Capítulo 4
Curso Prenupcial
Después del bochorno que le había
hecho pasar aquella noche, después de atraparla y limpiarla otra vez, no
durmieron en su cama, resultaba que la joven reina nunca había dormido en una
cama y la suya le resultaba de lo más incómoda, se ahogaba en ella, daba
vueltas y vueltas impidiéndole tomar uno de esos sueños reparadores de belleza,
aquello era… ¡Absurdo! ¿El resultado? La pelinegra había optado por su viejo
colchón de toda la vida, en otras palabras, su dragón… ¿Cómo había terminado
durmiendo en el establo, con una manta y en el colchón de la reina de Tempuria?
Era un completo misterio… uno que se reducía a una cara de perrito bajo la
lluvia que había hecho Natsuki para convencerla. La mujer a la que nadie podía
manipular con palabras, acciones o gestos imaginables, había sucumbido a la
ternura que le producía esta nueva cara de su prometida y para qué negarlo, el
limpio pelaje y adecuadamente aromatizado a rosas de Durhan, resultó mejor que
su alcoba y lecho donde el Dragón no cabía.
En cuanto sus ojos se abrieron con
la luz del alba que se filtraba en el granero real, notó el firme pero gentil
agarre que su prometida le profería, así como la suave e increíblemente liviana
cola de Durhan cubriéndolas del frío de la mañana, una tonta sonrisa se alojó
en sus labios, era una suerte que nadie la estuviese viendo, por sería una
mirada de incredulidad ante la expresión protectora que le dedicara la
orgullosa Shizuru a aquel par. Su rostro volvió a esconderse en una careta de
indiferencia cuando las gemas esmeraldas se abrieron somnolientas, Natsuki notó
el vergonzoso abrazo en el que sujetaba a la castaña y la aparente incomodidad
de esta, por lo que despertó a su Dragón y ayudó a la princesa a ponerse de pie.
-Necesito un baño y un gran desayuno- Musitó la de ojos rubí, retirando un par
de cabellos blancos de su castaña melena, gajes del oficio, tenía sus contras
dormir con un dragón de pelaje tan fino y blanco.
-¿Cuántas veces te bañas al día?-
Los iris verdes le miraron sorprendidos, era una guerrera y además nómada,
bañarse no era lo más importante de la vida para Natsuki.
-Una o dos, contigo a mi lado se
harán más numerosas- Dijo sin ánimos de ampliar la conversación, tenía cosas
más importantes en las que pensar, reflexionaría con un buen baño, tenía que
saber cuál de las sacerdotisas había traicionado su pacto con Vitae y había
ocasionado la corrupción de Nerinia, a fin de cuentas si la magia oscura tocaba
a los elementales y sus propietarios, no era como quemar, replantar y regar
margaritas para que volvieran a crecer, eran demasiadas vidas las que estaban
en juego… con aquellos pensamientos, se encaminó a su cuarto pero pronto
rectifico la trayectoria, quizás aun con todos sus sirvientes puestos en la labor
tardarían muchas horas en limpiar la tina. Una vez llegó al comedor vio en los
rostros de sus padres una amplia sonrisa, no se había percatado que Natsuki la
seguía todo ese tiempo y de un buen regaño la había librado.
-¿Durmieron bien señoritas?- Cuestionó
el Rey Kenji, hasta sus oídos habían llegado los incidentes de la noche
anterior y como no, al principio le indignó tal comportamiento venido de su
hija, pero luego de pensarlo un poco resultaba incluso gracioso.
-Temo que tendré que acostumbrarme a
las maneras tempurianas- Dijo Shizuru tomando asiento sin un atisbo de
vergüenza en su cara, muy al contrario Natsuki se sonrojaba violentamente ante
cualquier comentario.
Un tenso silencio se hizo entre las
partes y la reina que no tenía ni un pelo de tonta, evidenció el extraño cambio
en la pareja, que si bien ya no discutía a todo pulmón en la sala, se notaban
incómodas por la situación. Shizuma conocía a la perfección a su hija y
comenzaba a comprender a la terca comandante. -Natsuki lució sus formas esta
noche, ha sido una absoluta pena que no estuviera allí para verlo con mis
propios ojos, las buenas lenguas informan que posee un cuerpo envidiable-
El Rey se contuvo de escupir su
bebida sobre los alimentos ajenos pero ello no evitó que tosiera escandalosamente
tras apurar el trago, a la par que los ojos rubí se encontraban con los gemelos
de su madre ¿Acaso estaba coqueteando con su prometida? -“¿Por qué te sonrojas y miras a mi madre como una tonta?”- Una
molestia absurda, un piquete en alguna parte de su pecho, prefirió ignorarlo y
continuar comiendo con decoro sus alimentos. Natsuki que en otrora pareciese un
animalillo devorador de comida, apenas y probaba bocado del jugoso menú, cuando
Shizuru iba a musitar algo al respecto, de nuevo fue adelantada por otra más
experimentada.
-¿Natsuki encuentra algo
desagradable? Siempre podemos solicitar otro plato al cocinero- Shizuma estaba
usando su mejor artillería, una sonrisa cautivadora que también la hija había
heredado y de la que conocía cada sutil matiz, realmente su madre estaba
coqueteando con Natsuki.
-No… no es necesario majestad, no
tengo demasiado apetito- La timidez que tan extrañamente se había adueñado de
Natsuki, no le permitía notar el tenso aire entre la madre y la hija, solo esa
sensación de haberse equivocado y no saber en qué.
-Entiendo Nat..su..ki- Canturreó la
reina, solo entonces el Rey comenzó a sentirse alarmado.
-Cof… ¿Están listas para el curso
prematrimonial?- Kenji miró a su hija, con el ánimo de parar las insinuaciones
de su esposa.
-¿Era en serio? Esa mujer rara que
va medio desnuda por ahí será la consejera- Se cuestionó la pelinegra
recordando vagamente a esa mujer que se entrometiera en su ducha la noche
anterior, aunque una parte le agradeció el librarla de un cuarto y quinto baño,
o de yacer toda la noche en la tina.
-Mira quién habla de ir medio
desnuda por ahí, yo no anduve desfilando toda la noche en traje de baño por
palacio- Natsuki supo por la voz, que la consejera estaba justo detrás de ella
y lo tuvo confirmado con el golpe que recibió en la cabeza. -Entiendo
perfectamente porque Shizuru Hime no quería desposarse ni muerta- Se burló Nao,
al parecer carecía del primario instinto de supervivencia.
-¿Qué dices?- Natsuki se levantó de
su asiento, muy consejera y todo aquello, pero le iba a dar tantos golpes que
perdería la memoria de toda su vida. -Eso no es…-
-Es verdad- Musitó una calmada
Shizuru sorbiendo su preciado té en la mesa, aquello desinfló tanto el ego como
la sed de batalla de la pelinegra.
-Métodos peculiares en verdad…
¿Puedo verificar sus credenciales de la orden?- Preguntó el rey espantado,
Natsuki y Shizuru volvían a mirarse con ese aire competitivo que había sido
fuente y mal de todo aquello. Cuando ya tenía a una Natsuki discutiendo a vivas
voz, a punto de golpearla, el Rey intentando separarles, la reina batiéndose en
un duelo de miradas con su hija y… las otras no hacían nada.
Entre tanto jaleo, Mai y Mikoto se
miraban silenciosas, habían optado por no intervenir en la espinosa relación de
la Tempus y la princesa Élide, sabían que era más probable colocar a 50 monos
en la sala y esperar que no hicieran destrozos.
.
.
.
Dos horas más tarde… (Cuando
lograron separarlas)
Volaba en
la inmensidad de los cielos con su fiel dragón, las esponjosas nubes al alcance
de las manos y las tibias manos de la princesa en su cintura, solo que sin el
hollín de la última vez ¿Qué? La princesa Shizuru abrazándola y dándole tiernos
besos a su cuello desnudo… en qué momento pasaron a la cama real y las cosas se
pusieron tan… tan intensas, sus labios recorriendo su piel, sus dedos tocando
donde no daba la luz del sol y…
Splash…
Estaba completamente a oscuras, en
un sitio encerrado, con los ojos vendados, escurriendo agua por todos lados y
atada a una silla, ¿Cómo terminó Natsuki Kuga en esa situación? Simple, se dejó
engañar por Mai, dado que los ánimos caldeados del desayuno le habían hecho
negar a toda costa el bendito curso prenupcial, comenzó a discutir sobre las
relaciones internacionales con la Tokiha, muy al estilo del Medioevo, con
espada en mano… luego tuvo a Mikoto a sus espaldas y… todo se hizo borroso.
-Creo que necesitaba el baño con
urgencia- Una voz divertida se escuchaba en la distancia de algunos escasos
pasos, literalmente le habían arrojado una cubeta de agua helada encima.
Mientras tiritaba del frío le retiraron sin cuidados ni delicadezas la venda,
estaba en el salón espiritual con los ventanales cerrados y apenas la luz de
los candelabros iluminando la sala… no se antojaba el sitio más romántico en
verdad. Sus ojos verdes buscaron a su agresora, bueno, la que le tiró el agua y
contempló la cubeta a un lado de sus pies enfundados. No era otra que esa mujer
de cabellos rojos con ínfulas de mi bella genio, porque todavía iba por ahí en
esos harapos árabes.
-¡Tú!- Miró con indisimulado rencor
y acusadoramente a Nao. -¡Cuando salga de aquí te mataré! Voy a torturarte sin
piedad, te ataré a un árbol donde solo las bestias puedan devorarte y...-
-Ara, Natsuki es tan imaginativa- Se
rió una tercera voz a sus espaldas, pero claro que conocía ese peculiar ara
lleno de diversión. ¡No podía creerlo! Había tenido sueños impúdicos con esa…
-Hay como te detesto…- Gruñó
tratando de liberarse de la soga que apresaba sus manos. Si el nudo había sido
hecho por Mikoto, como lo sospechaba, Natsuki no saldría de ahí ni en mil años,
pese a ello continuaba contorsionándose en la silla buscando la forma de
liberarse.
-El sentimiento es mutuo- Dijo sin
más una Shizuru que iba de paso, de un lado para otro con su armadura real de
elementium, la placa que pareciera de plata brillaba con la luz de aquellas
velas, delatando las finas curvas de un cuerpo idílico.
Sin saberlo, o fingiendo no saberlo,
la castaña se acercó a las ventanas para darle espacio al sol del mediodía y de
paso, al horizonte donde las lejanas montañas de Argos se mostraban. Su
caminar, sus movimientos naturalmente sensuales le recordaron repentinamente a
Natsuki lo que había visto en la ducha, peor aún… su breve pero dulce sueño
casi húmedo y el sonrojo más hondo la invadió ¿Por qué tenía esos pensamientos
con esa insoportable mujer? ¡Estoy en esos días! Pensó justificándose. Tanto
como los dragones, los Tempuria eran voraces cuando el ciclo del sol rojo se
cumplía y su necesidad reproductiva emergía de entre las profundidades de sus
cuerpos con una tosquedad casi animal, el celo de las criaturas era en
comparación un juego de niños… pero ahora, los días de fuego, como los llamaban
los tempurianos, se habían convertido en un calvario, pues en la ausencia de
los huevos de dragones, aquel momento sublime y de éxtasis se sentía
absolutamente incompleto y ligeramente vacío, salvo por yacer con la persona
amada. El pueblo amigo de los dragones ya no podía concebir a sus descendientes
y ello solo les recordaba la impotencia sentida, al ver a su nación caminar
rumbo a la extinción.
Natsuki centró sus pensamientos
lejos de sus necesidades, como lo hacía la mayor parte del tiempo, tenían sobre
si el sol que solo incendiaba sus instintos primarios, pero cuya férrea y fría
voluntad mantenía a raya, empero su sufrimiento físico no era notado por
Shizuru, pero si por Nao… -¿Por qué ella está libre?- Cuestionó una indignada
Natsuki, ella estaba ahí atada a la silla mientras que la princesa de Élide
rondaba de ventana en ventana con paso parsimonioso.
-Yo vine por propia voluntad…-
Obtuvo la respuesta de la castaña tan cerca de su oído que respingo levantando
la silla y todo lo demás.
-¡Mantente lejos de mí!- Gritó
exaltada por la cercanía de la castaña volviendo a renovar sus esmeros por
librarse de la silla. -¡Dementes! ¡Locas! ¡Desgraciadas! ¿Cómo osan atarme
así?-
-¿Podrías callarla Fuji?- Dijo Nao
limándose las uñas, sin prestar mucha atención al dramático diálogo de Natsuki,
y era mejor… antes de que empezara a usar otros términos menos propios de su
alcurnia.
-Claro…- Shizuru sonrió
malévolamente ante la faz asustada o mejor dicho petrificada de Natsuki ¿Por
qué estaba espantada la Kuga? Simple, la Naginata en la espalda de Shizuru ya
no estaba en ella, solo en sus manos y desplegándose sobre la pelinegra, cuyos
ojos se cerraron esperando que el momento de la tortura principiara.
Curiosamente pasados los segundos,
no sintió nada, ni heridas, ni cortes, ¿Acaso vio mal? Abrió los ojos y se
encontró enredada gentilmente por las hojas extensibles de la Naginata, pero no
le herían, estaban puestas de forma tal que ni siquiera era perceptible la
presión que sujetaba el metal a su armadura. Shizuru sonrió, divertida y
malévolamente, estaba esperando que los ojos verdes contemplaran su habilidad
con la mortal arma. Con un corto movimiento de su muñeca, las hondas se
movieron serpentinas en derredor de Kuga y en un pestañeo, la soga yació en el
suelo, la princesa retiró el filo aún más rápidamente y su Naginata volvió a
mostrarse sólida en su mano. -Creí que me matarías- Dijo quedamente Natsuki sin
poder creer que ese filo ningún daño le hizo, más habló demasiado pronto cuando
la madera de su asiento crujió, más pronto se fisuró y posteriormente se hizo
pedazos, mandando al suelo sus reales posaderas. -Ouuu- Se quejó sobándose las…
la zona afectada. -¡¿Qué te pasa?!- Se levantó hecha una furia.
-Eso ha sido porque Natsuki ha
despreciado mi mejor tono de voz- Nuevamente el orgullo femenino de Shizuru
yacía seriamente afectado, su sensual voz había causado repudio inmediato en
Natsuki, ara… ¿Es que ni un insignificante broma podría dejar de ser causa de
guerras entre ellas?
-¿Ese era el mejor? Con razón estás
tan sola y…- Oh, oh…
-Shizuru… Natsuki- La voz de Nao las
interrumpió antes de que la castaña usara con fines letales su Naginata o
Natsuki desenvainara su espada. -Para aclarar, primero, sus peleas conyugales
costarán un poco más al reino y deben ocurrir en la privacidad de su
habitación…- La pelirroja evidenció que sus alumnas no le estaban prestando ni
una pizca de atención, ello saltó una vena en su frente. -Segundo, si Shizuru
no se controla, su padre la desterrará por violar su acuerdo, perderá su honor
irremediablemente y su hermano Reito se convertirá en el heredero al trono-
Esto paralizó a la castaña que volvió la vista sobre los ojos limón que la
miraban, volvió a poner su Naginata en el sitio debido y a cruzar sus brazos
con indiferencia. -Así está mejor, la princesa debe acatar este curso con la
seriedad merecida- Nao contempló la expresión de Natsuki, quien estaba próxima
a estallar en carcajadas. -Tercero… De Natsuki sabrán que es realmente la reina
de Tempuria, debe imaginar cuán grande será la indignación del pueblo de Élide,
así como de sus reyes… está claro que su pueblo tendrá que volver a la
inmensidad de los cielos y proseguir con su pésima tasa poblacional, porque
según mis mejores informantes, ahora mismo no pueden reproducirse ni un
poquito, son una banda de impotentes aéreos-
Shizuru desvió la mirada tratando de
esconder su risa, que mucho le costaba mantener la expresión de su rostro
imperturbable ante la paliza verbal que Nao le prodigaba a su prometida. ¿Sería
eso verdad? Que Natsuki era una impedida total en los menesteres del amor, de momento
parecía inmune a todos sus encantos. El solo pensamiento apartó la risa de sus
labios y de su faz.
-¡Yo no soy impotente!- La vena
había pasado a otras manos, o más bien frente, Natsuki estallaba de la ira y la
vergüenza.
-Shh… Natsuki no desearía que todo
el reino vea su absoluta incapacidad sexual- Posó sobre sus labios un dedo, en
un ademán de silencio y burla, Nao se lo estaba pasando en grande a costa de la
pelinegra.
-¡Que no! Yo… yo no soy una
incapacitada… sexual- ¿Cómo podría afirmar aquello esa mujer? De nada se
conocían y nada tenía que saber ella de su vida privada. ¿Pero cómo supo que la
corona era suya? ¡Shizuru! Que vil ardid y traición era aquella. Desvió una
mirada rencorosa sobre la de ojos rubí, que ahora encontraba interesantes los
jardines en derredor de aquel templo.
-¿Entonces Natsuki no es virgen como
estoy informada?- Nao sonrió de forma ladina y Natsuki se puso pálida, fría
ante la que era más una afirmación que una pregunta, sus ojos esmeralda miraron
estupefactos a Nao ¿Quién diablos era esa sacerdotisa?
Shizuru prestó un poco más de
atención a la charla que se desarrollaba. Natsuki reaccionó al fin. -Eso no le
concierne- Usó un tono hosco y tomó asiento en una de las sillas dispuestas y
que esperaba estuviese intacta después de la demostración de cortes de Shizuru.
-Lo sabía… Natsuki nunca ha visto el
cuerpo de un hombre o de una mujer en su clímax, evidentemente su cuerpo debe
estar lleno de telarañas- Se mofó la sacerdotisa y Shizuru encontró
desagradable los modos de la felina.
-¡Basta!- Espetó Natsuki con un
fiera mirada, mucho antes de que la castaña mandara callar civilizadamente a
Nao. -¿Estos son los cursos nupciales de Élide?- La pálida faz se volvió para
reprochar a Shizuru. -Exijo que sea una sacerdotisa Tempuriana quien de las
debidas instrucciones-
-Debe ser alguien de la orden Tempus
Vitae, no hay más opciones… así lo exige la alianza- Fue toda la respuesta que
pudo dar la castaña, aunque ella misma no estuviera muy a gusto con la
sacerdotisa. Nao simplemente asintió, tomando asiento en un cómodo sillón
dispuesto para su reposo particular, y con un ademán invitó a Shizuru a hacer
lo mismo en el asiento contiguo a Natsuki.
-La razón por la que es importante
saber… estos detalles del cachorrito… “Además
de mi interés y curiosidad personal”… es, porque todo matrimonio debe
preservar equilibrio en este aspecto. Me temo que la reina de Tempuria tiene
una seria desventaja respecto a Shizuru en los menesteres del lecho- Nao
deslizó sus divertidos ojos verdes sobre la expresión relajada de la castaña,
pese a todo un insignificante rubor adornó sus mejillas por breves instantes.
-Tolero que me injurie, pero no
permito que diga semejantes cosas de mi prometida… Ella no es… ese tipo de
mujer- Sorprendentemente la voz que se notaba ofendida y llena de encono era la
grave y profunda de Natsuki, que se había levantado de su asiento para defender
el honor de Shizuru.
La princesa por su parte debió
batirse entre los contradictorios sentimientos de dulzura que le originara semejante
acto protector y la vergüenza que significaba admitir, el haber yacido en el
lecho con más de una chica antes que con Natsuki, estaba claro que no llegaba
virgen a su noche de bodas. Shizuru no imaginó que algo por lo que se
vanagloriaba a sí misma en tiempos pasados, ahora resultara una marca
bochornosa, por lo que desvió la mirada sobre un punto fijo en el lateral de su
asiento.
-Creo que tenemos la primera
diferencia conyugal, de fondo- La sacerdotisa por fin miró con aire profesional
a sus instruidas, esperando pacientemente a que Natsuki comprendiera el
significado de aquellas palabras. En efecto y al contemplar a Shizuru, supo que
realmente iba a desposar a una mujer, cuyo cuerpo había sido tomado por alguien
más y ello le obligó a tomar asiento, si es que caerse en la silla se
consideraba eso, algo de si se contrajo adolorido sin que pudiera comprender la
razón. Pese a todo tragó saliva y elevó la mirada sobre Nao, cuya insoportable
sonrisa continuaba formada en sus labios. -Eso no es importante… no le quita
nada, Shizuru es Shizuru y punto-
La aludida volvió la vista
sorprendida sobre su prometida, jamás esperó un repentino momento de
comprensión de su parte. -“Natsuki”- Esmeralda
y rubí se encontraron, una gentil sonrisa nacía de los labios de la castaña,
mientras la joven Tempus sentía el peso de su angustia interior, evaporarse
poco a poco. ¿No era dueña de su pasado verdad? No era justo juzgarla por el
antes de conocerse.
Pero aquel momento mágico de
entendimiento fue interrumpido por Nao. -No es tan simple Kuga…- Como por arte
de magia las dos contrayentes volvieron los ojos sobre la sacerdotisa ¿Ahora
qué sandez diría? -Natsuki no podrá satisfacer las necesidades de su esposa sin
haber explorado un poco más… el mundo-
-Ara, Yuuki-san insinúa que mi
futura esposa debe… serme infiel antes de nuestras nupcias- La princesa de
Élide no tardó en mirar con ojos críticos a la sacerdotisa, ya dudaba y quería
ver sus certificados de la orden para comprobar que no estuviera tomándoles el
pelo.
-Nunca mejor dicho- Nao dejó rodar
sus ojos sobre una Natsuki muy sonrojada, que no negaba ni afirmaba nada, sabía
que herir su orgullo draconiano había plagado de dudas su mente, de
inseguridades su capacidad de amar, pero lo hacía por el bien de la pareja
¿Verdad? Entornó los ojos e inclinó su cuerpo sobre el cómodo sillón,
extendiéndose a lo largo y con movimientos felinos, sin quitar la vista de los
ojos esmeralda que miraban con interés, así como sentir de soslayo el aire
posesivo que manaba del cuerpo de Shizuru. -Esta es la tarea que he de
encomendar a Kuga, antes de que el festival de esta semana concluya, deberá
haber conocido las mieles del lecho con alguna mujer, la que sea sirve… Natsuki
debe estar en igualdad de condiciones que Shizuru o auguro un verdadero fracaso
de su matrimonio-
-Pero… ¿Qué diablos? Yo no voy a…-
Natsuki se lo pensó un momento, realmente no ansiaba conocer a otra mujer,
quería ¡Quería hacerlo con Shizuru! Sin embargo la castaña solo la detestaba y
que improbable sería terminar las cosas de una buena manera. -…a… a hacerlo
¡Con una perfecta desconocida!- Pero la sacerdotisa ni siquiera le estaba
mirando o prestando atención alguna.
-Shizuru en cambio, debe abstenerse
de ese tipo de cosas… hasta su noche de bodas- Sentenció, distrayendo
rápidamente la mente de la pelinegra, hacia un nuevo foco de interés. Que
divertidas eran esas dos chicas, Nao sonrió al notar cómo el ceño de la
Tempuria se fruncía en extremo.
-¿Espera un momento?- Natsuki se
levantó de su asiento indignada y observó con sus penetrantes esmeraldas a la
castaña.
-¿Acaso Shizuru ha… ha intimado con
alguien desde el día en la torre?- Natsuki cuestionaba con el ánimo de conocer
su infidelidad, eso era en verdad diferente y estaba a otro nivel, desde su
encuentro en la torre, Shizuru se había enterado del futuro matrimonio entre
ambas y pese a los inconvenientes, esperaba su respeto ante eso.
La princesa, diestra en el arte de
las palabras no dudo en usar sus habilidades para motivar otros pensamientos en
la acalorada cabeza de la pelinegra. -Ara, ¿Natsuki está celosa?- Así que con
su calmada faz y una sonrisa en sus labios, dejó fuera de combate las neuronas
de Natsuki.
La comandante abrió sus ojos
sorprendida y por orgullo respondió lo primero que pudo sintetizar en su voz,
con un tono más grave de lo necesario. -¡Claro que no!-
-Entonces Natsuki me dejaría a la
libertad de los lobos, poco le importa quién le arrebate a su prometida- Las
manos fueron puestas ante los ojos rubí, con una mueca de indignación femenina
que terminó de desarmar a la Kuga, la guerrera draconiana se inclinaba junto a
la castaña con el ánimo de no herir ‘más’ sus golpeados sentimientos, o eso
pensaba la Natsuki que no notaba en que objeto de manipulación se había
convertido.
-No… Shizu...ru, no digas eso… jamás
permitiría que…-
La pelirroja observó contrariada
como la heredera al trono daba la vuelta a las circunstancias, no… aún no había
amor, solo un exceso de competitividad y un dejo de afecto silenciado con
rudeza. Nao negó con la cabeza al ver como Natsuki delataba grandemente su
desventaja con la otra mujer y ello estaba terriblemente mal, a ese paso
Natsuki sería otro juguete desechable de la princesa. -La respuesta es sí,
Kuga-san… Shizuru ha intimado con dos chicas hasta la fecha, desde el arribo de
la corte Tempuriana al gran salón del trono, el día en que Natsuki hizo una
demostración de su poder ante los nobles y reyes… una de ellas aquella noche,
si deseas saber el nombre de las damas- Nao sonrió al notar la parálisis en la
actuación de Shizuru. -Se los daré por un módico monto extra en mis honorarios-
Tampoco tenía porqué desperdiciar la oportunidad de negociar un poco por esa
valiosa información.
La castaña observó algo extraño en
los ojos de Natsuki, algo que se apagaba en ellos ante las palabras de Yuuki,
dejo de sentir el tibio calor de sus brazos consolando su inexistente pena y un
frío extraño asoló la piel que careció del dulce contacto, la Tempus le dio la
espalda mientras cerraba sus puños con fuerza, hasta hacer la piel de sus
nudillos incluso más blanca y su silencio, sus callados labios eran una
respuesta más contundente para Shizuru, la había lastimado y vaya que dolía
hacerlo. Con encono en sus mortíferos ojos carmín se volvió sobre Nao. -¿Quién
es la sacerdotisa Yuuki? No me importa ya el destierro de mi padre, ¡Exijo
saberlo!-
Nao sonrió, al fin era tenida en
cuenta. -Yo soy la hermosa Julieth del Tempus Vitae, el oráculo que todo lo ve…
en el pasado, cada acción, cada palabra engañosa de Shizuru la conozco, cada
beso que supo dar, cada piel conocida por su cuerpo, cada gemido…- La pelirroja
decía cada palabra calculadamente, entendió muy pronto que para angustiar a
Shizuru Fujino, solo tenía que herir colateralmente a Natsuki con su pasado y
pronto obtendría el efecto deseado, muy pronto. -Para conocer el futuro, solo
se necesita saber con detalle el pasado, Shizuru está destinada a cometer el
mismo error y… yo estoy aquí para impedir que Natsuki sea un juguete más,
alguien por la que pierda interés con prontitud- Balanceó su rostro negando esa
posibilidad y Shizuru rechinó sus dientes con el ánimo de hacerla pagar.
-No deseo escuchar más una sola de
sus palabras, doy por concluida esta sesión- La voz parca y vacía de emociones
preocupó más de la cuenta a la princesa, volvió la vista sobre el objeto de
disputa. Los ojos frívolos de Natsuki las miraban como si fueran cosas que solo
están ahí, observaba sin ver sus cuerpos. -Haré cuanto ha sido ordenado por
Yuuki-san, si es solo así que podré…- Las gemas esmeraldas se ocultaron bajo el
prístino velo de la melena cobaltina. -… ser lo que se espera de mí, encontraré
la forma de hacerlo bien-
-Nat...su...ki- La voz de Shizuru ya
no sonaba segura, tenía un tono temeroso, receloso. ¿Acaso la pelinegra
pretendía yacer con otra en el lecho? Evidentemente había herido su orgullo, al
saber que ella había estado con otras mujeres en ese corto tiempo. Sintió la
repentina necesidad de aclararlo todo, de evitar una confusión peor, de afirmar
que aquello no significó nada, que ha sido un error, disculparse incluso.
-¡Natsuki!- Dio un paso cerca de la pelinegra y supo, que la joven Tempus
volvía a hacer gala de sus habilidades, el tiempo se paralizó dejándolas
suspendidas en ese segundo eterno, con la mano extendida, con la intención de
atraparla, con el deseo inconcluso de susurrar un… “lo siento”.
Natsuki contempló a la Shizuru que
era una estatua por un momento. -Sería tremendamente malo para ti… estar junto
a alguien como yo, solo por eso… necesito ser mejor- Se explicó ante la dama
congelada por el tiempo, a quien le era imposible oírla. La pelinegra sentía
sobre sus hombros el peso de las palabras de Nao, la chica también petrificada
las miraba con interés, su prometida era diestra en los artes del amor, ella en
cambio no sabía cómo dar un beso, pues sus labios no conocían el sabor de otra
boca o incluso los movimientos apropiados para no incordiar.
Natsuki desvió la mirada
abochornada, se sentía patética ante la experiencia que Shizuru poseía en esas
cosas. -Arggg… ¡Los dragones nunca dijeron nada sobre estas cosas!- Se quejó a
viva voz, mientras su cuerpo se evaporaba en el aire, llevándola a un lugar que
le obsequiara calma, allí donde todo era conocido y tranquilo, al gran castillo
flotante.
.
.
.
El tiempo volvió a sus tornas y
Shizuru resbaló, porque sus manos no atraparon lo que se supone tenía a escasos
centímetros, su delicado talle, torso y todo fue a parar al suelo y en él un
golpe hizo eco en la estancia ahora más solitaria. -Ikezu… no tienes que ser
mejor, ya eres perfecta para mí- Dijo para sí entrecerrando el puño con
molestia, pero cuando se dio la vuelta para encontrarse con la sacerdotisa,
esta se había marchado. Nao no era idiota, sin la presencia de Natsuki en el
sitio, estaba claro que nada evitaría que Shizuru completara su cólera asesina
con ella, así ante la vista de los amos y señores de los elementales en un
parque cercano, una mujer pelirroja en un traje de lo más atrevido, corría como
si no hubiera mañana, lejos y más lejos del templo central.
Lejos sobre el castillo flotante…
Mai elevaba su canto frente a la
gran estatua del gran dragón, frente a sí tenía un Endeldimian de un tamaño
gigantesco y puesto sobre un gran soporte de granito, las letras se hacían
brillantes como el fuego y una gran esfera esmeralda giraba como el centro de
todo en el gran salón. La hermosa sacerdotisa cuidaba cada instante, cada tono
de su melodiosa voz y cada movimiento preciso de su curvilíneo cuerpo,
procuraba un cuidadoso ritual de energía. Aquella esfera verde era el corazón
de todos los dragones y la fuerza que daba vida a todo lo existente en la
antigua ciudad de helios, requería por ende un cuidado especial, así como sus
constantes plegarias para mantener el balance entre los mundos.
Durante el final de cada ciclo, una
vez al mes… la de ojos lila alimentaba la estructura primigenia, el sustento de
la anti gravedad del castillo y de sus fieles amigos los dragones. De su nívea
frente brotaban las perladas gotas de sudor, adherida a su piel húmeda una
indumentaria hecha de vaporosos velos en su falda, a la altura del torso
contaba con apenas unas vendas de seda sujetando su prominente… espíritu.
Elevaba su voz en coros arcanos e indescifrables, a la par que su cuerpo se
deslizaba en intrincados pasos de un baile, casi tan etéreos como el ambiente
que le rodeaba ante las fogatas sempiternas, que nacían de las estatuas
elevadas hasta el lejano techo. Para llegar al salón del origen, era necesario
recorrer por entero un pasillo donde reposaban todas las esculturas con el
linaje del Tempus, las formas sólidas y metálicas recordaban a los reyes del
pasado, incluso a los padres de Natsuki.
Las puertas del lugar se abrieron
estrepitosamente, Mai casi cae de narices al suelo de no ser por su esposa, que
la atrapaba en sus brazos antes de verla caer. Mikoto miró con reproche a la
visitante, mientras sostenía a su mujer entre sus brazos, pues se le notaba más
que fatigada. La interrupción del sagrado ritual hizo estremecer por entero el
castillo, pero la esfera brillo brevemente antes de continuar girando perenne
en el centro del salón, se elevó pronto a la altura del techo y se encajó en la
garfa del antiguo dragón, el Cronos… la criatura se solidificó haciendo de
nuevo parte del intrincado diseño de las esculturas dracónicas en el espacio,
la esfera filtro entonces la luz del sol, como un ornamento lumínico para
brillar en interiores, era aquel el más sofisticado disfraz del corazón de
Helios.
-Mai… necesito con urgencia tu
consejo- Musitó Natsuki con el rostro pétreo.
La de cabellos naranja miró
preocupada a su amiga, solo había contemplado esa mirada fría en su rostro, el
día que la encontraron en la soledad de la gran ciudad flotante y las confundió
con intrusas que querían hacerle daño, o la ocasión en la que la ciudad bajo a
la superficie y fueron atacados por los Reptilian, incluso cuando supo que
debía ceder ante los orgullosos señores de los elementales y negociar la paz,
venir ante ellos y arriesgar sus vidas en caso de ser recibidos por los
represores y traicioneros guerreros de la guardia. -Natsuki- Mai se levantó
abandonado el confortable abrazo de su esposa, no sin antes prodigarle un beso
en los labios. Se acercó a la pelinegra con una expresión maternal, realmente
tendría buenas razones para haber irrumpido en medio del ritual. -¿En qué puedo
aconsejarte?-
-¿Sabes dónde…?- Natsuki desvió el
rostro azorado hacia un lado, temerosa incluso.
-Puedes decirlo, te apoyaremos en
cada cosa… más que la reina eres nuestra amiga- Le animó Mikoto, si iban a la
guerra… que sería el peor de los escenarios, blandiría su espada por su
majestad y por su amada Mai, Natsuki no podría dar una noticia peor, así que
asintió enérgicamente con su cabeza, sujetando entre sus manos su enorme
mandoble.
-Así es Natsuki…- Apoyó Mai con una
sonrisa a su encantadora guardiana.
-¿Dónde puedo encontrar a una
Uruha?- Preguntó Natsuki con el rostro más que serio y Mai, bueno ella,
desarrolló repentinamente un tic nervioso en su ceja derecha. -No me mires así,
tengo joyas y monedas de oro, creo que tengo suficiente para…-
-Quie…quieres ¿Pagar por una? ¡¿Una
prostituta?!- Si Mai fuera un dragón echaría fuego por sus fauces, Mikoto
repentinamente dejó caer su espada como si le pesara mucho y miró con rara
expresión a su líder ¿Esa era su líder?
-Etto… si- Esa fue la sentencia de
muerte pronunciada por los labios de Natsuki, más le valió correr por el amplio
salón mientras una iracunda sacerdotisa le seguía peligrosamente cerca.
-¡Para esto! ¡¿Para esto
interrumpiste el ritual?! ¡Ahora tengo que repetirlo!- Gritaba a todo pulmón
una roja y sudorosa Mai, estaba claro que de la elegancia de su danza y canto,
ya no quedaba nada. -¡Se tarda 5 horas! ¿Sabes lo complicado que es bailar y
cantar a unas reliquias durante tanto tiempo?- Mikoto las vio correr y negó con
la cabeza reprochando la conducta de las dos mujeres más importantes para la
nación, una la reina de Tempuria y la otra, la sacerdotisa del fuego eterno,
daba vergüenza ajena contemplarlas en ese estado semi animal, sin embargo en
cuanto vio venir a Natsuki en su dirección, movió discretamente su pie para
causarle… una zancadilla.
Después de la estruendosa caída con
voltereta incluida, Natsuki se removió adolorida en el suelo y al mirar atrás,
contempló ante sí la más terrible pesadilla, Mai… su aterradora psico Mai,
estaba peligrosamente cerca de ella. -Lo sientooooo MAIIIII-
A lo lejos y en el centro de la
ciudad, los ciudadanos de Tempuria se miraban confundidos por el breve temblor
que sacudió a helios, luego vieron a las aves elevarse hacia los cielos y puede
que escucharan la voz en agonía de su reina. Nadie lo tenía del todo seguro…
pero sonaba muy similar y pareciera que estuviese siendo sometida a tortura. La
mayoría desistieron de la idea, su más fiera guerrera y amada reina estaba en la
ciudad de Élide… además nadie creería que ‘el Guardián de Jade’ pudiera ser
sometido nunca, así que prosiguieron con sus labores como si nada hubiese
acontecido.
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autor.
Que risa, eso igualdad sexual jijijiji tiene que recuperar el tiempo perdido jajaja se esta poniendo muy buena esta historia *.*
ResponderEliminarSaludos
Me encanta la historia es super divertida. Enhorabuena a la escritora
ResponderEliminarFabulosa me encanta tiene de todo mucho sentido del humor
ResponderEliminarLo dicho, ¡la mejor escritora! Sos increíble.
ResponderEliminarVas excelente como siempre tus historias son geniales y quedo excelente lo de la igualdad
ResponderEliminar¡Me encanta! Como todas tus historias.
ResponderEliminarEn una hora lei los 4 capítulos y estoy facundas, ya me enamore de la historia, por favor síguela, enserio muero por saber qué pasará con natzuki y shizuru
ResponderEliminarPara cuando el prosimo capitulo? Estoy deseando saber como sigue la historia. Gracias por seguir escribiendo.
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