y enfurruñada.

-Su alteza no necesita eso, porque ya es gentil- El sonido que cual arrullo se hace suave y llega desde muy cerca, con el aliento que tibio se hace sólido, los labios de Nina se unieron a los de Natsuki, llevándose para sí, su primer ósculo. Con el cuerpo de la sacerdotisa sobre el suyo, retiró el velo de sus brazos. -Entonces yo serviré a sus propósitos, porque así lo deseo- Musitó Nina con sus intensos ojos de fuego mirando a Natsuki. -Ahora intente responder, alteza- Nina dejó sus labios muy cerca de los de la mayor.

La pelinegra se observó confundida y estupefacta, pero pronto comprendió la intención de su leal amiga y sonrió, no se amaban, tenían un lazo diferente. -Así será, si Nina no vuelve a esconderse de mí, nunca más... yo le suplico liberarse de estas ataduras que ella misma se impuso, porque quiero ver su sonrisa muchas más veces- Natsuki besó los labios, incluso los mordió un poco mientras estrechaba entre sus dedos la barbilla de la sacerdotisa.

-Su alteza hace trampa, pues sabe que no puedo negarle nada- Nina se levantó tomando asiento a la altura de la cadera de Natsuki, y con parsimonia retiró el exceso de prendas que portaba, de esa manera yació en atuendo muy similares a los de la reina, solo que de color azul. -Esta es mi piel, esta soy yo...-

-Así que estas son las marcas de las sacerdotisas polaris- Deslizó y trazó las líneas con un tacto de seda. -Son, hermosas-

-No se distraiga alteza- Nina sonreía divertida por la situación. Tomó las manos de Natsuki y las llevó a su rostro, se inclinó para estar a la altura propicia.

-Si vamos a hacer esto, por favor di mi nombre...- Natsuki se le quedó mirando, oscilando la esmeralda mirada entre sus ojos y sus labios.

-Natsuki- Susurró muy quedo, antes de volver a sentir una boca ansiosa en la suya, primero con cierta rudeza, una pasión peligrosa, lentamente Nina con la fuerza de sus brazos le separaba un poco y el ritmo se hacía más lento, a la par que las caricias se hacían vivas en la autonomía de las manos que recorrían aquellas líneas tejidas con oro sobre la piel nacarada de la espalda. Yacieron entre besos y curiosidades varias durante un par de minutos, explorando el secreto que componen las intensidades, las texturas, los matices y el calor de la piel misma, los jadeos ya tenía lugar y más escurridizas las manos, los movimientos de los cuerpos aferrándose anhelantes... sólo entonces la reina de la nación del Dragón, pudo percibir la gentil mano puesta a la altura de su pecho, sobre el lugar donde estaría su corazón. Los labios rosáceos se apartaron de los suyos, dejando tras de sí como único testigo un tenue hilo de cristal y el sabor de las memorias dulcemente compartidas.

Las gemas hechas de esmeralda se posaron sobre el intenso fuego que componían los ojos mismos de la bella sacerdotisa Polaris, confundidos y temerosos por haber hecho algo mal, quizás algún disgusto había ocasionado la abrupta interrupción, pero la sonrisa amable y el sonrojo puesto sobre las mejillas de Nina, le dieron a saber otra cosa.

-Debemos detenernos- Susurró la voz suave en el oído de Natsuki, cuyos brazos aun sostenían la delicada figura de aquella doncella.

-¿Por qué? ¿Acaso te he agraviado?- Respondió la Kuga apoyando su barbilla en el hombro desnudo de la joven Wong.

-Porque no se puede dar demasiado a un sediento, si sirvo ante ti un cuenco de agua, podrías ahogarte en tus esmeros por saciar al fin la sed ¿Pero acaso sabe un sediento detenerse cuando ha bebido de un oasis?- La dama en cuya piel estaba marcada la insignia de sacerdotisa negó con la cabeza, respondiendo entonces a la pregunta que silenciosa continuaba en el aire. -No puede calmarse una ansiedad que se cree física, cuando la sed está en el corazón y no hay saciedad a una pena, si la vid está servida en la copa equivocada- Nina separó audaz pero suavemente su cuerpo del de Natsuki. -Yo no soy la copa adecuada, se bien que tan preciada luz ha de ser entregada a la persona indicada... no puede mi piel calmar los ruegos que su espíritu clama en pos de otro nombre. El nombre de la princesa de Élide-

Natsuki apartó su rostro, desviando la mirada sobre la vasta seda del lecho. -Una que desprecia con tino certero a quien está dispuesta a demasiado por ella-

La menor deslizó sus dedos sobre la mejilla de su joven Reina. -Si Natsuki es sincera, si piensa que su mal ha de sanar una vez las dos intimemos, entonces no quedará en mi reserva alguna sobre continuar... mi mayor angustia permanece sólo por el miedo a herir con mis actos la bondad de mi Reina-

-Aún me pregunto quién cuida de quién Nina- Natsuki sonrió como entendiendo por fin las palabras de su querida servil. -Te agradezco profundamente el conocerme mejor de lo que yo puedo conocerme, estoy llena de ira y de tristeza, esos no son los sentimientos que quisiera memorar de una ocasión así- Esta vez Natsuki prodigó un beso tierno a la frente de la doncella, sabía que en ese instante, yacer con Nina sería por desamor, no podía todavía cumplir la solicitud de la sacerdotisa, sin llenar de amargura un momento que no sabría olvidar en toda su vida. -Pero, te escojo a ti para ser la primera-

-Entonces debe reposar... cuidar de su salud y descanso, es como cuidar de la de todos, pues en usted está puesta toda nuestra esperanza- Nina obligó a Natsuki a yacer en el lecho, esta vez solo para dormir y nada más. -Recuerde que mañana será otro día y yo aguardaré, cuando la mente y el cuerpo estén en calma, sin reparos le daré a beber un elixir de locura, descubriremos juntas otras mil sensaciones más, pero hasta entonces, llegue la paz a su corazón y que su sueño sea dulce-

-Hay ocasiones en las que me pregunto si soy la persona adecuada- La belleza pelinegra cerró sus ojos aun agobiada por algunos de sus pensamientos, dudando... tales flaquezas nadie más tenía el privilegio de observarlas, el temor a fallar era sin duda algo encantador para alguien que había visto los esfuerzos de una amiga por unir a los clanes nómadas de Dragones, así como cuidar de ellos.

Las suaves y pálidas manos de Nina acariciaron la melena cobaltina, y con susurrante voz respondió sobre aquella inquietud. -No se trata de ser la persona adecuada, se trata del amor dulce y protector que Natsuki le procura a su gente, a quienes ama... eso es lo más valioso, no tema entonces a su fuerza, no dude ya de su temple, sólo sea quien es y la mirada que desea se posará sobre usted... Le prometo que pasado el tiempo, ella no podrá ver a nadie más- La caricia cuidadosa no se detuvo en un largo momento, con desvelo tierno se extendió hasta que Natsuki yaciese dormida. -Mañana u otro día, no estará a la merced de la dama... serán iguales, esa es la lección que no debe olvidar, Uma y Argo son complementos perfectos, opuestos paralelos, siempre igual de valiosos-

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Transcurrieron los días, entre cuidar los detalles de la diplomacia, proveer el sustento a las naciones teniendo en cuenta el trueque de alimentos, especias y toda clase de bienes, debatir cuestiones de espacio para el futuro asentamiento de los descendientes de Chronos en tierra firme, la generación de una moneda que integre las economías de ambas naciones y cumplir el acuerdo con la sacerdotisa Tempus Vitae, con la ayuda de Nina durante unas cuantas horas al día, fugándose de la vista del mundo... todo aquello había sido suficiente para extinguir cada minuto del tiempo de Natsuki, quien había evadido consciente o inconscientemente a la princesa de Élide para evitar discutir o sentirse todavía agraviada por la información que le administró Nao Yuuki. Quien por cierto había tenidos sesiones del curso prenupcial en solitario con cada una de ellas, la belleza pelinegra no entendía la extraña dinámica, pero la acataba las reglas debido al acuerdo pactado por sus pueblos, así como la idea de desposar a Shizuru a quien anhelaba sinceramente, pero eso solo lo sabían Nao, Mai, Nina y Mikoto.

Shizuru no se hallaba menos ocupada, por su parte supervisaba aspectos de la construcción de los puentes en el lago, canales en la parte anterior de la ciudad para extender hasta el pie de las montañas los cultivos y la ampliación de las murallas exteriores, la inclusión cultural de los Tempuria en los rituales de los elementales para el año próximo, el ordenamiento de nuevos reclutas para los ejércitos de ambas naciones, quienes serían entrenados por su hermano Reito, el comandante de Aurus y la sacerdotisa polar, Nina Wong. La castaña no había declinado las sesiones con la sacerdotisa de la orden Tempus Vitae en cuanto oyó de labios de la bella Julieth, como se auto nombraba la peculiar mujer de cabellos rojizos, que su contraparte había superado en cada paso las pruebas que le habían sido impuestas, salvo aquella que le había solicitado en primer lugar. Algo de eso le alivió profundamente, pero sabía la portadora de Vitae, que el tiempo restante era corto y la terquedad de Natsuki tan grande como todo Helios. Por su parte había cumplido su palabra, había prescindido de sus consortes nocturnas, no sin la lamentación de algunas de ellas, la abstinencia le estaba afectando en más de una forma, pero su orgullo no le permitiría admitir que su sed se hacía más intensa cada noche, al ver a su prometida en paños menores justo antes de ir a la cama para dormir y como lamentaba que no fuera del verbo dormir con alguien, más que la literalidad del acto onírico en sí.

La princesa Fujino, observaba los planos de las obras desde el confort de un templete dispuesto a 8 metros sobre el suelo, desde allí podía evaluar e instruir a sus colaboradores la debida disposición de los materiales, además de supervisar el trabajo de los Golem y los dragones, los que pieza por pieza, mezcla sobre mezcla, elevaban las altas e impenetrables murallas que extenderían la amplitud de las fronteras seguras de Aurus. A la par y durante breves interludios ocurridos durante los traslados de materiales e intercambios de turnos entre los trabajadores Shizuru apreciaba el entrenamiento de los jóvenes reclutas, que según lo estimado por su padre representaría el primer escuadrón integrado entre las dos naciones, la hermosa doncella sonrió recordando las palabras del mayor en años y jerarquía... “No hay conflicto, si los guerreros no distinguen coronas, si los amigos sostienen escudos y espadas para proteger las mismas casas y a la misma gente, tal vez incluso los mismos ideales, con el tiempo serán leales entre sí y de ese modo no importará el origen de su cuna...”

Pero por lo pronto Kenji estaría desencantado con los resultados más recientes, la heredera a la corona había sido testigo de algunas peleas innecesarias y uno que otro encarcelado, incluso si el grupo no entraba en discusiones movidas por las numerosas generaciones de enemistad que los antecedieron y yacieran pacíficos en los entrenamientos e instrucciones mágicas, si los mirara solamente unos breves minutos, los diferenciaría sin lugar a errores. Pese a la falta del uso de Elementales o Dragones con el objeto de integrar sus estilos de combate y fortalecer primero a los guerreros como seres autosuficientes en batalla, la joven dama aún podía distinguir a los Tempuria y Élide sin esfuerzo alguno, circunstancia que le entristecía, ya que la diferencia se observaba al parecer insalvable.

Por un lado, los Tempuria usaban atuendos de cuero ceñido llamados ‘Draco Flake’, siendo en esencia botas, chaquetas y pantalones tintados del color de su dracónico amigo, así como una réplica de la textura de la piel del dragón, adicionalmente y en hilo burdo ostentaban camisas sin mangas de aspecto recio, con los brazos descubiertos delataban el uso de brazaletes llamados Reiji donde podían alojar a sus dragones durante breves periodos de tiempo, una facultad que Shizuru no comprendía del todo, pues una criatura de las dimensiones de un dragón no podría caber en una gema del tamaño de una moneda o incluso menos. Adicionalmente apreciaba que los Tempuria eran fornidos, de facciones más duras, incluso en las mujeres, o se debiere quizás a los ceños fruncidos que abundaban en sus caras; sus armas, eran por mucho más grandes y de aspecto pesado, aunque no por ello menos afiladas, delatando en los hermanos de los dragones la dureza de la vida que durante aquel exilio llevaron en las montañas, o en las cuevas cuidadosamente selladas, cazar o morir, implorar frutos a la tierra en lugares muy poco amables para la siembra, ir de un lugar a otro hasta el momento de ser reunidos por su actual soberana, ellos eran físicamente la viva expresión de una vida difícil.

Por el otro lado estaban los Élide, llamados ‘Elfen’ por su peculiar forma estilizada y alargada, sus níveas pieles y largos cabellos, hombres y mujeres ataviados en linos y sedas, usaban vestiduras llamadas Gregoris, así como tiaras de oro, plata o bronce, según su rango dentro de las ocho castas de elementales. Shizuru veía la aparente fragilidad física de su pueblo... si es que se les comparara con los otros, apenas los Terranos poseedores de elementales de tierra como los Golem o los Onix, podían delatar un poco de la masa muscular de los Tempuria, los demás eran quizás muy estilizados para ofrecer alguna competencia en lo que a fuerza se refiriera. Sin embargo, la hermosa Fujino... sabía que tras la gracia de los habitantes de su casta, se apreciaba el intelecto, la agilidad y la velocidad como la más preciada arma, demeritar el precio de su fuerza de voluntad sería el más fatídico error de cualquier enemigo, porque cuanto más fuerte fuera esta virtud, mayor alcance y poder tendría la extensión espiritual del propietario, dicho en otros términos, más temible y formidable sería el elemental. Es así que la castaña se enorgullecía de su pueblo, pero comenzaba a ver con ojos de admiración a los Draconianos, fuertes, fieros, disciplinados, casi sincronizados en el combate.

Al verlos comprendía que cada dragón en verdad representaba a su dueño proyectando ser una extensión o la fusión de dos seres, de la misma forma que los elementales manifestaban las características de cada Élide, eran la forma visual del Animus de cada hombre y mujer de las dos naciones. Ello le hacía pensar en la evasiva reina de aquel pueblo, Durhan no era un dragón escamado de coraza dura, de hecho tenía el pelaje más suave jamás percibido y eso sería mucho decir si contaba los conejos con los que jugaba cuando era niña, el dragón era blanco, casi perlado y plateado en las noches de luna llena, alargado con alas estilizadas, extremidades fuertes pero delgadas, ojos de un celestino color zafiro, hocico definido y cabeza lobuna, con cuernos alargados de color negro, si lo pensaba bien, Durhan era el ‘Elfen’ de los dragones, uno de los más hermosos que hubiera visto nunca. Entonces ¿Natsuki le parecía de la misma forma igualmente bella? La respuesta era ‘Si’, le hubiera parecido Élide de haberla visto alguna vez con un Gregoris, sin embargo no era por completo delicada su anatomía, la llamaría fibrosa y muscularmente atlética, no olvidaba que durante la ducha pudo verla completamente desnuda, su piel era tan nívea y cada parte de su cuerpo se miraba como la perfecta mezcla entre lo femenino y lo Tempuria, teniendo en cuenta lo macizos que eran todos los demás, contando las escasas excepciones de Nina, Mai, Mikoto y algunas de las otras doncellas de aquella raza, directamente relacionadas con los ámbitos espirituales.

Una distracción y al dejar de mirar la obra en construcción, uno de los Golem dispuso los bloques de granito con un desnivel considerable en la hilera, que de continuar sería irreversible y un punto de ataque en el eslabón débil de una cadena. Shizuru suspiró, salió del cobijo del templete y se asomó en la barandilla lateral. -Aika, detente...- No necesitó subir el tono de su voz, pues una corriente de aire llevó aquel mensaje a los oídos de la diligente doncella. Cuando la Terrana volvió la vista sobre su princesa, notó preocupada como la castaña de elegante andar saltaba desde lo alto del puesto de supervisión a ocho. La Fujino no se preocupó de su caída, porque la invisible Aer Vitae creaba un pequeño tornado en el suelo para recibirla con la suavidad de una almohada de plumas, sin embargo la castaña no tuvo realmente la necesidad de usar a su divino elemental, pues una figura blanca que hasta hace unos segundos estaba en su pensamiento, había acudido a sostenerla antes de que alcanzara el suelo, y sobre aquella criatura, la odiosa Reina Tempuriana había sostenido su cuerpo como si se tratara de una damisela en peligro, con un delicado cuidado.

-Se más cuidadosa... he tenido suerte de atraparte- Musitó con disimulada preocupación la pelinegra en cuanto alcanzaron el suelo. Para la ocasión, la Kuga lucía un Draco Flake, atuendo de uso común durante sus días de oficios varios en los dos reinos, fundamentalmente empleado en las labores de reconocimiento y vigilancia de las fronteras cercanas, por su capacidad de camuflaje.

-No hacía falta, no solo Natsuki tiene trucos... yo tengo a Vitae- Respondió Shizuru desviando la mirada a otro lado y cruzándose de brazos. La princesa no iba a confesar cuánto le gustaba ver a la belleza pelinegra enfundada en ropas de ajustado cuero nebuloso, del cual no podría afirmar si era blanco, perla, un gris claro, o una mezcla de todos. O el halago que significaba sentir su gentil protección.

A su lado, la belleza pelinegra observó a una translúcida e inmaterial forma de color verde, dorado y azul, la Kuga podía jurar que se trataba de una criatura humanoide, de una mujer en extremo cautivadora. Iba de un lado a otro, como la pequeña hoja que se mece con el viento o como la sirena en las aguas, tan curiosa y ágil, tan vaporosa como mística.

-Vitae... graciosa y magna Vitae- Alcanzó a murmurar la Tempus cuando el divino ser se acercó más allá del límite personal, pudo ver que sus ojos eran dorados, sus cabellos verdes y su piel azulada, aunque para la mayoría ella ni siquiera era visible, Natsuki no dejaba de sentirse hechizada por la diosa.

Así tembló cuando sintió el roce de la brisa, pues la mano de aquel ser legendario acarició su mejilla y se deslizó hasta su barbilla, obligándole a levantarla. -El dulce Chronos es tu ancestro... te cuida a cada paso, como el padre amoroso que te fue negado en las marchitas historias de los hombres- Se escuchó un eco, una voz suave tan melodiosa que el melifluo sonido de un arpa jamás podría igualar, era una niña, una joven o una sabia dama, a todas ellas se escuchaba en los oídos de la Kuga.

-S...i... Sí-  Susurró una Natsuki incapaz de mover un solo músculo, incluso de hablar, contemplar a Vitae era un privilegio que la deidad le daba a voluntad y su contacto, ser tocada por ella le estremecía de pies a cabeza. Casi olvidaba respirar en medio de aquel extraño embeleso, algo tan antiguo como profundo dentro de la Tempus se estremecía ante aquella inusual compañía.

-Que curiosa serendipia... encontrarte a ti, cuando buscaba la frialdad del hielo y la indiferencia del tiempo. Ver que el fragmento de carbón que se ha convertido en diamante que aún se debe pulir- Pareció sonreír la etérea criatura, acercando aún más su rostro, deslizándose vaporosa en derredor de Natsuki como si apreciara una escultura, como el ave curiosa que revolotea en derredor de un lugar antes de posar el nido. La morena no pudo más que sonrojarse ante la divertida expresión de Shizuru, quien sabía cuán ladina podía ser la deidad. Tan vinculadas estaban las dos que ‘Vita’ como la llamaba en privado, ejecutaba y sin recato las acciones que ella por orgullo no se atrevía, además sería la primera vez en siglos qué Vitae tuviera contacto con un miembro de la familia heredera de Chronos. El dios del tiempo y el espacio, tan escurridizo e indiferente, ambos seres había creado el mundo en medio de un intenso y apasionado caos... en su cosmología, Chronos y Vitae habían sido amantes al principio de todo, pero ignoraba porque en el tiempo ambos seres se habían apartado del otro.

-Es tan gentil su roce... acaricia mi Ánima, que humilde se postra en su presencia...- Natsuki pretendió delatar un gesto de adoración. Pero la diosa no se lo permitió, rio con un arrullo de voz cantarina y después se marchó de su vista, dispersándose como viento, hasta que solo yacieron las dos apartadas por un momento del resto del mundo.

-Es muy hermosa... la adorada Vitae, yo no... Había visto o sentido nada semejante- Musitó aún en medio de sus ensoñaciones la Reina Tempuria.

Shizuru entrecerró los ojos. -Una de las razones para que Vitae no se presente ante todos... es la cara que tienes en este momento, vergonzosa sin lugar a dudas-

Natsuki percibió el insulto en su voz. -¿Por qué estás tan molesta? Yo solo me he sentido de la misma forma que tú cuando viste por vez primera a Durhan... un hijo de Chronos-

-No es así... ¿Por qué  has venido? Me encuentro un poco ocupada- Excusó la castaña con cierta frialdad, sabía que en verdad había mirado al dragón con la admiración de un niño, le había devuelto aquel ardid mental sin siquiera proponérselo. Suspiró un momento. -Aika, por favor llama al arquitecto...- Ordenó la castaña recordando el problema que la había llevado a bajar del puesto de supervisión y notando que la chica aún aguardaba de pie frente a la muralla las instrucciones de su princesa.

La Kuga no pasó por alto el hecho, la piedra mal dispuesta en la muralla, además de la falta de desagües en la base, con el tiempo la tierra sería fangosa tras la acumulación de humedad, los cimientos inestables... era un serio problema de diseño, no pasarían muchos años antes de que las piedras cayeran por su propio peso, no se diga de resistir un asedio. -Entiendo, no estoy para importunarte hoy con mi presencia, después de todo vine aquí por otras razones... nos veremos al anochecer, princesa- Respondió la Tempus dándole la espalda a Shizuru, comenzó a caminar junto a Durhan con dirección del grupo de reclutas, a quienes Nina instruía en la imprescindible técnica de dispersión de Hydrae.

Al acercarse con sigiloso andar, Natsuki escuchó las directrices que su joven amiga impartía al grupo, aguardó pacientemente a su espalda, para deleitarse con la contemplación de sus habilidades, tanto poderosas como hermosas. La sacerdotisa polar realizó un trazo en el aire con sus dedos, pero como si sus manos fueran la pluma de una azulada magia, dibujo arcanas letras dando paso a la formación luminiscente de una flor. -El trazo debe ser preciso, para aquellos con un poco más de experiencia será como escribir una carta a Lunaris, también pueden susurrar el conjuro ‘Dispersa Hydrae’ deben concentrar su mente en las palabras como si las pronunciaran con fervor y alabanza a nuestros dioses, solo de esa manera invocarán la magia básica que les permita eliminar el veneno de los conjuros de los Reptilian, de su mordida incluso- La morena de ojos magma cerró su puño y con ello la magia se evaporó de entre sus dedos, no sin antes hacer reverdecer aún más el pasto a su alrededor.

Nina continuaba escondiendo su rostro de los demás, otorgando solo a su Reina el privilegio de la contemplación de su cara e incluso de su cuerpo. Para el resto del mundo su aspecto continuaría siendo un completo misterio, con un velo sobre su cabeza y una atadura en la parte baja de su rostro apenas se adivinaba el color de sus ojos, frío o cálido ella no delataba jamás el sentirse afectada por el clima, de ese modo se apreciaba intocable, inalcanzable para muchos de los Tempuria y mística, etérea para los Élide. La dama continuó la instrucción fingiendo no percibir la presencia de su alteza, solo por la preocupación que le ocasionaba la vigilante mirada carmesí sobre la amada Tempus.

-Los Reptilian no son especialistas en el uso de las artes antiguas, ciertamente la magia no es su fuerte, pero son letales cuando usan los conjuros de la naturaleza, una similar a la de los Herba, oscura, incluso vil, pero la más mortífera de todas, es la Hydrae porque es venenosa... si no se aplica un rito de purificación hasta un máximo de una hora después es seguro que mueran...- Musitaba Nina con aire informativo, cuando la voz de alguien la interrumpió.

-Aunque yo les recomendaría, hacerlo inmediatamente... el ataque de Hydrae no solo es venenoso, duele lo suficiente para desmayar a un hombre adulto, por lo que sería fácil que pasara una hora en un pestañeo. Yo solo conozco dos modos, matar al bicho y ejecutar la dispersión mientras todavía se conserva algo de cordura o tener a un compañero que haga el rito sobre uno si es que el dolor es tan intenso como para inmovilizar... en esencia, sean autosuficientes, pero jamás pasen por alto que en el campo de batalla, es el compañero que está a nuestro lado el que puede salvarnos la existencia y al que debemos cuidar con el mismo fervor que nos defendemos a nosotros mismos, una escuadra, son cientos de escamas, pero un...-

-Un solo dragón- Respondieron a coro los Tempuria, que conocían bastante aquel refrán. Por lo que Natsuki no evitó sonreír.

-Alteza...- Nina la miró con cierto reproche, por haber sido interrumpida y por ver como los coloquiales términos de la Kuga avivaron el patriotismo de sus conciudadanos, al punto de generar murmullos de disgusto entre los demás instruidos.

-Tampoco podemos olvidar que cientos de gotas, son el flujo continuo que da vida, es sinergia que fluye en un mismo sentido...- Natsuki citó el Endeldimian en los términos de los Élide, observando a los jóvenes de la nación aliada que no se esperaban algunos conocimientos de sus tradiciones por parte de la comandante Tempuria. -Somos todos la cara opuesta de la misma moneda, ideas similares en palabras diferentes... pero el sentido es el mismo, luchar juntos es la lección que deben aprender antes de considerarse una verdadera escuadra, si ven a su lado no deben cuestionarse el origen de su compañero, deben pensar que él o ella, extenderá su brazo ante ustedes en el momento más oscuro. Entonces aprecien a sus compañeros porque no saben del día ni la hora en la que su vida dependa de un gesto valeroso de su parte-

Concluido el relato, los Élide y Tempuria se miraban unos a otros un poco confundidos, no por motivo de ignorar el significado de aquellas palabras venidas de la Guardiana de Jade, a la que unos admiraban y otros detestaban, pero que no podían evitar admirar algunas veces, sino por la solicitud entredicha de unir fuerzas en el bien común, a algunos les costaba imaginar que su vida dependería de alguien en quien imaginó a un enemigo durante tanto tiempo.

A ellos se unía Shizuru que miraba abrumada a la persona admirable que era Natsuki, cuando  ocupaba su lugar como Reina. Era sabia, un atributo hasta entonces desconocido, paciente, como explicando un difícil tema a niños pequeños; y gentil, era tan amable su expresión al hablar con aquellos guerreros, que se antojaba envidiable su suerte. La princesa suspiró largamente, le debía una disculpa por mucho que le costara la idea. -Kratos, Irina y Kalem... tomen un descanso por favor- Casi susurró las palabras volviendo a emplear el encantamiento de Aer Vitae sobre el viento, para que su mensaje llegase a los oídos de sus subordinados y sólo a ellos.

La portadora de Vitae se encaminó hacia el sector entrenamiento, esperaba alcanzar a Natsuki y cruzar un par de palabras, ya que debido a lo ocupado de sus agendas apenas podían verse al llegar la noche y para ser sinceras, dormían en la misma cama sin siquiera dirigirse la palabra. El cumplimiento de aquel acuerdo, el único que les permitía verse, no era otra cosa que la orden aun impuesta del Rey Kenji. Para cuando Shizuru llegó cerca de Natsuki, esta le daba la espalda y cruzaba palabras con Nina Wong, mientras los reclutas pasaban a las manos de Reito, quien les demostraba los movimientos básicos del manejo de los sables curvos, o cimitarras alargadas.

-Vine por ti... aún tengo pendiente que me enseñes un par de cosas que no domino del todo- Solicitó Natsuki con voz amable.

-No es oportuno... majestad- Nina no era ciega, ella sí que había visto llegar a Shizuru y trataba de esconder la magma mirada en el punto ciego que suponía el rostro de la joven Kuga. -Aún no concluyen las instrucciones-

-¿Entonces deseas que vuelva más tarde? Esta es la última ocasión en la que solicitaré tu ayuda, lo prometo....- Preguntó Natsuki picándose un poco la mejilla, sin siquiera intuir la flama de ira que se formaba a su espalda.

-¿Tan urgente es, Alteza?- Tentó a la suerte, esperando que su Reina no delatara más el motivo de sus encuentros furtivos, teniendo en cuenta el pacto con la sacerdotisa de la orden Tempus Vitae ya se había cumplido.

-Me temo que sí- Entonces la morena chocó la punta de sus dedos con un poco de vergüenza. -Tengo otros compromisos inaplazables al llegar la tarde, así que ven... por favor- Natsuki tendió su mano a Nina.

-Entonces vamos, al parecer el príncipe Reito lo tiene todo bajo control- Sonrió con amabilidad, antes de tomar la oferta que se presentaba ante ella.

La castaña se sintió fuera de lugar al escuchar semejantes tonterías ¿Por qué a una Reina le importaría la disponibilidad horaria de un sirviente? ¿Por qué tomarse tantas molestias por una insignificante persona? Más que molesta continuó su camino con dirección de Reito, era una excusa válida para mantener intacto su orgullo, si es que Natsuki no había acudido a su encuentro, sino al de la sacerdotisa polar, cuya amistad le causaba un extraño piquete en el pecho.

Tenía esa amarga y molesta sensación de ser burlada, o era simplemente que la paranoia de esperar por el infame trato que hizo la sacerdotisa con Natsuki. Le molestaba ver más alegría en la faz de su prometida siempre que estuviera junto a Nina, de hecho parecía más feliz en presencia de cualquiera, si lo comparaba con sus desatinados acercamientos, también se sentía tremendamente inquieta por el ocultismo de la joven Wong. No olvidaba su memoria que una sacerdotisa había violado la sagrada ley, al infectar de oscuridad el bosque de Nerinia y que su piel tendría una marca deshonrosa en pago por tal abominación.  ¿Y si fuera el ocultismo de la joven la causa de su aparente voto? No se quedaría con la duda, de ningún modo, no cuando la Reina Tempuria le sonreía con tanta alegría a una posible traidora, vio a la Kuga apartarse para ajustar el asiento de Durhan en el que seguramente se marcharían, esa era su oportunidad.

Se mordió los labios. -Aer Vitae... se sigilosa- Agitó su mano tenuemente. No pasaron más que un par de segundos cuando la brisa sobre las colinas se hizo más y más intensa, hasta el momento en que un pequeño huracán se formó en alrededor de la sacerdotisa polar.


Nina imaginó inicialmente que se tratara de una corriente común, debido a las nubes en el cielo que amenazaban con la llegada de las lluvias, pero en cuanto detectó el origen elemental de la tremenda fuerza del aire arremolinándose en derredor, sintió como el velo de su rostro fue delicadamente retirado por lo que se antojaba una mano invisible e inmaterial, luego el viento se hizo cortante, sentía que poco a poco rasgaba incluso su ropa y algunos fragmentos se alejaban en la distancia. Mas la joven no se movió ni un centímetro, sabía de quién
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10 comentarios:

  1. Disculpen, esto fue lo que le quedó faltando al final, no me percaté que el archivo que le envie a nuestra apreciada adm estaba inconcluso. Así que Concluye así

    "Sabía de quien... provenía aquel poder y no la delataría para evitar incordios mayores a su joven Reina."

    Gracias y disculpen.

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  2. Sera esa muje la traidora zas *-* estoy con la intriga, me voy a terminar las uñas por estar esperando saber jijijiji un adelanto porfix.
    Saludos

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    Respuestas
    1. Hola maría, jeje tranquila no te vas a quedar con la duda mucho tiempo, hoy trataré de pasar el archivo del siguiente, pero primero quiero releerlo haber si le encuentro algún error ortográfico que no haya visto hasta ahora.

      Muchas gracias por leer y bueno, creo que ahí tendrás la respuesta.

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  3. Me encanta como va la historiaaaa.... Los celos de shizuru jejje... Tu haces magia con las palabras. Adoro tus historias espero la continuacion de todas con ansias

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  4. Pero que cosas Nina es la primera de Nat o.O , alguien se va a molestar o se pondrá muy pero muy celosa

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    1. Nina se la merece más y la Shizuru que se muerda el codo por malvada jajajajajajaja :P

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    2. En eso no tengo duda Nina es mejor, pero a Shizuro no le va a gustar para nada , espero nunca se entere que fue Nina la ganona jejejejejej.

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  5. Genia!!simplemente espectacular!esperando la continuacion!
    Mia de bsas

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  6. De quien proviene el poder...Shizuru esta sospechando de Nina y Natsuki...Y eso seran celos seguro.Estamos expectantes por el proximo capitulo...

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  7. Mis mas sentidos saludos Cristalsif, esta es la primera vez que comento algo de tan hermosas historias, tienes una mente privilegiada, capaz de hacer que mi imaginación se introduzca en cada uno de tus relatos (creo, nos pasa a todas tus lectoras), pero también he de admitir, que eres malvada, me enloqueces con la espera de cada capitulo, me dije a mi misma: No voy a comenzar a leer tu nueva historia, pero fue tanta la curiosidad que no me pude aguantar, ahora estoy jodido por partida doble, mujer dale paz a mi imaginación con danza entre lobos, si necesitas mas tiempo lo entenderé, ni modo, dicen por ahí que lo bueno se hace esperar, espero mis palabras no te hallan ofendido.Se despide de usted: M.J

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