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Sin ti no sé vivir - Kam Zoe - 4

Sin ti no sé vivir 4 – Kamzoe
El día de la cita llegó y Ernesto y yo nos encontrábamos en el sitio acordado para ello. El viaje a Caracas lo hicimos luego de mediodía, nos hospedamos en un hotel y a las 7:30 ya estábamos en el local en las Mercedes. Llegamos nosotros primero, pues Ernesto estaba tan nervioso que quiso llegar una hora antes para ir calmándose con al menos un trago y así lo hicimos.  El local era de tamaño medio, espacioso y con un medio piso superior. Digo medio porque al igual que la barra, abarcaba sólo un lado del lugar dejando el resto del espacio disponible para las mesas, muebles y puff que estaban distribuidos por todo el lugar. Bien iluminado y con música electrónica de fondo muy al estilo Buddha Bar, ofrecía un ambiente acogedor y refinado. Un poco frío para mi gusto, pero definitivamente refinado. Más hombres que mujeres, pero las pocas que habíamos, estábamos bien arregladas, así que no me sentía fuera de lugar.


Nos sentamos en la barra a tomarnos un par de Vodkas mientras hacíamos tiempo y a medida que fueron pasando los minutos, Ernesto se fue soltando. El shock del primer encuentro con personas del mismo sexo abrazándose y tratándose cariñosamente le pegó como a todos en nuestro primer día, pero para mi sorpresa, fue mucho más discreto de lo que se suele ser y al cabo de media hora, ya los miraba más por curiosidad, que por impresión. Estaba como fijando las cosas que eran apropiadas o no.
  • Cada quien es diferente _ Comenté antes de tomar un sorbo de mi bebida.
  • ¿Cómo? _ No entendió lo que quise decir.
  • Que cada pareja es diferente … no hay una manera o estilo único de comportamiento _ Asintió - No todos son tan abiertos como ellos _ Observé una pareja que estaban abrazados y se hacían cariños y se daban besos furtivos - O tan fríos como ellos _ Dirigí la mirada hacia otra pareja que estaba uno sentado enfrente del otro hablando con sus amigos y que lo que los delataba era que uno de sus pies permanecían en contacto. No importa lo que hicieran, siempre se aseguraban de que sus pies mantuvieran el contacto entre sí.
  • Es un poco diferente a los heteros _ Dijo luego de una pequeña pausa.
  • ¿Por qué lo dices?
  • Cuando estamos con mujeres procuramos que todos sepan que es nuestra novia ¿sabes? Que todos se den cuenta que …
  • ¿Son sus dueños? _ Pregunté con una media sonrisa
  • Bueno, no exactamente.
  • Ernesto por favor, sabes que es así. Son muy territoriales en cuanto a eso. No sólo lo hacen por ser cariñosos y atentos, sabes que en el fondo es una manera de marcar territorio _ No respondió, pero asintió aceptando lo que le decía - Aquí es igual, y donde más se nota es en las discotecas. Allí el ambiente se presta para muchas cosas, así que la necesidad de “marcar territorio” es mucho mayor. Aquí … _ Miré a las dos parejas - La diferencia principal es que unos están en plena luna de miel y los otros deben tener más tiempo de pareja. Los primeros están en el idilio del inicio de cualquier relación y los segundos, ya están más consolidados, no necesitan de esas demostraciones excesivas de amor … aunque dales un rato más a que los tragos le hagan efecto y ya verás _ Le guiñé el ojo sonriendo a lo que él respondió sonriendo también.
  • Siento que es un poco complicado saber quién debe tomar la iniciativa … con las mujeres sabemos que debemos ser nosotros los que tomemos ese papel, pero aquí … ¿cómo saberlo?
  • Si quieres hacerlo, simplemente hazlo. No lo pienses. La misma interacción te dirá como actuar _ Respiró hondo y de manera pausada mientras miraba su vaso, se notaba que mil cosas le pasaban por la mente - Ernesto _ Esperé a que me mirara - Quédate tranquilo. No te preocupes antes de tiempo.  
  • Sí … lo intentaré _ Sonrió ligeramente.
  • Voy al baño _ Me excusé.
Subí hasta el baño, hice lo que debía hacer y me quedé unos minutos acomodándome el maquillaje. Ya era inevitable que intentara estar impecable todo el tiempo, tantos años cuidando la imagen al estar en público que ya lo hacía de manera inconsciente, así que me arreglé y salí. Cuando bajaba, me di cuenta que junto a Ernesto estaba un chico y una chica, supuse que eran quienes esperábamos y que al igual que Ernesto, había traído a una amiga consigo.
  • ¡Natalia! _ Me recibió Ernesto con una sonrisa nerviosa - Ella es mi amiga Natalia _ Me presentó - Ellos son Jonathan y Bárbara.
Nos estrechamos las manos saludándonos entre sí.
  • ¿Hace mucho que llegaron? _ Preguntó Jonathan
  • No, Sí _ Contestamos simultáneamente Ernesto y yo. Nos miramos y volvimos a hablar - Sí, No _ Nos volvimos a contradecir. Luego de eso no pudimos sino reírnos de nuestra estupidez - Lo siento _ Intervine - Llegamos hace una hora al centro comercial para poder cenar, pero no tenemos tanto tiempo aquí en el local _ Aclaré. No quería dejar en evidencia a Ernesto, y eso fue lo más rápido que se me ocurrió decir.
  • Aquí hay varios restaurantes muy buenos, el de aquí al lado es excelente _ Comentó Jonathan.
  • Aunque un poco caro para la cantidad de comida que sirven _ Agregó Bárbara levantando una de sus cejas.
Jonathan se volteó a verla con cara de querer matarla por aquel comentario, más sin embargo, Ernesto y yo sólo nos reímos.
  • No me veas así que es verdad … _ Le dijo antes de continuar hablándonos - Se come muy rico, no lo voy a negar, pero no se puede venir con hambre _ Nos explicó.
Jonathan estaba rojo como un tomate de la pena y Bárbara nos sonreía haciéndonos entender que lo estaba bromeando a propósito.
  • Si es así, lo tomaremos en cuenta para una próxima oportunidad _ Dije para aliviar un poco la pena de Jonathan.
  • Si, es mejor tener esas referencias _ Agregó Ernesto sonriéndole a él.
  • Con mucho gusto les podría mencionar otros sitios a los que no deben ir …
  • Bárbara ya _ Le dijo Jonathan con una sonrisa forzada.
  • Deja la pena primo, sólo te estoy bromeando _ Le guiñó el ojo.
Y riéndonos de aquella broma, rompimos el hielo para dar inicio a unas horas de amena conversación entre los cuatro. Nos cambiamos a una de las mesas que estaba vacía aún y permanecimos hablando y compartiendo casi hasta la hora de que cerraran el local. Luego de eso, nos propusieron ir a una disco de ambiente relativamente cerca al centro comercial para continuar la noche, a lo cual, no dudamos en ir con ellos. Entre que la estábamos pasando genial y que los tragos ya nos hacían pedir a gritos bailar por horas, nos fuimos sin pensarlo.

Este nuevo local era mucho más pequeño que el anterior, pero la música era variada y el ambiente un poco más suelto que el anterior. Como era de esperarse, no faltaron las miradas insistentes hacia mí, las sonrisas insinuantes y los comentarios sobre lo bella que podía ser. No era que no me agradara, pero yo me sentía la misma Natalia de cuando era adolescente, pelo castaño claro lacio, ojos marrones, tez morena clara, pechos y cuerpo bien torneados por el ejercicio y la alimentación sana que debía tener y con los rasgos finos y delicados. Aunque así lo quisiera, era difícil pasar desapercibida, así que me resigné a que el resto de la noche sería así.
  • ¿Estás incómoda? _ Me preguntó Bárbara, quien hasta ese momento conversaba conmigo y se hacía a un lado cuando algunas de las chicas me invitaba a bailar.
  • Un poco _ Admití - No es que me esté quejando de la atención que recibo, pero a veces me incomoda.
  • Pero estás consciente de que es imposible que pases desapercibida ¿no? … No es sólo tu belleza física, es el porte, la elegancia … lo cálida de tu sonrisa.
Bajé la mirada hacia mi trago tratando de disimular la impotencia ante los elogios que me propinaba. Impotencia porque hasta ese momento, una de las cosas que me había hecho disfrutar de la noche era justamente la ausencia de ellos. Era como si para ella fuera una chica más, sin que mi apariencia estuviera de primero en la lista de la noche. En Italia había pasado tantas veces por esto, que en los últimos 2 años había evitado salir a sitios nocturnos. Busqué de distraerme de otras maneras, disfrutar de otras actividades, pero estaba harta de ser el trofeo de la noche. Estaba harta de que se acercaran a mí con el fin de exhibirme como el logro del día.
  • Lo sé … soy muy consciente de ello _ Dije resignada. Era paradójico, muchas chicas matarían por verse como yo, mientras que yo añoraba los años en los que era una chica común como las demás.
  • No quise incomodarte con lo que te dije _ Dijo luego de observarme unos instantes. Supongo que mi consternación interna era evidente.
  • Está bien … hay cosas que no puedo cambiar _ Traté de sonreír.
  • Te diré algo _ Dijo en tono suave luego de hacer otra pequeña pausa - Antes que nada quiero aclararte que yo no estoy buscando nada diferente a pasarlo bien ... _ Intenté hablar, pero con un gesto me pidió que la dejara continuar - En lo particular, acabo de terminar una relación bastante tortuosa y la verdad es que no tengo ganas de enredarme con nadie … pero no puedo dejar de admitir que contigo la he pasado estupendamente. Por encima de tu belleza física, lo que me ha gustado es tu sencillez, tu buen humor, ese desinterés por la atención que llamas … otra se daría el lujo de ser prepotente y tener ínfulas de superioridad si tuviera la carrera que tú tienes _ Al escuchar esto último no pude evitar sorprenderme, pues en ningún momento sospeché que pudiera saber quién era o lo que hacía - Pero ha sido todo lo contrario. En ningún momento has sacado a colación que eres modelo o que tu familia es dueña de una ronería y eso habla maravillas de ti y de quien eres … si te digo todo esto es porque quiero que entiendas que no todos ven sólo lo superficial y que aunque seamos 1 entre mil, sí existimos personas que pueden verte a ti y no a lo que representas. Así que no dejes que esos miles te afecten de más _ Los ojos se me humedecieron y tuve que pestañear muchas veces para evitar que se me escaparan. No era ni el momento, ni el lugar para ponerme a chillar, así que tragué grueso y bebí de mi trago - Y cambiando de tema … _ Miró hacia el rincón donde estaban Ernesto y Jonathan - Ernesto es novato ¿cierto?
  • ¿Por qué lo dices? _ Los miré yo también.
  • Porque cuando nos vio, casi que sale corriendo _ Nos miramos y acto seguido nos reímos.
  • Sí. De hecho, es su primera cita _ Admití.
  • Jonathan está igual.
  • ¿En serio? _ Dije haciéndome la que no sabía.
  • No me digas que no te habías dado cuenta _ Me dijo con cara de no creerme.
  • Bueno … no estaba segura.
  • Ay por favor!! Es demasiado obvio _ Puso los ojos en blanco - Con lo observadora que eres, estoy segurísima que lo dedujiste al instante _ Yo sólo apreté mis labios para evitar reírme otra vez.
  • Está bien, sí lo había notado … pero creo que es algo bueno para ambos … perder ese miedo sin sentirse en inferioridad de condiciones.
  • Es cierto … no lo había pensado así.
  • Ernesto estaba súper nervioso. Una de las cosas que le preocupaba era justamente el no saber qué hacer o cómo actuar, así que sí, creo que el que ambos sean novatos es cosa buena.
  • Pues … - Los miró otra vez un instante - Creo que tienes razón _ Volvió su atención a mí - ¿Pero sabes qué? Porque mejor no nos dedicamos a disfrutar del lugar y bailamos. Esa canción me fascina - El Dj acababa de colocar el clásico de Oscar de León “Llorarás y llorarás”. Bárbara extendió su mano esperando que aceptara su invitación.
  • Tengo mucho tiempo sin bailar _ Dudé un poco.
  • No te preocupes, te trataré bien _ Me guiñó el ojo y tomó mi mano sin darme a tiempo a reaccionar.
En efecto, nos fuimos a la pista a bailar no sólo esa canción, sino todo el set de música tropical que duró al menos media hora. Bárbara resultó ser una bailarina excelente y con su seguridad, me fue llevando tan ligeramente que terminé bailando con ella como si lo hiciéramos de toda la vida.  Cuando regresamos a la barra a pedir más bebidas, pudimos ver como Ernesto y Jonathan ya se entendían mucho mejor dado que la comunicación de lenguas era bastante intensa. No pudimos dejar de bromear entre nosotras acerca de lo rápido que habían perdido el miedo y el recato e ideamos las mil y una formas de bromearlos, pero a la final, decidimos que los dejaríamos vivir su experiencia por esa noche y que sería al día siguiente, la ocasión perfecta para bromearlos a más no poder. Estábamos felices por ellos, era refrescante ver que esa primera cita resultara tan bien y que la disfrutaran tanto como lo estaban haciendo.
Pasó una hora más antes de que el cansancio se apoderara de Bárbara y de mí y decidiéramos que era todo para nosotras por ese día. Les avisamos a los chicos y nos fuimos. Bárbara se iría en un taxi y yo caminaría hasta el hotel, que casualmente quedaba a una cuadra de la discoteca.
  • Hola Miguel, ¿y Orlando? _ Le preguntó a uno de los taxistas que estaban afuera.
  • Está accidentado. Llevó a un cliente hasta los Ruíces y se le pinchó un caucho. No creo que regrese.
  • Vale. Gracias.
  • Si quieres te llevo _ Se ofreció el tal Miguel.
  • Gracias _ Le sonrió no muy convencida - Deja que la acompañe a ella y regreso.
  • Está bien _ Siguió conversando con los otros taxistas que estaban allí.
  • Dijiste que caminarías hasta tu hotel, así que vamos, yo te acompaño.
  • No hace falta. Si quieres vete de una, así no pierdes la carrera.
  • ¿Estás loca? - Abrió los ojos exagerando - ¿Hace cuánto que llegaste a Venezuela? _ Durante la conversación de la noche había salido el tema de mi estadía en Italia y de mi regreso intempestivo.
  • Casi un mes.
  • Bien, por si no te han puesto al tanto, ya no es tan seguro caminar sola a estas horas de la noche, así que vamos, te acompaño.
  • ¿Y tú si puedes?
  • No. Por eso es que agarraré un taxi allí donde te estás quedando.
  • Está bien - Acepté finalmente.
Bárbara esperó que yo tomara la iniciativa del camino, pues no le había dicho en qué hotel me quedaba. Cuando se percató de hacia dónde nos dirigíamos, no pudo evitar sonreír.
  • No podía ser de otra manera _ Dijo negando con la cabeza un tanto divertida.
  • ¿Qué cosa?
  • Por supuesto que el Marriott, ¿cuál otro hotel podría ser?
  • La agencia para la que trabajo tiene un convenio a nivel mundial con la cadena Marriott entre otros hoteles _ Le expliqué.
  • Un derroche de clase y elegancia _ Dijo con un tono grave emulando a las voces de las publicidades.
  • Jajajajajajaja ¡no seas payasa!
  • Sólo digo la verdad … _ Dijo levantando la ceja a manera de “tengo razón”, pero de inmediato rió - Me parece que sí tendré que regresarme para irme con Miguel porque un taxi de aquí me sacará los ojos por la carrera.
  • ¿A dónde vas?
  • Al Hatillo
  • ¡Wooww! … un poco lejos _ Dije con un poco de preocupación por lo lejos que debía ir.
  • Si bueno, eso pasa cuando decides vivir fuera de la civilización. Pero no te preocupes, ya estoy acostumbrada. Lo que me molesta es que Miguel cobra muy caro por cada ruta que hace, pero de los que están allí, es el único con el que me atrevo a irme … ya sabes, hay que estar alerta en estos tiempos.
  • Claro _ Llegamos a las afueras del hotel.
  • Bueno señorita, ha sido un placer conocerte y compartir esta noche contigo. No pensé que la pasaría tan bien, así que gracias.
  • No tienes nada que agradecer. Yo también la pasé muy bien _ Nos despedimos con un beso en la mejilla y un abrazo.
  • Que estés bien _ Me guiñó el ojo y se volteó para irse. Cuando ya estaba llegando a la esquina de la calle para cruzar la avenida la llamé
  • ¡Bárbara espera! _ Caminé rápido hasta llegar a ella.
  • ¿Sí? _ Preguntó un poco extrañada.
  • Por qué no … _ Era una locura lo que le iba a proponer y las palabras no me querían salir.
  • ¿Qué? _ Dijo al ver que no continuaba.
  • Por qué no te quedas … Subes, nos tomamos algo y conversamos hasta que amanezca; es más seguro irte de día que en plena madrugada.
  • No Natalia, gracias _ Negó con la cabeza - No te preocupes, no es primera vez que debo irme así.
  • Seguramente, pero por qué correr el riesgo si bien puedes quedarte aquí hasta que salga el sol y luego irte más tranquila _ No respondía, miraba hacia la calle agarrándose la cabeza con una de las manos mientras pensaba en lo que le había dicho - Si no te quieres quedar, por lo menos déjame pagarte un taxi de aquí del hotel. Son más seguros.
  • No es cuestión de dinero.
  • Sé que no, pero sí de seguridad, así que por favor … _ Le dije en tono de ruego. Me angustiaba que se fuera sola hasta tan lejos.
  • Natalia … de verdad, no te preocupes. Quédate tranquila _ Trató de disuadirme, pero no estaba dispuesta a dejarla ir así.
  • No te dejaré ir Bárbara, así que es mejor que elijas una opción; o subes conmigo o me dejas pagar el taxi. De lo contrario, nos quedaremos aquí paradas hasta que accedas – Dije tercamente.
Se me quedó mirando unos instantes tratando de descifrar si hablaba en serio o si era una broma. Al ver que me mantenía seria y firme, sonrió con cierta incredulidad.
  • Está bien … subiré y esperaré hasta que amanezca _ Aceptó al final.
  • Gracias _ Le sonreí agradecida por acceder. Comenzamos a caminar hacia la entrada del hotel otra vez.
  • Sólo espero que no te aproveches de mí _ Dijo fingiendo altanería.
  • Querrías tú que yo me aprovechara de ti _ Le devolví. Ante esto, sólo reímos.
Era extraño y muy irreal, pero me sentía a salvo con ella. En efecto subimos a la habitación y cuando entramos, Bárbara silbó al verla. No era muy grande, pero sí llena de confort y elegancia. Al lado de la puerta se encontraba el baño amplio con todo lo indispensable y con la ducha en una esquina con puertas transparentes, lo cual la hacía ver mucho más amplia. Pasando el baño y justo frente a la cama king, estaba una peinadora de caoba con un gran televisor pantalla plana arriba, e inmediatamente después, una nevera ejecutiva. Dos mesas de noche, al fondo un pequeño escritorio con su silla de cuero y enfrente un sillón frente a la ventana. La vista no era nada espectacular, puesto que el hotel estaba rodeado de otras edificaciones, pero al menos las luces de la noche, lo hacían más vistoso.
  • Una pequeña habitación ¿ah? _ Comentó Bárbara luego de observarla en su totalidad.
  • Algo _ Sonreí mientras dejaba en el closet mi cartera.
  • Aunque pensé que podría ser más grande.
  • Las hay más grandes, pero con esta es más que suficiente para mí.
  • Para mí también, así que no me quejo _ Rió.
  • Siéntate, serviré el vino.
Mientras ella se ponía cómoda, busqué en la nevera la botella de vino que siempre encargaba en cualquier hotel que me quedara. No siempre me la tomaba, pero sí procuraba ordenar una y tenerla a disposición.
  • ¿Te ayudo? _ Se ofreció cuando me vio que enroscaba al sacacorchos.
  • Tranquila, eres mi invitada. Sólo disfruta.
  • No se diga más _ Se encogió de hombros y se quitó los zapatos para sentarse en posición indio en el sillón. Yo serví las copas y me senté frente a ella en la silla del escritorio.
  • ¡Salud! _ Chocamos las copas ligeramente.
  • Mmmmm es muy rico _ Dijo luego de tomar el primer sorbo.
  • Si. Es bastante suave, pero con un sabor perdurable.
  • Cierto _ Asintió. Hubo un pequeño silencio antes de que continuara hablando - ¿Te soy honesta?
  • Claro.
  • Desde hace una hora que me quería ir. No por ti, ni porque la estuviera pasando mal, sino porque llega un punto en que la música me aturde, no me deja hablar, no me deja escuchar …
  • Sirve sólo para bailar y servir de preámbulo para otras cosas _ Completé
  • Exacto y si no que lo digan Jonathan y Ernesto _ “Ujuuu” Condordé y luego nos reímos.
  • Si que se estaban entendiendo ¿no? _ Me refería a los besos intensos que ya se estaban dando cuando nos fuimos.
  • Así parece ... creo que hoy será la primera vez en otras cosas también
  • ¿Crees que lleguen a eso?
  • ¿Y lo dudas? _ Preguntó sorprendida.
  • La verdad es que no … fue sólo un decir _ Me encogí de hombros.
  • Mañana … bueno, más tarde, tendremos cuento nuevo.
  • Seguro que sí _ Bebimos otro sorbo.
  • Y hablando de cuentos nuevos … ¿me contarás algo de ti? _ Le pregunté. Hasta ese momento, sabía muy poco de Bárbara. Habíamos hablado de su trabajo, de sus vacaciones en Europa algunos años atrás y de muchas otras cosas más, pero nada de temas muy personales. 
  • ¿Qué quieres saber? _ Me devolvió la pregunta.
  • No sé, lo que quieras contarme … pero antes ¿me dirás cómo sabes de mi carrera y la hacienda de mi familia? _ Asintió antes de hablar.
  • Mi hermana menor hace unos 3 años estaba empeñaba en querer ser modelo. Mi padre por supuesto puso el grito en el cielo, mi madre no tanto pero no lo contradecía, así que fueron unos meses de mucha insistencia por parte de ella y muchas negativas por parte de ellos. Finalmente, la convencieron de estudiar diseño de moda y dedicarse a otra cosa que igualmente tuviese relación con el mundo del modelaje y ella aceptó, no estaba tan convencida, pero a la final le gustó.
  • ¿Y dónde entro yo en todo eso?
  • Que fuiste uno de sus argumentos para tratar de convencerlos. Se iba a mi casa, investigaba todo lo que podía y cada vez que salía el tema a relucir, pues salías tú mencionada como una referencia real de que sí era posible triunfar en la pasarela. Reconozco que no le prestaba mucha atención en lo que investigaba, pero de tanto verte y escucharte nombrar, pues algo me quedó. Aparte de que es imposible no admirar tus fotos _ Aunque parezca increíble, me sonrojé con el último comentario - !No puedo creer que te sonrojes¡
  • Aunque no lo creas, a veces me pasa _ Traté de explicar.
  • Naaahhh … eres una lindura _ Esto me puso peor y sentí como de inmediato las orejas se me pusieron calientes y rojas también.
  • ¡Bueno ya! _ Bárbara se carcajeó mientras yo trataba de mantener mi seriedad fingida.
  • Está bien, está bien _ Levantó sus manos en son de rendición – Siempre has sido gay?
  • ¿Eh? _ Me sorprendió la pregunta.
  • Sí. Es que quedé en schok cuando me di cuenta que eras gay. En un primer momento pensé que sólo acompañabas a Ernesto y ya, pero cuando supe que estabas de este lado de la acera, no pude evitar sorprenderme.
  • Soy gay mucho antes de ser modelo. Salí del closet a los 15 … o al menos a esa edad fue que lo asumí, pero digamos que desde muchos años atrás ya sabía que me gustaban las niñas.
  • Imagino que en ese asumir tu homosexualidad hay una falda presente.
  • Sí … mi mejor amiga. Crecimos juntas, así que fue sólo cuestión de tiempo para que el deseo y las emociones se exteriorizaran y saber que algo más pasaba … fue si se quiere, algo natural. No fue traumático para nosotras.
  • Suerte que fue así. No siempre las historias empiezan de esa manera … _ Tomó un poco de vino - ¿Siguen siendo pareja?
  • No … _ Bajé la mirada un instante, era inevitable sentir esa punzada en mi corazón al recordar la realidad - Todo se terminó cuando me fui a Italia.
  • Parece que aún te afecta _ Me dijo luego de observarme unos instantes.
  • Siempre lo hará … fue y es mi primer amor _ Dije con nostalgia - Ese que nunca olvidas, ese que nunca pasa … ese que siempre recordarás por haberlo tenido y que lamentarás por haberlo perdido.
  • Entiendo … y al hablar así, intuyo que estás sola. Lo digo porque si existiera alguien ahora, no hablarías con tanta tristeza y nostalgia.
  • Estoy sola … y si hablo así es porque … en este viaje, cerré de manera definitiva ese capítulo en mi vida, así que todavía estoy en ese proceso de aceptar que no hay un futuro, ni oportunidad posible.
  • Ojalá hubiese una manera sencilla de pasar la página ¿cierto? _ Lo dijo también para sí misma - A veces se nos hace tan cuesta arriba …
  • Mucho _ Las dos nos quedamos un momento en silencio inmersas en nuestros pensamientos - Lo tuyo fue tormentoso por lo que me dijiste antes de venir ¿no es así?
  • Sí … ella es una celópata crónica … veía cosas y engaños en todos lados y fue muy difícil todo. Traté de lidiar con ella durante año y medio pero ya no pude más … _ Negaba con la cabeza -  Terminar la relación fue más tortuoso todavía … aún hoy piensa que la dejé por tener a otra persona y terminamos hace 6 meses ya … así que aún no me he podido deslindar del todo _ Respiró hondo - Y lo peor es que tenía ojos sólo para ella, la amé con todo lo que pude y le entregué hasta lo que no tenía, pero aún así no fue suficiente … y aunque me ha buscado pidiendo que regresemos, eso es algo que no puedo hacer … sé cómo terminará todo y ya no quiero caer en ese abismo otra vez.
  • Entonces no nos queda más que seguir nuestro camino _ Levanté mi copa hacia ella - Por un nuevo comienzo.
  • Por un nuevo comienzo _ Me secundó luego de rechinar su copa con la mía.  
Nos quedamos hablando hasta que la botella de vino se terminó, aún no amanecía, así que le ofrecí a Bárbara que nos acostáramos hasta que amaneciera y ella pudiera irse sin problema. No estaba muy convencida, pero luego de insistir y de programar su alarma para que sonara a las 6am, finalmente nos acostamos.
Yo caí como muerta y no sentí nada hasta que las ganas de ir al baño me despertaron. Para ese momento eran las 10am y cuando me volteé, Bárbara estaba tan profunda como yo hacía unos segundos antes. Dudé entre despertarla o simplemente dejarla dormir, después de todo, su apuro por irse era más por pena a quedarse en mi habitación que porque tuviera algún compromiso, o al menos eso me había dado a entender, así que pensé que lo mejor era dejarla dormir.
Me bañé, pedí desayuno a la habitación y me senté en el sillón frente al balcón a comer mi ensalada de frutas mientras leía  la prensa en mi tablet. No pasó mucho rato antes de que escuchara a Bárbara levantarse.
  • Buenos días _ La saludé volteándome a verla. Su cara era de total desconcierto por lo que no pude evitar sonreír.
  • Buenos días _ Respondió somnolienta desde la puerta del balcón- ¿Qué hora es?
  • Las 11:20 _ Le respondí luego de chequear la hora en la tablet.
  • ¿¿11:20?? _ Abrió los ojos como plato - ¡¡Por Dios qué tarde!! Mi teléfono no sonó _ Dijo dando vueltas buscando su celular
  • Está en la peinadora _ Le dije - Cuando desperté y vi que tu alarma no había sonado pensé que se había quedado sin pila y sí, estaba descargado, así que te lo puse a cargar _ Le expliqué.
  • Gracias, no pensé en eso.
  • No te preocupes.
  • Qué pena Natalia, no pretendía quedarme hasta esta hora _ Habló muy apenada.
  • Tranquila. De haberme molestado te habría despertado antes ¿no crees?
  • Sí pero igual … ya fue un abuso subir a tu habitación como para además, quedarme dormida de esta manera.
  • Ya, no te preocupes … más bien anda al baño, lávate la cara y ven a desayunar.
  • ¿Siempre eres así de mandona? _ Preguntó mientras intentaba controlar un bostezo.
  • Sólo cuando la terquedad se hace presente _ Me reí divertida - Anda, apúrate. Mira que la ensalada de fruta está divina.
Al escuchar lo de la ensalada de frutas, trató de sonreír complacida, pero se notaba a leguas la decepción por escuchar que lo que comería serían frutas. En cuanto se encerró en el baño me reí en silencio pues era una mentirilla blanca, la verdad era, que le había pedido panquecas con miel, queso y jamón. Al no saber cuánto tiempo pasaría antes de que se despertara, preferí pedir algo que no importara comerse frío.
Cinco minutos más tarde salió y se sentó en el escritorio donde estaba la bandeja con la comida, su cara de sorpresa fue bastante evidente cuando vio lo que había, de inmediato me vio con los ojos entrecerrados como diciendo “¡me engañaste! así que no pude evitar carcajearme.
  • Ensalada de frutas ¿eh? _ Dijo entre dientes.
  • Bueno eso fue lo que yo comí _ Levanté el tazón vacío. Negó con la cabeza y luego comenzó a comer.
  • Está divino _ Dijo luego de probar un bocado - ¿Quieres probar?
  • No gracias. Es muy pesado para mí.
  • Huy sí, para mí igual. Es demasiado pesado _ Bromeó antes de comer otra porción generosa - ¡Hey! … _ Se levantó de la silla y tragó casi que entero.
  • ¿Qué pasó? _ Pregunté un poco alarmada.
  • ¡Jonathan! No sabe que estoy bien. De seguro me ha llenado el buzón de mensajes tratando de ubicarme _ Ya caminaba rumbo a la peinadora para buscar su celular.
  • ¡Cálmate! Ya sabe que estás aquí _ Se volvió a verme mientras lo encendía - Antes de dormirme profundamente Ernesto me escribió para avisarme que Jonathan se quedaría con él. Yo aproveché y le dije que tú también estabas aquí, que esperarías  que amaneciera para irte.
  • Si pero ya amaneció hace mucho _ No dejaba de sonar preocupada.
  • Y ya le escribí que seguías aquí _ Agregué.
  • ¿En serio? _ Preguntó incrédula.
  • Sí. Quédate tranquila _ Le aseguré. Regresó hasta donde estaba la mesa, pero no se sentó, sólo se quedó parada frente a mí.
  • Gracias … en verdad eres un sol … pero ahora me pones en un gran compromiso.
  • ¿Por qué? _ No entendía.
  • Después de tantas atenciones y demostraciones de lo maravillosa que eres, no puedo menos que … _ Se quedó callada como pensando.
  • ¿Qué? - Insistí al ver que no continuaba. Se arrodilló y me agarró la mano.
  • ¿Te casas conmigo? _ Preguntó muy seria. Nos quedamos viendo por unos segundos antes de que la risa me invadiera.
  • ¡Estás loca! _ Le dije negando con la cabeza.
  • ¿Te ríes de mi noble proposición? _ Preguntó fingiendo indignación.
  • Sí _ Respondí sin descaro.
  • ¡Pppsss! … Después dicen que no hay romanticismo _ Dijo poniendo los ojos en blanco, soltándome la mano y regresando a la mesa. Cuando se sentó, me guiñó el ojo y se rió ampliamente.
  • Me hubiese gustado ver tu cara de haber dicho que sí.
  • Caigo largo a largo aquí mismo _ Me aseguró.
  • Eso seguro jajajajajajajajaja _ Nos reímos.
  • Hablando en serio … gracias por todo _ Me dijo sinceramente. Yo sólo asentí.
Sabía que todo aquello era algo atípico. Nunca antes había hecho algo así, pero sin poder explicar el por qué, Bárbara no me había hecho sentir ni extraña, ni incómoda al compartir de esa manera con ella durante toda esa noche. En cualquier otra circunstancia, el sexo hubiese sido un invitado seguro e infaltable, pero en esa ocasión no fue así, y para mi grata sorpresa, me sentía más satisfecha con esa noche inocente, que con las cientos de noche de sexo puro y carnal que había tenido en otras ocasiones.  
Luego de terminar de desayunar, hablamos un rato más antes de que se fuera. Jonathan se quedaría un par de horas más y aunque le ofrecí que se quedara a esperarlo para que se fueran juntos, insistió en que ya era suficiente abuso, así que intercambiamos teléfonos y se fue.
Ya sola en la habitación, pensé que era la primera persona después de Fabiana que me hacía sentir tan bien, que me hacía sentir como Natalia la persona y no como Natalia la modelo. Que increíble que alguien con sólo horas de conocerla, me hiciera conectarme con esa parte de mí que sentía tan lejana. Definitivamente ese viaje a Caracas, había sido toda una experiencia para mí y por primera vez sentí que nuevas y maravillosas cosas podían suceder.


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1 comentario:

  1. Que bueno que leerte y que no.hayas demorado tanto besos

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