Se suponía que todo
estaba bien, estaba dando lo mejor de mí.No me di cuenta cuando las cosas se me
empezaron a desmoronar pero las palabras de mi madre serían solo el inicio.
Mi novia de vez en cuando
iba a buscarme al trabajo y salíamos o íbamos a dormir a su casa ya que en la
mía no podíamos darnos ese lujo, pensaba que así no tendría que lidiar con mi
madre y sus reclamos pero me equivoqué sobre manera. Una noche llegué del
trabajo y me sentó en la cocina, mala señal, siempre tomaba ese lugar para
regaños y recriminar algo, me preguntó dónde había estado en los últimos días,
procedió con el sermón de que ya que trabajaba debía ser más responsable y
dormir mejor, organizarme bien, que tenía ojeras, las cuales yo no había
notadopero después de todo lo que había pasado aprendí a mantener la boca
cerrada y no contestar. Continúo diciéndome que llevaba un desorden con mis
dormidas fuera de casa, que no debía actuar así como si fuera una sin hogar. Que
estaba mal el dormir en casa de ajena tan seguido. Todo para no decir con
palabras claras que no aprobaba que durmiera en casa de mi novia. En ese
momento decidí que aunque no debía contestar sí podía intentar dialogar.
-Mamá… No sé qué es lo
que quieres que haga, estoy tratando de hacer las cosas bien, no te obligo a
que seas partícipe de mis decisiones- le dije en el mejor tono posible.
-No estás entendiendo,
hija, en todo este tiempo sigues pensando que reprocho tu decisión de estar con
ella…- en este momento estábamos sentadas una frente a la otra y tomó mis manos
suspirando- Lo que yo no logro aceptar es que quieras hacer lo que te plazca
sin mirar las consecuencias. ¿Está mal de mi parte prohibirles que duerman
juntas bajo mi techo? ¿Me has preguntado cómo me siento al saber que te vas a
su casa a hacer lo que yo te prohíbo aquí? Actúas como si todas mis quejas
fueran porque ella es una mujer y tú también…- bajó la mirada, sabía que eso le
afectaba en muchas formas aunque no quisiera admitírmelo–Sin embargo, sin darte
cuenta tomas eso como excusa para justificar el irte a pasar la noche en su
casa, te agarras de algo sin base ni fundamento porque si fuera ese mi problema
entonces… ¿Me estás diciendo que estaría bien si fuera con él? ¿Te permití
alguna vez dormir en la misma cama con él?
-No- algo tenía que
contestarle.
-Pretendes que te celebre
todo lo que haces, que te conseguiste un empleo no te hace madura, no te hace
tan diferente si sigues con los mismos pensamientos y con la misma actitud
rebelde.
-Mamá…
-Mientras vivas bajo mi
techo no te permitiré ningún tipo de falta de respeto ni a mí persona, ni a
esta familia, ni a esta casa. ¿Quieres que ella vuelva acá de visita? Puede
hacerlo pero bajo mis reglas. ¿Quieres tener algo con ella? Háblalo conmigo y
con tu padre.
-¿Estás hablando en
serio?- pregunté pensando que era un sueño.
-Claro que sí. Ustedes
dieron por sentado que las habíamos exiliado o algo así, sin embargo, es que no
nos han dado ni el tiempo ni la oportunidad para asimilar todo esto…- apretó
mis manos –Eres mi hija, que seas feliz es lo único que me da paz. Y ella… Hace
mucho tiempo que ya forma parte de la familia. Pero…- dijo provocando que mi
sonrisa se disipara levemente –Tienes que hacerte cargo de tus decisiones,
necesito que me demuestres que estás segura de lo que haces, de que es lo que
en verdad quieres porque actúas como si no supieras las consecuencias que
conlleva lo que empezaste. Fuera de esta casa hay un mundo, hay personas que no
son tu familia y no se tomaran el tiempo de entender. Desde que terminaste con
él, su madre no me dirige la palabra… Era natural que por lo menos a ella él le
hubiera dicho la verdad de su ruptura- me dolió mucho lo que dijo porque sabía
la bonita amistad que habían forjado nuestras familias.
Había estado tan
concentrada en todo lo mío, de acá para allá, con mil cosas por hacer y solo
pensando en pasar tiempo con ella, me había olvidado de los posibles daños
colaterales que había provocado, en lo único que pensaba era en conservar mi
trabajo y no descuidar mis estudios ya que el trabajo no era solo para obtener
una especie de libertad sino también lograr esa independencia que tanto
anhelaba pero mi madre tenía razón en todo, como siempre, la independencia me
la ganaría al madurar y pensar como adulta de una buena vez por todas.
Admitía que me ponía
feliz el haber hablado con mi madre. Después de todas las cosas que habían
pasado nuestra relación había decaído bastante, apenas nos veíamos los fines de
semana como mucho, en los cuales yo hacía ciertos oficios y me encerraba en mi
habitación a estudiar y descansar. Mi hermana menor ya había comenzado a
sospechar lo mío pero no parecía molestarle, era muy joven aún, sólo sabía
preguntarme por mi novia como cuando era solo mi amiga, en parte eso me daba
cierto alivio, saber que su cariño no había cambiado. Por otro lado mi padre,
me había dado más apoyo que nunca, lo amaba tanto, ya le había pagado lo que me
prestó para el primer mes, de ahí procedí a calcular muy bien mis gastos, así
ya no tuve que pedirle más pero aún me ayudaba conalgunos gastos de la
universidad ya que tampoco era como si yo tuviera un sueldo de lujo. En verdad
sin él no sé qué hubiera sido de mí. Me decía todos los días lo orgulloso que
estaba, de que aun trabajando continuara mis estudios, que nunca dejara que
ninguna cifra monetaria me llenara los ojos. No podía quejarme de mis padres,
me habían dado tanto y aún seguían haciéndolo.
Al día siguiente de la
conversación con mi madre estaba en el trabajo un poco agobiada, mi jefe y los
demás estaban muy inquietos, no paraban de pedirme llamadas, haz esto y
aquello, ve allí y allá… A veces sentía que no daba para el trabajo, mi jefe en
especial tenía un carácter un poco agrio y soltaba ciertos… Boches… Como dicen
en mi país. Y era uno de esos días, en los que nadie quería entrar a su oficina
y pretendían que yo hiciera uso de mi hechicería para convencerlo de cosas que
nada tenían que ver con mis intereses. Me lo había ganado por andar haciendo
favores, solo trataba de hacer mi trabajo lo mejor posible pero las personas
cuando les damos un dedo se cogen el brazo completo. Soporté el día lo mejor
que pude y respiré profundo cuando ella apareció, estaba tan hermosa como
siempre, su cabello estaba de salón y su vestuario era bastante formal,al
parecer tuvo alguna actividad en el trabajo, cada vez que la veía todo mi pesar
se esfumaba, hasta que noté que uno de mis compañeros de trabajo estaba
hablando con ella y me señalaban, ella me miró como siempre lo hacía, con ese
brillo en sus ojos y su sonrisa que bajaba todas mis defensas, un sobresalto me
invadió, tal vez ella le había dicho que éramos pareja… No, ella no podía hacer
algo así. No sabíamos qué podría provocar eso en mi ambiente laboral. De pronto
me encontré muy preocupada y asustada mientras la veía caminar hasta mí con mi
compañero a su lado.
-¡Hola, quise darte una
sorpresa!- me dijo muy emocionada.
-Oye, que mala compañera
eres- dijo él mirando a mi novia de la cabeza a los pies- No me presentaste a
tu amiga- volvió a mirarme con una sonrisa maliciosa.
-Bueno, pues ya la
conoces- me limité a decir y sonreír educadamente rogando que no se me notara
tanto la hipocresía.
Todo surgió de manera
natural y sin complicaciones, una conversación cotidiana sin nada
sobresaliente, cuando mi compañero decidió por fin soltarnos procedí a recoger
mis cosas.
-¿Me puedes explicar qué
fue todo eso?- era ella que estaba detrás de mí. No me di cuenta cuando rodeó
el escritorio. Sentía su mano sobre mi hombro. Me di la vuelta para mirarla.
-No pasa nada ¿Podemos
irnos ya?- dije esto dejando de mirarla para prestar mi atención de que no se
me olvidaba nada.
Ella no dijo nada, solo
comenzamos a caminar hacia la salida, sentí cómo el aire regresaba a mis
pulmones cuando cruzamos la puerta y estuvimos fuera. Estábamos a punto de
cruzar la calle cuando ella sujetó mi brazo y me hiso girarme.
-¿Te pasa algo?- tenia
cara de preocupación.
-No. Claro que no- le
aseguré.
-Pues no lo parece.
-Estás alucinando- le
dije sonriente- vamos que tengo algo que contarte que nos favorece a ambas.
Estaba muy entusiasmada
por contarle sobre la conversación que había tenido con mi madre. Pero ella
seguía seria.
-Discúlpame si soy
insistente pero hace un momento no parecías tan alegre y ahora… Salimos y de
pronto te volvió el color al rostro.
-Está bien- le dije con
suspiro cansino.
-Cuéntame lo que te pasa-
dijo tomando mi mano libre y apretándola suavemente. Instintivamente miré de un
lado para otro como si buscara una cámara escondida o algo así.
-¿De qué hablabas con mi
compañero de trabajo?- solté como si fuera una acusación.
-¿Estás celosa o algo?-
dijo sonriendo.
-No es eso- se borró su sonrisa
al instante por mi tono y expresión tan serios.
-¿Y qué es entonces?- me
preguntó con el ceño un poco fruncido en señal de confusión total.
-Nada…- dije
retractándome de haber actuado como tonta pero ella continuó con esa mirada
inquisidora como diciéndome que sabía que no estaba siéndole honesta además
continuaba sin soltar mi mano y por alguna razón ya me estaba incomodando.
-Creo que ya es hora de
que hablemos- me dijo en tono serio, ese que tanto odiaba y que sin piedad me
agobiaba como nada en este mundo.
-¿A qué te refieres?- le
pregunté con un nudo en la garganta.
-Dime una cosa… Por
curiosidad ¿Qué pensaste que hablé con ese hombre?- su cara estaba tan seria
que me rompía.
-Yo…
-Por favor- dijo
acercándose provocando que yo diera un paso atrás involuntariamente.
Me miró con cara de
sorpresa pasando a enfado.
-Ah, disculpa… Yo solo…
Mi balbuceo no ayudo
mucho que digamos. Volví a mirar para todos lados. Luego volví mi mirada hasta
ella que seguía atenta a mis acciones, bajé la vista como por vergüenza mientras
me recogía el pelo tras una oreja.
-Por lo menos podrías
tener el valor de decirlo con palabras- su voz me hizo alzar la vista.
-Perdóname, no sé qué me
pasó- le aseguré.
-Querrás decir lo que te
viene pasando hace días- objetó.
-¿Cómo?
-Escucha, no sé qué crees
que haces pero yo sí lo sé, te noto incómoda… ¿Es porque estamos frente a tu
trabajo o simplemente porque estamos en público?
-No lo sé, yo solo…- las
palabras me habían abandonado. Me sentía como una niña de cuatro años que no
tenía idea de cómo explicar que había roto el carísimo jarrón que estaba en la
sala.
-Bien, ya que no quieres
hablar lo haré yo- anunció captando toda mi atención al soltar mi mano- No te
he presionado de ninguna forma para que me demuestres nada, de si me quieres o
no porque sé que me quieres pero estás actuando muy raro últimamente y me estoy
preocupando, cada vez que estamos en público te comportas justo como ahora, no
me dejas acercarme a ti, como si yo tuviera algo malo encima, vas a mi casa de
vez en cuando, pasas la noche conmigo… Varias veces ya… Y mis padres aún creen
que seguimos siendo solo amigas. Mis padres saben que me gustan las mujeres- me
sobresalté un poco cuando lo dijo así tan naturalmente y eso la enfadó más-
¿Ves? Mírate. Mis padres te adoran, ellos no te trataran mal o te echaran de la
casa y tú ni siquiera puedes hablar del tema.
-Estamos en frente de mi
trabajo- le dije en tono suave.
-Solo te estoy expresando
lo que pienso, ni siquiera he alzado la voz- me dijo mucho más seria de lo que
ya estaba.
-Pero es lo único que te
falta- dije alzando yo la mía- Estás reprochándome mientras me dices que quieres
que hable, pues hablaré- anuncié colocándome una mano en el pecho- Yo he
renunciado a todo por ti, ¿No sabes o no te acuerdas de todo lo que he tenido
que pasar? No sabes los problemas que le he causado a mi familia, mi madre se
pasó semanas sin hablarme, mi hermana me miraba como si me tuviera lástima… He
tenido que hacerme cargo de mis decisiones, he buscado este trabajo- dije
señalando inconscientemente hacia el edificio.
-¿Crees que no lo sé? Yo
he estado ahí ¿Cómo crees que me he sentido al no poder dirigirle la palabra a
tus padres? Al no poder poner un pie en tu casa, deben pensar que soy lo peor
que te pudo pasar pero peor me siento cuando salimos y quieres ir al cine
porque sabes que ahí nadie está mirando a nadie. Y el idiota de tu ex no me ha
dado una golpiza porque no quiere caer preso pero ganas no le faltan, ¡Si
vieras cómo me mira cuando nos cruzamos en la universidad o en el barrio!
-¡Deja de decir esas
cosas! Yo quería decirte que hablé con mi madre y que puedes ir a la casa, que
hablaremos para que acepten…
-¿Qué importa que lo
acepten si tú misma no lo puedes ni decir? No seremos la familia feliz otra vez
por si eso es lo que piensas que pasará.
-Dijiste que no me
estabas presionando pero lo haces justo ahora.
-No. solo te estoy abriendo
los ojos. Todo eso del trabajo y hacerte cargo de tus cosas son solo para ti,
mira cómo te pusiste cuando me viste hablar con ese hombre, ¿Crees que le dije
que somos pareja?Yo nunca haría algo así sin tu consentimiento, te he dicho
todo esto para que arreglemos las cosas porque yo no estaré contigo de esta
manera- ambas nos quedamos mudas unos segundos, no tenía idea de cuánto podía
dolerme escucharla decir algo así. Ella continuó pero más calmada- Yo no quiero
que te sientas cómoda conmigo sólo cuando estemos entre cuatro paredes… Ni me
dijiste si les diremos a mis padres y aun así… ¿Qué será de nosotros en la vida
fuera de nuestras familias? Si no te lo decía ahora esto seguiría lastimándome.
-Tú también me lastimas
por si no lo sabías- le dije mirándola con dolor.
Hice un recuento mental
sobre los últimos dos meses y sí, había hecho todo lo que ella me reclamaba,
solo que en estos últimos días me había preocupado más de lo normal el tema,
especialmente en mi trabajo. En ese momento me di cuenta de que todo el que
pasaba cerca de nosotros nos miraba, por suerte nadie de mi trabajo había
salido, supongo que nuestras voces no traspasaban las puertas de cristal. Y al
parecer no había nadie en recepción ya que yo había terminado. Volví mi
atención a ella, no me estaba mirando. Le mantuve mi mirada fija hasta que por
fin me miró.
-No quería que diéramos
un espectáculo en plena acera… Sólo necesito dejar de sentir que de alguna
manera estás arrepentida de…
-No lo estoy- le aseguré
sin dejarla terminar- Pero por lo menos en mi trabajo no puedo sentirme cómoda.
-Yo respeto tu trabajo,
estoy hablando de la forma en que me tratas en público. Sé que no es fácil para
ti, que has renunciado a mucho pero yo también estoy renunciando a mucho por
ti, no es nada fácil para mí, tú y yo éramos solo amigas y de pronto nos pasa
esto, se suponía que a ti te gustaban los hombres, nunca habías estado con una
mujer… Todos los días me pregunto si llegará un momento en el que me dirás que
te arrepientes de todo.
-No estoy arrepentida de
nada, te lo juro- dije acercándome a ella, ya nos estábamos lastimando
demasiado.
-¿Estás segura? Porque
con las cosas que haces demuestras lo contrario. Si mis dudas son acertadas yo
seré la única que lo pierda todo porque yo sí estoy segura de lo que siento por
ti.
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Vall Lynch - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Muy intenso el capitulo, me da gusto que sigas con la historia
ResponderEliminarHola.. se suponia q todo iba bien y continuarias con la historia. Por fa mas capitulos. Saludos
ResponderEliminaresa historia ya existe, se la pirateo
ResponderEliminar